domingo, 21 de diciembre de 2025

Varón de 27 años con conducta anormal, confusión y convulsiones

Un hombre de 27 años fue ingresado al servicio médico de este hospital debido a comportamientos anormales y confusión.

El paciente se encontraba en su estado de salud habitual hasta dos meses antes de la consulta actual, cuando su familia y los profesionales de salud mental que lo atendían ambulatoriamente notaron comportamientos anormales y un aumento de la paranoia y la confusión tras haber interrumpido por su cuenta la medicación prescrita para el trastorno bipolar I. Se observó que el paciente llamaba repetidamente a su madre; él manifestaba sentirse perseguido, y su madre declaró que hablaba de forma incoherente y críptica. El paciente no recordaba nada de la conversación poco después de cada llamada. El día del ingreso, el paciente se agitó al intentar dormir, pidiendo que se silenciara el ruido de los grillos en el exterior, por lo que su pareja lo llevó al servicio de urgencias de este hospital para su evaluación.

En la evaluación en urgencias, la frecuencia cardíaca del paciente era de 116 latidos por minuto y el resto de sus signos vitales eran normales. La exploración del estado mental no mostró evidencia de delirios ni respuesta a estímulos internos, pero sí un pensamiento desorganizado y tangencial, con desorientación y falta de atención, así como una memoria a corto y largo plazo limitada. Se administró solución de Ringer lactato por vía intravenosa y se inició tratamiento con lorazepam oral. Fue trasladado al servicio de psiquiatría aguda de este hospital, donde se inició tratamiento con risperidona.

En la tarde del segundo día de hospitalización, el paciente sufrió una crisis tónico-clónica presenciada por personal del hospital. Se le administró midazolam intravenoso y las convulsiones cesaron. El paciente fue trasladado al servicio de medicina interna de este hospital.

A su llegada, el paciente estaba somnoliento y sedado, pero no refirió cefalea ni debilidad. La revisión por sistemas fue negativa para pérdida de peso, palpitaciones, cambios en las heces, alteraciones visuales, temblores, náuseas o antecedentes de actividad convulsiva.

En la exploración física, la temperatura oral era de 36,1 °C, la presión arterial de 144/70 mmHg, la frecuencia cardíaca de 129 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 16 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 99 % respirando aire ambiente. El paciente se encontraba inquieto, pero no diaforético. No presentaba midriasis, oftalmoparesia ni proptosis. La tiroides era palpable, sin nódulos ni aumento de tamaño. La auscultación cardíaca solo reveló taquicardia, sin soplos. La exploración neurológica mostró una marcha inestable; sin embargo, no se observó debilidad motora, asimetría de los pares craneales, desviación pronadora, dismetría ni temblor.

El historial psiquiátrico del paciente incluía trastorno bipolar I y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Había sido hospitalizado en múltiples ocasiones por episodios de manía y autolesiones. En su historial médico constaba un historial de hipertiroidismo remoto, tratado con betabloqueantes no selectivos y sin fármacos antitiroideos. No tomaba ningún medicamento, pero anteriormente había recibido prescripciones de carbonato de litio, propranolol, bupropión, clonazepam, buspirona y gabapentina. Estaba desempleado y vivía con su pareja en un suburbio de Massachusetts. El paciente bebía alcohol a diario y consumía marihuana con frecuencia, pero no utilizaba estimulantes ni otras drogas recreativas. Su padre padecía trastorno bipolar I.

Los niveles sanguíneos de electrolitos, alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (AST), bilirrubina total y fosfatasa alcalina fueron normales, al igual que los resultados de las pruebas de función renal. El recuento de leucocitos fue de 12 600 por microlitro (rango de referencia: 4000 a 11 000), con predominio de neutrófilos, y los niveles de hemoglobina y el recuento de plaquetas fueron normales. El análisis de orina reveló cetonuria y proteinuria leve. Los niveles séricos de litio fueron inferiores al límite de detección. Las pruebas toxicológicas de sangre y orina fueron positivas para benzodiazepinas; la alcoholemia fue indetectable. Las pruebas de detección de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y sífilis fueron negativas. Los niveles de vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. Otros resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. El electrocardiograma mostró taquicardia sinusal sin alteraciones del segmento ST ni de la onda T. Posteriormente, un electroencefalograma (EEG) no mostró descargas epileptiformes, pero sí frecuencias beta predominantes generalizadas.

 


Tabla 1. Datos de laboratorio.

 

Se realizó una tomografía computarizada (TC) craneal sin la administración de contraste intravenoso. No se observaron signos de hemorragia aguda, infarto territorial, efecto de masa ni desviación de la línea media. El sistema ventricular cerebral y los espacios cisternales presentaban un aspecto normal para la edad del paciente, sin evidencia de hidrocefalia ni colecciones de líquido extraaxiales anormales. No se identificaron calcificaciones, anomalías óseas ni hiperdensidades parenquimatosas ( Figura 1A ).

 


Figura 1. Estudios de imagen de la cabeza.

Se realizó una tomografía computarizada (TC) craneal sin la administración de contraste intravenoso. Una imagen axial representativa (Panel A) muestra parénquima cerebral normal sin evidencia de hemorragia, infartos ni lesiones ocupantes de espacio. Posteriormente, se realizó una resonancia magnética (RM) craneal con contraste intravenoso. Una imagen axial representativa de recuperación de inversión con atenuación de fluido (FLAIR) (Panel B) no muestra lesiones ocupantes de espacio, edema ni infartos.

 

Se realizó una resonancia magnética (RM) craneal tras la administración intravenosa de contraste para investigar posibles anomalías parenquimatosas sutiles, problemas vasculares y enfermedad desmielinizante. La calidad diagnóstica general de la RM se vio limitada por artefactos de movimiento, pero no se observaron signos de infarto agudo o crónico, trombosis de los senos venosos, masas intracraneales ni realce anormal compatible con neoplasia, infección o inflamación. No se observó restricción de la difusión en las imágenes de difusión, y las secuencias de susceptibilidad magnética no mostraron evidencia de microhemorragias ni señales anormales. No se observó realce anormal ni señales en la sustancia blanca sugestivas de desmielinización activa ( Figura 1B ).

Se realizó una punción lumbar como parte de la evaluación de una nueva crisis convulsiva en este paciente. El líquido cefalorraquídeo (LCR) era transparente y la presión de apertura era normal. El análisis del LCR mostró niveles normales de proteínas y glucosa, con 1 célula nucleada total por microlitro (rango de referencia: 0 a 5).

Se realizó una prueba diagnóstica.

 

Diagnóstico diferencial

Este hombre de 27 años con trastorno bipolar I, antecedentes de hipertiroidismo y consumo diario de alcohol, presentó un cuadro de dos meses de evolución caracterizado por confusión, comportamiento anormal, paranoia, habla incoherente y déficits de memoria a corto plazo. En la exploración física en urgencias se observó pensamiento desorganizado y tangencial, desorientación y falta de atención, limitación de la memoria a corto y largo plazo y taquicardia. Al segundo día de hospitalización, el paciente sufrió una crisis tónico-clónica presenciada por el personal de urgencias. Los resultados de las pruebas de laboratorio iniciales, el electroencefalograma, los estudios de imagen y el análisis del líquido cefalorraquídeo fueron prácticamente normales, salvo cetonuria y proteinuria leve. En la exploración física se evidenció taquicardia y la aparición de hipertensión al segundo día de hospitalización. Otros antecedentes relevantes incluyen tratamiento previo con litio y un trastorno tiroideo para el que solo había recibido betabloqueantes no selectivos.

Para explicar el cuadro clínico de este paciente, integraré sus antecedentes psiquiátricos y médicos con los comportamientos anormales, la confusión, la crisis convulsiva reciente y la cetonuria. Para establecer un diagnóstico diferencial, me plantearé tres preguntas clave: Primero, ¿está experimentando este paciente un episodio maníaco? Segundo, ¿está experimentando abstinencia alcohólica? Tercero, ¿padece este paciente tirotoxicosis?

 

Trastorno bipolar I

Dado el historial del paciente de trastorno bipolar I, debemos considerar si este conjunto de hallazgos se debe a un episodio maníaco. Según los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5), los pacientes con un episodio maníaco con características psicóticas deben presentar al menos tres de los siguientes síntomas (o cuatro si el estado de ánimo del paciente es solo irritable), lo que resulta en un deterioro funcional marcado: distractibilidad, impulsividad, grandiosidad, fuga de ideas, aumento de la actividad o agitación, disminución de la necesidad de sueño y verborrea. Es importante señalar que estos fenómenos no pueden atribuirse al consumo de sustancias ni a otra afección médica .

Este paciente presenta un historial de dos meses de síntomas compatibles con manía, incluyendo conductas anormales, un cambio notable en su funcionamiento respecto a su estado basal y habla incoherente, lo que podría reflejar fuga de ideas. Según los criterios del DSM-5, las características psicóticas de un episodio maníaco del trastorno bipolar I pueden incluir alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado y pérdida de la conciencia de la realidad; muchas de estas características se observaron en este paciente. Dado su historial de hospitalizaciones psiquiátricas y la correlación temporal de los síntomas, que comenzaron después de suspender su medicación, una descompensación afectiva de su trastorno bipolar I subyacente es sin duda un diagnóstico posible. Sin embargo, los hallazgos de confusión, déficit de atención, déficits de memoria a corto y largo plazo, convulsiones y cetonuria no se explicarían por un episodio maníaco relacionado con el trastorno bipolar I. Teniendo en cuenta todos estos factores, me pregunto si una causa médica podría explicar mejor el cuadro clínico de este paciente.

 

Síndrome de abstinencia alcohólica

Se nos informa que este paciente tiene antecedentes de consumo diario de alcohol y que, al llegar al hospital, se observó taquicardia, por lo que se le administró lorazepam. Posteriormente, presentó una crisis convulsiva tónico-clónica generalizada en las 48 horas siguientes a su ingreso, un período crítico en el que los pacientes tienen un riesgo máximo de sufrir convulsiones relacionadas con la abstinencia alcohólica debido a una deficiencia relativa de ácido γ-aminobutírico (GABA).² El síndrome de abstinencia alcohólica se presenta en pacientes con consumo diario, excesivo y constante de alcohol, y suele comenzar entre 6 y 12 horas después de la última ingesta. Los pacientes suelen presentar ansiedad, síntomas gastrointestinales y manifestaciones autonómicas como diaforesis, taquicardia, temblor e hipertensión. La abstinencia alcohólica complicada se caracteriza por la aparición de convulsiones, alteraciones perceptivas, agitación, confusión, desorientación y fiebre.³

Este paciente presentaba signos de delirio y disautonomía, pero no temblor ni diaforesis. Además, se observó la ausencia de los signos de laboratorio característicos asociados al consumo excesivo, diario y constante de alcohol. Por ejemplo, en pacientes con hepatitis alcohólica, los hallazgos característicos incluyen una relación 2:1 de AST/ALT, un volumen corpuscular medio elevado debido a la diseritropoyesis y trombocitopenia secundaria a mielosupresión. Si bien la cetonuria de este paciente podría ser compatible con inanición y cetoacidosis alcohólica en el contexto de un consumo excesivo, un síndrome de abstinencia alcohólica complicado no explicaría el cambio subagudo en el comportamiento ni los dos meses de síntomas psicóticos previos a la crisis convulsiva.

 

Tirotoxicosis

Se nos informa que el paciente tiene antecedentes de hipertiroidismo y que, aparte de betabloqueantes no selectivos, no ha recibido tratamiento con fármacos antitiroideos. Múltiples características de este caso son compatibles con un diagnóstico de tirotoxicosis, incluyendo la duración de la enfermedad, la presencia de síntomas manifiestos y deterioro cognitivo, taquicardia sinusal persistente y convulsiones (un hallazgo poco frecuente). Además, la disfunción tiroidea, particularmente el hipertiroidismo, se ha asociado con cetonuria, la cual presenta este paciente, aunque se trata de un hallazgo inespecífico en el contexto de una enfermedad prolongada con una ingesta dietética poco clara. Asimismo, el resto de la evaluación diagnóstica no aportó información relevante, incluyendo resultados normales en la resonancia magnética craneal, el electroencefalograma y el análisis del líquido cefalorraquídeo; todos ellos hallazgos esperables en un paciente con hipertiroidismo. La causa más común de hipertiroidismo es la enfermedad de Graves 7 ; sin embargo, la exposición crónica al litio merece consideración, ya que tiene una fuerte asociación con múltiples enfermedades de la tiroides.

 

Enfermedad de Graves

La enfermedad de Graves es un trastorno autoinmune que produce una activación tiroidea mediada por autoanticuerpos, lo que conduce a la tirotoxicosis. Los síntomas neuropsiquiátricos de la enfermedad de Graves pueden incluir ansiedad, depresión, irritabilidad, labilidad emocional y disfunción cognitiva, como problemas de memoria y concentración. En algunos pacientes pueden desarrollarse manifestaciones neuropsiquiátricas más graves, como psicosis, delirio y convulsiones, aunque son poco frecuentes y suelen observarse en aquellos con tirotoxicosis grave. La exploración física puede revelar bocio y diversas manifestaciones oftalmológicas, como proptosis y diplopía.

Este paciente presentó síntomas neuropsiquiátricos subagudos compatibles con la enfermedad de Graves, incluyendo disfunción cognitiva, síntomas manifiestos y psicosis. Sin embargo, la psicosis y el delirio suelen observarse en la enfermedad avanzada, lo cual es improbable en este paciente dada la ausencia de hallazgos relevantes en la exploración física. Además, a pesar del diagnóstico de hipertiroidismo, este paciente no había recibido tratamiento con fármacos antitiroideos, como metimazol o propiltiouracilo, que son tratamientos estándar para la enfermedad de Graves. Al considerar los subtipos de hipertiroidismo para los que los antagonistas beta-adrenérgicos podrían utilizarse como monoterapia para controlar eficazmente los síntomas, la tiroiditis es una opción a considerar. Si bien existen diversos tipos de tiroiditis, dado el historial de exposición de este paciente al litio, me gustaría explorar específicamente la tiroiditis inducida por fármacos.

 

Tiroiditis inducida por litio

La tiroiditis inducida por litio se manifiesta típicamente como una tiroiditis indolora caracterizada por un curso trifásico. En primer lugar, se presenta una fase tirotóxica, durante la cual el tejido tiroideo se inflama y libera hormonas tiroideas preformadas, lo que conduce a un hipertiroidismo transitorio. Esta fase puede ser asintomática o relativamente leve y durar de semanas a meses, con síntomas como pérdida de peso, taquicardia, intolerancia al calor y temblor debido a la elevación de los niveles de hormonas tiroideas. Los síntomas neuropsiquiátricos de la fase tirotóxica de la tiroiditis son similares a los observados en otras causas de hipertiroidismo e incluyen alteraciones del estado de ánimo, cambios cognitivos, trastornos del sueño, síntomas manifiestos, delirio, inquietud y, en casos raros, psicosis o convulsiones. La fase tirotóxica suele ir seguida de la fase hipotiroidea, más evidente clínicamente, que se observa una vez que la glándula se agota de hormonas o se daña. La mayoría de los pacientes entran entonces en la fase de recuperación, durante la cual la función tiroidea suele normalizarse en un plazo de 12 meses. 13,14

La presentación clínica de este paciente es compatible con tiroiditis inducida por fármacos. Aunque la tiroiditis inducida por litio suele presentarse durante el tratamiento con litio, puede aparecer una tiroiditis destructiva tardía semanas o incluso meses después de suspenderlo. El litio se acumula y concentra en la glándula tiroides durante el tratamiento; por lo tanto, el litio almacenado en el tejido tiroideo puede seguir ejerciendo sus efectos dañinos incluso después de haberlo interrumpido. 15,16

Las pruebas diagnósticas para la tiroiditis inducida por litio suelen incluir evaluaciones de la función tiroidea, como la medición de los niveles de tirotropina (T4), tiroxina libre (T4L) y triyodotironina libre (T3L). Tras la confirmación de un estado de tirotoxicosis, la medición de anticuerpos tiroideos indicativos de enfermedad tiroidea autoinmune, como la inmunoglobulina estimulante de la tiroides (TSI) y la inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tirotropina (TB-Ig), puede ayudar a distinguir entre enfermedades tiroideas mediadas por anticuerpos, como la enfermedad de Graves, y la tiroiditis inducida por fármacos.  Además, las pruebas de imagen, como la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo, pueden ser muy útiles para determinar la causa del hipertiroidismo, al establecer o descartar la presencia de una glándula tiroides difusamente activa o un nódulo tiroideo autónomo (también conocido como nódulo tóxico).

Al analizar detenidamente las posibilidades de diagnóstico —trastorno bipolar I, síndrome de abstinencia alcohólica complicado e hipertiroidismo— parece que un estado de hipertiroidismo podría explicar mejor la presentación de este paciente, siendo la tiroiditis inducida por litio y la enfermedad de Graves las principales opciones en mi diagnóstico diferencial.

 

Impresión clínica

En nuestra primera evaluación de este paciente, el diagnóstico diferencial inicial incluyó el trastorno bipolar I, debido a su diagnóstico previo; sin embargo, su habla era fluida y, aunque sus pensamientos estaban desorganizados, no presentaba fuga de ideas. También se consideró la posibilidad de otro trastorno del pensamiento, dado el reciente inicio de paranoia y la preocupación por el bloqueo del pensamiento, a pesar de que el paciente negó haber tenido alucinaciones al preguntársele directamente. Dado que el paciente tenía antecedentes de consumo de alcohol y benzodiazepinas, se consideró seriamente la posibilidad de un síndrome de abstinencia, especialmente debido a su taquicardia e hipertensión; sin embargo, en la exploración física no se observó diaforesis ni temblor. También se sospechó delirio, ya que no podía responder preguntas relacionadas con la orientación o la atención, pero no mostró signos de fluctuaciones en el estado de ánimo ni distractibilidad, y no se observó conducta condicionada por estímulos. Finalmente, también consideramos la posibilidad de una sobredosis de bupropión, que puede tener efectos estimulantes y provocar convulsiones, ya que el paciente había recibido previamente una receta para este medicamento. Sin embargo, sus síntomas persistieron durante su estancia hospitalaria, lo que hace que esta explicación sea improbable.

En general, la presentación del paciente fue inusual, ya que no se ajustaba perfectamente a ninguna de las categorías diagnósticas mencionadas. No presentaba un cuadro maníaco manifiesto; sin embargo, las evaluaciones seriadas arrojaron hallazgos consistentes, atípicos del delirio clásico. Si bien este episodio podría representar una descompensación de su trastorno del estado de ánimo subyacente, sus antecedentes de hipertiroidismo constituían un indicio potencialmente importante, por lo que se realizaron pruebas de función tiroidea.

El paciente presentaba un nivel de tirotropina inferior a 0,01 mUI/L (rango de referencia: 0,40 a 5,00), un nivel de tiroxina total de 21,2 μg/dL (rango de referencia: 4,5 a 10,9) y un nivel de tiroxina libre de 3,7 ng/dL (48 pmol/L; rango de referencia: 0,9 a 1,8 ng/dL [12 a 23 pmol/L]), hallazgos compatibles con un diagnóstico de tirotoxicosis. Desde el punto de vista psiquiátrico, los síntomas del paciente eran más compatibles con un diagnóstico de trastorno psicótico secundario a otra afección médica.21  Los criterios diagnósticos incluyen delirios o alucinaciones prominentes y evidencia de laboratorio que confirme que la alteración conductual es consecuencia directa de otra afección médica. Además, la alteración del comportamiento no puede explicarse mejor por otra afección psiquiátrica, no ocurre exclusivamente durante el delirio y produce un malestar o deterioro significativo; todas estas características estaban presentes en este paciente.

 

Diagnóstico clínico

Tirotoxicosis en el contexto de una exposición previa al litio.

 

Debate sobre la gestión

Se consultó al servicio de endocrinología debido al diagnóstico de trastorno psicótico en el contexto de tirotoxicosis. La tirotoxicosis con niveles bajos de tirotropina puede deberse a la producción autónoma de hormona tiroidea, la liberación de hormona preformada o la administración de hormona exógena. La autonomía tiroidea puede ser consecuencia de un nódulo tiroideo autónomo, en el que una población clonal de células en la tiroides produce hormona independientemente de la tirotropina, o de la enfermedad de Graves, en la que los autoanticuerpos estimulan directamente el receptor de tirotropina y provocan la producción de hormona tiroidea independiente de tirotropina en toda la glándula tiroides. Alternativamente, dado que la glándula tiroides almacena cantidades sustanciales de hormona tiroidea, la liberación de hormona tiroidea preformada debido a una tiroiditis destructiva, generalmente por daño directo al tejido tiroideo, produce un exceso de tiroxina circulante con la consiguiente supresión de la tirotropina. Finalmente, la levotiroxina exógena se mide directamente en los análisis de tiroxina. Si la dosis de levotiroxina es demasiado alta, el nivel de tiroxina aumenta y provoca la supresión de la tirotropina.

Estas posibilidades pueden distinguirse entre sí mediante un estudio sencillo ( Figura 2 ). La enfermedad de Graves se asocia tanto con un aumento de la secreción intratiroidea de triyodotironina como con un aumento de la conversión de tiroxina a triyodotironina 22; por lo tanto, una relación triyodotironina:tiroxina superior a 20 (con la triyodotironina y la tiroxina medidas en nanogramos por decilitro y microgramos por decilitro, respectivamente) sugiere la presencia de la enfermedad de Graves. Los niveles elevados de anticuerpos dirigidos contra el receptor de tirotropina (inmunoglobulina estimulante de la tiroides o inmunoglobulina inhibidora de la unión a la tirotropina) indican la presencia de la enfermedad de Graves. 23 Finalmente, la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo permite identificar la localización de la producción activa de hormona tiroidea. Cuando la tirotropina es indetectable, una alta captación de yodo radiactivo es compatible con un nódulo tiroideo autónomo (si la captación es localizada) o con la enfermedad de Graves (si la captación se produce en toda la glándula). Si la tirotoxicosis se debe a la liberación de hormonas preformadas por una tiroiditis destructiva o a la administración exógena de hormona tiroidea, la producción de esta hormona se suprime y no se detecta captación de yodo radiactivo. Solo la historia clínica del paciente permite distinguir entre la tiroiditis destructiva y la administración exógena de hormona tiroidea. Si bien no es imprescindible realizar una ecografía tiroidea completa para determinar la causa de la tirotoxicosis, puede ser útil si se observa un aumento del flujo sanguíneo (un hallazgo sugestivo de enfermedad de Graves) o si se visualiza un nódulo que corresponde a una zona de mayor captación en la gammagrafía con yodo radiactivo.

 


Figura 2. Identificación de la causa del hipertiroidismo.

Las causas del hipertiroidismo se pueden distinguir entre sí en función de la relación entre los niveles sanguíneos de triyodotironina total (T3, medida en nanogramos por decilitro) y tiroxina (T4, medida en microgramos por decilitro), los resultados de la gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo y la presencia o ausencia de inmunoglobulina estimulante de la tiroides e inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tirotropina

 

A esta paciente se le realizó una ecografía de tiroides, que no mostró nódulos, quistes ni masas focales. La glándula tiroides presentaba una ecotextura homogénea y un tamaño normal, sin evidencia de anomalías estructurales ni flujo sanguíneo excesivo en la ecografía Doppler color ni Doppler de potencia ( Figura 3 ).

 


Figura 3. Imagen de ultrasonido de tiroides.

Una captura de pantalla representativa de una ecografía transversal de la tiroides muestra un parénquima tiroideo homogéneo sin nódulos tiroideos definidos.

 

La gammagrafía tiroidea con yodo-123 mostró una supresión difusa y uniforme, con una captación del 1,2 % ( Figura 4A ). En el contexto del hipertiroidismo clínico, la disminución uniforme de la captación es compatible con un exceso de hormona tiroidea debido a su liberación o al uso de hormonas exógenas. Esto contrasta con los hallazgos típicos en pacientes con enfermedad de Graves (en quienes una gammagrafía de captación de yodo-123 mostraría una captación uniformemente aumentada de este elemento) y en aquellos con un nódulo tiroideo autónomo (en quienes la gammagrafía mostraría una captación focal elevada de yodo-123 con una supresión uniforme de la captación en el resto de la glándula tiroides) ( Figuras 4B y 4C ).

 


Figura 4. Captación de yodo radiactivo y gammagrafía tiroidea.

Se realizó una gammagrafía tiroidea con medición de la captación de yodo radiactivo mediante el uso de yodo-123. El panel A muestra una disminución uniforme de la captación de yodo-123 en la tiroides, lo que podría deberse a la liberación de hormona tiroidea o al consumo de hormona tiroidea exógena. El panel B muestra un aumento uniforme de la captación del trazador en toda la glándula tiroides y la visualización del lóbulo piramidal tiroideo (flecha), hallazgos compatibles con la enfermedad de Graves en el contexto de hipertiroidismo. El panel C muestra un nódulo tiroideo autónomo hiperfuncionante solitario, también conocido como nódulo tóxico (flecha negra), en el lóbulo tiroideo derecho, con supresión del tejido tiroideo circundante; también se observa un marcador en la horquilla esternal (flecha blanca).

 

 

Este paciente presentó una relación triyodotironina:tiroxina de 9,9, pruebas negativas para inmunoglobulina estimulante de la tiroides (TSI) e inmunoglobulina inhibidora de la unión de la tiroxina (TB-Ig), y captación indetectable de yodo-123 en la gammagrafía tiroidea. Todos estos hallazgos son compatibles con un exceso de hormona tiroidea exógena o con la liberación de hormona tiroidea preformada debido a una tiroiditis destructiva. Si bien la historia clínica de este paciente podría ser poco fiable, no tenemos indicios claros de administración de hormona tiroidea exógena, y presenta antecedentes de hipertiroidismo previo autolimitado. En conjunto, estos hallazgos son compatibles con un diagnóstico de tiroiditis subaguda indolora.

¿El uso previo de litio por parte de este paciente contribuyó a su cuadro clínico actual? Por lo general, la exposición al litio conlleva un alto riesgo de bocio e hipotiroidismo. Además, el hipertiroidismo, específicamente la tiroiditis subaguda indolora, se presenta con mayor frecuencia en pacientes con exposición previa al litio.  No está claro si el riesgo de hipertiroidismo disminuye con el tiempo tras la suspensión del tratamiento con litio, y se desconoce el mecanismo subyacente. Por lo tanto, si bien es posible que su tiroiditis subaguda indolora esté relacionada con el uso de litio, esto no es seguro.

Recomendamos que el paciente continuara el tratamiento con betabloqueantes, aumentando la dosis según lo permitiera su frecuencia cardíaca, para controlar los síntomas causados ​​por el hipertiroidismo. En pacientes con tiroiditis subaguda indolora, se espera que el hipertiroidismo se resuelva a medida que disminuye la hormona tiroidea preformada. Los fármacos antitiroideos, como el metimazol y el propiltiouracilo, interfieren con la producción de hormona tiroidea mediada por la tirotropina. Dado que la hormona tiroidea preformada es la responsable de los síntomas y que la producción de hormona tiroidea adicional está suprimida en la tiroiditis indolora, estos fármacos no tienen cabida en el tratamiento.

Ante la disminución de la hormona tiroidea circulante, puede desarrollarse un hipotiroidismo transitorio, ya sea por una recuperación tardía de la supresión de la tirotropina o por la incapacidad del tejido tiroideo dañado para producir niveles hormonales adecuados. Cuando se presenta hipotiroidismo en pacientes con tiroiditis subaguda indolora, suelo iniciar el tratamiento con levotiroxina. Tras seis meses, suspendo el tratamiento con levotiroxina y evalúo si el paciente presenta una función tiroidea normal.

 

Seguimiento

El estado mental y el comportamiento del paciente mejoraron durante los siguientes cinco días de hospitalización en el servicio de medicina interna, y no se observaron más convulsiones. Recomendamos un seguimiento estricto en las consultas externas de endocrinología y psiquiatría para monitorizar los resultados de las pruebas de función tiroidea y evaluar la posible aparición de hipotiroidismo, así como para tratar su trastorno del estado de ánimo subyacente. Lamentablemente, el paciente no acudió a las citas de seguimiento tras el alta.

 

Diagnóstico final

Tiroiditis subaguda indolora.

 

Traducido de:

 Case 33-2025: A 27-Year-Old Man with Abnormal Behaviors, Confusion, and Seizure

Authors: Nadia V. Quijije, M.D., Pedram Heidari, M.D., Michelle Rengarajan, M.D., and Caitlin Adams, M.D.Author Info & Affiliations

Published November 19, 2025

N Engl J Med 2025;393:2036-2045

VOL. 393 NO. 20

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412523

 

 

 

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24.

Miller KK, Daniels GH. Association between lithium use and thyrotoxicosis caused by silent thyroiditis. Clin Endocrinol (Oxf) 2001;55:501-508.

sábado, 20 de diciembre de 2025

Casos Clínicos: Varón de 46 años con formación nodular infiltrativa axilar de 4 meses de evolución.

La Dra. Marilyna Clark envió este caso a un foro para su debate.

Masculino de 46 años de edad, sin antecedentes cronicodegenerativos e infectocontagiosos, niega tabaquismo, alcoholismo y toxicomanías, inicia su padecimiento actual hace 4 meses con lesión tipo maculopapular en axila derecha de 2 cm de diámetro refiere aumento de volumen, doloroso y pruriginoso, supurativa, mal olor, en la exploración física se observa conjuntivitis y lesiones tipo maculopapulares solo en región maxilar, se observan pezones descamaticos y supurativos , resto sin alteraciones, ha sido tratado con antibióticos tópicos sin mejoría y empeoramiento del cuadro.

VIH positivo

Dx y Tx?



 

Opinión: Lo que se observa a nivel del hueco axilar derecho, una placa/masa de aspecto nodular tumoral, infiltrativa, que se extiende hasta la región torácica anterior y línea axilar media, y a la parte proximal del brazo derecho. La misma es de bordes nítidos y de color rojo morado a rojo violáceo. Dado el aspecto de la lesión y teniendo en cuenta su seropositividad para el virus VIH, el primer diagnóstico que consideraría es SARCOMA DE KAPOSI, y en tal caso, teniendo en cuenta que se trata de una patología marcadora de enfermedad  podríamos decir SARCOMA DE KAPOSI ASOCIADO A SIDA. La lesión de la aréola y del pezón derechos recuerdan la HIPERQUERATOSIS NEVOIDE DEL PEZÓN Y LA ARÉOLA, probablemente asociada a DERMATITIS QUERATÓSICA SEBORREICA dado que la dermatitis seborreica es altamente prevalente en SIDA. Como diagnóstico diferencial en esta etapa del proceso hay que recordar que siempre frente a un paciente con sospecha de SK, hay que considerar ANGIOMATOSIS BACILAR (AB), por especies de Bartonella. Hay que recordar que SK y AB pueden presentarse juntas en pacientes con SIDA. Creo que es muy importante una historia clínica exhaustiva, así como un laboratorio completo que incluya carga viral y sobre todo nivel de CD4. Igualmente, la biopsia es necesaria para un diagnóstico definitivo. Una vez confirmado el diagnóstico se debe estadificar la enfermedad y para eso se usa el sistema de estadificación más utilizado para el sarcoma de Kaposi asociado a SIDA que es el del Grupo de Ensayos Clínicos sobre el SIDA (ACTG) de los Institutos Nacionales de Salud. Este sistema clasifica a los pacientes en categorías de buen o mal pronóstico, teniendo en cuenta tanto el sarcoma de Kaposi como la infección por VIH, y considera la extensión del tumor, el estado inmunitario del paciente, y el compromiso del estado general del paciente.

El tratamiento del SK asociado a SIDA pasa sobre todo por reconstituir el estado inmune con la adecuada terapia antirretroviral aunque existen terapias oncológicas específicamente dirigidas al SK que ocasionalmente pueden utilizarse

viernes, 19 de diciembre de 2025

Casos Clínicos: Varón de 26 años con lesiones hipopigmentadas en torso de 1 mes de evolución.

 

Un colega envía estas imágenes con el siguiente texto:

Paciente de 26 años, masculino, acude a consulta por presentar desde hace aproximadamente 1 mes lesiones hipopigmentadas a nivel de tórax,  hace 1 semana se extiende a cuello y cara, presenta prurito a la exposición solar y sudoración. Al examen físico se palpa que son lesiones sobrelevadas, de bordes no definidos, diseminadas.

Doc podría ser anónimo mi nombre, le agradecería infinitamente.

Es la primera vez que tengo un caso así






 

 

Opinión: Las imágenes, muestran máculas hipopigmentadas en la región dorsa, anterior del tórax y el cuello,  son muy sugerentes de PITIRIASIS VERSICOLOR (TIÑA VERSICOLOR), que es una infección fúngica superficial común que suele manifestarse con máculas hipopigmentadas, hiperpigmentadas o eritematosas en el tronco y la parte proximal de las extremidades superiores, causada por microorganismos del género Malassezia (antes conocido como Pityrosporum ). Algunos pacientes pueden experimentar prurito leve aunque generalmente es una afección asintomática. Suele responder bien al tratamiento, pero las recidivas son frecuentes sobre todo en el verano, y puede ser necesario un tratamiento profiláctico a largo plazo. Si bien el diagnóstico puede sospecharse fuertemente con base en el examen físico, se recomienda confirmarlo con una preparación de hidróxido de potasio (KOH) cuando exista incertidumbre diagnóstica, ya que a veces algunas entidades pueden plantear diferenciales con PV como la DERMATITIS SEBORREICA, la PITIRIASIS ROSADA y la PITIRIASIS ALBA aunque esta última se ve principalmente en la cara, la SÍFILIS SECUNDARIA, el ERITRASMA, el VITILIGO y la PAPILOMATOSIS CONFLUENTE Y RETICULADA DE GOUGEROT Y CARTEAUD. El tratamiento tópico es la opción de elección, y se puede utilizar azólicos tópicos, la terbinafina tópica y el sulfuro de selenio tópico en formas de champús, cremas, espumas, geles y soluciones. Por ejemplo el champú de ketoconazol al 2 % es uno de los más utilizados. Se aplica en las zonas afectadas y se enjuaga después de cinco minutos durante tres días consecutivos. En formas severas o refractarias, puede ser necesario el tratamiento oral, se suele utilizar fluconazol 300 mg una vez por semana durante dos semanas o 150 mg por semana durante cuatro  semanas. Itraconazol oral se suele utilizar 200 mg por día durante cinco días. Hay que explicar a los pacientes que tanto la hiperpigmentación como la hipopigmentación suelen persistir durante semanas o incluso meses después de un tratamiento exitoso.

 

 

jueves, 18 de diciembre de 2025

Casos Clínicos: Varón de 30 años con lesión ulcerosa en dedo de la mano de 2 meses de evolución.

 

El Dr. Carlos Vega Ramírez de La Paz Bolivia envió esta imagen con el siguiente texto:

Dr Buenos Días. Soy el Dr. Carlos Ramírez.  Quisiera compartirle un caso



Paciente de 30 años de sexo masculino, presenta lesión dérmica de 2 meses de evolución. Al inicio aparece como un pequeño nodulo que causa dolor, que con el transcurrir del tiempo se úlcera y causa dolor. Ademas provoca sensación de cuerpo extraño de tipo aguja, acompañada de secreciones blanquecinas diarias

Fracaso al Tratamiento con Dicloxacilina y a los Antibióticos topicos como Neomicina. Además de evolución estacionaria al tratamiento con Azitromicina 500 MG en 3 días

Ultrasonido: Sin particularidades

Radiografía: Se descarta presencia de cuerpo extraño como ser vidrio.

Test en Frotis para Leishmania: (-)

Prueba rápida de VIh (-)

Prueba rápida para Sífilis (-)

Antecedentes de Importancia:

Clima subtropical, Pequeña Solución de continuidad en el sitio, Contacto previo con un gato que probablemente padecía alguna patología infecciosa.

Le mando todo mi aprecio y respeto a su persona, por su incansable contribución a la ciencia médica. Y valoro su sabiduría.

Esperaré su respuesta, atento. Muchas Gracias.

 






Dr. Carlos Vega Ramírez

La Paz Bolivia

 

 

Opinión: Se trata de una lesión ulcerada de forma oval en la región dorsal, borde radial del dedo medio de la mano derecha, a nivel de la articulación interfalángica proximal, de aproximadamente 1,5 cm de diámetro mayor. Esta úlcera tiene un fondo granuloso, con algunas irregularidades en su superficie, notándose algunas regiones blanco brillantes de aspecto perlado, y rodeadas por un borde elevado en forma de rodete infiltrado. Toda este complejo ulceroso asienta sobre una piel inflamada, donde se observan además, pequeñas pequeñas pápulas puntiformes con aspecto de lesiones satélites, y esta zona de piel inflamada se extiende hasta la zona metacarpofalángica del dedo índice

Teniendo en cuenta el aspecto de la lesión, las lesiones satélites, el tiempo de evolución, la epidemiología (zona rural subtropical de Bolivia), una consideración diagnóstica obligada es LEISHMANIASIS CUTÁNEA LOCALIZADA. Se trata de una enfermedad transmitida por vectores (flebótomos). Esta forma localizada es la más prevalente y se presenta en zonas expuestas de la piel. Suele comenzar como un nódulo o placa para después ulcerarse tal como ocurrió en este caso. El hecho de haber tenido una solución de continuidad previamente en ese sitio, y haber estado en contacto con un “gato enfermo”, obliga a considerar ESPOROTRICOSIS, para lo cual deben tomarse muestras de la úlcera para tinciónes directas con OHK para buscar la forma levaduriforme de Sporothrix schenckii o los característicos cuerpos asteroides, además de muestras para cultivos, eventual biopsia e investigación con PCR. Después de estos dos diagnósticos, hay una lista de diagnósticos diferenciales a considerar entre ellas TUBERCULOSIS CUTÁNEA, INFECCIONES PORMICOBACTERIAS NO TUBERCULOSAS, NOCARDIOSIS, ACTINOMICOSIS, BLASTOMICOSIS, CROMOBLASTOMICOSIS  y otras. El diagnóstico de leishmaniasis requiere la demostración del parásito en una muestra clínica mediante histología, cultivo o análisis molecular por reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Para maximizar el rendimiento diagnóstico, idealmente se deben realizar las tres pruebas diagnósticas en la muestra inicial, si es posible. Si no se pueden realizar todas las pruebas, la histología y la PCR pueden proporcionar información suficiente. Se debe realizar un diagnóstico parasitológico hasta el nivel de especie de Leishmania , ya que esta información puede influir en la determinación del tratamiento. La secuenciación metagenómica de nueva generación también se utiliza para el diagnóstico. Las pruebas serológicas disponibles comercialmente no tienen utilidad clínica para el diagnóstico de la leishmaniasis cutánea,  su sensibilidad y especificidad son variables, y los niveles de anticuerpos suelen ser bajos. El resto de las entidades mencionadas deben ser investigadas si el diagnóstico de leishmaniasis quedara descartado.

 

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Casos Clínicos: Varón de 35 años con placa pruriginosa en miembro inferior de dos años de evolución.

 

Un colega de Buenos Aires Argentina envió estas imágenes con el siguiente texto:

Buenas tardes, doctor. 

Le escribo porque tengo un paciente de 35 años que presenta esta lesión a la que yo rotulo de  crónica ya que lleva aproximadamente 2 años de evolución. Se localiza en la región interna del tobillo y el paciente se queja de prurito intenso con costras que aparecen, caen y vuelven a aparecer. Como se imaginará, ha sido tratado con innumerable cantidad y variedad de medicación tópica (en forma de crema, gel, pomada, ungüento, sprays), antimicóticos y antibacterianos, nunca medicación oral o sistémica. No presenta lesiones en otras partes del tegumento.

Desde ya agradecido si lo puede subir a su grupo para ver opinión de colegas y obviamente suya también si fuera posible




                                                     

Opinión: Existe una placa elevada hiperpigmentada, de forma oval, con signos de rascado como erosiones superficiales y liquenificación, ubicada en la parte interna y superior del tobillo. Existe xerosis, hiperqueratosis y descamación. No son evidentes en la imagen mostrada, signos de insuficiencia venosa crónica que pudiesen justificar una dermatitis crónica de estasis que son bastante prevalentes justamente en esa zona. Por lo tanto, se podría clasificar la sintomatología de este paciente como prurito localizado, y dentro de este síndrome podríamos decir que se trata de LIQUEN SIMPLE CRÓNICO, que no es otra cosa que decir que es un trastorno cutáneo secundario que resulta del rascado excesivo. Las terapias más utilizadas incluyen corticosteroides tópicos bajo oclusión y corticosteroides intralesionales. Por supuesto que siempre que sea posible hay que hacer el tratamiento de la causa subyacente, si la hubiese,por ejemplo dermatitis de contacto dermatitis alérgica etcétera, además de tratar factores agravantes como la piel seca, evitar la exposición al calor, los irritantes cutáneos y el estrés.

El tratamiento del liquen simple crónico se centra en la interrupción del ciclo picor-rascado. Las terapias más utilizadas incluyen corticosteroides tópicos bajo oclusión y corticosteroides intralesionales. Los corticoides tópicos que se usan en liquen simple crónico son los de alta potencia como por ejemplo ungüento de clobetasol. La eficacia puede aumentar aun más mediante el uso de corticosteroides tópicos bajo oclusión, por ejemplo mediante la cobertura del área tratada con una envoltura de plástico, que se debe dejar actuar durante la noche. También hay productos a la venta en los que se integra un corticosteroide tópico (p. ej., flurandrenolida) en una cinta adhesiva oclusiva. Las áreas pequeñas pueden recibir una inyección local de un corticosteroide de acción prolongada.

Los antihistamínicos H1 por vía oral, los emolientes y la crema tópica de capsaicina también pueden ser útiles.

 

martes, 16 de diciembre de 2025

Varón de 79 años con disnea, edema y desplazamiento del cable del marcapasos

Un hombre de 79 años fue ingresado en el Tercer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-sen en Guangzhou, China, debido a disnea y edema en brazos y piernas.

El paciente se encontraba en su estado de salud habitual hasta 17 meses antes del ingreso actual, cuando fue hospitalizado por un infarto agudo de miocardio inferolateral con elevación del segmento ST, por el cual se le implantó un stent liberador de fármacos en la arteria circunfleja izquierda. Durante dicho ingreso, una tomografía computarizada (TC) de tórax, realizada sin contraste intravenoso, mostró calcificación de las arterias coronarias, pero por lo demás fue normal. Se inició tratamiento con aspirina, clopidogrel, atorvastatina, perindopril y metoprolol, y el paciente fue dado de alta. Tres meses después, se sometió a una intervención coronaria percutánea programada por etapas para tratar una oclusión crónica de la arteria coronaria derecha.

Dos meses antes del ingreso actual, el paciente acudió al Tercer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-sen por molestias torácicas de esfuerzo. Un electrocardiograma ( Figura 1A ) mostró paro sinusal con bradicardia de la unión y ondas P retrógradas. El nivel de tirotropina en sangre fue normal. Se suspendió el tratamiento con metoprolol. Los resultados de la ecocardiografía transtorácica fueron normales. La angiografía coronaria mostró stents permeables en las arterias circunfleja izquierda y coronaria derecha. Se implantó un marcapasos bicameral permanente, pero se presentaron dificultades durante la implantación del electrodo auricular, con umbrales de detección bajos y de estimulación altos en múltiples sitios de la aurícula derecha donde se intentó la implantación, incluyendo la orejuela auricular derecha. Finalmente, se optó por un sitio de implantación poco convencional (el ostium de la orejuela auricular derecha), lo que resultó en un umbral de estimulación de 0,5 V (valor de referencia <1,0), un umbral de detección de 1,5 mV (valor de referencia ≥1,5) y una impedancia de estimulación de 722 ohmios (rango de referencia: 400 a 1000) en el electrodo auricular derecho. Tras la implantación del marcapasos, los síntomas de esfuerzo del paciente desaparecieron. Se reinició el tratamiento con metoprolol y fue dado de alta.

 


Figura 1. Electrocardiogramas e imágenes cardíacas iniciales.

Un electrocardiograma obtenido dos meses antes del ingreso actual (Panel A) muestra paro sinusal con ritmo de escape de la unión AV a una frecuencia de 46 latidos por minuto; se observan ondas P retrógradas, como lo indican las deflexiones negativas regulares en el segmento ST y la onda T después del complejo QRS. Un electrocardiograma obtenido al ingreso (Panel B) muestra estimulación ventricular y evidencia de disociación auriculoventricular (en comparación, la actividad auricular regular, que se observa mejor en las derivaciones III y V1 , se indica con asteriscos) y latidos de captura (flechas). La fluoroscopia realizada al ingreso (Panel C) muestra que la ubicación del electrodo del marcapasos auricular (flecha) parece haber cambiado con respecto a la observada en la fluoroscopia realizada en el momento de la colocación del electrodo (Panel D), a pesar de que ambas imágenes muestran un plano de imagen similar. Un ecocardiograma transtorácico obtenido en la vista subcostal (Panel E) muestra una masa de 5 cm (flecha) que oblitera la aurícula derecha y rodea el electrodo del marcapasos. Las imágenes axiales de la angiotomografía computarizada (angio-TC) de tórax, realizadas tras la administración de contraste intravenoso (paneles F y G), muestran una masa no captante de contraste (flechas amarillas) que ocluye la aurícula derecha. El panel F muestra un corte axial superior, obtenido a la altura de la raíz aórtica, mientras que el panel G muestra un corte axial inferior, obtenido a la altura del seno coronario. La presencia del signo del vaso flotante (flechas rojas) sugiere que la masa rodea la vasculatura coronaria. También se observan derrames pleurales y embolia pulmonar subsegmentaria (panel G, flecha azul)

 

 

Un mes después del alta, el paciente presentó disnea de esfuerzo e hinchazón en la cara, los brazos y las piernas. Durante las siguientes cuatro semanas, la disnea persistió y el edema empeoró. El paciente fue evaluado en la consulta de su cardiólogo ambulatorio y, posteriormente, ingresado en el Tercer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-sen.

En el hospital, el paciente no refirió cambios de peso, anorexia, disfagia, odinofagia, cambios en la voz, síntomas oculares, dolor o presión torácica, ortopnea, disnea paroxística nocturna, hemoptisis, tos, palpitaciones, mareo, aturdimiento, síncope, erupciones cutáneas nuevas, síntomas gastrointestinales ni síntomas neurológicos. En sus antecedentes médicos constaba una infección por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) aproximadamente seis meses antes. Su medicación incluía aspirina, clopidogrel, atorvastatina, metoprolol y perindopril. No tenía antecedentes de reacciones adversas a medicamentos. No había antecedentes familiares conocidos de enfermedad cardiovascular ni cáncer. El paciente era un médico jubilado y vivía en una zona urbana del sur de China con su cónyuge. Había fumado medio paquete de cigarrillos al día durante 40 años, pero había dejado de fumar aproximadamente diez años antes de su ingreso actual. No consumía alcohol ni drogas ilícitas.

En la exploración física, la temperatura axilar era de 36,1 °C, la frecuencia cardíaca de 60 latidos por minuto, la presión arterial de 122/70 mmHg, la frecuencia respiratoria de 16 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 100 % respirando aire ambiente. El rostro presentaba edema sin cambios de coloración. La presión venosa yugular era de 15 cm de agua. La auscultación pulmonar reveló estertores crepitantes bibasales. Presentaba edema simétrico de grado 3+ en brazos y piernas. El resto de la exploración fue normal.

El recuento de leucocitos, la fórmula leucocitaria y los niveles de bilirrubina, fosfatasa alcalina, hemoglobina glicosilada, tirotropina y fibrinógeno fueron normales, al igual que el tiempo de protrombina y el tiempo de tromboplastina parcial; los resultados de otras pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. La prueba para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) tipos 1 y 2 fue negativa. De acuerdo con el protocolo estándar del Tercer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-sen, se realizaron al paciente las pruebas de laboratorio de rutina a pacientes mayores al ingreso, incluyendo la determinación de los niveles sanguíneos de alfa-fetoproteína, CA 125, CA 19-9 y antígeno carcinoembrionario; todos los resultados fueron normales. Se obtuvo una muestra de sangre para cultivo.

 


Tabla 1. Datos de laboratorio.

Un electrocardiograma ( Figura 1B ) mostró estimulación ventricular y evidencia de disociación auriculoventricular. La interrogación del marcapasos reveló que los umbrales de estimulación y detección del electrodo ventricular derecho eran normales, pero el umbral de estimulación del electrodo auricular derecho era superior a 8,0 V, el umbral de detección era indetectable y la impedancia de estimulación era de 1197 ohmios. La fluoroscopia ( Figuras 1C y 1D ) mostró que la posición del electrodo auricular había cambiado con respecto a la observada en el momento de su colocación dos meses antes.

La ecocardiografía transtorácica ( Figura 1E ) reveló una ecodensidad en la aurícula derecha de 5 cm × 4 cm con áreas internas heterogéneas e hipoecoicas; dicha masa no se había observado en la ecocardiografía transtorácica realizada dos meses antes. La masa ocluía la aurícula derecha y rodeaba el electrodo del marcapasos. Se evidenció hipocinesia regional inferolateral con función ventricular global normal. Se observó insuficiencia tricuspídea leve, una presión sistólica ventricular derecha estimada ligeramente elevada y derrame pericárdico moderado. No se pudo medir ni el gradiente de presión transtricuspídeo ni el grado de variación respiratoria de la velocidad intracardíaca. La vena cava inferior y la vena cava superior fueron difíciles de visualizar.

Al día siguiente, se realizó una angiotomografía computarizada (angio-TC) de tórax ( Figuras 1F y 1G ) tras la administración de contraste intravenoso. Se identificó una masa irregular en la aurícula derecha de 9,1 cm × 7,6 cm × 10,4 cm. Se observó el signo del vaso flotante, lo que indicaba que una arteria coronaria estaba rodeada por la masa; sin embargo, no se observó afectación vascular, invasión ni compresión asociadas a la misma. Otros hallazgos incluyeron linfadenopatía mediastínica múltiple, calcificación de las arterias coronarias, embolia pulmonar segmentaria en los lóbulos superior e inferior derechos, nódulos pulmonares bilaterales, derrame pericárdico moderado, dilatación de la vena cava inferior sin masa palpable y derrame pleural bilateral.

Se administró heparina de bajo peso molecular por vía subcutánea y se inició tratamiento con furosemida, espironolactona y empagliflozina por vía oral. Se modificó la configuración del marcapasos debido a una disfunción del electrodo auricular. Se administró tratamiento empírico con cefoperazona en combinación con sulbactam por vía intravenosa. Durante los días siguientes, el edema continuó aumentando y la disnea persistió.

Al sexto día de hospitalización, se realizó una ecocardiografía transesofágica ( Figuras 2A, 2B y 2C ). La masa medía 8,4 cm × 7,1 cm × 6,0 cm y ocluía la aurícula derecha. La masa estaba adyacente a la raíz aórtica y parecía infiltrar los tejidos contiguos. Presentaba señales Doppler color internas variables, un hallazgo compatible con vasos atrapados.

 


Figura 2. Imágenes adicionales de la masa en la aurícula derecha.

Un ecocardiograma transesofágico, obtenido mediante una ventana medioesofágica tras 5 días de tratamiento anticoagulante (Paneles A, B y C), muestra una masa en la aurícula derecha de 8,4 cm × 7,1 cm × 6,0 cm que la ocluye completamente (Panel A, asterisco); se observan señales Doppler color internas variables dentro de la masa (Panel B). La masa también se encuentra adyacente a la raíz aórtica (Ao) (Paneles A y C) y parece infiltrar los tejidos adyacentes (Panel C, asteriscos). Las imágenes de tomografía por emisión de positrones (PET-TC) (Paneles D y E) muestran captación de 18F -fluorodesoxiglucosa (FDG) en la masa auricular derecha (flecha roja). Se observan múltiples ganglios linfáticos aumentados de tamaño y con alta captación de FDG en el mediastino, siendo el más prominente un ganglio linfático hiliar aumentado de tamaño (estación 10R, flecha amarilla). Este ganglio sería accesible para biopsia diagnóstica mediante punción transbronquial con aguja guiada por ultrasonido endobronquial. El panel E muestra que no existen otras localizaciones inesperadas con alta captación de FDG en el resto del cuerpo. AI indica aurícula izquierda.

 

 

Los hemocultivos obtenidos en el momento del ingreso actual no mostraron crecimiento bacteriano.

Se realizaron pruebas diagnósticas y se tomaron decisiones sobre el tratamiento.

 

Diagnóstico diferencial

Este hombre de 79 años, exfumador con enfermedad coronaria conocida complicada por un infarto de miocardio que requirió la colocación de un stent, presentó disnea y edema dos meses después de la implantación de un marcapasos permanente debido a una arritmia sinusal. La combinación de disnea y edema en este paciente inicialmente sugería insuficiencia tricuspídea grave tras la implantación del marcapasos, insuficiencia cardíaca como consecuencia de una miocardiopatía isquémica, síndrome de la vena cava superior, derrame pericárdico o constricción pericárdica. Sin embargo, las pruebas de imagen iniciales mediante ecocardiografía transtorácica identificaron una masa en la aurícula derecha, que se consideró la causa más probable de sus síntomas.

La correcta identificación de la causa de una masa cardíaca es un primer paso fundamental para facilitar un manejo y tratamiento adecuados. Para llegar al diagnóstico más probable en este caso, consideraré la edad del paciente y las comorbilidades, así como las características de imagen de la masa intracardíaca en la ecocardiografía transtorácica, la tomografía computarizada y la ecocardiografía transesofágica. 1-3

 

Trombo en la aurícula derecha

La trombosis es la causa más común de una masa intracardíaca. Un trombo en la aurícula derecha suele estar relacionado con dispositivos implantados, catéteres o electrodos de marcapasos y puede provocar embolia pulmonar. Además, puede formarse un trombo en presencia de un tumor en la aurícula derecha. Dado el historial de este paciente de implantación y desplazamiento de electrodos de marcapasos, así como la embolia pulmonar observada en la angiotomografía computarizada, inicialmente se consideró la posibilidad de un trombo y se le administró tratamiento anticoagulante empírico. Sin embargo, el rápido crecimiento de la masa en un lapso de 5 días entre la ecocardiografía transtorácica inicial y la ecocardiografía transesofágica posterior, a pesar del tratamiento anticoagulante, hizo improbable la presencia de un trombo.

 

Endocarditis infecciosa

Una endocarditis infecciosa con vegetación en el electrodo del marcapasos auricular derecho y émbolos pulmonares podría explicar la presencia de una masa en la aurícula derecha y embolia pulmonar. Sin embargo, los pacientes con endocarditis infecciosa suelen presentar signos y síntomas de infección sistémica, como fiebre, escalofríos, anorexia y pérdida de peso, ninguno de los cuales presentaba este paciente. Si bien la infección sistémica puede ser sutil según el microorganismo causante, varios aspectos de la presentación clínica de este paciente hacen improbable la endocarditis infecciosa. En primer lugar, la masa sería inusualmente grande para una vegetación. En segundo lugar, el rápido crecimiento observado durante la hospitalización del paciente, mientras recibía tratamiento empírico con antimicrobianos de amplio espectro, sería inesperado. En tercer lugar, los hemocultivos resultaron negativos, específicamente para los microorganismos tradicionalmente clasificados en el grupo HACEK (especies de Haemophilus, Aggregatibacter actinomycetemcomitans , Cardiobacterium hominis , Eikenella corrodens y Kingella kingae ).

 

Metástasis cardíacas

La incidencia de metástasis cardíacas es de 20 a 40 veces mayor que la de tumores cardíacos primarios. Entre los cánceres que metastatizan al corazón, el más común es el cáncer de pulmón, seguido del cáncer de mama, el cáncer de riñón, el melanoma y el linfoma. Este paciente presentaba derrame pericárdico, frecuente en pacientes con metástasis cardíacas, y su historial de tabaquismo aumenta el riesgo de padecer diversos tipos de cáncer, especialmente de pulmón. Si bien la tomografía computarizada (TC) de tórax mostró linfadenopatía mediastínica y nódulos pulmonares, ninguna de las masas sugería la presencia de cáncer de pulmón. El carcinoma de células renales, el carcinoma hepatocelular y el leiomiosarcoma primario de la vena cava inferior pueden extenderse directamente desde la vena cava inferior hacia la aurícula derecha, manifestándose como un defecto intraluminal. Aunque la vena cava inferior era difícil de visualizar en la ecocardiografía transtorácica, no se observó ninguna masa en la vena cava inferior en la TC de tórax. No se detectó un cáncer primario evidente en este paciente; sin embargo, la metástasis cardíaca sigue siendo un diagnóstico posible.

 

Tumores cardíacos primarios benignos

Los mixomas auriculares son los tumores cardíacos primarios benignos más frecuentes en adultos. Se presentan con mayor frecuencia en la aurícula izquierda que en la derecha y suelen estar adheridos al tabique interauricular, sobre todo cerca de la fosa oval. En la ecocardiografía, los mixomas se observan móviles y lisos, con una ecotextura homogénea. La masa observada en este paciente tenía un punto de inserción incierto, no parecía móvil y presentaba una ecotextura heterogénea. Estos hallazgos, junto con el rápido aumento de tamaño, hacen improbable que se trate de un mixoma.

Los lipomas también presentan un aspecto homogéneo en la ecocardiografía, suelen localizarse en el miocardio y no suelen obstruir la luz auricular. El rápido crecimiento de la masa en este paciente tampoco concuerda con un lipoma. Los fibroelastomas papilares, otro tipo de tumor cardíaco primario benigno, suelen tener una inserción valvular. Los rabdomiomas son los tumores cardíacos primarios benignos más frecuentes en lactantes y niños, pero son raros en adultos, por lo que serían poco probables en este paciente. 7

La mayoría de los paragangliomas cardíacos son benignos, pero presentan características malignas hasta en el 10 % de los casos. Los paragangliomas cardíacos se localizan con mayor frecuencia en la aurícula izquierda, seguidos del tabique interauricular; ocasionalmente pueden provocar el envolvimiento de una arteria coronaria, hallazgo observado en la ecocardiografía transtorácica de este paciente. Los paragangliomas cardíacos secretores pueden causar taquicardia, temblores, palpitaciones, rubor facial, hipertensión o hipotensión debido a la secreción de catecolaminas como noradrenalina, adrenalina o dopamina. Los paragangliomas cardíacos no secretores pueden producir síntomas compresivos, embólicos u obstructivos, como se observó en este paciente. Sin embargo, el rápido crecimiento de la masa en este paciente hace improbable el diagnóstico de paraganglioma cardíaco.

 

Tumores cardíacos primarios malignos

El rápido crecimiento de la masa auricular observado en las imágenes seriadas de este paciente sugería un tumor cardíaco primario maligno, si bien este diagnóstico es infrecuente. Aproximadamente el 95 % de los tumores cardíacos primarios malignos son sarcomas, generalmente angiosarcomas o rabdomiosarcomas . Los angiosarcomas suelen aparecer en el surco auriculoventricular derecho, invadiendo con frecuencia el pericardio y la pared de la aurícula derecha. Las áreas de necrosis y hemorragia dentro de los angiosarcomas generan una apariencia heterogénea en las imágenes, como se observó en este paciente. También pueden presentarse derrames pericárdicos y pleurales en los angiosarcomas, ya que estos pueden invadir directamente el pericardio y la pleura. Los rabdomiosarcomas cardíacos son tumores cardíacos malignos, agresivos y poco frecuentes que se observan con mayor frecuencia en niños, pero que también pueden presentarse en adultos y se asocian a un mal pronóstico. Pueden originarse en diversas localizaciones, con mayor frecuencia en la aurícula derecha, seguida de la aurícula y los ventrículos izquierdos.

El segundo tumor cardíaco primario maligno más frecuente es el linfoma cardíaco primario, cuya incidencia está aumentando en todo el mundo. Entre los factores de riesgo se incluyen la infección por VIH, la infección por el virus de Epstein-Barr y el trasplante de órganos. El tipo histológico más frecuente de linfoma cardíaco primario es el linfoma difuso de células B grandes (LDCBG), seguido del linfoma folicular de células B, el linfoma de Burkitt, el linfoma de células T y otros. Los linfomas cardíacos primarios tienen predilección por el lado derecho del corazón, incluida la aurícula derecha. Las personas con linfoma cardíaco primario pueden presentar una amplia variedad de síntomas constitucionales, disnea, arritmias, bloqueos cardíacos e insuficiencia cardíaca. En la ecocardiografía, los linfomas cardíacos primarios se asocian con diversos hallazgos, como engrosamiento de la pared, masas infiltrativas o masas nodulares. En la tomografía computarizada (TC) de tórax, también pueden observarse linfadenopatía mediastínica y nódulos pulmonares. El signo del vaso flotante observado en la angio-TC de tórax de este paciente se ha descrito en pacientes con linfomas agresivos que rodean la arteria coronaria derecha y es altamente sugestivo de linfoma cardíaco primario.

Al evaluar a este paciente, consideré que su cuadro clínico era compatible con un tumor cardíaco primario maligno de rápido crecimiento que ejercía efecto de masa en la aurícula y afectaba el electrodo del marcapasos, siendo el linfoma cardíaco primario el diagnóstico más probable. Para confirmar el diagnóstico, realizaría una pericardiocentesis con análisis citológico del líquido pericárdico, cuya sensibilidad para el diagnóstico de linfoma cardíaco primario es de aproximadamente el 60 %. Si el examen citológico del líquido no es concluyente, se podría realizar una biopsia de la masa auricular mediante un abordaje endovascular percutáneo, dada su dimensión y ubicación. Sin embargo, los riesgos incluyen hemorragia, arritmia, perforación de la cavidad cardíaca y embolización. Otra opción sería la biopsia de los ganglios linfáticos afectados mediante un abordaje periférico, mediastínico o endobronquial. La tomografía por emisión de positrones (PET-TC) podría ayudar a determinar qué ganglio seleccionar.

 

Diagnóstico Presuntivo

Desplazamiento del electrodo del marcapasos debido a un tumor cardíaco primario maligno, muy probablemente un linfoma cardíaco primario.

 

Pruebas de diagnóstico

El nivel sanguíneo de lactato deshidrogenasa estaba elevado (845 U por litro; valor de referencia, <250).

Se realizó una tomografía por emisión de positrones (PET-TC) con 18F-fluorodesoxiglucosa (FDG) ( Figuras 2D y 2E ) para ayudar a identificar un cáncer primario y obtener información sobre posibles sitios para biopsia. Las imágenes mostraron una marcada captación de FDG sobre la masa auricular derecha. Se observó una intensa captación de FDG adyacente en un ganglio linfático mediastínico del hilio derecho (estación 10R), y se detectaron otros ganglios mediastínicos metabólicamente activos. Este patrón de afectación ganglionar sugería un linfoma, muy probablemente un linfoma cardíaco primario en lugar de un linfoma metastásico, dado que no se encontraron otros sitios de captación de FDG.

Se realizó una pericardiocentesis y se drenaron 300 ml de líquido hemático. El análisis citológico del líquido pericárdico mostró numerosos linfocitos, con un pequeño número de neutrófilos y células mesoteliales ( Figura 3A ); no se observaron células con apariencia claramente anormal.

 


Figura 3. Muestra de líquido pericárdico y muestra de biopsia de un ganglio linfático mediastínico.

La tinción con hematoxilina y eosina del líquido obtenido del derrame pericárdico (Panel A) muestra una gran cantidad de linfocitos. La tinción con hematoxilina y eosina de una biopsia de un ganglio linfático mediastínico (estación 10R) (Paneles B y C [mayor aumento]) muestra un borramiento de la arquitectura tumoral debido a una proliferación difusa de linfocitos medianos y grandes. La tinción inmunohistoquímica de la biopsia (Panel D) muestra que las células tumorales son fuertemente positivas para el marcador de linfocitos B CD20.

 

Dado que el análisis del líquido pericárdico no fue diagnóstico, se requirió una biopsia de tejido para obtener un diagnóstico. Se consideró que la biopsia transvenosa de la masa en la aurícula derecha presentaba un alto riesgo debido a la posibilidad de embolización distal o rotura del vaso o la aorta; en nuestro centro contamos con poca experiencia en este tipo de biopsia. Tras una exhaustiva discusión multidisciplinaria, optamos por una biopsia por aspiración con aguja transbronquial guiada por ultrasonido endobronquial del ganglio linfático hiliar derecho que había mostrado una marcada captación de FDG en la PET-TC.

 

Discusión patológica

La tinción con hematoxilina y eosina de la muestra de biopsia obtenida del ganglio linfático hiliar derecho ( Figuras 3B y 3C ) mostró obliteración arquitectural debido a una proliferación difusa de linfocitos medianos y grandes. Las células neoplásicas presentaban un aspecto citológico uniforme, con nucléolos centrales únicos y prominentes, y una cantidad apreciable de citoplasma basófilo. Las características histológicas fueron compatibles con un linfoma de células B grandes.

La tinción inmunohistoquímica de la muestra mostró que la mayoría de las células expresaban fuertemente marcadores de células B, como CD20 ( Figura 3D ) y CD79a. La tinción inmunohistoquímica fue positiva para la proteína 6 del linfoma de células B (BCL6) y el oncogén 1 del mieloma múltiple (MUM1). Además, si bien la tinción para CD10 fue negativa, la tinción para el linfoma de células B 2 (BCL2) fue de moderada a fuertemente positiva en aproximadamente el 90 % de las células tumorales; la tinción para C-MYC fue de moderada a fuertemente positiva en aproximadamente el 40 % de las células tumorales. El marcador de proliferación Ki-67 se detectó en aproximadamente el 95 % de las células tumorales, un hallazgo que indicó una rápida renovación y crecimiento celular. La hibridación in situ para el ARN pequeño codificado por el virus de Epstein-Barr fue negativa. Estos hallazgos histopatológicos confirmaron el diagnóstico de linfoma difuso de células B grandes (LDCBG, subtipo de células B no centro germinal). La biopsia de médula ósea no mostró afectación de la médula ósea.

 

Diagnóstico patológico

Linfoma cardíaco primario, específicamente linfoma difuso de células B grandes (subtipo de células B no centro germinal).

 

 

Debate sobre la gestión

El linfoma cardíaco puede presentarse como una neoplasia primaria, originándose en el corazón, o como un cáncer metastásico secundario, diseminándose al corazón desde otra parte del cuerpo. 13,14 El linfoma cardíaco primario es poco frecuente y representa el 1,3 % de los tumores cardíacos primarios.  El tipo más común de linfoma cardíaco primario es el linfoma difuso de células B grandes (LDCBG). El linfoma cardíaco secundario es más frecuente que el linfoma cardíaco primario; se ha identificado afectación cardíaca en hasta el 25 % de las autopsias realizadas en pacientes con linfoma. 13,14

El algoritmo de Hans se desarrolló para determinar el origen celular del linfoma difuso de células B grandes (LDCBG) mediante tinción inmunohistoquímica con anticuerpos contra CD10, BCL6 y MUM1, y para clasificarlo en subtipos de células B del centro germinal y de células B no del centro germinal (este último con peor pronóstico). El LDCBG cardíaco primario suele ser del fenotipo de células B no del centro germinal, y muchas muestras analizadas de linfoma cardíaco primario expresan tanto BCL2 como C-MYC, 17,18 como se observó en este paciente.

El linfoma cardíaco primario progresa rápidamente y a menudo se diagnostica en una etapa avanzada. Los pacientes no tratados suelen fallecer en el plazo de un mes tras el diagnóstico, y con el tratamiento actual, la mediana de supervivencia global es de 7 a 12 meses. La incidencia de recidiva es alta. Entre los factores de riesgo de mal pronóstico se incluyen la edad avanzada, la enfermedad extracardíaca concomitante (linfoma mediastínico) y las arritmias —todos presentes en este paciente—, así como la afectación del ventrículo izquierdo asociada al linfoma cardíaco primario y la inmunosupresión.

Debido a la fragilidad del paciente y la preocupación por un posible síndrome de lisis tumoral como consecuencia de la gran carga tumoral, se planificó que el primer ciclo de tratamiento consistiera en un régimen de rituximab (un anticuerpo monoclonal anti-CD20), vincristina y prednisona. Tras comprobarse que el paciente presentaba mínimos efectos secundarios durante el primer ciclo, el segundo ciclo se basó en un régimen estándar R-CHOP (rituximab, ciclofosfamida, doxorubicina, vincristina y prednisona).

Siete semanas después del inicio de la quimioterapia, la tomografía computarizada de tórax, realizada tras la administración de contraste intravenoso ( Figuras 4A y 4B ), mostró una marcada reducción del tamaño de la masa en la aurícula derecha (4,8 cm × 3,5 cm × 3,1 cm). Los ganglios linfáticos mediastínicos también habían disminuido de tamaño.

 


Figura 4. Tomografía computarizada de tórax de seguimiento.

Las imágenes axiales de la tomografía computarizada (TC) de tórax de seguimiento, obtenidas tras dos ciclos de quimioterapia (paneles A y B), muestran una marcada reducción del tamaño de la masa en la aurícula derecha (flechas rojas) en comparación con las imágenes iniciales de la TC. El panel A muestra un corte axial superior, a la altura de la raíz aórtica, mientras que el panel B muestra un corte axial inferior, a la altura del seno coronario.

 

 

El análisis del marcapasos mostró que el umbral de estimulación del electrodo auricular derecho había disminuido a 5,0 V, el umbral de detección había mejorado a 1,0 mV y la impedancia de estimulación se había normalizado a 627 ohmios. Estos hallazgos sugirieron una mejoría en la conexión del electrodo auricular derecho con el miocardio auricular. Atribuimos esta mejoría a la administración de quimioterapia; tras el tratamiento, se observó una reducción en el tamaño de la masa, junto con una posible disminución de la infiltración miocárdica por el linfoma cardíaco primario, con una menor desviación del electrodo auricular.

 

Seguimiento

Dos meses después de iniciar la quimioterapia, el edema remitió y el paciente pudo realizar sus actividades cotidianas sin disnea y con solo una leve opresión torácica tras la actividad física. El nivel del propéptido natriurético tipo B N-terminal disminuyó a 746 pg/ml. El nivel sanguíneo de lactato deshidrogenasa disminuyó a 190 U/l.

Siete semanas después de la tomografía computarizada (TC) de tórax de seguimiento, recidivó el edema en las piernas y aparecieron disnea y fatiga, a pesar del tratamiento con tres ciclos adicionales de R-CHOP. Se realizó una nueva TC de tórax que mostró que la masa había aumentado de tamaño a 7,0 cm × 7,0 cm × 4,3 cm. Además, el nivel sanguíneo de lactato deshidrogenasa aumentó a 527 U/L. Debido a la progresión de la enfermedad, se cambió el régimen de quimioterapia a rituximab, gemcitabina y oxaliplatino; sin embargo, no se observó mejoría clínica tras tres ciclos durante las siguientes ocho semanas. El nivel sanguíneo de lactato deshidrogenasa aumentó aún más a 1007 U/L. Posteriormente, se administraron ciclos de un régimen de rituximab, lenalidomida y el inhibidor de la tirosina quinasa de Bruton, orelabrutinib, que provocó erupción facial.

Otras opciones para el tratamiento del linfoma cardíaco primario incluyen radioterapia, trasplante autólogo de células madre y terapia con células T con receptor de antígeno quimérico (también conocida como terapia con células T CAR), pero en este paciente de edad avanzada, se cambió el régimen de quimioterapia a rituximab, metotrexato y vincristina. Lamentablemente, a pesar de estos cambios en su plan de tratamiento, la enfermedad del paciente continuó progresando y falleció 10 meses después del diagnóstico inicial.

 

Preguntas

¿Podría la parada sinusal en este paciente estar relacionada con el diagnóstico de linfoma cardíaco primario?

En aquel momento, la principal sospecha se centraba en la isquemia miocárdica o en el daño isquémico del sistema de conducción, pero los hallazgos de la angiografía coronaria no presentaron cambios con respecto al estudio previo realizado tras la intervención coronaria percutánea, y otras evaluaciones de isquemia resultaron negativas. Nuestra hipótesis es que una infiltración miocárdica oculta asociada a un linfoma cardíaco primario podría haber contribuido a la disfunción del nodo sinoauricular. Esta hipótesis se ve corroborada por la dificultad inicial para colocar el electrodo auricular derecho debido a los elevados umbrales de estimulación, lo que, en retrospectiva, sugiere que el linfoma había invadido el subendocardio dos meses antes de la presentación clínica manifiesta, a pesar de que el tumor aún no se había detectado en las pruebas de imagen.

Diagnóstico final

Linfoma cardíaco difuso primario de células B grandes.

 

 

 

 

Traducido de:

“A 79-Year-Old Man with Dyspnea, Edema, and Pacemaker-Lead Displacement”

Authors: Jinlai Liu, M.D., Zhuoshan Huang, M.D., Xujing Xie, M.D., Jiafu Ou, M.D., David M. Dudzinski, M.D., Jingyun Wen, M.D., and Chunkui Shao, M.D.Author Info & Affiliations

Published November 12, 2025 N Engl J Med 2025;393:1941-1951.DOI: 10.1056/NEJMcpc2412534 VOL. 393 NO. 19

 

 

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412534?query=featured_secondary_home

 

 

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