jueves, 5 de junio de 2025

Varón de 52 años con fiebre, náuseas e insuficiencia respiratoria

Un hombre de 52 años acudió al servicio de urgencias del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC) de Buenos Aires a principios de otoño con fiebre que había persistido durante 1 semana.

El paciente se encontraba en su estado habitual de salud hasta 7 días antes de la presentación actual, cuando presentó fiebre. Acudió al servicio de urgencias del CEMIC para evaluación. La temperatura era de 38,0 °C y la prueba de hisopado nasofaríngeo para ARN del coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2) resultó negativa. Se recomendó tratamiento de soporte.

Durante los siguientes 7 días, la fiebre persistió y se desarrollaron síntomas adicionales, incluyendo náuseas, dolor abdominal y diarrea acuosa. El paciente tenía una ingesta oral deficiente y comenzó a preocuparse por su capacidad para mantener una hidratación adecuada. Regresó al servicio de urgencias para una evaluación adicional. La temperatura temporal fue de 36,3 °C, la presión arterial de 100/75 mm Hg, el pulso de 91 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 22 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 89 % mientras respiraba aire ambiente. La saturación de oxígeno aumentó al 93 % después de la administración de oxígeno suplementario a través de una mascarilla facial simple a un ritmo de 2 litros por minuto. El paciente parecía estar confundido, pero no tenía déficits neurológicos focales.

La radiografía de tórax portátil, realizada en urgencias, reveló opacidades difusas en vidrio deslustrado en ambos pulmones, predominantemente en los lóbulos inferiores, con opacidades reticulares asociadas ( Figura 1 ). Estos hallazgos indicaban sobrecarga de volumen o redistribución vascular; no se pudo descartar una infección subyacente, como una neumonía atípica.

 


Figura 1. Radiografía de tórax.

Se realizó una radiografía de tórax portátil en urgencias. La radiografía anteroposterior muestra opacidades difusas en vidrio deslustrado en ambos pulmones, predominantemente en los lóbulos inferiores, con opacidades reticulares asociadas.

 

El paciente presentó un empeoramiento de la hipoxemia mientras recibía oxígeno suplementario a través de una mascarilla facial simple. Posteriormente, se le administró oxígeno suplementario a través de una mascarilla facial sin recirculación a un ritmo de 15 litros por minuto, pero la saturación de oxígeno se mantuvo en 89 %. Ingresó en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital.

El historial médico del paciente era notable por colelitiasis, para la cual se había realizado una colecistectomía 2 años antes. Estaba completamente vacunado contra el SARS-CoV-2 pero no contra el virus de la influenza. No tomaba medicamentos y no tenía reacciones adversas conocidas a medicamentos. El paciente vivía en Buenos Aires con su esposa e hijo, no tenía mascotas y trabajaba en un entorno de oficina sin exposiciones ocupacionales. No reportó consumo de drogas recreativas ni conductas sexuales de alto riesgo. Su historial familiar era notable por hipertensión y diabetes. Aproximadamente 1 mes antes de la presentación actual, se había sometido a un procedimiento de conducto dental. El paciente había visitado recientemente una zona rural en la región de Chascomús, ubicada en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Mientras estuvo en Chascomús, había acampado al aire libre en una tienda de campaña. No reportó picaduras de insectos conocidas, contacto con roedores u otras exposiciones.

Al ingresar a la UCI, el paciente presentaba hipoxemia persistente, con una saturación de oxígeno del 88%, y se le administró oxígeno suplementario mediante una cánula nasal de alto flujo. En la exploración, se observaron mucosas secas. La orofaringe presentaba congestión y se evidenciaba una higiene dental deficiente, con dientes cariados. Se auscultaban crepitantes en la base de ambos pulmones. No se observaban soplos, distensión venosa yugular ni signos periféricos de enfermedad embólica. El abdomen estaba blando, se oían ruidos intestinales y se palpaba dolor epigástrico leve. No se observó edema en brazos ni piernas.

Los estudios de laboratorio revelaron un hematocrito elevado (56,9%; rango de referencia, 41 a 53), leucocitosis (16.500 glóbulos blancos por microlitro; rango de referencia, 4500 a 11.000) con predominio de neutrófilos y trombocitopenia (54.000 plaquetas por microlitro; rango de referencia, 150.000 a 400.000). Además, el nivel de nitrógeno ureico en sangre estaba elevado (49 mg por decilitro; rango de referencia, 8 a 25 mg por decilitro), con un nivel de creatinina normal (1,23 mg por decilitro; rango de referencia, 0,60 a 1,50 mg por decilitro); no había valores obtenidos previamente disponibles. Los resultados de pruebas de laboratorio adicionales se muestran en la Tabla 1.

 


Tabla 1. Datos de laboratorio.

 

Se obtuvieron muestras de sangre y esputo para cultivo. Las pruebas para patógenos respiratorios comunes, como el SARS-CoV-2 y los virus de la influenza tipo A y tipo B, resultaron negativas, al igual que la prueba de antígenos urinarios para Streptococcus pneumoniae . También se realizaron pruebas serológicas para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del dengue y la leptospira.

La tomografía computarizada del tórax, realizada sin la administración de material de contraste intravenoso, mostró engrosamiento del tabique interlobulillar en ambos pulmones, predominantemente en los lóbulos inferiores, junto con engrosamiento peribroncovascular ( Figura 2A ). Se observaron opacidades irregulares en vidrio deslustrado y algunas áreas de consolidación en ambos pulmones, junto con atenuación en mosaico y diámetros vasculares aumentados, predominantemente en los lóbulos inferiores ( Figura 2B ). En el lóbulo superior derecho, se observaron opacidades nodulares con cambios adyacentes en vidrio deslustrado, un hallazgo consistente con el signo del halo ( Figura 2C ), que fue sugestivo de una infección fúngica invasiva. 1 En el lóbulo medio derecho y el lóbulo inferior izquierdo, se identificaron bandas parenquimatosas, un hallazgo consistente con atelectasia. Los hallazgos adicionales incluyeron opacidades en vidrio deslustrado en los aspectos posteriores de los lóbulos inferiores, que probablemente indicaron atelectasia dependiente, y engrosamiento de las cisuras. En general, los hallazgos fueron consistentes con edema pulmonar; No se puede descartar la posibilidad de una infección superpuesta.

 


Figura 2. Imágenes de TC del tórax.

Se realizó una TC de tórax sin administración de contraste intravenoso al ingresar en la unidad de cuidados intensivos. Se observa engrosamiento del tabique interlobulillar en ambos pulmones, predominantemente en los lóbulos inferiores, junto con engrosamiento peribroncovascular (Panel A). Se observan opacidades irregulares en vidrio deslustrado y áreas de consolidación en ambos pulmones, junto con atenuación en mosaico y aumento del diámetro vascular en los lóbulos inferiores (Panel B). Se observa un nódulo pulmonar rodeado por un borde de opacidad en vidrio deslustrado, hallazgo compatible con el signo del halo (Panel C, flecha).

 

Se inició tratamiento antimicrobiano empírico con ceftriaxona, vancomicina, claritromicina y oseltamivir. El paciente continuó recibiendo oxígeno suplementario a través de una cánula nasal de alto flujo a un ritmo de 50 litros por minuto, con una fracción inspirada de oxígeno del 100 %. Sin embargo, la presión parcial de oxígeno arterial era de 42 mmHg (rango de referencia: 80 a 100), con una presión parcial de dióxido de carbono arterial de 70 mmHg (rango de referencia: 35 a 45) y un pH arterial de 7,14 (rango de referencia: 7,35 a 7,45). Se intubó la tráquea y se inició ventilación mecánica.

Debido al dolor abdominal persistente y a la hipoxemia grave, se realizó una ecografía cardíaca, torácica y abdominal en el punto de atención. No se observó visceromegalia abdominal. Los hallazgos pleuropulmonares incluyeron un síndrome alveolo-intersticial difuso grave con consolidaciones bibasales y derrames pleurales bilaterales leves. La ecografía cardíaca focalizada mostró una función biventricular normal.

Se realizó una prueba diagnóstica.

 

Diagnóstico diferencial

Este hombre de 52 años, previamente sano y presuntamente inmunocompetente, se presentó en el CEMIC de Buenos Aires con fiebre que persistió durante una semana. Su enfermedad evolucionó a insuficiencia respiratoria hipoxémica, con opacidades pulmonares multifocales en la radiografía de tórax y hemoconcentración marcada en las pruebas de laboratorio iniciales. Su cuadro clínico planteó varias dificultades diagnósticas, que servirán de base para mi análisis y diagnóstico diferencial.

 

Neumonía adquirida en la comunidad

El síndrome del paciente podría ser compatible con neumonía adquirida en la comunidad. En un adulto inmunocompetente que presenta un caso grave de neumonía adquirida en la comunidad, las causas más probables incluyen patógenos bacterianos (p. ej., S. pneumoniae , Haemophilus influenzae , Legionella pneumoniae y Mycoplasma pneumoniae ), así como virus respiratorios (p. ej., virus de la influenza, SARS-CoV-2 y virus respiratorio sincitial). Este paciente tuvo dos pruebas negativas para SARS-CoV-2. Su prueba de antígeno urinario para S. pneumoniae fue negativa, lo que hizo improbable la neumonía neumocócica, y la ausencia de tos productiva y de consolidación lobar focal en las imágenes redujo aún más la probabilidad de neumonía bacteriana típica.

 

Trastorno mieloproliferativo

El paciente presentó un hematocrito elevado, leucocitosis y dolor abdominal epigástrico que podría haber sugerido esplenomegalia. Estos hallazgos inicialmente apuntaron hacia un trastorno mieloproliferativo subyacente, como la policitemia vera. En este contexto, una infección fúngica invasiva, como la aspergilosis pulmonar, podría haber sido responsable de los hallazgos pulmonares. Esta posibilidad fue respaldada adicionalmente por la presencia del signo del halo, una característica que a menudo se asocia con infecciones fúngicas invasivas. Sin embargo, la presencia de trombocitopenia y la ausencia de visceromegalia en la ecografía abdominal a la cabecera del paciente finalmente hicieron improbable el diagnóstico de un trastorno mieloproliferativo, lo que redujo la probabilidad de infecciones oportunistas que se observarían típicamente en huéspedes inmunodeprimidos.

 

Síndrome pulmonar-renal

Las posibles causas no infecciosas de la presentación de este paciente incluyeron el síndrome pulmonar-renal, que puede manifestarse con hemorragia alveolar difusa y conducir a insuficiencia respiratoria hipoxémica. 2 La hemorragia alveolar difusa puede ser resultado de una coagulopatía, el uso de terapia anticoagulante o capilaritis pulmonar, que puede ocurrir en el contexto de un trastorno autoinmune como la enfermedad de la membrana basal antimembrana glomerular (síndrome de Goodpasture) o vasculitis asociada a anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (granulomatosis con poliangeítis, granulomatosis eosinofílica con poliangeítis o poliangeítis microscópica). El lupus eritematoso sistémico también puede manifestarse con hemorragia pulmonar concurrente y lesión renal aguda. En este paciente, la ausencia de hematuria, cilindros eritrocíticos y otros signos evidentes de enfermedad autoinmune sistémica hizo que estos diagnósticos fueran improbables.

 

Síndrome cardiopulmonar por hantavirus

El paciente presentó hemoconcentración y opacidades pulmonares bilaterales, características sugestivas del síndrome de fuga capilar, que se caracteriza por una marcada permeabilidad endotelial con posterior hemoconcentración e inestabilidad hemodinámica. El síndrome de fuga capilar puede ser causado por sepsis grave, choque tóxico, envenenamiento, anafilaxia e infecciones virales. 3 Dada la evolución aguda de la enfermedad del paciente, se priorizaron las enfermedades infecciosas en la evaluación inicial.

La insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda profunda debida al edema pulmonar no cardiogénico, así como la hemoconcentración, sugerían un síndrome cardiopulmonar por hantavirus. El paciente había viajado recientemente a la región de Chascomús (Argentina), donde el hantavirus es hiperendémico. La infección por serovariantes de hantavirus presentes en esta región se ha asociado con el desarrollo del síndrome cardiopulmonar por hantavirus, que se caracteriza por un cuadro febril seguido de un síndrome de extravasación capilar que provoca insuficiencia respiratoria y hemoconcentración.

Dada la rápida progresión del edema pulmonar, la ausencia de disfunción ventricular izquierda en la ecocardiografía y la grave inestabilidad hemodinámica, se mantuvo una conversación multidisciplinaria con el equipo de la UCI. Ante la presentación clínica del paciente y la ausencia de un diagnóstico unificado alternativo, se decidió conjuntamente realizar pruebas serológicas y moleculares para hantavirus.

 

Diagnóstico presuntivo

Síndrome cardiopulmonar por hantavirus.

 

Curso de Hospital y Gestión de Cuidados Críticos

El estado del paciente se deterioró rápidamente. El empeoramiento de la hipoxemia obligó a la intubación endotraqueal y a la ventilación mecánica durante el primer día de hospitalización. Se desarrolló un shock refractario, por lo que se administró una terapia vasopresora combinada de alta dosis con noradrenalina y vasopresina.

Poco después de su llegada a la UCI, el paciente también desarrolló una lesión renal aguda anúrica. El manejo en la UCI incluyó la colocación de un catéter venoso central, un catéter arterial radial y un catéter de diálisis para iniciar la terapia de reemplazo renal continua.

El paciente presentaba características que cumplían los criterios de Berlín para el síndrome de dificultad respiratoria aguda: presencia de opacidades pulmonares bilaterales, evolución aguda de la enfermedad, hipoxemia grave con una razón entre la presión parcial de oxígeno arterial y la fracción inspirada de oxígeno inferior a 100 y ausencia de disfunción ventricular izquierda. Se administró ventilación mecánica según una estrategia de protección pulmonar, con volúmenes corrientes bajos (<6 ml por kilogramo de peso corporal previsto) y presión positiva al final de la espiración alta (14 cm de agua). Se administró sedación continua con midazolam y fentanilo para optimizar el intercambio gaseoso, así como bloqueo neuromuscular con rocuronio.

Dado el shock refractario y la incertidumbre diagnóstica, se colocó un catéter de arteria pulmonar para guiar la terapia individualizada. Las mediciones hemodinámicas iniciales fueron las siguientes: presión auricular derecha de 7 mmHg; presiones sistólica, diastólica y media de la arteria pulmonar de 30, 20 y 23 mmHg, respectivamente; presión de enclavamiento de la arteria pulmonar de 11 mmHg con un gasto cardíaco de 4,7 litros por minuto; y un índice cardíaco de 2,6 litros por minuto por metro cuadrado de superficie corporal, medido mediante termodilución. El cálculo de la resistencia vascular sistémica de 1405 dyn·sec·cm −5 respaldó el diagnóstico de shock hipovolémico. El paciente recibió reanimación intensiva con solución de Ringer lactato y las mediciones hemodinámicas mejoraron.

Dado que el paciente presentaba síndrome de dificultad respiratoria aguda grave e hipoxemia refractaria, se consideró la posibilidad de tratamiento con oxigenación por membrana extracorpórea (MEC). Sin embargo, su oxigenación mejoró en los días posteriores con ventilación mecánica y sedación, por lo que no fue necesaria la MEC.

 

Pruebas de diagnóstico

Durante los primeros días de hospitalización, se informaron varios resultados de pruebas. Los cultivos de sangre y esputo no mostraron crecimiento. Las pruebas serológicas para VIH, virus del dengue y leptospira también fueron negativas. Sin embargo, las pruebas serológicas y moleculares para hantavirus fueron positivas.

La prueba inicial dio positivo para IgM específica de hantavirus, pero negativo para IgG específica de hantavirus. La prueba de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT) específica de hantavirus resultó positiva. En las pruebas de seguimiento, realizadas en muestras obtenidas 6 días después de la serie inicial, se detectó IgG. Estos hallazgos confirmaron el diagnóstico de infección por hantavirus, manifestada como síndrome cardiopulmonar por hantavirus.

El uso de un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA) para la detección de la seroconversión de IgM o IgG específica del hantavirus sigue siendo la piedra angular del diagnóstico de la infección por hantavirus ( Figura 3 ). En Argentina, el ELISA se utiliza comúnmente y tiene una sensibilidad del 96,6% y una especificidad del 90,6%. 4 La sensibilidad se acerca al 100% durante la fase cardiopulmonar o la fase prodrómica tardía, pero puede ser menor durante la fase prodrómica temprana, cuando la ausencia de anticuerpos no descarta la enfermedad. 4 La presencia de IgM es indicativa de infección reciente. Los niveles de IgM pueden detectarse de 1 a 3 días después del inicio de los síntomas y permanecen detectables hasta 30 días, aunque se ha informado de persistencia durante varios meses. Los niveles de IgG pueden detectarse más tarde y persistir durante períodos prolongados. La ausencia de IgG durante la fase cardiopulmonar puede indicar un mal pronóstico. 5

 


Figura 3. Pruebas diagnósticas para la infección por hantavirus.

La cinética de las pruebas diagnósticas para la infección humana por hantavirus se muestra en relación con el inicio de los síntomas. Los niveles de IgM se vuelven detectables de 1 a 3 días después del inicio de los síntomas, alcanzan su punto máximo aproximadamente el día 10 y disminuyen aproximadamente el día 30. Los niveles de IgG comienzan a aumentar de 3 a 5 días después del inicio de los síntomas y la elevación continúa durante un período prolongado. El ARN viral se puede detectar en la prueba de amplificación de ácidos nucleicos (NAAT) antes y hasta aproximadamente 10 días después del inicio de los síntomas. También se muestran los resultados de las pruebas serológicas y moleculares realizadas en este caso. El paciente inicialmente tenía IgM detectable y NAAT positiva, y posteriormente se detectó IgG. Estos hallazgos confirmaron el diagnóstico de infección por hantavirus que se manifiesta como síndrome cardiopulmonar por hantavirus. El síndrome cardiopulmonar por hantavirus progresa a través de cuatro fases, que pueden variar en duración; se muestran las duraciones típicas.

 

La NAAT permite la detección del genoma viral en muestras de suero, sangre coagulada o tejido. Los productos de amplificación pueden secuenciarse para el análisis filogenético con el fin de identificar genotipos virales específicos. Este método permite detectar el virus antes que las pruebas serológicas, especialmente durante la fase prodrómica de la enfermedad; es útil hasta 10 días después del inicio de los síntomas.

 

Manejo de enfermedades infecciosas

La infección por hantavirus es un factor a considerar en pacientes con fiebre de causa desconocida, especialmente en aquellos con factores de riesgo epidemiológicos clínicamente significativos, como la exposición a roedores silvestres o entornos contaminados por sus excrementos en las 6 semanas previas al inicio de los síntomas. En zonas endémicas, como las zonas rurales de la provincia de Buenos Aires (Argentina), como la región de Chascomús, se debe sospechar la infección por hantavirus en cualquier paciente con un síndrome febril inespecífico, en particular cuando se observan opacidades intersticiales en las imágenes de tórax y cuando los hallazgos de laboratorio incluyen trombocitopenia, hemoconcentración, leucocitosis con neutrofilia y linfocitosis.

 

Características biológicas y epidemiológicas de la infección por hantavirus

Los hantavirus son virus ARN de la familia bunyaviridae que se distribuyen mundialmente, con más de 20 genotipos identificados en el continente americano. Estos virus son hospedados por roedores de la familia Muridae, que albergan infecciones crónicas asintomáticas y excretan el virus a través de la orina, la saliva y las heces, contaminando su entorno.

En Argentina, ocho genotipos de hantavirus se han vinculado al síndrome cardiopulmonar por hantavirus, entre ellos el virus Andes, el virus Lechiguanas, el virus Laguna Negra y el virus Orán. El virus Andes es único por su potencial de transmisión entre humanos, observado principalmente en la región patagónica, donde se han presentado brotes con una mortalidad de hasta el 40 %. 6 Argentina registra el mayor número de casos anuales reportados en Sudamérica, y existen patrones epidemiológicos distintivos entre las regiones. Las regiones del noroeste presentan la mayor incidencia y la menor mortalidad, mientras que las regiones central y sur presentan una menor incidencia y una mayor mortalidad.

Características clínicas y evolución de la enfermedad

Las infecciones por hantavirus pueden manifestarse como uno de dos síndromes específicos: fiebre hemorrágica con síndrome renal, que resulta de la infección con genotipos que prevalecen predominantemente en Europa y Asia (a veces denominados hantavirus del Viejo Mundo), y síndrome cardiopulmonar por hantavirus, que resulta de la infección con genotipos que prevalecen en América del Sur y América del Norte (a veces denominados hantavirus del Nuevo Mundo) ( Figura 4 ). 7 Aunque algunos pacientes que se infectan con hantavirus en las Américas presentan un síndrome febril inespecífico, las infecciones más graves conducen al síndrome cardiopulmonar por hantavirus, que progresa a través de cuatro fases distintas.

 


Figura 4. Distribución geográfica mundial y manifestaciones clínicas de la infección por hantavirus.

Se muestra la distribución global de la infección por hantavirus según sus manifestaciones clínicas. La infección por genotipos predominantemente prevalentes en Europa y Asia (hantavirus del Viejo Mundo) se manifiesta como fiebre hemorrágica con síndrome renal. La infección por genotipos prevalentes en Sudamérica y Norteamérica (hantavirus del Nuevo Mundo) se manifiesta como síndrome cardiopulmonar por hantavirus. En este caso, la exposición al hantavirus probablemente ocurrió en la región de Chascomús, ubicada en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Los datos del mapa provienen de Kim et al. 7.

 

 

El período de incubación dura de 5 a 45 días, durante los cuales el paciente está asintomático. La fase prodrómica suele durar de 3 a 7 días, pero puede durar hasta 12 días y se caracteriza por fiebre, fatiga, artralgia y mialgia. Los síntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos y dolor abdominal se desarrollan en un tercio de los casos y pueden imitar emergencias quirúrgicas como apendicitis, diverticulitis o colecistitis. La fase cardiopulmonar está marcada por la aparición abrupta de hipoxemia, edema pulmonar y shock distributivo. Esta fase suele durar de 2 a 4 días, y el riesgo de muerte es mayor dentro de las 24 a 48 horas posteriores al ingreso hospitalario. Aquellos que sobreviven a la infección ingresan a la cuarta y última fase, la convalecencia, en la que pueden tener una rápida mejoría en la función respiratoria y hemodinámica, pero con poliuria y fatiga que persisten durante semanas.

El síndrome cardiopulmonar por hantavirus es el resultado de una interacción entre una infección viral directa y una respuesta inmunitaria desregulada que culmina en un síndrome de extravasación capilar grave. 8 Este proceso no solo provoca insuficiencia respiratoria debido al edema pulmonar, sino que también precipita un colapso circulatorio sistémico. Una comprensión más profunda de estos mecanismos es esencial, ya que puede contribuir al desarrollo de terapias dirigidas a modular la respuesta inmunitaria y preservar la integridad endotelial en los pacientes afectados.

El tratamiento del síndrome cardiopulmonar por hantavirus es principalmente de soporte, con énfasis en la oxigenación, la estabilización hemodinámica y la administración de líquidos para abordar el síndrome de fuga capilar. El diagnóstico temprano y la atención intensiva son fundamentales para mejorar los resultados.

 

Seguimiento

Debido a que el paciente presentó hipoxemia profunda y shock refractario al ingreso, permaneció en la UCI durante 40 días. Durante su hospitalización, su función hemodinámica y respiratoria mejoró gradualmente. Se le realizó una traqueotomía percutánea para facilitar la ventilación mecánica prolongada. Una vez estable clínicamente, fue trasladado a un centro de rehabilitación especializado para su recuperación respiratoria y neuromuscular. Antes del alta, el paciente presentó una recuperación renal completa, con el retorno a su función renal basal y una diuresis abundante. Varias semanas después de completar la rehabilitación, el paciente se recuperó por completo y pudo acudir a la UCI donde recibió atención.

Como parte del seguimiento, se iniciaron conversaciones sobre posibles medidas de control de infecciones en la propiedad rural de la provincia de Buenos Aires, donde el paciente probablemente había estado expuesto al hantavirus. Se enfatizó la educación sobre control de roedores, descontaminación ambiental y medidas de protección personal para reducir el riesgo de exposiciones recurrentes o adicionales. Se recomendó la colaboración con las autoridades locales de salud pública para evaluar y mitigar los riesgos actuales en la región.

Diagnóstico final

Síndrome cardiopulmonar por hantavirus.

 

 

Traducido de:

“A 52-Year-Old Man with Fever, Nausea, and Respiratory Failure”

Authors: Martín Hunter, M.D. https://orcid.org/0000-0003-0500-4855, Ignacio Lopez Saubidet, M.D., Tomás Amerio, M.D., and Maria V. Leone, M.D.Author Info & Affiliations

Published May 28, 2025. N Engl J Med 2025;392:2049-2057 VOL. 392 NO. 20 

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412526

 

 

 

References

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30.

 

miércoles, 4 de junio de 2025

Casos Clínicos: Paciente masculino de 38 años con síndrome de repercusión general, icteria y convulsiones de seis días de evolución.

 Buenos días doctor, me gustaría compartirles un caso especial que tuve en mi lugar de residencia.












Masculino de 38 años sin antecedentes clínicos de importancia, Jornalero tipo sanguíneo A +. Acude al servicio de emergencia por cuadro de 6 días de evolución de malestar general decaimiento anorexia. Realizan Biometria con trombocitopenia refiere dolor abdominal y epistaxis que resuelve con compresión manual. Dentro del examen físico ictericia generalizada +++|+++ es ingresado al servicio de medicina interna permanece 12 horas y realiza una convulsión tónica generalizada administran diazepam y resuelve, presenta Desaturacion 70% FC: 34 mala mecánica valorado por UCi ingresa con evidencia de nueva convulsión tónica 30 segundos. Con requerimiento de ventilación mecánica se protege vía aérea y se realiza TAC de cráneo: sin lesiones patológicas evidente con inestabilidad hemodinámica con apoyo de doble vasopresor e inotropico a dosis supraterapeuticas ( norepinefrina 0,50  mcg/kg/min epinefrina 0,30 mcg/kg/min dobutamina 5mcg/kg/min. en paraclinicos de control gasometria venosa Ph: 6,74 pco2: 39,50 po2: 28 hco3: 5,30  lactato:18 hemoglobina: 9,70 hematocrito: 32 ( fue transfundido 4 concentrados de plaquetas 4 plasmas frescos congelados 1 concentrados de glóbulos rojos) leucocitos: 24,870 neutrofilos: 76,20 plaquetas: 28,000 Tp: 21 Ttp: 103 INR: 1,98 BT: 31.17 BD: 20,54 BI: 10,63 TGO: 1,561 TGP: 420 UREA: 107 creatinina: 3,94 paciente fallece a las 12 horas de permanecer en UCI

 


 


 


Dr J Caramelo

Latacunga Ecuador



Opinión: Un caso desgraciado verdaderamente. Un paciente joven que en pleno estado de salud comienza a presentar síntomas inespecíficos seis días antes de su fallecimiento, consistentes en malestar general, decaimiento, anorexia, dolor abdominal y epistaxis,  constatándose ictericia franca en el examen clínico. Evoluciona con convulsiones tónico clónicas generalizadas, fallo respiratorio que requiere ARM, alteraciones hemodinámicas con requerimiento de doble apoyo presor, alteraciones severas de la hemostasia con compromiso de la vía intrínseca e intrínseca de la coagulación, trombocitopenia severa, y fallo multisistémico que incluye injuria renal aguda. Evoluciona a óbito. En la TC se observan algunos signos de edema cerebral como una disminución en el tamaño de los ventrículos, aplanamiento de las circunvoluciones cerebrales y atenuación de la intensidad de la señal del parénquima cerebral.

Mi primera impresión es que se trató de INSUFICIENCIA HEPÁTICA AGUDA, en este caso podríamos hablar de INSUFICIENCIA HEPÁTICA HIPERAGUDA (teniendo en cuenta el curso de menos de 7 días). En cuanto a la etiología del cuadro sabemos que hay una larga lista de causas que pueden evolucionar a fallo hepático fulminante, entre ellas la ingesta de paracetamol, reacciones idiosincrásicas a medicamentos, hepatitis virales, hepatitis autoinmunes, enfermedad de Wilson, hepatopatía isquémica, síndrome de Budd-Chiari, enfermedad venooclusiva, exposición a toxinas, incluida la intoxicación por hongos, sepsis, y golpe de calor. Hay otras causas que no nombramos porque no tienen sustento aquí de acuerdo a la historia, como son la linfohistiocitosis hemofagocítica (un trastorno que afecta principalmente a niños), el síndrome de hígado graso agudo del embarazo/HELLP, la infiltración maligna (con mayor frecuencia cáncer de mama, cáncer de pulmón de células pequeñas, linfoma, melanoma o mieloma), y las hepatectomías parciales. La determinación de la causa de insuficiencia hepática aguda se puede establecer en el 60 al 80 % de los pacientes, y esto es muy importante ya que influye en el tratamiento específico, además de proporcionar información pronóstica. En general una exhaustiva historia clínica, análisis de laboratorio e imágenes suelen proporcionar el diagnóstico. Cuando eso no ocurre, la biopsia hepática puede brindar información adicional sopesándose el riesgo de hemorragias potencialmente mortales en estos pacientes. Existen además de las medidas de soporte generales, terapia empírica que puede estar indicada en algunas situaciones, como por ejemplo el uso de N-acetilcisteína (NAC) si se sospecha intoxicación por paracetamol. Hay hallazgos del examen que pueden ser orientadores como por ejemplo encontrar lesiones cutáneas vesiculares (que sugieren infección por virus del herpes simple), anillos de Kayser-Fleisher (sugerentes de enfermedad de Wilson) etc. En todos estos pacientes deben obligatoriamente realizarse una batería de estudios de laboratorio como estudios de hemostasia que incluyan tiempo de protrombina/INR, determinación de sodio, potasio, cloruro, bicarbonato, nitrógeno ureico en sangre, creatinina, glucosa, calcio, magnesio, fosfato, lactato deshidrogenasa, hepatograma  (AST, ALT, fosfatasa alcalina, GGT, bilirrubina total y directa, albúmina), hemograma completo con diferencial, nivel de acetaminofén, análisis toxicológico de sangre y orina, incluyendo fosfatidiletanol, serologías de hepatitis viral (IgM anti-hepatitis A, antígeno de superficie de hepatitis B, IgM anti-core de hepatitis B, anticuerpos anti-virus de hepatitis C, ARN de hepatitis C, reacción en cadena de la polimerasa del ADN (PCR) de HSV tipo 1 y tipo 2, PCR de ADN de virus varicela-zóster, PCR de ADN de virus de Epstein-Barr (VEB), IgM anti-antígeno de la cápside viral, IgG anti-antígeno de la cápside viral, antígeno nuclear anti-VEB, PCR de ADN de citomegalovirus (CMV), anticuerpos anti-virus CMV, marcadores autoinmunes (anticuerpos antinucleares, anticuerpos antimúsculo liso, anticuerpos antimicrosomales de hígado/riñón tipo 1, antígeno soluble antihepático, niveles de inmunoglobulinas), gases en sangre arterial, lactato arterial, amoniaco arterial, prueba serológica para el VIH, amilasa y lipasa. En algunos casos puede estar indicado dosar el nivel de ceruloplasmina en pacientes con sospecha de enfermedad de Wilson, teniendo en cuenta que  la ceruloplasmina sérica puede ser normal o estar elevada en el contexto de insuficiencia hepática aguda. Por eso se debe sospechar enfermedad de Wilson en pacientes con insuficiencia hepática aguda que tienen menos de 40 años o que presentan anemia hemolítica Coombs-negativa, síntomas neurológicos previos a la aparición de insuficiencia hepática aguda, anillos Kayser-Fleisher, una relación de AST a ALT de más de dos, fosfatasa alcalina baja, una relación de fosfatasa alcalina (unidades internacionales/L) con respecto a la bilirrubina total (mg/dL) de menos de cuatro. En algunos casos los estudios de imágenes pueden dar pistas sobre la causa, por ejemplo una ecografía Doppler abdominal inicial para buscar evidencia de síndrome de Budd-Chiari, hipertensión portal, esteatosis hepática, congestión hepática y cirrosis subyacente. La ecografía es fácil de conseguir, económica y no invasiva.  A veces un hígado con necrosis masiva puede presentar un aspecto nodular y no necesariamente indica cirrosis subyacente.

Por último, hay que decir que establecido el diagnóstico de insuficiencia hepática aguda el paciente debe ser derivado a una unidad de cuidados intensivos de un centro de trasplante hepático para disponer de todos los recursos necesarios para brindar la mejor calidad de atención a estos pacientes.

 

martes, 3 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 18 años con dolor torácico y alteraciones electrocardiográficas.

El Dr. Jefferson Torrealba, de Acarigua  Venezuela, envía estas imágenes con el siguiente texto:

 Buenas tardes Dr.Macaluso, le presento este caso, agradezco su opinion:







Paciente masculino de 18 años de edad, atleta, sin factores de riesgo cardiovascular, de procedencia urbana, altura 1.93 peso 73kg, quien acude a hospital de la localidad por presentar dolor torácico de moderada intensidad, opresivo, de dos días de evolución que inicio al esfuerzo físico mientras se encontraba jugando un partido de fútbol, se mantuvo en su domicilio con dolor constante pero leve. Para el día de su visita al centro médico el dolor se torno insoportable 10/10 según EVA y se realiza EKG, (adjunto imagen abajo). Signos vitales: PAS: 144/85, FC: 55, FR: 22, SpO2: 98%, nada relevante al examen físico. Por sospecha  de SCACEST se decide iniciar infusión de NTG con mejoría casi total del dolor. Sin embargo al día siguiente se refiere a otro centro para realizar coronariografia diagnóstica y otros estudios. Cabe destacar que antes de su referencia se tomó muestra para Troponina I cuantitativa la cual arrojo: 50ng/ml positiva.

A la llegada a centro de mayor complejidad se realizan electrocardiograma con trazo normal en sinusal, una agioTc coronaria y de aorta que no arroja ningún tipo de alteración y finalmente una resonancia magnetica con resultados de realce tardío en VI sugestivo de miocarditis.

Preguntas: Quiero conocer su opinión acerca de la incidencia de Ritmo idioventricular acelerado en atletas, fisiológico o anormal? Que tan probable es que una miocarditis se presente así con estos hallazcos en ekg? Que le llama la atención en una de las imágenes de la TC que le pasare qué señaló en verde ️. Gracias

 



 



Dr. Jefferson Torrealba.

Acarigua.  Venezuela

 

Opinión: En el trazado se observa un ritmo regular con complejos anchos que conducen con imagen de bloqueo completo de rama izquierda con una frecuencia cardíaca de 60 por minuto, sin actividad eléctrica auricular que conduzca. Por lo tanto se interpreta como probable ritmo idioventricular acelerado que por definición tiene una frecuencia de entre 60 y 100 latidos por minuto. En el contexto de este paciente que cursa probable miocarditis aguda por criterios clínicos, humorales e imagenológicos, la explicación de las alteraciones electrocardiográficas puede estar dada por un foco ventricular con aumento del automatismo (foco ectópico), que toma el comando de la actividad eléctrica de marcapaso en forma transitoria (ya que al cabo de 24 horas reapareció el rritmo sinusal). El dolor de intensidad máxima como se vio en este caso no suele ser común en miocarditis excepto que se asocien simultáneamente a compromiso pericárdico (miopericarditis). En cuanto a la imagen señalada en la TC cardíaca no sé qué interpretación darle. La TC no es el procedimiento diagnóstico de elección en las miocarditis aguda, sólo que aquí tenía indicación porque a través de él se pudo realizar angioTC coronaria para descartar un evento isquémico agudo. Creo que trataría de correlacionar la zona mostrada en TC, con la misma zona en cardioRMN para sacar alguna conclusión.

Respecto a la presencia del ritmo idioventricular acelerado debido a aumento del tono vagal y disminución del tono simpático observado en atletas se considera un fenómeno normal que no requiere intervención,  no creo que deba ser considerado en este caso donde existe un sustrato patológico de base, muy probablemente una miocarditis aguda.

El paciente debe ser estudiado en un intento de determinar la etiología de la miocarditis, para lo que debe someterse a estudios de investigación de diferentes virus, sobre todo enterovirus, en particular el virus Coxsackie, adenovirus y el enterovirus, influenza, parvovirus B-19 y el herpesvirus humano 6, VIH, el virus de la hepatitis C, el citomegalovirus, VZV, EBV, COVID-19. A veces se demuestra evidencia de genomas de algunos de estos virus mediante PCR en muestras de biopsia miocárdica cuando esta está indicada. Existen causas no virales como las miocarditis de células gigantes, las miocarditis eosinofílica, las miocarditis por hipersensibilidad  a fármacos como antibióticos (como minociclina , tetraciclina , betalactámicos y azitromicina ), agentes del sistema nervioso central ( clozapina , carbamazepina , fenitoína , benzodiazepinas y antidepresivos tricíclicos), vacunas, antituberculosos, metildopa y algunos diuréticos ( hidroclorotiazida , furosemida ), por lo que el interrogatorio es fundamental. Hay que interrogar sobre vacunaciones recientes, consumo de drogas como cocaína etcétera

 

lunes, 2 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 60 años con equimosis generalizadas de un mes de evolución.

El Dr. Targa Daniel, de Brasilia Brasil envía estas imágenes con el siguiente texto:








Hola doctor, como estás, todo bien? Tengo un caso de un Hombre de 60 años de edad, ingresó en la guardia, presentando equimosis en todo miembro superior derecho con edema y equimosis en abdomen a un mes de evolución. Niega fiebre, vómitos, solo leve dolor abdominal. Que sería esto? Hematoma espontaneo del musculo recto abdominal? Sindrome de Achenbach?



  



Dr. Targa Daniel.

Brasilia Brasil

 

Opinión: Se observan manifestaciones hemorrágicas en forma de equimosis generalizadas espontáneas, ya que no se menciona eventos traumáticos que las justifiquen, lo que evocan una COAGULOPATÍA. La procidencia del abdomen hace sospechar ASCITIS, que en este contexto, son sugestivos de probable CIRROSIS con DESCOMPENSACIÓN ASCÍTICO EDEMATOSA Y HEMORRÁGICA. Pero esto último es solo presuntivo y es el resultado del “reconocimiento de un patrón” visto muchas veces antes. Creo que este paciente merece ser sometido a una historia clínica exhaustiva y a estudios complementarios un laboratorio completo que incluya hemostasia (TP, TTPa, recuento de plaquetas, eventual análisis de la función plaquetaria (PFA-100), antígeno y actividad del factor von Willebrand (VWF) y actividad del factor VIII), e imágenes empezando por un ultrasonido abdominal que confirme o descarte ascitis como consecuencia de hepatopatía crónica. Siempre que estamos frente a un paciente con probable coagulopatía debemos investigar sobre una serie de cuestiones como afecciones médicas subyacentes, cáncer, alcoholismo, hepatopatía previa, enfermedad renal, conectivopatías, hipotiroidismo, hay que interrogar sobre coagulopatías en su historial, sangrado durante la infancia (p. ej., sangrado del muñón umbilical) y la niñez (p. ej., sangrado con pérdida de dientes deciduos, sangrado durante la adolescencia y la edad adulta, cualquier sangrado lo suficientemente grave como para requerir intervención quirúrgica, taponamiento nasal o cauterización, una visita al departamento de emergencias o una transfusión, antecedentes de deficiencia de hierro o anemia sensible al hierro, sangrados perioperatorios, sangrados después de procedimientos dentales, sangrado ginecológico excesivo, uso de medicamentos, incluyendo aquellos de venta libre, AINES, anticoagulantes, corticosteroides durante largos períodos etc. Obviamente los antecedentes familiares son importantes. Y por supuesto e estudio de estos pacientes debe ser multidisciplinario de acuerdo a la historia clínica y el caso en particular, pero siempre debe estar involucrado el hematólogo en el manejo de estas situaciones clínicas.

 

domingo, 1 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 72 años con rash cutáneo y fiebre intermitentes de 3 meses de evolución.

Un colega de Perú envía estas imágenes con el siguiente texto:

Buenas noches, Dr. Juan Pedro Macaluso.

 

Quería presentar un caso, para encontrar una guía para el dx diferencial. Estoy en Perú trabajando en provincias, y quisiera que se publique de forma anónima.

Paciente de 72 años de edad con cuadro clínico de 3 meses de evolución caracterizado por erupción cutánea generalizada con lesiones ligeramente elevadas, eritematosas y pruriginosas y que se acompañan de fiebre de 38 a 39°C con predominio nocturno. Las lesiones desaparecen casi por completo en horas de la mañana.

El cuadro cede parcialmente al uso de antihistaminicos y corticoides sistemicos.

Hijos y nietos padecen síntomas similares, que fueron tratados con antihistaminicos con resolución completa.

Las lesiones no tienen signos de infección. No hay otras alteraciones al examen fisico. No hay perdida de peso.

Laboratorios. Segmentados: 63%, linfocitos 27%, eosinofilos:1%, monocitos:8%, HB: 9g/dL Hto: 33. VIH (-), VDRL (-)

¿Cuales son los diagnosticos probables?




 

 

Opinión: Las lesiones se podrían describir como placas elevadas o ronchas o habones eritematosos de diferente tamaño de aspecto urticariano, es decir que se podría hablar de URTICARIA o RASH URTICARIANO. El curso del cuadro con desaparición completa de las lesiones en horas para volver a reaparecer, apoya más aún el diagnóstico de urticaria. Toda urticaria de más de seis semanas de evolución se define como URTICARIA CRÓNICA (UC). La UC se asocia con una variedad de causas atópicas (atopía, alergias alimentarias, rinitis alérgica, rinosinusitis crónica, dermatitis atópica y asma) y autoinmunes (enfermedades tiroideas, enfermedad celíaca, enfermedad de Sjögren, lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide y diabetes mellitus tipo 1)

Siempre que diagnostiquemos clínicamente UC, la historia debe estar orientada a identificar una posible causa subyacente o una enfermedad sistémica más grave. Se debe interrogar sobre uso de medicamentos recientes (ATB, AINES, terapias hormonales), viajes, infecciones, antecedentes sexuales etc). En este caso, la historia tiene dos datos que son atípicos para UC y que debieran transformarse en banderas de alarma, la FIEBRE, y la ANEMIA. Más allá de que ambos elementos deben ser exhaustivamente estudiados, hay que considerar un diagnóstico de VASCULITIS URTICARIANA (VU). Un laboratorio completo con función renal y hepática, que incluya PCR, VSG, FAN, FR, anti RO, anti LA, anti-RNP, investigación de crioglobulinas, serologías de hepatitis B y C, complemento hemolítico total y las diversas fracciones, una electroforesis de proteínas séricas, TSH, anticuerpos antitiroglobulinas y antiperoxidasas, un frotis de sangre periférica para caracterizar la anemia, metabolismo del hierro (ferremia, transferrina, ferritina plasmática), índice reticulocitario, investigación de SOMF, eventualmente estudios de diferentes cultivos si  clínicamente están indicados teniendo en cuenta la fiebre, y una BIOPSIA CUTÁNEA, que aunque en la UC no está indicada, en este caso donde se podría sospechar vasculitis urticariana tiene su indicación. Hay que tener en cuenta que la muestra de biopsia debe obtenerse de una lesión reciente, y deben enviarse en formalina para la tinción rutinaria con hematoxilina y eosina, además, dado que existe sospecha de vasculitis urticariana, se debe enviar una muestra en medio de Michel o congelada instantáneamente para microscopía de inmunofluorescencia directa. La biopsia en estos casos puede mostrar diferentes hallazgos según los cuales se sospecharán diferentes etiologías. Por ejemplo un predominio de neutrófilos, se puede ver en el SÍNDROME DE SCHNITZLER (gammapatía monoclonal, fiebre, pérdida de peso, dolor óseo, adenopatía y urticaria), la URTICARIA POR PRESIÓN RETARDADA y los SÍNDROMES PERIÓDICOS ASOCIADOS A LA CRIOPIRINA. La presencia de leucocitoclasis (fragmentación de neutrófilos, extravasación de eritrocitos, o degeneración fibrinoide en las células endoteliales), no debe presentarse en la UC y sugiere VU.  La VU puede presentarse de forma aislada o en pacientes con enfermedades inflamatorias sistémicas como LES, enfermedad de Sjögren etc. Por último, un paciente con rash cutáneo y fiebre periódicos siempre debe  evocar ENFERMEDADES AUTOINFLAMATORIAS como por ejemplo la ENFERMEDAD DE STILL DEL ADULTO.

Un aspecto de la historia menciona que “hijos y nietos padecen síntomas similares” pero que sin embargo tuvieron buena evolución, lo cual es curioso y difícil de interpretar. Creo que debiera investigarse, si efectivamente esto es así, factores familiares comunes, o ambientales que puedan explicar esta curiosidad. Y para ello debemos recordar que la etiología de la urticaria es muy variada, que incluyen infecciones (virales, bacterianas, parasitarias), medicamentos, alimentos o aditivos alimentarios, contacto directo de la piel por diversas sustancias,  estímulos físicos (temperatura, presión, vibración, exposición solar etc), vacunaciones recientes (sobretodo refuerzos de COVID-19), picaduras o mordeduras de insectos, medios de contraste radiológicos, síndrome escombroides (por ingestión de pescado mal conservado como atún, sardinas), la enfermedad del suero, las vasculitis cutáneas de pequeños vasos, las vasculitis urticarianas, en el inicio de la vasculitis por IgA, antes de evolucionar a lesiones purpúricas, las mastocitosis, enfermedades autoinmunes etc