viernes, 20 de junio de 2025

Varón de 34 años con masa nasofaríngea.

Un hombre de 34 años fue ingresado en este hospital debido a dolor en el oído izquierdo con pérdida auditiva, caída facial del lado izquierdo y una masa nasofaríngea que se identificó en una tomografía computarizada (TC).

El paciente se encontraba bien hasta aproximadamente 8 meses antes de la presentación actual, cuando presentó dolor y sensación de presión y plenitud en el oído izquierdo. Durante los 5 meses siguientes, acudió a la consulta de atención primaria de otro hospital en cinco ocasiones y recibió tres ciclos de tratamiento con antibióticos orales; sin embargo, los síntomas no remitieron. También recibió un ciclo de prednisona, que le proporcionó un ligero alivio de los síntomas.

Tres meses antes de la presentación actual, se inició tratamiento con gotas óticas de neomicina y el paciente fue derivado a la consulta de otorrinolaringología del otro hospital. La exploración física mostró oídos externos y conductos auditivos normales, sin edema ni supuración. Aunque las membranas timpánicas estaban intactas, se observaron efusiones serosas en el oído medio en ambos oídos. Se recomendó que el paciente continuara el uso diario de cetirizina, que venía tomando según fuera necesario para los síntomas de alergia. Se inició tratamiento con aerosol nasal de fluticasona y se le prescribió un ciclo de prednisona oral de disminución gradual. El tratamiento resultó en una leve disminución de sus síntomas; sin embargo, dos semanas después, desarrolló una enfermedad de las vías respiratorias superiores y los síntomas del oído aumentaron en gravedad. Se extendió la reducción gradual de la prednisona.

Siete semanas antes de la presentación actual, el dolor en el oído izquierdo se volvió tan intenso que lo despertó, y también presentaba dolor en los senos paranasales. Acudió al servicio de urgencias del otro hospital. Se inició tratamiento con cefdinir, se reinició la prednisona oral y se programó una visita de seguimiento en la clínica de otorrinolaringología.

Seis semanas antes de la presentación actual, el examen en la clínica de otorrinolaringología mostró que las membranas timpánicas estaban intactas y el oído medio derecho estaba bien aireado, pero el derrame seroso del oído medio persistía en el oído izquierdo. El paciente tenía cornetes edematosos en ambas fosas nasales y rinorrea clara. La orofaringe era normal. La nasofaringoscopia reveló cornetes nasales inferiores hipertrofiados y tori tubarii hipertrofiados, edematosos y eritematosos. Un audiograma mostró audición normal en el oído derecho y pérdida auditiva conductiva leve en el oído izquierdo. Los resultados de la timpanometría fueron normales en el oído derecho y "planos" en el oído izquierdo, lo que indicó que el paciente no tenía movimiento de la membrana timpánica en la insuflación, un hallazgo consistente con derrame en el oído medio izquierdo. Las puntuaciones de reconocimiento de palabras fueron excelentes en el oído derecho y buenas en el izquierdo (una puntuación del 90 al 100 % se considera generalmente excelente, y del 78 al 89 %, buena). Se realizó una miringotomía en el oído izquierdo. Se aumentó la frecuencia de administración del espray nasal de fluticasona y se inició tratamiento con espray nasal de oximetazolina y famotidina oral.

Durante los 3 días siguientes, el dolor sinusal del paciente aumentó de intensidad y progresó desde los senos paranasales hasta la coronilla y el cuello; el dolor no remitió con el tratamiento con paracetamol e ibuprofeno. Presentó secreción nasal verdosa de reciente aparición, dolor de garganta y ronquera. Acudió al servicio de urgencias del otro hospital. Una tomografía computarizada de cráneo, realizada sin contraste intravenoso, mostró una cantidad moderada de líquido en los huesos mastoides de ambos lados. Se inició tratamiento con amoxicilina-clavulánico y se programó una cita de seguimiento en la consulta de otorrinolaringología.

Cuatro semanas antes de la presentación actual, persistía la secreción nasal verdosa y la ronquera, y se presentó nueva inflamación y secreción clara en el ojo izquierdo. Acudió a la consulta de atención primaria del otro hospital, donde se inició tratamiento con trimetoprima-sulfametoxazol.

Tres semanas antes de la presentación actual, el paciente fue evaluado nuevamente en la clínica de otorrinolaringología debido a dolor persistente en el oído izquierdo que irradiaba a la garganta y presión en el oído y audición amortiguada que le daba la sensación de estar bajo el agua. La laringoscopia transnasal con fibra óptica flexible realizada a través de la fosa nasal izquierda reveló cornetes nasales izquierdos edematosos con drenaje purulento verde y tori tubarii edematosos y eritematosos con apariencia de adoquín y drenaje blanco. La epiglotis y la base de la lengua eran normales. Las cuerdas vocales eran móviles pero difíciles de visualizar debido a las abundantes cantidades de drenaje blanco espeso. Había edema interaritenoideo y poscricoideo. No se observaron pólipos ni masas. Se continuó el tratamiento con trimetoprima-sulfametoxazol y prednisona, se inició tratamiento con enjuague bucal de nistatina y se planificó miringotomía quirúrgica con timpanostomía.

Nueve días antes de la presentación actual, un examen realizado bajo anestesia reveló protuberancias prominentes en las paredes anterior e inferior de ambos conductos auditivos externos y membranas timpánicas intactas. El espacio del oído medio derecho estaba limpio, pero se observó un derrame seroso en el oído medio izquierdo. Se realizó una miringotomía quirúrgica y se colocaron tubos de timpanostomía en ambos oídos. Se inició tratamiento con gotas óticas de ciprofloxacino-dexametasona. Los síntomas del paciente remitieron brevemente, pero el dolor y la presión del oído reaparecieron al día siguiente. Los síntomas persistieron, por lo que acudió al servicio de urgencias de este hospital para una evaluación adicional.

En urgencias, el paciente refirió dolor de oído y ronquera persistentes, junto con odinofagia y disfagia de reciente aparición. Había sufrido una pérdida de peso involuntaria de aproximadamente 13,6 kg durante el mes anterior. Su historial médico incluía alergias estacionales leves, reflujo gastroesofágico y dolor de cuello crónico, que había recibido tratamiento. También tomaba famotidina, y paracetamol e ibuprofeno según fuera necesario para el dolor. El paciente nació en Estados Unidos, vivía con su esposa y sus dos hijos en una zona rural de Nueva Inglaterra y trabajaba como contable. Bebía alcohol en raras ocasiones y no fumaba ni consumía drogas ilegales. No tenía antecedentes familiares conocidos de cáncer ni enfermedades autoinmunes.

En el examen físico, el paciente parecía estar bien. La presión arterial era de 161/99 mm Hg, la frecuencia cardíaca de 106 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 18 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 97% mientras el paciente respiraba aire ambiente. Los oídos externos y los canales auditivos eran normales. Las membranas timpánicas tenían tubos de timpanostomía en su lugar, pero los lúmenes no eran visibles. Las pupilas eran iguales, redondas y reactivas a la luz. Los músculos extraoculares y la sensibilidad facial parecían ser normales; sin embargo, el rostro era asimétrico, con caída de la mejilla izquierda y aplanamiento del pliegue nasolabial izquierdo, y había debilidad al inflar las mejillas y sonreír. Se observó parpadeo tardío del ojo izquierdo, junto con cierre ocular débil en el lado izquierdo. Al levantar las cejas, se observó debilidad en la ceja izquierda. Su audición parecía ser normal y la elevación del paladar, el encogimiento de hombros, la protrusión lingual y el habla también eran normales. El tono y la fuerza muscular, así como la sensibilidad al tacto ligero, eran normales en brazos y piernas. El resto de la exploración física fue normal.

El nivel sanguíneo de proteína C reactiva fue de 101,9 mg por litro (valor de referencia, <8), y la velocidad de sedimentación globular fue de 71 mm por hora (rango de referencia, 0 a 14). El nivel sanguíneo de alanina aminotransferasa fue de 137 U por litro (rango de referencia, 10 a 55), el nivel de aspartato aminotransferasa fue de 55 U por litro (rango de referencia, 10 a 40), el nivel de fosfatasa alcalina fue de 226 U por litro (rango de referencia, 45 a 115), y el nivel de γ-glutamiltransferasa fue de 300 U por litro (rango de referencia, 8 a 61). El hemograma completo con recuento diferencial fue normal, al igual que los resultados de las pruebas de función renal y coagulación. Se obtuvieron estudios de imagen.

La angiografía por TC de la cabeza reveló prominencia del tejido blando en la nasofaringe posterior que era más pronunciada en el lado izquierdo que en el lado derecho y se extendía hacia el espacio parafaríngeo poststiloideo izquierdo, donde el tejido blando envolvía y estrechaba levemente la arteria carótida interna izquierda en la base del cráneo ( Figura 1A ). Había opacificación en las celdas aéreas mastoideas en ambos lados ( Figura 1B ). La resonancia magnética (IRM) con contraste de la base del cráneo reveló tejido blando realzado con una apariencia de masa y difusividad reducida en la nasofaringe que era más pronunciada en el lado izquierdo que en el lado derecho. Había afectación de los músculos prevertebrales longus colli y del espacio parafaríngeo poststiloideo izquierdo con encapsulamiento de la arteria carótida interna izquierda ( Figura 1C y 1D ). Además, se observó engrosamiento y realce dural en la fosa craneal media izquierda, que se extendía a lo largo de la valva tentorial izquierda. Múltiples nervios craneales, incluyendo ambos nervios trigémino, el nervio facial izquierdo y el nervio hipogloso izquierdo, mostraron realce ( Figuras 1E, 1F y 1G ). No se observó erosión ósea ni anomalías en la señal de la médula ósea en la base del cráneo adyacente.

 


Figura 1. Imágenes de TC y RM.

Una angiografía axial por TC del cuello (Panel A) revela una prominencia difusa de tejidos blandos en la nasofaringe (flecha blanca), más pronunciada en el lado izquierdo que en el derecho, que encierra la arteria carótida interna cervical distal en el lado izquierdo, lo que resulta en una estenosis asimétrica leve (flecha negra). Los recesos faríngeos posterolaterales y las trompas de Eustaquio están borrados en ambos lados. Una imagen de reconstrucción por TC para enfatizar el hueso (Panel B) muestra un derrame mastoideo asociado (asteriscos). No se observa erosión ósea en la base central del cráneo adyacente. Se realizó una resonancia magnética. Una imagen axial ponderada en T2 con saturación grasa (Panel C) y una imagen axial ponderada en T1 con saturación grasa, obtenidas tras la administración de contraste intravenoso (Panel D), muestran una masa intermedia hiperintensa en T2 con realce en la nasofaringe posterior, más pronunciada en el lado izquierdo que en el derecho (flechas) y que se extiende al espacio parafaríngeo poststiloideo izquierdo. Se observa realce difuso en los músculos prevertebrales largos del cuello adyacentes (Panel D, asteriscos). No se observa ninguna anomalía en la señal de la médula ósea en la base del cráneo. Una imagen coronal volumétrica ponderada en T1, obtenida tras la administración de contraste intravenoso (Panel E), muestra realce de los segmentos V3 de ambos nervios trigéminos (flechas blancas), engrosamiento asimétrico del segmento V3 del nervio trigémino izquierdo (asterisco) y engrosamiento y realce paquimeníngeo a lo largo de la fosa craneal media izquierda, el seno cavernoso izquierdo (flechas negras) y la valva tentorial izquierda (no se muestra). Las imágenes axiales ponderadas en T1 (paneles F y G), realizadas con la administración de material de contraste intravenoso, muestran un realce adicional de los nervios craneales que involucra el ganglio geniculado y el segmento timpánico proximal del nervio facial izquierdo (panel F, flechas) y el segmento cisternal del nervio hipogloso izquierdo (panel G, flecha).

 

El paciente fue ingresado en este hospital y se le realizó una prueba de diagnóstico.

 

 

Diagnóstico diferencial

Este hombre de 34 años presentó síntomas compatibles con disfunción de la trompa de Eustaquio durante 8 meses, incluyendo otalgia, dolor de oído, pérdida auditiva, derrames en el oído medio y otitis media recurrente, a pesar del tratamiento con múltiples ciclos de antibióticos. Los síntomas no remitieron con el tratamiento de afecciones que comúnmente causan disfunción de la trompa de Eustaquio, como la rinitis alérgica o la rinosinusitis crónica, y progresaron a pesar de la miringotomía y la colocación de tubos de ventilación en el oído medio.

Siete semanas antes de la presentación actual, presentó dolor sinusal y cefalea. Posteriormente, desarrolló una caída facial compatible con neuropatía craneal, y se observaron en los estudios de imagen niveles elevados de marcadores inflamatorios y una masa nasofaríngea con extensión intracraneal. Al establecer un diagnóstico diferencial, consideraré el cáncer, la infección y las enfermedades autoinmunes que podrían explicar meses de disfunción progresiva de la trompa de Eustaquio y los hallazgos de imagen encontrados al ingresar en este hospital.

 

Cáncer de nasofaringe

Aunque la otitis media serosa con efusión suele deberse a una disfunción de la trompa de Eustaquio, es importante descartar un cáncer. En una revisión sistemática de datos de pacientes con otitis media serosa aislada de causa desconocida, el 5,5 % de los pacientes recibió finalmente un diagnóstico de cáncer nasofaríngeo. 2 Los cánceres nasofaríngeos suelen diagnosticarse en una etapa tardía debido a sus síntomas de presentación comunes: disfunción de la trompa de Eustaquio, cefalea y goteo retronasal. El diagnóstico requiere un alto índice de sospecha, ya que es necesario realizar una nasofaringoscopia para identificar la mayoría de los cánceres nasofaríngeos.

Los cánceres epiteliales son los cánceres sinonasales y nasofaríngeos más comunes, y el carcinoma nasofaríngeo es el cáncer epitelial más común de la nasofaringe. 3 El carcinoma nasofaríngeo a menudo se asocia con la infección por el virus de Epstein-Barr (VEB), con una mayor prevalencia entre personas del sudeste asiático y el norte de África. 4

Los cánceres de las glándulas salivales, como el adenocarcinoma y el carcinoma adenoide quístico, pueden surgir de las glándulas salivales menores nasofaríngeas. El linfoma nasosinusal puede manifestarse como una masa o una prominencia difusa de tejido linfoide. El linfoma difuso de células B grandes es el linfoma más común de los senos paranasales y la nasofaringe. Los linfomas de células T asesinas naturales también se asocian con la infección por VEB y son más prevalentes en personas del Sudeste Asiático y Sudamérica. 3-5

Los cánceres primarios poco frecuentes de la nasofaringe incluyen el neuroblastoma olfatorio, el cordoma clival y el melanoma primario. Es posible que otros cánceres produzcan metástasis en los tejidos blandos o el hueso de la nasofaringe. Dados los síntomas progresivos de este paciente y su notable pérdida de peso, existe una alta sospecha de cáncer. Además, la masa nasofaríngea se extendió intracranealmente, lo que provocó engrosamiento y realce dural. La ausencia de invasión ósea no descarta el cáncer, por lo que es fundamental realizar una biopsia de la masa.

 

Infección

La sinusitis puede complicarse por la propagación de la infección a las estructuras circundantes, como la base del cráneo, el espacio intracraneal o las órbitas. Las infecciones en la base del cráneo suelen presentarse en personas con inmunodepresión clínicamente significativa, como la asociada con diabetes mal controlada, cáncer hematológico o el uso de medicamentos inmunosupresores (p. ej., medicamentos administrados para el tratamiento de enfermedades autoinmunes o después de un trasplante de órganos). La sinusitis fúngica invasiva aguda es potencialmente mortal de inmediato, con una mortalidad asociada de aproximadamente el 50%, y se considera una emergencia quirúrgica; generalmente se observa en pacientes con inmunodeficiencia profunda. 6 La osteomielitis bacteriana de la base del cráneo puede ocurrir después de una infección de los senos paranasales que se extiende posteriormente al clivus. También puede ocurrir en el contexto de una infección de oído.

Los niveles elevados de marcadores inflamatorios de este paciente podrían ser un signo de infección; sin embargo, no presentaba inmunodepresión conocida, los senos paranasales presentaban solo cambios inflamatorios leves y el derrame del oído medio no parecía estar infectado. El paciente también había recibido múltiples ciclos de terapia antibacteriana empírica sin mejoría. Estos hallazgos hacen improbable el diagnóstico de infección. Además, la resonancia magnética no mostró edema medular ni otros cambios sugestivos de osteomielitis. Aunque la infección sigue siendo un posible diagnóstico en este paciente y podría coexistir con cáncer, el diagnóstico más probable es una enfermedad autoinmune.

 

Enfermedad autoinmune

La granulomatosis con poliangeítis (GPA) puede provocar o manifestarse como cambios inflamatorios nasosinusales. 7 La GPA que afecta la cabeza y el cuello puede ser difícil de diagnosticar, ya que las biopsias de tejido nasosinusal anormal suelen ser no diagnósticas, sin evidencia clara de vasculitis. La prueba de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) puede ayudar a establecer el diagnóstico, pero puede ser negativa en pacientes con GPA, especialmente en pacientes con enfermedad aislada en la cabeza y el cuello. El consumo intranasal de cocaína puede causar una vasculitis asociada a ANCA que simula la GPA, y el tratamiento puede no ser eficaz sin la interrupción del consumo de la droga. 8

La GPA eosinofílica es otra vasculitis que puede provocar o manifestarse como enfermedad sinusal. 9 Los pacientes con sarcoidosis, síndromes de superposición autoinmune, lupus eritematoso sistémico y policondritis recidivante pueden presentar manifestaciones sinonasales. La corta edad de este paciente y los niveles marcadamente elevados de marcadores inflamatorios son características altamente sospechosas de enfermedad autoinmune o inflamatoria. La extensión intracraneal de una masa nasofaríngea es atípica en la mayoría de los pacientes con enfermedades inflamatorias, pero puede ocurrir. Además, los pacientes con enfermedad relacionada con IgG4 y pseudotumor inflamatorio fibrosante de la nasofaringe pueden presentar una afectación intracraneal extensa, como se observó en este paciente. 10,11 Además de realizar una biopsia, las pruebas de laboratorio para los niveles sanguíneos de ANCA, anticuerpos antinucleares, enzima convertidora de angiotensina y subclases de inmunoglobulinas pueden ser útiles para respaldar un diagnóstico específico.

 

Próximos pasos

El cáncer, las infecciones y las enfermedades autoinmunes pueden manifestarse de forma similar, y establecer un diagnóstico puede ser complicado. Es posible más de un diagnóstico, dado que el cáncer o las enfermedades autoinmunes pueden provocar obstrucción sinusal con la consiguiente infección. El tratamiento de las enfermedades autoinmunes suele implicar el uso de glucocorticoides en dosis altas y otros medicamentos inmunosupresores, lo cual puede ser catastrófico en pacientes con infecciones graves y puede dificultar el diagnóstico de cánceres como el linfoma.

Realizar una biopsia es crucial para intentar llegar a un diagnóstico antes de iniciar un tratamiento empírico. La revisión preoperatoria de las imágenes puede ayudar a identificar objetivos de biopsia, como tejido blando viable y hueso. El examen intraoperatorio de una sección congelada puede acelerar ciertos diagnósticos de cáncer, pero generalmente no es diagnóstico de linfoma. Para evaluar el linfoma, las muestras de biopsia deben enviarse para análisis de sección permanente y para evaluación por citometría de flujo, lo que puede requerir protocolos específicos para el manejo del tejido. El examen intraoperatorio de una sección congelada para evaluar formas fúngicas o necrosis indicativa de sinusitis fúngica invasiva puede guiar la resección quirúrgica intraoperatoria y el manejo antifúngico. Los cultivos de hisopos y muestras de biopsia de tejido blando y hueso pueden guiar el manejo de causas infecciosas asociadas con la presencia de una masa nasofaríngea. El siguiente paso en la evaluación diagnóstica de este paciente es realizar una biopsia, teniendo en cuenta que una enfermedad inflamatoria puede ser un diagnóstico de exclusión, por lo que las pruebas de laboratorio simultáneas para determinar los niveles de ANCA, anticuerpos antinucleares, enzima convertidora de angiotensina y subclases de inmunoglobulinas pueden ser útiles. También se puede considerar un análisis de sangre para detectar la presencia de ADN del VEB.

 

Curso de Hospital

Tras su ingreso en este hospital, se inició tratamiento con antimicrobianos de amplio espectro (incluyendo antifúngicos) y se programó una biopsia diagnóstica. El primer día de hospitalización, se realizó una biopsia de la nasofaringe izquierda junto a la cama del paciente, la cual mostró una marcada inflamación. El tercer día de hospitalización, se realizó una biopsia endoscópica endonasal de la masa nasofaríngea en quirófano, la cual también mostró inflamación. El sexto día de hospitalización, se realizó una tercera biopsia en quirófano, y se dispuso de los resultados de las pruebas de ANCA realizadas el tercer día de hospitalización.

 

Pruebas de diagnóstico

La prueba diagnóstica en este caso fue una biopsia endoscópica endonasal de la lesión nasofaríngea del paciente con evaluación histopatológica. Las muestras iniciales de biopsia, obtenidas el primer y tercer día de hospitalización, mostraron una mucosa de tipo respiratorio marcadamente inflamada con ulceración y formación de abscesos con exudado fibrinoso y neutrófilo. Si bien no se observó vasculitis definitiva en ninguna de las biopsias, el muestreo fue superficial, lo que, junto con la extensión de la necrosis, limitó la evaluación de las estructuras vasculares.

Una tercera biopsia, realizada el sexto día de hospitalización, mostró inflamación granulomatosa con evidencia de vasculitis activa con necrosis fibrinoide florida de las paredes vasculares ( Figura 2A ). La tinción elástica de Verhoeff-van Gieson mostró una disrupción focal de la lámina elástica en la pared vascular ( Figura 2B ). Cabe destacar que la vasculitis se detectó solo en una de las tres muestras de biopsia enviadas para evaluación histopatológica, un hallazgo que resalta los desafíos que plantea la variabilidad espacial y temporal del muestreo en la evaluación de la vasculitis. Las biopsias profundas o extensas de tejido viable pueden ser críticas para el diagnóstico; sin embargo, en pacientes con afecciones inflamatorias, incluso un muestreo extenso en la biopsia puede no arrojar un diagnóstico.

 


Figura 2. Muestra de biopsia de la masa nasofaríngea.

La tinción con hematoxilina y eosina de la biopsia (Panel A) muestra inflamación granulomatosa y necrosis fibrinoide florida de las paredes vasculares, junto con células gigantes multinucleadas (flechas), infiltrados neutrófilos y áreas de restos nucleares cariorrecticos. La tinción elástica de Verhoeff-van Gieson (Panel B) destaca la pérdida de linealidad de las fibras elásticas (tinción negra), un hallazgo que revela la disrupción y fragmentación de la lámina elástica de la pared vascular en un vaso mediano. Para que se considere una vasculitis necrosante verdadera, los vasos afectados deben encontrarse fuera de las zonas de necrosis tisular generalizada.

 

 

No se observó evidencia de trastorno linfoproliferativo en el análisis histopatológico con tinción inmunohistoquímica complementaria ni en la evaluación por citometría de flujo de las muestras de biopsia, realizada por separado. La hibridación cromogénica in situ para el ARN codificado por el VEB, realizada para descartar neoplasias nasosinusales asociadas al VEB, como el carcinoma nasofaríngeo y el linfoma extranodal de células T asesinas naturales, fue negativa. No se identificaron formas fúngicas en la tinción de Grocott con plata metenamina, un hallazgo que ayuda a descartar un proceso fúngico destructivo.

La tinción de inmunofluorescencia indirecta positiva reveló ANCA con patrón citoplasmático. Un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA) confirmó la presencia de anticuerpos antiproteinasa 3 (PR3-ANCA), con una actividad de anticuerpos de 77 unidades (valor de referencia <20). El ELISA para anticuerpos contra mieloperoxidasa fue negativo.

Los hallazgos de la biopsia realizada el sexto día de hospitalización, interpretados en el contexto de la presentación clínica de este paciente y la prueba positiva para PR3-ANCA, fueron diagnósticos de GPA. 14,15

Diagnóstico patológico

Granulomatosis con poliangeítis.

 

Discusión sobre la gestión

Al determinar el tratamiento para pacientes con vasculitis asociada a ANCA, es fundamental evaluar la extensión de la enfermedad con la Escala de Actividad de Vasculitis de Birmingham (BVAS), que ayuda a determinar si la afección pone en peligro la vida o la integridad orgánica. 16-18 La BVAS de este paciente fue de 19 (las puntuaciones oscilan entre 0 y 63, siendo las puntuaciones más altas las que indican una enfermedad más grave). Presentaba una enfermedad que ponía en peligro la vida orgánica, con afectación de pares craneales y estrechamiento de la arteria carótida interna debido a una enfermedad nasofaríngea grave. Por lo tanto, se requirió un tratamiento inmediato e intensivo.

Numerosos ensayos clínicos aleatorizados han investigado el mejor tratamiento de inducción para la vasculitis asociada a ANCA. El tratamiento con ciclofosfamida intravenosa u oral, en combinación con una pauta de glucocorticoides decreciente, ha demostrado una alta eficacia. Los ensayos RAVE y RITUXVAS demostraron que el rituximab tuvo una eficacia similar a la de la ciclofosfamida. 19,20 Algunos centros, incluido el nuestro, utilizan una combinación de ambos tratamientos, especialmente en pacientes con enfermedad más grave, como fue el caso de este paciente. 21 El tratamiento con avacopan, que bloquea los receptores C5 en los neutrófilos, demostró ser eficaz como estrategia de minimización de esteroides en el ensayo ADVOCATE y se ha convertido en la atención estándar. 22 Estos tratamientos deben iniciarse de inmediato para evitar una enfermedad que amenace el órgano o la vida. Por lo tanto, este paciente recibió tratamiento con dosis pulsadas de metilprednisolona intravenosa administradas diariamente durante 3 días, seguidas de dosis de prednisona decrecientes, dos infusiones intravenosas de rituximab con 2 semanas de diferencia, un ciclo corto de terapia puente a dosis bajas con ciclofosfamida oral durante 8 semanas y avacopan durante 9 meses. El paciente recibió profilaxis con trimetoprima-sulfametoxazol, omeprazol, calcio y vitamina D mientras duró el tratamiento con glucocorticoides.

Tras el tratamiento de inducción, los pacientes con vasculitis asociada a ANCA deben recibir terapia de mantenimiento, ya que el riesgo de recaída es de aproximadamente el 40 % a los 4 años. Rituximab es la terapia de mantenimiento estándar actual para la vasculitis asociada a ANCA. Este paciente continuó recibiendo infusiones de rituximab cada 4 meses, lo que permitió una depleción persistente de células B periféricas. Planeamos extender los intervalos de infusión a los 2 años para permitir la repoblación de células B entre las infusiones y reducir el riesgo de complicaciones derivadas de la depleción de células B, como infecciones e inflamación.

Dos semanas después de que el paciente comenzara la terapia inmunosupresora, su entumecimiento facial se resolvió y la paresia del nervio facial disminuyó; la nasofaringoscopia transnasal repetida mostró una disminución en la inflamación de la nasofaringe del lado izquierdo. Después de 1 mes de tratamiento, tuvo un aumento en el dolor de cabeza y la fatiga que correspondió a la reducción gradual de la dosis de prednisona, y la reducción de prednisona se extendió de 3 meses a 5 meses. Después de 2 meses de tratamiento, el dolor de cabeza y la fatiga se resolvieron por completo y las pruebas de laboratorio repetidas mostraron niveles sanguíneos normales de aspartato aminotransferasa, alanina aminotransferasa y fosfatasa alcalina. El paciente tenía autofonía residual de la respiración y la voz, un síntoma sugestivo de disfunción patulosa de la trompa de Eustaquio en el oído izquierdo. Una prueba de audición reveló una pérdida auditiva neurosensorial simétrica moderadamente grave. Tres meses después de recibir el diagnóstico de GPA, el paciente fue evaluado por el especialista en cirugía plástica facial debido a una leve depresión residual en la ceja izquierda y la comisura oral izquierda; no se programó ninguna intervención. Cinco meses después de iniciar la terapia inmunosupresora, el nivel de ANCA era inferior a 20 unidades. Quince meses después del diagnóstico inicial, el paciente continúa recibiendo infusiones de rituximab cada 4 meses.

 

Perspectiva del paciente

El Paciente: Durante los 8 meses previos a mi ingreso en este hospital y al diagnóstico final de GPA, tuve innumerables visitas a urgencias, consultas de atención primaria y consultas de otorrinolaringología en varios centros de salud. Me recetaron diversos antibióticos y esteroides, e incluso me colocaron tubos de timpanostomía. Cada procedimiento y receta me alivió parcialmente los síntomas, que reaparecieron poco después. Me desanimé mucho al seguir padeciendo síntomas y sentí que no se tomaban en serio mis problemas de salud. Fue un momento muy frustrante. El punto de inflexión para mí fue cuando el dolor regresó al día siguiente de la colocación de los tubos de timpanostomía. Acudí a urgencias de este hospital y me diagnosticaron GPA.

Ser ingresado fue uno de los momentos más estresantes de mi vida, pero fue un alivio recibir finalmente un diagnóstico. Desde que me dieron de alta, he tenido varios altibajos, pero me siento mejor que en mucho tiempo. Como resultado, puedo ser un padre y esposo presente. Estoy muy agradecido y espero que enseñar sobre la inusual presentación de mi caso pueda ayudar a otros a recibir un diagnóstico antes.

Diagnóstico final

Granulomatosis con poliangeítis.

 

 

Traducido de

A 34-Year-Old Man with a Nasopharyngeal Mass

Authors: Regan W. Bergmark, M.D., M.P.H., Yuh-Shin Chang, M.D., Ph.D., Orhan Efe, M.D. https://orcid.org/0000-0003-4852-9061, and Soma Jobbagy, M.D., Ph.D.Author Info & Affiliations Published June 11, 2025 N Engl J Med 2025;392:2257-2265

 

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412524


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jueves, 19 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 30 años con rash pruriginoso generalizado.

 





El Dr. Patricio Veliz, de Machala, Ecuador envía estas imágenes con el siguiente texto:

Paciente de 30 años de edad profesión albañil trabaja en construcción con presencia de erupciones tipo papilas generalizadas con prurito intenso con estados de remisiones y exacerbaciones, al contacto con el agua le produce sensación de ardor o quemazón y el prurito interfiere con el sueño.

 

 



 


Dr. Patricio Véliz

Machala Ecuador.



Opinión: Se observa un rash cutáneo compuesto por pequeñas pápulas eritematosas, excoriaciones por rascado y algunas pequeñas costras. Parecen verse algunos surcos. En este contexto, el carácter francamente pruriginoso del cuadro con exacerbación nocturna hacen sospechar en primer término ESCABIOSIS. El diagnóstico de escabiosis es eminentemente clínico, aunque se puede confirmar mediante la detección del ácaro, los huevos o las heces del parásito mediante examen microscópico. Sin embargo, dado que estos hallazgos no siempre se detectan fácilmente debido al bajo número de ácaros en pacientes con sarna clásica y que el examen microscópico no siempre es factible, a veces se realiza un diagnóstico presuntivo basado en una historia clínica y una exploración física consistentes. La dermatoscopía puede identificar la presencia de ácaros o canales y facilitar la elección del sitio del raspado. Debido a la baja carga de ácaros en la sarna clásica, los resultados negativos no descartan el diagnóstico. En cuanto al manejo de la sarna humana, hay que considerar por un lado la erradicación de la infestación, pero por otro lado el manejo del prurito. Por otro lado, a veces hay que tratar las probables complicaciones de la sarna así como el tratamiento de contactos personales estrechos. La permetrina es el tratamiento tópico más utilizado, ya que el uso del lindano se ha abandonado por el riesgo de toxicidad sistémica. La ivermectina oral es un tratamiento inicial alternativo para adultos no embarazadas que prefieren el tratamiento oral, no toleran la permetrina o no pueden aplicar la terapia tópica. Un diagnóstico diferencial a tener en cuente es la DERMATITIS POR CEMENTO. La dermatitis por cemento puede ser irritativa o alérgica, la irritativa es causada por las propiedades físicas del cemento mientras que la alérgica se debe a una sensibilización a sustancias químicas presentes en el cemento. Un dato en contra de dermatitis por cemento es la ausencia de compromiso de las palmas de las manos, las cuales se comprometen en forma casi constante en esta entidad. 

 

miércoles, 18 de junio de 2025

Casos Clínicos: Mujer de 16 años con rash cutáneo de 2 meses de evolución.

La Dra. Judith Vásquez de San Miguel El Salvador

Hola Dr Macaluso Soy médico General trabajo en una unidad del área rural de El salvador. Quisiera me ayudara con un caso clínico. Le envío estas imágenes de la paciente y más abajo detallo algunos datos de la historia.






Femenina de 16 años sin antecedentes personales de enfermedad, Hace 2 meses consultó por lesiones (máculas) eritematosas  sin  elevación, escaso prurito en tronco y extremidades superiores; se trató con hidrocortisona topica y clorfeniramina  4mg 1 tab cada 8 horas. A la semana noto que estas  lesiones se fueron tornando de color oscuras por lo que ha consultado ya que se le han venido extendiendo y se le quitan, están distribuidas en todo el cuerpo a excepción de la cara, palma de las manos y de las rodilla hacia abajo no hay lesión. Espero pueda ayudarme. Gracias.


 

 

Dra. Judith Vásquez.

San Miguel. El Salvador.

 

Opinión: Las imágenes no son muy claras, pero, aun así, se podrían describir como máculas ligeramente pigmentadas de color pardo violáceo, ovales, de aproximadamente 1 cm de diámetro o menores. No se ve descamación franca. Teniendo en cuanta el tipo de lesiones, la edad de la paciente, la distribución en tronco y región proximal de los miembros, respetando la cara, palmas y plantas, y el escaso prurito, se podría considerar algunos diagnósticos diferenciales. En primer lugar, PITIRIASIS ROSADA, y para ello es importante interrogar a la paciente sobre una lesión inicial más grande (placa heráldica) en el pecho, el cuello o la espalda, que es bastante constante en pitiriasis rosada. Dado el tiempo de evolución y el carácter pigmentado actual de las lesiones se podría considerar hiperpigmentación postinflamatoria, que es una secuela común, sobre todo en personas con piel oscura y que suele tardar varios meses o más en resolverse. SÍFILIS SECUNDARIA, es siempre un diferencial cuando se piensa en pitiriasis rosada, aunque en este caso, la presencia de prurito (aunque leve), aleja mucho esta posibilidad, así como el respeto por palmas y plantas y la ausencia de síntomas sistémicos. De todos modos, es de buena práctica solicitar siempre una serología lúes. La TIÑA CORPORIS debería tenerse también en cuenta y se debería realizar una preparación de hidróxido de potasio para descartar la presencia de dermatofitos en el raspado de las lesiones. TIÑA VERSICOLOR también puede presentarse con máculas hiper o hipopigmentadas como estas, aunque el componente eritematoso inicial descripto en la historia no suele verse en tiña versicolor. El raspado de las lesiones y una preparación de hidróxido de potasio será útil también para descartar pitiriasis versicolor. La ausencia de relieve (placas o pápulas), y de franca descamación aleja la posibilidad de PSORIASIS GUTTATA. Por la misma razón se podría descartar PITIRIASIS LIQUENOIDE CRÓNICA. Una situación que siempre debe descartarse en pacientes jóvenes con un rash macular de diferentes características es el SÍNDROME RETROVIRAL AGUDO POR VIH, y es de buena práctica solicitar estudios diagnósticos ad hoc. Por último, hay que interrogar sobre uso de medicamentos ya que hay fármacos como OMEPRAZOL, TERBINAFINA, NAPROXENO, y la VACUNACIÓN DE COVID-19, pueden dar lesiones similares a la de esta paciente.

 

 

martes, 17 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 94 años con tos seca y disnea de esfuerzo de 2 semanas de evolución.

El Dr. Patricio Veliz de Machala Ecuador, envía esta imagen con el siguiente texto:



Paciente masculino de 94 años que refiere tos seca de 2 semanas de evolución acompañado de disnea a pequeños esfuerzos. Envío la imagen para que sea descripta en el grupo.

 

 




Dr. Patricio Veliz.

Machala, Ecuador.

 

Opinión: La radiografía está obtenida en posición lordótica, obsérvese ambas clavículas no superpuestas con los vértices pulmonares sino muy por encima de ellos. Destaca un desenrollamiento de la aorta que explica el ensanchamiento mediastínico, además de no poder descartar un componente relacionado con los vasos del cuello en el ensanchamiento, y de lo que la posición radiológica puede contribuir a ello. La aorta presenta calcificación de sus parede lo que hace sospechar enfermedad aterosclerótica calcificada. El hemidiafragma izquierdo está elevado consevando la forma cóncava hacia abajo, es decir la contracción diafragmática normal, lo cual aleja una parálisis frénica (donde el hemidiafragma suele ser plano), como causa. No se ve la cámara gástrica en cuadrante superior izquierdo, aunque sí se ve el aire del ángulo esplénico del colon. El hueco supraclavicular derecho tiene una imagen redondeada de varios centímetros de diámetro que podría ser un conglomerado adenopático aunque no se descarta que sea una imagen prestada

lunes, 16 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 6 años con rash facial de 2 meses de evolución.

 

El Dr. Fabian Vivar de Cuenca, Ecuador envía estas imágenes con el siguiente texto:

Buenos días doctor Juan Macaluso.

Le comento un caso.




Paciente varón de 6 años de edad acude por cuadro respiratorio, pero en la exploración física llama la atención una lesión única en rostro con relieve puntiforme de consistencia dura, no pruriginosa, no descamativa. Tiempo de aparición hace 2 meses, no ha recibido ningún tratamiento médico, vive en zona rural, contacto con animales domésticos. Envío fotografías

 

 



 

 

 

Dr. Fabian Vivar.

Cuenca. Ecuador.



Opinión: Se trata de una placa bien delimitada de la piel normal, que contiene pequeñas pápulas foliculares agrupadas, de aspecto perlado, hiperqueratósicas del tamaño de una cabeza de alfiler. No existe eritema perifolicular, o bien este es leve. Un diagnóstico a considerar es LIQUEN NITIDUS, un proceso benigno, generalmente asintomático y la mayoría de las veces autolimitado, desapareciendo espontáneamente dentro del año de comenzado el cuadro. QUERATOSIS PILARIS es otro cuadro a considerar. Se trata de un trastorno común de la queratinización folicular que se caracteriza por pápulas foliculares queratósicas con eritema perifolicular variable. Las lesiones afectan predominantemente las zonas extensoras de la parte proximal de los brazos, los muslos y las mejillas. Pueden verse asociadas a DERMATITIS ATÓPICA  y a ICTIOSIS VULGAR. La FRINODERMIA FACIAL es un diagnóstico diferencial, que se trata de una afección cutánea caracterizada por la presencia de pápulas hiperqueratósicas, es decir, pápulas  con un exceso de queratina, que pueden encontrarse en la cara, el cráneo y otras zonas del cuerpo. Suele estar relacionada con deficiencias nutricionales especialmente de vitamina A, por lo que un buen interrogatorio sobre su alimentación es fundamental. Otros diagnósticos diferenciales son el LIQUEN ESPINULOSO, aunque este afecta menos frecuentemente la cara y se limitan al tronco y extremidades, y la QUERATOSIS FOLICULAR DE LA ENFERMEDAD DE DARIER. A juzgar sólo por las imágenes, hay dos entidades que imitan esta presentación que son el LIQUEN AMILOIDE, que normalmente es muy pruriginoso y se suele ver en pacientes adultos o mayores y en otras localizaciones como las piernas o el tronco, y la PAPILOMATOSIS CONFLUENTE Y RETICULADA, que no suele presentarse en la cara sino en el tronco.

Dado que el niño convive en contacto con animales es de buena práctica realizar un raspado de la lesión para descartar TIÑA FACIAL aunque no parece a simple vista una tiña.

domingo, 15 de junio de 2025

De dónde vienes?

En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina

 

 

Historia

Una mujer de 62 años presentó dolor torácico izquierdo de un día de evolución. El dolor se irradiaba al hombro y la espalda, y se asociaba con disnea, sudoración y mareos. Nunca había fumado, ni bebía alcohol ni consumía drogas. No tenía antecedentes conocidos de hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus ni tromboembolia venosa. No había sido sometida a cirugía reciente ni había tenido inmovilidad previa.

 

Ponente

Las afecciones potencialmente mortales, como la isquemia miocárdica, la embolia pulmonar y la disección aórtica, son diagnósticos que no deben pasarse por alto y requieren una atención inmediata, incluso en ausencia de factores de riesgo evidentes. La isquemia miocárdica suele manifestarse con síntomas atípicos en mujeres.

 

Evolución

Tenía antecedentes de α-talasemia no dependiente de transfusiones (enfermedad de la hemoglobina H) complicada con hemocromatosis adquirida. Su historial médico también era notable por trombocitopenia, que se había atribuido a su uso de deferiprona, aunque la trombocitopenia leve persistió varios meses después de que había dejado de tomar este medicamento. Presentó esplenomegalia limítrofe. Además, tenía antecedentes de migrañas, mareos y alergias estacionales. Había completado el tratamiento con rifampicina para la tuberculosis latente una década antes de la presentación actual. Nunca había estado embarazada. Sus medicamentos incluían amitriptilina, venlafaxina, sumatriptán, omeprazol, ibuprofeno, difenhidramina, cetirizina, meclizina, acetaminofén y fluticasona inhalada. La paciente estaba casada y vivía con su esposo en una ciudad de Nueva Inglaterra, después de emigrar de Vietnam 11 años antes de la presentación actual. Era una enfermera jubilada. Sus antecedentes familiares eran notables por la hipertensión en una de sus cinco hermanas y por “ataques cardíacos” en su madre, su hermano y una hermana a edades desconocidas.

 

Ponente

Los antecedentes familiares de la paciente son una posible preocupación porque su riesgo de isquemia miocárdica aumentaría con antecedentes familiares de infarto de miocardio antes de los 65 años en mujeres y antes de los 55 años en hombres. Me gustaría saber si había tomado un triptán antes del inicio del dolor torácico, ya que el uso de este medicamento también puede aumentar transitoriamente el riesgo de isquemia miocárdica. Es poco probable que su trombocitopenia persistente esté relacionada con su dolor torácico agudo, pero justifica una mayor investigación. La trombocitopenia inducida por fármacos generalmente se resuelve después de la interrupción del agente agresor. La esplenomegalia es común en pacientes con talasemia y puede causar trombocitopenia a través del secuestro esplénico.

 

Evolución

En el departamento de urgencias, la temperatura oral era de 36,8 °C, la presión arterial de 129/71 mm Hg, la frecuencia cardíaca de 87 latidos por minuto y la saturación de oxígeno del 98% mientras respiraba aire ambiente. El índice de masa corporal era de 25. Un examen cardíaco mostró una frecuencia y un ritmo cardíacos regulares sin soplos, frotes ni galopes. Los campos pulmonares estaban limpios en la auscultación. El abdomen estaba blando y no doloroso, y los resultados de un examen neurológico fueron normales. No tenía erupciones cutáneas, hinchazón de las articulaciones, dolor a la palpación ni otras anomalías musculoesqueléticas. Un electrocardiograma mostró elevaciones del segmento ST de 1 a 2 mm en las derivaciones V 2 , V 3 y V 4 , con inversiones de la onda T en las derivaciones V 2 a V 6 ( Figura 1 ). El nivel de hemoglobina fue de 8,0 g por decilitro, el volumen corpuscular medio fue de 61 fl, el recuento de glóbulos blancos fue de 9500 por microlitro (con una fórmula leucocitaria normal) y el recuento de plaquetas fue de 125 000 por microlitro, todos valores similares a los resultados de las pruebas de laboratorio rutinarias de la paciente obtenidos en los meses previos a su ingreso. El nivel de troponina I fue de 31,62 ng por mililitro (valor normal: <0,01). El nivel de hemoglobina glucosilada fue del 4,2 % (valor normal: <5,7). El nivel de colesterol total fue de 151 mg por decilitro (3,9 mmol por litro), el de triglicéridos de 241 mg por decilitro (2,7 mmol por litro), el de lipoproteínas de baja densidad (LDL) de 75 mg por decilitro (1,9 mmol por litro) y el de lipoproteínas de alta densidad (HDL) de 28 mg por decilitro (0,7 mmol por litro); estos niveles se midieron sin ayunas. La radiografía de tórax no mostró anomalías.

 


Figura 1. Electrocardiograma obtenido en la presentación inicial.

Un electrocardiograma muestra elevaciones del segmento ST en las derivaciones V 2 , V 3 y V 4, junto con inversiones de la onda T en las derivaciones V 2 a V 6 .

 

Ponente

El dolor torácico agudo de la paciente, la elevación de la troponina I y los hallazgos electrocardiográficos son compatibles con un síndrome coronario agudo, específicamente un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST). El síndrome coronario agudo se debe con mayor frecuencia a la rotura de placa con aterosclerosis subyacente. La paciente no tiene antecedentes de tabaquismo, hipertensión ni diabetes mellitus. Su nivel de colesterol LDL se encuentra dentro del rango normal, pero su bajo nivel de colesterol HDL (<40 mg por decilitro) sugiere otro posible factor de riesgo de enfermedad coronaria. Sin embargo, se debe repetir la medición de sus niveles de colesterol posteriormente, ya que es frecuente que los niveles disminuyan transitoriamente después de un infarto de miocardio.

 

Evolución

Los niveles de sodio, potasio, magnesio, cloruro y glucosa fueron normales. La creatinina fue de 0,74 mg por decilitro (65 μmol por litro; rango normal: 0,5 a 1,1 mg por decilitro [44 a 97 μmol por litro]), y la tasa de filtración glomerular estimada fue superior a 90 ml por minuto por 1,73 m² de superficie corporal (valor normal: >59). La aspartato aminotransferasa fue de 75 UI por litro (rango normal: 13 a 39) y la alanina aminotransferasa, de 29 UI por litro (rango normal: 6 a 67). El nivel de bilirrubina total fue de 1,8 mg por decilitro (31 μmol por litro; rango normal, 0,3 a 1,2 mg por decilitro [5 a 21 μmol por litro]), con un nivel de bilirrubina directa de 0,5 mg por decilitro (9 μmol por litro; rango normal, 0,0 a 0,4 mg por decilitro [0 a 7 μmol por litro]). El nivel de albúmina fue de 3,6 g por decilitro (rango normal, 3,5 a 5,0). El índice internacional normalizado (INR) fue de 1,0 (rango normal, 0,8 a 1,2).

 

Ponente

Los niveles elevados de aspartato aminotransferasa y bilirrubina de la paciente probablemente se deban al estrés oxidativo y a la degradación del músculo miocárdico, más que a una lesión hepática. La sobrecarga de hierro debida a la hemocromatosis adquirida en el contexto de la enfermedad de la hemoglobina H puede causar miocardiopatía y trastornos de la conducción, incluyendo fibrilación auricular paroxística, pero no se asocia con el síndrome coronario agudo. También deben considerarse otras causas de infarto agudo de miocardio, como la disección coronaria espontánea, la tromboembolia coronaria y el infarto de miocardio no aterosclerótico con arterias coronarias no obstructivas (myocardial infarction with nonobstructive coronary arteries) (MINOCA).

Se inició tratamiento con aspirina, heparina y una estatina de alta intensidad. Una angiografía coronaria invasiva urgente mostró un trombo completamente oclusivo (100%) en la arteria descendente anterior izquierda y arterias coronarias con aspecto normal ( Figura 2 ). La trombectomía por aspiración reveló un vaso ampliamente permeable. La muestra aspirada se envió para análisis patológico. Dado que el flujo arterial era excelente tras la trombectomía, no se colocó un stent. Se continuó el tratamiento con heparina intravenosa, ante la preocupación de un émbolo en la arteria coronaria.

 


Figura 2. Estudios de cateterismo cardíaco.

Las angiografías coronarias muestran una oclusión completa (100%) de la arteria descendente anterior izquierda (Panel A, flecha) y reperfusión tras la embolectomía (Panel B, flecha). No se observa estenosis en las demás arterias coronarias.

 

Ponente

Un trombo en una arteria coronaria es una causa poco frecuente de infarto de miocardio en arterias coronarias no obstructivas. No se han establecido directrices para el tratamiento del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST causado por un trombo en una arteria coronaria. Si bien no se recomienda la trombectomía por aspiración aislada para la revascularización coronaria rutinaria en pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST, este abordaje puede ser razonable cuando se sospecha una embolia.

Un trombo en una arteria coronaria se produce por uno de tres mecanismos: trombosis in situ dentro de la arteria coronaria, embolia arterial del lado izquierdo del corazón o embolia paradójica. En este punto, se justifica la investigación de posibles fuentes de embolia en este paciente. Dichas pruebas suelen incluir ecocardiografía para buscar coágulos o cortocircuitos intracardíacos y monitorización del ritmo cardíaco para detectar fibrilación auricular, una posible fuente embólica. También se indican pruebas para buscar posibles afecciones subyacentes que podrían conferir una predisposición a la hipercoagulabilidad. Aunque se ha informado de hipercoagulabilidad en pacientes con talasemia, ocurre principalmente en pacientes con β-talasemia que se han sometido a esplenectomía, a diferencia de este paciente que tiene α-talasemia y sin antecedentes de esplenectomía.

 

Evolución

El primer día de hospitalización, el paciente se sometió a una ecocardiografía transtorácica (ETT), que reveló una fracción de eyección del ventrículo izquierdo del 40%, acinesia apical e hipocinesia medioanterior y anteroseptal. La válvula mitral estaba levemente engrosada y la ETT realizada después de la administración de solución salina agitada no mostró un shunt intracardíaco. La ecocardiografía transesofágica (ETE) realizada el tercer día de hospitalización reveló una vegetación en la valva anterior de la válvula mitral que medía 0,7 cm por 1,1 cm y una vegetación en la valva posterior de la válvula mitral que medía 0,5 cm por 0,3 cm, con insuficiencia mitral leve asociada. No se detectaron trombos en la orejuela auricular izquierda. La telemetría cardíaca no mostró fibrilación auricular ni otras arritmias. La ecografía de brazos y piernas fue negativa para trombosis venosa profunda.

 


Figura 3. Ecocardiogramas transesofágicos de la aurícula izquierda, la válvula mitral y el ventrículo izquierdo obtenidos el tercer día de hospitalización.

Se observa una vegetación de 0,7 x 1,1 cm en la superficie auricular de la valva anterior de la válvula mitral durante la diástole (Panel A, flecha). Durante la sístole, se observa una confluencia de vegetaciones que abarcan las valvas anterior y posterior (Panel B, flecha).

 

Ponente

Aunque la ETT es el primer paso para evaluar el origen cardíaco de la embolia, la ETE debe realizarse cuando la sospecha de embolia sea alta y los resultados de la ETT sean normales o no concluyentes, dado que la ETE tiene mayor sensibilidad que la ETT. La presencia de vegetaciones en la válvula mitral en la ETE sugiere firmemente que el STEMI de este paciente se debe a una embolia coronaria originada en la válvula mitral. La endocarditis infecciosa es la causa más común de vegetaciones valvulares; se deben obtener hemocultivos y examinar al paciente para detectar estigmas de endocarditis. Aunque la endocarditis infecciosa suele estar causada por especies de estreptococos o estafilococos, también puede deberse a otros patógenos, como especies de enterococos, organismos gramnegativos (es decir, especies de Haemophilus, Aggregatibacter actinomycetemcomitans , Cardiobacterium hominis , Eikenella corrodens y Kingella kingae ; conocidos como organismos HACEK) y, con menor frecuencia, patógenos zoonóticos como especies de Coxiella, Brucella o Bartonella. La endocarditis no infecciosa también puede causar vegetaciones valvulares, aunque es una causa menos común que la endocarditis infecciosa.

 

Evolución

La paciente no reportó fiebre reciente, sudores nocturnos, pérdida de peso, sarpullido ni otros síntomas. No había regresado a Vietnam desde que emigró a Estados Unidos. No había tenido exposición a animales ni procedimientos dentales recientes. Un examen físico completo no mostró sarpullido, dolor o hinchazón articular, hemorragias en astilla, lesiones de Janeway ni nódulos de Osler. Se obtuvieron hemocultivos y no se observó crecimiento. Las pruebas serológicas para las especies de Bartonella, Brucella y Coxiella fueron negativas. El análisis patológico del material aspirado durante el cateterismo reveló un coágulo de fibrina ( Figura 4 ). La tinción de plata-metenamina de Grocott y la tinción de ácido peryódico-Schiff fueron negativas para organismos fúngicos.

 


Figura 4. Muestra aspirada de un émbolo coronario de la arteria descendente anterior izquierda.

La tinción con hematoxilina y eosina muestra un coágulo de fibrina (Panel A). A mayor aumento (Panel B), se observan neutrófilos y glóbulos rojos dispersos dentro del coágulo.

 

Ponente

La ausencia de signos o síntomas sugestivos y los hemocultivos negativos hacen que la endocarditis infecciosa sea una causa improbable de sus vegetaciones valvulares. Además, no presenta factores de riesgo de endocarditis infecciosa, como antecedentes de valvulopatía o consumo de drogas inyectables. Deben considerarse causas no infecciosas de endocarditis, como el lupus eritematoso sistémico (LES), el síndrome antifosfolípido (SAF) y la artritis reumatoide, junto con el cáncer. También deben considerarse las afecciones de hipercoagulabilidad, como la presencia de una mutación del factor V Leiden o la deficiencia de antitrombina, aunque estas afecciones suelen presentarse con tromboembolia venosa.


Evolución

Se realizó un diagnóstico de endocarditis trombótica no bacteriana. La paciente no reportó antecedentes personales ni familiares de enfermedades autoinmunes ni enfermedad tromboembólica. No presentó signos ni síntomas de enfermedades autoinmunes o del tejido conectivo subyacentes, como úlceras orales, pérdida de cabello, sequedad bucal, tirantez de la piel o cambios de color en los dedos inducidos por el frío. El tiempo de protrombina (INR) y el tiempo de tromboplastina parcial fueron normales, al igual que el nivel de actividad de la antitrombina III. La prueba del factor V Leiden fue negativa. El recuento de plaquetas osciló entre 92.000 y 125.000 por microlitro durante el ingreso; estos resultados fueron similares a los obtenidos en los meses previos a su ingreso. Una prueba de anticuerpos antinucleares (ANA) fue positiva a un título de 1:80 (con un patrón moteado); las pruebas de anticuerpos anti-Smith, anticuerpos anti-ADN de doble cadena y anticuerpos anti-RNP fueron negativas. Se detectó anticoagulante lúpico. El nivel de IgG anticardiolipina fue superior a 112 UI/ml y el de IgM anticardiolipina fue de 21 UI/ml; los niveles de IgG e IgM anti-β2-glicoproteína I fueron superiores a 112 UI/ml y 30 UI/ml, respectivamente (valor normal: <20 para todos estos anticuerpos). Los anticuerpos se midieron mediante inmunoensayo de flujo múltiple. La tomografía computarizada mostró esplenomegalia limítrofe; no se observaron masas, linfadenopatía, hepatomegalia, infartos orgánicos, líquido libre ni otros hallazgos anormales.

 

Ponente

Los estudios hematológicos de la paciente no indicaron trombofilia hereditaria. Su presentación, que incluyó un evento trombótico arterial, en combinación con la presencia de anticoagulante lúpico y anticuerpos positivos contra anticardiolipina y β2-glicoproteína I, es altamente sugestiva de SAF; el SAF también podría explicar su trombocitopenia. Si bien un tiempo de tromboplastina parcial prolongado también puede ocurrir en pacientes con SAF, el hecho de que esta paciente tuviera un tiempo de tromboplastina parcial normal no descarta el diagnóstico. Cabe destacar que los títulos elevados de anticuerpos anticardiolipina y anti-β2-glicoproteína I de esta paciente se evaluaron mediante inmunoensayo de flujo multiplex, que es menos específico (pero más fácilmente disponible) que un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas.

El SAF puede ser una afección primaria o estar causado por otras enfermedades autoinmunes, más comúnmente el LES. Es improbable que el resultado débilmente positivo de ANA en esta paciente indique LES. Los resultados falsos positivos de ANA son frecuentes, y sus resultados negativos en las pruebas de anticuerpos anti-ADN de doble cadena, anticuerpos anti-músculo liso y anticuerpos anti-RNP contradicen la posibilidad de LES. Además, no presenta características clínicas comunes del LES, como exantema, úlceras orales, artralgia, serositis, daño renal o síntomas neuropsiquiátricos. Su presentación clínica y de laboratorio es más consistente con el SAF primario.

 

Evolución

Se inició warfarina para la prevención de eventos vasculares adicionales; el INR objetivo fue de 2,0 a 3,0. La repetición de la prueba de anticuerpos 3 meses después del alta mostró nuevamente la presencia de anticoagulante lúpico, anticuerpos anticardiolipina y anticuerpos anti-β2-glicoproteína I.

La presencia persistente de anticuerpos anticoagulantes lúpicos y antifosfolípidos en pruebas repetidas, junto con el cuadro clínico del paciente, confirma el diagnóstico de SAF. La warfarina es el anticoagulante de elección para la prevención de eventos tromboembólicos en pacientes con SAF.

 

Comentario

Esta mujer de 62 años con antecedentes familiares de enfermedad coronaria, pero sin otros factores de riesgo ateroscleróticos conocidos, presentó un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST). La angiografía coronaria reveló evidencia de infarto de miocardio no aterosclerótico con arterias coronarias no obstructivas debido a tromboembolia coronaria, y la ecocardiografía transesofágica (ETE) mostró endocarditis trombótica no bacteriana de la válvula mitral. Los resultados positivos para anticuerpos antifosfolípidos y anticoagulante lúpico, en ausencia de evidencia de enfermedad reumatológica o cáncer, llevaron al diagnóstico de SAF.

El SAF es una enfermedad autoinmune sistémica que a menudo se manifiesta con tromboembolia venosa o arterial o con complicaciones del embarazo, siendo las más comunes los abortos espontáneos recurrentes o tardíos y la preeclampsia. La prevalencia del SAF en la población general es de 50 casos por cada 100.000 personas.<sup> 1 </sup> El SAF puede ser una entidad primaria o estar asociado a otras enfermedades autoinmunes como el LES.

El diagnóstico de SAF puede ser un desafío. Los criterios de 2023 del Colegio Americano de Reumatología y la Alianza Europea de Asociaciones de Reumatología, y los criterios de Sapporo revisados ​​de 2006 están destinados a fines de investigación, pero pueden ser útiles para fundamentar el diagnóstico clínico. 2,3 Se deben cumplir criterios clínicos y de laboratorio para realizar el diagnóstico. Los criterios clínicos abarcan varios dominios, incluidos los eventos macrovasculares, los eventos microvasculares, las complicaciones obstétricas, las anomalías de las válvulas cardíacas y las anomalías hematológicas. Los criterios de laboratorio, incluidas las pruebas positivas para el anticoagulante lúpico o los anticuerpos antifosfolípidos, deben evaluarse mediante un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas; los resultados positivos requieren confirmación mediante pruebas repetidas al menos 12 semanas después, ya que la presencia de trombosis aguda o el uso de terapia anticoagulante pueden confundir las pruebas. Este paciente cumplió los criterios clínicos y de laboratorio para SAF con presencia de un trombo arterial (particularmente en ausencia de alto riesgo cardiovascular), vegetaciones valvulares y trombocitopenia, así como una prueba positiva para anticoagulante lúpico y títulos altos (>1:80) de anticuerpos anticardiolipina y anti–β2-glicoproteína I.

La presencia de SAF en asociación con el síndrome coronario agudo es poco común, pero está bien documentada. El SAF puede causar síndrome coronario agudo a través de varios mecanismos distintos, incluyendo daño endotelial inmunológicamente mediado que conduce a aterosclerosis coronaria acelerada, disfunción microvascular y trombosis coronaria como resultado de un estado procoagulante. Además, la oclusión coronaria asociada al SAF puede ocurrir después del desarrollo de aterotrombosis in situ, como resultado de la ruptura de la placa coronaria, o como embolia paradójica, o puede ocurrir como una complicación tromboembólica de la endocarditis trombótica no bacteriana.

La endocarditis trombótica no bacteriana, también conocida como endocarditis de Libman-Sacks o endocarditis marántica, se presenta en presencia de un estado de hipercoagulabilidad sistémica que conduce a la formación de microtrombos en las válvulas cardíacas que finalmente se fusionan en vegetaciones estériles. La válvula mitral es la más comúnmente afectada (como en el caso de este paciente), seguida de la válvula aórtica. 7 Además del SAF, las afecciones asociadas con la endocarditis trombótica no bacteriana incluyen cáncer avanzado, sepsis, LES, artritis reumatoide y vasculitis. 7 Las lesiones observadas en la endocarditis trombótica no bacteriana pueden ser más propensas a la embolización sistémica que las observadas en la endocarditis infecciosa. Esta característica puede explicarse por la ausencia de inflamación en la endocarditis trombótica no bacteriana, lo que resulta en vegetaciones de adhesión más laxa. 7

La proporción de casos de síndrome coronario agudo atribuibles a endocarditis trombótica no bacteriana asociada a SAF no está clara, pero probablemente sea muy baja8 ; la ausencia de factores de riesgo ateroscleróticos tradicionales puede sugerir la posibilidad de dicho diagnóstico. El hallazgo de una oclusión coronaria abrupta con arterias coronarias normales en la angiografía debe motivar la consideración de una tromboembolia arterial9. Se puede sospechar endocarditis trombótica no bacteriana cuando existen afecciones predisponentes (p. ej., enfermedad reumática, cáncer o sepsis), y se debe considerar el SAF en el contexto de complicaciones del embarazo u otros eventos tromboembólicos.

Se informa que las incidencias de revascularización del vaso diana y trombosis temprana del stent son más altas entre los pacientes con síndrome coronario agudo relacionado con SAF que entre aquellos con síndrome coronario agudo no relacionado con SAF. 10,11 Faltan datos para informar si las terapias dirigidas por guías para el síndrome coronario agudo, como la intervención coronaria percutánea, las estatinas y las terapias antiplaquetarias, confieren beneficios similares entre los pacientes con SAF.

El uso de aspirina en dosis bajas para la prevención primaria de la trombosis en portadores asintomáticos de anticuerpos antifosfolípidos se determina de forma individual. 12,13 Se recomienda el tratamiento con un antagonista de la vitamina K en pacientes con antecedentes de tromboembolia. En un metaanálisis de ensayos aleatorizados en los que se comparó el tratamiento con anticoagulantes orales directos con antagonistas de la vitamina K en personas con SAF y antecedentes de trombosis (aproximadamente la mitad de las cuales fueron "triple positivo" [es decir, las pruebas dieron positivo para anticoagulante lúpico, anticuerpos anticardiolipina y anticuerpos anti-β2-glicoproteína I]), la probabilidad de trombosis arterial recurrente fue significativamente mayor con el tratamiento con anticoagulantes orales directos. El régimen de tratamiento óptimo basado en antagonistas de la vitamina K en pacientes con SAF y eventos arteriales es incierto. Las recomendaciones incluyen el uso de un antagonista de la vitamina K con el objetivo de mantener un INR entre 2,0 y 3,0 (con o sin aspirina) o mantener un INR entre 3,0 y 4,0.

Este paciente presentaba una afección común con una causa poco común: síndrome coronario agudo, resultado de una endocarditis trombótica no bacteriana asociada a SAF. Este caso destaca la importancia de considerar las causas no ateroscleróticas del síndrome coronario agudo, como la endocarditis trombótica no bacteriana, especialmente cuando la presentación clínica o los resultados de las pruebas diagnósticas no son compatibles con la enfermedad coronaria. En este paciente, el diagnóstico de SAF resultó en un cambio del tratamiento médico habitual tras un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (terapia antiplaquetaria) a anticoagulación de por vida con warfarina.

 

 

Traducción de: “From Where It Stems”

Authors: Ayelet Shapira-Daniels, M.D. https://orcid.org/0000-0002-4920-2397, Karishma Pareek, M.D., Matthew Cozzolino, M.D., Jean-Antoine Ribeil, M.D., Ph.D., and Eric Awtry, M.D.Author Info & Affiliations. Published June 4, 2025

N Engl J Med 2025;392:2151-2158  VOL. 392 NO. 21

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcps2409294

 

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