El Dr. Patricio Veliz, de Machala Ecuador, envía estas
imágenes con el siguiente texto:
Paciente de 68 años de edad con antecedentes de
diabetes tipo 2 más hipertensión arterial en tratamiento con metformina 500mg y
losartan 100mg acude por masa de coloración amarillenta a nivel de articulación
interfalangica del 2º dedo de pie derecho de 10 años de evolución pero hace 6
meses aproximadamente se acompaña de dolor de gran intensidad que es exacerba
con el calzado apretado.
Machala. Ecuador
Opinión: Se trata de un HELOMA DORSAL, más comúnmente
conocido como CALLO DORSAL, y es el
resultado de un engrosamiento de la piel, debido a una presión o fricción anormal
de la superficie cutánea con el calzado. El heloma está constituido por células
muertas, descamadas, impactadas, distorsionadas en una zona determinada. Los
provocadores de este problema pueden ser extrínsecos, como por ejemplo calzados
de mala calidad, calzados estrechos o mal ajustados, e incluso las medias con
irregularidades, o intrínsecos tales como prominencias óseas, exostosis, bordes
óseos irregulares, o alteraciones de la función de la estructura osteoarticular
y tendinosa del pie en movimiento. El dolor que el paciente refiere que ha empeorado
en los últimos 6 meses pueden obedecer a que se encuentre en el 2º período o doloroso
del heloma como consecuencia de la formación de una bolsa serosa (además de la
hiperqueratosis superficial), que produce dolor presionando sobre el periostio.
Casi todos los HELOMAS DORSALES se deben a defectos de
alineación de los dedos, por la hiperpresión del roce de la cabeza de la
falange contra el calzado, el lugar de aparición de estos helomas dependerá de
la forma que adopte el dedo, pudiéndose presentar tres deformaciones: en garra,
en martillo o en mazo. En este caso el paciente es diabético y es muy
importante determinar si padece o no neuropatía que pueda ser causa dedos en
garra o martillo, como consecuencia de neuropatía diabética. Estas deformidades
alteran la distribución de la presión y aumentan la fricción con el calzado, lo
que lleva a la formación no sólo de callos, sino también de úlceras que pueden
tener consecuencias más serias. Además de un examen neurológico completo, con
evaluación de la sensibilidad superficial y profunda, así como de los reflejos osteotendinosos,
hay que obtener una radiografía del pie en carga (con el paciente de pie) y, si
es posible, en la proyección oblicua además de las proyecciones anteroposterior
y lateral, ya que esto puede revelar prominencias óseas o desalineaciones que
causan la fricción y la formación del heloma. De acuerdo a los hallazgos se
verá cuál es el tratamiento más adecuado que siempre debe incluir el uso de
calzado amplio y cómodo, y no muy ajustado, ya que el roce y la presión son la
causa principal del heloma. Protectores y almohadillas de gel polimérico que se
adaptan a la forma del pie y alivian la presión, reduciendo la fricción con el
zapato. Exfoliación suave con baños de pie en agua tibia y luego lima
suavemente la piel muerta con una piedra pómez. Cremas y productos con ácido
salicílico: Puedes usar productos de venta libre que contienen ácido salicílico
o urea para suavizar la piel y reducir el grosor del callo. Consulta con el
podólogo que a veces pueden realizar una quiropodia (deslaminación y
enucleación) del heloma. Estudio biomecánico para ver los puntos de presión, y
plantillas que pueden corregir la pisada redistribuyendo la carga y previniendo
así la aparición de helomas. A veces está indicada la cirugía que puede ser
percutánea o convencional por traumatólogo




