lunes, 30 de junio de 2025

Mujer de 63 años con disnea de esfuerzo.

Una mujer de 63 años fue evaluada en este hospital debido a disnea de esfuerzo que había persistido durante 2 meses.

Quince meses antes de la presentación actual, la paciente recibió un diagnóstico de artritis reumatoide en la clínica de reumatología de otro hospital después de haber presentado un historial de 6 meses de hinchazón y rigidez en las articulaciones de la mano y tirantez de la piel en varios dedos. Una evaluación reveló deformidades en cuello de cisne en ambas manos, y la radiografía mostró erosión marginal de las manos. El recuento de glóbulos blancos y el recuento diferencial, el volumen corpuscular medio y los niveles sanguíneos de tirotropina, calcio, bilirrubina, creatina quinasa, proteínas totales, globulina y vitaminas B 12 y D fueron normales. No se detectaron anticuerpos contra β 2 -glicoproteína, cardiolipina, peroxidasa tiroidea, ADN bicatenario, topoisomerasa 1, mitocondrias, músculo liso, antígeno de Smith, ribonucleoproteína, antígeno Ro y antígeno La. Además, no se detectaron anticuerpos contra Borrelia burgdorferi , anticuerpos contra el núcleo del virus de la hepatitis B ni anticuerpos contra el virus de la hepatitis C, y la prueba de liberación de interferón gamma para Mycobacterium tuberculosis resultó negativa. Los resultados de otras pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Se inició tratamiento con metotrexato y la inflamación articular disminuyó durante los dos meses siguientes.

 


Tabla 1. Datos de laboratorio.

Aproximadamente un año después, y 7 semanas antes de la presentación actual, desarrolló disnea de esfuerzo y fatiga. La paciente notó primero que le costaba mucho caminar con sus amigos, mientras que antes solía ser la primera en llegar al final de la ruta. Durante las dos semanas siguientes, desarrolló tos seca y la disnea progresó hasta el punto de que necesitó descansar después de 10 minutos de ejercicios rutinarios en cinta de correr y elíptica. Empezó a usar tres almohadas para dormir y notó distensión abdominal, anorexia y náuseas posprandiales.

Un mes antes de la presentación actual, la paciente fue evaluada por su médico de cabecera, afiliado al otro hospital. La prueba de detección de la infección por el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2) fue negativa. Los resultados del análisis de orina y los niveles sanguíneos de tirotropina, amilasa, lipasa y γ-glutamiltransferasa fueron normales; los resultados de otras pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. La radiografía de tórax mostró, según se informó, marcas intersticiales reticulares difusas, y la ecografía abdominal mostró, según se informó, quistes hepáticos, líquido pleural e hidronefrosis en ambos lados.

La semana siguiente, fue evaluada por un cardiólogo afiliado al otro hospital. Un electrocardiograma (ECG) mostró, según se informó, ritmo auricular ectópico, inversiones de la onda T en las derivaciones inferiores y precordiales, y prolongación del intervalo QT corregido (QTc). La ecocardiografía transtorácica (ETT) mostró, según se informó, tamaño biventricular y función sistólica normales, sin evidencia de enfermedad valvular hemodinámicamente significativa. Sin embargo, el estudio fue notable por una estructura ecogénica anormal adyacente a la raíz aórtica que parecía ser más consistente con tejido blando, así como líquido y material ecogénico difuso en el espacio pericárdico. La tomografía computarizada (TC) del tórax, realizada sin la administración de material de contraste intravenoso, mostró, según se informó, líquido pericárdico y engrosamiento, líquido pleural en el lado izquierdo, líquido pararrenal en ambos lados y cambios infiltrativos en la grasa en el mediastino y alrededor de la aorta.

Se suspendió el tratamiento con metotrexato y se inició colchicina y furosemida. Debido a la persistencia de los síntomas, la paciente se ausentó del trabajo. Una semana después, una ecocardiografía limitada mostró que el derrame pericárdico había disminuido, pero se observó nuevamente material intrapericárdico organizado. La paciente fue evaluada por su reumatólogo y se aumentó la dosis de furosemida debido al edema en las piernas y la disnea persistente.

Ocho días antes de la presentación actual, la TC del abdomen y la pelvis ( Figura 1A ) mostró líquido y tejido blando pararrenal anterior y perirrenal bilateral, así como derrames pleurales bilaterales. Se observaron un pequeño derrame pericárdico, quistes hepáticos y un leiomioma uterino. Una semana después, se realizó una resonancia magnética abdominal (MRI). Las imágenes ponderadas en T1 ( Figuras 1B y 1C ) mostraron un engrosamiento extenso e hipointenso anormal de tejido blando en el espacio retroperitoneal que rodea ambos riñones, la aorta abdominal y la aorta torácica descendente. La cabeza del páncreas tenía un aspecto voluminoso. Se observaron derrames pleurales y engrosamiento pericárdico.

 


Figura 1. Estudios de imagen.

Una imagen coronal de TC obtenida tras la administración de contraste intravenoso (Panel A) muestra realce de tejido blando en el espacio retroperitoneal (flechas negras). También se observa tejido anormal en el mediastino inferior parcialmente visible (flechas blancas). No se observa ascitis ni otras anomalías relacionadas. Las resonancias magnéticas coronales ponderadas en T1 obtenidas antes y después de la administración de contraste intravenoso (Paneles B y C, respectivamente) muestran realce de tejido blando en el mediastino inferior y el espacio retroperitoneal (Panel C, flecha negra) en comparación con el músculo psoas (Panel C, flechas blancas). Una imagen axial de TC obtenida tras la administración de contraste intravenoso en ventanas pulmonares (Panel D) muestra derrames pleurales bilaterales, edema pulmonar intersticial y engrosamiento pericárdico. Una imagen axial de TC obtenida en ventanas de tejido blando a nivel de la arteria pulmonar (Panel E) muestra engrosamiento de tejido blando en todo el mediastino, rodeando la aorta y la arteria pulmonar; se observa una vena cava superior izquierda duplicada (flecha).

 

Al día siguiente, la disnea empeoró y la paciente fue derivada a urgencias de este hospital. En urgencias, la revisión por sistemas mostró disnea persistente, que aumentaba con la mínima actividad y le impedía dormir más de 3 horas seguidas. La paciente también refirió edema en las piernas, distensión abdominal y tos seca que empeoraba en decúbito supino. Presentaba sequedad bucal y polidipsia que persistían desde hacía dos meses, junto con poliuria caracterizada por orina incolora. La paciente también refirió antecedentes de varios meses de frecuencia cardíaca rápida y la percepción de latidos cardíacos fuertes. Cuatro semanas antes de la presentación actual, la paciente había sufrido una fractura del radio distal derecho tras una caída mientras limpiaba, y el brazo estaba inmovilizado con una escayola. El grado de hinchazón y rigidez en las manos era similar al observado un año antes, tras iniciar el tratamiento con metotrexato. No informó dolor ni presión en el pecho, mareos, síncope, fiebre, escalofríos, sudores nocturnos, tos productiva, cambios de peso, vómitos, dolor abdominal, dolor de espalda o flanco, hematuria o disuria, artralgia, erupción cutánea, fotosensibilidad, cambios en el cabello o las uñas o síntomas neurológicos.

Otros antecedentes médicos fueron notables por la resección quirúrgica de un meningioma, una prueba cutánea de tuberculina positiva pero un ensayo de liberación de interferón-γ negativo 1 año antes, un nódulo pulmonar solitario, hipertensión, dislipidemia, diabetes mellitus, gastritis por Helicobacter pylori , capsulitis adhesiva (hombro congelado) para la cual la paciente había recibido inyecciones de glucocorticoides y artroscopia de rodilla. Los medicamentos incluían metformina, así como suplementos de calcio y multivitamínicos; metotrexato, lisinopril y atorvastatina se habían suspendido recientemente. La colchicina había causado diarrea; no había otras reacciones adversas conocidas a los medicamentos. La paciente había completado las vacunaciones contra el SARS-CoV-2 aproximadamente 7 meses antes de la presentación actual. Nació y creció en el este de Asia. Trabajaba en un entorno de oficina y vivía con su esposo en una zona boscosa de Nueva Inglaterra. Bebía tres copas de vino por semana y no consumía tabaco ni otras sustancias. Sus antecedentes familiares incluían enfermedad arterial coronaria y cáncer de colon en su padre, lupus eritematoso sistémico en su hijo e hipertensión y diabetes mellitus en múltiples familiares.

En el examen, la temperatura temporal fue de 36,4 °C, la frecuencia cardíaca de 77 latidos por minuto, la presión arterial de 144/74 mm Hg y la saturación de oxígeno del 99% mientras el paciente respiraba aire ambiente. El peso fue de 62,6 kg, la altura de 168 cm y el índice de masa corporal de 22,3. Parecía fatigada y tosía durante el examen. Las membranas mucosas estaban secas y agrietadas. La presión venosa yugular era de 14 cm de agua. La auscultación del tórax reveló disminución de los ruidos respiratorios y crepitaciones en ambos pulmones. Había distensión abdominal, pero no dolor ni organomegalia. El antebrazo derecho estaba enyesado; la fuerza y ​​los pulsos de la mano distal estaban intactos. Se observaron deformidades en cuello de cisne, pero no se observaron otras anomalías articulares. Había edema en la parte inferior de las piernas. Se observó estiramiento de la piel en los dedos, pero no se identificaron erupciones.

Los resultados del análisis de orina, el recuento leucocitario y diferencial, el pH de la sangre venosa y los niveles sanguíneos de troponina T de alta sensibilidad, calcio, magnesio, fósforo, bilirrubina y lactato deshidrogenasa fueron normales; los demás resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. La prueba de detección de la infección por SARS-CoV-2 fue negativa.

El ECG reveló probable ritmo auricular ectópico, desviación del eje a la derecha, inversiones difusas de la onda T en derivaciones inferiores y precordiales y prolongación del QTc de 509 mseg.

La radiografía de tórax mostró una silueta cardíaca agrandada, edema pulmonar difuso y pequeños derrames pleurales bilaterales. La TC de tórax ( Figuras 1D y 1E ), realizada tras la administración de contraste intravenoso, mostró edema pulmonar con derrames pleurales bilaterales, un pequeño derrame pericárdico con engrosamiento pericárdico extenso y engrosamiento de los tejidos blandos que rodeaban la aorta ascendente, la aorta torácica descendente y las porciones renales visibles en las imágenes.

Se administró furosemida por vía intravenosa. El paciente ingresó en el hospital. Al segundo día de hospitalización, los resultados de la electroforesis de proteínas séricas y los niveles de subclases de IgG fueron normales.

Al tercer día de hospitalización, la ETT mostró material ecogénico difuso en el espacio pericárdico, derrames pleurales y una apariencia atípica del tejido alrededor de la raíz aórtica ( Figura 2A, 2B y 2C).

 


Figura 2. Estudios de imágenes cardíacas.

Un ecocardiograma transtorácico (ETT) obtenido en la vista de eje corto paraesternal a nivel de la válvula aórtica (Panel A) muestra una estructura ecogénica irregular e inmóvil, que mide aproximadamente 2 cm de grosor, adyacente a la raíz aórtica (flecha), con una ecogenicidad que es más consistente con el tejido blando. Los ETT obtenidos en la vista apical de cuatro cámaras (Panel B) y en la vista subcostal (Panel C) muestran material ecogénico dentro del espacio pericárdico (flechas). AV denota válvula aórtica, AI aurícula izquierda, LV ventrículo izquierdo, AD aurícula derecha y RV ventrículo derecho. Una resonancia magnética cardíaca obtenida en la vista de cuatro cámaras (Panel D) muestra realce tardío de gadolinio del tejido mediastínico y pericárdico (flechas blancas), pero no del miocardio (flechas negras). Una resonancia magnética cardíaca ponderada en T2 obtenida en la vista de eje corto (panel E) muestra edema y engrosamiento pericárdico (flecha blanca) y edema pulmonar circundante, pero una señal miocárdica normal (flechas negras).

 

También se realizó una resonancia magnética cardíaca. Se observó un realce anormal de gadolinio en el pericardio y edema de tejidos blandos en el mediastino; ninguno de estos hallazgos afectó al miocardio ( Figuras 2D y 2E ).

Se realizaron pruebas diagnósticas.

 

Diagnóstico diferencial

Esta mujer de 63 años con hipertensión, diabetes y artritis reumatoide presentó un historial de 2 meses de disnea de esfuerzo. Se encontró que tenía presión venosa yugular elevada, disminución de los ruidos respiratorios y crepitaciones en ambos pulmones, distensión abdominal y edema en las piernas, hallazgos sugestivos de insuficiencia cardíaca. La ecocardiografía mostró una fracción de eyección del ventrículo izquierdo normal y sin evidencia de valvulopatía hemodinámicamente significativa. El síndrome clínico de la paciente podría ser compatible con insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada. Sin embargo, los estudios de imagen mostraron tejido blando nodular en los espacios pericárdico, periaórtico, pararrenal y retroperitoneal. Estos hallazgos inusuales, además de los niveles elevados de marcadores inflamatorios y el historial de 2 meses de polidipsia y poliuria, sugieren un proceso sistémico con afectación secundaria del corazón. Para avanzar hacia el diagnóstico más probable, consideraré infecciones, cáncer y enfermedades inflamatorias.

 

Infección

La infección es un factor importante a considerar en esta paciente, quien había estado recibiendo terapia inmunosupresora con metotrexato para la artritis reumatoide. La aortitis infecciosa debida a tuberculosis, enfermedad de Lyme o una infección bacteriana diseminada podría explicar la afectación difusa del pericardio, la aorta y el retroperitoneo. La paciente nació y creció en el este de Asia, una zona del mundo con una alta carga de tuberculosis. Sin embargo, el ensayo de liberación de interferón-γ negativo un año antes de esta presentación hace improbable la tuberculosis. No se detectaron anticuerpos contra borrelia el año anterior a esta presentación. Sin embargo, la paciente vivía en una zona boscosa de Nueva Inglaterra y, por lo tanto, tenía riesgo continuo de adquirir la enfermedad de Lyme. La ausencia de fiebre y leucocitosis hace improbable una infección bacteriana diseminada, aunque su uso de terapia inmunosupresora sigue siendo una consideración.

 

Cáncer

El depósito difuso y extenso de tejido blando podría ser compatible con linfoma o cáncer con metástasis extensa. La paciente no había recibido diagnóstico previo de cáncer y no refería fiebre, pérdida de peso ni sudores nocturnos. No se observaron linfadenopatías en la exploración ni en ninguna de las pruebas de imagen. El recuento de glóbulos blancos y plaquetas fue normal. Aunque el cáncer sigue siendo un diagnóstico diferencial, consideraré otras posibles causas de su presentación.

 

Enfermedad inflamatoria

La paciente había recibido un diagnóstico de artritis reumatoide 15 meses antes de la presentación actual, cuando presentó un patrón de afectación articular típico de la artritis reumatoide, deformidades en cuello de cisne, erosiones óseas en radiografías simples de las manos y niveles elevados tanto de factor reumatoide como de péptido cíclico anticitrulinado. La vasculitis reumatoide es una consideración importante, dada la presencia de afectación pericárdica y aórtica. Sin embargo, el extenso engrosamiento de tejidos blandos extracardíacos sería atípico para la vasculitis reumatoide. La ausencia de ulceraciones orales y genitales y de enfermedad ocular hace improbable el diagnóstico de vasculitis asociada al síndrome de Behçet. Las imágenes mostraron engrosamiento de la pared periaórtica (a diferencia del engrosamiento de la pared aórtica), lo que hace improbable la aortitis, y la ausencia de afectación extensa de otros vasos además de la aorta hace que la vasculitis sea un diagnóstico improbable en general. La presencia de engrosamiento de tejidos blandos en los espacios retroperitoneal y pararrenal y alrededor de la cabeza del páncreas sugiere la posibilidad de enfermedades inflamatorias menos comunes: enfermedad relacionada con IgG4 y enfermedad de Erdheim-Chester. 1,2

 

Enfermedad relacionada con IgG4

La enfermedad relacionada con IgG4 es una afección fibroinflamatoria inmunomediada que afecta a múltiples órganos. La enfermedad es más común en hombres que en mujeres (ratio 3:1). Los marcadores inflamatorios como el nivel de proteína C reactiva y la velocidad de sedimentación globular suelen estar elevados, como se observa en este paciente. El nivel sérico de IgG4 está elevado en más del 70% de los casos; la presencia de un nivel de IgG4 de más del doble del límite superior del rango normal (valor de referencia, <140 mg por decilitro) es 99% específico para la enfermedad relacionada con IgG4. Aunque no se proporcionó el nivel de IgG4 en este paciente, incluso un nivel normal no descartaría la enfermedad relacionada con IgG4. El diagnóstico requiere confirmación patológica. Las características histológicas incluyen lo siguiente: un infiltrado linfoplasmocítico con células plasmáticas IgG4+ dispuestas en un patrón estoriforme de fibrosis; un ratio de células plasmáticas IgG4+ a células plasmáticas IgG+ de más del 40%; fibrosis asociada; y evidencia de flebitis obliterante.

La enfermedad relacionada con IgG4 puede conducir al depósito de tejido blando en el pericardio, y este paciente tenía un síndrome clínico de presentación que era consistente con insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada, que podría explicarse por características fisiológicas constrictivas funcionales debido al engrosamiento pericárdico. Las características adicionales en este paciente que son consistentes con un diagnóstico de enfermedad relacionada con IgG4 incluyen fibrosis retroperitoneal que conduce a hidronefrosis, posible afectación tanto de la pleura como de la cabeza pancreática y periaortitis circunferencial. 3 En pacientes con enfermedad relacionada con IgG4, la enfermedad perivascular (periaortitis) ocurre con mayor frecuencia que la afectación primaria de la pared del vaso. Cuando la pared del vaso está directamente afectada, las complicaciones pueden incluir aneurisma, disección y rotura vascular. En esta paciente, las imágenes mostraron evidencia de periaortitis infrarrenal que se extendía inferiormente con afectación de los vasos ilíacos, un patrón que es fuertemente sugestivo de fibrosis retroperitoneal relacionada con IgG4. Sin embargo, también hubo afectación de la raíz aórtica y de la aorta ascendente, lo que sería atípico para la enfermedad relacionada con IgG4, al igual que la ausencia de linfadenopatía y eosinofilia.

 

Enfermedad de Erdheim-Chester

La enfermedad de Erdheim-Chester es un trastorno multisistémico histiocítico poco frecuente, no asociado a células de Langerhans. La afectación ósea se presenta en hasta el 74 % de los casos y puede incluir osteosclerosis de huesos largos, como el fémur y la tibia. Este paciente no refirió dolor en huesos largos; ninguno de los estudios de imagen examinó los huesos largos, por lo que la afectación ósea sigue siendo una posibilidad. Al igual que la enfermedad relacionada con IgG4, la enfermedad de Erdheim-Chester suele asociarse con un nivel elevado de proteína C reactiva y una velocidad de sedimentación globular elevada. Las características histológicas incluyen láminas de histiocitos espumosos, con o sin infiltración histiocítica de tejidos extraóseos. Aunque el diagnóstico de la enfermedad de Erdheim-Chester se establece mediante biopsia de tejido, los hallazgos en las imágenes pueden proporcionar una sólida evidencia de apoyo.

Los pacientes afectados suelen presentar afectación neurológica, incluyendo diabetes insípida central, lo que podría explicar los dos meses de polidipsia y poliuria que presenta la paciente. No presentaba otras manifestaciones neurológicas, como alteraciones visuales, ataxia, accidente cerebrovascular o cefalea. En pacientes con enfermedad de Erdheim-Chester, puede presentarse fibrosis retroperitoneal que conduce a hidronefrosis. La presencia de depósitos nodulares perirrenales de tejido blando en patrón anular (conocidos como «riñón piloso») es altamente sugestiva de este diagnóstico. También puede presentarse afectación pulmonar, incluyendo derrames pleurales.

La afectación cardiovascular se presenta en aproximadamente un tercio de los pacientes con enfermedad de Erdheim-Chester. Las manifestaciones incluyen enfermedad de la arteria coronaria (en el 25% de los pacientes), infiltración miocárdica (en el 25%), enfermedad aórtica y vascular (en el 17%), afectación pericárdica (en el 13%), alteración de la conducción (en el 8%) y afectación endocárdica (en el 4%). 6 La enfermedad aórtica y vascular es causada por la infiltración adventicia y periadventicia, que resulta en una apariencia "recubierta" en las imágenes. Esta paciente reportó síntomas que posiblemente eran consistentes con disritmia, y el ECG mostró prolongación del intervalo QTc. También presentó evidencia en las imágenes de afectación periaórtica, un derrame pericárdico con engrosamiento pericárdico y un recubrimiento circunferencial de tejido blando de la aorta torácica y abdominal.

La presentación de este paciente es más consistente con la enfermedad de Erdheim-Chester. 6 Para establecer este diagnóstico, realizaría una biopsia del área más accesible de fibrosis.

 

Impresión clínica

En este paciente, el engrosamiento difuso de los tejidos blandos en el retroperitoneo y alrededor de los grandes vasos era sugestivo de enfermedad relacionada con IgG4 o enfermedad de Erdheim-Chester. Aunque la diabetes insípida puede ocurrir con ambas enfermedades, es más común con la enfermedad de Erdheim-Chester. Después de consultar con colegas de endocrinología, confirmamos la presencia de diabetes insípida central y se inició tratamiento con desmopresina. Obtuvimos niveles de subclases de IgG, que fueron normales. Para diferenciar entre la enfermedad de Erdheim-Chester y la enfermedad relacionada con IgG4, la biopsia de tejido es el enfoque más definitivo, pero la enfermedad de Erdheim-Chester puede caracterizarse además por la captación de fluorodesoxiglucosa (FDG) en los huesos largos en la tomografía por emisión de positrones (PET), un hallazgo que no se ve con la enfermedad relacionada con IgG4.

 

Diagnóstico clínico presuntivo

Enfermedad de Erdheim-Chester.

 

 

Pruebas de diagnóstico

La PET-CT mostró una intensa captación de FDG en el tejido blando que envuelve los grandes vasos mediastínicos, el pericardio y los compartimentos retroperitoneales, así como en las superficies pleurales ( Figuras 3A a 3D ). La TC de las piernas mostró un engrosamiento anormal del tejido blando con realce alrededor de ambas arterias femorales, que se extendía hasta las arterias poplíteas. Se observó esclerosis difusa de las cavidades medulares de los fémures y tibias distales ( Figura 3E ). La PET simultánea mostró un aumento de la captación de FDG alrededor de las arterias femorales y en la médula ósea anormalmente esclerótica alrededor de las rodillas ( Figura 3F ).

 


Figura 3. Estudios de imágenes PET y TC.

Una imagen de TC (Panel A) muestra engrosamiento de tejidos blandos en el pericardio (flecha negra) y la pleura (flechas blancas). Una imagen tomográfica por emisión de positrones (PET) (Panel B) muestra el correspondiente aumento de la captación de fluorodesoxiglucosa (FDG) en el pericardio (flecha negra) y la pleura (flechas blancas). Imágenes adicionales de TC y PET (Paneles C y D, respectivamente) muestran engrosamiento de tejidos blandos y el correspondiente aumento de la captación de FDG en el espacio pararrenal posterior (flechas negras) y el espacio perirrenal (flechas blancas). Una imagen coronal de TC de proyección de intensidad media de las rodillas (Panel E) muestra un aumento de la esclerosis de la cavidad medular (flecha) que corresponde a la intensa captación de FDG en una imagen PET (Panel F, flecha blanca). El tejido blando anormal alrededor de las arterias femorales también se asocia con la captación de FDG (Panel F, flechas negras).

 

Se realizó una biopsia por punción de la lesión de tejido blando retroperitoneal izquierda ( Figura 4 ). La lesión estaba compuesta principalmente por células histiocitoides atípicas con pequeños núcleos ovoides y abundante citoplasma con características que iban desde floculentas y eosinófilas hasta claras y espumosas. Vasos de paredes delgadas y pequeños linfocitos estaban dispersos entre las células histiocitoides; no se observaron células gigantes. Sobre la base de la historia clínica del paciente y las características histológicas, el diagnóstico diferencial incluyó neoplasias histiocitoides como la histiocitosis de células de Langerhans y la enfermedad de Erdheim-Chester, así como procesos granulomatosos como la infección fúngica o micobacteriana.

 


Figura 4. Muestra de biopsia de una lesión de tejidos blandos retroperitoneales.

La tinción con hematoxilina y eosina muestra una lesión compuesta por células histiocitoides con vasos mixtos dispersos (Panel A, flecha negra) y linfocitos maduros (Panel A, flecha blanca). A mayor aumento, las células histiocitoides presentan núcleos ovoides pequeños y un citoplasma abundante con características que varían de eosinófilos (Panel B, flecha negra) a espumosos (Panel B, flecha blanca). La tinción inmunohistoquímica para el marcador histiocítico CD163 es positiva en las células lesionales (Panel C), al igual que la inmunotinción específica de mutación para BRAF V600E (Panel D).

 

La tinción inmunohistoquímica de la muestra de biopsia reveló que las células lesionales fueron positivas para los marcadores histiocíticos CD68 y CD163, así como para PU.1 y factor XIIIa. Las células fueron negativas para S100 (que descartó la enfermedad de Rosai-Dorfman), CD1a, langerina (que descartó la histiocitosis de células de Langerhans) y pancitoqueratina MNF116 (que descartó la neoplasia epitelial). La tinción con plata no mostró ningún elemento fúngico dentro de la lesión, y la tinción para bacilos ácido-alcohol resistentes fue negativa. La inmunotinción específica de mutación para BRAF V600E fue positiva, un hallazgo que sugirió la presencia de esta mutación dentro de la lesión y convirtió a la enfermedad de Erdheim-Chester en el diagnóstico más probable. Un ensayo molecular rápido de BRAF realizado en tejido de biopsia fijado con formalina e incluido en parafina confirmó la presencia de una mutación BRAF V600E/D, lo que respaldó aún más el diagnóstico de la enfermedad de Erdheim-Chester.

Diagnóstico patológico

Enfermedad de Erdheim-Chester.

 

 

Discusión sobre la gestión

El manejo de la enfermedad de Erdheim-Chester se ve dificultado por su rareza y la falta de datos de ensayos aleatorizados. La enfermedad de Erdheim-Chester es crónica, aunque se han observado mejorías y remisiones espontáneas. La seguridad de la observación estrecha en comparación con el tratamiento inmediato no está clara, pero una estrategia de observación puede ser segura en algunos pacientes asintomáticos sin afectación de órganos críticos (p. ej., neurológica, cardiovascular o renal).En el pasado, los tratamientos más comunes eran el interferón alfa y el interferón pegilado, que se han asociado con una supervivencia prolongada. 8 Sin embargo, los efectos secundarios del tratamiento con interferón pueden afectar negativamente la calidad de vida.

Un avance terapéutico importante en el tratamiento de la enfermedad de Erdheim-Chester fue el desarrollo de la terapia molecular dirigida con vemurafenib en pacientes con BRAF V600E, una mutación que se presenta en aproximadamente el 50 % de los casos. 7 En un estudio con vemurafenib en 22 pacientes con enfermedad de Erdheim-Chester con mutación BRAF V600E, aproximadamente el 55 % de los pacientes presentaron una respuesta; entre los 12 pacientes en los que se evaluó la respuesta mediante PET, la tasa de respuesta fue del 100 %. Las reacciones cutáneas adversas (p. ej., carcinomas de células escamosas) y los efectos secundarios cardiovasculares (p. ej., hipertensión y prolongación del intervalo QTc) fueron frecuentes a pesar de las reducciones de dosis. 9-11

No se han dilucidado la dosis ni la duración adecuadas del tratamiento con vemurafenib. En una serie extensa de pacientes con enfermedad de Erdheim-Chester tratados con terapia dirigida, 20 pacientes interrumpieron el tratamiento con un inhibidor de BRAF tras una mediana de 20 meses; el 75 % de los pacientes que interrumpieron el tratamiento experimentaron progresión de la enfermedad en un plazo de 6 meses, aunque los 10 pacientes que lo reanudaron posteriormente mostraron una respuesta, lo que sugirió que no existía resistencia inducible. 12 En ausencia de más datos, la duración del tratamiento con un inhibidor de BRAF para la enfermedad de Erdheim-Chester se considera indefinida, salvo que se produzca progresión de la enfermedad o efectos tóxicos inaceptables. Esta duración es indefinida porque se cree que la enfermedad de Erdheim-Chester es crónica e incurable, y el objetivo del tratamiento es la remisión y el control de la enfermedad. Puede producirse resistencia adquirida a los inhibidores de BRAF, pero es poco frecuente.

La enfermedad de Erdheim-Chester con BRAF de tipo silvestre, que no responde a los inhibidores de BRAF, suele presentar una mutación en la vía de la proteína quinasa activada por mitógenos que puede ser diana de los inhibidores de MEK. En un estudio con cobimetinib, un inhibidor de MEK1/2, en el que participaron 12 pacientes con enfermedad de Erdheim-Chester, el 89 % de los pacientes presentó una respuesta, y el 100 % de las respuestas se mantuvo al año. 13 Las respuestas se produjeron independientemente del estado de mutación subyacente, que podría incluir BRAF V600E. La dosis de cobimetinib se redujo en el 56 % de los pacientes, incluyendo 5 pacientes con una disminución de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo.

Aún persisten dudas sobre el uso de inhibidores de MEK para el tratamiento de la enfermedad de Erdheim-Chester, incluyendo la dosis y duración adecuadas del tratamiento. Aún no está claro si los inhibidores de MEK son preferibles a los inhibidores de BRAF, incluso en pacientes con BRAF V600E u otra mutación de BRAF sensible a la inhibición de BRAF, ni cuál es la secuencia de tratamiento preferida con inhibidores de BRAF y MEK. Algunos informes sugieren que los inhibidores de MEK son activos en la enfermedad de Erdheim-Chester con resistencia a los inhibidores de BRAF.

 Se desconoce si la administración de inhibidores de BRAF en combinación con inhibidores de MEK mejoraría la eficacia y mitigaría los efectos tóxicos.

En este paciente, el tratamiento indefinido de primera línea con vemurafenib habría sido adecuado, dada la presencia de BRAF V600E. Sin embargo, la prolongación continua del intervalo QTc impidió el tratamiento con vemurafenib. Por lo tanto, se inició tratamiento con cobimetinib.

Esperábamos que los síntomas de artritis reumatoide de la paciente remitieran tras iniciar el tratamiento para la enfermedad de Erdheim-Chester. Un gran porcentaje de pacientes con enfermedades autoinmunes clínicamente evidentes concurrentes experimentan alivio de los signos y síntomas de dichas enfermedades mientras reciben tratamiento para la enfermedad de Erdheim-Chester, en particular inhibidores de BRAF o MEK. 18

Un mes después de iniciar el tratamiento con cobimetinib, la paciente pudo reanudar el ejercicio. El tratamiento con diuréticos se suspendió con éxito sin que reapareciera el edema de piernas, y el tratamiento con desmopresina se suspendió sin que reapareciera la polidipsia ni la poliuria. Después de 3 meses de tratamiento con cobimetinib, la nueva PET mostró una disminución de la avidez por FDG en los huesos, la pleura y el páncreas. Las imágenes también mostraron una disminución del engrosamiento de los tejidos blandos que rodean la aorta, el corazón y los riñones, así como en el retroperitoneo. Dos años después del diagnóstico, la paciente seguía tomando cobimetinib, y la PET mostró solo una mínima avidez residual por FDG, un hallazgo consistente con la regresión de la enfermedad de Erdheim-Chester. El dolor articular no había reaparecido y la paciente no había recibido tratamiento adicional con metotrexato para la artritis reumatoide.

Diagnóstico final

Enfermedad de Erdheim-Chester.

 

 

 

Traducido de:

“A 63-Year-Old Woman with Dyspnea on Exertion”

Authors: Malissa J. Wood, M.D., Carola A. Maraboto Gonzalez, M.D., Reece J. Goiffon, M.D., Ph.D., Eric D. Jacobsen, M.D., and Bailey M. Hutchison, M.D.Author Info & Affiliations

Published June 25, 2025. N Engl J Med 2025;392:2459-2470. DOI: 10.1056/NEJMcpc230089 VOL. 392 NO. 24

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2300897

 

 

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domingo, 29 de junio de 2025

Casos Clínicos: Varón de 29 años con dolores articulares en manos y pies.

Un colega envió a un estas imágenes con el siguiente texto:

Un hombre de 29 años acudió a la clínica de reumatología con dolor articular en manos y pies durante años. El dolor se asociaba a una rigidez matutina significativa que duraba horas. La exploración reveló sinovitis y dolor a la palpación en varias interfalángicas distales (IFD) de los dedos de manos y pies. Se realizaron radiografías (aquí se muestra el pie derecho)

 



¿Qué se puede decir de la radiografía y qué diagnósticos diferenciales plantea el caso con los elementos que aporta la historia?

 

 

 

 

Opinión: El hallazgo más significativo en estas imágenes es la ACROOSTEÓLISIS en varios dedos.

La acroosteólisis es una osteólisis de las falanges distales de las manos y los pies, que puede afectar el penacho terminal o la diáfisis de la falange distal (acroosteólisis transversa o en banda). Suele asociarse con isquemia digital distal, calcinosis digital o neuropatía sensitiva grave. Se ha asociado con un grupo heterogéneo de trastornos, como actividades laborales, infecciones, enfermedades reumáticas (esclerosis sistémica, artritis psoriásica), endocrinopatías (hiperparatiroidismo, diabetes), trastornos genéticos (síndrome de Haim-Munk, el síndrome de Papillon-Lefèvre, y algunas displasias esqueléticas), y trastornos de depósito lisosomal (enfermedad de Gaucher, enfermedad de Fabry, mucopolisacaridosis y cistinosis). La radiografía simple es la prueba de referencia para la detección de la acroosteólisis.

Un paciente que combina artritis inflamatoria y acroosteólisis hay que pensar en primer lugar en artritis psoriásica, pero también se puede ver esclerosis sistémica, dermatomiositis u otras enfermedades autoinmunes como enfermedad mixta del tejido conectivo, lupus eritematoso sistémico etcétera. Siempre que haya acroosteolisis hay que interrogar sobre fenómeno de Raynaud especialmente síndrome de Raynaud (no enfermedad), que cuando es severo, causa reabsorción de las falanges distales con úlceras y mutilación con acortamiento de los pulpejos de dedos de manos y pies. En estos casos el dolor isquémico severo casi constante es la regla. A veces los pacientes con hiperparatiroidismo, pueden tener dolores articulares que pueden confundirse con sinovitis, y, de hecho, esta endocrinopatía puede ocasionar acroosteolisis. Es muy probable que en este paciente se pueda hacer una aproximación diagnóstica con un buen interrogatorio, y un prolijo examen clínico. Un laboratorio ad hoc, solicitado de acuerdo a las hipótesis diagnósticas que surjan de la historia.

 

sábado, 28 de junio de 2025

Casos Clínicos: neonato con lesiones de eritema y exfoliación generalizados.

 

El Dr. Alfredo Fragoso, de Puebla de Zaragoza, México envía estas imágenes con el siguiente texto:

Buenas tardes Dr Macaluso. Le envío este caso para que pueda compartirlo en su grupo y de esa manera conocer opiniones que puedan orientar. Desde ya muchas gracias.








Recién nacido macrosomico 4.4 kg el cual con taquipnea transitoria del RN que la tercer dia empieza con lesiones boca genitales y extremidades. Madre VIH y VDRL negativo.

 

 



 



Dr. Alfredo Fragoso.

Puebla de Zaragoza. México.




Opinión: Las lesiones generalizadas que presenta este recién nacido tienen dos características esenciales que son eritema y exfoliación severas que recuerdan a las quemaduras. Si bien la historia es muy escueta creo que las imágenes evocan al SÍNDROME DE LA PIEL ESCALDADA ESTAFILOCÓCICA (SSSS por sus siglas en inglés Staphylococcal Scalded Skin Syndrome). En este caso las zonas más afectadas involucran genitales (lamentablemente he tenido que cubrir esas zonas, ambos pies, zonas de pliegues y la región central de la cara y perioral. No sabemos por la historia si existe evidencia de dolor, irritabilidad o fiebre que suelen estar presentes en este cuadro, así como signos de deshidratación que puede estar presente por las pérdidas de líquidos a través de la superficie cutánea comprometida. Lamentablemente tampoco tenemos imágenes del cordón umbilical ya que ése es el sitio primario de infección más frecuente en recién nacidos como es este caso. Otros sitios primarios de infección estafilocócica pueden ser conjuntivitis, fosas nasales, piel perinasal, o la piel perioral, que en este caso están afectados. El SSSS es una entidad mediada por toxinas bacterianas que afecta principalmente a niños pequeños, pero también puede presentarse en niños mayores y adultos. Cuando afecta a los recién nacidos antiguamente, se denominaba este cuadro ENFERMEDAD DE RITTER o PÉNFIGO NEONATAL. Cuando se biopsia la piel (en general no suele ser necesario), se localiza la ampolla en la región subcorneal por eso tiene en general buen pronóstico, a diferencia de la necrolisis epidérmica tóxica (NET), en el cual se produce un desprendimiento total de la epidermis. El diagnóstico es básicamente clínico, apoyado en la historia clínica y los hallazgos en el examen físico. Se deben realizar cultivos bacterianos de las zonas con sospecha de infección estafilocócica para confirmar la infección por S. aureus y obtener información sobre la susceptibilidad a los antibióticos. El tratamiento del SSSS implica la erradicación de la infección estafilocócica causal y medidas de soporte para promover la cicatrización, reducir las molestias y minimizar las complicaciones. Los pacientes deben ser hospitalizados para recibir tratamiento antibiótico intravenoso, así como medidas de apoyo que incluye la corrección de los trastornos hidroelectrolíticos presentes si los hubiese. A veces suele ser necesario la internación en unidad de quemados donde suelen tener mayor experiencia en el manejo de estas situaciones. La instauración del tratamiento antibiótico debe ser inmediato una vez tomadas las muestras para cultivos. Las alternativas para el tratamiento inicial incluyen una cefalosporina de primera o segunda generación o vancomicina de acuerdo a meticilino resistencia o no del germen.  

Los diagnósticos diferenciales que hay que considerar son IMPÉTIGO AMPOLLAR, que es una infección cutánea superficial causada por las mismas cepas de S. aureus productoras de toxinas asociadas con el SSSS, y de hecho, el impético ampolloso puede evolucionar a SSSS. El SÍNDROME DE STEVENS-JOHNSON Y NECRÓLISIS EPIDÉRMICA TÓXICA son consideraciones se presentan como formas más graves. El SÍNDROME DE SHOCK TÓXICO, también pueden simular el SSSS. Las infecciones desencadenantes suelen ser un absceso localizado, piomiositis o sobreinfección por un cuerpo extraño retenido, como tampones o tapones quirúrgicos. Otras entidades menos probables a considerar son la ENFERMEDAD DE KAWASAKI, los TRASTORNOS AMPOLLOSOS Y DESCAMATIVOS EN NEONATOS, que incluyen la EPIDERMÓLISIS AMPOLLOSA, la ICTIOSIS EPIDERMOLÍTICA, y la MASTOCITOSIS AMPOLLOSA. Por último, la SÍFILIS AMPOLLOSA CONGÉNITA puede simular SSSS por eso es importante saber que la VDRL negativa de la madre descarta en este caso, descarta el diagnóstico.

 

 

viernes, 27 de junio de 2025

Varón de 61 años con fallo respiratorio después trasplante renal

Un hombre de 61 años fue trasladado a este hospital debido a insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda y shock.

Diez semanas antes, el paciente se había sometido a un trasplante renal de donante fallecido en este hospital por enfermedad renal terminal relacionada con nefroesclerosis hipertensiva. Tras el trasplante, su hospitalización se caracterizó por la administración de terapia de inducción con globulina antitimocítica; retraso en la función del injerto con hiperpotasemia, por lo que se sometió a dos sesiones de hemodiálisis; y retención urinaria. Al cuarto día postoperatorio, recibió el alta con instrucciones para tomar prednisona oral, tacrolimus, micofenolato sódico, trimetoprima-sulfametoxazol y valganciclovir.

Seis semanas después del trasplante (cuatro semanas antes del ingreso actual), durante una visita de seguimiento en la clínica de trasplantes, el nivel de creatinina fue de 1,60 mg por decilitro (rango de referencia: 0,60 a 1,50 mg por decilitro); sin embargo, se observó hiperglucemia, con un nivel de hemoglobina glucosilada del 7,7 % (valor de referencia: <5,7). Se inició tratamiento con una inyección semanal de semaglutida.

Una semana después, el paciente fue evaluado en urgencias de otro hospital por eritema e inflamación del tobillo izquierdo tras ser arañado por un gato doméstico. Una radiografía del tobillo mostró inflamación de tejidos blandos. Se le recetó un tratamiento con amoxicilina-clavulánico.

Durante la semana siguiente, el paciente comenzó a presentar fatiga, náuseas, vómitos, polidipsia y poliuria. Los resultados de las pruebas de laboratorio ambulatorias mostraron una glucemia de 519 mg por decilitro (rango de referencia: 70 a 100 mg por decilitro). Por recomendación del equipo de trasplantes, fue ingresado en el otro hospital.

Al llegar al otro hospital, 10 días antes del ingreso actual, la temperatura oral era de 36,8 °C, la frecuencia cardíaca de 108 latidos por minuto, la presión arterial de 127/74 mm Hg, la frecuencia respiratoria de 26 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 97% mientras el paciente respiraba aire ambiente. El peso era de 105,7 kg. Los niveles sanguíneos de calcio, magnesio y fósforo eran normales; otros resultados de pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1 El análisis de orina mostró glucosa 4+. La prueba de ácido nucleico de un frotis nasofaríngeo para el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) fue negativa. Según se informó, la electrocardiografía mostró taquicardia sinusal con contracciones auriculares prematuras. Se administró solución salina normal intravenosa e insulina.



Tabla 1. Datos de laboratorio.

Durante los 3 días siguientes, el paciente recibió un total de 2,3 litros de solución cristaloide intravenosa. Los resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1.  Al quinto día de hospitalización, la saturación de oxígeno había descendido al 93 % mientras respiraba aire ambiente, por lo que se le administró oxígeno suplementario de forma intermitente. Las náuseas persistieron con episodios intermitentes de vómitos e incapacidad para ingerir alimentos.

Al séptimo día de hospitalización, se suspendió la administración de labetalol, un medicamento que el paciente tomaba en casa, debido a que la presión arterial había disminuido a 84/48 mmHg y la frecuencia cardíaca había aumentado a más de 120 latidos por minuto. Al octavo día de hospitalización, presentó tos con expectoración blanca, y la disnea, que también se había desarrollado, había progresado de tal manera que se presentaba con menos esfuerzo y en reposo.

Las radiografías de tórax obtenidas el 9º y 10º día de hospitalización mostraron un edema pulmonar que empeoraba progresivamente ( Figura 1A y 1B).

 


Figura 1, Estudios de imágenes iniciales del tórax obtenidos en el otro hospital.

Una radiografía de tórax posteroanterior obtenida el noveno día de hospitalización en el otro hospital (Panel A) muestra plenitud en los hilios, indistinción de la vasculatura pulmonar, engrosamiento de la cisura menor y engrosamiento del tabique interlobulillar periférico. Una radiografía de tórax posteroanterior obtenida el décimo día de hospitalización en el otro hospital (Panel B) muestra un ligero aumento del edema pulmonar. El mismo día, las imágenes de TC de proyección axial, obtenidas sin la administración de material de contraste, en las ventanas de tejidos blandos y pulmón, muestran linfadenopatía mediastínica e hiliar (Panel C, flechas) y opacidades difusas en vidrio deslustrado y engrosamiento interlobulillar (Panel D).


Se administraron bolos intravenosos de furosemida. Se presentó distensión abdominal con íleo, por lo que se le colocó una sonda nasogástrica.

El décimo día de hospitalización, la tomografía computarizada (TC) del tórax, realizada sin administración intravenosa de material de contraste, mostró opacidades intersticiales y en vidrio esmerilado extensas, así como linfadenopatía mediastínica e hiliar ( Figura 1C y 1D ).

Tras la administración de múltiples bolos intravenosos de furosemida, se inició una infusión intravenosa continua de furosemida. Cuando la presión arterial descendió a 83/50 mmHg, se administró midodrina. El paciente comenzó a presentar taquipnea (hasta 38 respiraciones por minuto) con el uso de músculos accesorios, y la saturación de oxígeno fue del 96% mientras recibía oxígeno suplementario a través de una cánula nasal a un ritmo de 6 litros por minuto. Posteriormente, se administró oxígeno a través de una cánula nasal de alto flujo y el paciente fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos (UCI). Los resultados de las pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Se obtuvieron muestras de sangre y aspirado traqueal para cultivo. Se administró tratamiento empírico con piperacilina-tazobactam por vía intravenosa.

Al día siguiente, el paciente se tornó letárgico y más hipoxémico; la saturación de oxígeno fue del 96% mientras el paciente recibía oxígeno suplementario a través de una cánula nasal de alto flujo a una velocidad de 40 litros por minuto. La tráquea fue intubada para iniciar la ventilación mecánica. La presión arterial disminuyó a 81/53 mm Hg; se administró solución de Ringer lactato por vía intravenosa y se colocó un catéter venoso central para la administración de norepinefrina. La ecocardiografía transtorácica mostró, según se informó, una función ventricular normal, hipertrofia ventricular izquierda, agrandamiento auricular izquierdo, una vena cava inferior con colapso respirofásico y un engrosamiento leve de las válvulas aórtica y mitral. La temperatura esofágica fue de 38,1 °C. Se suspendió el tratamiento con piperacilina-tazobactam y se inició tratamiento empírico con vancomicina y meropenem. El paciente fue transferido a la UCI de este hospital; Se administraron por vía intravenosa noradrenalina, vasopresina, propofol, fentanilo e hidrocortisona.

Al ingresar en este hospital, la esposa del paciente proporcionó información adicional sobre su historia clínica. Además de disnea, el paciente había presentado náuseas, anorexia, malestar abdominal progresivo y vómitos intermitentes durante su primera hospitalización, y actualmente no evacuaba. También presentaba cefalea sorda y dolor lumbar. No presentaba dolor torácico, palpitaciones, mareos, dolor ni enrojecimiento en la incisión quirúrgica, ni síntomas de sangrado.

Los antecedentes médicos del paciente incluían hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, hiperlipidemia, calcificaciones coronarias, ectasia aórtica, hiperparatiroidismo por el cual se había sometido a paratiroidectomía, apnea obstructiva del sueño, cifoplastia a nivel de la primera vértebra lumbar y reparación y fijación interna de una fractura de tobillo izquierdo. El paciente había estado en hemodiálisis durante 6 años mientras esperaba un trasplante renal. Los medicamentos ambulatorios incluían prednisona oral, tacrolimus, micofenolato sódico, trimetoprima-sulfametoxazol, valganciclovir, furosemida, labetalol, famotidina y tamsulosina, así como semaglutida subcutánea. El atenolol le había causado estreñimiento y la amitriptilina le había causado sequedad bucal.

Los antecedentes familiares del paciente destacaban la diabetes en varios familiares maternos, insuficiencia renal en su madre y cáncer de próstata en su padre. El paciente había fumado cigarrillos durante 20 años, pero lo había dejado 25 años antes de su ingreso. No consumía alcohol ni otras sustancias. Había vivido en Nueva Inglaterra toda su vida, excepto 18 meses de su adolescencia, cuando residió en el sur de Estados Unidos; no había viajado a otros lugares. Anteriormente había trabajado en servicios de alimentación y educación, y no había tenido ninguna exposición ocupacional conocida. Disfrutaba de la jardinería y tenía gatos domésticos sanos y un perro en casa.

En el examen, la temperatura esofágica era de 38,1 °C, la frecuencia cardíaca de 123 latidos por minuto y la presión arterial de 114/58 mm Hg mientras el paciente recibía infusiones de norepinefrina a una velocidad de 36 μg por minuto y vasopresina. El peso era de 109,0 kg. La saturación de oxígeno era del 97% mientras recibía oxígeno a través de un ventilador mecánico en modo de control de volumen (volumen corriente, 500 ml a una velocidad de 20 respiraciones por minuto; presión positiva al final de la espiración, 8 cm de agua; fracción inspirada de oxígeno, 0,50). No había lesiones en la mucosa oral. La auscultación del tórax reveló crepitantes difusos en los pulmones. El corazón estaba taquicárdico. El abdomen estaba distendido y tenso, con pocos ruidos intestinales. El sitio del aloinjerto renal en el cuadrante inferior derecho no estaba eritematoso; no se detectó ningún soplo. Se presentó un exantema purpúrico en el abdomen ( Figura 2 ). Una fístula arteriovenosa en el brazo izquierdo se asoció con un frémito y un soplo leves. Se presentó edema simétrico en la pierna.



Figura 2. Fotografía de erupción abdominal.

Una fotografía obtenida al ingresar a la unidad de cuidados intensivos de este hospital muestra una erupción purpúrica en el abdomen.


La osmolalidad sérica fue normal; los resultados de otras pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1. La prueba de amplificación de ácidos nucleicos del aspirado traqueal profundo para los virus de la influenza A y B, el virus respiratorio sincitial y el SARS-CoV-2 fue negativa. La carga viral de ADN de citomegalovirus fue indetectable. No se detectó galactomanano en la sangre ni antígeno de Pneumocystis en el aspirado traqueal. Se obtuvieron muestras de orina y esputo para cultivo mientras el paciente recibía ventilación mecánica. El electrocardiograma reveló taquicardia sinusal con extrasístoles auriculares.

Una radiografía de tórax ( Figura 3 A ) mostró opacidades difusas intersticiales y del espacio aéreo bilaterales, más extensas en el pulmón izquierdo que en el derecho. El tubo endotraqueal, el catéter venoso central en la vena yugular interna derecha y la sonda nasogástrica estaban en posiciones adecuadas. Una radiografía abdominal obtenida el mismo día ( Figura 3B ) mostró distensión gaseosa difusa del intestino delgado y grueso.





Figura 3. Radiografías de tórax y abdomen obtenidas en este hospital.

Una radiografía de tórax anteroposterior obtenida mientras la tráquea estaba intubada (Panel A) se caracteriza por un aumento del edema pulmonar, y una radiografía abdominal obtenida el mismo día (Panel B) muestra distensión gaseosa difusa del intestino delgado (flecha blanca) y del intestino grueso (flecha negra).


Se continuó con tratamiento intravenoso con vancomicina y meropenem y se inició tratamiento con azul de metileno.

Se realizaron pruebas diagnósticas.

 

Diagnóstico diferencial

Aproximadamente 10 semanas después de un trasplante renal sin complicaciones, este hombre de 61 años fue trasladado a este hospital con insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda y shock. Su evolución hospitalaria incluyó un empeoramiento progresivo de la lesión renal aguda, leucocitosis, eosinofilia, sobrecarga de volumen, emesis, íleo y dolor abdominal. Las imágenes de tórax mostraron extensas opacidades intersticiales y en vidrio deslustrado, así como linfadenopatía mediastínica e hiliar. A pesar de la administración de un tratamiento antimicrobiano de amplio espectro, el estado del paciente empeoró progresivamente.

El diagnóstico diferencial de la insuficiencia respiratoria hipoxémica y el shock en un paciente inmunodeprimido después de más de dos meses de un trasplante renal es amplio e implica la consideración de las múltiples fuentes de infección posibles. Dichas posibilidades incluyen infección nosocomial, infección del sitio quirúrgico, infección extrahospitalaria (especialmente dado el arañazo de gato del paciente dos semanas antes), infección oportunista, reactivación de una infección latente e infección derivada del donante de órganos o de una transfusión. Siempre que considero la fuente de infección en un receptor de trasplante, considero la combinación de factores de riesgo: los del receptor, del donante de órganos, del donante de hemoderivados y del donante de vasos sanguíneos (cuando es diferente del donante de órganos). Para ser más exhaustivo, también considero causas no infecciosas que podrían simular una infección.

Dada la extensa lista de posibles infecciones, una forma de reducir el diagnóstico diferencial en este paciente es considerar cómo su régimen de profilaxis actual reduciría la probabilidad de una enfermedad infecciosa específica. El paciente está recibiendo valganciclovir, que debería prevenir la infección por la mayoría de los virus del herpes humano, incluido el citomegalovirus. También está tomando trimetoprima-sulfametoxazol, que puede prevenir la infección por bacterias susceptibles, como Pneumocystis jirovecii y Toxoplasma gondii .

Al revisar el historial del paciente, lo había visto durante evaluaciones rutinarias por telemedicina dos años antes del trasplante. En ese momento, tenía una exposición mínima a fuentes de infección y pocos factores de riesgo. Durante la evaluación, supimos que tenía cuatro gatos y un perro, que había sido voluntario en un centro de rescate de gatos y que había vivido en el sur de Estados Unidos durante 18 meses durante su adolescencia. El recuento absoluto de eosinófilos era normal al momento del trasplante (160 por microlitro) y se mantuvo normal hasta 67 días después, cuando aumentó a 550 por microlitro y permaneció elevado hasta su ingreso en este hospital (recuento absoluto de eosinófilos al ingreso: 980 por microlitro).

También supimos que el paciente había sido arañado por un gato tres semanas antes; el arañazo no estaba relacionado con su cuadro clínico actual, aunque una infección diseminada por Bartonella formaría parte del diagnóstico diferencial (especialmente dada la presencia de eosinofilia). Además, dado que el paciente también presentó shock y exantema, también debe considerarse la infección por Pasteurella multocida o Capnocytophaga canimorsus , aunque estas infecciones se asocian más comúnmente con mordeduras de animales que con arañazos. Afortunadamente, todos estos patógenos habrían sido cubiertos por el régimen antimicrobiano empírico inicial, y la infección podría haberse prevenido con el tratamiento profiláctico con trimetoprima-sulfametoxazol.

Por lo tanto, el paciente puede describirse como un receptor de trasplante reciente en estado crítico con emesis, íleo, dolor abdominal, exantema purpúrico, shock, lesión renal aguda que empeora progresivamente, leucocitosis y eosinofilia, junto con compromiso respiratorio e imágenes de tórax que mostraron presunta neumonía y linfadenopatía mediastínica e hiliar. Aunque normalmente me preocuparía más una infección bacteriana, me intrigó especialmente la eosinofilia del paciente, que es una característica muy inusual en un paciente que está tomando prednisona. La causa del recuento elevado de eosinófilos de este paciente podría ser una infección parasitaria, una reacción a medicamentos o el rechazo del aloinjerto, entre otros. Dado que la presentación del paciente no es consistente con una reacción a medicamentos o rechazo del aloinjerto de riñón, creo que la explicación más probable para su enfermedad crítica es una infección parasitaria diseminada. La eosinofilia en este paciente es mayor que la observada habitualmente en pacientes con infección por T. gondii o P. jirovecii , infecciones que también se habrían evitado con la administración profiláctica de trimetoprima-sulfametoxazol. Otras infecciones parasitarias, como la toxocariasis, no suelen manifestarse con una enfermedad crítica.

Aunque el paciente no presentaba factores de riesgo de exposición previa a estrongiloides, se ha reportado estrongiloidiasis de origen donante. 1,2 Siempre que atiendo a un receptor de trasplante reciente con un síndrome clínico compatible con una infección, me comunico de inmediato con New England Donor Services (una organización regional de obtención de órganos aquí en Nueva Inglaterra) para verificar el estado clínico de otros receptores que recibieron una donación de órganos del mismo donante. Al evaluar inicialmente a este paciente, pensé que el diagnóstico más probable era estrongiloidiasis diseminada de origen donante, dado su cuadro clínico general.

Diagnóstico Presuntivo

Estrongiloidiasis diseminada derivada de donante.

 

Discusión patológica

Un día antes del ingreso del paciente en este hospital, se obtuvo un frotis de aspirado traqueal para cultivo. A la mañana siguiente, tras el traslado del paciente a este hospital, el otro hospital presentó los resultados preliminares del frotis de aspirado, que indicaron la presencia de numerosos leucocitos y pocas formas larvarias presuntas.

En este hospital se realizó una broncoscopia posterior y aspiración de secreciones traqueales. La tinción de Gram del aspirado traqueal ( Figura 4A ) mostró numerosos glóbulos blancos, incluyendo muchos eosinófilos, y formas larvarias dispersas de gusanos redondos con cabezas redondeadas y colas cónicas. La mayoría de las larvas medían aproximadamente de 250 a 300 micras de largo y de 18 a 25 micras de ancho, en consonancia con las larvas rabditiformes de primera y segunda etapa de Strongyloides stercoralis .  Tres días después, se realizó una biopsia por punción de 4 mm de la piel del sitio de la erupción abdominal del paciente. El examen histológico de la muestra de biopsia por punción ( Figuras 4B y 4C ) reveló gusanos redondos dispersos en el colágeno dérmico con inflamación mínima. No se pudo medir la longitud exacta de los gusanos debido a la naturaleza transversal de la preparación histológica; Sin embargo, se encontró que las formas larvarias medían 12,5 micrones de ancho, lo que es consistente con las larvas filariformes de tercer estadio de S. stercoralis . 3

 


Figura 4. Muestras de aspirado y biopsia traqueal y una muestra de heces.

Se obtuvieron muestras de aspirado traqueal y biopsia al ingreso en este hospital. La tinción de Gram del aspirado traqueal (Panel A) muestra dos formas larvarias con cabezas redondeadas y colas cónicas, que miden aproximadamente de 250 a 300 micras de largo y de 18 a 25 micras de ancho, en un fondo de numerosos eosinófilos. La tinción con hematoxilina y eosina de una muestra de biopsia por punción de 4 mm de piel del exantema abdominal (Paneles B y C) muestra larvas (Panel B, flechas) infiltrando el colágeno dérmico con mínima inflamación. A mayor aumento (Panel C), las larvas se ven en un corte transversal, rodeadas de colágeno dérmico. La tinción con hematoxilina y eosina de una sección congelada de la muestra de biopsia en cuña que se había obtenido del riñón donado en el momento del trasplante (Panel D) muestra parénquima renal cortical sin ninguna anomalía patológica específica. Se obtuvo una muestra de heces del segundo receptor de trasplante renal, quien había recibido el otro riñón del donante fallecido. Una preparación de yodo de la muestra de heces (Panel E) confirma el diagnóstico de estrongiloidiasis en el segundo receptor de trasplante renal.


La simple presencia de formas larvarias en el sistema pulmonar amplía el diagnóstico diferencial e incluye una infección reciente por anquilostoma o por Ascaris lumbricoides . Sin embargo, la presencia de formas larvarias tanto en los pulmones como en la piel, junto con las características morfológicas y de tamaño observadas, es diagnóstica de estrongiloidiasis diseminada. 3

Debido a la preocupación clínica sobre una infección derivada del donante, se realizó una revisión de una sección congelada de la muestra de biopsia en cuña que se había muestreado del riñón donado en el momento del trasplante ( Figura 4D ). No había evidencia de glomeruloesclerosis, cicatrización o inflamación tubulointersticial patológicamente significativa, o estrongiloidiasis presente en el tejido. Como tal, no se pudo probar con evidencia directa que el riñón donado fuera la fuente de infección. Sin embargo, la muestra de biopsia en cuña fue limitada tanto en tamaño (<10 mm en la dimensión más grande) como en calidad (sección congelada), lo que impidió descartar definitivamente el riñón donado como la fuente de infección. En última instancia, fue la correlación entre la evidencia clínica y patológica lo que permitió al equipo hacer el diagnóstico de estrongiloidiasis diseminada derivada del donante.

Diagnóstico patológico

Estrongiloidiasis diseminada.

 

Infección derivada del donante y su tratamiento

Tan pronto como el paciente fue trasladado a este hospital, contactamos con los Servicios de Donantes de Nueva Inglaterra para expresar nuestra preocupación por una posible infección de origen del donante. La organización verificó que el donante había residido en el Caribe y no se había sometido a pruebas de estrongiloides. Las pruebas de sangre posteriores al trasplante revelaron seropositividad para estrongiloides. Las pruebas de sangre previas al trasplante del receptor dieron negativo para estrongiloides. Estos hallazgos confirman una infección de origen del donante. Se notificó a otros centros médicos que habían trasplantado órganos del mismo donante fallecido.

 

Infecciones derivadas de donantes

Actualmente, el trasplante de órganos implica la transferencia de órganos, hemoderivados y vasos sanguíneos —ninguno de los cuales es estéril— de otros seres humanos. En Estados Unidos, bajo las regulaciones federales, no se permite el uso de órganos de personas con ciertas infecciones activas, como la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, la tuberculosis, diversas infecciones fúngicas y otras infecciones potencialmente mortales. 4 La Red de Obtención y Trasplante de Órganos creó un comité asesor para revisar y clasificar los informes de posible transmisión de enfermedades con el fin de fundamentar las políticas nacionales y mejorar la seguridad del paciente. Un resumen de su trabajo mostró que, del 1 de enero de 2008 al 31 de diciembre de 2017, el comité recibió 2185 informes, de los cuales 335 (15 %) se clasificaron como un evento de transmisión de donante probado o probable; aproximadamente dos tercios de estos eventos fueron infecciones y un tercio cáncer, con un riesgo general de transmisión de infecciones de 14,0 de 10 000, o del 0,14 %. 5

Desafortunadamente, muchos de estos eventos son variados e inesperados, e involucran una larga lista de patógenos que van desde virus hasta bacterias y parásitos. Aunque hemos contemplado cómo evitar tales transmisiones, muchas parecen inevitables y resultan en circunstancias indeseables. El comité reportó 13 transmisiones probadas o probables de Strongyloides, que representaron el 42% de las transmisiones parasitarias. Desarrollaron una cronología para el riesgo relativo de ciertas infecciones derivadas del donante después del trasplante de órgano sólido e informaron que la infección por Strongyloides era más probable que ocurriera en los 3 a 12 meses posteriores al trasplante. En una revisión reciente, se encontró que el tiempo medio hasta la infección derivada del donante fue de 8 semanas (rango, 0.5 a 34.3) después del trasplante. 6 Este paciente presentó la infección aproximadamente 10 semanas después del trasplante de riñón.

Aunque el subcomité de enfermedades endémicas del comité asesor sobre transmisión de enfermedades identificó a la estrongiloides como uno de los parásitos más comunes que se transmiten a los receptores de trasplantes, solo el 24 % de las organizaciones de obtención de órganos realizaban pruebas de detección de estrongiloides con regularidad. 7 Estos hallazgos finalmente llevaron a un cambio de política por parte de la Red Unida para la Intercambio de Órganos, que ahora recomienda la detección universal de estrongiloides en donantes de Estados Unidos. 8

 

Tratamiento de la estrongiloidiasis diseminada

El tratamiento de la enfermedad diseminada es complejo, dado que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) solo ha aprobado la formulación oral de ivermectina para su uso en humanos. También se puede formular como enema. Las formulaciones veterinarias de ivermectina se pueden administrar por vía subcutánea; sin embargo, la administración por esta vía en humanos requiere la aprobación del comité de ética local y de la FDA. La dosis, la vía de administración y la duración del tratamiento de la estrongiloidiasis diseminada no están claras. Además, la absorción gastrointestinal de la ivermectina puede reducirse en caso de íleo (que este paciente presentó). Afortunadamente, la relativa seguridad de la ivermectina y tratamientos similares permite una dosis que puede ser supraterapéutica.

Pudimos tratar a este paciente con ivermectina oral a una dosis de 21 mg por día más ivermectina subcutánea a una dosis de 21 mg por día (separadas por 12 horas), junto con albendazol a una dosis de 400 mg cada 12 horas, durante 1 mes. Además, se administraron vancomicina y meropenem debido al alto riesgo de bacteriemia del paciente dada la presencia de los parásitos migratorios. Debido a que la ivermectina trata predominantemente parásitos intestinales intraluminales, decidimos continuar el tratamiento con ivermectina oral en dosis de una vez al mes durante 6 meses, después de completar el curso completo de tratamiento de un mes. Dado que la coinfección con el virus linfotrópico T humano tipo 1 (HTLV-1) disminuye la capacidad del sistema inmunitario para eliminar strongyloides, se realizó un análisis de sangre para HTLV-1 en este paciente y fue negativo.

Posteriormente, recibimos un mensaje de otro hospital para hablar sobre la atención de su receptor de trasplante renal, quien había recibido el otro riñón del donante fallecido. La comunicación oportuna y estrecha entre los centros de trasplante y las organizaciones de obtención de órganos es clave para el diagnóstico y el tratamiento de las infecciones derivadas de donantes.

 

Segundo receptor de trasplante de riñón

Un hombre de 66 años que había recibido el otro riñón del donante fallecido fue ingresado en el Centro Médico Albany, 11 semanas después del trasplante, debido a fatiga marcada, empeoramiento de la función renal y leucopenia.

En el cuarto día de hospitalización, este segundo receptor de trasplante permaneció débil, sin síntomas específicos o hallazgos físicos pero con empeoramiento de la función renal, lo que motivó los planes para la biopsia del aloinjerto de riñón. El equipo de trasplante recibió una llamada ese día de la organización regional de obtención de órganos informando que el receptor del otro riñón del donante estaba gravemente enfermo con estrongiloidiasis diseminada. Se solicitó una consulta rápida con enfermedades infecciosas. Las pruebas de una muestra de heces para huevos microscópicos y parásitos ( Figura 4E ) fueron positivas para larvas rabditiformes. Se inició el tratamiento con ivermectina a una dosis de 200 μg por kilogramo de peso corporal por día y tratamiento empírico con piperacilina-tazobactam. Durante los siguientes 3 días, la función renal del paciente y la sobrecarga de volumen empeoraron, lo que llevó a dos sesiones de hemodiálisis. Una biopsia de riñón reveló evidencia de nefrotoxicidad que se presumió que estaba asociada con la terapia con inhibidores de la calcineurina.

Tras conversaciones entre los especialistas en enfermedades infecciosas que atendían a estos pacientes y un parasitólogo experto, se intensificó el tratamiento; se duplicó la dosis diaria de ivermectina oral y se añadió albendazol oral a una dosis de 400 mg dos veces al día. A los 10 días de iniciar la doble terapia antiparasitaria, la función renal volvió a la basal, el recuento de glóbulos blancos se normalizó y dos análisis parasitarios consecutivos de heces dieron resultados negativos. Tras dos semanas, se suspendió el albendazol y se redujo la dosis de ivermectina a la dosis estándar durante un mes más. Dos estudios de heces posteriores al tratamiento dieron resultados negativos para Strongyloides, y el paciente ha evolucionado favorablemente.

 

Discusión sobre el manejo después del trasplante de riñón

Cuatro semanas después del trasplante renal, el injerto renal del primer paciente mostró una función excelente, con un nadir en el nivel de creatinina de 1,46 mg por decilitro. Sin embargo, aproximadamente seis semanas después del trasplante, se desarrolló viremia por el virus BK, lo que obligó a reducir la dosis de micofenolato sódico al 50 %.

Cuando el paciente presentó una enfermedad crítica con shock e insuficiencia respiratoria debido a estrongiloidiasis diseminada, se suspendieron el micofenolato sódico y el tacrolimus, y se inició tratamiento con glucocorticoides en dosis de estrés. Se evaluó la concentración total de IgG; los resultados descartaron hipogammaglobulinemia, lo que evitó la necesidad de inmunoglobulina intravenosa.

Se reinició el tratamiento con tacrolimus una vez que la condición del paciente se estabilizó hemodinámicamente. Se reanudó el tratamiento con micofenolato sódico seis semanas después de la hospitalización del paciente, una vez controlada la estrongiloidiasis y observada una disminución clínicamente significativa de la viremia por virus BK. A lo largo de la enfermedad crítica del paciente, el aloinjerto mantuvo una función adecuada a pesar de las fluctuaciones en los niveles de creatinina, que fueron notablemente bajos (<0,8 mg por decilitro) y posiblemente reflejaron una reducción de la masa muscular debido a la miopatía crítica, que se presentó durante la hospitalización. Once meses después del ingreso actual, la función renal del paciente permanece estable, con niveles de creatinina entre 1,8 y 2,2 mg por decilitro).

Diagnóstico final

Estrongiloidiasis diseminada.

 

Traducido de:

Case 17-2025: A 61-Year-Old Man with Respiratory Failure and Shock after Kidney Transplantation

Authors: Camille N. Kotton, M.D., Rory L. Cochran, M.D., Ph.D., Alan M. Sanders, M.D., Kassem Safa, M.D., and Maxwell T. Roth, M.D.Author Info & Affiliations Published June 18, 2025 N Engl J Med 2025;392:2368-2378 DOI: 10.1056/NEJMcpc2412510 VOL. 392 NO. 23

 

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMcpc2412510

 

 

 

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