martes, 28 de abril de 2020

MUJER DE 29 AÑOS CON DETERIORO NEUROLÓGICO INESPERADO...



En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina



Una mujer de 29 años con antecedentes de lupus eritematoso sistémico (LES) e infección  por el virus del herpes simplex tipo 2 se presentó en una clínica de atención de urgencias del área de Boston a principios del otoño con antecedentes de diarrea de 6 días; la diarrea había sido inicialmente acompañada por náuseas y vómitos, que se resolvieron después de 2 días. La mujer describió la diarrea como de cinco a ocho deposiciones acuosas por día, sin sangre ni moco. En la mañana de la presentación, informó escalofríos, mialgias difusas, malestar general, y fiebre (temperatura de 38.7 ° C). No había tenido dolor abdominal,  cambios en la  dieta, viajes recientes, contacto con personas enfermas o exposición conocida a animales o insectos.


PONENTE
Este paciente tiene diarrea de inicio agudo, que se define como tres o más deposiciones no formadas por día, con una duración de menos de 2 semanas. Dado que la diarrea en este caso está acompañada de fiebre e inicialmente estuvo acompañado de náuseas y vómitos, la gastroenteritis infecciosa parece ser el diagnóstico más probable. Un historial completo de las características de las heces (por ejemplo, sangre visible), síntomas asociados, y posibles exposiciones pueden ser útiles para identificar la causa. Una gastroenteritis viral, que con mayor frecuencia se debe a norovirus, es muy común y típicamente se manifiesta con diarrea acuosa, náuseas, vómitos y fiebre; sus mialgias y malestar general también son consistentes con este diagnóstico. Sin embargo, la historia de LES de la paciente la expone a una mayor exposición a instalaciones de atención médica y puede que además esté recibiendo o haya recibido recientemente medicamentos inmunosupresores. Por lo tanto, además de la posibilidad de que los patógenos virales comunes puedan estar causando gastroenteritis, se debe considerar un diagnóstico diferencial más amplio, incluyendo otras causas infecciosas, como las relacionadas con la exposición a centros de salud, patógenos oportunistas si está inmunodeprimida, complicaciones de su lupus subyacente y, dependiendo de su régimen de medicación actual, un efecto adverso relacionado con las drogas que recibe.


EVOLUCIÓN
La paciente había recibido el diagnóstico de LES 14 años antes, cuando presentó lesiones cutáneas, artralgias y fiebre; inicialmente fue tratada con hidroxicloroquina, glucocorticoides y metotrexato. Un año antes de la presentación actual, desarrolló  lesiones discoides en las orejas, la cara y la pared torácica, y volvió a ser tratada con hidroxicloroquina y metotrexato. Cuatro meses antes de la presentación actual, recibió un diagnóstico de nefritis lúpica clase IV con proteinuria y fue tratada con rituximab, dosis altas de metilprednisolona y micofenolato mofetil. Sus medicamentos en el momento de la presentación actual incluían hidroxicloroquina, micofenolato de mofetilo, prednisona (6 mg por día, como parte de un régimen que implicaba la disminución gradual de la dosis) y tratamiento profiláctico con trimetoprima -sulfametoxazol. No tenía alergias a medicamentos o ambientales. Su historia familiar fue notable por cáncer gástrico en abuelo paterno. No tenía antecedentes familiares de autoinmunidad. Había nacido en el este de Asia pero había vivido en los Estados Unidos por más de 10 años y, al momento de la presentación, estaba asistiendo a una escuela en el área de Boston. Ella no fumaba, no bebía alcohol ni consumía drogas ilícitas.


PONENTE
El historial médico del paciente y su régimen  inmunosupresor  amplían sustancialmente el diagnóstico diferencial. Su exposición a glucocorticoides, micofenolato de mofetilo (que deteriora la inmunidad celular) y rituximab (que deteriora la inmunidad humoral) despierta preocupación por patógenos oportunistas,  y su uso continuo de antibióticos aumentan el riesgo de Clostridium difícile. La enteritis por lupus (vasculitis mesentérica), también debe considerarse, aunque es una rara condición y es un diagnóstico menos probable en este caso, dada la ausencia de dolor abdominal. Finalmente, micofenolato de mofetilo a menudo se asocia con efectos secundarios gastrointestinales y puede causar colitis, que se manifiesta más comúnmente con diarrea acuosa.


EVOLUCIÓN
En el examen físico, la temperatura de la paciente era de  39 ° C, la frecuencia cardíaca 121 latidos por minuto, presión arterial 109/73 mm Hg, frecuencia respiratoria 16 respiraciones por minuto y saturación de oxígeno 97% mientras ella respiraba aire ambiente. Impresionaba estar fatigada,  pero sin distress y completamente orientada y capaz de conversar. Sus mucosas parecían secas, pero sin aftas ni lesiones orales. El cuello era flexible, y no había linfadenopatía cervical. Ambos pulmones eran claros a la auscultación. El examen cardíaco era notable solo por taquicardia. Su abdomen era blando, no sensible y no distendido, con ruidos intestinales normales y sin organomegalia apreciable. La piel estaba cálida y seca. La paciente tenía parches  hiperpigmentados en el pecho que eran consistentes con placas de lupus discoide descrito anteriormente. No había edema en piernas o pies Las articulaciones no eran dolorosas ni estaban  hinchadas. La fuerza  y la  sensibilidad  brazos y piernas eran normales.


PONENTE
La  paciente parece estar deshidratada, como se evidencia por membranas mucosas secas y la taquicardia, aunque esto último también puede explicarse por su fiebre.  Dado que sus náuseas se han resuelto, yo comenzaría con hidratación oral, y utilizaría esta ruta de reposición de fluidos sobre los fluidos intravenosos. Dado lo poco notable del examen abdominal, un diagnóstico de enteritis lúpica es muy poco probable. No hay  manifestaciones de exacerbación de lupus ni en piel ni en articulaciones, lo que hace menos probable este diagnóstico, aunque todavía no tenemos datos de laboratorio los cuales están indicados.


EVOLUCIÓN
Los estudios de laboratorio revelaron un nivel de potasio de 3,0 mmol por litro; el resto de su panel metabólico básico y las pruebas de función hepática fueron normales. El nivel de lactato estaba dentro de lo normal. El recuento sanguíneo completo sólo mostraba un hematocrito de 35,7%, que era similar a medidas anteriores. El  nivel de anticuerpos de ADN de doble cadena estaba elevado de manera estable a 109 unidades. El C3 y C4  del complemento sérico  fueron normales. Un test de embarazo de orina fue negativo.


PONENTE
Los resultados iniciales de sus pruebas de laboratorio son tranquilizadores. No hay cambios que sugieran un brote de lupus, como empeoramiento de las citopenias, elevación aguda en anticuerpos contra el ADN bicatenario, o hipocomplementemia.  A pesar del examen físico  y laboratorio tranquilizadores , la internaría en el hospital para evaluación adicional, dado su nivel de inmunosupresión. En ausencia de evidencia de un brote de lupus, apoyaría la suspensión de  micofenolato de mofetilo, dada la preocupación constante sobre una causa infecciosa para su cuadro de presentación, así como la posibilidad de que el medicamento está  contribuyendo a su diarrea. Yo obtendría muestras para cultivos de sangre y heces y testearía para C. difficile y citomegalovirus.


EVOLUCIÓN
La  paciente fue ingresado en el hospital para evaluación. La administración de micofenolato mofetil se suspendió en el momento de la admisión. La diarrea disminuyó inicialmente, pero la fiebre persistió.  Un día después de la admisión, refirió un dolor de cabeza difuso.  Al día siguiente, evolucionó a un estado letárgico y tuvo una disminución precipitada en su estado mental; abría los ojos en respuesta a voces fuertes pero no podía seguir consistentemente órdenes simples. Los  cultivos de sangre, orina y heces fueron negativos Una reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en  sangre para citomegalovirus fue negativo. El examen de una muestra de heces no reveló huevos ni parásitos La prueba para el antígeno C. difficile y la toxina fue negativa.


PONENTE
La disminución del estado mental del paciente es alarmante y, en un paciente con un presunto proceso  infeccioso, despierta preocupación por la participación del sistema nervioso. Debe ser reexaminada con la atención puesta en  las características sugestivas de meningitis o encefalitis.



EVOLUCIÓN
Un examen neurológico mostró una disminución del nivel de conciencia, con estimulación nociceptiva necesaria  para obtener y mantenerla vigil. La paciente no podía seguir órdenes simples, y el examen fue notable por meningismo y la presencia del signo de Brudzinski.  Los nervios craneales, la fuerza motora, la sensibilidad distal superficial, y los  reflejos tendinosos profundos eran normales. Los reflejos plantares fueron equívocos.



PONENTE
El desarrollo de signos meníngeos y alteraciones del estado mental  despierta preocupación por meningoencefalitis. Aunque la evaluación clínica favorece una meningitis viral o encefalitis, tratamiento empírico para la meningitis bacteriana y para causas tratables de meningitis viral debe iniciarse, dado el grado de inmunosupresión y el precipitado deterioro clínico dela paciente. Una  cerebritis lúpica,  aunque un diagnóstico  mucho menos  probable, debe considerarse si no se identifica  causa infecciosa. Una punción lumbar está indicada para una evaluación adicional. El procedimiento debe evitarse en pacientes que tienen coagulopatía, posibles anomalías cardiopulmonares, o signos de hernia cerebral por aumento de la presión intracraneal En pacientes con signos neurológicos focales, una tomografía computarizada (CT) debe realizarse antes de realizar punción lumbar.


EVOLUCIÓN
La TC de la cabeza sin contraste no reveló ninguna anomalía intracraneal.  Una punción lumbar se realizó con una presión de apertura de 23 cm de agua. El líquido cefalorraquídeo (LCR) estaba claro e incoloro; la xantocromía no estaba presente. Había 94 células nucleadas por milímetro cúbico, con 73% de linfocitos, 19% de monocitos y 8% de neutrófilos. No había glóbulos rojos presentes. El nivel de glucosa fue de 40 mg por decilitro; rango de referencia, 40 a 70 mg por decilitro), y el nivel de proteína fue de 100,5 mg por decilitro (rango de referencia, 10 a 44). Se inició tratamiento empírico con vancomicina, cefepima, ampicilina y aciclovir para posible infección bacteriana y encefalitis por virus del herpes simple (HSV).


PONENTE
El perfil del LCR indica una afección inflamatoria. Los hallazgos de menos de 100 glóbulos blancos por milímetro cúbico con predominio de linfocitos, el nivel elevado de proteínas y el el nivel de glucosa bajo normal es más consistente con meningoencefalitis viral. Aunque las meningitis bacterianas suelen asociarse con un recuento de glóbulos blancos mucho mayor con predominio de neutrófilos, tratamiento empírico con antibióticos es apropiado, especialmente a la luz del grado de inmunosupresión de la paciente, hasta que los resultados finales de los cultivos del LCR  estén disponibles. En pacientes con encefalitis por HSV, glóbulos rojos están típicamente presentes en el LCR, pero igual continuaría tratando a esta paciente con un tratamiento empírico con  aciclovir por ahora. En casos raros, el LES está asociado con una meningitis aséptica, que es más comúnmente atribuida a medicamentos utilizados para el tratamiento del lupus (como los antiinflamatorios no esteroideos). La vasculitis del  sistema nervioso central en una persona con lupus también puede conducir a resultados anormales del LCR (incluida la pleocitosis linfocítica y nivel elevado de proteína) y está típicamente asociada con anormalidades focales en la resonancia magnética (MRI) de la cabeza. La RM de la cabeza puede, por lo tanto, ser informativa, porque puede mostrar características asociadas con vasculitis (como regiones isquémicas) o porque puede revelar anormalidades asociadas con virus (como anomalías del lóbulo temporal en pacientes con encefalitis por VHS o anormalidades  talámicas en pacientes con infecciones por virus respiratorios o por arbovirus).


EVOLUCIÓN
La resonancia magnética de la cabeza mostró señales hiperintensas  secuencias T2 con  FLAIR,  tanto en tálamo (Fig. 1) como en pedúnculos cerebrales, sin realce de contraste ni restricción de la difusión.  La angio resonancia magnética intracraneal no mostró anormalidades de los vasos intracraneales.




Figura 1. RMN de la cabeza.
Secuencias  T2 con FLAIR. La imagen mostró señales hiperintensas en ambos tálamos (flechas), sin realce de contraste o restricción de la diffusion



PONENTE
Una intensidad de señal anormal en imágenes ponderadas en T2 en ambos tálamos, sin realce de contraste o difusión restringida, sugiere una encefalitis por  virus, particularmente infección viral respiratoria o infección por arbovirus. El virus del Nilo Occidental es la causa arboviral más común de encefalitis viral en Nueva Inglaterra (y en todo Estados Unidos). El virus de la encefalitis de San Luis puede manifestarse con hallazgos clínicos y radiográficos similares, aunque es menos probable en este caso porque su incidencia ha disminuido dramáticamente en la pasada década, sin casos reportados recientemente en Nueva Inglaterra. La prueba habitual para el virus del Nilo Occidental implica análisis de LCR para la presencia de anticuerpos  IgM contra el virus, que generalmente aparecen pocos días después del inicio de los síntomas. En este caso, sin embargo, la reciente administración de rituximab puede afectar la producción de anticuerpos. Por lo tanto una prueba para detectar  ARN del virus del Nilo Occidental por PCR debe realizarse , aunque tales pruebas generalmente se considera menos sensible que el análisis del LCR.


EVOLUCIÓN
Debido al rápido deterioro mental del paciente, fue transferida a la unidad neurocrítica de cuidado para monitoreo cercano. Una prueba de suero para enfermedad de Lyme fue negativa. La tinción de Gram en líquido cefalorraquídeo, cultivo bacteriano, cultivo fúngico y pruebas de laboratorio de investigación de enfermedades venéreas fueron negativos.  Se realizó un ensayo de PCR múltiple del LCR negativo para Escherichia coli K1, Haemophilus influenzae, Listeria monocytogenes, Neisseria meningitidis, Streptococcus agalactiae, S. pneumoniae, citomegalovirus, enterovirus, virus del herpes simple tipos 1 y 2, parechovirus humano, virus varicela zoster y Cryptococcus neoformans. Pruebas de LCR para IgM  e IgG  contra el virus de La Crosse, encealitis equina oriental, encefalitis de San Luis y encefalitis equina del oeste,  también fue negativa. Prueba de PCR en  LCR para  virus del Nilo Occidental fue positivo; prueba de anticuerpos en LCR para el virus del Nilo Occidental no se realizó.


PONENTE
La administración de antibacterianos empíricos y agentes antivirales pueden suspenderse porque no tienen papel en el tratamiento de la encefalitis del  Nilo Occidental. No existe una terapia aprobada para  la encefalitis del Nilo Occidental neuroinvasiva  y el  tratamiento actual por lo general, implica atención de apoyo solo. A pesar de que la administración intravenosa de inmunoglobulina ha sido propuesto como un posible tratamiento en base de la prevalencia del  anticuerpos neutralizantes contra virus del Nilo Occidental en plasma, no se ha recomendado en forma  rutinaria para el tratamiento de de laencefalitis  del Nilo Occidental neuroinvasiva. Este paciente, sin embargo, ésta paciente está gravemente enferma y tiene un deterioro probable de su inmunidad humoral como resultado de su reciente recibo de rituximab; por lo tanto, administración intravenosa de inmunoglobulina en este caso es razonable.


EVOLUCIÓN
La terapia antimicrobiana fue descontinuada, y  la paciente recibió dos dosis de gama globulina  intravenosa. Su estado mental mejoró rápidamente y  fue trasladada fuera de la unidad de cuidados neurocríticos. Ella continuó presentando  debilidad no focal, que se atribuyó en parte al descondicionamiento durante su hospitalización. Ella fue dada de alta a un centro de rehabilitación aguda, donde su condición continuó mejorando. En una visita de seguimiento en su práctica de atención primaria 1 mes después del alta, informó una recuperación completa en su cognición y notable mejora de la fuerza.


COMENTARIO
Aunque la presentación inicial de este paciente fue consistente con una gastroenteritis viral benigna, su lupus subyacente  asociado a una sustancial terapia  inmunosupresora, ampliaron mucho el espectro   de los diagnósticos diferenciales. Sin embargo  no hicieron que se incluyera la etiología que fue el diagnóstico final.  Su curso hospitalario posterior fue clínicamente consistente con una meningoencefalitis viral. Un ensayo de PCR múltiple para bacterias comunes  causas patógenas virales y fúngicas de meningoencefalitis permitieron el diagnóstico rápido de algunos patógenos tanto en inmunocompetentes como en inmunocomprometidos1 pero no pruebas específicas para la infección por arbovirus, que debe considerarse en cualquier paciente con encefalitis viral virus, particularmente durante temporadas de pico de incidencia. Pruebas basadas en PCR para infección por el virus del Nilo Occidental  tiene bajan sensibilidad (aproximadamente 57%) 2 pero puede ser particularmente útil en pacientes con inmunidad humoral deteriorada, que pueden tener  pruebas serológicas falsas negativas.3 En este caso, no se realizaron pruebas serológicas, pero las pruebas de PCR condujeron al diagnóstico de encefalitis del Nilo Occidental.
El virus del Nilo Occidental se ha observado en todo los Estados Unidos continentales y es, con mucho, la causa doméstica más común de infección por  arbovirus.4 Después de la amplificación en aves, el virus del  Nilo occidental es transmitido a los humanos por los mosquitos, 5 con pico de incidencia durante los meses más cálidos del verano y principios del otoño. El cambio climático está proyectando que dé lugar a  aumentos en el rango geográfico y el rango temporal de las infecciones por el virus del Nilo Occidental. 6 Casos raros de transmisión a través de la transfusión de sangre o trasplante de órganos sólidos ha sido reportado.7,8
Después de la inoculación, el período de incubación varía de 3 días a 3 semanas; solo aproximadamente el 25% de los pacientes informan síntomas.9 Cuando los síntomas están presentes, tienden a ser inespecíficos y puede incluir inicio agudo de fiebre, escalofríos, malestar general, dolor de cabeza, vómitos, diarrea y mialgias. En en algunos casos, se desarrolla una erupción maculopapular en el tórax; este hallazgo es más común entre niños que entre adultos.10 En ausencia de enfermedad neuroinvasiva, la infección por el virus del Nilo Occidental generalmente tiene un curso benigno.  La enfermedad neuroinvasiva ocurre en aproximadamente 1 de cada 150 casos de la infección por el virus del Nilo Occidental y parece ser más común entre los adultos mayores (con mayor incidencia entre personas de 70 años de edad o mayores) y entre inmunocomprometidos. La infección neuroinvasiva por el virus del Nilo Occidental  puede manifestarse como meningitis (con fiebre, dolor de cabeza, rigidez nucal y fotofobia), encefalitis (con deterioro del estado mental), o meningoencefalitis. Además, algunos pacientes con enfermedad neuroinvasiva se han presentado con parálisis flácida aguda causada por un síndrome poliomielitis like  poliomielitis, con inflamación del asta anterior de la médula espinal y pérdida focal de las neuronas del asta anterior.11 En una cohorte prospectiva,los estudios han demostrado que los síntomas neurológicos, incluyendo fatiga, debilidad muscular, problemas de memoria y pérdida de concentración, pueden durar meses a años.12 La tasa de mortalidad entre pacientes con enfermedad neuroinvasiva se informa ser del 2 al 20%, con edad avanzada y coexistiendo condiciones médicas que conducen a peores resultados. 13
No hay tratamientos antivirales específicos para la infección por el virus del Nilo Occidental actualmente disponibles. Un análisis  retrospectivo mostró una mayor tasa de mortalidad entre pacientes que recibieron ribavirina como antirretroviral que entre los que no.14 En modelos preclínicos, la globulina inmune  intravenosa (ya sea de poblaciones con anticuerpos contra el virus del Nilo Occidental o específicamente inmunoglobulina con altos títulos  de Ac contra el virus del Nilo Occidental), mostraron un efecto protector, pero en un pequeño ensayo  aleatorizado, controlado con placebo, no lo hizo..15 Por lo tanto, la inmunoglobulina  intravenosa no se administra de forma rutinaria pero puede considerarse en circunstancias específicas, como la enfermedad neuroinvasiva del virus del Nilo Occidental en un paciente grave con sospecha de inmunodeficiencia humoral, como fue el caso de ésta paciente.
En este caso, no fue hasta que las imágenes  sugiurieran meningoencefalitis que se sospechó infección por arbovirus. Las pruebas basadas  en PCR en  LCR llevaron a una identificación específica del virus del Nilo Occidental como el patógeno causante y permitió interrumpir la terapia antimicrobiana empírica.

Fuente:
“A Disturbing Decline”
NEJM
David A. Braun, M.D., Ph.D., Galen V. Henderson, M.D., Paul E. Sax, M.D., Amy L. Miller, M.D., Ph.D., and Joseph Loscalzo, M.D., Ph.D.

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