martes, 3 de abril de 2012

Paciente de 38 Años con Debilidad en Ambas Manos.

Un hombre de 38 años, diestro fue visto en un departamento de patología de la unión neuromuscular debido a debilidad en las manos. Primero había notado movimientos de tipo sacudida en sus manos, en la derecha más que en la izquierda 8 meses antes, cuando había tenido una infección de vías aéreas superiores. Los síntomas mejoraron espontáneamente y un mes más tarde él era capaz de tocar el piano. Después de 3 a 4 meses, el paciente notó calambres en la mano derecha y disminución de la resistencia al trabajo en la mano, como si la mano estuviera fatigada pero sin pérdida objetiva de fuerza. Los calambres producían una flexión de muñeca y de metacarpofalángicas, que se aliviaban sacudiendo las manos. En el curso de un mes, los síntomas progresaron a pérdida de destreza en la mano derecha sin dolor ni parestesias.
Aproximadamente 6 semanas antes de la actual consulta, el paciente fue evaluado por un neurólogo. Se le realizó un electromiograma que mostró evidencias de un trastorno difuso en el asta anterior de la médula, o una disfunción de neurona motora; los hallazgos fueron considerados sugestivos aunque no diagnósticos de enfermedad de neurona motora. No había evidencias de bloqueo de conducción motora.  El paciente fue tratado con una infusión de inmunoglobulina intravenosa por 5 días; con ello el paciente reportó mejoramiento subjetivo de la fuerza, pero el neurólogo no objetivó ningún mejoramiento. Se comenzó un tratamiento con riluzole, minociclina, celecoxib, y coenzima Q10. El paciente refirió a partir de entonces, debilidad bilateral en la flexión del codo y dificultad en manejar el destornillador, abrir normalmente una puerta e incapacidad de tocar el piano. Una semana antes de la consulta actual el paciente dijo que no podía caminar más de 700 metros por fatiga.
En la consulta, el paciente refirió adormecimiento sutil en la punta de los dedos de manos y pies. No tenía dolor, pérdida de sensibilidad, dificultad respiratoria, disartria, disfagia, pérdida de peso, síntomas autonómicos o urinarios, intestinales, o disfunción sexual.
El paciente tenía antecedentes de artritis reumatoidea, que había estado en remisión por 6 años después del tratamiento con inyecciones semanales de metotrexato por 1 año. Se había sometido a cirugía de rodilla por luxación rotuliana izquierda. No tenía alergias conocidas. Estaba casado y trabajaba en una oficina; tocaba el piano. Su padre había muerto a los 47 años de cirrosis alcohólica. Tenía dos hermanas que estaban bien. Ningún otro miembro de la familia tenía síntomas similares.
El examen físico no mostró anormalidades. El examen neurológico no reveló fasciculaciones musculares; había marcada debilidad de las manos particularmente en los dedos y en los extensores de muñecas, y leve debilidad en los flexores del codos y dorsiflexores de pies bilateralmente. La debilidad era más prominente del lado derecho y en la porción distal, que en los músculos proximales de brazos y piernas. Los reflejos osteotendinosos estaban ausentes en forma generalizada, y no había espasticidad.  La evaluación de su estado mental y de los pares craneales era normal, así como los niveles de glucemia, electrolitos, urea, creatinina, y tirotrofina, y los resultados de los tests para anticuerpos anti citoplasma de neutrófilos (ANCA), anticuerpos anti-GM1, factor reumatoideo, y anticuerpos para enfermedad de Lyme; la proteinuria de Bence-Jones fue negativa. La electroforesis proteica mostró un marcado aumento de la gama globulina con un patrón normal. Los tests de DNA asociado a X para atrofia muscular recesiva espinal-bulbar (enfermedad de Kennedy), atrofia muscular espinal, y neuropatías hereditarias con susceptibilidad a parálisis por presión fueron negativos. Un test para factores antinucleares fue positivo a títulos de 1:160 con un patrón moteado. El anticuerpo anti péptido cíclico citrulinado fue de 189 unidades (normal menos de 20). La RMN de la espina cervical fue normal.
Se llevó a cabo un procedimiento diagnóstico.



Diagnóstico Diferencial.

Este paciente es un hombre relativamente joven con debilidad asimétrica de las extremidades, arreflexia y sensibilidad normal. El diagnóstico diferencial en este caso es limitado pero sirve para ilustrar la clínica de la patología neuromuscular. 


Artritis Reumatoidea.
Este paciente tiene antecedentes de artritis reumatoidea, la cual a veces se asocia a neuropatías por atrapamiento tales como síndrome del túnel carpiano (1) y polineuropatía. (2) Las neuropatías por atrapamiento causan síntomas motores y sensitivos en la distribución del nervio comprometido.  Las polineuropatías axonales causan disfunción sensitiva y motora en forma simétrica. La distribución asimétrica de la debilidad en este caso y la ausencia de compromiso sensitivo clínicamente evidente elimina tales consideraciones. Tanto la distribución de la debilidad como los resultados de la electromiografía son evidencia convincente de que este paciente no tiene una miopatía. Por lo tanto, la discusión debiera enfocarse en si tiene enfermedad de neurona motora, o una neuropatía motora multifocal.

Enfermedad de Neurona Motora.

La enfermedad de neurona motora puede ser clasificada con el uso de criterios clínicos, electrofisiológicos y patológicos (Tabla 1). (3,4) En pacientes con evidencias clínicas de enfermedad de neurona motora superior, tales como compromiso bulbar, hiperreflexia, y evidencias electrofisiológicas de denervación amplia, el diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica es ineludible. Sin embargo, los signos clínicos de neurona motora superior en pacientes con enfermedad de neurona motora puede ser esquivo, o difícil de evidenciar, quizás reflejando el espectro de los hallazgos patológicos (desde la pérdida de la neurona motora espinal, hasta la degeneración del tracto corticoespinal), y la complicada interdependencia de los hallazgos clínicos. Por ejemplo, los signos clínicos de compromiso de neurona motora superior tales como la respuesta aumentada de los reflejos osteotendinosos, o la respuesta plantar extensora (signo de Babinski), pueden no ser encontrados si hay insuficiente inervación de neurona motora inferior para permitir que estos reflejos puedan ser evidenciados. Por esta razón, aún la preservación de reflejos en apariencia normales, en miotomas débiles, pueden ser interpretados como probables signos de neurona motora superior. (5) En algunos pacientes, las investigaciones de laboratorio tales como la estimulación magnética transcraneal de la corteza motora, puede identificar o confirmar evidencia de afectación de neurona motora superior, lo cual es diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica. (4)



Tabla 1. Clasificación de Enfermedades de Neurona Motora.


Este paciente no tenía elementos de disfunción bulbar ni evidencias de compromiso de neurona motora superior. El estudio diagnóstico que en este caso puede haber dado pistas sobre el diagnóstico puede haber sido la estimulación magnética transcraneal, mostrando evidencias de compromiso de neurona motora superior clínicamente no sospechada. Sin embargo, si este hombre tiene enfermedad de neurona motora, el diagnóstico sea más probablemente un síndrome de neurona motora inferior pura, el cual es hereditario (atrofia muscular espinal), o esporádico (atrofia muscular progresiva). La ausencia de antecedentes familiares y los resultados negativos de los tests genéticos, sugieren que este hombre no tiene atrofia muscular espinal. (6) Se dijo también que los resultados de la investigación genética para la enfermedad de Kennedy fue negativa. (7) Este último diagnóstico sería improbable en ausencia de ginecomastia, mioquimia facial, y alteración de la conducción sensitiva. Los resultados de los tests genéticos para neuropatías hereditarias con susceptibilidad a parálisis por presión (8) fueron también negativos. Este hallazgo es consistente con ausencia de compromiso sensitivo en este caso. 


Neuropatía Motora Multifocal.


La neuropatía motora multifocal es una rara pero tratable neuropatía motora adquirida que puede simular enfermedad de neurona motora. (9,10) Es más frecuente en hombres que en mujeres, y el promedio de edad al inicio es aproximadamente 40 años, lo cual es compatible con la edad de este paciente. (11) Aunque la prevalencia de la neuropatía motora multifocal puede ser tan baja como 1 a 2 casos por 100.000 habitantes, el reconocimiento de este trastorno es importante, ya que, a diferencia de la enfermedad de neurona motora, esta es tratable. (12) La enfermedad de neurona motora sin compromiso bulbar o espasticidad, puede ser clínicamente indistinguible de la neuropatía motora multifocal; sin embargo, hay algunas diferencias clínicas. (10,13) En la enfermedad de neurona motora, la evidencia clínica de degeneración de neurona motora inferior incluye debilidad, atrofia y fasciculaciones musculares. En contraste, aunque en la neuropatía motora multifocal puede haber debilidad marcada, esta no se asocia con atrofia muscular, sobre todo en la enfermedad temprana. La debilidad en casos de neuropatía motora multifocal a menudo ocurre dentro de la distribución de los nervios individuales; el desarrollo de debilidad difusa desde el comienzo de la enfermedad hace improbable el diagnóstico, y es más típico de enfermedad de neurona motora. Las fasciculaciones se ven en ambas enfermedades pero son más prevalentes en la enfermedad de neurona motora. Este paciente tenía marcada debilidad de manos y dedos de manos sin atrofia aparente de los músculos afectados, y no tenía fasciculaciones. Su debilidad puede ser descripta en términos de nervios individuales (debilidad prominente en muñeca y extensores de los dedos de manos que es territorio del radial, y debilidad en la dorsiflexión de los dedos de pies, que es territorio de nervio peroneo). Generalmente la debilidad en la enfermedad de neurona motora es inexorablemente progresiva, mientras que la estabilización espontánea, o aún, mejoramientos espontáneos pueden ocurrir en la neuropatía motora multifocal. Este paciente mejoró tempranamente en el curso de la enfermedad en forma al menos transitoria. Los reflejos osteotendinosos o miotáticos son variables en la enfermedad de neurona motora. Los reflejos están patológicamente aumentados (o relativamente preservados en los miotomas afectados), lo que indica compromiso de neurona motora superior. (5) En pacientes con atrofia muscular progresiva, los reflejos tienden a ser normales o estar reducidos en los miotomas clínicamente débiles. Es por lo tanto de sumo interés que los reflejos de este paciente estuvieran uniformemente ausentes, aún en los miotomas en los que la debilidad no era clínicamente evidente. Esta ausencia de reflejos en miotomas clínicamente no afectados, así como otros aspectos del cuadro clínico de este paciente, son claramente más compatibles con neuropatía motora multifocal que con enfermedad de neurona motora.

Diagnóstico de Neuropatía Motora Multifocal.
Un consenso de criterios diagnósticos para neuropatía motora multifocal han sido propuestos basados en hallazgos clínicos y electrofisiológicos (Tabla 2). (13) Además, de estos hallazgos, (10,12) los pacientes suelen tener aumentados los niveles de anticuerpos IgM dirigidos contra el gangliósido de mielina GM1, (9) así como anticuerpos contra otros componentes de la mielina tales como asialo-GM1, GM2, y GD1a. (10) Un título alto de anticuerpos contra GM1 identifica casos que probablemente respondan a la inmunoterapia. (14) Sin embargo, la prevalencia reportada de anticuerpos anti-GM1 en la neuropatía motora multifocal es variable, (10,15,16,17) y títulos elevados de anticuerpos anti-GM1 no fueron incluidos en el consenso de criterios diagnósticos de neuropatía motora multifocal. (13) No obstante, un título alto de IgM anti-GM1 debe hacer considerar inmediatamente esta enfermedad, (15,17,18) aunque la ausencia de esos anticuerpos, como en este caso, no excluya el diagnóstico.  


Tabla 2.   Criterios para el Diagnóstico de Neuropatía Motora Multifocal.



Criterios para neuropatía motora multifocal definida.

 Debilidad sin alteraciones objetivas de la sensibilidad en distribución de dos o más nervios; durante los estadios tempranos de debilidad sintomática la debilidad simétrica objetiva o subjetiva descarta el diagnóstico.
 Bloqueo de conducción (*) definido, en dos o más nervios fuera de los sitios habituales de atrapamiento.
 Velocidad de conducción sensitiva normal en los mismos segmentos que presentan bloqueo de conducción.
 Estudios de conducción sensitiva normal en todos los nervios testeados, con un mínimo de tres nervios testeados.
 Ausencia de los siguientes signos de neurona motora superior: espasticidad, clonus, Babinski, parálisis pseudobulbar.


Criterios para neuropatía motora multifocal probable.

 Debilidad sin pérdida objetiva de la sensibilidad en distribución de dos o más nervios; durante los estadios tempranos de debilidad sintomática la debilidad simétrica objetiva o subjetiva descarta el diagnóstico.
 La presencia de uno de los siguientes:
--Probable bloqueo de conducción en dos o más segmentos de nervios motores que no son comunes de lugares de atrapamiento.
--Bloqueo de conducción definido en un segmento de un nervio motor y probable bloqueo de conducción (++) en un segmento de nervio motor diferente, en ningún segmento común de atrapamiento.
 Velocidad de conducción sensitiva normal a través de los mismos segmentos con bloqueo de conducción cuando esto es técnicamente posible (por ejemplo no se requiere para segmentos proximales a la axila o al hueco poplíteo).
 Estudios de conducción nerviosa sensitiva normal en todos los nervios testeados con un mínimo de tres nervios testeados.
 Ausencia de los siguientes signos de neurona motora superior: tono espasticidad, clonus, Babinski, parálisis pseudobulbar.


(*) Bloqueo de conducción es definido como una disminución de más del 40% en el área del potencial de acción muscular compuesto (CMAP) del mediano o el cubital o una disminución de más del 50% en la amplitud CMAP del mediano o el cubital con un aumento de menos del 30% en la duración de CMAP. No se acepta la estimulación del radial, o proximal (por ejemplo raíz del nervio)
(++) Bloqueo de conducción probable es definido por una disminución de al menos 30% del área de CMAP del cubital o mediano, o una disminución de al menos 40% en la amplitud de la CMAP en el cubital o mediano. Puede también ser definido como una disminución de más del 40% en el área del CMAP del radial, o una disminución de más del 50% en la amplitud de la CMAP del radial. También son aceptados los resultados de la estimulación proximal (por ejemplo la raíz del nervio).



Terapia de la Neuropatía Motora Multifocal.


La neuropatía motora multifocal debe ser distinguida de la enfermedad de neurona motora no sólo por su evolución más favorable, sino también debido a que responde favorablemente a la inmunoterapia. (10,12) El intercambio de plasma, ciclofosfamida, (9) y gamaglobulina intravenosa son todos beneficiosos, pero la gamaglobulina es más utilizada por su mejor relación riesgo-beneficio sobre la terapia citotóxica. La prednisona en cambio es inefectiva y puede empeorar la enfermedad. La gamaglobulina intravenosa es tan bien tolerada que frecuentemente es utilizada como tratamiento de prueba en pacientes en los que el diagnóstico no es muy claro, como aparentemente pasó en este caso. Existen varios problemas obvios con un ensayo terapéutico en un approach al diagnóstico de neuropatía motora multifocal. Primero, ¿es una dosis suficiente de inmunoglobulina intravenosa? En base a la práctica convencional, es probable que este paciente recibiera 2 grs de inmunoglobulina intravenosa por kg de peso corporal por un período de 5 días. (12) Estos es ciertamente un tratamiento inicial potencialmente efectivo para esta enfermedad. Sin embargo, el mejoramiento asociado a la inmunoglobulina intravenosa es fugaz, y la dosis óptima y la frecuencia es desconocida. (18,19,20) Segundo, algunos pacientes con esta enfermedad pueden no responder a la terapia con inmuno globulina pero pueden responder a la terapia citotóxica.(12) Finalmente, el mejoramiento después del tratamiento puede ser dificultoso de documentar en base al examen clínico sólo; tanto una evaluación cuantitativa  de la fuerza muscular como la medición fisiológica de la función motora pueden ser necesarias. En este caso, el fracaso en la respuesta a la terapia con inmunoglobulina intravenosa es similar a la ausencia de anticuerpos anti-GM1 en términos de utilidad diagnóstica (una respuesta convincente a la terapia con inmunoglobulina intravenosa apoyaría el diagnóstico de neuropatía motora multifocal, pero la ausencia de respuesta no descarta el diagnóstico).

Electrofisiología de la Neuropatía Motora Multifocal.

Hoy se usan criterios tanto clínicos como electrofisiológicos para definir la neuropatía motora multifocal. (10,13) Desafortunadamente, la enfermedad de neurona motora, y la neuropatía motora multifocal comparten muchos elementos electrofisiológicos. Por definición la conducción sensitiva no está afectada en ninguno de los dos trastornos. Estudios de conducción de nervio motor pueden mostrar una amplitud reducida  del potencial de acción muscular compuesto (CMAP), y las agujas de electromiografía muestran típicamente evidencia de denervación en ambas condiciones. El sine qua non en la neuropatía motora multifocal sin embargo, es la presencia de bloqueo de conducción motora. Esto es definido como una reducción en el tamaño de la CMAP (amplitud o área) con la estimulación nerviosa proximal, cuando se la compara con el CMAP obtenido por la estimulación nerviosa distal. Este bloqueo debe ser identificado fuera de los sitios usuales de compresión anatómica de nervios (por ej túnel carpiano), y el cambio en el tamaño de CMAP no debe estar acompañado de una dispersión temporal prominente ya que la dispersión temporal puede simular el bloqueo de conducción motora debido a la fase de cancelación de los constituyentes de la unidad motora. El bloqueo de conducción en la neuropatía motora multifocal es considerado debido a desmielinización de una región localizada, lo que resulta en el fracaso focal de la propagación del impulso en los axones motores (21,22,23), o a alteración inmuno-mediada en la excitabilidad y la conductancia iónica de los axones motores. (10,24)
El bloqueo de conducción motora no es específico de la neuropatía motora multifocal; se observa comúnmente en las neuropatías desmielinizantes adquiridas, tales como la neuropatía inflamatoria desmielinizante crónica, y en las neuropatías por atrapamiento. En todos esos casos sin embargo, los síntomas sensitivos deben conducir al clínico a descartar neuropatía motora multifocal. La neuropatía inflamatoria desmielinizante crónica se distingue también  por la presencia de evidencia electrofisiológica de desmielinización nerviosa diferente del bloqueo de conducción, tales como el enlentecimiento de la velocidad de conducción nerviosa y la prolongación de las latencias de CMAP.
El bloqueo de conducción no fue encontrado en los tests electrofisiológicos de este paciente. Los criterios conservadores para definir bloqueo de conducción (13) pueden resultar en un fracaso en la identificación de pacientes tratables. (25,26) Las técnicas de rutina para la evaluación electrofisiológica puede fallar en detectar bloqueo de conducción cuando el proceso está confinado a los segmentos nerviosos proximales o distales a los sitios usuales de estimulación nerviosa y cuando son testeados un número limitado de nervios. (10,24,27,28,29,30) La detección de bloqueo de conducción motora puede ser mejorado por el uso de técnicas tales como estimulación de raíz nerviosa o por demostración de de bloqueo de conducción dependiente de la actividad. (24,25,26,27,28,29,30,31) Es probable que para establecer el diagnóstico en este caso debe haberse hecho una investigación electrofisiológica más extensa, probablemente incluyendo estimulación de la raíz nerviosa, lo que puede resultar en la identificación del  bloqueo de conducción y establecimiento del diagnóstico de neuropatía motora multifocal.
Aún con estimulación nerviosa sugestiva de bloqueo de conducción, este caso reuniría sólo criterios de probable neuropatía motora multifocal. (13) Aunque estrictos criterios diagnósticos son críticos para estandarizar estudios de investigación, tales criterios pueden limitar el acceso al tratamiento. En vista de la favorable relación riesgo beneficio del tratamiento con inmunoglobulina intravenosa en pacientes con esta enfermedad, (10,12) parece apropiado ordenar tratamiento. Además, en algunos pacientes no se puede demostrar bloqueo de conducción pero que tienen hallazgos típicos de la enfemedad y pueden responder a la inmunoterapia. (32,33)

Diagnóstico Presuntivo: Neuropatía motora multifocal.


Discusión Patológica.

El procedimiento diagnóstico fue una evaluación electromiográfica extensa de la conducción, incluyendo bilateralmente: medianos, cubitales, radiales, peroneos y tibiales motores. Los estudios de estimulación de raices cervicales al bíceps, tríceps, abductor corto del pulgar, y abductor del meñique fueron también llevados a cabo bilateralmente. Muchos potenciales sensitivos fueron obtenidos bilateralmente en brazos y piernas (Figura 1).


Figura 1. Estimulación de raíces cervicales.
La aguja monopolar (cátodo) es insertada perpendicularmente a la piel en el espacio C6-C7, 1 cm lateral a la apófisis espinosa, avanzando a través de los músculos para espinales hacia la lámina vertebral en el plano parasagital. La posición del ánodo es variado en la línea media (3 a 4 cm rostral, lateral y caudal al cátodo) para asegurar la respuesta motora máxima. Los electrodos de superficie son colocados sobre el bíceps, tríceps, abductor corto del pulgar y abductor corto del meñique. La estimulación de la raíz cervical es acompañada por estimulación del nervio cubital en la muñeca (S1) para colisionar con el impulso descendente obtenido por la estimulación de la raíz cervical (S2) de C8, fibras motoras T1 destinadas al nervio cubital. Esto elimina la contribución cubital a la respuesta motora obtenida de los electrodos de superficie de la eminencia tenar (esto es una respuesta “motora pura”)


Las alteraciones estuvieron limitadas a los estudios de conducción motora. Ellos consistieron en bloqueo de conducción, conducción diferida, y dispersión de las respuestas motoras. El estudio de la conducción radial derecha al extensor propio del índice mostró respuesta compuesta de baja amplitud, bloqueo de conducción (53%) en el antebrazo, y dispersión de las respuestas motoras proximales (Figura 2A). La respuesta motora del mediano fue de baja amplitud y latencia prolongada, sin bloqueo de conducción en el segmento muñeca-a-codo. La estimulación de la raíz cervical mostró un respuesta diferida, de baja amplitud (63%), reuniendo los criterios de bloqueo de conducción, que sólo fue aparente cuando la contribución cubital a los músculos tenares fue eliminada por estudios de colisión (Figura 2B). El estudio de conducción del cubital derecho fue normal desde la muñeca a la axila y reveló un bloqueo de conducción entre la axila y las raíces cervicales. La respuesta más proximal estuvo también diferida. Finalmente, la respuesta motora peronea izquierda fue de baja amplitud y diferida en la estimulación del tobillo, y estuvo desincronizada en la estimulación más proximal. Las velocidades de conducción calculadas estuvieron en el rango normal. El hallazgo diagnóstico así, detectó tres bloqueos de conducción, dos de los cuales fueron notados sólo con la estimulación de la raíz cervical. Las velocidades de conducción motoras normales, la conducción sensitiva normal, y la denervación-reinervación en curso en las agujas de electromiograma, afectando muchos pero no todos los músculos y con predominancia distal en las extremidades, apoyan el diagnóstico de neuropatía motora multifocal con bloqueo de conducción.    


Figura 2. Estudios Electrofisiológicos en el Momento del Diagnóstico.
El estudio de conducción radial derecho al extensor propio del índice (Panel A), muestra respuesta compuesta de baja amplitud, un bloqueo de conducción (53%) en el antebrazo, y dispersión de las respuestas motoras proximales. El estudio de conducción del mediano derecho al abductor corto del pulgar (Panel B) muestra una leve disminución en la amplitud que no reúne los criterios para bloqueo de conducción en el antebrazo (recuadro superior), una CMAP en la estimulación de la raíz no reuniendo los criterios de bloqueo de conducción (recuadro medio), y CMAP en la estimulación de la raíz con eliminación por colisión de la contribución cubital a la respuesta tenar, una respuesta de baja ampliyud que reúne los criterios de bloqueo de conducción (63%) (recuadro inferior)
.



En las neuropatías desmielinizantes tales como la neuropatía motora multifocal con bloqueo de conducción, los hallazgos característicos de desmielinización, bloqueo de conducción, y marcado enlentecimiento de conducción puede ser focal y no fácilmente demostrado por estudios de rutina. Los estudios de rutina bilaterales, los estudios de conducción radial motora, y la estimulación de las raíces cervicales, con registro en múltiples targets musculares, aumentan la muestra de fibras motoras y por lo tanto la probabilidad de detectar bloqueo de conducción. (34) El bloqueo de conducción puede ser también distal y por lo tanto reconocido sólo retrospectivamente en estudios seriados mostrando aumento de la amplitud distal después del tratamiento. (35)


Evolución y Respuesta al Tratamiento.

En este caso, la terapia con inmunoglobulina intravenosa periódica fue comenzado una vez que el diagnóstico fue confirmado. Dado que el paciente era un pianista, utilizando el control motor fino de sus manos, hizo fácil el monitoreo de los efectos del tratamiento en base a su capacidad funcional. Después de 8 meses de terapia con inmunoglobulina intravenosa, la función motora había mejorado, pero la limitación funcional era todavía prominente (Figura 2) La evaluación electrofisiológica mostró desarrollo de nuevos bloqueos de conducción, tales como  en el segmento proximal del nervio cubital izquierdo, aunque el mejoramiento de la conducción motora fue notado en otros nervios, tales como el mediano derecho. Debido a esto, se comenzó con ciclofosfamida por vía oral a una dosis de 100 mg por día que se agregó a la terapia intravenosa con inmunoglobulina. Mientras el paciente estaba recibiendo la terapia combinada durante los siguientes 2 años, un mejoramiento progresivo en la función motora fue objetivado (Figura 3). Las remisiones son excepcionales en esta enfermedad y el paciente probablemente requerirá tratamiento de mantenimiento. 


Figura 3. Estudios Electrofisiológicos Durante el Tratamiento.
El estudio de conducción inicial del nervio mediano muestra bloqueo de conducción (izquierda). Hubo mejoramiento parcial en las fibras motoras del mediano derecho durante el tratamiento con inmunoglobulina intravenosa sola (centro), con un aumento en la amplitud distal pero un bloqueo persistente de conducción proximal. Después del agregado de ciclofosfamida, todas las variables de conducción volvieron a lo normal y el bloqueo de conducción se resolvió (derecha).


En resumen,  tomar conciencia de la posibilidad del diagnóstico de neuropatía motora multifocal con bloqueo de conducción en un síndrome de neurona motora inferior debe disparar estudios extensos de la conducción, que incluya segmentos proximales de fibras motoras y el testeo después de contracción voluntaria máxima de los músculos distales. (36)
En un número de enfermedades mediadas por anticuerpos, rituximab, el anticuerpo anti-CD20 ha mostrado ser efectivo. Ha habido reportes anecdóticos con la utilización de rituximab en estos pacientes, pero no se la considera una terapia standard en este momento. (37,38)



Diagnóstico Anatómico: 
Neuropatía motora multifocal con bloqueo de conducción.



Conclusiones del Caso.

Jean-Martin Charcot (1825-1893) fue un neurólogo y profesor de anatomía patológica.  Ha sido llamado “el fundador de la neurología moderna”. La enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, y la esclerosis lateral amiotrófica llamada antiguamente enfermedad de Charcot son algunos de los epónimos con los que su nombre ha quedado definitivamente acuñado en los libros de texto de medicina interna  y neurología.


Jean-Martin Charcot (1825-1893)

Trabajando en el Hospital de la Pitié-Salpêtrière en París por más de 33 años, su fama y reputación cundió por toda Europa y fue así que tuvo como discípulos a : Sigmund Freud, Joseph Babinski, Pierre Janet, William James, Pierre Marie, Albert Londe, Charles-Joseph Bouchard, Georges Gilles de la Tourette,  Alfred Binet y Albert Pitres. Charcot bautizó con el epónimo de síndrome de Tourette  al síndrome caracterizado por tics motores y fónicos, en honor a su estudiante, Georges Gilles de la Tourette.
Charcot fue el primero en describir la esclerosis múltiple llamándola esclerosis en placas. Describió los tres signos de la esclerosis múltiples hoy conocidos como triada 1 de Charcot: temblor, nistagmo y palabra escandida. También describió un trastorno conocido como articulación de Charcot o artropatía de Charcot, un cuadro degenerativo articular por pérdida de la propiocepción. Fue el primero en describir la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, y casi simultáneamente descripta por Pierre Marie, su residente, y el Inglés   Howard Henry Tooth, también llamada atrofia lateral peronea. Charcot fijó las pautas para el estudio de la enfermedad de Parkinson, en la que discriminó entre los componentes de rigidez, debilidad, y bradiquinesia. Llamó a esta enfermedad parálisis agitante, antes de que recibiera su nombre definitivo en honor del Inglés James Parkinson. La arteria lentículo-estriada es llamada la arteria de Charcot, por las investigaciones anatomopatológicas que realizó en cerebros sobre todo de pacientes con hipertensión arterial y aterosclerosis cerebral. También en dicha arteria describió los microaneurismas, sustratos anatómicos del sangrado cerebral hipertensivo. Dichos microaneurismas son conocidos hoy como de Charcot-Bouchard. Los cristales de Charcot-Leyden producidos por lisis de eosinófilos en enfermedades alérgicas son populares en la cultura médica.
Charcot es más conocido aún por sus trabajos en hipnosis e histeria, de donde son recordados aún sus controversias con Hippolyte Bernheim, un neurólogo de gran prestigio por ese entonces.

(Figura) “Une leçon clinique à la Salpêtrière”. Una clase de neurología del genial Maestro frente a un caso de histeria.

La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una entidad descripta por Charcot al final del siglo XIX. Charcot utilizó este trastorno como ejemplo prototípico del poder de su método de investigación llamado "méthode anatomoclinique." Que consistía en examinar minuciosamente los casos clínicos a los que posteriormente sometía a autopsias, y con el cual demostró cómo las lesiones anatómicas en el sistema nervioso central pueden ser determinados en forma precisa por la presencia de signos clínicos cuidadosamente analizados en vida del paciente. Precisamente él observó en la autopsia de los pacientes que fallecían de ELA, en el área dorsolateral de la médula espinal, la región que contiene el haz piramidal cruzado o lateral, un endurecimiento a la palpación a lo largo de todo el trayecto, que impresionaba como gliótico o esclerótico, y de allí el nombre de la enfermedad.
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrig después de que el famoso beisbolista de los Yankees de Nueva York muriera por por la enfermedad, es el gran diagnóstico diferencial del caso presentado en este ateneo.
La ELA tiene una incidencia de uno a tres casos por 100.000 habitantes/año, y su característica saliente o que podríamos llamar “marcadora” es la combinación de síntomas y signos  de neurona motora superior e inferior. Es así como hallazgos típicos de neurona motora superior como espasticidad, hiperreflexia, y respuesta plantar extensora (signo de Babinski) se asocian a la atrofia, y a las fasciculaciones propias del compromiso de la neurona motora inferior. Cuando esta combinación sindromática está presente, el diagnóstico de ELA no tiene demasiadas dificultades si son descartadas las compresiones a nivel del agujero magno (meningiomas), o la mielopatía cervical espondilótica, casi todas las cuales son excluidas del diagnóstico diferencial por las imágenes.
Existe un espectro de enfermedades llamadas de neurona motora dentro del cual está la ELA que es a su vez la más frecuente. Ese espectro de enfermedades incluye a la atrofia muscular progresiva o atrofia muscular espinal, a la que algunos expertos la incluyen como variante de ELA, pero que tiene compromiso exclusivo de neurona motora inferior, y un pronóstico y sobrevida levemente mejor que la ELA clásica. Algunos pacientes nunca presentan compromiso de neurona motora superior pero algunos lo hacen tardíamente, y son entonces clasificados como ELA de inicio en neurona motora inferior. La sobrevida promedio de la atrofia muscular progresiva es de 56 meses. La esclerosis lateral primaria es un cuadro caracterizado por compromiso de neurona motora superior. Tiene progresión más lenta que la ELA, con ausencia de compromiso de neurona motora inferior tanto clínica como electromiográficamente en los primeros cuatro años de enfermedad. Aunque algunos pacientes no experimentan nunca compromiso de neurona motora inferior, la mayoría sí lo hace, aunque tardíamente en su curso clínico, y a estos se los llama ELA de inicio en neurona motora superior. La parálisis bulbar progresiva es otra variante del espectro de las enfermedades de neurona motora que combina signos y síntomas de neurona motora superior e inferior pero a nivel de los nervios craneano. Se la llama ELA  de comienzo bulbar. El síndrome de diplejía braquial (flail arm syndrome), se refiere a una variante clínica atípica de ELA, que se define como una alteración de la neurona motora inferior de las extremidades superiores, sin una complicación funcional significativa de otras regiones Figura.



Figura A. Paciente de 54 años con síndrome de diplejía braquial que le causa profunda debilidad en los brazos. Existe distribución simétrica y compromiso de la musculatura proximal. 
Figura B un patrón muy similar en un paciente con atrofia muscular progresiva.

El síndrome de diplejía crural (flail leg syndrome), también llamado variante seudopolineurítica de la ELA/enfermedad de neurona motora, se caracteriza por debilidad muscular y atrofia de inicio distal en piernas.  Por último, existe el llamado síndrome ELA-plus, nombre que se da a un trastorno que junto a signos y síntomas de ELA, presentan otros trastornos neurodegenerativos en otros territorios como demencia frontotemporal, insuficiencia autonómica, parkinsonismo, parálisis supranuclear, y/o alteraciones sensitivas.
La neuropatía motora multifocal (NMM)  con bloqueo de conducción, es un raro trastorno caracterizado como se dijo antes por afectación desmielinizante de los nervios periféricos. El diagnóstico diferencial más fuerte que se presentó en este caso fue con la enfermedad de neurona motora inferior o atrofia muscular progresiva. Esta dificultad diagnóstica se plantea porque a veces las enfermedades de neurona motora carecen de signos o síntomas de neurona motora superior, o estos son tan sutiles que no se los puede objetivar clínicamente. Por otro lado, puede pasar que las enfermedades de neurona motora tengan tal grado de atrofia que impidan evidenciar los signos de liberación piramidal. En ese sentido, como se dijo, la estimulación magnética transcraneal es un método diagnóstico moderno que puede arrojar luz en estos casos, detectando enfermedad del tracto piramidal hasta ese momento ignorada. Finalmente el bloqueo de conducción en nervios periféricos, como expresión de desmielinización segmentaria en la electromiografía, evidenciado después de algunas dificultades técnicas que fueron sobradamente explicadas en este ejercicio, logró certificar el diagnóstico.
Debemos conocer esta entidad, y plantearla como diagnóstico diferencial en todo paciente con debilidad que afecta principalmente brazos y manos sin compromiso sensitivo, es decir con diplejía o diparesia braquial, aunque puede también afectar miembros inferiores. Usualmente el compromiso motor es en territorios correspondientes a nervios periféricos por lo cual es parcelar o en parches, a diferencia de la ELA. Las fasciculaciones pueden estar presentes pero no con la prevalencia y la intensidad de la ELA, y finalmente la presencia de anticuerpos anti GM1 y el bloqueo de conducción motor en el EMG ayudan a cerrar el diagnóstico definitivo.



CASE RECORDS OF THE MASSACHUSETTS GENERAL HOSPITAL
Fuente
From the McKnight Brain Institute and the Department of Neurology, University of Florida — both in Gainesville (W.J.T.); and the Department of Neurology, Massachusetts General Hospital and Harvard Medical School — both in Boston (D.C.).

1. Geoghegan JM, Clark DI, Bainbridge LC, Smith C, Hubbard R. Risk factors in carpal tunnel syndrome. J Hand Surg [Br] 2004;29:315-320. [CrossRef][Medline]
2. Chamberlain MA, Bruckner FE. Rheumatoid neuropathy: clinical and electrophysiological features. Ann Rheum Dis 1970;29:609-616. [Free Full Text]
3. Brooks BR. El Escorial World Federation of Neurology criteria for the diagnosis of amyotrophic lateral sclerosis. J Neurol Sci 1994;124:Suppl:96-107. [CrossRef][ISI][Medline]
4. Triggs WJ, Menkes D, Onorato J, et al. Transcranial magnetic stimulation identifies upper motor neuron involvement in motor neuron disease. Neurology 1999;53:605-611. [Free Full Text]
5. Younger DS, Rowland LP, Latov N, et al. Motor neuron disease and amyotrophic lateral sclerosis: relation of high CSF protein content to paraproteinemia and clinical syndromes. Neurology 1990;40:595-599. [Free Full Text]
6. Monani UR. Spinal muscular atrophy: a deficiency in a ubiquitous protein; a motor neuron-specific disease. Neuron 2005;48:885-896. [CrossRef][ISI][Medline]
7. Kennedy WR, Alter M, Sung JH. Progressive proximal spinal and bulbar muscular atrophy of late onset: a sex-linked recessive trait. Neurology 1968;18:671-680. [Free Full Text]
8. Stögbauer F, Young P, Kuhlenbäumer G, De Jonghe P, Timmerman V. Hereditary recurrent focal neuropathies: clinical and molecular features. Neurology 2000;54:546-551. [Free Full Text]
9. Pestronk A, Cornblath DR, Ilyas AA, et al. A treatable multifocal motor neuropathy with antibodies to GM1 ganglioside. Ann Neurol 1988;24:73-78. [CrossRef][ISI][Medline]
10. Nobile-Orazio E, Cappellari A, Priori A. Multifocal motor neuropathy: current concepts and controversies. Muscle Nerve 2005;31:663-680. [CrossRef][ISI][Medline]
11. Nobile-Orazio E. Multifocal motor neuropathy. J Neuroimmunol 2001;115:4-18. [CrossRef][ISI][Medline]
12. van Schaik IN, Bouche P, Illa I, et al. European Federation of Neurological Societies/Peripheral Nerve Society guideline on management of multifocal motor neuropathy. Eur J Neurol 2006;13:802-808. [CrossRef][ISI][Medline]
13. Olney RK, Lewis RA, Putnam TD, Campellone JV Jr. Consensus criteria for the diagnosis of multifocal motor neuropathy. Muscle Nerve 2003;27:117-121. [CrossRef][ISI][Medline]
14. Kornberg AJ, Pestronk A. Chronic motor neuropathies: diagnosis, therapy, and pathogenesis. Ann Neurol 1995;37:Suppl 1:S43-S50. [CrossRef][Medline]
15. van Schaik IN, Bossuyt PM, Brand A, Vermeulen M. Diagnostic value of GM1 antibodies in motor neuron disorders and neuropathies: a meta-analysis. Neurology 1995;45:1570-1577. [Free Full Text]
16. Holloway RG, Feasby TE. To test or not to test? That is the question. Neurology 1999;53:1905-1907. [Erratum, Neurology 2000;54:539.] [Free Full Text]
17. Pestronk A, Choksi R. Multifocal motor neuropathy: serum IgM anti-GM1 ganglioside antibodies in most patients detected using covalent linkage of GM1 to ELISA plates. Neurology 1997;49:1289-1292. [Free Full Text]
18. Taylor BV, Wright RA, Harper CM, Dyck PJ. Natural history of 46 patients with multifocal motor neuropathy with conduction block. Muscle Nerve 2000;23:900-908. [CrossRef][ISI][Medline]
19. Van den Berg-Vos RM, Franssen H, Wokke JH, Van den Berg LH. Multifocal motor neuropathy: long-term clinical and electrophysiological assessment of intravenous immunoglobulin maintenance treatment. Brain 2002;125:1875-1886. [Free Full Text]
20. Vucic S, Black KR, Chong PS, Cros D. Multifocal motor neuropathy: decrease in conduction blocks and reinnervation with long-term IVIg. Neurology 2004;63:1264-1269. [Free Full Text]
21. Feasby TE, Brown WF, Gilbert JJ, Hahn AF. The pathological basis of conduction block in human neuropathies. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1985;48:239-244. [Free Full Text]
22. Kaji R, Oka N, Tsuji T, et al. Pathological findings at the site of conduction block in multifocal motor neuropathy. Ann Neurol 1993;33:152-158. [CrossRef][ISI][Medline]
23. Taylor BV, Dyck PJ, Engelstad J, Gruener G, Grant I. Multifocal motor neuropathy: pathologic alterations at the site of conduction block. J Neuropathol Exp Neurol 2004;63:129-137. [ISI][Medline]
24. Kaji R, Bostock H, Kohara N, Murase N, Kimura J, Shibasaki H. Activity-dependent conduction block in multifocal motor neuropathy. Brain 2000;123:1602-1611. [Free Full Text]
25. Katz JS, Wolfe GI, Bryan WW, Jackson CE, Amato AA, Barohn RJ. Electrophysiologic findings in multifocal motor neuropathy. Neurology 1997;48:700-707. [Free Full Text]
26. Ghosh A, Busby M, Kennett R, Mills K, Donaghy M. A practical definition of conduction block in IvIg responsive multifocal motor neuropathy. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2005;76:1264-1268. [Free Full Text]
27. Chaudhry V, Swash M. Multifocal motor neuropathy: is conduction block essential? Neurology 2006;67:558-559. [Free Full Text]
28. Triggs WJ, Cros D, Gominak SC, et al. Motor nerve inexcitability in Guillain-Barré syndrome: the spectrum of distal conduction block and axonal degeneration. Brain 1992;115:1291-1302. [Free Full Text]
29. Vucic S, Dawson K, Sun D, Cros D. Pure motor mononeuropathy with distal conduction block: an unusual presentation of multifocal motor neuropathy with conduction blocks. Clin Neurophysiol 2004;115:2323-2328. [ISI][Medline]
30. Attarian S, Azulay JP, Verschueren A, Pouget J. Magnetic stimulation using a triple-stimulation technique in patients with multifocal neuropathy without conduction block. Muscle Nerve 2005;32:710-714. [CrossRef][ISI][Medline]
31. Chaudhry V, Corse A, Skolasky RL Jr. Surface electromyographic recording of volitional activity: a technique to detect partial motor conduction block. Muscle Nerve 2003;27:590-594. [CrossRef][ISI][Medline]
32. Delmont E, Azulay JP, Giorgi R, et al. Multifocal motor neuropathy with and without conduction block: a single entity? Neurology 2006;67:592-596. [Free Full Text]
33. Katz JS, Barohn RJ, Kojan S, et al. Axonal multifocal motor neuropathy without conduction block or other features of demyelination. Neurology 2002;58:615-620. [Free Full Text]
34. Vucic S, Kiernan MC. Novel threshold tracking techniques suggest that cortical hyperexcitability is an early feature of motor neuron disease. Brain 2006;129:2436-2446. [Free Full Text]
35. Vucic S, Palmer W, Cros D. Radiculoplexopathy with conduction block caused by acute Epstein-Barr virus infection. Neurology 2005;64:530-532. [Free Full Text]
36. Nodera H, Bostock H, Izumi Y, et al. Activity-dependent conduction block in multifocal motor neuropathy: magnetic fatigue test. Neurology 2006;67:280-287. [Free Full Text]
37. Pestronk A, Florence J, Miller T, Choksi R, Al-Lozi MT, Levine TD. Treatment of IgM antibody associated polyneuropathies using rituximab. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2003;74:485-489. [Free Full Text]
38. Rüegg SJ, Fuhr P, Steck AJ. Rituximab stabilizes multifocal motor neuropathy increasingly less responsive to IVIg. Neurology 2004;63:2178-2179. [Free Full Text]


 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cuando ir por el oro no es una opción...


En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina

Un hombre blanco de 25 años, previamente sano consultó a su clínico por dolor articular difuso y progresivo de dos meses de evolución. Inicialmente el paciente notó dolor en codo izquierdo al despertarse. El dolor rápidamente comprometió ambas rodillas, tobillos, y estos dolores comenzaron a persistir más tiempo durante el día y no ya sólo al despertarse; finalmente se hicieron constantes durante todo el día y se acompañaron de malestar y fatiga generalizada. Un mes después del comienzo del dolor articular, desarrolló rigidez lumbar baja que predominaba al despertarse y mejoraba con la actividad, aumentando nuevamente al finalizar el día. El examen físico no era significativo. La eritrosedimentación era de 20 mm por hora, el recuento de glóbulos blancos era de 4500 células por mm3, y el hematocrito era normal. Los tests para artritis reumatoidea y los anticuepos antinucleares (FAN) eran negativos. Se le aconsejo al paciente que tomara 6 gramos de aspirina diarios con lo cual sus síntomas mejoraron.



Mi primer pensamiento en este paciente es diferenciar entre una fibromialgia y una artritis inflamatoria. El dolor al despertarse evoca proceso inflamatorio, pero la localización inicial en un codo es inusual para artritis reumatoidea. Dado que sus síntomas iniciales no persisten a lo largo de todo el día, y dado que este proceso tiene dos meses de duración, yo descarto una artritis infecciosa, pero sí, considero en cambio una espondiloartropatía tal como la artritis psoriásica o el síndrome de Reiter. Los síntomas después se hicieron poliarticulares comprometiendo predominantemente grandes articulaciones. Yo quisiera saber si había síntomas sistémicos o alguna pista de enfermedades asociadas. Dado que el dolor de la sacroileítis puede mejorar con la actividad, saber  la severidad de los síntomas lumbares bajos antes de levantarse sería de utilidad.

El examen físico aparentemente no mostró evidencias de sinovitis o inflamación articular, pero a veces pueden pasarse por alto signos sutiles. Aunque los estudios serológicos fueron negativos, yo no descartaría todavía artritis reumatoidea, ya que a veces los estudios serológicos pueden ser negativos inicialmente. No obstante, artritis reumatoidea parece improbable especialmente por el examen físico negativo. El recuento de glóbulos blancos está un poco bajo y puede ser sugestivo de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), en el cual la artropatía puede afectar grandes articulaciones o el esqueleto axial con signos clínicos escasos.



Los síntomas recurrieron tres semanas después, mientras el paciente estaba tomando todavía aspirina; fue visto por un reumatólogo, quien estableció que el dolor era más severo en la parte baja de la región lumbar, rodillas, tobillos, codo izquierdo y muñeca izquierda. El paciente no tenía fiebre, pérdida de peso, síntomas oculares, úlceras orales, linfadenopatías, secreción uretral, rash cutáneo, antecedentes de picaduras de garrapatas, alopecia, fotosensibilidad ni fenómeno de Raynaud.  Una revisión de todos los sistemas reveló sólo que el paciente tenía una tos mínimamente productiva desde hacía dos meses.  No había antecedentes familiares de enfermedades articulares ni antecedentes de enfermedades gastrointestinales.



A pesar de la respuesta inicial a la aspirina, el dolor recurrió. La asimetría del dolor en codo izquierdo y en muñeca izquierda argumenta otra vez en contra de artritis reumatoidea. Parece no haber enfermedad inflamatoria intestinal declarada, ni infección gastrointestinal ni genitourinaria como suele verse asociado a muchas espondiloartropatías. La tos mínimamente productiva puede no estar relacionada con el cuadro doloroso articular, pero la infección por mycoplasma puede a veces asociarse a dolor en grandes articulaciones. Sarcoidosis es otra posibilidad, pero yo esperaría más elementos para pensar en ella.



Los signos vitales eran normales. El examen de los ojos era normal. Tenía sinovitis en ambos codos con una leve limitación al movimiento, pero el resto de las articulaciones eran normales. No había lesiones de piel, ni linfadenopatías. Los pulmones se auscultaban claros; el examen cardíaco era normal; no había organomegalias ni dolor abdominal.  El recuento de glóbulos blancos era de 9000/mm3, con un recuento diferencial normal. El hematocrito era de 40 por ciento, y la eritrosedimentación de 12 mm por hora. Los tests de función hepática, el nivel de electrolitos, y la glucosa sérica, calcemia, y uricemia eran normales. Los tests para FAN, y factor reumatoideo, el título de estreptozina, los tests séricos de anticuerpos contra la enfermedad de Lyme, y los tests serológicos para hepatitis B eran todos negativos.  Las radiografías de columna lumbosacra no mostraban evidencias de sacroileítis. 



La sinovitis puede ser un hallazgo sutil, especialmente en los codos, hombros y caderas. La limitación del movimiento me preocupa; uno debe ser capaz de flexionar el codo totalmente, y extenderlo 180 grados o aún más, sin que se produzca dolor articular. Las artralgias solas pueden producir dolor asociado a movimiento articular, pero no deben producir verdadera limitación del movimiento.

La sacroileítis puede ser dificultosa para realizar el diagnóstico. Temprano en el curso de una sacroileítis puede haber una cantidad de síntomas a pesar de una radiografía normal; por otro lado, también puede haber alteraciones radiológicas con pocos síntomas inflamatorios. La eritrosedimentación puede ser normal en una espondiloartopatía. Un centelleograma óseo puede mostrar hipercaptación en la sacroilíaca en forma asimétrica con respecto a la contralateral. Una TC puede detectar cambios corticales tempranos, y es de mucha utilidad si se sospecha sacroileítis.

Si fuera fiebre reumática, que por la forma sería muy improbable, los síntomas articulares serían más migratorios y no tan persistentes. Dolores migratorios también pueden verse en la enfermedad de Lyme, pero usualmente menos articulaciones están afectadas en el mismo momento, y además, este paciente no tenía rash. La hepatitis B sería una posibilidad, especialmente si un rash urticariano estuviera presente. Yo buscaría evidencias de psoriasis, haría un test de VIH, y seguiría muy de cerca de este paciente.  



Cuál es el diagnóstico?


Una Rx de tórax, obtenida por primera vez, reveló adenopatías hiliares y mediastinales con refuerzo del intersticio. Los hallazgos fueron considerados compatibles pero no diagnósticos de sarcoidosis.

La sarcoidosis parece ser el principal diagnóstico en este momento, pero yo estoy preocupado por la posibilidad de infección. La sarcoidosis es después de todo un diagnóstico de exclusión, y su patrón de compromiso articular no es característico. Yo hubiera esperado alguna tendinitis, especialmente si el comienzo es agudo, la mayoría de las veces asociado a fiebre y eritema nodoso.

El resultado de los tests de función pulmonar fueron normales excepto por una reducción de la capacidad de difusión (55 por ciento del valor predicho). El nivel de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) fue de 128 unidades (normal de 10 a 50). El paciente tuvo una PPD negativa pero reaccionó con antígenos control. Se consideró que tenía una artropatía sarcoidótica. Se consideró innecesaria una biopsia transbronquial. Se comenzó tratamiento con indometacina que controló la tos y los síntomas articulares.

Dado los síntomas levemente atípicos yo hubiera llevado a cabo una biopsia para confirmar el diagnóstico de sarcoidosis. No me gustaría enterarme después en la evolución, que este cuadro era un proceso paraneoplásico asociado a enfermedad de Hodgkin.

Dos meses más tarde, se discontinuó la indometacina y el paciente se siguió sintiendo bien. Un mes después, desarrolló sudoración nocturna y febrícula. El clínico descubrió un ganglio cervical posterior, duro de 2 cm de diámetro, que no se encontraba en exámenes previos.

¿Es sarcoidosis o es otra cosa? Yo realmente haría una biopsia en este momento.

Dado la psoibilidad de linfoma, una biopsia escicional del ganglio linfático cervical posterior  fue llevada a cabo.  El resultado de la misma fue: granulomas no caseosos bien formados, consistentes con sarcoidosis.  Se reinició tratamiento con agentes antiinflamatorios no esteroides con lo cual el paciente mejoró nuevamente. El paciente posteriormente fue perdido en el seguimiento.

Comentario.

El complejo rompecabezas de la poliartritis es a menudo inicialmente difícil de resolver, pero el cuadro usualmente se va aclarando con la evolución. Los clínicos de experiencia encuentran pistas en presencia o ausencia de cambios inflamatorios, el compromiso del esqueleto axial o articulaciones periféricas, el tamaño y distribución de las articulaciones afectadas, y la presencia de síntomas asociados o evidencias de enfermedad sistémica. (1,2,3,4,5,6)
Aunque los síntomas de este joven paciente eran sugestivos de proceso inflamatorio, tanto su examen clínico como los resultados iniciales de laboratorio proveyeron poca evidencia de inflamación. (7) Sus síntomas afectaban las articulaciones periféricas y el esqueleto axial. Con pistas relativamente poco específicas, el amplio diagnóstico diferencial comenzó teniendo en cuenta la distribución epidemiológica de las artritis oligoarticulares o poliarticulares en un adulto joven. (8,9) Aunque algunos clínicos pueden en estas situaciones solicitar una batería de tests en “tiro de escopeta”, probablemente esta actitud frente al problema no sea costo efectiva. (2) Si no existe monoartritis, fiebre, síntomas de enfermedad sistémica, trauma, o síntomas neurológicos, estos pacientes son mejor manejados inicialmente con una actitud que podría ser traducida como “inactividad magistral”, o la “genial espera de los maestros” (“Masterly inactivity”,  “Watchful Waiting”). (1)
Cuando los síntomas recurrieron, el paciente fue visto por un reumatólogo quien descubrió el hecho de que la tos había comenzado junto con el dolor articular. Aunque ambos codos mostraban signos de sinovitis, las otras articulaciones todavía no mostraban signos objetivos de inflamación o deformidad, y los tests de laboratorio argumentaban contra la mayoría de las artritis poliarticulares. Aunque los hallazgos radiológicos de adenopatías hiliares bilaterales apuntaban como primer diagnóstico a sarcoidosis, los síntomas clásicos de la enfermedad no estaban presentes. No había adenopatías palpables, eritema nodoso, uveítis, esplenomegalia, hipercalcemia, hiperuricemia o hipergamaglobulinemia.
Aunque el órgano blanco primario son los ganglios linfáticos y el pulmón, la sarcoidosis puede ser una enfermedad multisistémica con presentaciones variadas. (10,11,12,13,14,15) Excepto por los ganglios linfáticos, cada uno de los órganos blanco son afectados en 5 a 25 por ciento de los pacientes. Aunque la sarcoidosis aparece en la lista de los diagnósticos diferenciales de muchas enfermedades, su diagnóstico descansa en la exclusión de otras entidades más serias, tales como linfomas, tuberculosis, histoplasmosis, y coccidioidomicosis. (16)
Establecer el diagnóstico de sarcoidosis ha sido siempre dificultoso, debido a que no existen hallazgos clínicos patognomónicos, ni tests de laboratorio altamente sensibles o específicos. No hay un gold standard; sino más bien diagnóstico de exclusión e inferencia probabilística. (11,16) Los clásicos criterios para el diagnóstico incluyen adenopatías en la Rx de tórax, granulomas no caseosos en la biopsia y la ausencia de evidencia bacteriológica o inmunológica de tuberculosis, lepra, o enfermedad fúngica. (14) Dado que esos hallazgos radiológicos e histológicos pueden ser encontrados en otras enfermedades, aún con los tres elementos mencionados, no puede establecerse con certeza absoluta el diagnóstico de sarcoidosis. Los pacientes con adenopatías hiliares y granulomas no caseosos se encuentran a menudo en situaciones infecciosas o tóxicas.
La probabilidad de sarcoidosis aumenta si una enfermedad  multisitémica muestra un patrón familiar al comienzo o en la evolución. Dado que esos patrones son numerosos y pueden estar presentes sólo parcialmente, la ausencia del complejo signo-sintomatológico no es evidencia en contra del diagnóstico. La presencia de hallazgos o la combinación de hallazgos que son completamente específicos pero relativamente poco sensibles, aumenta notablemente la probabilidad de la enfermedad, pero su ausencia la disminuye muy poco.  Por ejemplo, la combinación de adenopatías hiliares, artritis, y eritema nodoso ocurre en aproximadamente en 2 por ciento de los pacientes con sarcoidosis, pero se ve sólo en 0,02 por ciento de tuberculosis o linfoma. Si el paciente tiene estos hallazgos, la chance (odds) de sarcoidosis aumenta 100 veces (la tasa de verdaderos positivos dividido la tasa de falsos positivos, o sea: 2 por ciento/0,02 por ciento), pero si esos hallazgos están ausentes la chance disminuye sólo por un factor de 0,98 (la tasa de falsos negativos dividido la tasa de verdaderos negativos, o 9sea: 8 por ciento/99,98 por ciento). Dado que sarcoidosis es un diagnóstico que debe ser considerado frecuentemente, los clínicos están habituados a considerarla aún no disponiendo de tests sensibles o específicos. El test de Kveim-Siltzbach (inyección intracutánea de una suspensión de ganglio o bazo sarcoidótico tratado con calor para producir una reacción granulomatosa no caseosa) tiene actualmente sólo interés histórico debido a su variabilidad (la sensibilidad reportada va de 35 a 88 por ciento, y la especificidad de 75 a 99 por ciento), la carencia de un antígeno uniforme, y quizá, la preocupación de inyectar material tisular (aún esterilizado por calor) de un paciente a otro. (12,17) Cuando los nódulos agrandados son  relativamente accesibles, o cuando hay lesiones de piel o conjuntivitis, la biopsia provee una oportunidad diagnóstica única; sin embargo, dado que el compromiso puede ser parcelar, la biopsia a ciegas del escaleno, las biopsias de ganglios cervicales y la biopsia hepática, no son a menudo útiles. (11,12) Las biopsias de pulmón y ganglios mediastinales, más probablemente arrojen resultados positivos, pero son procedimientos que tienen algún riesgo. (11)
El nivel sérico de la enzima convertidora de angiotensina provee información muy útil, pero su sensibilidad es de sólo 60 por ciento. La especificidad de la misma es de 90 por ciento. (12,18) Cuando el complejo sintomático de la enfermedad carece de los elementos de presentación clásica, el valor de la enzima convertidora es casi nulo por su baja sensibilidad.  Un elevado nivel de enzima convertidora aumenta el odds de sarcoidosis por un factor de 6 (la relación de verdaderos positivos sobre los falsos positivos, o en otras palabras 60 por ciento/10 por ciento), pero un nivel normal de enzima convertidora disminuye el odds sólo por un factor de 0,44 (la relación de la tasa de falsos negativos sobre los verdaderos negativos, o en otras palabras 40 por ciento/90 por ciento). El lavado broncoalveolar (buscando células típicas) y el scan con galio 67 del pulmón siguen siendo procedimientos experimentales. (11,12)
Aunque los clínicos que atendieron a este paciente pensaron que la biopsia no era necesaria, cuando el paciente comenzó a presentar fiebre, sudoración nocturna, y aparecieron nuevos ganglios comenzaron a preocuparse.  Los síntomas sistémicos pueden ocurrir en hasta un tercio de los pacientes con sarcoidosis (12,14), y en un número similar de pacientes con linfomas. (19) La aparición de fiebre, especialmente después de suspender la terapia con antiinflamatorios no esteroides, no es un fuerte argumento contra el diagnóstico de linfoma, aunque los sudores nocturnos son preocupantes.  Como pasa muy frecuentemente en estas situaciones, el punto central del problema no es diagnosticar sarcoidosis, sino descartar la posibilidad de linfoma. La probabilidad de sarcoidosis fue mayor de 99 por ciento antes de la biopsia, dado la presencia de artritis, adenopatía hiliar, y elevado nivel de enzima convertidora y una PPD negativa. (20) Con la chance de linfoma por debajo de 1 por ciento, la justificación de llevar a cabo una biopsia en este momento, y no antes, probablemente se fundamentó en la accesibilidad de los órganos comprometidos. La indicación de biopsia por sospecha de linfoma está indicada sólo cuando los beneficios del tratamiento precoz del linfoma, superen los riesgos de la biopsia, así como de la información que la biopsia proveería. (21)Típicamente la sarcoidosis tiene un curso relativamente  benigno, con muchas remisiones espontáneas. (14) Los salicilatos y los antiinflamatorios no esteroides a menudo son suficientes para controlar los síntomas. La enfermedad pulmonar severa, oftalmológica, neurológica, o reumatológica, a veces responde a los corticoides o a la cloroquina.
No existe una prueba gold standard que pueda establecer el diagnóstico con certeza en sarcoidosis; cada característica clínica, de laboratorio, e histológica puede ocurrir en pacientes con otras enfermedades. Tratar a un paciente cuya presentación sugiere sarcoidosis encierra dos tareas. Primero, el clínico continuamente  debe medir la posibilidad de sarcoidosis y compararla con el umbral terapéutico por encima del cual el tratamiento está indicado. El umbral depende de la severidad de las manifestaciones de sarcoidosis en cada momento de la evolución. Segundo, el clínico debe medir la probabilidad de otra enfermedad en el diagnóstico diferencial, y comparar la probabilidad del umbral de testeo para cada enfermedad (esto es la probabilidad por encima de la cual otros tests diagnósticos deben ser utilizados). (21)

Como en la historia de Arthur Conan Doyle de un joven soldado prisionero con el diagnóstico de lepra, que fue liberado cuando Sherlock Holmes hizo el diagnóstico de “pseudolepra”, (14,22) la importancia de la sarcoidosis a menudo descansa en descartar por parte del detective, otras enfermedades más severas.

From the Divisions of Clinical Decision Making and General Internal Medicine, New England Medical Center, Tufts University School of Medicine, Boston.


Conclusiones del Caso.
 
Casi la mayoría de las enfermedades reumatológicas, sean estas primarias, o secundarias presentan cierto grado de dificultad para ser clasificadas inicialmente en forma correcta, mostrándose esquivas a la hora de plantear el diagnóstico. Es la observación reiterada, la solicitud de estudios complementarios que van desde los generales hasta los más específicos, y la ávida búsqueda de pistas muchas veces sutiles, lo que finalmente pone en el rumbo correcto hacia la solución del problema. Excepto en situaciones como las que se mencionó (monoartritis, fiebre, síntomas de enfermedad sistémica, trauma, o síntomas neurológicos asociados), donde esperar y no adoptar conductas activas puede ser ominoso o directamente fatal para el paciente,  no hay que desesperar ni tratar de cerrar prematuramente el caso buscando un rótulo que muchas veces puede caerse a la luz de nuevos hallazgos. Es esa necesidad que tenemos los médicos de poner nombre y apellido a la enfermedad cuando todavía no reunimos suficiente evidencia para ello, lo que hace que  muchas veces debamos rever nuestro apresurado diagnóstico. El llamado “wachtful waiting” de los sajones es una conducta aconsejable en estos casos. Sin embargo aquí se cometió un error imperdonable por omisión. El paciente fue visto por un clínico y por un reumatólogo, interrogado exhaustivamente; se sabe que no tenía fiebre, pérdida de peso, síntomas oculares, úlceras orales, linfadenopatías, secreción uretral, rash cutáneo, ni antecedentes de picaduras de garrapatas (enfermedad de Lyme), alopecia, fotosensibilidad, Raynaud etc. También sabemos que no había antecedentes familiares de enfermedades reumáticas ni gastrointestinales. Sin embargo, a este paciente no se le solicitó una Rx de tórax hasta el final de la evolución! Una Rx de tórax es siempre parte de la rutina en medicina interna, más aún cuando el diagnóstico no está claro. Cuando fue solicitada se encontraron las características adenomegalias hiliares tan sugestivas de sarcoidosis y tan diferentes de las ocasionadas  por los linfomas (figuras), más allá de la elegante explicación ensayada aquí sobre porqué el odds para sarcoidosis era mucho más alto que para enfermedad linfoproliferativa.




Figuras. Adenopatías hiliares simétricas características de sarcoidosis.

Si estas imágenes hubiesen sido analizadas en un contexto de un paciente de 25 años con poliartralgias el diagnóstico hubiese sido por lo menos planteado inicialmente. Ni el clínico ni el reumatólogo plantearon sarcoidosis hasta muy tarde en el curso de la enfermedad, y sólo después de haber visto las imágenes. Es en realidad el radiólogo quien informa: “adenopatías hiliares y mediastinales con refuerzo del intersticio hallazgos compatibles aunque no diagnósticos de sarcoidosis”.
“Cuando ir por el oro no es una opción” (“When Going for the Gold Is Not an Option”), la
forma en que los autores decidieron titular este ejercicio, es en este caso aplicado para reforzar el concepto de que no existe una prueba diagnóstica específica para sarcoidosis (“gold standard”), y que su diagnóstico se apoya principalmente en la exclusión de otras entidades, y por supuesto, con un cuadro clínico compatible. La inferencia probabilística, una forma de herramienta diagnóstica a la que los clínicos nos vamos acostumbrando cada día, fue en este caso de gran ayuda. En este caso se analiza la enzima convertidora de angiotensina en el diagnóstico de sarcoidosis. Esta enzima tiene baja sensibilidad en sarcoidosis (está elevada sólo en 60% de los pacientes), pero en cambio, su especificidad es de 90%. Un valor elevado de la misma como en este caso, aumenta el odds (chance de tener sarcoidosis) 6 veces (relación entre verdaderos positivos sobre falsos positivos, o 60/10). 


En este caso hubo un planteo tardío del diagnóstico correcto probablemente porque la presentación de la enfermedad fue atípica.
La forma de presentación reumatológica de la sarcoidosis incluye dos formas clínicas: el compromiso musculoesquelético, y el síndrome de Logfren. El compromiso musculoesquelético a su vez puede presentarse de tres formas:

 Poliartritis aguda, especialmente en tobillos, y asociado a eritema nodoso y ocasionalmente uveítis.

 Artritis crónica con reabsorción perióstica. Radiográficamente puede aparecer como quistes que pueden mimetizar la artritis reumatoidea, usualmente asociada a curso crónico. (Figura)

 Miositis granulomatosa difusa. Es una complicación infrecuente de la sarcoidosis que indica enfermedad progresiva y mal pronóstico.


Figura. Rx de mano que muestra múltiples quistes en falanges con erosión de la corteza en un paciente con artropatía sarcoidótica crónica. 

El síndrome de Lofgren es la combinación de eritema nodoso, adenopatías hiliares, y poliartralgias migratrices, generalmente asociado a fiebre, que se ve predominantemente en mujeres. Los hombres con sarcoidosis aguda se presentan con signos de artritis bilateral de tobillos pero sin eritema nodoso. En general el síndrome de Lofgren se asocia a buen pronóstico y a remisión espontánea.
En definitiva, este paciente se presentó a la consulta con un cuadro de poliartritis aguda sarcoide sin síndrome de Lofgren ya que le faltaba el eritema nodoso para completar la triada característica de dicha entidad.  Quizás lo que desorientó a los médicos que lo atendieron fue el comienzo como monoartritis de codo a lo que después se agregó compromiso axial (dolor lumbar bajo y rigidez), ya que la artritis sarcoide aguda se presenta generalmente como una oligoartritis simétrica de miembros inferiores, afectando predominantemente ambos tobillos.

Bibliografía.
1. Fries JF. Approach to the patient with musculoskeletal disease. In: Wyngaarden JB, Smith LH Jr, Bennett JC, eds. Cecil textbook of medicine. 19th ed. Philadelphia: W.B. Saunders, 1992:1488-91.
2. Cush JJ, Lipsky PE. Approach to articular and musculoskeletal disorders. In: Wilson JD, Braunwald E, Isselbacher KJ, et al., eds. Harrison's principles of internal medicine. 12th ed. Vol. 2. New York: McGraw-Hill, 1991:1472-5.
3. White RH. General approach to arthritic symptoms: symptom. Fihn SD, McGee SR, eds. Outpatient medicine. Philadelphia: W.B. Saunders, 1992:327-32.
4. Zvaifler NJ. Evaluation of joint complaints. In: Stein JH, ed. Internal medicine. 3rd ed. Boston: Little, Brown, 1990:1721-4.
5. Stevens MB. Rheumatic disease: evaluation of the patient. In: Harvey AM, ed. The principles and practice of medicine. 22nd ed. Norwalk, Conn.: Appleton & Lange, 1988:491-4.
6. Evaluation of the patient with symptoms of rheumatic disease. In: Schumacher HR. Primer of rheumatic diseases. 9th ed. Atlanta: Arthritis Foundation, 1988:51-5.
7. Ballou SP, Kushner I. Laboratory evaluation of inflammation. In: Kelley WN, Harris ED Jr, Ruddy S, Sledge CB, eds. Textbook of rheumatology. 4th ed. Vol. 1. Philadelphia: W.B. Saunders, 1993:671-9.
8. Sergent JS. Polyarticular arthritis. In: Kelley WN, Harris ED Jr, Ruddy S, Sledge CB, eds. Textbook of rheumatology. 4th ed. Vol. 1. Philadelphia: W.B. Saunders, 1993:381-8.
9. Stevens MB. Differential diagnosis of arthritis. In: Harvey AM, ed. The principles and practice of medicine. 22nd ed. Norwalk, Conn.: Appleton & Lange, 1988:535-42.
10. Katz S. Clinical presentation and natural history of sarcoidosis In: Fanburg BL, ed. Sarcoidosis and other granulomatous diseases of the lung. New York: Marcel Dekker, 1983:3-36.
11. Fanburg BL. Sarcoidosis. In: Wyngaarden JB, Smith LH Jr, Bennett JC, eds. Cecil textbook of medicine. 19th ed. Philadelphia: W.B. Saunders, 1992:430-5.
12. Crystal RG. Sarcoidosis. In: Wilson JD, Braunwald E, Isselbacher KJ, et al., eds. Harrison's principles of internal medicine. 12th ed. Vol. 2. New York: McGraw-Hill, 1991:1463-9.
13. Arnold WJ. Sarcoidosis. In: Kelley WN, Harris ED Jr, Ruddy S, Sledge CB, eds. Textbook of rheumatology. 4th ed. Vol. 2. Philadelphia: W.B. Saunders, 1993:1429-34.
14. Sharma OP. Sarcoidosis. Dis Mon 1990;36:474-535.
15. Sarcoidosis. In: Schumacher HR. Primer of rheumatic diseases. 9th ed. Atlanta: Arthritis Foundation, 1988:190-2.
16. Gottlieb JE, Fanburg BL, Pauker SG. A decision analytic view of the diagnosis of sarcoidosis. In: Fanburg BL, ed. Sarcoidosis and other granulomatous diseases of the lung. New York: Marcel Dekker, 1983:349-80.
17. Israel HL. Diagnostic value of the Kveim reaction. In: Fanburg BL, ed. Sarcoidosis and other granulomatous diseases of the lung. New York: Marcel Dekker, 1983:273-86.
18. Fanburg BL. Serum angiotensin 1-converting enzyme in the diagnosis and determination of activity of sarcoidosis. In: Fanburg BL, ed. Sarcoidosis and other granulomatous diseases of the lung. New York: Marcel Dekker, 1983:263-72.
19. Glick JH. Hodgkin's disease. In: Wyngaarden JB, Smith LH Jr, Bennett JC, eds. Cecil textbook of medicine. 19th ed. Philadelphia: W.B. Saunders, 1992:955-63.
20. Carr PL, Singer DE, Goldenheim P, Bernardo J, Mulley AG. Noninvasive testing of asymptomatic bilateral hilar adenopathy. J Gen Intern Med 1990;5:138-146.[Medline]
21. Pauker SG, Kassirer JP. The threshold approach to clinical decision making. N Engl J Med 1980;302:1109-1117.[Abstract]
22. The adventure of the blanched soldier. In: Doyle AC. The complete Sherlock Holmes. Garden City, N.Y.: Doubleday, 1930:1000-12.

lunes, 5 de marzo de 2012

Mujer de 44 Años con Lesiones Ulcerosas, Dolorosas, y Generalizadas en Piel.


Una mujer de 44 años se internó en un hospital debido a lesiones cutáneas ulceradas generalizadas y dolorosas.

La paciente había estado bien excepto por un eccema que había presentado hasta 4 años antes de esta internación, momento en que aparecieron erosiones en el cuero cabelludo, seguido por erupción papular generalizada. Se le prescribió dipropionato de betametasona y cefalexina sin mejoría. El examen por un dermatólogo, 2 años antes de esta internación reveló alopecia cicatrizal y múltiples placas en tronco y brazos. El examen histopatológico de dos lesiones en el brazo izquierdo fueron informadas como dermatitis liquenoide hipertrófica con eosinofilia. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. El test de la banda lúpica y los tests para el virus de la inmunodeficiencia humana, el virus de la hepatitis B, y hepatitis C fueron negativos. Durante los seis meses siguientes fue tratada con corticoides tópicos y prednisona oral e hidroxicloroquina, tacrolimus tópico, cefalexina, y fotoquimioterapia con psoralenos y luz ultravioleta A; todo ello le produjo alguna mejoría. Dos años antes de la admisión, desarrolló lesiones eritematosas en la cara y en el párpado inferior izquierdo que le produjeron dificultad para cerrar ese ojo, así como una sequedad que la obligaba a usar lágrimas artificiales y ungüentos con eritromicina por infecciones recurrentes.


Catorce meses antes de la internación actual la paciente concurrió al servicio de dermatología del hospital. En el examen había pápulas dolorosas, placas y nódulos de 3 a 6 cm de diámetro distribuidas difusamente sobre la piel de la cara, tronco, brazos y piernas; algunas eran eritematosas y su apariencia iba desde aspecto liquenoide hasta hipertróficas a verrugosas (Figuras 1 A y 1 B). Varias lesiones en la mejilla izquierda tenían erosiones centrales. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Los tests para anti-DNA de doble cadena, y anti-Smith, anti-Ro, anti-La, anti-Jo, y anti-Scl-70 fueron negativos, lo mismo que el factor reumatoideo. Tacrolimus tópico para la cara dos veces por día, y clobetasol tópico en crema para el resto del cuerpo fueron prescriptos. El examen anatomopatológico de una biopsia de una lesión verrugosa en el muslo derecho y una gran lesión en la parte inferior de la pierna izquierda arrojaron como diagnóstico carcinoma espinocelular invasivo bien diferenciado. Se comenzó con isotretinoína (20 mg por día) por vía oral. Algunas de las lesiones disminuyeron de tamaño; el paciente presentó boca seca, anorexia y pérdida de cabello, pero aún así continuó el tratamiento.





Figura 1. Aspecto de la piel.

En la presentación 14 meses antes de la actual internación había placas verrugosas y nódulos hiperqueratósicos dispersos en ambos brazos (Panel A) y ambas piernas (Panel B). En la actual internación había placas anulares eritematosas coalescentes con ulceración central en las piernas (Panel C) y a lo largo de la cabeza, cuello y tórax (Panel D), con placas ulceradas anulares coalesciendo sobre el tórax y abdomen (Panel D inserto). 




Diez meses antes de la internación un examen de rutina no mostró grandes cambios en el aspecto de la mayoría de las lesiones. Había una placa eritematosa, saniosa de 4 o 5 cm de diámetro debajo de la mama izquierda, así como una lesión rezumante costrosa de 2 cm de diámetro sobre el borde externo del deltoides izquierdo. Se le prescribió mupirocina tópica para la lesión del deltoides. Se recomendó una biopsia de la lesión inframamaria pero la paciente no aceptó.

Ocho meses antes de la admisión, un reumatólogo consultado no encontró evidencias de sinovitis, miositis o acrosclerosis. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. La dosis de isotretinoina se aumentó a 40 mg por día. El examen anatomopatológico de la biopsia de una lesión nueva en el lado derecho del abdomen mostró otra vez carcinoma de células escamosas. Un test para papilomavirus humano (HPV) fue negativo. Durante los siguientes tres meses varias lesiones se sobreinfectaron; se prescribió cefalexina, y posteriormente tetraciclina después que se cultivara Staphylococcus aureus de una lesión. La paciente discontinuó el uso de isotretinoina debido a piel seca y ausencia de mejoría.

Tres meses antes de la internación, en el contexto de placas hiperqueratósicas verrugosas refractarias a múltiples tratamientos se recibió un test de anticuerpos antinucleares positivo (patrón moteado dilución 1:640), y un test positivo de anti-ribonucleoproteína. Se comenzó un tratamiento con micofenolato mofetil. Dos semanas más tarde las lesiones impresionaban como levemente mejoradas; sin embargo, 2 semanas después de eso, aparecieron nuevas placas anulares, eritematosas, y dolorosas en cuello y tórax. Durante las siguientes  3 semanas desarrolló nuevas placas necróticas, que presentaban ulceración negra central y exudado purulento por lo que fue remitida para internación.

En el examen en el hospital, la paciente tenía un eritema inflamatorio periorbitario izquierdo, ectropion, lagoftalmos, y queratopatía por exposición. Había placas anulares, infiltrativas ovales, eritematosas que dolían, en tórax, abdomen y región dorsolumbar, brazos, pierna derecha, y respetaban el cuero cabelludo, palmas y plantas. Las lesiones estaban en varios estadios de evolución, y diferían de los nódulos hiperqueratósicos que estaban todavía presentes predominantemente en las piernas. Una tomografía computada tóraco-abdómino-pélvica demostró linfadenopatías axilares bilaterales e inguinales de tamaño en el límite normal superior.  Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1.  El examen anatomopatológico de una muestra de biopsia de piel del abdomen mostró espongiosis epidérmica y una dermatitis de interfase con numerosos eosinófilos interpretado como compatible con reacción de hipersensibilidad. En los cultivos de piel creció S. aureus meticilino sensible y Pseudomonas aeruginosa. Se discontinuó micofenolato mofetil, se comenzó con levofloxacina, y un plan de descenso paulatino de la dosis de prednisona oral; se prescribió sulfato de morfina para control del dolor. La paciente fue dada de alta a su domicilio el 11º día de internación con un plan de visitas de enfermeras en su casa para curación de heridas, y seguimiento por consultorio externo de dermatología.

Diez días más tarde, nuevas lesiones eritematosas aparecieron en tronco brazos y piernas; se hizo diagnóstico de dermatitis por hipersensibilidad a la levofloxacina. Se suspendió el antibiótico y se comenzó con mupirocina tópica en las lesiones ulceradas. Algunas de las lesiones ulceradas se aplanaron y se cubrieron de costras  en las siguientes 2 semanas, pero la mayoría persistieron; un dolor severo, constante en las lesiones, que requerían narcóticos para control analgésico. Un test de pelo y uña para investigación de arsénico fue negativo. Tres semanas después del alta, apareció fiebre (máxima de 38ºC), y drenaje purulento de varias lesiones. En los cultivos de pus de las mismas desarrolló S. aureus y P. aeruginosa; una semana más tarde, la temperatura aumentó a 38,3ºC por lo que la paciente fue reinternada.

Un diagnóstico de eccema se había realizado a los 24 años; el mismo, afectaba la mayor parte de su cuerpo, respetaba la cara, y era pero en invierno, tratado intermitentemente con tacrolimus y corticosteroides. La paciente tenía antecedentes de migrañas, ansiedad, y depresión. Trabajaba como secretaria, vivía con su novio, había tenido un aborto espontáneo en el tercer trimestre y no tenía hijos. Estaba recibiendo un subsidio por discapacidad debido a su enfermedad; fumaba medio paquete de cigarrillos por día excepcionalmente tomaba alcohol, y no usaba drogas ilícitas. Había viajado al este de los EEUU y no tenía exposiciones a animales. Su madre había muerto de cáncer de pulmón; se desconocía sobre la salud de su padre. Era alérgica a la penicilina. Las medicaciones que estaba recibiendo en el momento de la internación eran prednisona 50 mg por día, oxicodona, sulfato de morfina de liberación lenta, zinc, lorazepan, citalopram, alendronato, gabapentin, eritromicina gel y mupirocina.




Tabla 1. Resultado de los Tests de Laboratorio.

En el examen físico la paciente estaba alerta e impresionaba como muy enferma, lloraba, y presentaba dolor intenso. La temperatura era de 38,3ºC, el pulso de 105 por minuto, la presión arterial de 122/57 mm Hg, la respiración de 16 por minuto, y la saturación de oxígeno de 94% mientras respiraba aire ambiente. Presentaba placas cutáneas ulceradas anulares confluentes y generalizadas de hasta varios centímetros de diámetro (Figura 1C y 1D), que cubrían 60 a 70% de la superficie corporal. Las placas estaban más inflamadas, eran más numerosas y más gruesas que dos semanas antrás. Había múltiples pápulas hiperqueratósicas de 0,5 cm de diámetro predominantemente en piernas. Drenaba material purulento de las úlceras en el lado izquierdo del cuello, mama derecha, y talón derecho. Había inflamación periorbitaria y eritema. Había edema 2+ en ambas piernas. El resto del examen era normal. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Se comenzó con cefepime y vancomicina por vía intravenosa.

Se llevó a cabo un procedimento diagnóstico.



Diagnóstico Diferencial.

Esta mujer con antecedentes de eccema, pápulas y nódulos cutáneos hiperqueratósicos y verrugosos, con muestras de biopsias interpretadas como carcinoma de células escamosas. La paciente había sido tratada con agentes tópicos y sistémicos sin mejoría; las lesiones parecieron responder a micofenolato mofetil pero al cabo de un mes de tratamiento, aparecieron nuevas lesiones de aspecto de placas y nódulos anulares ulcerados. Los tests de laboratorio demostraron la presencia de anticuerpos antinucleares y antiribonucleoproteínas, anemia leve, leucocitosis, y trombocitosis. 

Este complejo caso propone varias preguntas. Primero: ¿existen explicaciones alternativas a la interpretación de las lesiones que fueron diagnosticadas de carcinoma de células escamosas en la biopsia? Segundo: ¿las manifestaciones cutáneas, son un único proceso, o existen varios procesos? Finalmente: si son varios procesos, ¿están relacionados entre ellos?  



Cuál es el Diagnóstico?


PÁPULO-NÓDULOS HIPERQUERATÓSICOS GENERALIZADOS.

Empezaremos enfocando el diagnóstico diferencial de pápulo-nódulos hiperqueratósicos generalizados (Tabla 2).



Tabla 2. Diagnóstico Diferencial de Pápulo-Nódulos Hiperqueratósicos Generalizados.

Carcinomas Escamosos Diseminados.

Aunque pueden encontrarse múltiples carcinomas escamosos en áreas expuestas al sol en personas inmunocompetentes, la presencia de numerosos tumores (carcinomas de células escamosas), se ve típicamente en inmunosupresión o historia de inflamación crónica que este paciente parece no tener. (1) Más aún, el gran número y la distribución generalizada de las lesiones son inusuales para carcinomas escamosos diseminados.



Queratoacantomas Múltiples.

El queratoacantoma, una lesión de piel de crecimiento rápido y resolución habitualmente espontánea, de aspecto "carcinoma-like", que puede ocurrir en forma diseminada. En la variante hereditaria de Ferguson-Smith, el tumor aparece en la adolescencia y tiene curación espontánea; en la variante de  Grzybowski, cientos de tumores hacen erupción en la edad adulta. (2) Múltiples queratoacantomas han sido reportados en el síndrome de Muir-Torre, en los que pueden estar asociados con cánceres viscerales, particularmente del tracto gastrointestinal. Un diagnóstico de variante de queratoacantomas diseminados de Grzybowski encajaría perfectamente en las características de esta paciente, aunque la ausencia de diagnóstico anatomopatológico de queratoacantomas en reiteradas biopsias argumenta contra esta posibilidad.



Carcinomas Verrugosos.

La naturaleza verrugosa de las lesiones individuales y su conducta relativamente indolente acercan la posibilidad de carcinoma verrugoso. Los carcinomas verrugosos generalmente ocurren en la cavidad oral y laringe, pero pueden ocurrir también en la piel. (3) El HPV y los carcinógenos ambientales (tabaco, tabaco de mascar o betel quid) han sido culpados en muchos casos. Las lesiones pueden ser múltiples, y los hallazgos anatomopatológicos pueden superponerse con los del carcinoma escamoso. Sin embargo, en esta paciente no había evidencias de exposición a carcinógenos (además de sus antecedentes de tabaquismo), los tests para HPV fueron negativos, y las lesiones no respondían al uso de retinoides sistémicos, aunque las dosis eran bajas.  



Lupus Eritematoso.

Algunas formas de lupus pueden resultar en pápulas hiperqueratósicas verrugosas diseminadas. En la variante hipertrófica, gruesas lesiones vegetativas, discoides suelen ocurrir y son resistentes a la radioterapia. En el síndrome de superposición lupus-liquen plano, lesiones muy grandes y gruesas suelen ocurrir en zonas expuestas al sol a menudo pruriginosas y que pueden recordar el prurigo. Otra condición liquenoide, la queratosis liquenoide crónica, se manifiesta por lesiones papulares, nodulares y verrugosas en brazos y piernas. Finalmente hay reportes de carcinomas de células escamosas asentando en el contexto de lupus eritematoso hipertrófico. (4) Aunque el test positivo para anticuerpos antinucleares en esta paciente sugería enfermedad de tejido conectivo, no tenía otros elementos de enfermedad reumatológica relevantes, por lo que sería inusual que tuviese lupus eritematoso sistémico.



Infecciones.

Las causas infecciosas de enfermedades verrugosas incluyen micosis, micobacterias, y aún treponematosis y leishmaniasis. La mayoría de esas lesiones comparten hallazgos anatomopatológicos de hiperplasia seudoepiteliomatosa, que puede mimetizar el carcinoma de células escamosas. Sin embargo, esta paciente no tenía antecedentes de exposición a ninguno de esos organismos  y además, debieran haberse visto granulomas habitados por microorganismos en las biopsias de tejido. El hecho de que las lesiones no progresaran durante la terapia inmunosupresora es también un argumento en contra de infección.



Halógeno derma.

Considerada una respuesta de hipersensibilidad tardía a la exposición a haluros (bromuros, ioduros, fluoruros) las halógeno dermas se manifiestan como erupción pápulonodular acneiforme o placas pustulares. El examen anatomopatológico revela hiperplasia seudoepiteliomatosa y un infiltrado predominantemente neutrofílico con microabscesos y ulceración. En este caso, no existe historia de exposición a haluros, la paciente no tenía lesiones acneiformes pustulares, y la distribución extensa de las lesiones son atípicas para halógeno derma.  



PLACAS Y NÓDULOS ERITEMATOSOS CON ULCERACIÓN.

Dos meses antes de la internación aparecieron nuevas lesiones descriptas como dolorosas, placas y nódulos eritematosos que evolucionaron a necrosis  y ulceración central. Dichas lesiones son claramente distintas de las lesiones verrugosas hiperqueratósicas. La evolución de lesiones verrugosas a placas y nódulos ulcerados despierta la sospecha de linfoma de células-T cutáneo. Debemos entonces considerar la  clasificación de linfoma cutáneo de la organización mundial de la salud y de la organización Europea de investigación y tratamiento del cáncer.



Micosis Fungoides.

Varios aspectos de este caso son atípicos para micosis fungoide, el más común de los linfomas cutáneos de células-T. Primero, la paciente no presentó la evolución típica de máculas a placas, y de placas a tumores. Aunque el eczema reportado en la historia puede haber representado el estadio temprano de la micosis fungoides, las placas queratósicas diseminadas y la rapidez de inicio de la erupción final serían inusuales para ese diagnóstico. Más aún, los hallazgos de micosis fungoides sería raro que se interpretaran como carcinoma de células escamosas.



Trastornos Linfoproliferativos Cutáneos CD 30 +.

Los trastornos linfoproliferativos CD 30 +, incluyendo la papulosis linfomatoide y el linfoma anaplásico de células grandes, son el segundo grupo en importancia de los linfomas de células-T y se manifiestan por pápulo nódulos en la piel. (5,6)La papulosis linfomatoide consiste típicamente en lesiones pápulo necróticas que persisten por semanas a meses y se resuelven espontáneamente, mientras que los linfomas anaplásicos de células-T son nódulos solitarios o tumores que pueden ulcerarse y no retrogradan. En algunos pacientes las lesiones pueden ser multifocales y puede verse la hiperplasia epitelial.



Reticulosis Pagetoide.

La reticulosis Pagetoide es una variante de la micosis funfoides que se manifiesta como una mácula solitaria psoriasiforme o hiperqueratósica que afecta la piel de los acros y es lentamente progresiva a diferencia de este caso. La llamada variante de reticulosis Pagetoide de Ketron-Goodman puede manifestarse como máculas psoriasiformes hiperqueratósicas diseminadas, y nódulos con ulceración; sin embargo, esta variante es hoy considerada como representativa de una entidad diferente, conocida como linfoma de células-T citotóxicas agresivo epidermotropo CD8+. (8)



Linfoma de Células-T Agresivo Epidermotropo CD8+.

Este raro trastorno recientemente reconocido con aproximadamente 30 casos reportados en la literatura se manifiesta por pápulas, nódulos, y tumores (a menudo con necrosis central) y máculas y placas hiperqueratósicas diseminadas. (7,8) Existe diseminación a sitios viscerales (incluyendo pulmón, testículos, sistema nervioso central, y mucosa oral), aunque los ganglios linfáticos habitualmente no están afectados. (9) Este linfoma habitualmente tiene un curso agresivo con una sobrevida media de menos de 3 años. El dramático desarrollo de placas y nódulos ulcerados que dominaron el cuadro de esta paciente durante la internación, son compatibles con linfoma de céluas-T agresivo epidermotropo CD8+




INTERPRETACIÓN DE ESTE CASO.

Se requiere un diagnóstico unificador en este caso que explique las lesiones verrugosas hiperqueratósicas y evolución  nodular y ulcerada posterior. Las lesiones originales pueden haber sido queratoacantomas o carcinomas de células escamosas con un linfoma de células-T desarrollado más tarde en la evolución, posiblemente en el contexto de terapia  inmunosupresora para el carcinoma de células escamosas. Alternativamente las lesiones escamosas pueden ser una forma de hiperplasia seudoepiteliomatosa haciendo pasar por alto un infiltrado linfomatoso temprano, o representando un fenómeno paraneoplásico asociado a un linfoma cutáneo en evolución. Hay entonces que distinguir esntre estas posibilidades. Los hallazgos últimos de esta paciente son más compatibles con linfoma agresivo de células-T citotóxicos epidermotrópicos CD8+, y sospecho que el procedimiento diagnóstico fue otra biopsia de piel.



Diagnóstico Presuntivo.

Linfoma primario agresivo epidermotrófico de células-T citotóxico CD8+.



Discusión Patológica.

Las muestras de biopsia fueron tomadas de una lesión del brazo y de otra lesión de región dorsal, cuello y muslo. Los hallazgos presentaban acantosis epidérmica con marcada espongiosis y formación de vesículas (Figura 2A), un prominente infiltrado epidermotrófico de tamaño medio, células linfoides pleomórficas con núcleos hipercromáticos (Figura 2B), e infiltrados superficiales perivasculares de células atípicas que eran CD3+, CD8+ (Figura 2C), CD7+ (Figura 2D), CD4–, CD25+, y positivas para el receptor β de células-T, antígeno 1 intracelular de células-T, y perforinas (Figura 2D inserto), así como  CD20–, CD2–, CD30–, y CD56–. Numerosos linfocitos T CD4+ estaban también presentes, y eran más numerosos que las células atípicas CD8+, lo que condujo a una interpretación inicial de linfoma T CD4+ consistente con micosis fungoides. En una revisión posterior se reconoció que las células atípicas eran de hecho CD8+. El análisis del gen del receptor de células T por medio de reacción de cadena de polimerasa (PCR) demostró una reorganización clonal que confirmó el diagnóstico de linfoma de células T. Retrospectivamente las células atípicas morfológicamente similares, aunque menores en número, estaban presentes en la muestra de biopsia de la internación previa.





Figura 2. Biopsia de Muestra de Piel Durante la Internación.

Una muestra de una lesión de piel en el abdomen, muestra acantosis epidérmica con espongiosis prominente y formación de vesículas (Panel A, hematoxilina eosina). La epidermis estaba infiltrada por células linfoides de tamaño mediano, células linfoides pleomórficas con núcleos irregulares hipercromáticos (Panel B hematoxilina eosina). Una tinción inmunohistoquímica para CD8 resaltó que la mayoría de los linfocitos atípicos de laepidermis eran positivos (Panel C inmunoperoxidasa). Los linfocitos atípicos expresaban CD3, CD25, receptor β de células T, CD7,  (Panel D), antígeno 1 intracelular de células T, y perforinas (Panel D inserto; inmunoperoxidasa), y eran negativos para CD2, CD4, CD30, CD56, y CD20.





La reevaluación de una biopsia previa de una lesión verrugosa mostró proliferación de células escamosas con hallazgos consistentes en carcinoma de células escamosas (Figura 3); sin embargo, la hiperplasia seudoepiteliomatosa no puede ser descartada. No había evidencia morfológica de linfoma en esa muestra, y el tejido era insuficiente para inmunofenotipación o estudios genético-moleculares para descartar este diagnóstico.


Figura 3.  Biopsia de Piel de Muslo Derecho, 14 Meses Antes de la Actual Internación. (Hematoxilina, eosina).
Hay hiperplasia epidérmica con patrón verrugoso, hiperqueratosis, e inflamación subepidérmica. Hay también leve atipía de células epiteliales (inserto), pero no hay linfocitos intraepiteliales, y los infiltrados dérmicos no contienen células linfoides atípicas.  



Los linfomas de células T cutáneos expresan más a menudo CD4 que CD8, o son negativos para ambos antígenos. Un inmunofenotipo CD8+ puede ser visto en raros casos de micosis fungoides; en 50% de los casos de reticulosis pagetoide; en algunos casos de papulosis linfomatoide, en linfomas de células grandes anaplásico CD30+, y en linfomas T cutáneos de tipo indeterminado; y típicamente en los linfomas de células T paniculitis-like subcutáneos y linfomas agresivos de células T citotóxicos CD8+. (5,6) En micosis fungoides el epidermotropismo es mayor que la espongiosis al revés de este caso. Los linfomas cutáneos de células grandes anaplásicos y la papulosis linfomatoide se caracterizan por infiltrados dérmicos no epidermotrópicos de grandes células T CD30+ con núcleos de forma irregular, nucléolos prominentes y abundante citoplasma. Los casos clasificados como reticulosis pagetoide generalizada en el pasado (variante de Ketron-Goodman), fueran probablemente o linfomas de células T citotóxicos CD8+ o linfomas cutáneos de células T gama/delta.

Los pacientes con linfomas cutáneos de células T gama/delta, se presentan con placas ulceradas generalizadas, nódulos o tumores, particularmente en brazos y piernas. Los infiltrados pueden ser epidermotrópicos, dérmicos, subcutáneos, o a menudo en combinación. Sin embargo, las células tumorales carecen característicamente tanto de células CD4 como CD8, así como receptores β de células T, y son CD56+ en contraste a las células de este caso.

La constelación de hallazgos clínicos, histológicos e inmunofenotípicos en este caso son más compatibles con linfoma de células-T cutáneo agresivo epidermotrópico citotóxico CD8+, (5,6), que se caracteriza por una epidermis acantósica o verrugosa con ulceración y espongiosis, formación de ampollas, y un infiltrado epidermotrópico de tamaño medio a grande de células T pleomórficas con núcleos hipercromáticos e inmunofenotipo CD3+, CD2–,CD4–,CD8+ y CD7+ or CD7– .

La hiperplasia pseudoepiteliomatosa ha sido ocasionalmente reportada en linfomas de células-T cutáneos (10) y puede mimetizar al carcinoma de células escamosas, al queratoacantoma, o a la queratosis seborreica. Las células T neoplásicas pueden expresar factor de crecimiento epidérmico, y factor de crecimiento transformador alfa, ambos de los cuales actúan a través del receptor del factor de crecimiento epidérmico para inducir hiperplasia epitelial. La expresión epidérmica del receptor del factor de crecimiento epidérmico por parte de los queratinocitos es mayor en los linfomas con hiperplasia pseudoepiteliomatosa que en aquellos sin hiperplasia, (11) hallazgo que sugiere un rol del receptor  en el desarrollo de la hiperplasia pseudoepiteliomatosa.



Discusión del Manejo.

La paciente fue tratada con ocho ciclos de quimioterapia que consistió en ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina, y prednisona con soporte de factores de crecimiento (CHOP-14). Todas las lesiones cutáneas desaparecieron rápidamente, pero solamente algunas semanas después del último ciclo, las lesiones recurrieron. La paciente entonces fue tratada con cuatro ciclos más de la misma quimioterapia sin doxorrubicina, lo cual fue seguido de una segunda remisión. En este punto se decidió por un transplante de stem cell periférica alogénico dado que estos linfomas raramente se curen sólo con quimioterapia. (11,12,13)

Cuando se internó para el transplante, la paciente estaba cursando otra recidiva cutánea. Recibió tratamiento con ciclofosfamida 1800 mg/metro cuadrado de superficie corporal, seguida de irradiación corporal total de 14 Gy en siete fracciones de 10 cGy por minuto con protección pulmonar. Luego recibió el transplante de stem cell de sangre periférica de donante no relacionado. La profilaxis de la enfermedad de injerto versus huésped consistió en tacrolimus y metotrexato. Rápidamente después del transplante las lesiones desaparecieron; sin embargo, hubo una descamación corporal total entre los días 14 y 18 después del transplante. El día 24 después de que la piel estuvo curada, desarrolló una eritrodermia difusa; la biopsia de piel mostró enfermedad de injerto versus huésped cutánea aguda. Se le administró prednisona oral (2 mg por kg de peso de peso corporal) con lo cual se resolvió el cuadro.

Durante la disminución de la terapia inmunosupresora, nuevas lesiones de aspecto de placa desarrollaron en la piel del torso, miembros, y cuero cabelludo que ella describió como similares al ecczema que había tenido 20 años atrás (Figura 4).





Figura 4.  Aspecto de la Piel Después del Transplante Alogénico de Médula Ósea.

Tanto las lesiones hiperqueratósicas como los nódulos ulcerados se resolvieron dejando cicatrices. Nuevas lesiones de aspecto de placas incluyendo una en el brazo (inserto) desarrolló después del tratamiento para la enfermedad de injerto versus huésped; una biopsia demostró paraqueratosis y pústulas intracórneas consistentes con psoriasis temprana en evolución sin evidencias de poblaciones neoplásicas de células-T, y las lesiones se resolvieron con corticoides tópicos y antibióticos.

El examen de una biopsia mostró paraqueratosis y pústulas intracórneas compatibles con psoriasis. El análisis por PCR de los genes del receptor de células-T no mostraron evidencias de clones neoplásicos de células-T. Fue tratada con corticosteroides tópicos y antibióticos por sobreinfección, con lo cual las lesiones remitieron gradualmente. Ella está viva actualmente, y no tiene lesiones en piel 17 meses después del transplante de stem-cell periférica.

El hecho de que ambos tipos de lesiones remitieran con quimioterapia para linfoma son sugestivos de que estaban relacionadas. Si un linfoma poco agresivo indolente era responsable de las lesiones crónicas hiperqueratósicas, este se transformó en una forma más agresiva en los dos meses antes de la internación. Los clínicos que la vieron notaron una asociación directa entre la administración de micofenolato mofetil y el desarrollo de las lesiones linfomatosas de piel, por lo que se sospecho que la neoplasia había aparecido en el contexto de inmunosupresión. La dermatosis eczematosa o psoriasiforme que precedió a la actual enfermedad pudo haber sido un proceso autoinmune mediado por células-T el cual proveyó un sustrato para la transformación neoplásica clonal de células-T. Esto podría ser un fenómeno análogo al desarrollo de linfomas de células-B en tejido linfoide asociado a mucosas y la aparición de linfoma de células-T en asociación a enteropatía, en la que la reacción inmune a los antígenos exógenos o autoantígenos provee un contexto en los que la proliferación de células-B o células-T evolucionan a linfomas. (14)



Diagnóstico Anatómico.

Linfoma de células-T cutáneo agresivo epidermotrópico CD8+ citotóxico.

Departments of Dermatology and Pathology, University of Iowa Roy J. and Lucille A. Carver College of Medicine, Iowa City (V.L.); and the Division of Medical Oncology, Dana–Farber Cancer Institute (C.S.C.); the Department of Pathology, Massachusetts General Hospital (A.Z.Y.); and the Departments of Medicine (C.S.C.) and Pathology (A.Z.Y.), Harvard Medical School.




Conclusiones del Caso.

Siempre la interpretación definitiva de un linfoma cutáneo plantea dificultades a la hora de poner nombre y apellido a la entidad. Lógicamente, el advenimiento de la marcación inmunofenotípica de membrana, el análisis molecular y genético, agregan complejidad a la clásica interpretación histológica. A pesar de que la clínica sigue teniendo importancia en el diagnóstico de estas neoplasias, este ejercicio se encargó de demostrar el inestimable valor de los estudios complementarios en la categorización definitiva del trastorno.

La incidencia de los linfomas cutáneos de células T es baja, alrededor de 0,3 casos por cada 100.000 habitantes/año, lo que equivale a una pequeña proporción de los linfomas no Hodgkin.

Un grado mayor de dificultad suman las clasificaciones de entidades como la OMS y la EORTC  (European Organization for Research and Treatment of Cancer), que no se ponen de acuerdo en una sola clasificación. Ambas entidades coinciden sin embargo en lo esencial, que es dividir a las lesiones en indolentes entre las que están la micosis fungoide y sus variantes, y por otro lado los trastornos linfoproliferativos CD30+ y las lesiones agresivas como el síndrome de Sézari y el linfoma cutáneo T de células grandes CD30-.

El tumor que presentó hacia el final de la evolución esta paciente era agresivo y CD30-, pero estaba constituido por  células-T cutáneas agresivas epidermotrópicas CD8+ citotóxico, que es una variante rara de las formas agresivas CD30-, que surgió probablemente como complicación iatrogénica? de un proceso indolente no demostradamente neoplásico que presentaba crónicamente la paciente desde hacía 4 años, consistente en una dermopatía eccematosa psoriasiforme a la que se la trató con inmunosupresores.

Haremos una somera referencia de la micosis fungoide (MF) que es la forma más común de linfoma T cutáneo, a pesar de lo cual es una entidad rara con una incidencia de 0,29 casos/100.000 habitantes/año. Tiene importancia en medicina interna ya que puede confundirse durante mucho tiempo, a veces años, con otras entidades de menor gravedad como la parapsoriasis en placas. En realidad todavía no está firmemente establecida la relación entre parapsoriasis en placas y MF aunque existen fuertes presunciones de que esta exista. Actualmente se reconocen dos variedades de la parapsoriasis en placas una de placas pequeñas y otra de placas grandes. La parapsoriasis de placas pequeñas se caracteriza por placas muy delgadas, discretas, de menos de 5 cm, dispersas por el tronco. Son asintómaticas y están cubiertas por finas escamas muy adheridas Figura.



Parapsoriasis de Placas Pequeñas.

Afecta a individuos de edad media y está caracterizada por lesiones de menos de 5 cm de diámetro. Pueden durar varios meses hasta años y pueden desaparecer espontáneamente. Probablemente sea un proceso reactivo de células T CD4+. Histológicamente muestra un infiltrado perivascular con ligera hiperplasia epidérmica con acantosis e hiperqueratosis, con pequeños focos de paraqueratosis. No hay clonalidad. Parece entonces, consistir en un proceso benigno de tipo inflamatorio que nunca evoluciona a MF.

La parapsoriasis en placas grandes es un proceso inflamatorio crónico y la fisiopatología parece ser un estímulo antigénico crónico o prolongado.  Figura.



Parapsoriasis de Placas Grandes



Se asocia con  un clon dominante de células T que representa hasta el 50% del infiltrado de células T. Si la apariencia histológica es de benignidad sin linfocitos atípicos se hace diagnóstico de parapsoriasis de placas grandes. Si en cambio se ven linfocitos atípicos algunos lo clasifican como linfoma cutáneo de células T. 

El herpes virus humano tipo 8 se ha detectado en 87% de las lesiones de la parapsoriasis  de placas grandes, y el significado de este hallazgo todavía es incierto.

La estimación es que 10 a 30% de los pacientes con parapsoriasis de placas grandes evolucionan a MF.



Micosis Fungoide.

La MF es el más común de los linfomas cutáneos de células T, descripto en 1806 por Alibert, un dermatólogo Francés, quien habló de un trastorno severo en el que grandes tumores necróticos se asemejaban a hongos se presentaban en la piel.  

Puede confundirse durante mucho tiempo con procesos inflamatorios de piel. A veces como dijimos, es precedido por parapsoriasis en placas grandes. Generalmente comienza en la edad adulta aunque hay casos descriptos de comienzo en la adolescencia. Clásicamente se describen tres etapas sucesivas en su evolución: fase de parche, fase de placas y fase tumoral.

Las lesiones iniciales son máculas eritematosas descamativas localizadas en la parte inferior del tronco, glúteos, parte proximal de los muslos, cara interna de brazos, axilas y región submamaria.  Figuras.



Figura. Micosis Fungoide en Estadio Temprano. (Parche)


A veces las lesiones alcanzan los 10 cm de diámetro. Otras veces adoptan un curso intermitente apareciendo y desapareciendo lo cual dificulta su diferenciación con eccema. Un porcentaje variable de pacientes evolucionarán a etapas más avanzadas de la enfermedad caracterizada por la aparición de placas induradas de coloración variable desde rosadas hasta parduscas. Figura.



Figura. Micosis Fungoide en Etapa de Placa.


Los pacientes con evidencias de parches o placas pueden tener también o evolucionar a la etapa tumoral. Estos tumores consisten en nódulos violetas con forma de domo, exofíticos, ulcerados. Figura.



Figura. Fase Tumoral de Micosis Fungoide.



A veces las lesiones tumorales desarrollan de entrada sin pasar por las etapas previas.

La eritrodermia puede verse en cualquier etapa de la enfermedad generalmente acompañado de adenopatías y células neoplásicas circulantes (>1000/mm3). A esto se lo conoce como síndrome de Sézari y se ve en alrededor de 3% de los casos. Cuando hay compromiso de ganglios puede afectarse cualquier órgano pero la extensión a la médula ósea no se ve hasta etapas muy avanzadas de la enfermedad.


Eritrodermia.





Uñas de Sézary.

El pronóstico de la enfermedad depende del estadio, y por ejemplo los pacientes con afectación cutánea exclusiva, de tipo parche (lesiones incipientes) de menos de 10% de la superficie corporal sobreviven más de 15 años. En cambio, la afectación extracutánea es de mal pronóstico, con 40% de sobrevida a 5 años en la afectación ganglionar y 30 meses si hay compromiso visceral.



Histología.

Fase de parches: en esta etapa o de parches hay alteraciones de la arquitectura más que alteraciones citológicas, ya que la atipía de las células linfoides es mínima. Hay infiltrado linfoide que afecta la dermis papilar y la epidermis (Figura).



Figura. Micosis fungoide: imagen característica de una fase inicial con linfocitos dispuestos a lo largo de la unión dermo-epidérmica.






La epidermis puede mostrar hiperplasia psoriasiforme moderada, mientras que en la dermis hay un grado de fibrosis que debe llamar nuestra atención. Los linfocitos se disponen a lo largo de la unión dermo-epidérmica de un modo análogo a una dermatitis de interfase, aunque el cambio vacuolar es prácticamente inexistente. La extensión de células linfoides a la epidermis no se acompaña de espongiosis importante. A pesar de que la atipia citológica no suele ser un dato llamativo, los núcleos de los linfocitos en la epidermis suelen tener mayor tamaño y ser más hipercromáticos que los de los localizados en la dermis.



Fase de placas: conserva las características arquitecturales de la etapa anterior, pero se acentúan de tal manera que debe permitir el diagnóstico de la lesión por criterios estrictamente histológicos. Hay infiltrado linfoide dérmico denso, dispuesto a modo de banda a lo largo de la epidermis, la cual muestra hiperplasia psoriasiforme. El epidermotropismo de las células linfoides es la característica más destacada y los acúmulos de linfocitos intraepidérmicos (microabscesos de Pautrier) son una característica habitual en este momento (Figura).



Figura. Micosis fungoide, fase de placa: marcado epidermotropismo de las células linfoides con los característicos acúmulos intraepidérmicos (microabscesos de Pautrier).



La atipia de las células linfoides puede apreciarse con facilidad y suelen verse diversas proporciones de células con aspecto inmunoblástico, células plasmáticas y eosinófilos, entremezclados con las células linfoides.

Fase tumoral: en este momento el epidermotropismo ya no es una característica llamativa del proceso y se aprecia un denso infiltrado que ocupa la dermis papilar y reticular, que puede desplazar o destruir los anejos cutáneos. Las células linfoides son de tamaño pequeño o intermedio, con núcleos obviamente irregulares. Las células de aspecto blástico no deben superar el 25% del infiltrado, en caso contrario habría que descartar la transformación en un linfoma de alto grado.

La biopsia cutánea en la fase eritrodérmica es particularmente difícil de interpretar ya que el epidermotropismo es relativamente escaso.

Existen múltiples variedades histológicas de micosis fungoide, más o menos bien reconocidas: granulomatosa, folicular, siringotrópica-foliculotrópica, espongiótica, vesículo-bullosa, hipopigmentada, pustular, ulcerativa, papular-liquenoide, verrucosa, asociada a vasculitis y de tipo acantosis nigricans. Como puede deducirse de la gran cantidad de variedades, el aspecto histológico puede apartarse significativamente de la descripción típica que hemos realizado con anterioridad. A continuación revisaremos algunos aspectos de las más relevantes.

La forma granulomatosa se refiere a una variedad histológica caracterizada por la gran abundancia de histiocitos o macrófagos que acompaña al infiltrado linfoide, de forma intersticial o nodular, pero con características clínicas indistinguibles de la MF convencional. Puede ser difícil de diferenciar de la piel laxa granulomatosa, de hecho se han publicado casos que muestran cierta superposición clinico-patológica entre ambas entidades y, en ocasiones, de dermatitis granulomatosas no neoplásicas, al menos desde el punto de vista histopatológico.

Es bien conocido que la afectación anexial de la MF puede producir el cuadro conocido como mucinosis folicular. Actualmente, se tiende a considerar éste como un patrón de reacción tisular y no hay características histológicas bien definidas que permitan diferenciar taxativamente entre una forma primaria y otra asociada a linfoma. El diagnóstico histológico en estos casos debe hacerse valorando la piel interfolicular, aunque hay formas exclusivamente foliculocéntricas, en cuyo caso se ha postulado que la ausencia de una cantidad significativa de mucina intrafolicular sugiere el diagnóstico de la variedad folicular de MF.

Por último, hay que señalar que la MF puede presentarse en la infancia. En esta etapa de la vida la principal diferencia clínica con la MF de adultos radica en la mayor frecuencia de lesiones hipopigmentadas. Histológicamente, se ha descrito un incremento en el número de células de Langerhans intraepidérmicas, sin que se conozca su importancia. El pronóstico no parece diferir de la forma convencional en adultos. Debe prestarse particular atención al diagnóstico diferencial con el linfoma CD30+, algo más habitual en este momento de la vida.



Inmunohistoquímica y biología molecular.

El perfil inmunohistoquímico habitual de las células de la MF es el siguiente: CD2+, CD3+, CD4+, CD5+, CD7-, CD8- y CD45R0+. Rara vez pueden presentarse casos CD4- y CD8+ (24) o CD45RA+ (29). Se ha intentado agrupar como una variedad con características propias a aquellos casos con CD8+ y CD45RA+, que podrían mostrar una presentación clínica inhabitual (erupción generalizada de placas y nódulos) y peor pronóstico, aunque es algo no aceptado en la actualidad.

El estudio del reordenamiento para el receptor de células T (TCR) se ha postulado como una herramienta diagnóstica de utilidad en la MF, vistas las dificultades que presenta el diagnóstico histológico al inicio de la enfermedad. En los últimos años se han publicado diversos estudios sobre el tema y todavía se debate su valor diagnóstico real. La incidencia de reordenamientos monoclonales ha oscilado entre el 50 y el 90% de las biopsias. Hay que señalar diversos aspectos que complican la interpretación de los resultados, como son que se han reseñado reordenamientos clonales en procesos no neoplásicos (papulosis linfomatoide, enfermedad de Mucha-Haberman o psoriasis), que muchos estudios se han llevado a cabo sobre material incluido en parafina y que la mayor parte de ellos emplean el estudio de TCR gamma, cuando el receptor expresado con más frecuencia por las células linfoides tanto neoplásicas como reactivas es el alfa o beta. Además, debe recordarse que la expansión clonal de un grupo celular no implica necesariamente el desarrollo de una neoplasia.



Fuente de “Conclusiones del caso”

Begoña Vieites Pérez-Quintela, José Manuel Suárez Peñaranda

Servicio de Anatomía Patológica. Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela. Choupana, s/n. 15706 Santiago de Compostela.



Referencias

  1. Alam M, Ratner D. Cutaneous squamous-cell carcinoma. N Engl J Med 2001;344:975-983. [Free Full Text]

  1. Jaber PW, Cooper PH, Greer KE. Generalized eruptive keratoacanthoma of Grzybowski. J Am Acad Dermatol 1993;29:299-304. [ISI][Medline]

  1. McKee PH, Wilkinson JD, Black MM, Whimster IW. Carcinoma (epithelioma) cuniculatum: a clinico-pathological study of nineteen cases and review of the literature. Histopathology 1981;5:425-436. [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Daldon PE, Macedo de Souza E, Cintra ML. Hypertrophic lupus erythematosus: a clinicopathologic study of 14 cases. J Cutan Pathol 2003;30:443-448. [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Willemze R, Jaffe ES, Burg G, et al. WHO-EORTC classification for cutaneous lymphomas. Blood 2005;105:3768-3785. [Free Full Text]

  1. LeBoit P, Burg G, Weedon D, Sarasin A, eds. World Health Organization classification of tumours: pathology and genetics of skin tumors. Lyon, France: IARC Press, 2006.

  1. Berti E, Tomasini D, Vermeer MH, et al. Primary cutaneous CD8-positive epidermotropic cytotoxic T cell lymphomas: a distinct clinicopathologic entity with an aggressive clinical behaviour. Am J Pathol 1999;155:483-492. [Free Full Text]

  1. Agnarsson BA, Vonderheid EC, Kadin ME. Cutaneous T cell lymphoma with suppressor/cytotoxic (CD8) phenotype: identification of rapidly progressive and chronic subtypes. J Am Acad Dermatol 1990;22:569-577. [ISI][Medline]

  1. Lu D, Patel KA, Duvic M, Jones D. Clinical and pathological spectrum of CD8-positive cutaneous T-cell lymphomas. J Cutan Pathol 2002;29:465-472. [Erratum, J Cutan Pathol 2003;30:222.] [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Courville P, Wechsler J, Thomine E, et al. Pseudoepitheliomatous hyperplasia in cutaneous T-cell lymphoma: a clinical, histopathological and immunohistochemical study with particular interest in epithelial growth factor expression. Br J Dermatol 1999;140:421-426. [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Oyama Y, Guitart J, Kuzel TM, Burt RK, Rosen ST. High-dose therapy and bone marrow transplantation in cutaneous T-cell lymphoma. Hematol Oncol Clin North Am 2003;17:1475-1483. [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Herbert KE, Spencer A, Grigg A, Ryan G, McCormack C, Prince HM. Graft-versus-lymphoma effect in refractory cutaneous T-cell lymphoma after reduced-intensity HLA-matched sibling allogeneic stem cell transplantation. Bone Marrow Transplant 2004;34:521-525. [CrossRef][ISI][Medline]

  1. Molina A, Zain J, Arber DA, et al. Durable clinical, cytogenetic, and molecular remissions after allogeneic hematopoietic cell transplantation for refractory Sezary syndrome and mycosis fungoides. J Clin Oncol 2005;23:6163-6171. [Free Full Text]

  1. Isaacson PG, Du MQ. Gastrointestinal lymphoma: where morphology meets molecular biology. J Pathol 2005;205:255-274. [CrossRef][ISI][Medline]