viernes, 3 de septiembre de 2010

Actualización en Encefalopatía Hepática. UpToDate Julio 2010.

PATOGÉNESIS DE LA ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA.

INTRODUCCIÓN:
La encefalopatía hepática (EH), o encefalopatía porto-sistémica (EPS), es un síndrome reversible de alteración de las funciones cerebrales, que ocurre en pacientes con fallo hepático avanzado. Sin embargo, este síndrome no es una entidad clínica única, y puede ser la expresión de una encefalopatía metabólica reversible, edema cerebral, atrofia cerebral, o cualquier combinación de estas condiciones.
Los mecanismos por los cuales se producen alteraciones de las funciones cerebrales en el fallo hepático son todavía desconocidos. En el coma avanzado, el edema y la “hinchazón” cerebral, así como la disminución de la perfusión cerebral, son difíciles de distinguir de la alteración en los sistema de los neurotransmisores. Más aún, esos eventos se superponen, por lo menos en modelos experimentales de fallo hepático agudo.
Dado que el cerebro de los pacientes con EH no puede ser estudiado con métodos neuroquímicos o neurofisiológicos, los datos de la función cerebral en la EH provienen de estudios con modelos animales, lo cual, como se entiende, puede no ser exactamente extrapolable a lo que sucede en la enfermedad humana.


Dicho esto, revisemos cuales son los factores que contribuyen a la EH.


El amoníaco es un factor claramente implicado; además, puede haber responsabilidad en el efecto neurotransmisor inhibitorio a través de los receptores GABA (ácido gama-aminobutírico) a nivel del sistema nervioso central (SNC), y cambios en los neurotransmisores del SNC y aminoácidos circulantes. Estas hipótesis no son mutuamente exclusivas, y se sabe que pueden coexistir múltiples factores al mismo tiempo. Actualmente las terapias disponibles para el tratamiento de la EH se basan en esas hipótesis.
Esos factores están relacionados directamente al fallo hepático (por ejemplo disminución del metabolismo del amoníaco). Además, otros trastornos concurrentes pueden contribuir al desarrollo de EH. Estos factores pueden ser:


FACTORES PRECIPITANTES DE ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA EN PACIENTES CIRRÓTICOS.
DROGAS:
• Benzodiacepinas.
• Narcóticos.
• Alcohol.

AUMENTO DE LA PRODUCCIÓN, ABSORCIÓN, O ENTRADA DE AMONÍACO AL CEREBRO:
• Exceso de ingesta proteica en la dieta.
• Hemorragia digestiva.
• Infección.
• Trastornos electrolíticos tales como la hipokalemia.
• Constipación.
• Alcalosis metabólica.


DESHIDRATACIÓN:
• Vómitos.
• Diarrea.
• Hemorragia.
• Diuréticos.
• Paracentesis de grandes volúmenes.


SHUNTS PORTOSISTÉMICOS:
• Shunts colocados radiológicamente( por ejemplo TIPS), o quirúrgicamente (derivaciones o fístulas).
• Shunts espontáneos.


OCLUSIONES VASCULARES:
• Trombosis de la vena porta.
• Trombosis de la vena hepática.


HEPATOCARCINOMA.


Cómo actúan todos estos factores en precipitar los eventos neurológicos de la EH?


Uno de los factores implicados es la disminución del suministro de oxígeno al cerebro, que puede resultar de una variedad de factores, incluyendo hemorragia digestiva, sepsis, o liberación de citoquinas u otras sustancias del tejido hepático necrótico. Las citoquinas proinflamatorias (IL-1, TNF- α) son las actualmente consideradas como más responsables de la alteración de las funciones cerebrales. Por último, los efectos de la hipotensión pueden ser especialmente nocivos en el fallo hepático, debido a la conocida alteración de la autorregulación del flujo cerebral en estos pacientes.
Cambios funcionales y estructurales en la función cerebral independientes del fallo hepático como en los alcohólicos, drogadictos endovenosos, y pacientes con enfermedad de Wilson.
Creación de shunts portosistémicos para tratar la hipertensión portal como en la colocación de TIPS (transjugular intrahepatic portosystemic shunt), puede precipitar EH en alrededor del 30% de los pacientes.
Otros eventos que son capaces de precipitar EH son la administración de sedantes, la hipokalemia, y la hiponatremia. La hipokalemia actúa produciendo movimientos de potasio hacia fuera de la célula, para compensar la hipokalemia extracelular. Esto ocasiona que para mantener la electroneutralidad, entre hidrógeno a la célula; la resultante acidosis intracelular a nivel de las células tubulares renales, aumenta la producción de amoníaco. La alcalosis metabólica tan a menudo coexistente puede contribuir, ya que promueve la conversión de amonio (NH4+), una partícula cargada eléctricamente que no puede cruzar la barrera hematoencefálica, en amoníaco (NH3) que puede entrar al cerebro.


NEUROTOXINAS.
Amoníaco.
El amoníaco es la toxina precipitante de EH mejor conocida. El tubo digestivo es la fuente principal del amoníaco, que entra a la circulación vía vena porta. El amoníaco es producido por las células del tubo digestivo (enterocitos) desde el aminoácido glutamina, y por la flora bacteriana colónica actuando sobre fuentes nitrogenadas provenientes de las proteínas ingeridas y de la urea secretada. Otro origen del amoníaco puede ser la urea digerida por H. pylori en el estómago, aunque el rol del H. pylori no está claro. El hígado sano, normalmente se encarga de aclarar todo el amoníaco proveniente de la vía porta, convirtiéndolo en glutamina, evitando así su entrada a la circulación sistémica. Sin embargo, la glutamina es metabolizada en la mitocondria, produciendo glutamato y amoníaco, y el amoníaco derivado de la glutamina puede interferir con la función mitocondrial y llevar a la disfunción astrocitaria.
Cuando la enfermedad hepática es avanzada, o cuando existen shunts porto-sistémicos, que “saltean” el hígado para entrar directamente a la circulación sistémica, se produce aumento del amoníaco en sangre. El músculo estriado es una fuente importante de remoción de amoníaco extrahepático en sujetos normales, y es por eso que la atrofia muscular que casi siempre acompaña a los pacientes con insuficiencia hepática, contribuye a la hiperamoniemia.
Los pacientes con EH tienen aumentos de 90% de la concentración de amoníaco arterial. Prueba del rol patogénico del amoníaco en la EH es la eficacia de las terapias que ayudan a disminuir el amoníaco plasmático, mejorando así la encefalopatía.
El amoníaco interfiere con las funciones cerebrales en varios sitios, cada uno de los cuales contribuye a la encefalopatía. Además, otras toxinas como los mercaptanes o los ácidos graso de cadena corta (C4 a C8), pueden potenciar la toxicidad del amoníaco. Sin embargo, como se verá más adelante, estudios realizados con PET (tomografía por emisión de positrones) han demostrado que el amoníaco no es el único factor causal relacionado a la encefalopatía hepática.

Alteración del transporte de aminoácidos desde la sangre al cerebro.
La hiperamoniemia puede aumentar la captación cerebral de aminoácidos neutros, a través de un mayor rendimiento del transportador de L-aminoácidos a nivel de la barrera hematoencefálica. Este efecto puede ser consecuencia del transporte de glutamina, que es formada en exceso para la remoción de amoníaco, desde el cerebro a la sangre. El transporte de triptófano al cerebro aumenta por ejemplo, cuando se hace una infusión de amoníaco. La elevación resultante de la concentración cerebral de aminoácidos neutros como tirosina, fenilalanina, y triptófano, puede afectar la síntesis de los neurotransmisores dopamina, norepinefrina, y serotonina.

Osmolaridad intracelular aumentada en los astrocitos.
Se ha observado edema cerebral en estados de hiperamoniemia aguda, en modelos animales de encefalopatía hepática, y en pacientes cirróticos con EH. Una explicación posible para el edema cerebral es el aumento de la osmolaridad intracelular resultante del metabolismo del amoníaco en los astrocitos, para formar glutamina. La inhibición de la glutamino sintetasa previene el edema cerebral en ratas infundidas con amoníaco. En otros experimentos, ratas con shunts porto-cava, desarrollaron encefalopatía asociada con aumento significativo de la presión intracraneal después de la infusión de acetato de amonio, no observándose este fenómeno en las ratas control. Ambos grupos tuvieron elevaciones similares de concentraciones de amoníaco cerebral, pero las concentraciones de glutamina y aminoácidos aromáticos en cerebro y en líquido cefalorraquídeo fue mayor en las ratas con shunt porto-cava.
Esos datos son apoyados por el estudio con espectroscopía por resonancia de protones en pacientes cirróticos, que mostraron depleción de mioinositol (un signo de osmolaridad aumentada), y glutamina aumentada.
Algunos estudios han inculpado al stress oxidativo y a los cambios en la permeabilidad mitocondrial inducidos por amoníaco, induciendo así edema celular. Los astrocitos expresan abundantemente aquaporina-4 (AQP-4), que tendría un rol importante en el edema cerebral de estos pacientes.
Además del edema celular, la vasodilatación puede contribuir al aumento de la presión intracraneal en el fallo hepático agudo. El amoníaco induciendo liberación de glutamato y disminuyendo el clearence de glutamato, puede elevar los niveles de glutamato extracelular y causar sobreestimulación de receptores de NMDA (N-metil-D-aspartato). La activación de los receptores del NMDA estimula la óxido nítrico sintetasa (n-NOS) vía mecanismos mediados por calmodulina. La NOS cataliza la síntesis de óxido nítrico, produciendo vasodilatación. Así, la acumulación de agua inducida por amoníaco (probablemente debido a hinchazón de los astrocitos) produce hiperemia cerebral. Los efectos detrimentales de la inhibición de NOS en la EH en el fallo hepático agudo se apoyan en esta hipótesis. En contraste, la hipotermia leve puede ser efectiva en la prevención del edema cerebral.
La hinchazón de los astrocitos puede ser el evento clave en el desarrollo de la EH. Se asume hoy día que un evento patogénico mayor en el desarrollo de EH en la enfermedad hepática crónica, es un aumento de la hidratación de los astrocitos, sin un aumento declarado de la presión intracraneana, pero lo suficiente como para producir alteraciones del funcionamiento del astrocito. Tales cambios en el tamaño de la célula, interfiere con varias funciones celulares básicas, y puede jugar algún papel en el edema cerebral.
La glutamina no es solo un osmolito. La mayor parte de la glutamina sintetizada en los astrocitos es transportada desde el citoplasma hasta dentro de la mitocondria, vía el transportador de glutamina histidino-sensible, y es metabolizada por la glutaminasa activada por fosfato, produciendo glutamato y amoníaco. La generación de amoníaco por la glutaminasa activada por fosfato en el relativamente pequeño compartimiento mitocondrial, puede alcanzar niveles extremadamente altos, llevando a la inducción de la transición a la permeabilidad de la mitocondria, producción de radicales libres, y potencialmente a daño oxidativo de los constituyentes mitocondriales. La transicióna la permeabilidad de la mitocondria es un proceso calcio-dependiente asociado con colapso de la membrana interna de la mitocondria debido a la apertura de la permeabilidad de los poros de transición. Así, la glutamina actúa como un caballo de Troya, sirviendo como transportador de amoníaco dentro de la mitocondria. El amoníaco derivado de la glutamina dentro de la mitocondria lleva al fenómeno conocido de disfunción del astrocito, incluyendo el edema y la hinchazón celular.


Actividad Eléctrica Neuronal Alterada.
El amoníaco afecta directamente la actividad eléctrica neuronal por inhibir la generación tanto de potenciales post sinápticos excitatorios como inhibitorios.
Los efectos del amoníaco en la neurotransmisión glutamatérgica, y en el metabolismo energético cerebral alterado serán discutidos más abajo.

Stress Oxidativo.
El stress oxidativo tiene un rol fundamental en la toxicidad cerebral por amoníaco y en la patogénesis de la EH.


Oxindol.
El oxindol es un metabolito del triptófano formado por las bacterias del colon (vía indol) que puede causar sedación, debilidad muscular, hipotensión y coma. Las concentraciones cerebrales de oxindol, están aumentadas 200 veces en ratas en coma, efecto que fue parcialmente revertido por neomicina oral. La aplicabilidad de esta observación en humanos es incierta, pero aumentos de más de 50 veces en la concentración plasmática de oxindol se han visto en pacientes con EH. El mecanismo por los que el oxindol causa neurodepresión está actualmente bajo investigación.


ALTERACIONES DE LA NEUROTRANSMISIÓN.
La EH se caracteriza por alteraciones bioquímicas en las funciones asociadas con las membranas neurales, tales como alteraciones en la captación de neurotransmisores, actividades enzimáticas, y en la expresión de los receptores de los neurotransmisores. Una posible vía común para esos cambios, pueden ser las alteraciones en las propiedades de membrana en la EH. Alteraciones groseras en la composición lipídica a nivel cortical cerebral (incluyendo disminución del colesterol, fosfatidilserina, esfingomielina, y ácidos grasos mono y poliinsaturados) y en la fluidez de la membrana anular ha sido documentada en ratas con EH.


Sistema de Neurotransmisores GABA-benzodiacepinas.
Se ha propuesto un rol para el aumento del tono inhibitorio del sistema de neurotransmisores GABAA-benzodiacepina en el desarrollo de EH. Se ha encontrado aumento de benzodiacepinas endógenas en EH (incluyendo diacepan y desmetil-diacepan).


Neuroesteroides.
Los neuroesteroides son metabolitos de la progesterona, y son compuestos neuroactivos endógenos. La alopregnanolona y la tetrahidrodesoxicorticosterona son potentes moduladores alostéricos selectivos del complejo receptor GABA-A. La administración de estos esteroides induce cambios conductales que incluyen la sedación, característica de la EH. Estas sustancias están aumentadas en pacientes en coma hepático.




Neurotransmisión Glutamatérgica.
Las funciones glutamatérgicas están implicadas en la patogénesis del fallo hepático.
Se ha demostrado disminución de los niveles de glutamato cerebral total en pacientes que mueren con EH. Esta disminución del glutamato es presumiblemente debida a la formación de glutamina durante el proceso de detoxificación del amoníaco. Sin embargo, el glutamato extracelular está aumentado en EH.


Catecolaminas.
Se han visto alteraciones en las concentraciones de catecolaminas en EH en relación al metabolismo alterado de los aminoácidos. Existe una reducción de la noradrenalina en el cerebro de pacientes con fallo hepático agudo y crónico posiblemente inducidos por la hiperamoniemia. La dopamina en cambio, está en niveles normales en el cerebro de pacientes con EH.
Serotonina, histamina, y melatonina, están alteradas en EH pero todavía no se les ha encontrado su importancia patogénica en pacientes con EH.


ALTERACIONES EN LA BARRERA HEMATO-ENCEFÁLICA.
La captación cerebral de muchas sustancias marcadas está aumentada en modelos animales con EH. Las razones de este aumento inespecífico de la permeabilidad de la barrera hemato-encefálica son desconocidas, pero independientemente de la causa, esta alteración, puede exponer al cerebro a una cantidad de sustancias neurotóxicas circulantes en la sangre, y que pueden producir edema cerebral.
Hay además de este aumento inespecífico de la permeabilidad de la barrera hemato-encefálica, aumentos específicos del transporte de aminoácidos al cerebro. Estos aminoácidos son la tirosina, fenilalanina, y triptófano, que a su vez son precursores de neurotransmisores como dopamina, norepinefrina y serotonina, mientras que otros aminoácidos que también tienen aumentada su permeabilidad al cerebro como glutamato, aspartato, taurina y glicina, son neurotransmisores en si mismos. Todos ellos tendrían importancia patogénica en EH.




METABOLISMO ENERGÉTICO CEREBRAL ALTERADO.
El normal suministro de sustancias como la glucosa son un prerrequisito para la función cerebral normal. La glucosa es la fuente energética cerebral más importante, y la hipoglucemia puede ocurrir en estadios terminales del fallo hepático, cuando se afecta la gluconeogénesis. Sin embargo, la administración de glucosa no es suficiente para normalizar las funciones cerebrales en EH.
Varios estudios demuestran la disminución de la utilización de glucosa por el cerebro en EH.
La disminución del metabolismo cererebral de la glucosa es debido en parte a la hiperamoniemia. Este efecto parece comenzar con la síntesis aumentada de glutamina. La hiperamoniemia puede también reducir los niveles de ATP cerbral, indicando una marcada alteración del metabolismo energético cerebral.




RESUMEN.
Las varias hipótesis de la patogénesis de la EH no son excluyentes entre si. Parece probable que muchas de las anormalidades descriptas puedan presentarse al mismo tiempo y finalmente ser responsables del desarrollo de la EH. La acción sinérgica del amoníaco con otras toxinas puede explicar muchas de las anormalidades que ocurren en el fallo hepático, tales como cambios en el transporte sangre-cerebro, de precursores de neurotransmisores, el metabolismo de los aminoácidos neurotransmisores, y la oxidación de glucosa intracerebral. Esos cambios pueden llevar a la activación de sistemas inhibitorios (GABA, serotonina), y a disminución de sistemas excitatorios (glutamato, catecolaminas), con inhibición neural.


MANIFESTACIONES CLÍNICAS DE LA ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA.
INTRODUCCIÓN:
La EH se describe como un espectro de anormalidades neuropsiquiátricas potencialmente reversibles, vistas en pacientes con disfunción hepática, una vez descartadas otras causas neurológicas o metabólicas no relacionadas. El término implica que las funciones cerebrales alteradas son debidas a alteraciones metabólicas, que ocurren como consecuencia del fallo hepático. La reversibilidad completa de los signos y síntomas después del mejoramiento de la función hepática, es considerada la prueba directa de esta relación causal.
Esta definición es fácil de aplicar a pacientes previamente sanos que se presentan con enfermedad hepática aguda y la instalación de un complejo de síntomas neuropsiquiátricos característicos completo. Si embargo, es más dificultoso de aplicar a pacientes con enfermedad hepática crónica, quienes tienen solamente signos leves o mínimos de alteración de las funciones cerebrales, particularmente en un contexto en los que la causa de la enfermedad hepática puede estar asociada con manifestaciones neurológicas (por ejemplo alcoholismo o enfermedad de Wilson). El problema de definir EH no es sólo semántico, sino que tiene implicancias en la tipificación y en la evaluación de los estudios clínicos, y en el diagnóstico y tratamiento de este síndrome.




MANIFESTACIONES CLÍNICAS.
Los pacientes con EH, generalmente tienen enfermedad hepática crónica, y por lo tanto, tienen muchos de los elementos del examen físico y del laboratorio, asociados con la severa disfunción hepática. Los hallazgos del examen físico pueden incluir atrofia muscular, ictericia, ascitis, eritema palmar, edema, spiders, telangiectasias y fetor hepático. Algunos de estos hallazgos tales como atrofia muscular, spiders, telangiectasias y eritema palmar, están a menudo ausentes en pacientes con fallo hepático fulminante, ya que su desarrollo requiere períodos prolongados de tiempo de fallo hepático.
La historia clínica puede revelar una causa precipitante. Estas causas incluyen:
Hipovolemia.
 Hemorragia digestiva.
Hipokalemia y/o alcalosis metabólica.
Hipoxia.
Sedantes o tranquilizantes.
Hipoglucemia.
Infección (incluyendo peritonitis bacteriana espontánea).
Raramente hepatoma y/u oclusión vascular (trombosis de la vena hepática o de la vena porta).

La alteraciones en el patrón diurno del sueño (insomnio e hipersomnia) son comunes, y típicamente preceden a los signos neurológicos de le EH declarada. (Gráfico). Los signos y síntomas neurológicos más avanzados incluyen bradiquinesia, asterixis, reflejos tendinosos hiperactivos, y menos comúnmente posturas de descerebración transitorias.


Manifestaciones de la Encefalopatía Hepática.


Los déficits neurológicos focales pueden también estar presentes en algunos pacientes. La hemiplejía es el signo de foco más común.
Cambios sutiles de EH pueden ser detectables por un número de medidas especializadas, particularmente los tests psicométricos. Estos cuadros se denominan encefalopatía hepática subclínica o encefalopatía hepática mínima.


TESTS DE LABORATORIO.
Las anormalidades de laboratorio, típicamente incluyen evidencias de alteraciones en el hepatograma y en la síntesis hepática, disturbios electrolíticos (hipokalemia, hiponatremia) que ocurren como resultado de la hipertensión portal y el uso de diuréticos. Además, el amoníaco, es la neurotoxina mejor caracterizada que precipita EH. Todos los otros tests de laboratorio de rutina sólo son útiles para excluir otras causas de disfunción cerebral (por ejemplo hipoglucemia, uremia, alteraciones hidroelectrolíticas, e intoxicaciones).


Amoníaco.
Tal como se dijo antes, el tracto gastrointestinal es la fuente primaria de amoníaco, que entra a la circulación vía vena porta. El amoníaco es producido por los enterocitos (células del epitelio intestinal) desde la glutamina por el catabolismo bacteriano colónico de origen nitrogenado, tal como las proteínas ingeridas o la urea secretada. El hígado sano aclara casi todo el amoníaco de la vena porta, convirtiéndolo en urea o glutamina, evitando así su entrada como amoníaco a la circulación sistémica.
El aumento del amoníaco en sangre en la enfermedad hepática avanzada es consecuencia del deterioro de la función hepática, y del shunt alrededor del hígado. La atrofia muscular, muy común en estos pacientes, también contribuye a la hiperamoniemia, ya que el músculo es un sitio importante de remoción extrahepática de amoníaco.
La determinación de la concentración de amoníaco en la práctica clínica es controversial. Puede ser útil en ciertas situaciones (por ejemplo en el monitoreo y evaluación de la terapéutica), pero no es requerido para hacer el diagnóstico de EH, ni en el seguimiento de los pacientes con hepatopatías crónicas. La precisión de la determinación del amoníaco es influenciado por múltiples factores (tales como el cerrar fuertemente la mano en la extracción, el uso del torniquete, y si la muestra es colocada en hielo). Todos esos factores deben ser considerados en la interpretación de los resultados. Más aún, los niveles de amoníaco pueden estar elevados en una variedad de condiciones no-hepáticas como:

Diagnóstico Diferencial de la Hiperamoniemia.
Síndrome de Reye.
Hemorragia digestiva.
Nefropatías.
Infección urinaria por organismos productores de ureasa (por ejemplo Proteus mirabilis).
Uréterosigmoidostomia.
Shock.
Ejercicio muscular intenso..
Fumar cigarrillos.
Hiperamoniemia transitoria del recién nacido.
Errores congénitos del metabolismo (defectos del ciclo de la urea, y acidemia orgánica).
Cualquier causa de shunt portosistémico.
Nutrición parenteral.
Después de altas dosis de quimioterapia.
Drogas (valproatos, barbitúricos, narcóticos, diuréticos, alcohol, intoxicación por salicilatos).


Cuando aún así, se solicita el dosaje de amoníaco, esta determinación debe ser realizada en sangre arterial, y no en sangre venosa, ya que la primera tiene más relación con el amoníaco de la barrera hematoencefálica. El grado de EH está más en relación a la presión parcial de amoníaco gaseoso (pNH3), que la concentración total de amoníaco, ya que es el amoníaco gaseoso el que penetra al cerebro. El pNH puede ser calculado del amoníaco total y del pH. La determinación de pNH3 es principalmente usada para los estudios clínicos.
El amoníaco posprandial puede estar más relacionado con la encefalopatía hepática subclínica que los niveles de ayuno. Así, en los ensayos clínicos, el amoníaco se mide después de una comida standard o de una carga de glutamina.


DIAGNÓSTICO.
Un número de tests especializados están disponibles para el diagnóstico y la caracterización del la EH (ver “tests Psicométricos”). Sin embargo, en la práctica clínica, el diagnóstico es usualmente establecido en base a la clínica y el laboratorio ya mencionados, y sobre todo en la exclusión de otras causas de alteraciones del estado mental.
Una TAC de cerebro está indicada en pacientes con EH sospechada, debido a que otras causas pueden estar presentes en este tipo de pacientes (por ejemplo hematoma subdural o trauma). Además, la TAC puede mostrar la presencia de edema cerebral localizado o generalizado.
Una vez que se ha establecido el diagnóstico, es importante estadificar la severidad de la EH. El test más simple para estadificar la EH se basa en los hallazgos clínicos. El sistema de grados más utilizados son los que califican la EH en estadios I a IV. La gradación está basada en cambios en el estado de conciencia, función intelectual, y conductual, pero no incluye cambios neurológicos ni asterixis. La Escala de Coma de Glasgow puede también ser útil para estratificar la severidad del compromiso neurológico en pacientes con estadios III y IV.
Muchos otros sistemas de gradación han sido propuestos, y algunos incluyen la medición de los déficits cognitivos o las alteraciones del laboratorio. Como ejemplo, un índice de encefalopatía porto-sistémica incluye una medida cuantitativa del asterixis, de los hallazgos del EEG, los tests de performance en conexión, y concentración de amoníaco en ayunas, además de cambios en el estado mental.


TESTS PSICOMÉTRICOS.
La gradación de la EH en cuatro estadios es insuficientemente sensible para permitir la detección de cambios sutiles en la función mental. En forma similar, los tests que comúnmente se llevan a cabo al lado de la cama del paciente, y utilizados para la detección de cambios del status en las funciones mentales (tal como escribir y dibujar, memorizar eventos actuales, o resta descendente de a 7 dígitos) pierden precisión, y no pueden ser fácilmente cuantificados.
Por eso, varios tests psicométricos han sido evaluados para cuantificar el deterioro de la función mental en pacientes con estadios leves de EH. Esos tests son más sensibles para la detección de déficits de la función mental que la evaluación clínica convencional o del electroencefalograma (EEG). Sin embargo, esos tests son tediosos, aburridos, consumen tiempo (hasta dos horas por sesión), y su confiabilidad está disminuida por el efecto aprendizaje, cuando son aplicados repetidamente.
Más aún, un problema general con los tests psicométricos es que son inespecíficos (por ejemplo, cualquier alteración de la función cerebral dará resultados anormales). Esto es un problema particular en pacientes con enfermedad hepática alcohólica o enfermedad de Wilson, ambas asociadas con alteraciones del sistema nervioso central. Así, sólo pocos tests han probado ser útiles para uso clínico de rutina. A pesar de esta limitación, la severidad del deterioro cognitivo para pacientes con causas alcohólicas y no alcohólicas de cirrosis, son similares después de ajustar para la severidad de la enfermedad hepática.
El test más frecuentemente aplicado es el test de conexión numérica (NCT o Reitan-Test), que es fácilmente administrado y permite cuantificar rápidamente los resultados.
Aproximadamente 5 a 15% de los pacientes con cirrosis tienen un resultado anormal del NCT, si este es realizado apropiadamente usando los ajustes para edad. Otro test útil es la medida de los tiempos de reacción a los estímulos auditivos y visuales. El equipo es barato, y el tiempo para llevarlo a cabo es razonablemente corto. Puede ser aplicado repetidamente ya que no se afecta por el efecto aprendizaje.
En un intento de mejorar la performance del testeo para EH mínima, una batería de cinco tests de lápiz-papel fueron combinados en un nuevo instrumento llamado Score Psicométrico de Encefalopatía Hepática (PHES) El PHES incluye el test de el calcado de la línea, tests de símbolo digital, test de punteado seriado, y NCT A y B. Esto examina la percepción visual, la orientación visuo-espacial, construcción visual, velocidad motora y precisión, concentración, atención, y memoria. El test puede ser llevado a caboen 10 a 20 minutos, al lado de la cama del paciente. La batería completa de tests y sus componentes han sido estandarizados en un gran grupo de controles sanos. Los tests individuales fueron tabulados como 0 punto en sujetos con +/- 1 DS (desvío standard) del promedio de los controles, +1 punto en sujetos con puntajes por encima de 1 DS de los controles, y -1, -2, o -3 puntos en sujetos con puntajes menores de 1, 2, o 3 SD de los controles. Así, un sujeto individual puede lograr entre +6 y -18 puntos. Cuando el valor de corte entre los resultados normales y patológicos se colocó en -4, el test tenía alta especificidad y sensibilidad para detectar EH. Se observó con este score que un resultado patológico era observado en 25% de los pacientes sin evidencias clínicas de EH.
Además del test de PHES (que fue recomendado por un panel de expertos en el 11th World Congress of Gastroenterology de 1998 para la evaluación neuropsicológica de la EH temprana), existen una cantidad de múltiples tests que miden diferentes funciones cerebrales específicas (tales como memoria, performance motora, atención, etc). La interpretación de estos tests requieren psicólogos entrenados, y sofisticados métodos estadísticos.

Encefalopatía Hepática Mínima.
Una importante consecuencia de la aplicación de tests psicométricos en pacientes con cirrosis fue el hallazgo de que, aún pacientes con status mental aparentemente normal, tienen alguna forma de déficit mensurable de su performance intelectual, memoria a largo plazo, y capacidad de aprender. Esos pacientes son referidos como de padecer “EH mínima”, o “estadio 0 de EH”. Hasta el 15% de los pacientes con cirrosis tienen EH mínima cuando se la define por la presencia de un NCT prolongado o un EEG anormal. La alteración de la memoria se normalizó un año después de un transplante hepático exitoso.
Varios approaches están siendo estudiados para evaluar la EH mínima, pero hasta el presente, ninguno es usado rutinariamente en la práctica clínica.
El significado de un test anormal en pacientes sin EH declarada no es claro. Se ha visto que estos pacientes tienen alterada su calidad de vida en relación a la salud, cuando se los compara con otros pacientes cirróticos pero sin EH mínima. Sin embargo, un trastorno similar ha sido descripto en pacientes con hepatitis crónica C independientemente de la severidad de la hepatopatía. Una posible explicación es que la hepatitis C puede estar asociada a una alteración cognitiva independiente de la EH.
Si el tratamiento de la EH mínima está asociada a beneficios en la salud no ha sido aún demostrado. Sin embargo, un ensayo con lactulosa se asoció a mejoramiento cognitivo y de la calidad de vida.


Capacidad para Conducir
Una preocupación en pacientes con EH mínima es si están en riesgo de accidentes al conducir vehículos, ya que la declinación cognitiva en otras poblaciones (tales como aquellas con demencia) están asociados a tal riesgo.
Hay información controvertida sobre este aspecto importante en la vida de los pacientes con EH mínima. Se recomienda por ahora restringir la conducción de vehículos a pacientes con encefalopatía hepática persistente asociada a cirrosis, particularmente en aquellos en quien el curso clínico, el examen físico y los informes de familiares sugieren que puede estar en riesgo aumentado para conducir. También, si existe la posibilidad de realizar tests neuropsiquiátricos, particularmenteen pacientes con riesgo aumentado de encefalopatía, tales como aquellos con cirrosis avanzada ( Child-Pugh clase B o C), grandes shunts porto-sistémicos (por ejemplo TIPS, o shunts quirúrgicos), enfermedad alcohólica, o episodios previos de EH. Sin embargo, la costo-efectividad de este approach es desconocido. Otra opción sería someter al paciente a un test de conducción por un examinador entrenado, aunque este tipo de opciones no están estandarizadas. El sentido común a veces indica que restringir el manejo a cortas distancias, y durante las horas del día, puede ser adecuado para pacientes con alteraciones neuropsiquiátricas leves, y si los familiares dan fe de que su desempeño como conductor es bueno.




Tests Electrofisiológicos.
Los cambios EEG evolutivos asociados con el aumento de la severidad de la EH, consisten inicialmente en una disminución sincrónica bilateral en la frecuencia y aumento de la amplitud de las ondas, asociado a desaparición del normal ritmo-alfa (8 a 13 ciclos/seg). La forma más simple de medir el grado de EH en el EEG es evaluar el trazado, y ver el grado de anormalidad en relación a un trazado normal. Sin embargo, hay formas más refinadas de medirlo, a través de un análisis por computadora (análisis espectral del EEG), que permite que las variables del EEG (tal como la frecuencia promedio EEG dominante y el poder de un ritmo particular EEG) sean cuantificadas. Cambios menores en la frecuencia EEG dominante ocurren en la EH leve. El análisis EEG espectral puede mejorar la detección de la EH mínima, por disminuir la variabilidad interoperador de la interpretación.
El índice biespectral (BIS) es una herramienta útil para monitoreo al lado de la cama del paciente de la actividad EEG. El BIS es útil para la gradación y monitoreo del compromiso del sistema nervioso central en pacientes con enfermedad hepática crónica y clasificar el grado de progresión de la EH.


Potenciales Evocados.
Los potenciales evocados son señales eléctricas registradas externamente, que reflejan las descargas sincrónicas a través de las redes de interconexiones neuronales, en respuesta a varios estímulos aferentes. Se los categorizan como: visuales, somatosensoriales, o acústicos, dependiendo del tipo de estímulo. Una forma más sofisticada de respuesta evocada son las respuestas relacionadas a eventos que requieren alguna forma de función intelectual. Una típica respuesta relacionada a eventos es el pico P300 después del estímulo auditivo. El P300 es extremadamente sensible, y detecta cambios sutiles de la función cerebral, y por lo tanto puede ser usado para el diagnóstico de EH subclínica.


Frecuencia Crítica de Parpadeo.
Las células gliales de la retina están afectadas a la detoxificación del amoníaco para la síntesis de glutamina. Los pacientes con fallo hepático exhiben en estas células, cambios similares a los observados en los astrocitos cerebrales, sugiriendo que la gliopatía retiniana puede servir como marcador de la gliopatía cerebral en pacientes con EH. Esas observaciones provienen del desarrollo racional de los tests visuales (frecuencia crítica del parpadeo/frecuencia de fusión), para determinar si la EH está presente. Las experiencias iniciales sugieren que la frecuencia crítica del parpadeo/frecuencia de fusión pueden ser medidas altamente objetivas y sensibles para el diagnóstico de EH mínima.




TOMOGRAFÍA COMPUTADA Y RESONANCIA MAGNÉTICA DE CEREBRO.
Como se dijo antes, la TAC está indicada en pacientes con EH declarada, en quienes el diagnóstico es incierto para excluir otras enfermedades asociadas con coma o confusión, y detectar la presencia de edema cerebral localizado o generalizado.
La RMN es superior a la TAC para el diagnóstico de edema cerebral en el fallo hepático, pero no es un método standard para el diagnóstico de EH. Se han observado cambios típicos en T1, con una fuerte señal en los ganglios de la base, en pacientes con EH, posiblemente debido a la acumulación de manganeso. Sin embargo, esos cambios no son indicadores ni sensibles ni específicos de EH.


ESPECTROSCOPÍA POR RESONANCIA MAGNÉTICA Y TOMOGRAFÍA POR EMISIÓN DE POSITRONES (PET).
La espectroscopía por RMN (MRS) es un método no invasivo que permite las medidas seriadas de varios neurometabolitos en el cerebro usando varios isótopos (1)H, (32)P, (12)C. El protón (1H) en MRS permite la medida de las concentraciones regionales de colina (Cho), creatina (Cr), glutamina/glutamato (Glx), mioinositol (iM), y N-acetil aspartato (NAA) dependiendo de la secuencia usada.


Los pacientes con EH deben mostrar un aumento en la resonancia de Glx, ya que el amoníaco, es detoxificado en los astrocitos a glutamina por la glutamina sintetasa. Varios estudios han mostrado correlación entre la severidad de la EH y Glx/Cr, aunque otros estudios no han demostrado tal correlación. En otros estudios, los hallazgos de la RMN y la MRS se correlacionan con las anormalidades en los ganglios basales y la presencia de signos Parkinsonianos en pacientes con cirrosis.
Otra observación es que el aumento de la glutamina cerebral durante la EH (representada en la MRS por Glx aumentada), aumenta la osmolalidad intracelular. Para mantener el equilibrio osmótico, los astrocitos pierden osmolitos tales como mioinositol (mI). La relación mI/Cr, está significativamente reducida en pacientes con EH, sugiriendo que un disbalance en el equilibrio osmótico astrocitario puede contribuir a la patogénesis de la EH.
El metabolismo de la glucosa cerebral es considerado un marcador de las funciones cerebrales, y así, debe correlacionarse con el metabolismo del amoníaco cerebral en pacientes con EH. Un estudio evaluó esta hipótesis, correlacionando el metabolismo del amoníaco plasmático y cerebral con los resultados de la tomografía por emisión de positrones con (13) N-amoníaco y (18) F-fluorodesoxiglucosa. Se demostró sólo una correlación entre MRS con el amoníaco plasmático y cerebral en la sustancia blanca. En contraste, las alteraciones de la MRS, se correlacionaron con la utilización de glucosa en varias regiones cerebrales. Esos datos sugieren que el metabolismo del amoníac cerebral es importante pero no es el único factor causal relacionado en el desarrollo de EH.


RESUMEN Y RECOMENDACIONES.
La encefalopatía hepática (EH) es un espectro de anormalidades neuropsiquiátricas vistas en pacientes con disfunción hepática después de la exclusión de causas neurológicas o metabólicas no relacionadas.
Los pacientes con EH usualmente tienen enfermedad hepática crónica avanzada, y, por lo tanto, tienen muchos estigmas asociados con disfunción hepática severa. Los hallazgos físicos pueden incluir atrofia muscular, ictericia, ascitis, eritema palmar, edema, telangiectasias y fetor hepaticus.
Alteraciones del patrón de sueño diurno (insomnio e hipersomnia) son comunes, y típicamente preceden a los signos neurológicos. Los hallazgos neurológicos más avanzados incluyen la presencia de asterixis, reflejos tendinosos hiperactivos, y menos comúnmente posturas de descerebración transitorias.
Las alteraciones del laboratorio incluyen típicamente alteraciones en el hepatograma y alteraciones sintéticas, disturbios electrolíticos (tales como hiponatremia e hipokalemia), que ocurren como resultado de la hipertensión portal y el uso de diuréticos. Además, el amoníaco es la toxina más conocida como desencadenante de EH. Sin embargo, la determinación de rutina de las concentraciones de amoníaco venoso o arterial no son necesarias para establecer el diagnóstico de EHTodos los demás tests de laboratorio son útiles sólo para excluir otras causas de disfunción cerebral (por ejemplo hipoglucemia, uremia, alteraciones electrolíticas, e intoxicaciones).
El diagnóstico se basa generalmente en el cuadro clínico y los datos de laboratorio discutidos antes, así como en la exclusión de otras causas de alteraciones del status mental. Una TAC de cerebro debe ser llevada a cabo en pacientes con EH declarada si los hallazgos clínicos son sugestivos de que otra causa puede estar en juego. (por ejemplo hematoma subdural, y trauma).
Una vez establecido el diagnóstico, es útil determinar el grado de severidad de la EH. La medida más simple y más comúmnente usada es la que estratifica a la EH en cuatro estadios I a IV. (Gráfico).

Estadios de la Encefalopatía Hepática.



TRATAMIENTO DE LA ENCEFALOPATÍA HEPÁTICA.
INTRODUCCIÓN.
La EH o encefalopatía portosistémica representa una declinación reversible de la función neurológica asociada con un deterioro de la función hepática. A pesar de la frecuencia de esta condición, todavía no está muy claro el mecanismo patogénico. Se supone que el aumento en las concentraciones de amoníaco está implicado, y que puede haber un rol inhibitorio en la neurotransmisión, a través del receptor del ácido gama-aminobutírico (GABA) en el sistema nervioso central, y cambios en los neurotransmisores centrales y en los aminoácidos circulantes.
Las terapias actualmente disponibles para el tratamiento de la EH se basan en esas hipótesis.


TRATAMIENTO DE LAS CAUSAS PRECIPITANTES.
Es importante reconocer que la EH, aguda y crónica, es reversible y que las causas precipitantes que causan un empeoramiento de la función hepatocelular, pueden ser identificadas en la mayoría de los casos. En un estudio clásico, más del 80% de los casos fueron atribuidos a factores tales como hemorragias digestivas, aumento de la ingesta proteica, alcalosis hipokalémica, infección, y constipación (todos ellos aumentan los niveles de amoníaco), o a hipoxia y uso de sedantes y tranquilizantes:

DROGAS:
Benzodiacepinas.
Narcóticos.
Alcohol.


AUMENTO DE LA PRODUCCIÓN O ABSORCIÓN DE AMONÍACO, O SU ENTRADA AL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL:
Exceso de ingesta proteica en la dieta.
Hemorragia digestiva.
Infección.
Disturbios electrolíticos tales como hipokalemia.
Constipación.
Alcalosis metabólica.


DESHIDRATACIÓN:
Vómitos.
Diarrea.
Hemorragia.
Diuréticos. Paracentesis de grandes volúmenes.


SHUNTS PORTOSISTÉMICOS:
Shunts espontáneos.
Shunts colocados radiológica o quirúrgicamente.


OCLUSIONES VASCULARES:
Trombosis de la vena porta.
Trombosis de la vena hepática.


CARCINOMA HEPATOCELULAR PRIMARIO.


Los pacientes con cirrosis avanzada pueden ser particularmente sensibles a las benzodiacepinas debido a la concentración aumentada de los receptores de benzodiacepinas en cerebro.
El tratamiento de los eventos precipitantes se asocia típicamente a una rápida y sostenida mejoría de la EH. Por lo tanto, deben hacerse todos los esfuerzos posibles para identificar los eventos precipitantes mientras se comienza el tratamiento empírico con los agentes descriptos a continuación.


TRATAMIENTOS BASADOS EN LA HIPÓTESIS DEL AMONÍACO.
El tracto gastrointestinal es la fuente primaria del amoníaco, que entra a la circulación, vía vena porta. El amoníaco es producido por los enterocitos a partir de la glutamina, y del catabolismo de las bacterias colónicas del nitrógeno ingerido con las proteínas y de la urea secretada.
Un hígado intacto aclara casi todo el amoníaco proveniente de la vena porta, convirtiéndolo en glutamina, y previniendo así su entrada a la circulación sistémica. Elevaciones de amoníaco son detectadas en el 60% a 80% de los pacientes con EH, y las terapias tendientes a reducir los niveles de amoníaco circulante, generalmente resuelven la encefalopatía.

Corrección de la Hipokalemia:
La corrección de la hipokalemia, si está presente, es un componente esencial de la terapéutica, ya que la hipokalemia aumenta la producción renal de amoníaco. La a menudo asociada alcalosis metabólica puede contribuir, ya que promueve la entrada de amoníaco al cerebro a través de la conversión del amonio (NH4+), una partícula cargada que no puede cruzar la barrera hematoencefálica, en amoníaco (NH3) que si, puede hacerlo.


Reducción de los Sustratos Amoniogénicos:
Remover la fuente de amoníaco desde el tracto gastrointestinal puede ser un paso importante en ciertos pacientes. Las modalidades usadas varían de acuerdo al contexto clínico:

1) Lactulosa y Manitol.
Los disacáridos sintéticos (lactulosa y lactitol), son actualmente la piedra angular del tratamiento de la EH. El tratamiento mejora la calidad de vida y la función cognitiva. También ayudan a prevenir la recurrencia de la EH.
La base del tratamiento con lactulosa o lactitol es la ausencia de disacaridasas específicas para su digestión en las microvellosidades de la membrana de los enterocitos en el intestino delgado humano, permitiendo por lo tanto, su entrada al colon. En el colon, la lactulosa (beta-galactosidofructosa) y lactitol (beta-glactosidosorbitol) son catabolizados por la flora bacteriana a ácidos grasos de cadena corta (por ejemplo ácido láctico y ácido acético), que disminuyen el pH colónico a alrededor de 5.0. La reducción del pH favorece la formación de NH4+ no absorbible a partir del NH3, atrapando así NH4+ en el colon y reduciendo las concentraciones de amoníaco plasmáticas.
Otros efectos que pueden contribuir a la efectividad clínica de la lactulosa y el lactitol incluyen:

* Incorporación aumentada de amoníaco por las bacterias para la síntesis de compuestos nitrogenados.
* Modificación de la flora colónica, con desplazamiento de las bacterias que contienen ureasa con Lactobacilus.
* Efecto catártico de la carga hiperosmolar en el colon que mejora el lento tránsito gastrointestinal en pacientes con EH subclínica.
* Excreción aumentada de nitrógeno de hasta el cuádruple debido al aumento en el volumen fecal.
* Formación reducida de ácidos grasos de cadena corta potencialmente tóxicos (por ejemplo propionato butirato, valerato).

La dosis de lactulosa (45 a 90 g/día) debe ser titulada para lograr dos o tres deposiciones blandas por día con un pH de 6. Aproximadamente 70 a 80% de los pacientes con EH mejoran con el tratamiento con lactulosa. EL tratamiento es usualmente bien tolerado, y la principal toxicidad son los dolores cólicos abdominales, diarrea y flatulencia.

2) Enemas.
La limpieza del colon es un método rápido y efectivo para remover sustratos amoniogénicos. Puede lograrse con catárticos o con enemas. Sin embargo, en estudios comparados, lactulosa y lactitol fueron superiores a los enemas, sugiriendo que la acidificación del colon fue más importante que la limpieza.


3) Reducción de las Proteínas Dietarias.
No hay buena evidencia clínica que sostenga que la restricción proteica en la dieta reduzca la encefalopatía hepática. De todas maneras, los pacientes con encefalopatía grados III o IV usualmente no reciben alimentación oral. Una vez que mejoran, se les puede dar dieta general.
Un ensayo randomizado sugirió que las proteínas vegetales eran superiores a las derivadas del pescado, leche y carnes rojas. Como regla general, actualmente se restringe el aporte de proteínas en la dieta o se les administra sólo proteínas vegetales, a aquellos pacientes con TIPS o shunts porto-sistémicos quirúrgicos.


4) Inhibición de la Producción y Absorción de Amoníaco Intestinal.
Disminuir los niveles de amoníaco pueden ser efectivamente logrados reduciendo la producción de amoníaco y su absorción, con antibióticos, disacáridos sintéticos (como lactulosa), o la administración de bacterias no productoras de ureasa.


*Antibióticos orales.
Aunque la neomicina ha sido usada por años para el tratamiento de la EH, no se la ha comparado en estudios controlados contra tratamiento standard solo. Además, neomicina se asocia a oto y a nefrotoxicidad, lo que limitan su uso a largo plazo.
Otros antibióticos como metronidazol, vancomicina, y rifaximina han sido efectivos y mejor tolerados que la neomicina. Sin embargo, hay fuerte evidencia de que los antibióticos pueden causar alteraciones en la flora colónica y contribuir al sobrecrecimiento bacteriano. Así, su uso está típicamente limitado a aquellos pacientes que no toleran los disacáridos.


* Modificación de la Flora Colónica (probióticos o prebióticos).
La alteración de la flora colónica (ya sea con probióticos o con prebióticos tales como fibras fermentables) ha estado asociado a mejoramiento en la EH en estudios pilotos. Estas terapias parecen disminuir las concentraciones de amoníaco posiblemente favoreciendo la colonización con bacterias no productoras de ureasa.


*Acarbosa.
La acarbosa (un inhibidor de la alfa-glicosidasa, aprobada para el tratamiento de la diabetes mellitus) inhibe las enzimas del tracto gastrointestinal superior (alfa-glucosidasas) que convierten los carbohidratos en monosacáridos. También promueve la proliferación intestinal de las bacterias sacarolíticas, mientras que reduce la flora proteolítica que produce mercaptan, sustancias benzodiacepinas-like, y amoníaco. Su reducción mejora la EH. Su uso reduce los niveles de amoníaco plasmáticos y mejora la EH.


5) Estimulación del Metabolismo del Amoníaco Metabólico.
El amoníaco es removido por formación de urea en los hepatocitos periportales y/o por síntesis de glutamina en los hepatocitos perivenosos. En la cirrosis, las actividades de la carbamilfosfato sintetasa, y glutamina sintetasa (las enzimas claves en la síntesis de urea y glutamina) están en déficit, y el flujo de glutaminasa está aumentado en forma compensatoria, resultando en hiperamoniemia. Como resultado de ello, la ornitino-aspartato y el benzoato han sido usadas para disminuir las concentraciones del amoníaco plasmático favoreciendo el metabolismo del amoníaco a glutamina e hipurato respectivamente.

1) Ornitina-aspartato.
La ornitina sirve tanto como un activador de la carbamilfosfato sintetasa y de la ornitina-carbamiltransferasa en los hepatocitos periportales, como de sustrato para la ureagénesis. La ornitina (vía alfa-cetoglutarato) y el aspartato aumentan la remoción de amoníaco por esas células, vía estimulación de la síntesis de glutamina.
Varios ensayos controlados han sugerido un beneficio de la ornitina-aspartato en pacientes con EH leve. Esos estudios mostraron significativos mejoramientos en las concentraciones de amoníaco en ayunas y posprandial, así como mejoramiento clínico comparado contra placebo. No ha habido efectos adversos. No se los ha comparado con lactulosa y lactitol, y además, la experiencia en pacientes con EH más severa es limitada. Se ha utilizado en fallo hepático agudo donde no mostró ningún beneficio.

2) Benzoato de sodio.
Un approach totalmente diferente para eliminar el amoníaco es el uso de benzoato. El benzoato reacciona con glicina para formar hipurato. Por cada mol de benzoato usado, un mol de nitrógeno es excretado en la orina. Un estudio en EH aguda, que usó 5 gramos/día de benzoato sódico mostró efectos similares a la lactulosa, siendo 30 veces más barato. Sin embargo, se esperan más evidencias para indicarlo como agente de primera línea en EH.


TRATAMIENTO BASADO EN LA HIPÓTESIS DE LOS NEUROTRANSMISORES.
Se ha sugerido que el aumento de la relación entre los aminoácidos aromáticos (AAA) (tirosina, fenilalanina, y triptófano) y los aminoácidos ramificados (AARF) (leucina, isoleucina, y valina), como consecuencia de la insuficiencia hepática, pueden contribuir a la encefalopatía. La relación alterada puede aumentar entonces los niveles de los aminoácidos precursores de los neurotransmisores, y contribuir a la excitabilidad neuronal alterada. Como resultado de ello, muchos estudios han evaluado los efectos de la administración de AARF por vía oral o intravenosa.

1) Infusiones con AARF.
Varios ensayos randomizados han evaluado el uso de nutrición parenteral con soluciones de aminoácidos modificados, con altas concentraciones de AARF y bajo contenido de AAA. Un metaanálisis sugirió que la recuperación mental fue más rápida en los pacientes tratados. Hubo tres estudios que mostraron disminución de la mortalidad pero otros dos demostraron aumento de la misma. En la actualidad, todavía no se los puede indicar como tratamiento standard en pacientes con EH.

2) AARF por vía oral.
El beneficio de los AARF no está claro, aunque en algunos ensayos se vio un beneficio significativo en pacientes con EH crónica, la cual no fue confirmada en una revisión sistematizada de 11 ensayos.
Como ejemplo, un ensayo doble ciego de 64 pacientes encontró que la suplementación a largo plazo de AARF, comparados con una dieta baja en proteínas, mejoraba la performance mental a los tres meses comparado con la suplementación con caseína. Además, algunos pacientes que no mejoraban con caseína, mejoraban rápidamente cuando se los rotaba a AARF.
No se demostró beneficio en la suplementación con AARF en pacientes proteíno-tolerantes. Por lo tanto, pareciera que la suplementación con AARF está indicado sólo en pacientes sevramente proteíno-intolerantes.


TRATAMIENTOS BASADOS EN LA HIPÓTESIS DEL GABA.
El complejo receptor-GABA parece contribuir a la inhibición neuronal en la EH. Este complejo en la membrana postsináptica, es la principal red inhibidora en el sistema nervioso central. Este complejo consiste en un sitio de unión al GABA (ácido gama-aminobutírico, que es el principal neurotransmisor inhibidor en SNC), un canal de cloro, y sitios receptores para benzodiacepinas y barbitúricos. Los aumentos en la transmisión pueden ser causados por el aumento de los ligandos en cualquiera de estos tres sitios del complejo receptor. Hay evidencias de aumento de los ligandos de la porción benzodiacepinica en pacientes con EH, y por lo tanto se han estudiado los efectos de los antagonistas benzodiacepínicos del receptor. La transmisión GABA-érgica puede interactuar con el amoníaco en la patogénesis de la EH.
El antagonista benzodiacepínico del receptor flumazenil ha sido usado en el tratamiento de la EH co éxito limitado. La respuesta al tratamiento, cuando ocurre, se ve pocos minutos después de la administración intravenosa de flumazenil. Sin embargo, dos tercios de los pacientes que responden, vuelven a deteriorarse dos a cuatro horas más tarde.
Una revisión sistemática de 12 ensayos controlados que incluyó 756 pacientes mostró que el tratamiento con flumazenil estuvo asociado a mejoría significativa de la EH comparado con placebo. El beneficio fue a corto plazo y pareció limitado a los pacientes que tenían pronóstico favorable. No se demostró beneficio en la recuperación completa ni en la sobrevida. Otro metaanálisis dio resultados similares.
Estos hallazgos sugieren que mientras algunos pacientes con EH pueden beneficiarse con flumazenil, este no puede ser indicado como tratamiento de rutina. Sin embargo, flumazenil puede ser muy útil en pacientes que han recibido benzodiacepinas.


TRATAMIENTOS MISCELÁNEOS.
El zinc y la melatonina podrían tener valor potencial en pacientes con EH recurrente, aunque existe poca evidencia que documente su efectividad.

* Zinc.
La deficiencia de zinc es común en pacientes con cirrosis y en aquellos con EH. El zinc está contenido en las vesículas presinápticas terminales de una clase de neuronas, muchas de las cuales pertenecen a la subclase de neuronas glutamatérgicas. La estimulación de su liberación puede modular la función del canal iónico y la neurotransmisión. El zinc puede, además, aumentar la conversión hepática de aminoácidos a urea.
Hay poca información disponible sobre la suplementación de zinc en EH declarada. Hay casos anecdóticos de pacientes refractarios a la restricción proteica , lactulosa y neomicina, y que respondieron al zinc. Sin embargo estos reportes no han sido confirmados en grandes estudios, y por lo tanto no se recomienda en el tratamiento de la EH.


*Melatonina.
Uno de los síntomas más discapacitantes de los pacientes con EH subclínica son los trastornos del sueño, o más comúnmente, del ciclo sueño/vigilia.
Estas alteraciones del sueño pueden ser debidas, al menos en parte a alteraciones en el ritmo de la hormona melatonina, considerada la señal de salida del “reloj” biológico. En una serie de pacientes con cirrosis, el inicio en el aumento de las concentraciones plasmáticas de melatonina y el pico de melatonina durante la noche estaba desplazado varias horas más tarde. Más aún, los niveles plasmáticos de melatonina en cirróticos fue significativamente mayor en cirróticos durante las horas del día, momento en que en personas normales está en niveles muy bajos o ausente.
Estos hallazgos sugieren la hipótesis de que una alteración del ritmo circadiano es responsable de de la alteración del ciclo sueño/vigilia frecuentemente en los cirróticos. La melatonina puede influenciar su propio ritmo, cuando es administrada en momentos definidos en el día, desplazando hacia adelante o hacia atrás la curva de secreción. El efecto hipnótico de la melatonina puede también mejorar la calidad del sueño, disminuyendo así, la necesidad de sedantes.


TRATAMIENTOS EXPERIMENTALES.
Un número de approaches experimentales están siendo evaluados en modelos animales para el tratamiento de la EH, pero pocos han sido testeados en ensayos clínicos.


* L-Carnitina.
La carnitina es un metabolito en la vía de degradación del aminoácido esencial Lisina. Sirve como transportador de ácidos grasos de cadena corta, a través de la membrana mitocondrial. Hay datos de ratas con shunts-portocava que sugieren que la L-carnitina es protectora contra la neurotoxicidad por amoníaco.
Los datos disponibles son insuficientes para evaluar el rol de la L-carnitina en humanos. En cirróticos sometidos a tests de sobrecarga rectal de amoníaco, la L-carnitina intravenosa mejoró significativamente los tests psicométricos después de los 30 minutos, mientras que los niveles de amoníaco circulante no se afectaron.


*Antagonistas Glutamatérgicos.
Hay buena evidencia de que el sistema de neurotransmisión glutamatérgica está afectado en la patogénesis de la EH. El receptor del N-metil-D-aspartato (NMDA), es uno de tres receptores de glutamato centrales conocidos. La sobreactividad del receptor NMDA se ha observado en dos modelos de ratas con encefalopatía. La administración de un antagonista del receptor NMDA como la memantina, mejoró significativamente el estadio clínico de encefalopatía, mostró menos enlentecimiento de la actividad en el EEG, menos aumento de la concentración del glutamato en LCR, y menos hipertensión endocraneana y contenido de agua cerebral que en ratas control no tratadas.

* Antagonistas Serotoninérgicos.
El tono serotoninérgico está aumentado en el cerebro en EH. El antagonista del receptor no selectivo del receptor de serotonina metisergida, no tuvo efectos en ratas control pero aumentó la actividad motora en ratas en estadio II a III de EH de una manera dosis-dependiente. En contraste, el antagonista del receptor 5-HT2 seganserina no tuvo efectos.


* Antagonistas Opioides.
El nivel plasmático de Meta-encefalina y beta-endorfinas están elevados en pacientes y en animales experimentales que sufren de fallo hepático. La administración de (+/-)-naltrexona, pero no (+)-naloxona, aumentó significativamente la actividad motora de las ratas con EH en estadio III.


RESUMEN FINAL Y RECOMENDACIONES DEL TRATAMIENTO.
TERAPIA AGUDA.
El manejo inicial de la encefalopatía hepática tipo C (por ejemplo causada por cirrosis e hipertensión portal, o shunts sistémicos) comprende dos pasos:


1) Identificación y Corrección de las Causas Precipitantes.
2) Medidas para disminuir la concentración de amoníaco sérico.


Corrección de Causas Precipitantes.
El primer paso es la identificación y la corrección de las causas precipitantes. Una cuidadosa evaluación debe ser llevada a cabo para determinar la presencia de cualquiera de las siguientes situaciones:
Hipovolemia.
Hemorragia digestiva.
Hipokalemia y/o alcalosis metabólica.
Hipoxia.
Sedantes o tranquilizantes.
Hipoglucemia.
Infecció (incluyendo peritonitis bacteriana espontánea).
Oclusión vascular (trombosis de la vena hepática o porta).


Aproximadamente 70 a 80% de los pacientes con encefalopatía hepática mejoran después de corregir los factores precipitantes.


Medidas para Disminuir el Nivel de Amoníaco Sérico.
El segundo paso es la iniciación de medidas para disminuir las concentraciones de amoníaco séricos (estén o no los niveles elevados francamente). La corrección de la hipokalemia es también un commponente esencial de la terapia, ya que la hipokalemia aumenta la producción renal de amoníaco. No se recomienda la restricción de la ingesta de proteínas en la dieta en pacientes con encefalopatía hepática aguda.
La terapia con drogas es la piedra angular del tratamiento para disminuir la concentración de amoníaco en sangre. El approach recomendado es el siguiente:
Se sugiere comenzar con lactulosa o lactitol. La dosis de lactulosa es de 45 a 90 g/día, debiendo ser titulada de acuerdo a la consistencia de la materia fecal. Esta debe ser blanda, dos o tres deposiciones diarias y con un pH de menos de 6. Si el paciente no puede tomar lactulosa por boca, esta puede ser administrada por enemas.

Para aquellos que no mejoraron dentro de las 48 horas se sugiere terapia de segunda línea, con antibióticos no absorbibles. Estos deben ser agregados a la lactulosa. La neomicina ha sido usada como segunda línea de tratamiento en aquellos pacientes que no responden a los disacáridos, pero existe preocupación acerca de su potencial ototoxicidad y nefrotoxicidad. Las dosis que se usan son generalmente 500 mg tres veces por día o 1 gramo dos veces por día. En pacientes con profunda encefalopatía hepática (coma), algunas autoridades prefieren dar lactulosa por enemas durante varios días, y reservan la neomicina para aquellos pacientes que no responden. Una alternativa es la rifaximina 400 mg tres veces por día.


TERAPIA CRÓNICA.
En pacientes con encefalopatía recurrente (por ejemplo causada por cirrosis, hipertensión portal o shunts sistémicos) se sugiere continuar la administración de lactulosa. La restricción proteica en la dieta no es necesaria a menos que la encefalopatía sea refractaria a la lactulosa.
En aquellos pacientes en los que los síntomas empeoren con la ingesta de proteínas, la sustitución de proteínas del pescado, la leche o la carne, por proteínas vegetales puede mejorar el balance nitrogenado. Otra alternativa para pacientes intolerantes a las proteínas es el agregado de aminoácidos ramificados a una dieta baja en proteínas. Los aminoácidos ramificados están indicados sólo en pacientes severamente intolerantes a las proteínas.

Encefalopatía Hepática Mínima:
Los pacientes con encefalopatía hepática mínima pueden beneficiarse del tratamiento con lactulosa, pero la decisión para el tratamiento debe ser individualizada basadas en tests psicométricos, y en la forma en que la encefalopatía impacta en la calidad de vida.




Fuente:
UpToDate Julio 2010.

lunes, 30 de agosto de 2010

Presencia del Servicio de Clínica Médica en el Marco del XIII Congreso Internacional de Medicina Interna del Hospital de Clínicas.


La Dra Gabriela Avellaneda en ocasión de la presentación del poster.

El caso presentado corresponde al Ateneo del Hospital Pintos publicado el Día 07/04/2010

jueves, 19 de agosto de 2010

Varón de 59 Años con Fiebre, Dolor e Inflamación en Ambos Ojos y Pabellón Auricular Derecho.

Dr. David T. Ting (Medicina Interna): Un hombre de 59 años fue internado por fiebre, así como dolor e inflamación de ambos ojos, a predominio en el izquierdo y oído derecho. El paciente había estado bien hasta 6 semanas antes de la admisión, cuando comenzó con cefalea y fiebre; él vió a su clínico, quien la envió al departamento de emergencia de otro hospital donde se le hizo diagnóstico de sinusitis. Se inició tratamiento con azitromicina durante 5 días. Los síntomas persistieron, y se agregó dolor en el cuello y congestión sinusal; el paciente volvió al hospital donde fue internado. Una TAC de cabeza mostró engrosamiento bilateral de senos, y el resultado de la punción lumbar fue normal. Se hizo diagnóstico de sinusitis, y fue dado de alta, con una prescripción de 10 días de amoxicilina-clavulánico, y paracetamol en caso de fiebre.



Sus síntomas persistieron, agregándose dolor en el lado derecho del cuello; cinco días después del alta fue readmitido en el hospital. Una RMN de cerebro mostró leve hiperintensidad en T2 a nivel de las celdas aéreas mastoideas. Un test serológico rápido para influenza y para virus HIV fueron negativos. Se hizo diagnóstico de síndrome viral y el paciente fue dado de alta al tercer día.


Durante la siguiente semana, desarrolló diplopia horizontal, con dolor en la parte superior de los ojos, seguido por dolor e inflamación del ojo izquierdo, con lagrimeo, cefalea, y sensación de presión en senos. Dos días antes de la admisión hospitalaria, desarrolló dolor en el oído derecho por lo que concurrió al departamento de emergencias. Su temperatura era de 39,2ºC, el pulso108 por minuto, la respiración de 22 por minuto, y la presión arterial de 145/75 mmHg. El ojo izquierdo mostraba quemosis y leve inflamación del párpado; la agudeza visual era normal. El pabellón auricular del oído derecho mostraba cambios en la piel que se interpretaron como eccema, y era ligeramente doloroso. Se le administró polimixina B, neomicina, gotas óticas de hidrocortisona, y gotas oftálmicas de ciprofloxacina. El dolor y la inflamación en el ojo izquierdo y oído derecho continuaron empeorando. Consultó nuevamente al departamento de emergencias.


El paciente había perdido 9 kg de peso durante su enfermedad.


Tenía antecedentes de hipertensión, angina de pecho, y déficit de vitamina B12. Su medicación usual incluía lisinopril, atenolol, mononitrato de isosorbide, ranitidina, y una inyección mensual de vitamina B12. No tenía alergias conocidas. Su madre había tenido cáncer de mama, y su hermano tenía hipertensión arterial. Era nativo de Puerto Rico, pero había vivido en Boston por 30 años; estaba casado, tenía hijos y trabajaba como mecánico. No fumaba ni tomaba alcohol. Cuando era niño había estado expuesto a miembros de su familia con tuberculosis.


En el examen, la temperatura era de 36,2ºC, el pulso de 108 latidos por minuto, y la tensión arterial de 100/62 mmHg; la saturación de oxígeno era de 99% mientras respiraba aire ambiente. Estaba despierto e interactivo. Había marcada quemosis y eritema en el ojo izquierdo, y en menor grado en el derecho. El oído derecho era doloroso, con eritema del conducto auditivo externo la zona preauricular, y postauricular así como el pabellón. El resto del examen físico era normal. Los resultados de los tests de laboratorio se muestran en la Tabla 1.


Tabla 1. Resultados de los Tests de Laboratorio.


La TAC de cráneo, con y sin administración de material de contraste mostró leve inflamación de los tejidos blandos periorbitarios izquierdos y proptosis, sin evidencias de sinusitis y sin masas orbitarias; había cambios inflamatorios de partes blandas que afectaban el pabellón, la porción cartilaginosa del conducto auditivo externo derecho, y los tejidos blandos pre y post auriculares que se extendían hasta la región parotídea. No había destrucción ósea. Una angio-TAC mostró flujo normal en todos los vasos intracraneales sin evidencias de trombosis del seno cavernoso.


Una RMN del cerebro y órbitas mostraban leve proptosis bilateral con inflamación de los tejidos blandos preseptales y periorbitarios con opacificación parcial de las celdas aéreas mastoideas, y los apex petrosos bilateralmente. Había hiperintensidad y realce de tejidos blandos en el conducto auditivo externo derecho y tejidos blandos pre y postauriculares en T2. Se comenzó con ceftriaxona 1 gramo, metronidazol 500 mg y nafcilina 2 gramos intravenosos. Gotas de acetato de prednisolona fueron administradas en los ojos. El paciente fue internado la mañana siguiente.


En la admisión, la temperatura era de 38,2ºC, y la presión arterial de 78/40 mmHg. Se comenzó con líquidos parenterales, vancomicina 1 gr/12 hs, y piperacilina/tazobactam 3,375 gr/6hs. La presión arterial volvió a los valores normales. Después de una consulta oftalmológica y otológica, se continuó con las gotas de acetato de prednisolona fueron continuadas con el agregado de gotas de ofloxacina (0,3%) por la inflamación del ojo izquierdo. Se inició tratamiento con gotas óticas de polimixina B, neomicina, e hidrocortisona.


En el tercer día, el dolor en los ojos disminuyó levemente, pero el dolor en el cuello y en el oído derecho persistió, y la temperatura aumentó a 38,9ºC. Se discontinuó piperacilina-tazobactam y se comenzó con cefepime 2 gr/12 hs y sulfato de tobramicina 120 mg/8 hs en administración intravenosa. Se continuó con vancomicina.


El cuarto día, la temperatura fue de 38,6ºC, la presión arterial 109/70 mmHg, y la frecuencia cardíaca de 86 por minuto. Los ojos no mostraron cambios, y el oído y el pabellón auricular siguieron rojos, inflamados y dolorosos (Figura 1).


Figura 1. Aspecto del Paciente en el Cuarto Día de Internación, Demostrando Edema Periorbitario y Eritema en Ambos Ojos. Inflamación y Eritema del Oído y Pabellón auricular Derecho.












Una nueva TAC de cuello después de la administración de material de contraste demostró engrosamiento del pabellón auricular derecho, cambios inflamatorios de partes blandas, y haces grasos en el meato auditivo externo derecho y en la porción cartilaginosa del conducto auditivo externo derecho, con posible extensión a la parótida derecha. Un scan con radionúclidos, obtenido después de la administración de metilen difosfonato marcado con tecnecio 99, mostró leve captación aumentada en los tejidos blandos periauriculares.


En el sexto día, la temperatura era de 37,9ºC y la presión sanguínea de 127/78 mmHg; el paciente tenía más dolor en el oído derecho, y movía su cabeza lentamente por dolor. El pabellón auricular derecho estaba inflamado, rojo, doloroso, afectando el pabellón y respetando el lóbulo de la oreja.

Se llevó a cabo un procedimiento diagnóstico.

Diagnóstico Diferencial.

Dr. Joan R. Butterton: Fui llamado para ver a este paciente de 59 años el cuarto día de internación. Él tenía una prolongada y progresiva enfermedad caracterizada por eritema en ambos ojos, eritema y dolor en oído derecho, fiebre, y pérdidad de peso. Estoy al tanto del diagnóstico definitivo por haber participado en el tratamiento del paciente.


Sinusitis Aguda.
Los síntomas iniciales de este paciente fueron característicos de la sinusitis aguda. La mayoría de los casos de rinosinusitis son causados por virus adquiridos en la comunidad, y los síntomas típicamente mejoran en 7 a 10 días; en este paciente, sin embargo, la enfermedad persistió. La TAC inicial mostró engrosamiento de la mucosa de los senos, pero esto es observado en muchos adultos con resfrío. (1) La complicación más frecuente de la sinusitis viral es la infección bacteriana secundaria con Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae, Moraxella catarrhalis.(2) Este paciente inicialmente fue tratado con antibióticos apropiados dirigidos a esos agentes, sin mejoría clínica.


Celulitis Orbitaria y Trombosis de los Senos Durales.
En el momento de la internación, este paciente tenía fiebre alta, inflamación facial y periorbitaria, eritema, cefalea, y cambios de visión. (3) Dado que los senos están próximos al cerebro, de los ojos, y de los huesos faciales, la infección sinusal puede extenderse a una o más de esas zonas. La extensión dentro del sistema nervioso central con meningitis parece improbable de acuerdo a los resultados de la punción lumbar, pero nosotros estábamos procupados por la presencia de visión doble que puede ser indicativa de extensión de la infección a la órbita (celulitis orbitaria) o a los senos durales.
El septum orbitario es un importante plano tisular que separa las infecciones en celulitis preseptales y en celulitis orbitaria. Las celulitis preseptales son infecciones de partes blandas de la cara que se presentan como inflamación y eritema fuera de la órbita; la celulitis orbitaria es una infección posterior al septum, que se presenta con proptosis, alteraciones de la visión, dolor con los movimientos oculares, y quemosis. Este paciente tenía muchos de esos síntomas, lo que nos hizo sospechar el diagnóstico de celulitis orbitaria. La celulitis orbitaria puede ser complicada por trombosis de senos cavernosos. (4) Dado la posibilidad de trombosis de seno cavernoso y dado que Staphylococcus aureus es el patógeno la mayoría de las veces, el paciente fue tratado con vancomicina.

Epiescleritis y Escleritis.
El paciente tenía un ojo rojo. Nosotros sabemos que un ojo rojo puede ser ocasionado entre otros diagnósticos por epiescleritis o escleritis, que plantean una larga lista de diagnósticos diferenciales que incluyen trastornos reumatológicos, vasculitis, sífilis, tuberculosis y zoster del oftálmico. Los resultados negativos de la VDRL descartaron sífilis, y el herpes zoster del oftálmico era improbable dado la ausencia de lesiones vesiculares. Había antecedentes de exposición a tuberculosis en el pasado pero los pulmones estaban claros, y además la tuberculosis difícilmente explicaría los hallazgos oculares u el compromiso del oído.

Otitis Externa.
Además de la sinusitis y el compromiso oftalmológico, el oído del paciente se fue poniendo rojo. Él fue tratado con antibióticos dirigidos a tratar las causas más comunes de otitis externa: Pseudomonas aeruginosa y S. aureus. Otras causas posibles incluyen bacterias anaeróbicas y hongos, y hasta un tercio de los casos son de origen polimicrobiano. (5) El paciente tuvo varios hallazgos sugestivos de otitis externa; sin embargo, el eritema no se extendía hasta la cara, no tenía adenopatías, haciendo que el diagnóstico de otitis externa sea menos probable.
Nuestra preocupación primaria fue la otitis externa necrotizante maligna, una condición que ocurre cuando la infección se disemina desde la piel hasta los tejidos profundos del hueso temporal, y está asociado con alto riesgo de muerte. La otitis externa necrotizante es principalmente una enfermedad de pacientes ancianos con diabetes, aunque un creciente número de inmunodeprimidos están siendo publicados con esta entidad, particularmente los pacientes con SIDA.(6) P. aeruginosa es lejos la causa bacteriana más común, y hay pocos casos descriptos por aspergillus. Los pacientes inicialmente tienen edema, eritema, parálisis de pares craneales, severo dolor, secreción por el oído, tejido de granulación en la unión de la parte ósea con la parte cartilaginosa del canal auditivo, y elevación de la eritrosedimentación. Este paciente no tenía secreción ni tejido de granulación; sin embargo, tenía una sorprendentemente elevada eritrosedimentación. El diagnóstico de otitis externa necrotizante maligna es confirmado por la presencia de erosión ósea en las imágenes; cuando esto no es visto, un centelleograma óseo puede ser útil. En este caso, ambos estudios fueron realizados, y ninguno fue sugestivo de ese diagnóstico.
Yo fui incapaz de hacer un diagnóstico unificador en este caso en base solamente a la historia clínica. Por lo tanto, y como seguía preocupado por la posibilidad de que el paciente tuviera una complicación severa a punto de partida de una sinusitis, o que tuviera una otitis externa necrotizante maligna, es que consulté al radiólogo para revisar las imágenes con nosotros.


Dr. Javier M. Romero(Radiología): La primera TAC, obtenida sin contraste, muestra una densidad aumentada en la región de partes blandas preauriculares derechas, oreja derecha, y conducto auditivo externo (Figura 2A). El cartílago de la oreja tiene un margen menos definido que la oreja contralateral. Las celdas mastoideas y el oído medio muestran opacificación sin erosión ósea. Hay inflamación de partes blandas leve preseptal y periorbitaria, con proptosis del globo ocular izquierdo (Figura 2B), y leve densidad aumentada de carácter estriada en la grasa retroorbitaria, consistente con edema.

Figura 2. TAC y RMN de Cráneo.
Una TAC de cráneo (Panel A) muestra tumefacción y cambios inflamatorios que afectan el canal auditivo externo, tejidos blandos pre y postauriculares, así como el pabellón auricular y la porción cartilaginosa del conducto auditivo externo. (flecha). Una TAC de órbita (Panel B) muestra inflamación de partes blandas y proptosis en el globo ocular izquierdo (flecha). Una RMN en T1 de la órbita (Panel C) muestra significativo realce preauricular (flecha); hay también realce de partes blandas preseptales, y en menor grado, de partes blandas postseptales (cabeza de flecha). Una TAC el cuarto día de hospitalización (Panel D) muestra aumento de la grasa y partes blandas del conducto auditivo externo (flecha) y partes blandas pre y postauriculares.
Una RMN de cerebro a nivel de las órbitas, llevada a cabo el mismo día, después de la administarción de sustancia de contraste, muestra una señal anormalmente aumentada en T2, y realce de partes blandas en el conducto auditivo externo derecho y los tejidos blandos preauriculares; también muestra edema del cartílago de la oreja (Figura 2 C). También presenta realce e inflamación de tejidos blandos preseptales del ojo izquierdo, con evidencias de leve congestión venosa de los tejidos blandos postseptales. La posibilidad de trombosis del seno cavernoso fue descartada por venograma por TAC. El cuarto día de hospital, una TAC de cráneo (Figura 2D) mostró una inflamación de los tejidos blandos de la región postauricular.
Las imágenes muestran un proceso inflamatorio que afecta tres estructuras separadas (conducto auditivo externo, pabellón auricular, y órbita izquierda) sin evidencias de contigüidad entre ellas. Los hallazgos radiológicos sugieren la presencia de otitis externa, condritis del pabellón auricular, y celulitis periorbitaria. La naturaleza multifocal de este proceso inflamatorio apunta a un trastorno sistémico, más que a una diseminación de una infección localmente; el diagnóstico diferencial incluye trastornos granulomatosos y autoinmunes, incluyendo sarcoidosis, granulomatosis de Wegener, y policondritis. (7)


Dr. Butterton: En suma, las imágenes no mostraron evidencias de sinusitis, otitis externa necrotizante maligna, trombosis de senos durales. La falta de respuesta a un curso prolongado a antibióticos de amplio espectro argumentó contra el diagnóstico inicial de infección viral o bacteriana. Cuando finalmente ví al paciente me sorprendió el eritema de sus ojos y sus oídos (Figura 1) e inmediatamente consideré el diagnóstico de policondritis recidivante. Yo requerí una consulta con el servicio de reumatología.


Dr. Deborah S. Collier(Reumatología): Cuando el servicio de reumatología vió a este paciente el cuarto día de internación, había aparecido una inflamación en el puente de la nariz. Los trastornos que causan inflamación de ojos, oídos, y cartílago nasal son resumidos en la Tabla 2.

Tabla 2. Diagnóstico Diferencial de Procesos Inflamatorios que Afectan al Ojo, Oído, y Nariz.
En este paciente, la falta de compromiso pulmonar o renal y tests negativos para ANCA hicieron el diagnóstico de granulomatosis de Wegener improbable. No había lumbalgia ni artritis periférica que sugiriesen una espondiloartopatía seronegativa. El paciente no reunía criterios diagnósticos de lupus eritematoso sistémico. La ausencia de adenopatías hiliares, eritema nodoso, y periartritis de tobillo alejaba también la posibilidad de sarcoidosis. La combinación de compromiso de los ojos, cartílago auricular, y cartílago nasal nos condujo a pensar en el diagnóstico de policondritis recidivante; los criterios aceptados actualmente se ven en la Tabla 3. (8,9)

Tabla 3. Criterios Diagnósticos de la Policondritis Recidivante.
Nosotros hicimos un diagnóstico presuntivo de policondritis recidivante en este paciente en base a los hallazgos de condritis auricular unilateral, inflamación ocular, e inflamación en el puente nasal. Para confirmar el diagnóstico se llevó a cabo una biopsia del pabellón auricular.

Diagnóstico presuntivo:


Policondritis Recidivante.


Dr. Artur Zembowicz: Desafortunadamente, el fragmento de biopsia de este paciente fue demasiado superficial para evaluar posible policondritis recidivante. No había cartílago presente en los múltiples cortes examinados. En casos donde se sospecha policondritis recidivante, es esencial llevar a cabo una biopsia profunda que incluya cartílago, que es el sitio donde asienta el proceso inflamatorio en esta entidad. Para demostrar los cambios histológicos característicos, (10) daré un ejemplo de otro caso (Figura 3). El hallazgo más importante visible a bajo aumento es el color alterado del cartílago. En cortes de rutina, teñidos con hematoxilina-eosina, el cartílago normal se tiñe de azul. En la policondritis recidivante se pierden estas características tintoriales y viran a un color rosado (Figura 3A). El cartílago está asociado aun marcado infiltrado inflamatorio, que es más intenso en el punto donde se unen cartílago y tejido fibroso. Las células inflamatorias también están dispersas en el cartílago. En estadios tempranos de esta condición, el infiltrado es predominantemente neutrofílico. Más tarde, también contiene linfocitos, eosinófilos y células plasmáticas (Figura 3B). Los condrocitos parecen alterados con pérdida o disminución de los típicos espacios lacunares.

Figura 3. Hallazgos Histológicos de Policondritis Recidivante de Otro Paciente.
A un mediano aumento (Panel A), el cartílago de la oreja es distintivamente rosado, en contraste a la apariencia azul del cartílago normal al teñirse con hematoxilina-eosina; esto está asociado a un denso infiltrado de células inflamatorias. A gran aumento (Panel B), el infiltrado consiste en una mezcla de células inflamatorias, incluyendo linfocitos, células plasmáticas, eosinófilos y neutrófilos.


Discusión del Manejo.


Dr. Collier: Dado que este paciente tenía hallazgos clínicos consistentes con policondritis recidivante, nosotros comenzamos un ensayo terapéutico con metilprednisolona intravenosa (30 mg 2 veces por día) y gotas oftálmicas de corticoides el quinto día de internación, mientras esperábamos el resultado de la biopsia. La induración y el eritema del hélix derecho, el conducto auditivo externo, y las partes blandas pre y postauriculares remitieron dramáticamente dentro de las 24 horas. La inflamación del puente nasal se resolvió en un período de varios días, y la quemosis bilateral y la inyección conjuntival se resolvieron más lentamente, durante un período de varias semanas. La respuesta a los corticoides ayudó a confirmar el diagnóstico de policondritis recidivante. (Tabla 3).
La policondritis recidivante es una enfermedad autoinmune, intermitente, progresiva dirigida al colágeno tipo II, del cual está formado el cartílago elástico del oído, el puente nasal, la esclera, y las válvulas cardíacas, el cartílago hialino de las articulaciones periféricas, el fibrocartílago de las articulaciones axiales, y el cartílago traqueobronquial. La inflamación del anillo aórtico puede conducir a dilatación del arco aórtico y a regurgitación, así como a alteraciones de la conducción y arritmias. La inflamación del cartílago del árbol traqueobronquial puede llevar a obstrucción de la vía aérea, predisponiendo a los pacientes a atelectasias, infección o ambas. La policondritis recidivante puede ocurrir sola o asociada a otras enfermedades tales como vasculitis, enfermedades del tejido conectivo, tumores hematológicos malignos, psoriasis y tiroiditis. (11)
Dado el riesgo de compromiso valvular o traqueobronquial en este caso, y el riesgo asociado de muerte, un electrocardiograma, un ecocardiograma, y tests de función pulmonar fueron realizados. El ECG reveló bloqueo aurículoventricular de primer grado, el ecocardiograma mostró válvulas y fracción de eyección normales, y los tests de función pulmonar fueron normales. Sin embargo, en el séptimo día de internación, dos días después de haber comenzado con metilprednisolona, la frecuencia cardíaca del paciente cayó a 48 latidos por minuto, y se le encontró un bloqueo de 2º grado tipo II. El décimo día de internación hizo un episodio de 5 segundos de bloqueo AV completo, por lo que se colocó un marcapaso bicameral permanente el día 11º. Después de 6 días de tratamiento con metilprednisolona, esta fue reemplazada por prednisona oral (60 mg/día), y el paciente fue dado de alta.
Al día siguiente, desarrolló dolor en el lado izquierdo del cuello, su temperatura aumentó a 39,9ºC, y volvió al departamento de emergencias donde fue reinternado.

Dr. Romero: Una angioTAC llevada a cabo en el departamento de emergencias mostró engrosamiento de las paredes de las arterias carótida interna y vertebral izquierdas, con marcado reticulado de los planos adyacentes. Estos hallazgos probablemente representen vasculitis de grandes vasos. (12,13,14)


Dr. Collier: Un examen ultrasónico del cuello fue llevado a cabo, que no reveló estenosis hemodinámicamente importante de las arterias carótidas. Un ecocardiograma transtorácico no mostró vegetaciones valvulares. El paciente tuvo signos adicionales de enfermedad persistente, incluyendo anemia y eritrosedimentación mayor de 140 mm/hora.
El desarrollo de vasculitis de grandes vasos mientras el paciente estaba recibiendo altas dosis de corticoides se presentó como un dilema terapéutico. Dado la rareza de la policondritis recidivante (3,5 casos por millón de personas por año en EEUU), (15) no hay ensayos controlados para guiar el tratamiento de esta enfermedad. En base a serie de casos, el tratamiento con drogas aintiinflamatorias no esteroides, dapsona, o corticosteroides ha sido recomendado para enfermedad leve; el agregado de drogas citotóxicas tales como ciclofosfamida, azatioprina, metotrexato, o micofenolato mofetil ha sido sugerido para vasculitis o enfermedad de órganos vitales que no responden a los corticosteroides. (16,17)
El paciente tenía varios factores asociados con mal pronóstico, incluyendo vasculitis, anemia, bloqueo AV completo. (18) Su segunda hospitalización estuvo complicada por fallo renal inducido por contraste, que mejoró con la hidratación. La necesidad de terapia agresiva era clara, ya que la expectativa de vida está dramáticamente disminuida en estos pacientes; en tales casos, infección, vasculitis sistémica, y cáncer, son las más comunes causas de muerte. (18) Sin embargo, con el uso de nuevos agentes citotóxicos, el pronóstico y la sobrevida pueden ser mejorados.
Nosotros elegimos tratar a este paciente con micofenolato mofetil en vez de ciclofosfamida o azatioprina para prevenir toxicidad renal y vesical. Prednisona (60 mg/día) fue continuada, y micofenolato mofetil oral (750 mg dos veces por día) fue comenzada. El dolor del cuello se resolvió, y fue dado de alta tomando micofenolato mofetil y prednisona, con seguimiento 10 días más tarde. Ocho días más tarde, el paciente fue readmitido con temperatura de 40ºC, y bacteriemia por S. aureus con embolias sépticas a los pulmones. Se suspendió micofenolato mofetil, y la condición del paciente mejoró con antibióticos parenterales. Seis semanas más tarde el marcapasos fue reemplazado.
La dosis de prednisona fue disminuyéndose durante un período de 6 meses, y el paciente actualmente está libre de síntomas. No ha vuelto a tener fiebre o síntomas sugestivos de vasculitis o inflamación cartilaginosa.


Dr. Hasan Bazari (Nefrología): Se encontraron anticuerpos contra colágeno tipo II en este paciente, y serían u posible target terapéutico?


Dr. Collier: Entre 30% y 60% de los pacientes con policondritis recidivante tienen anticuerpos detectables contra el colágeno tipo II, y esos anticuerpos son más frecuentemente detectados en estadios tempranos de la enfermedad (19,20); por lo tanto, no está claro si la terapia dirigida contra esos anticuerpos sería curativa. Los anticuerpos contra el colágeno tipo II son también vistos en 29% de los pacientes con artritis reumatoidea.


Diagnóstico Final:


Policondritis recidivante, con compromiso de ambos ojos, oído derecho, nariz, raíz aórtica, con vasculitis de las arterias carótidas.


CASE RECORDS OF THE MASSACHUSETTS GENERAL HOSPITAL






Fuente


From the Infectious Disease Division (J.R.B.), the Rheumatology, Allergy, and Immunology Division (D.S.C.), and the Departments of Radiology (J.M.R.) and Pathology (A.Z.), Massachusetts General Hospital; and the Departments of Medicine (J.R.B., D.S.C.), Radiology (J.M.R.), and Pathology (A.Z.), Harvard Medical School.






Conclusiones del Caso.


Dolor e inflamación de ambos ojos, asociado a inflamación del oído, senos paranasales y fiebre de 6 semanas de evolución.
Para el médico que desconoce esta entidad, o que no sintió hablar de ella, probablemente el planteo hubiese sido: qué relación tiene una inflamación del oído externo, del pabellón auricular, de ambos ojos y de los senos paranasales, afectados por un proceso no contiguo?
O, en otras palabras, qué tienen en común estas estructuras?
La respuesta es: cartílago!!!
Quizá, el elemento semiológico más fuerte en este caso (observación mencionada por el Dr. Rabazzano e la sesión comentarios), se puede apreciar en la figura 1. En ella se observa un severo compromiso de casi la totalidad del pabellón auricular, a predominio del antihélix, y con un curioso respeto del lóbulo de la oreja, que como sabemos, es la única porción del mismo, que no tiene cartílago. El resto de las entidades citadas en la tabla 2, para procesos que afectan oídos, ojos y regiones paranasales simultáneamente, pudieron ser fácilmente descartadas, algunas a través de elementos de la historia, de los antecedentes, otras a través de exámenes de laboratorio específicos solicitados para descartarlas, y otras por datos de la evolución.
La policondritis recidivante (PCR) es fundamentalmente una enfermedad sistémica, que puede afectar cualquier sistema constituido por colágeno tipo II. Este tipo especial de colágeno se encuentra en el pabellón auricular, en la porción cartilaginosa del oído externo, puente nasal, cartílago nasal, en el oído interno, tanto en su porción auditiva como vestibular, en los ojos, articulaciones, árbol traqueobronquial, válvulas cardíacas etc. Suele asociarse a la formación de aneurismas aórticos por compromiso de su anillo.
Las vasculitis de grandes vasos a veces suelen asociarse a esta entidad, y eso fue lo que sucedió con la carótida de este paciente. También se ha descripto compromiso renal, en forma de glomérulonefritis o de nefropatía intersticial.
Los anticuerpos anti-colágeno tipo II, dirigidos contra algunos componentes de la matriz extracelular del cartílago, se ven en el 50% de estos pacientes. Sin embargo, su importancia patogénica todavía no está definida, y la discusión es aún, si se trata de un mecanismo causal de enfermedad, o si son solamamente un epifenómeno no relacionado con su génesis. Ni siquiera se sabe, si el monitoreo de su concentración plasmática tiene algún valor en el seguimiento, o en la evaluación de la respuesta terapéutica.
Aproximadamente un tercio de los pacientes con PCR tienen otra enfermedad asociada, generalmente una vasculitis sistémica, una colagenopatía, o un síndrome mielodisplásico.
Dada la extremada rareza de la PCR (3,5 casos por millón/año), probablemente nunca veamos un caso. Cuando la enfermedad se presenta con el típico compromiso de los pabellones auriculares o del puente de la nariz, seguramente consideremos el diagnóstico inmediatamente. Sin embargo, debemos tener presente que estas manifestaciones clásicas, se ven inicialmente en menos de la mitad de los pacientes, y que la mayoría de las veces, lo hacen en la evolución del cuadro, cuando el paciente ha deambulado por consultorios de múltiples especialidades.


Por último, para familiarizarnos con la enfermedad, algunas imágenes características, agradeciendo al Dr Gustavo Rabazzano el aporte de un caso personal.


Inflamación Auricular Aguda en un Paciente con PCR.



Distorsión Auricular en PCR Crónica.



A)Pabellón normal (contralateral) en un paciente con PCR. B) El pabellón afectdo del mismo paciente. C) Un segundo paciente con condritis (actualmente inactiva). Nótese la pérdida de la arquitectura normal de la oreja, comparada con una normal en A.



Afinamiento de la Esclerótica en una Paciente con PCR. La figura muestra la coloración azulada de la esclera, dada por la visualización de la coroides a través de una esclera afinada, causada por una escleritis previamente activa. También se puede ver una deformidad en silla de montar de la nariz causada por inflamación del cartílago.



Nariz en Silla de Montar (flecha) debida a daño del cartílago en un paciente con Severa PCR.


Paciente del Dr. Gustavo Rabazzano de una PCR evolucionada donde se observa destrucción del cartílago auricular luego de varios brotes agudos de enfermedad. Nótese asimismo, la nariz en silla de montar por destrucción del cartílago nasal.


Compromiso oftálmico en el mismo paciente de la imagen superior, donde se observa desprendimiento posterior del cuerpo vítreo en la ecografía.
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Congreso Internacional de Medicina Interna del Hospital de Clínicas.

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Hasta entonces.