viernes, 16 de mayo de 2025

Casos Clínicos: Mujer de 55 años con lesiones cutáneas desde la infancia

 

Buenas noches estimado Doctor Macaluso, adjunto el siguiente caso clínico espero pueda ayudarme con el mismo en el grupo de Medicina Interna








Paciente femenino de 55 años, indica que desde la infancia inicia con el desarrollo de lesiones cutáneas tipo pápulas cupuliformes con una superficie lisa y brillante, con distirbución bilateral y simétrica a nivel facial, en tronco y espalda. Además del desarrollo de fibromas ungueales y fibromas periungueales en especial a nivel de láminas ungueales de los pies. A nivel del dorso del cuello presenta multiples nodulos blandos, pediculados asemejando a acrocordones que también se presentan a nivel de axilas e ingles, adicionalmente presenta maculas hipopigmentadas en tronco y espalda. Como antecedentes indica intervención quirúrgica renal unilateral a los 40 años por aparente neoplasia de caracterísitcas benignas, sin posibilidad de descartar un angiomiolipoma. niega cualquier tipo de clínica neuropsiquiatríca, comenta que su desempeño académico ha sido particularmente elevado, es ingeniera química. Niega crisis convulsivas, espasmos infantiles u otra clínica neurológica. Niega sintomatología respiratoria o cardiaca.

  






Dr. Christian Pesantez Espinoza.

Cuenca. Ecuador.




 

Opinión: Las lesiones faciales, los fibromas ungueales y periungueales, las máculas hipopigmentadas de tronco y espalda (máculas "en hoja de fresno"), y la necesidad de una intervención quirúrgica por una lesión tumoral benigna renal por probable angiomiolipoma, hacen sospechar el diagnóstico de ESCLEROSIS TUBEROSA. Los fibromas ungueales, cuando son múltiples predominantemente en pies y en las manos (tumores de Koenen), con estriaciones longitudinales en las uñas por compromiso de la matriz ungueal son altamente específicos de esclerosis tuberosa. Las lesiones elevadas de la parte baja de la espalda que se parecen a nevos lipomatosos no son característicos de la enfermedad de Bourneville, aunque en esa misma zona se suele ver en estos pacientes los nevos en piel de tiburón que en general son nevos de tejido conectivo, en general más pequeños que los que presenta la paciente. Las lesiones elevadas de la cara, especialmente en la región centrofacial son compatibles con los angiofibromas (anteriormente conocidos como adenomas sebáceos), descriptos en la esclerosis  tuberosa.

El complejo de esclerosis tuberosa (CET) es un trastorno neurocutáneo hereditario que se caracteriza por rasgos pleomórficos que afectan a múltiples sistemas orgánicos, incluyendo múltiples hamartomas benignos en cerebro, ojos, corazón, pulmón, hígado, riñón y piel. Hay que tener en cuenta que la expresión fenotípica de la enfermedad es ampliamente variable y si bien es cierto que un alto porcentaje de pacientes tiene algún grado de déficit intelectual así como convulsiones o espasmos infantiles desde la primera infancia, hay pacientes que no los presentan o a veces se pueden producir episodios aislados de espasmos infantiles, muchas veces únicos, que pueden no ser recordados por el paciente. En este caso la paciente ha logrado graduarse en la universidad como ingeniera química lo cual descarta que exista algún grado de déficit intelectual, lo cual no descarta en absoluto el diagnóstico de CET. Las manifestaciones neurológicas y neuropsiquiátricas del CET, suelen estar en relación con la presencia de tanto hamartomas glioneuronales corticales como los nódulos subependimarios, también considerados hamartomas, así como la variante genética. La discapacidad intelectual es menos frecuente con variantes patogénicas que involucran TSC1 en comparación con aquellas que involucran TSC2. Lo mismo se acepta que la epilepsia, las convulsiones y</o  los espasmos infantiles tienen mayor relación con las variantes patogénicas que involucran TSC2 y un mayor riesgo de epilepsia, incluidos los espasmos infantiles.

Creo que en esta paciente habría que confirmar el diagnóstico de CET realizando identificación genética de las variantes patogénicas TSC1 o TSC2 lo cual  permitiría asegurar el diagnóstico más allá de los criterios clínicos. Aun así, llevaría a cabo una  RMN de cerebro en la búsqueda de tubérculos corticales y/o líneas de migración radial, nódulos subependimarios, llevaría a cabo un fondo de ojo buscando hamartomas retinianos múltiples, y llevaría a cabo uuna TAC tóraco-abdomino-pélvica para descartar compromiso pulmonar como linfangioleiomiomatosis (LAM), así como angiomiolipomas renales entre otros hallazgos. También llevaría a cabo examen ecocardiográfico para descartar patología como tumores cardíacos (rabdomioma o rabdomiosarcoma), examen odontológico, examen electroencefalográfico etcétera.

En cuanto al manejo del caso, y la necesidad o no de algún tipo de tratamiento, dependerá de los hallazgos que surjan de los estudios mencionados antes.

 

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