domingo, 21 de diciembre de 2025

Varón de 27 años con conducta anormal, confusión y convulsiones

Un hombre de 27 años fue ingresado al servicio médico de este hospital debido a comportamientos anormales y confusión.

El paciente se encontraba en su estado de salud habitual hasta dos meses antes de la consulta actual, cuando su familia y los profesionales de salud mental que lo atendían ambulatoriamente notaron comportamientos anormales y un aumento de la paranoia y la confusión tras haber interrumpido por su cuenta la medicación prescrita para el trastorno bipolar I. Se observó que el paciente llamaba repetidamente a su madre; él manifestaba sentirse perseguido, y su madre declaró que hablaba de forma incoherente y críptica. El paciente no recordaba nada de la conversación poco después de cada llamada. El día del ingreso, el paciente se agitó al intentar dormir, pidiendo que se silenciara el ruido de los grillos en el exterior, por lo que su pareja lo llevó al servicio de urgencias de este hospital para su evaluación.

En la evaluación en urgencias, la frecuencia cardíaca del paciente era de 116 latidos por minuto y el resto de sus signos vitales eran normales. La exploración del estado mental no mostró evidencia de delirios ni respuesta a estímulos internos, pero sí un pensamiento desorganizado y tangencial, con desorientación y falta de atención, así como una memoria a corto y largo plazo limitada. Se administró solución de Ringer lactato por vía intravenosa y se inició tratamiento con lorazepam oral. Fue trasladado al servicio de psiquiatría aguda de este hospital, donde se inició tratamiento con risperidona.

En la tarde del segundo día de hospitalización, el paciente sufrió una crisis tónico-clónica presenciada por personal del hospital. Se le administró midazolam intravenoso y las convulsiones cesaron. El paciente fue trasladado al servicio de medicina interna de este hospital.

A su llegada, el paciente estaba somnoliento y sedado, pero no refirió cefalea ni debilidad. La revisión por sistemas fue negativa para pérdida de peso, palpitaciones, cambios en las heces, alteraciones visuales, temblores, náuseas o antecedentes de actividad convulsiva.

En la exploración física, la temperatura oral era de 36,1 °C, la presión arterial de 144/70 mmHg, la frecuencia cardíaca de 129 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 16 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 99 % respirando aire ambiente. El paciente se encontraba inquieto, pero no diaforético. No presentaba midriasis, oftalmoparesia ni proptosis. La tiroides era palpable, sin nódulos ni aumento de tamaño. La auscultación cardíaca solo reveló taquicardia, sin soplos. La exploración neurológica mostró una marcha inestable; sin embargo, no se observó debilidad motora, asimetría de los pares craneales, desviación pronadora, dismetría ni temblor.

El historial psiquiátrico del paciente incluía trastorno bipolar I y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Había sido hospitalizado en múltiples ocasiones por episodios de manía y autolesiones. En su historial médico constaba un historial de hipertiroidismo remoto, tratado con betabloqueantes no selectivos y sin fármacos antitiroideos. No tomaba ningún medicamento, pero anteriormente había recibido prescripciones de carbonato de litio, propranolol, bupropión, clonazepam, buspirona y gabapentina. Estaba desempleado y vivía con su pareja en un suburbio de Massachusetts. El paciente bebía alcohol a diario y consumía marihuana con frecuencia, pero no utilizaba estimulantes ni otras drogas recreativas. Su padre padecía trastorno bipolar I.

Los niveles sanguíneos de electrolitos, alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (AST), bilirrubina total y fosfatasa alcalina fueron normales, al igual que los resultados de las pruebas de función renal. El recuento de leucocitos fue de 12 600 por microlitro (rango de referencia: 4000 a 11 000), con predominio de neutrófilos, y los niveles de hemoglobina y el recuento de plaquetas fueron normales. El análisis de orina reveló cetonuria y proteinuria leve. Los niveles séricos de litio fueron inferiores al límite de detección. Las pruebas toxicológicas de sangre y orina fueron positivas para benzodiazepinas; la alcoholemia fue indetectable. Las pruebas de detección de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y sífilis fueron negativas. Los niveles de vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. Otros resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. El electrocardiograma mostró taquicardia sinusal sin alteraciones del segmento ST ni de la onda T. Posteriormente, un electroencefalograma (EEG) no mostró descargas epileptiformes, pero sí frecuencias beta predominantes generalizadas.

 


Tabla 1. Datos de laboratorio.

 

Se realizó una tomografía computarizada (TC) craneal sin la administración de contraste intravenoso. No se observaron signos de hemorragia aguda, infarto territorial, efecto de masa ni desviación de la línea media. El sistema ventricular cerebral y los espacios cisternales presentaban un aspecto normal para la edad del paciente, sin evidencia de hidrocefalia ni colecciones de líquido extraaxiales anormales. No se identificaron calcificaciones, anomalías óseas ni hiperdensidades parenquimatosas ( Figura 1A ).

 


Figura 1. Estudios de imagen de la cabeza.

Se realizó una tomografía computarizada (TC) craneal sin la administración de contraste intravenoso. Una imagen axial representativa (Panel A) muestra parénquima cerebral normal sin evidencia de hemorragia, infartos ni lesiones ocupantes de espacio. Posteriormente, se realizó una resonancia magnética (RM) craneal con contraste intravenoso. Una imagen axial representativa de recuperación de inversión con atenuación de fluido (FLAIR) (Panel B) no muestra lesiones ocupantes de espacio, edema ni infartos.

 

Se realizó una resonancia magnética (RM) craneal tras la administración intravenosa de contraste para investigar posibles anomalías parenquimatosas sutiles, problemas vasculares y enfermedad desmielinizante. La calidad diagnóstica general de la RM se vio limitada por artefactos de movimiento, pero no se observaron signos de infarto agudo o crónico, trombosis de los senos venosos, masas intracraneales ni realce anormal compatible con neoplasia, infección o inflamación. No se observó restricción de la difusión en las imágenes de difusión, y las secuencias de susceptibilidad magnética no mostraron evidencia de microhemorragias ni señales anormales. No se observó realce anormal ni señales en la sustancia blanca sugestivas de desmielinización activa ( Figura 1B ).

Se realizó una punción lumbar como parte de la evaluación de una nueva crisis convulsiva en este paciente. El líquido cefalorraquídeo (LCR) era transparente y la presión de apertura era normal. El análisis del LCR mostró niveles normales de proteínas y glucosa, con 1 célula nucleada total por microlitro (rango de referencia: 0 a 5).

Se realizó una prueba diagnóstica.

 

Diagnóstico diferencial

Este hombre de 27 años con trastorno bipolar I, antecedentes de hipertiroidismo y consumo diario de alcohol, presentó un cuadro de dos meses de evolución caracterizado por confusión, comportamiento anormal, paranoia, habla incoherente y déficits de memoria a corto plazo. En la exploración física en urgencias se observó pensamiento desorganizado y tangencial, desorientación y falta de atención, limitación de la memoria a corto y largo plazo y taquicardia. Al segundo día de hospitalización, el paciente sufrió una crisis tónico-clónica presenciada por el personal de urgencias. Los resultados de las pruebas de laboratorio iniciales, el electroencefalograma, los estudios de imagen y el análisis del líquido cefalorraquídeo fueron prácticamente normales, salvo cetonuria y proteinuria leve. En la exploración física se evidenció taquicardia y la aparición de hipertensión al segundo día de hospitalización. Otros antecedentes relevantes incluyen tratamiento previo con litio y un trastorno tiroideo para el que solo había recibido betabloqueantes no selectivos.

Para explicar el cuadro clínico de este paciente, integraré sus antecedentes psiquiátricos y médicos con los comportamientos anormales, la confusión, la crisis convulsiva reciente y la cetonuria. Para establecer un diagnóstico diferencial, me plantearé tres preguntas clave: Primero, ¿está experimentando este paciente un episodio maníaco? Segundo, ¿está experimentando abstinencia alcohólica? Tercero, ¿padece este paciente tirotoxicosis?

 

Trastorno bipolar I

Dado el historial del paciente de trastorno bipolar I, debemos considerar si este conjunto de hallazgos se debe a un episodio maníaco. Según los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5), los pacientes con un episodio maníaco con características psicóticas deben presentar al menos tres de los siguientes síntomas (o cuatro si el estado de ánimo del paciente es solo irritable), lo que resulta en un deterioro funcional marcado: distractibilidad, impulsividad, grandiosidad, fuga de ideas, aumento de la actividad o agitación, disminución de la necesidad de sueño y verborrea. Es importante señalar que estos fenómenos no pueden atribuirse al consumo de sustancias ni a otra afección médica .

Este paciente presenta un historial de dos meses de síntomas compatibles con manía, incluyendo conductas anormales, un cambio notable en su funcionamiento respecto a su estado basal y habla incoherente, lo que podría reflejar fuga de ideas. Según los criterios del DSM-5, las características psicóticas de un episodio maníaco del trastorno bipolar I pueden incluir alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado y pérdida de la conciencia de la realidad; muchas de estas características se observaron en este paciente. Dado su historial de hospitalizaciones psiquiátricas y la correlación temporal de los síntomas, que comenzaron después de suspender su medicación, una descompensación afectiva de su trastorno bipolar I subyacente es sin duda un diagnóstico posible. Sin embargo, los hallazgos de confusión, déficit de atención, déficits de memoria a corto y largo plazo, convulsiones y cetonuria no se explicarían por un episodio maníaco relacionado con el trastorno bipolar I. Teniendo en cuenta todos estos factores, me pregunto si una causa médica podría explicar mejor el cuadro clínico de este paciente.

 

Síndrome de abstinencia alcohólica

Se nos informa que este paciente tiene antecedentes de consumo diario de alcohol y que, al llegar al hospital, se observó taquicardia, por lo que se le administró lorazepam. Posteriormente, presentó una crisis convulsiva tónico-clónica generalizada en las 48 horas siguientes a su ingreso, un período crítico en el que los pacientes tienen un riesgo máximo de sufrir convulsiones relacionadas con la abstinencia alcohólica debido a una deficiencia relativa de ácido γ-aminobutírico (GABA).² El síndrome de abstinencia alcohólica se presenta en pacientes con consumo diario, excesivo y constante de alcohol, y suele comenzar entre 6 y 12 horas después de la última ingesta. Los pacientes suelen presentar ansiedad, síntomas gastrointestinales y manifestaciones autonómicas como diaforesis, taquicardia, temblor e hipertensión. La abstinencia alcohólica complicada se caracteriza por la aparición de convulsiones, alteraciones perceptivas, agitación, confusión, desorientación y fiebre.³

Este paciente presentaba signos de delirio y disautonomía, pero no temblor ni diaforesis. Además, se observó la ausencia de los signos de laboratorio característicos asociados al consumo excesivo, diario y constante de alcohol. Por ejemplo, en pacientes con hepatitis alcohólica, los hallazgos característicos incluyen una relación 2:1 de AST/ALT, un volumen corpuscular medio elevado debido a la diseritropoyesis y trombocitopenia secundaria a mielosupresión. Si bien la cetonuria de este paciente podría ser compatible con inanición y cetoacidosis alcohólica en el contexto de un consumo excesivo, un síndrome de abstinencia alcohólica complicado no explicaría el cambio subagudo en el comportamiento ni los dos meses de síntomas psicóticos previos a la crisis convulsiva.

 

Tirotoxicosis

Se nos informa que el paciente tiene antecedentes de hipertiroidismo y que, aparte de betabloqueantes no selectivos, no ha recibido tratamiento con fármacos antitiroideos. Múltiples características de este caso son compatibles con un diagnóstico de tirotoxicosis, incluyendo la duración de la enfermedad, la presencia de síntomas manifiestos y deterioro cognitivo, taquicardia sinusal persistente y convulsiones (un hallazgo poco frecuente). Además, la disfunción tiroidea, particularmente el hipertiroidismo, se ha asociado con cetonuria, la cual presenta este paciente, aunque se trata de un hallazgo inespecífico en el contexto de una enfermedad prolongada con una ingesta dietética poco clara. Asimismo, el resto de la evaluación diagnóstica no aportó información relevante, incluyendo resultados normales en la resonancia magnética craneal, el electroencefalograma y el análisis del líquido cefalorraquídeo; todos ellos hallazgos esperables en un paciente con hipertiroidismo. La causa más común de hipertiroidismo es la enfermedad de Graves 7 ; sin embargo, la exposición crónica al litio merece consideración, ya que tiene una fuerte asociación con múltiples enfermedades de la tiroides.

 

Enfermedad de Graves

La enfermedad de Graves es un trastorno autoinmune que produce una activación tiroidea mediada por autoanticuerpos, lo que conduce a la tirotoxicosis. Los síntomas neuropsiquiátricos de la enfermedad de Graves pueden incluir ansiedad, depresión, irritabilidad, labilidad emocional y disfunción cognitiva, como problemas de memoria y concentración. En algunos pacientes pueden desarrollarse manifestaciones neuropsiquiátricas más graves, como psicosis, delirio y convulsiones, aunque son poco frecuentes y suelen observarse en aquellos con tirotoxicosis grave. La exploración física puede revelar bocio y diversas manifestaciones oftalmológicas, como proptosis y diplopía.

Este paciente presentó síntomas neuropsiquiátricos subagudos compatibles con la enfermedad de Graves, incluyendo disfunción cognitiva, síntomas manifiestos y psicosis. Sin embargo, la psicosis y el delirio suelen observarse en la enfermedad avanzada, lo cual es improbable en este paciente dada la ausencia de hallazgos relevantes en la exploración física. Además, a pesar del diagnóstico de hipertiroidismo, este paciente no había recibido tratamiento con fármacos antitiroideos, como metimazol o propiltiouracilo, que son tratamientos estándar para la enfermedad de Graves. Al considerar los subtipos de hipertiroidismo para los que los antagonistas beta-adrenérgicos podrían utilizarse como monoterapia para controlar eficazmente los síntomas, la tiroiditis es una opción a considerar. Si bien existen diversos tipos de tiroiditis, dado el historial de exposición de este paciente al litio, me gustaría explorar específicamente la tiroiditis inducida por fármacos.

 

Tiroiditis inducida por litio

La tiroiditis inducida por litio se manifiesta típicamente como una tiroiditis indolora caracterizada por un curso trifásico. En primer lugar, se presenta una fase tirotóxica, durante la cual el tejido tiroideo se inflama y libera hormonas tiroideas preformadas, lo que conduce a un hipertiroidismo transitorio. Esta fase puede ser asintomática o relativamente leve y durar de semanas a meses, con síntomas como pérdida de peso, taquicardia, intolerancia al calor y temblor debido a la elevación de los niveles de hormonas tiroideas. Los síntomas neuropsiquiátricos de la fase tirotóxica de la tiroiditis son similares a los observados en otras causas de hipertiroidismo e incluyen alteraciones del estado de ánimo, cambios cognitivos, trastornos del sueño, síntomas manifiestos, delirio, inquietud y, en casos raros, psicosis o convulsiones. La fase tirotóxica suele ir seguida de la fase hipotiroidea, más evidente clínicamente, que se observa una vez que la glándula se agota de hormonas o se daña. La mayoría de los pacientes entran entonces en la fase de recuperación, durante la cual la función tiroidea suele normalizarse en un plazo de 12 meses. 13,14

La presentación clínica de este paciente es compatible con tiroiditis inducida por fármacos. Aunque la tiroiditis inducida por litio suele presentarse durante el tratamiento con litio, puede aparecer una tiroiditis destructiva tardía semanas o incluso meses después de suspenderlo. El litio se acumula y concentra en la glándula tiroides durante el tratamiento; por lo tanto, el litio almacenado en el tejido tiroideo puede seguir ejerciendo sus efectos dañinos incluso después de haberlo interrumpido. 15,16

Las pruebas diagnósticas para la tiroiditis inducida por litio suelen incluir evaluaciones de la función tiroidea, como la medición de los niveles de tirotropina (T4), tiroxina libre (T4L) y triyodotironina libre (T3L). Tras la confirmación de un estado de tirotoxicosis, la medición de anticuerpos tiroideos indicativos de enfermedad tiroidea autoinmune, como la inmunoglobulina estimulante de la tiroides (TSI) y la inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tirotropina (TB-Ig), puede ayudar a distinguir entre enfermedades tiroideas mediadas por anticuerpos, como la enfermedad de Graves, y la tiroiditis inducida por fármacos.  Además, las pruebas de imagen, como la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo, pueden ser muy útiles para determinar la causa del hipertiroidismo, al establecer o descartar la presencia de una glándula tiroides difusamente activa o un nódulo tiroideo autónomo (también conocido como nódulo tóxico).

Al analizar detenidamente las posibilidades de diagnóstico —trastorno bipolar I, síndrome de abstinencia alcohólica complicado e hipertiroidismo— parece que un estado de hipertiroidismo podría explicar mejor la presentación de este paciente, siendo la tiroiditis inducida por litio y la enfermedad de Graves las principales opciones en mi diagnóstico diferencial.

 

Impresión clínica

En nuestra primera evaluación de este paciente, el diagnóstico diferencial inicial incluyó el trastorno bipolar I, debido a su diagnóstico previo; sin embargo, su habla era fluida y, aunque sus pensamientos estaban desorganizados, no presentaba fuga de ideas. También se consideró la posibilidad de otro trastorno del pensamiento, dado el reciente inicio de paranoia y la preocupación por el bloqueo del pensamiento, a pesar de que el paciente negó haber tenido alucinaciones al preguntársele directamente. Dado que el paciente tenía antecedentes de consumo de alcohol y benzodiazepinas, se consideró seriamente la posibilidad de un síndrome de abstinencia, especialmente debido a su taquicardia e hipertensión; sin embargo, en la exploración física no se observó diaforesis ni temblor. También se sospechó delirio, ya que no podía responder preguntas relacionadas con la orientación o la atención, pero no mostró signos de fluctuaciones en el estado de ánimo ni distractibilidad, y no se observó conducta condicionada por estímulos. Finalmente, también consideramos la posibilidad de una sobredosis de bupropión, que puede tener efectos estimulantes y provocar convulsiones, ya que el paciente había recibido previamente una receta para este medicamento. Sin embargo, sus síntomas persistieron durante su estancia hospitalaria, lo que hace que esta explicación sea improbable.

En general, la presentación del paciente fue inusual, ya que no se ajustaba perfectamente a ninguna de las categorías diagnósticas mencionadas. No presentaba un cuadro maníaco manifiesto; sin embargo, las evaluaciones seriadas arrojaron hallazgos consistentes, atípicos del delirio clásico. Si bien este episodio podría representar una descompensación de su trastorno del estado de ánimo subyacente, sus antecedentes de hipertiroidismo constituían un indicio potencialmente importante, por lo que se realizaron pruebas de función tiroidea.

El paciente presentaba un nivel de tirotropina inferior a 0,01 mUI/L (rango de referencia: 0,40 a 5,00), un nivel de tiroxina total de 21,2 μg/dL (rango de referencia: 4,5 a 10,9) y un nivel de tiroxina libre de 3,7 ng/dL (48 pmol/L; rango de referencia: 0,9 a 1,8 ng/dL [12 a 23 pmol/L]), hallazgos compatibles con un diagnóstico de tirotoxicosis. Desde el punto de vista psiquiátrico, los síntomas del paciente eran más compatibles con un diagnóstico de trastorno psicótico secundario a otra afección médica.21  Los criterios diagnósticos incluyen delirios o alucinaciones prominentes y evidencia de laboratorio que confirme que la alteración conductual es consecuencia directa de otra afección médica. Además, la alteración del comportamiento no puede explicarse mejor por otra afección psiquiátrica, no ocurre exclusivamente durante el delirio y produce un malestar o deterioro significativo; todas estas características estaban presentes en este paciente.

 

Diagnóstico clínico

Tirotoxicosis en el contexto de una exposición previa al litio.

 

Debate sobre la gestión

Se consultó al servicio de endocrinología debido al diagnóstico de trastorno psicótico en el contexto de tirotoxicosis. La tirotoxicosis con niveles bajos de tirotropina puede deberse a la producción autónoma de hormona tiroidea, la liberación de hormona preformada o la administración de hormona exógena. La autonomía tiroidea puede ser consecuencia de un nódulo tiroideo autónomo, en el que una población clonal de células en la tiroides produce hormona independientemente de la tirotropina, o de la enfermedad de Graves, en la que los autoanticuerpos estimulan directamente el receptor de tirotropina y provocan la producción de hormona tiroidea independiente de tirotropina en toda la glándula tiroides. Alternativamente, dado que la glándula tiroides almacena cantidades sustanciales de hormona tiroidea, la liberación de hormona tiroidea preformada debido a una tiroiditis destructiva, generalmente por daño directo al tejido tiroideo, produce un exceso de tiroxina circulante con la consiguiente supresión de la tirotropina. Finalmente, la levotiroxina exógena se mide directamente en los análisis de tiroxina. Si la dosis de levotiroxina es demasiado alta, el nivel de tiroxina aumenta y provoca la supresión de la tirotropina.

Estas posibilidades pueden distinguirse entre sí mediante un estudio sencillo ( Figura 2 ). La enfermedad de Graves se asocia tanto con un aumento de la secreción intratiroidea de triyodotironina como con un aumento de la conversión de tiroxina a triyodotironina 22; por lo tanto, una relación triyodotironina:tiroxina superior a 20 (con la triyodotironina y la tiroxina medidas en nanogramos por decilitro y microgramos por decilitro, respectivamente) sugiere la presencia de la enfermedad de Graves. Los niveles elevados de anticuerpos dirigidos contra el receptor de tirotropina (inmunoglobulina estimulante de la tiroides o inmunoglobulina inhibidora de la unión a la tirotropina) indican la presencia de la enfermedad de Graves. 23 Finalmente, la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo permite identificar la localización de la producción activa de hormona tiroidea. Cuando la tirotropina es indetectable, una alta captación de yodo radiactivo es compatible con un nódulo tiroideo autónomo (si la captación es localizada) o con la enfermedad de Graves (si la captación se produce en toda la glándula). Si la tirotoxicosis se debe a la liberación de hormonas preformadas por una tiroiditis destructiva o a la administración exógena de hormona tiroidea, la producción de esta hormona se suprime y no se detecta captación de yodo radiactivo. Solo la historia clínica del paciente permite distinguir entre la tiroiditis destructiva y la administración exógena de hormona tiroidea. Si bien no es imprescindible realizar una ecografía tiroidea completa para determinar la causa de la tirotoxicosis, puede ser útil si se observa un aumento del flujo sanguíneo (un hallazgo sugestivo de enfermedad de Graves) o si se visualiza un nódulo que corresponde a una zona de mayor captación en la gammagrafía con yodo radiactivo.

 


Figura 2. Identificación de la causa del hipertiroidismo.

Las causas del hipertiroidismo se pueden distinguir entre sí en función de la relación entre los niveles sanguíneos de triyodotironina total (T3, medida en nanogramos por decilitro) y tiroxina (T4, medida en microgramos por decilitro), los resultados de la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo y la presencia o ausencia de inmunoglobulina estimulante de la tiroides e inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tirotropina

 

A esta paciente se le realizó una ecografía de tiroides, que no mostró nódulos, quistes ni masas focales. La glándula tiroides presentaba una ecotextura homogénea y un tamaño normal, sin evidencia de anomalías estructurales ni flujo sanguíneo excesivo en la ecografía Doppler color ni Doppler de potencia ( Figura 3 ).

 


Figura 3. Imagen de ultrasonido de tiroides.

Una captura de pantalla representativa de una ecografía transversal de la tiroides muestra un parénquima tiroideo homogéneo sin nódulos tiroideos definidos.

 

La gammagrafía tiroidea con yodo-123 mostró una supresión difusa y uniforme, con una captación del 1,2 % ( Figura 4A ). En el contexto del hipertiroidismo clínico, la disminución uniforme de la captación es compatible con un exceso de hormona tiroidea debido a su liberación o al uso de hormonas exógenas. Esto contrasta con los hallazgos típicos en pacientes con enfermedad de Graves (en quienes una gammagrafía de captación de yodo-123 mostraría una captación uniformemente aumentada de este elemento) y en aquellos con un nódulo tiroideo autónomo (en quienes la gammagrafía mostraría una captación focal elevada de yodo-123 con una supresión uniforme de la captación en el resto de la glándula tiroides) ( Figuras 4B y 4C ).

 


Figura 4. Captación de yodo radiactivo y gammagrafía tiroidea.

Se realizó una gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo mediante el uso de yodo-123. El panel A muestra una disminución uniforme de la captación de yodo-123 en la tiroides, lo que podría deberse a la liberación de hormona tiroidea o al consumo de hormona tiroidea exógena. El panel B muestra un aumento uniforme de la captación del trazador en toda la glándula tiroides y la visualización del lóbulo piramidal tiroideo (flecha), hallazgos compatibles con la enfermedad de Graves en el contexto de hipertiroidismo. El panel C muestra un nódulo tiroideo autónomo hiperfuncionante solitario, también conocido como nódulo tóxico (flecha negra), en el lóbulo tiroideo derecho, con supresión del tejido tiroideo circundante; también se observa un marcador en la horquilla esternal (flecha blanca).

 

 

Este paciente presentó una relación triyodotironina:tiroxina de 9,9, pruebas negativas para inmunoglobulina estimulante de la tiroides (TSI) e inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tiroxina (TB-Ig), y captación indetectable de yodo-123 en la gammagrafía tiroidea. Todos estos hallazgos son compatibles con un exceso de hormona tiroidea exógena o con la liberación de hormona tiroidea preformada debido a una tiroiditis destructiva. Si bien la historia clínica de este paciente podría ser poco fiable, no tenemos indicios claros de administración de hormona tiroidea exógena, y presenta antecedentes de hipertiroidismo previo autolimitado. En conjunto, estos hallazgos son compatibles con un diagnóstico de tiroiditis subaguda indolora.

¿El uso previo de litio por parte de este paciente contribuyó a su cuadro clínico actual? Por lo general, la exposición al litio conlleva un alto riesgo de bocio e hipotiroidismo. Además, el hipertiroidismo, específicamente la tiroiditis subaguda indolora, se presenta con mayor frecuencia en pacientes con exposición previa al litio.  No está claro si el riesgo de hipertiroidismo disminuye con el tiempo tras la suspensión del tratamiento con litio, y se desconoce el mecanismo subyacente. Por lo tanto, si bien es posible que su tiroiditis subaguda indolora esté relacionada con el uso de litio, esto no es seguro.

Recomendamos que el paciente continuara el tratamiento con betabloqueantes, aumentando la dosis según lo permitiera su frecuencia cardíaca, para controlar los síntomas causados ​​por el hipertiroidismo. En pacientes con tiroiditis subaguda indolora, se espera que el hipertiroidismo se resuelva a medida que disminuye la hormona tiroidea preformada. Los fármacos antitiroideos, como el metimazol y el propiltiouracilo, interfieren con la producción de hormona tiroidea mediada por la tirotropina. Dado que la hormona tiroidea preformada es la responsable de los síntomas y que la producción de hormona tiroidea adicional está suprimida en la tiroiditis indolora, estos fármacos no tienen cabida en el tratamiento.

Ante la disminución de la hormona tiroidea circulante, puede desarrollarse un hipotiroidismo transitorio, ya sea por una recuperación tardía de la supresión de la tirotropina o por la incapacidad del tejido tiroideo dañado para producir niveles hormonales adecuados. Cuando se presenta hipotiroidismo en pacientes con tiroiditis subaguda indolora, suelo iniciar el tratamiento con levotiroxina. Tras seis meses, suspendo el tratamiento con levotiroxina y evalúo si el paciente presenta una función tiroidea normal.

 

Seguimiento

El estado mental y el comportamiento del paciente mejoraron durante los siguientes cinco días de hospitalización en el servicio de medicina interna, y no se observaron más convulsiones. Recomendamos un seguimiento estricto en las consultas externas de endocrinología y psiquiatría para monitorizar los resultados de las pruebas de función tiroidea y evaluar la posible aparición de hipotiroidismo, así como para tratar su trastorno del estado de ánimo subyacente. Lamentablemente, el paciente no acudió a las citas de seguimiento tras el alta.

 

Diagnóstico final

Tiroiditis subaguda indolora.

 

Traducido de:

 Case 33-2025: A 27-Year-Old Man with Abnormal Behaviors, Confusion, and Seizure

Authors: Nadia V. Quijije, M.D., Pedram Heidari, M.D., Michelle Rengarajan, M.D., and Caitlin Adams, M.D.Author Info & Affiliations

Published November 19, 2025

N Engl J Med 2025;393:2036-2045

VOL. 393 NO. 20

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412523

 

 

 

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