domingo, 16 de diciembre de 2018

VARÓN DE 63 AÑOS CON PARESTESIAS Y DIFICULTAD PARA TRAGAR.




Un hombre de 63 años fue ingresado en este hospital debido a parestesias, dificultad para beber líquidos y ansiedad.

El  paciente había estado bien hasta 4 días antes del ingreso, cuando presentó dolor en el codo izquierdo, que mejoró con el ibuprofeno. Al día siguiente, se produjo una molestia en el codo derecho y tuvo menos apetito. Dos días antes del ingreso, notó dificultad para formar palabras, mareo leve y dolor recurrente leve en ambos codos. Un intento de beber un vaso de agua precipitó una sensación de arcada. Tenía dificultad para respirar y no podía tragar el agua. La sensación de asfixia se resolvió cuando escupió el agua, pero se repitió con intentos posteriores. Dejó de beber líquidos y se puso cada vez más ansioso. Un día antes de la admisión, no pudo ducharse debido al aumento de la ansiedad y observó una disminución intermitente de la fluidez en su habla y prurito en la nuca. Le preocupaba que estuviera sufriendo un derrame cerebral y condujo su automóvil hasta el departamento de emergencias de un hospital local.
 En el examen, la temperatura fue de 37.8 ° C, la presión arterial de 111/81 mm Hg, el pulso de 97 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria 18 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 96% mientras el paciente respiraba aire ambiente. Estaba intermitentemente muy ansioso e hiperventilando. Cuando se le dio una taza de agua o jugo, se atragantó cuando la taza se acercó a su boca y tosió mientras intentaba beber, con una mejoría después de haber expectorado el líquido. Él era capaz sin embargo, de tragar sólidos. El resto del examen era normal. Los niveles en sangre de hemoglobina, electrolitos, proteínas totales, albúmina, isoenzimas de creatina quinasa  y troponina T fueron normales, al igual que el hematocrito, el recuento de plaquetas y los índices de glóbulos rojos; las pruebas de coagulación y función renal y hepática también fueron normales. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. Un electrocardiograma (ECG) mostró ritmo sinusal a una frecuencia de 87 latidos por minuto, hipertrofia ventricular izquierda y una duración del complejo QRS de 134 ms, sin evidencia de isquemia aguda. Una radiografía de tórax era normal. Se administró lorazepam y líquidos por vía intravenosa, con cierta reducción de la ansiedad. La tomografía computarizada (TC) de la cabeza sin la administración de material de contraste era normal. El paciente fue trasladado a este hospital.








Tabla 1Datos de laboratorio.



 El paciente informó de temblores intermitentes durante los 2 días anteriores, con arcadas al pensar en beber agua y una erupción pruriginosa transitoria en su hombro izquierdo 2 semanas antes de esta presentación, sin fiebre reciente, escalofríos, vómitos, diarrea, faringitis o déficit motor. Tenía antecedentes de hipertensión, ptosis crónica del párpado derecho y, 6 meses antes, una picadura de garrapata por la cual se había administrado doxiciclina. Los medicamentos incluyeron hidroclorotiazida y dosis bajas de aspirina al día; había recibido vacunas contra la gripe y el tétanos en el último año. No tenía alergias. Bebía alcohol ocasionalmente, había dejado de fumar 25 años antes y no consumía drogas ilícitas. Vivía con su esposa en una casa antigua en una región semirural de Nueva Inglaterra. No tenía antecedentes de mordeduras de animales; sin embargo, se habían visto murciélagos en su casa y en un granero donde había trabajado varias veces durante el año anterior. No había viajado internacionalmente en la última década. Su padre había tenido cáncer de pulmón.

En el examen, el paciente impresionaba ansioso, con membranas mucosas secas. La presión arterial fue de 171/80 mm Hg, el pulso 86 latidos por minuto, la temperatura 36.4 ° C, la frecuencia respiratoria 16 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno 98% mientras respiraba aire ambiente. Otros hallazgos incluyeron ptosis del párpado derecho, contracciones faciales leves, temblores posturales en las manos y dismetría en las pruebas dedo-nariz-dedo y talón-a-espinilla, sin ataxia troncal. Los reflejos de los tendones profundos eran simétricamente hiperactivos en todo momento; Los reflejos plantares eran flexores. Había una leve dificultad con el caminar en tándem. El habla del paciente era apresurada y fluida, excepto por palabras ocasionales y pausas para encontrar palabras; El resto del examen general y neurológico fue normal. El hematocrito, el recuento de plaquetas, la tasa de sedimentación de eritrocitos y los niveles de hemoglobina, proteína C reactiva y troponina T fueron normales, al igual que las pruebas de función renal y hepática; Los exámenes y pruebas toxicológicas para anticuerpos anti-Ro y anti-La fueron negativos. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. Se administró lorazepam.
La resonancia magnética (RMN) del cerebro sin la administración de material de contraste y la angiografía por resonancia magnética (ARMN) de la cabeza y el cuello reveló una hiperintensidad de la señal anormal dispersada en la materia blanca periventricular y subcortical  en las imágenes en secuencia T2 y  FLAIR,  y por lo demás era normal. Una radiografía de tórax era normal. El paciente fue ingresado en el hospital.

Durante el primer día, el paciente estaba propenso aldiálogo y tenía un aumento de la ansiedad y el malestar por los ruidos ambientales, incluidas las alarmas de los monitores del hospital. La evaluación realizada por un especialista del habla y el lenguaje reveló una severa ansiedad relacionada con la deglución de líquidos (caracterizada por comportamientos físicamente aversivos cuando los líquidos comenzaron a acercarse a su área facial), sin evidencia de disfagia focal, disartria o una contraindicación anatómica para tragar.

Durante la noche, la ansiedad aumentó. Se administró lorazepam y haloperidol. Temprano en la mañana del segundo día, la temperatura subió a 38.2 ° C. El paciente estaba tembloroso, agitado, orientado pero confundido, e incapaz de dar una historia clara. Después de la premedicación con lorazepam y haloperidol adicionales, se realizó una punción lumbar. La presión de apertura fue de 33 cm de agua. Los resultados del análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) y otros resultados de las pruebas se muestran en la Tabla 1. El examen citológico y la citometría de flujo del LCR no mostraron anomalías.

Inmediatamente después del procedimiento, el paciente  desarrolló cianosis; La presión arterial sistólica fue de 240 mm Hg, el pulso de 160 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria 40 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno 40 a 49%. Un ECG mostró taquicardia supraventricular a una velocidad de 150 latidos por minuto, con ritmo regular y bloqueo de rama derecha, sin cambios isquémicos. El pulso disminuyó repentinamente de 150 latidos por minuto a 60, y luego volvió a 150 latidos por minuto antes de la intervención farmacológica. Se administró oxígeno y la saturación de oxígeno aumentó a 95%. Metoprolol y furosemida se administraron por vía intravenosa, seguido de diltiazem. Una repetición de la radiografía de tórax mostró plétora perihiliar y pérdida de definición de la vasculatura pulmonar, compatible con edema pulmonar. La tráquea se intubó y el paciente ingresó en la unidad de atención cardíaca. Un electroencefalograma (EEG) mostró una desaceleración generalizada moderada del fondo sin características focales, actividad epileptiforme o correlación con episodios de temblores y contracciones del brazo. La TC del cerebro no mostró evidencia de lesión aguda.
La RMN del cerebro sin la administración de material de contraste, junto con la ARM de la cabeza y el cuello, reveló una señal de hiperintensidad anormal dispersada en la materia blanca periventricular y subcortical en las imágenes FLAIR ponderadas en T2 y, por lo demás, era normal. No se identificaron anomalías vasculares. Una radiografía de tórax era normal.

Se realizaron procedimientos diagnósticos.




DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El approach frente a un paciente con un sensorio alterado implica una cuidadosa obtención de la historia, con especial atención en el tiempo de evolución y la velocidad del curso del cuadro. Este paciente tuvo un deterioro subagudo pero rápidamente progresivo durante un período de 4 días. La exposición ambiental fue posible debido a los murciélagos en su casa y la historia de una picadura de garrapata. Las características psiquiátricas fueron prominentes, incluyendo agitación, ansiedad y confusión. Tenía características sistémicas, como dolor en los codos, erupción cutánea previa, fiebre baja y, más tarde, disfunción autonómica. Además de la ptosis crónica del párpado derecho, el examen neurológico no reveló ninguna característica focal (por ejemplo, disfunción del tronco encefálico o debilidad lateral), cambios sensoriales o anomalías en la coordinación. Lo más importante, el paciente tenía una hidrofobia grave sin una causa anatómica.

Existen varias consideraciones en la formulación del diagnóstico diferencial. Estos incluyen tétanos, difteria, botulismo, delirium tremens, intoxicación o reacción a medicamentos, y rabia.


TOXINAS BACTERIANAS
 ¿Este paciente tiene tétanos? Los pacientes con tétanos presentan rigidez muscular (con afectación temprana de los músculos maseteros y faciales) y pueden tener laringoespasmo, que puede causar dificultad para tragar. El trismo y los espasmos de los músculos de la deglución pueden causar dificultad para tragar y la expresión verbal. Los pacientes con tétanos comúnmente tienen inestabilidad autonómica y un estado hiperadrenérgico, 1 y la enfermedad puede ocurrir después de la mordedura de un animal. Sin embargo, este paciente había recibido recientemente una vacuna contra el tétanos. Además, la ausencia de la rigidez muscular generalizada característica del tétanos y del laringoespasmo u otra explicación anatómica o física de la hidrofobia hace que el tétanos sea menos probable. La alteración en el estado mental, una característica prominente en este caso, no es consistente con tétanos.
La infección con Corynebacterium diphtheriae produce una enfermedad mediada por toxinas que causa una polineuropatía desmielinizante aguda. La difteria generalmente afecta la orofaringe y la laringe, y en más del 10% de los casos se produce una parálisis palatina. La disfunción bulbar puede ocurrir temprano en el proceso de la enfermedad, y debilidad en el tronco y las extremidades más tarde. El entumecimiento perioral, el habla nasal, la regurgitación nasal, la diplopía, la anisocoria, la ptosis, la midriasis, la disfagia y la debilidad de la lengua y el músculo esternocleidomastoideo son más frecuentes.2 En el curso de la enfermedad, los pacientes tienen una neuropatía periférica generalizada, con motricidad, motora y rasgos autonómicos. Aunque este paciente tiene dificultad para tragar, no tiene neuropatías craneales ni evidencia de otras neuropatías, lo que hace que la difteria sea poco probable.

El botulismo, otra infección mediada por toxinas, es causada por el bloqueo de la transmisión de acetilcolina a través de las sinapsis colinérgicas del sistema nervioso periférico, lo que resulta en un patrón de parálisis descendente, flácido y simétrico, con parálisis bulbar prominente. También se observa pérdida de acomodación ocular, visión borrosa, diplopía, disartria, disfonía y debilidad facial.3 El sensorio no se ve afectado, la sensación es normal y la hipertermia es inusual.4 En ausencia de parálisis bulbar o parálisis, es poco probable que este paciente tenga botulismo.


ABSTINENCIA DE ALCOHOL
 Los pacientes con delirium tremens se presentan con temblores generalizados, agitación, delirio y alucinaciones visuales o auditivas. La hiperactividad autonómica es la regla, con taquicardia, hipertensión, hipertermia y sudoración. Pueden ocurrir convulsiones.5 El delirium tremens se manifiesta típicamente de 6 a 8 horas después de la última exposición al alcohol y es más pronunciado entre las 24 y 72 horas. Los pacientes con alcoholismo crónico tienen una polineuropatía sensoriomotora, con parestesias distales prominentes. Este paciente no tiene antecedentes de consumo de alcohol ni evidencia de exposición crónica al alcohol (por ejemplo, neuropatía), y no respondió a medicamentos, como el lorazepam, que comúnmente trataría el delirium tremens.


REACCIONES DE DROGAS
 Ocasionalmente, la administración de un medicamento como una fenotiazina puede causar una reacción distónica aguda que se caracteriza por contracciones musculares sostenidas e involuntarias, que generalmente involucran los músculos craneales y cervicales. La cabeza puede estar flexionada, extendida o girada, y la mandíbula, la lengua y la cara están comúnmente involucradas, lo que afecta la capacidad de tragar. Este paciente no tiene antecedentes de exposición a fenotiazinas o fármacos de acción similar, y no tiene contracciones musculares focales sostenidas.

Este paciente no tiene antecedentes de uso de anfetaminas. Las anfetaminas suelen causar ansiedad, hiperactividad, bruxismo, taquicardia, hipertensión, dificultad para encontrar palabras y temblores, y no habrían resultado en el curso progresivo y fulminante de este paciente.

RABIA
¿Este paciente tiene rabia? Aunque la mordedura de un perro es responsable de la mayoría de las infecciones de rabia en humanos en el mundo en desarrollo, los murciélagos son responsables de la mayoría de las infecciones en humanos en los Estados Unidos. La transmisión suele ser a través de una mordedura, a menudo no advertida. La rabia también puede transmitirse por exposición en aerosol, como podría ocurrir en una cueva con una gran densidad de murciélagos, 6 y también ha habido informes de la transmisión de la rabia en asociación con el trasplante de órganos o tejidos. 7

La progresión de la enfermedad ocurre en cinco etapas: incubación, pródromo, fase neurológica aguda, coma y muerte (o, rara vez, supervivencia). Hay dos variedades de rabia: encefalítica (o "furiosa", que representa el 80% de los casos y es compatible con este caso) y paralítica (o "tonta", que representa el 20% de los casos) .8 Sobre la base de la historia del paciente parece que tiene un pródromo clásico de la rabia que consiste en malestar e irritabilidad, así como parestesias, dolor y prurito. Se nos dice que tenía prurito en la nuca. Aunque no tiene antecedentes conocidos de mordeduras de animales, el prurito debido a la rabia suele ocurrir en el lugar de la infección. El pródromo puede durar unos días o semanas. Este paciente también presentó signos y síntomas que comúnmente ocurren en la fase encefalítica de la rabia, que incluyen hiperexcitabilidad, agitación e hidrofobia, que es un temor a tragar líquidos. La hidrofobia es exclusiva de la rabia, y puede ocurrir un condicionamiento, en el que la vista de líquidos puede desencadenar espasmos laríngeos, faríngeos o diafragmáticos. Sospecho que este paciente también tiene aerofobia, o miedo al aire, en el cual la fuerza del aire en la cara o las vías respiratorias puede desencadenar espasmos.9 Además, en esta fase de la infección pueden aparecer alucinaciones y salivación excesiva, aunque estos hallazgos no fueron Informado en este paciente. La muerte suele ocurrir dentro de los 5 días posteriores al inicio de la fase neurológica aguda. La disfunción autonómica es común, con hipertensión, arritmias cardíacas, priapismo, sudoración y fiebre. Este paciente tiene una disfunción autonómica clásica, más prominente inmediatamente después de la punción lumbar.

Dado que la rabia es rara en los Estados Unidos, uno debe tener una fuerte sospecha de que la rabia es el diagnóstico. El diagnóstico generalmente puede ser confirmado por la historia clínica del paciente, la presentación y la información de apoyo. Aunque este paciente no informó una mordedura de animal, su historial de posible exposición a los murciélagos y su presentación clínica distintiva son suficientes para que uno piense en la rabia. La RMN puede revelar un aumento de la señal ponderada en T2 en el tronco del encéfalo, el hipocampo, los ganglios basales, el hipotálamo y el tálamo, o puede ser normal.10 En este caso, los estudios de imagen son compatibles con el diagnóstico de rabia. La presencia de un aumento de la señal anormal es un signo pronóstico preocupante, ya que esto ocurre tardíamente en el curso de la enfermedad.11 En personas infectadas con rabia, el LCR puede revelar un nivel de proteína ligeramente mayor pero un nivel de glucosa normal; comúnmente se observa una pleocitosis mononuclear predominante, típicamente menos de 100 glóbulos blancos por milímetro cúbico.12 La fórmula del LCR de este paciente se encuentra dentro de estos rangos y es consistente con  rabia, pero no es diagnóstica. La presencia de anticuerpos neutralizantes específicos de la rabia en el suero y el LCR de pacientes no vacunados es útil para confirmar el diagnóstico. El antígeno del virus de la rabia se puede detectar en muestras de biopsia de piel, 13 y las pruebas de transcripción reversa o reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (PCR) de saliva, lágrimas o muestras de biopsia de piel pueden proporcionar evidencia de apoyo al diagnóstico.14
La historia clínica y la presentación clínica de este paciente, especialmente la hidrofobia grave, son compatibles con un diagnóstico de rabia. Además, la falta de un diagnóstico alternativo plausible hace que la rabia sea el diagnóstico más probable en este caso.
La esposa del paciente le entregó a un médico tratante una hoja de papel con un mensaje que el paciente había escrito 24 horas antes de la internación y que describía su incapacidad para tragar. Escribió: “Mientras desayunaba y tomaba café sin incidentes, al mediodía, un intento de beber un vaso de agua me dio una sensación de náuseas inmediata, con la sensación de que no podía respirar. No pude tragar el agua. Esta sensación desapareció cuando la escupí, pero volvió a suceder repetidamente en intentos posteriores ". Y más tarde ese mismo día, escribió:" Con solo un vaso de agua en mis labios comienza la sensación de arcadas ". Su esposa recordó que 2 a 3 Meses antes de esta admisión, ella y su esposo se habían despertado en la noche a un murciélago batiendo por la habitación. En la mañana de la punción lumbar, el paciente parecía preocupado por la rabia y había escrito una lista de todos los animales que había visto en el vecindario, aunque no informó ninguna mordedura de animal. Inicialmente consideramos el síndrome de Guillain-Barré atípico y las causas infecciosas de encefalitis, incluido el virus del Nilo Occidental, los arbovirus, el virus del herpes simple, el virus de la influenza, la enfermedad de Lyme y Mycoplasma pneumoniae. Ningún caso de rabia ha sido descrito como endémico en Massachusetts por más de 80 años. Sin embargo, estábamos preocupados por la rabia y llamamos al Departamento de Salud Pública de Massachusetts (MDPH) ya los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) inmediatamente después de evaluar al paciente.

DIAGNOSTICO CLINICO
RABIA HUMANA.





DISCUSION PATOLOGICA

La prueba diagnóstica fue una biopsia de la piel de la nuca. El antígeno del virus de la rabia se detectó en las pruebas de anticuerpos de fluorescencia directa de la muestra de biopsia, y el análisis de secuencia identificó una variante encontrada en murciélagos insectívoros en las especies de miotis (orejas de ratón). Los ácidos nucleicos del virus de la rabia se detectaron mediante PCR semianidada. Los anticuerpos IgM e IgG del virus de la rabia estaban presentes en el suero del paciente y en el LCR, y se detectó una pequeña respuesta de anticuerpos neutralizante en el suero pero no en el LCR. Su saliva se mantuvo positiva a la PCR para la rabia a lo largo del curso de la enfermedad. Todas las pruebas fueron realizadas por el CDC.


DISCUSIÓN DEL MANEJO 
La profilaxis posterior a la exposición es muy eficaz, pero una vez que la encefalitis de la rabia ha comenzado, desafortunadamente no hay un tratamiento comprobado y la tasa de mortalidad se acerca al 100%. Por lo tanto, para la mayoría de los pacientes con rabia sintomática, el tratamiento estándar es la paliación. Sin embargo, en este paciente, después de analizar las opciones de tratamiento (incluidos los cuidados paliativos) con su familia, elegimos un enfoque más agresivo. En colaboración con el CDC e investigadores en el Colegio Médico de Wisconsin, comenzamos el tratamiento según el protocolo de Milwaukee (www.chw.org/display/PPF/DocID/33223/router.asp), una estrategia desarrollada para minimizar la lesión cerebral que mientras tanto va permitiendo que la respuesta inmune del paciente erradique el virus. Las características clave del protocolo son la sedación y otras medidas de apoyo diseñadas para suprimir la actividad cerebral y minimizar las lesiones causadas por la tormenta de catecolamina y el vasoespasmo cerebral. Además, es importante evitar la administración de glucocorticoides, IgG contra la rabia y la vacuna contra la rabia.

Este paciente fue intubado y sedado con ketamina y midazolam para inducir el coma. Tuvo un agitado curso hospitalario notable por vasoespasmos cerebrales, presión arterial fluctuante, edema pulmonar rápido, diabetes insípida y fiebres inexplicables. Se detectaron anticuerpos neutralizantes de la rabia en el suero el día 18 del hospital, pero no en el LCR. El día 27 en el hospital, los anticuerpos neutralizantes aún estaban ausentes en el LCR y se administró interferón beta para estimular el desarrollo de anticuerpos. Tres días después, el paciente tenía pupilas fijas, insuficiencia progresiva de órganos multisistémicos y un EEG plano sin sedación. La familia del paciente y los cuidadores aceptaron retirar la atención y murió el día 30 en el hospital.

Una autopsia limitada a la cavidad craneal reveló un cerebro gris oscuro hinchado que pesaba 1535 g. El corte coronal reveló una corteza granular difusa, delgada, oscura y blanda con desenfoque de la interfaz de la materia blanca (Figura 1A). El hipocampo y la amígdala eran pequeños. La materia blanca cerebral y los ganglios basales eran blandos. El tálamo medial periventricular, el hipotálamo y los núcleos dentados del cerebelo eran de color gris oscuro (Figura 1A). Los cuerpos mamilares eran normales. Las partes descendentes de la materia blanca de la base pontis y la médula carecían de diferenciación. La sustancia negra del cerebro medio era pálida. El cerebelo era ligeramente atrófico. Los nervios craneales y los ganglios trigeminales eran extremadamente normales.







Figura 1 Examen patológico del cerebro.
Un corte coronal del hemisferio cerebral derecho a nivel del tálamo (Panel A) muestra una coloración gris de la corteza y núcleos profundos y pérdida de la separación abrupta habitual  entre la sustancia gris y  blanca, así como necrosis alrededor del tercer ventrículo (Panel A, flecha). El cuerno temporal del ventrículo lateral está ligeramente dilatado, lo que refleja la pérdida de sustancia cerebral. Una sección de la corteza frontal muestra pérdida de neuronas, infiltración de macrófagos y gliosis (Panel B, Luxol fast blue – hematoxylin and eosin). Hay cuerpos de Negri en la neurona (recuadro, flecha). El panel C muestra el infarto tegmental en la protuberancia (inserción superior), con necrosis neuronal y la infiltración de macrófagos en la base pontis (inserción inferior) (las flechas indican un aumento mayor). El cerebelo tiene una preservación relativa de las neuronas en la capa de células granulosas de la corteza cerebelosa, en comparación con las neuronas de la corteza cerebral, y la pérdida de células de Purkinje (Panel D).



El examen neurohistológico confirmó encefalitis viral, con activación microglial generalizada, nódulos microgliales, inflamación linfocítica perivascular y cuerpos de Negri frecuentes en el tallo cerebral, confirmando el diagnóstico antemortem de encefalitis por rabia (Figura 1B). Hubo necrosis neuronal difusa y una respuesta de macrófagos en toda la cinta cortical, el hipocampo, los ganglios basales, el tálamo y el tronco encefálico. Las neuronas del núcleo geniculado lateral y un núcleo talámico lateral se conservaron relativamente. La necrosis neuronal fue particularmente grave en la base de pontis, con una respuesta asociada de macrófagos (Figura 1C). En el cerebelo, hubo una pérdida prominente de células de Purkinje, con una preservación sorprendente de las neuronas en la capa de células granulosas (Figura 1D). El núcleo dentado tenía un cuerpo de Negri ocasional. Este patrón de daño pontocerebeloso no se explica fácilmente por la lesión hipóxico-isquémica global y es mucho más sugerente de un efecto citolítico viral directo. La distribución de la necrosis de la materia gris (es decir, en el tálamo medial, el hipotálamo y la región periacueductal) también sugiere una deficiencia nutricional superpuesta. Hubo ganglionitis crónica del trigémino leve con abandono de células ganglionares ocasionales. No se identificaron cuerpos de Negri en los ganglios del trigémino. Una rama del nervio trigémino mostró una marcada degeneración walleriana.




DISCUSIÓN DE LA EPIDEMIOLOGÍA.

Departamento de Salud Pública de Massachusetts: En 2011, en Massachusetts, se identificaron 110 animales con rabia. Los murciélagos representaron 20 (18%) de los animales que dieron positivo. La mayoría de los murciélagos con rabia se identificaron en el verano y principios del otoño, que fue cuando este paciente probablemente estuvo expuesto.

El MDPH recibió más de 1000 llamadas sobre posibles exposiciones a la rabia en 2011. Las exposiciones se evalúan individualmente y las recomendaciones de manejo se hacen sobre la base de las pautas actuales publicadas por el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) .15 En este paciente, la información sobre la exposición fue obtenida de la familia después del diagnóstico. Se informó que varias semanas antes de la aparición de los síntomas, el paciente se había despertado con un murciélago volando alrededor de su cara durante la noche y que había tenido contacto directo con el murciélago. El escenario de exposición informado cumple con los criterios del ACIP para la recomendación de la administración de profilaxis posterior a la exposición.

El paciente fue atendido en dos centros de atención médica y se evaluó a 122 trabajadores de la salud involucrados en su atención. Cualquier persona expuesta a la saliva, el LCR o el tejido cerebral del paciente, a través de las membranas mucosas o heridas abiertas, dentro de los 10 días anteriores al inicio de los síntomas se considera un candidato para la profilaxis posterior a la exposición. Se consideró que nueve trabajadores de la salud habían tenido suficiente exposición para justificar la profilaxis posterior a la exposición. Veintiuno de los contactos cercanos del paciente fueron interrogados acerca de la exposición potencial (por ejemplo, a través de besos o compartir alimentos, bebidas o cigarrillos), y cinco recibieron profilaxis posterior a la exposición.
Pregunta de un médico  al Departamento de Salud Pública: ¿si los pacientes  informan haber visto un murciélago volando por la casa, ¿qué deben hacer?

Recomendamos la profilaxis después de la exposición solo en situaciones en las que no se puede descartar el contacto con un murciélago, como cuando una persona se despierta y encuentra  un murciélago en la habitación donde duerme. Eso es lo que sucedió en este caso.

Pregunta de un médico: ¿Si nos encontramos con un paciente con rabia sintomática, ¿debemos implementar el protocolo de Milwaukee?

Ha habido varios informes de pacientes que sobrevivieron a la rabia, 16 aunque ninguno tenía antígeno o virus detectable de rabia. De estos, el caso más seductor fue un adolescente de 15 años de Wisconsin que sobrevivió después de que fue tratada de acuerdo con el protocolo de Milwaukee.17,18 Informes posteriores sobre el uso de esta estrategia no han tenido un éxito similar, 19 y hay no hay pruebas sólidas que respalden el uso del protocolo, aunque no existen otras alternativas razonables fuera de los cuidados paliativos. Este protocolo debe considerarse solo para las personas que se encuentran en una etapa temprana de la enfermedad sintomática y que, por lo demás, gozan de buena salud. Es sumamente importante que los pacientes y los miembros de la familia entiendan que es poco probable que este enfoque tenga éxito y que existe un alto riesgo de secuelas neurológicas si el paciente sobrevive.

DIAGNOSTICO ANATÓMICO
 ENCEFALITIS POR RABIA.

Traducción de:
“A 63-Year-Old Man with Paresthesias and Difficulty Swallowing”
David M. Greer, M.D., Gregory K. Robbins, M.D., M.P.H., Virginia Lijewski, M.P.H., R. Gilberto Gonzales, M.D., Ph.D., and Declan McGuone, M.B., B.Ch.

References

1

Udwadia FE, Sunavala JD, Jain MC, et al. Haemodynamic studies during the management of severe tetanus. Q J Med 1992;83:449-460
Web of Science
.

2

Kurdi A, Abdul-Kader M. Clinical and electrophysiological studies of diphtheritic neuritis in Jordan. J Neurol Sci 1979;42:243-250
CrossRef | Web of Science
.

3

Hughes JM, Blumenthal JR, Merson MH, Lombard GL, Dowell VR Jr, Gangarosa EJ. Clinical features of types A and B food-borne botulism. Ann Intern Med 1981;95:442-445
Web of Science
.

4

Haaland KY, Davis LE. Botulism and memory. Arch Neurol 1980;37:657-658
CrossRef | Web of Science
.

5

Brathen G, Brodtkorb E, Helde G, Sand T, Bovim G. The diversity of seizures related to alcohol use: a study of consecutive patients. Eur J Neurol 1999;6:697-703
CrossRef | Web of Science
.

6

Gibbons RV. Cryptogenic rabies, bats, and the question of aerosol transmission. Ann Emerg Med 2002;39:528-536
CrossRef | Web of Science | Medline
.

7

Jackson AC. Human disease. In: Jackson AC, Wunner WH, eds. Rabies. 2nd ed. Amsterdam: Elsevier Academic Press, 2007:309-40.

.

8

Mani CS, Murray DL. Rabies. Pediatr Rev 2006;27:129-136
CrossRef | Web of Science
.

9

Hemachudha T, Laothamatas J, Rupprecht CE. Human rabies: a disease of complex neuropathogenetic mechanisms and diagnostic challenges. Lancet Neurol 2002;1:101-109
CrossRef | Web of Science | Medline
.

10

Laothamatas J, Sungkarat W, Hemachudha T. Neuroimaging in rabies. Adv Virus Res 2011;79:309-327
CrossRef | Web of Science
.

11

Kiroglu Y, Calli C, Yunten N, et al. Diffusion-weighted MR imaging of viral encephalitis. Neuroradiology 2006;48:875-880
CrossRef | Web of Science
.

12

Anderson LJ, Nicholson KG, Tauxe RV, Winkler WG. Human rabies in the United States, 1960 to 1979: epidemiology, diagnosis, and prevention. Ann Intern Med 1984;100:728-735
Web of Science | Medline
.

13

Bryceson AD, Greenwood BM, Warrell DA, et al. Demonstration during life of rabies antigen in humans. J Infect Dis 1975;131:71-74
CrossRef | Web of Science | Medline
.

14

Wacharapluesadee S, Hemachudha T. Ante- and post-mortem diagnosis of rabies using nucleic acid-amplification tests. Expert Rev Mol Diagn 2010;10:207-218
CrossRef | Web of Science
.

15

Human rabies prevention -- United States, 2008: recommendations of the Advisory Committee on Immunization Practices. MMWR Recomm Rep 2008;57:1-28

.

16

Jackson AC, Warrell MJ, Rupprecht CE, et al. Management of rabies in humans. Clin Infect Dis 2003;36:60-63
CrossRef | Web of Science | Medline
.

17

Hu WT, Willoughby RE Jr, Dhonau H, Mack KJ. Long-term follow-up after treatment of rabies by induction of coma. N Engl J Med 2007;357:945-946
Full Text | Web of Science | Medline
.

18

Willoughby RE Jr, Tieves KS, Hoffman GM, et al. Survival after treatment of rabies with induction of coma. N Engl J Med 2005;352:  2508-2514
Full Text | Web of Science | Medline
.

19

Human rabies -- Indiana and California, 2006. MMWR Morb Mortal Wkly Rep 2007;56:361-365


sábado, 15 de diciembre de 2018

VARÓN DE 60 AÑOS CON DOLOR ABDOMINAL Y ANEURISMAS AÓRTICOS.



Un hombre de 60 años de edad fue atendido en el servicio de urgencias de este hospital debido a dolor abdominal.
 El paciente había estado bien hasta aproximadamente 2 semanas antes del ingreso, cuando refirió “sentirse afiebrado”.  Una semana más tarde, presentó dolor abdominal  en la línea media y en ambos cuadrantes inferiores. El día de la internación, fue a otro hospital donde calificó el dolor en 10 en una escala de 0 a 10, donde 10 indica el dolor más intenso. La temperatura era de 38.4 ° C, y los otros signos vitales eran normales. El nivel sanguíneo de albúmina y las pruebas de función renal fueron normales; otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. La tomografía computarizada (TC) reveló un agrandamiento de la aorta abdominal infrarrenal (3,2 cm por 3,3 cm), con dos aneurismas (1,3 cm por 1,4 cm y 1,7 cm por 1,2 cm) a lo largo del borde lateral izquierdo . Se extrajeron hemocultivos y se administró morfina, vancomicina e imipenem. El paciente fue trasladado a este hospital donde fue internado.






Tabla 1 Datos de laboratorio.

El paciente refirió estreñimiento pero sin náuseas, vómitos, ictericia, diarrea, hematoquecia, hematuria, disnea o dolor en el pecho. No tomaba medicamentos y no tenía alergias conocidas. Era de ascendencia africana, había nacido en América Central y había emigrado a los EEUU 35 años antes. Vivía con su esposa, con quien era monógamo, y trabajaba en una oficina. Fumaba en pipa, bebía alcohol con moderación y no consumía drogas ilícitas. No había antecedentes familiares de enfermedad reumatológica o vascular.

En el examen, la presión arterial fue de 139/80 mm Hg en el brazo derecho y 148/90 en el brazo izquierdo. El pulso fue de 81 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria 18 respiraciones por minuto y la temperatura de 37.5 ° C. El paciente estaba prácticamente desdentado y tenía periodontitis severa y gingivitis marginal. No se escuchaban soplos en las arterias carótida, subclavia o femoral, y los pulsos periféricos fueron 2+ universalmente. El examen cardíaco reveló ruidos cardíacos normales sin soplos. Los pulmones estaban limpios. El abdomen era blando, con dolor periumbilical leve y difuso abdominal inferior, sin masas pulsátiles palpables. El resto del examen era normal. Los niveles en sangre de ácido láctico, creatina quinasa, troponina I, amilasa y lipasa fueron normales, al igual que las pruebas de función renal. Otros resultados se muestran en la Tabla 1. El análisis de orina no reveló sangre ni proteínas y las heces resultaron negativas para el guayaco. Un electrocardiograma (ECG) mostró ritmo sinusal normal a 81 latidos por minuto, agrandamiento biauricular y un bloqueo incompleto de la rama derecha.

Se obtuvieron hemocultivos adicionales y se administraron imipenem, morfina y labetalol, seguidos de vancomicina, ciprofloxacina y metronidazol. Se administraron agentes antihipertensivos para mantener una presión arterial sistólica de 120 mm Hg o menos. La angiografía por tomografía computarizada (TAC) del tórax, el abdomen y la pelvis confirmó la aorta abdominal distal dilatada, pero no mostró evidencia de rotura o disección. Los ganglios linfáticos paraaórticos estaban ligeramente agrandados y realzaban. También había dilatación aneurismática de la aorta torácica distal (4,1 cm por 3,6 cm), con trombo mural, una colección de líquido periaórtico y una pequeña úlcera penetrante focal. Las paredes aórtica abdominal y torácica mostraron realce e infiltración de la grasa  periaórticas, características que aumentaron la sospecha de aneurismas micóticos.

Se transfundieron glóbulos rojos y plasma fresco congelado. Los cultivos de la mucosa nasal y el recto no mostraron evidencia de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina o enterococo resistente a la vancomicina. La ecocardiografía transtorácica reveló una fracción de eyección del 61%, engrosamiento de las valvas mitral y aórtica (sin vegetaciones valvulares), regurgitación mitral traza, insuficiencia de la válvula tricuspídea y la válvula pulmonar, y protuberancia de ateromata en las aortas torácica y abdominal descendente.

En el segundo día, se realizó una operación de bypass axilobifemoral derecho, con resección de un aneurisma aórtico abdominal y desbridamiento de tejidos retroperitoneales y periaórticos. El examen patológico reveló evidencia de disección reciente, un hematoma adventicio organizado y aterosclerosis grave. La tinción para microorganismos fue negativa.

En el tercer día, los cultivos de sangre y las muestras quirúrgicas permanecieron estériles y las pruebas de anticuerpos contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y  bartonella,  sífilis (con el uso de reagina plasmática rápida) y tuberculosis (prueba de la piel de Mantoux y prueba de gamma interferón en sangre) fueron negativos. El  paciente fue dado de alta a los 16 días. Los medicamentos para el alta hospitalaria incluyeron vancomicina y ceftriaxona por vía intravenosa, tartrato de metoprolol y oxicodona.

Un mes después, el paciente fue atendido para seguimiento en consultorio externo de reumatología. Informó sentirse mejor en cuanto a la energía y el apetito. El dolor abdominal en el cuadrante superior izquierdo (calificado en 2 de 10) persistía en el esfuerzo, pero aliviaba con el reposo. No tenía dolor en el pecho, disnea, tos, fiebre, escalofríos, sudoración, náuseas, vómitos, erupción cutánea, lesiones de la mucosa o problemas musculoesqueléticos. La presión arterial era de 148/91. Los signos vitales eran normales. El abdomen era blando y sin dolor, las incisiones quirúrgicas estaban sanando, y el resto del examen se mantuvo sin cambios. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1. Cuatro días después, completó su curso de 6 semanas de antibioticos.
Cinco días después, el paciente regresó al departamento de emergencia debido dolor en el ladoizquierdo del pecho y dolor dorsal a la izquierda del pecho (valorado en 5 de 10). La presión arterial era de 157/107 mm Hg en el brazo derecho y 183/107 mm Hg en la izquierdo. El pulso era de 96 latidos por minuto; el resto de los signos vitales y el examen era normal Una radiografía de tórax mostró una opacidad mediastínica redonda que era inseparable de la silueta aórtica. Una angio-TC de tórax, abdomen y pelvis revelaron agrandamiento del aneurisma de la aorta torácica descendente (6,6 cm por 6,2 cm).  Se comenzó tratamiento con analgesia narcótica, lorazepam, ceftriaxona, vancomicina y metronidazol.  Nitroprusiato y esmolol fueron administrados con el objetivo de lograr una presión sistólica de entre 100 y 120 mm Hg y una frecuencia cardíaca de 50 a 70 latidos por minuto. Los niveles en sangre de isoenzimas de creatina quinasa y troponina I fueron normales. Otros resultados se muestran en la Tabla 1. Un ECG se mantuvo sin cambios.
Se transfundieron glóbulos rojos y plasma fresco congelado.
Se realizó un procedimiento.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La angio-TC  del tórax, abdomen, y pelvis en la primera admisión del paciente a este hospital mostró un pequeño aneurisma aórtico abdominal con dos bolsillos focales llenos de sustancia de contraste a lo largo del borde lateral izquierdo (Fig. 1A y 1D). Densidades de tejidos blandos adyacentes a región de los “bolsillos” se interpretaron como que representaban líquido o trombos  rodeando la aorta agrandada. Había también un realce de la pared aórtica mal definida, con infiltración y engrosamiento de la grasa periaórtica con realce de los ganglios linfáticos paraaórticos (Fig. 1B). Se pensó que estos hallazgos representaban  aneurismas micóticos con rotura contenida. Además, se identificaron un aneurisma aórtico torácico distal con trombo mural, con realce mural, líquido periaortico y cambios inflamatorios (Fig. 1C). Esto sugería un segundo aneurisma  micótico.







Figura 1. Angiografía por TC de la aorta.
Imagen de angio-TC en fase arterial axial obtenida durante la primera internación  que  muestra un aneurisma aórtico abdominal con dos zonas  focales de sustancia de contraste (Panel A, flechas) y sin extravasación activa. En el panel B, una imagen de fase retardada axial muestra un realce difuso de la pared aórtica (flechas), engrosamiento de la grasa periaórtica, y ganglios linfáticos paraaórticos con agrandamiento leve (puntas de flecha). Una imagen de fase retardada axial muestra  aneurisma de la aorta torácica descendente, con realce de la pared arterial (panel C, flecha) y cambios inflamatorios periaórticos. Una imagen en proyección oblicua sagital de intensidad máxima (Panel D) muestra el aneurisma de la aorta torácica descendente (punta de flecha) y dos bolsas llenas de material de contraste en el aneurisma aórtico abdominal (flechas), con líquido periaórtico o trombo adyacente a las bolsas. Una imagen de angio-TC  en fase arterial axial (Panel E) y una Imagen de TC en la fase arterial sagital con reconstrucción multiplanar (Panel F) obtenido durante la segunda internación muestra un gran aneurisma de la aorta torácica descendente (flechas).




El diagnóstico diferencial para este caso incluye aneurisma aórtico micótico, aortitis y aneurisma inflamatorio. El aneurisma micótico es el más importante a considerar debido a los altos riesgos de ruptura y muerte que están asociados con el retraso del tratamiento. Osler utilizó por primera vez el término "aneurisma micótico" en 1885 para describir una infección aórtica causada por embolias sépticas causada por endocarditis.1 En la práctica contemporánea, los términos "infectado" y "micótico" se usan de manera indistinta, y se refieren a cualquier infección aórtica primaria o secundaria. Una variedad de patógenos bacterianos, treponémicos y fúngicos pueden causar aneurismas infectados (más comúnmente estafilococos, salmonela y estreptococos), pero los cultivos de sangre y tejidos de hasta el 25% de los aneurismas infectados son negativos. 2-4

La mayoría de los centros tratan solo a un pequeño número de pacientes con aneurismas micóticos cada año. Una serie informó sobre 43 pacientes, que representan el 0,7% de todos los aneurismas abdominales tratados durante un período de 25 años5. La presentación clínica a menudo incluye dolor abdominal o de espalda, fiebre, escalofríos, leucocitosis, reactantes de fase aguda elevados y rotura del aneurisma. 2,4-6 El diagnóstico de aneurisma micótico es sugerido por una forma sacular en oposición a la forma fusiforme del aneurisma, el realce en anillo, el engrosamiento irregular de la pared, la alteración del calcio mural, el líquido o gas periaórtico y la rápida expansión en las imágenes seriadas. 7,8 La presentación de este paciente fue altamente consistente con un aneurisma micótico.

La estrategia inicial para el tratamiento de la afección incluyó terapia antibiótica sistémica, la obtención de hemocultivos y exámenes abdominales seriados. Dado el deterioro clínico, el paciente fue llevado con urgencia para una cirugía (Figura 2A). Antes de resecar el aneurisma, realizamos una reconstrucción arterial extraanatómica con un bypass axilobifemoral derecho a través de planos tisulares no afectados. Luego, resecamos todos los tejidos involucrados, incluida la aorta infrarrenal, ambas arterias ilíacas comunes y todos los tejidos retroperitoneales involucrados entre la vena cava y el músculo psoas izquierdo. Se encontró material purulento dentro de la pared aórtica, y la tinción retroperitoneal con sangre sugirió una ruptura contenida. No intentamos una reparación simultánea del aneurisma en la aorta torácica descendente porque el riesgo de muerte intraoperatoria asociado con tal procedimiento se consideró inaceptablemente alto.






Figura 2 Manejo quirúrgico de los aneurismas aórticos.
La reconstrucción arterial extraanatómica con un bypass axilobifemoral derecho a través de planos tisulares no afectados se realizó antes de la exploración abdominal para resección del tejido aórtico y retroperitoneal afectado (Panel A); ePTFE denota politetrafluoroetileno expandido. La reconstrucción primaria de la aorta torácica descendente media se realizó con un injerto de Dacron impregnado en rifampicina en línea después de la resección de todos los tejidos afectados (Panel B).




Se enviaron numerosas muestras de tejido y líquido para cultivo, evaluación anatomopatológica y análisis de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), pero los estudios para las enfermedades infecciosas fue negativo. A pesar del desbridamiento adecuado y la cobertura con antibióticos, la fiebre persistió después de la operación sin un foco  evidente. Finalmente fue dado de alta con antibióticos, sin un diagnóstico claro. Seis semanas después de su primera cirugía, regresó con un dolor severo en la pared torácica del lado izquierdo como resultado de un agrandamiento del aneurisma de la aorta torácica descendente.

El seguimiento de la angio-TC 45 días después de la cirugía reveló la expansión del aneurisma de la aorta torácica descendente, de 3,6 cm a 4,1 cm a 6,6 cm a 6,2 cm (Figura 1D, 1E y 1F).
El paciente fue readmitido en la unidad de cuidados intensivos con un diagnóstico de aneurisma micótico de la aorta torácica descendente. Algunos pacientes albergan aneurismas micóticos en múltiples localizaciones, 2,3 y la fiebre de este paciente  después de su primera resección aórtica fue interpretada como persistencia de la infección. Resecamos los tejidos aórticos y mediastínicos afectados. La reconstrucción primaria de la aorta torácica descendente se realizó con un injerto en línea de Dacron (poliéster) embebido en rifampicina (Figura 2B) y con el uso de perfusión aórtica distal, drenaje espinal y monitorización de los potenciales evocados motores de la médula espinal. Se encontró un aneurisma de la aorta descendente, con inflamación severa de los tejidos circundantes. El tejido afectado se extirpó junto con un manguito corto de tejido aórtico de aspecto normal proximal al aneurisma micótico y un manguito corto distal al aneurisma.

El diagnóstico es más probable al ingreso fue de un aneurisma micótico, el origen del cual podría haber sido el mal estado dentario del paciente.   Posteriormente se descartó un aneurisma micótico por las razones expuestas por lo cual una causa inflamatoria subyacente pareció probable.

Los aneurismas inflamatorios aórticos pueden ser protegidos por una variedad de afecciones sistémicas inmunomediadas. Además, dos entidades poco claras como son la aortitis aislada y los aneurismas aórticos abdominales inflamatorios, también se pueden conducir a aneurismas en la aorta torácica y abdominal, respectivamente.


AFECCIONES SISTÉMICAS INMUNOMEDIADAS ASOCIADAS CON ANEURISMAS AÓRTICOS
Las afecciones sistémicas inmunomediadas que pueden generar  aneurismas aórticos se pueden dividir en trastornos granulomatosos y no granulomatosos. Las afecciones granulomatosas son la arteritis de células gigantes, la arteritis de Takayasu, la artritis reumatoide y la sarcoidosis. Los pacientes con arteritis  de células gigantes tienen un riesgo de aneurisma aórtico torácico que es 17 veces más alto que los controles pareados para edad y sexo y un riesgo de aneurisma aórtico abdominal que es dos veces más alto que el de los controles. 10 Sin embargo, la arteritis de células gigantes es inusual en pacientes de ascendencia africana y afrocaribeña. Además, en este paciente, ningún hallazgo en el examen físico ni en las imágenes sugiere una enfermedad en las ramas o brazos aórticos primarios. La mayoría de los pacientes con arteritis de células gigantes y aortitis también tienen pulsos periféricos disminuidos, así como en las arterias subclavia, carótida o femoral.

El paciente tiene el sexo y la edad incorrecta para la arteritis de Takayasu11 y no tiene ninguna de las características clínicas de  artritis reumatoide ni de  sarcoidosis.12,13 Por lo tanto, una enfermedad  granulomatosa parece improbable en este caso

Varias enfermedades no granulomatosas también pueden causar aneurismas aórticos. Estas afecciones, que suelen tener manifestaciones extraaórticas distintivas, incluyen policondritis recurrente, síndrome de Behçet’, el síndrome MAGIC, el síndrome de Cogan, el lupus eritematoso sistémico y la espondilitis anquilosante. La policondritis recurrente se asocia con inflamación de las porciones cartilaginosas del cuerpo, incluidas los pabellones auriculares, el tabique nasal, la esclerótica, la tráquea y los bronquios, las regiones costocondrales y las válvulas cardíacas, pero la aortitis ha sido también descrita tanto en la aorta torácica como en la abdominal. 14 ​​El síndrome de Behçet puede afectar a los vasos  sanguíneos de cualquier tamaño, ya sea en el territorio arterial como venoso de la circulación, y se sabe que se puede producir una aortitis.15 Sin embargo, el síndrome de Behçet se asocia casi invariablemente con úlceras aftosas dolorosas en la boca y con menos frecuencia en los genitales, así como otros hallazgos cutáneos (eritema nodoso o foliculitis), inflamación ocular (uveítis), enfermedad del sistema nervioso central y afectación gastrointestinal.
El síndrome de MAGIC (MAGIC SYNDROME),  tiene características que  superponen elementos o hallazgos  de la policondritis recidivante con elementos de la enfermedad  Behçet.16 Tanto la vasculitis de vasos grandes como la aortitis se ha descrito en el síndrome de MAGIC17. Aunque las características extraordinarias de estas tres afecciones afecciones ( enfermedad  Behçet, policondritis recidivante, y síndrome MAGIC)  a veces son sutiles hasta la presencia de  aortitis, la ausencia de características clásicas de  las mismas las hace altamente  improbables.
El síndrome de Cogan, la combinación de inflamación ocular (queratitis intersticial clásica) y pérdida auditiva neurosensorial, se asocia con una vasculitis de vasos grandes en aproximadamente el 10% de los casos.18 Sin embargo, los problemas oculares y auditivos asociados con el síndrome de Cogan son severos y es poco probable que no hayan consultado en busca de atención médica antes del desarrollo de vasculitis de grandes vasos. Consideraciones similares se aplican al lupus eritematoso sistémico y la espondilitis anquilosante19-22.


AORTITIS  INMUNOMEDIADA ASOCIADA A ANEURISMAS AÓRTICOS
 Este paciente podría tener aneurismas aórticos torácicos y abdominales asociados con una enfermedad inflamatoria que no es causada por una condición sistémica inmunitaria reconocida. En dos estudios de aneurismas de la aorta torácica, el 3% y el 4% de los aneurismas se asociaron con inflamación, pero no con una enfermedad subyacente que se sabe que cause aneurismas. Por lo tanto, los aneurismas se atribuyeron a aortitis aislada.23,24 Aproximadamente la mitad de estos casos tenían una inflamación linfoplasmocítica en la aorta que se consideró no específica. Dos pacientes en una serie también tenían fibrosis retroperitoneal, y uno de ellos tenía un pseudotumor orbitario, lo que plantea la posibilidad de una afección sistémica no identificada.

La entidad posiblemente relacionada con el aneurisma aórtico inflamatorio abdominal se describió por primera vez en 1972. El paciente clásico es un hombre de mediana edad a anciano con antecedentes de tabaquismo y la tríada clínica de dolor abdominal o de espalda, una tasa elevada de sedimentación eritrocítica y pérdida de peso, similares en algunos aspectos a este paciente.26 Las características anatómicas generales incluyen engrosamiento de la pared del aneurisma por una capa gruesa, densa y brillante de tejido fibroso27 que frecuentemente está rodeada por fibrosis perianeurismática y retroperitoneal. El duodeno, la vena cava inferior, la vena renal izquierda y los uréteres a menudo se adhieren a la pared aneurismática.28 En algunos casos, las características histopatológicas de los aneurismas aórticos abdominales inflamatorios son distintas de las de los aneurismas aórticos abdominales ateroscleróticos, con un infiltrado linfoplasmocitario y una extensa fibrosis periadventicial.26


ENFERMEDAD RELACIONADA CON IGG4 Y ANEURISMAS AÓRTICOS
 Este paciente tiene un nivel elevado de IgG4 en suero. En los últimos años, se ha establecido un vínculo entre la enfermedad relacionada con IgG4 y los aneurismas en la aorta abdominal y torácica. 29-37 Las características histopatológicas de la enfermedad relacionada con IgG4, que incluyen un infiltrado linfoplasmático, fibrosis estoriforme y flebitis obliterativa, 38 recuerdan fuertemente la inflamación linfoplasmocítica observada en la aortitis aislada y los aneurismas aórticos abdominales inflamatorios, aunque la mayoría de los casos de aortitis aislada no muestran eosinofilia. Además, en pacientes con enfermedad relacionada con IgG4, pueden estar involucrados otros tejidos y órganos, como las glándulas salivales y lagrimales, el páncreas, la fibrosis retroperitoneal o una combinación de estas.39 Parece probable que un porcentaje clínicamente significativo de pacientes con los diagnósticos de aortitis aislada y aneurisma aórtico abdominal inflamatorio en realidad tienen una enfermedad relacionada con IgG4. 40
Los niveles séricos de IgG4 pueden ser útiles para señalar un diagnóstico de enfermedad relacionada con IgG4, como en este caso, pero tanto la sensibilidad como la especificidad de los niveles séricos de IgG4 son subóptimas. En particular, el fenómeno de la prozona (es decir, la aglutinación inhibida a diluciones bajas debido a títulos muy altos de anticuerpos) en un paciente con niveles de IgG4 extremadamente altos puede dar lugar a informes de niveles falsamente bajos.41 A la inversa, una serie de otras afecciones pueden llevar a Niveles séricos elevados de IgG4. 42,43 Cuando se intenta realizar el diagnóstico de enfermedad relacionada con IgG4, es fundamental una estrecha correlación clínico-patológica, con especial énfasis en los hallazgos histopatológicos complementados por las características de inmunotinción del tejido afectado. Aunque nuestra sospecha de enfermedad relacionada con IgG4 fue alta, no pudimos realizar este diagnóstico sin un examen detallado de los tejidos aórticos.




DIAGNÓSTICO DEL DR. JOHN H. STONE

AORTITIS RELACIONADA CON IGG4, CON ANEURISMAS TORÁCICOS Y ABDOMINALES.




DISCUSION PATOLOGICA
La evaluación patológica de la aorta abdominal resecada reveló fragmentos de pared aórtica recubiertos con fibrina y un hematoma organizado. Los neutrófilos estaban presentes esporádicamente en todas las capas de la aorta (Figura 3A). Estos hallazgos son consistentes con la reciente alteración de la pared aórtica debido a la ruptura o disección. No había microorganismos presentes en la tinción especial. Había fibrosis adventicial densa y obstrucción de las venas adventicias, pero no se observó fibrosis estoriforme. Había áreas focales de inflamación crónica escasa con deposición de hemosiderina (Figura 3B). Presencia de aterosclerosis moderada. El análisis inmunohistoquímico reveló 22 ​​células plasmáticas positivas para IgG4 por campo de alta potencia, y el 35% de las células plasmáticas positivas para IgG expresaron IgG4. Este grado de tinción de IgG4 en la aorta no es específico para la enfermedad relacionada con IgG4. 31,36,44







Figura 3 Características patológicas de la aorta.
Los cortes histológicos de la aorta abdominal muestran una infiltración parcheada de neutrófilos (Panel A, hematoxilina y eosina), una característica que es compatible con la reciente ruptura de la pared, así como cambios más crónicos (Panel B, hematoxilina y eosina), incluida la fibrosis adventicia , inflamación crónica escasa y macrófagos cargados de hemosiderina. La aorta torácica descendente muestra aortitis linfoplasmocítica con inflamación densa y fibrosis predominantemente en la adventicia (Panel C, hematoxilina y eosina). La punta de flecha indica el borde entre los medios (izquierda) y la adventicia (derecha). La inflamación adventicia contiene numerosas células plasmáticas (Panel D, hematoxilina y eosina), la mayoría de las cuales expresan IgG (Panel E, inmunoperoxidasa) del subtipo IgG4 (Panel F, inmunoperoxidasa).


La aorta torácica descendente resecada mostró cambios similares. Sin embargo, además, se presentó una aortitis linfoplasmocítica densa, principalmente en la adventicia, que se asoció con fibrosis densa (Figura 3C y 3D). Presencia de venulitis adventicia y obstrucción venosa. No se observaron fibrosis estoriforme, obstrucción arterial adventicia (endarteritis obliterante) y eosinofilia prominente. Según el análisis inmunohistoquímico, hubo hasta 322 células plasmáticas positivas para IgG4 por campo de alta potencia, con expresión de IgG4 en el 95% de las células plasmáticas positivas para IgG y el 88% de las células plasmáticas positivas para CD138 (Figura 3E y 3F) .

Las características patológicas en este caso cumplen con los criterios de diagnóstico para la aortitis relacionada con IgG4, que requiere la presencia de una aortitis linfoplasmocítica con más de 50 células plasmáticas positivas para IgG4 por campo de alta potencia y expresión de IgG4 en más del 50% de las pruebas positivas para IgG células plasmáticas.38,45 Numerosas tinciones especiales y estudios de PCR de amplio rango fueron negativos para microorganismos. El cultivo de la aorta resecada no mostró crecimiento  de microorganismo. Aunque la aortitis infecciosa crónica puede estar asociada con un aumento focal en el número de células plasmáticas IgG4 positivas, 44 en este caso la naturaleza extensiva de los infiltrados linfoplasmocitarios, la tinción marcadamente alta de IgG4 y la falta de características definitivas de una infección  activa apoyan el diagnóstico de aortitis relacionada con IgG4. La aortitis puede tener una distribución irregular. Es probable que esta característica resulte en la falla para encontrar la aortitis relacionada con IgG4 diagnóstica en la resección aórtica abdominal inicial y subraya la necesidad de examinar las aortas resecadas en busca de características histológicas en los casos de sospecha de aortitis.46
La aortitis relacionada con IgG4 es ahora una forma reconocida de aortitis no infecciosa. Es probable que en el pasado reciente, los casos de aortitis relacionada con IgG4 se denominaran "aortitis aislada", 45,47, un trastorno controvertido que se define principalmente por la presencia de aortitis patológica en ausencia de manifestaciones clínicas de vasculitis sistémica24,48. En el pasado más remoto, la aortitis relacionada con IgG4 puede haberse atribuido erróneamente a la aortitis sifilítica. En este año del 200 aniversario de la revista, se han publicado revisiones de los avances en medicina a lo largo de la vida de la revista. Al revisar los registros de casos anteriores relacionados con aortitis, he encontrado casos en los que los patólogos hicieron un diagnóstico de aortitis sifilítica en ausencia de evidencia clínica de la enfermedad. El caso 22-1962 documenta el caso de una mujer de 73 años de edad que se presentó con un gran aneurisma del arco aórtico y murió de disección aórtica49. Una prueba premortem de Hinton para sífilis fue negativa. En la autopsia, la evaluación histológica del aneurisma aórtico reveló infiltrados linfoplasmáticos (Fig. 1A y 1B en el Apéndice Suplementario, disponible con el texto completo de este artículo en NEJM.org), no muy diferente de los presentes en el caso actual. En 1962, el patólogo consideró que este hallazgo era suficiente para el diagnóstico de aortitis sifilítica, incluso en ausencia de pruebas de suero positivas confirmatorias para la sífilis. Hoy en día, la identificación de una aortitis linfoplasmocítica merece una evaluación exhaustiva de la presencia de aortitis relacionada con IgG4.

Dr. Henry M. Kronenberg (Medicina): ¿Es probable que los pacientes con aortitis relacionada con IgG4 tengan otra afectación de órganos por enfermedad relacionada con IgG4?

Dr. John Stone: Sí, la participación de múltiples órganos en la enfermedad relacionada con IgG4 es común pero a veces es subclínica. Además, la enfermedad en un órgano nuevo puede aparecer con el tiempo.

Dr. Stephen E. Goldfinger (Medicina): A menudo vemos una enfermedad relacionada con IgG4 en la gastroenterología en forma de pancreatitis autoinmune y nos hemos dado cuenta de la enfermedad extrapancreática en un porcentaje clínicamente significativo de pacientes. Por ejemplo, tenemos pacientes con fibrosis retroperitoneal coexistente o tejido inflamatorio que rodea la aorta.

Dr. John Stone: En casi el 60% de nuestros pacientes con fibrosis retroperitoneal, las características histopatológicas y la tinción inmunohistoquímica fueron compatibles con la enfermedad relacionada con IgG4. Estos pacientes también tenían afectación de órganos extraretroperitoneales (por ejemplo, en las órbitas, los pulmones, las glándulas salivales, los riñones, la aorta y los ganglios linfáticos) .39

Dra. Nancy Lee Harris (Patología): ¿Sabemos algo sobre el papel real de IgG4 en esta condición? ¿Se detectan complejos inmunes que contienen IgG4 en los tejidos?

Dr. James Stone: Los complejos inmunes se encuentran en el riñón en este trastorno y también pueden estar presentes en otros tejidos. El tejido aórtico no se ha evaluado mediante microscopía electrónica para este propósito. El papel de la IgG4 en la fisiopatología de la enfermedad (es decir, si su papel es primario o secundario) sigue sin estar claro.

Dra. Marlene Durand (Medicina): Como usted señaló, a menudo es difícil distinguir las causas inflamatorias de las infecciosas. ¿Estás seguro de que la infección ha sido descartada por completo?

Dr. James Stone: El punto es interesante, porque no tuvimos características de diagnóstico de aortitis relacionada con IgG4 en la primera muestra. Sin embargo, incluso en pacientes con aortitis infecciosa que han recibido antibióticos y tienen hemocultivos negativos antes de la cirugía, a menudo podemos ver organismos en el tejido resecado. En este paciente, no encontramos organismos, a pesar de una búsqueda cuidadosa en varios cortes. Además, una investigación de tejido aórtico para organismos infecciosos con el uso de cebadores de PCR de amplio rango fue negativa.




DIAGNOSTICO ANATOMICO

AORTITIS RELACIONADA CON IGG4.


Traducción de
“A 60-Year-Old Man with Abdominal Pain and Aortic Aneurysms”
John H. Stone, M.D., M.P.H., Virendra I. Patel, M.D., M.P.H., George R. Oliveira, M.D., and James R. Stone, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2012; 367:2335-2346December 13, 2012DOI: 10.1056/NEJMcpc1209330


Este caso fue discutido en Medical Grand Rounds.

References

1

Osler W. The Gulstonian Lectures, on malignant endocarditis. BMJ 1885;1:467-470
CrossRef | Medline
.

2

Hsu RB, Tsay YG, Wang SS, Chu SH. Surgical treatment for primary infected aneurysm of the descending thoracic aorta, abdominal aorta, and iliac arteries. J Vasc Surg 2002;36:746-750
CrossRef | Web of Science
.

3

Miller DV, Oderich GS, Aubry MC, Panneton JM, Edwards WD. Surgical pathology of infected aneurysms of the descending thoracic and abdominal aorta: clinicopathologic correlations in 29 cases (1976 to 1999). Hum Pathol 2004;35:1112-1120
CrossRef | Web of Science
.

4

Moneta GL, Taylor LM Jr, Yeager RA, et al. Surgical treatment of infected aortic aneurysm. Am J Surg 1998;175:396-399
CrossRef | Web of Science
.

5

Oderich GS, Panneton JM, Bower TC, et al. Infected aortic aneurysms: aggressive presentation, complicated early outcome, but durable results. J Vasc Surg 2001;34:900-908
CrossRef | Web of Science
.

6

Dubois M, Daenens K, Houthoofd S, Peetermans WE, Fourneau I. Treatment of mycotic aneurysms with involvement of the abdominal aorta: single-centre experience in 44 consecutive cases. Eur J Vasc Endovasc Surg 2010;40:450-456
CrossRef | Web of Science
.

7

Lin MP, Chang SC, Wu RH, Chou CK, Tzeng WS. A comparison of computed tomography, magnetic resonance imaging, and digital subtraction angiography findings in the diagnosis of infected aortic aneurysm. J Comput Assist Tomogr 2008;32:616-620
CrossRef | Web of Science
.

8

Macedo TA, Stanson AW, Oderich GS, Johnson CM, Panneton JM, Tie ML. Infected aortic aneurysms: imaging findings. Radiology 2004;231:250-257[Erratum, Radiology 2006;238:1078.]
CrossRef | Web of Science
.

9

Conrad MF, Ergul EA, Patel VI, et al. Evolution of operative strategies in open thoracoabdominal aneurysm repair. J Vasc Surg 2011;53:1195-1201
CrossRef | Web of Science
.

10

Evans JM, O'Fallon WM, Hunder GG. Increased incidence of aortic aneurysm and dissection in giant cell (temporal) arteritis: a population-based study. Ann Intern Med 1995;122:502-507
Web of Science | Medline
.

11

Wang H, Li L, Wang L, Chang Q, Pu J. Comparison of clinical and pathological characteristics of isolated aortitis and Takayasu arteritis with ascending aorta involvement. J Clin Pathol 2012;65:362-366
CrossRef | Web of Science
.

12

Rose CD, Eichenfield AH, Goldsmith DP, Athreya BH. Early onset sarcoidosis with aortitis -- “juvenile systemic granulomatosis”? J Rheumatol 1990;17:102-106
Web of Science
.

13

Gravallese EM, Corson JM, Coblyn JS, Pinkus GS, Weinblatt ME. Rheumatoid aortitis: a rarely recognized but clinically significant entity. Medicine (Baltimore) 1989;68:95-106
Web of Science | Medline
.

14

Dib C, Moustafa SE, Mookadam M, Zehr KJ, Michet CJ Jr, Mookadam F. Surgical treatment of the cardiac manifestations of relapsing polychondritis: overview of 33 patients identified through literature review and the Mayo Clinic records. Mayo Clin Proc 2006;81:772-776
CrossRef | Web of Science
.

15

Chikamori T, Doi YL, Yonezawa Y, Takata J, Kawamura M, Ozawa T. Aortic regurgitation secondary to Behçet's disease: a case report and review of the literature. Eur Heart J 1990;11:572-576
Web of Science
.

16

Firestein GS, Gruber HE, Weisman MH, Zvaifler NJ, Barber J, O'Duffy JD. Mouth and genital ulcers with inflamed cartilage: MAGIC syndrome: five patients with features of relapsing polychondritis and Behçet's disease. Am J Med 1985;79:65-72
CrossRef | Web of Science
.

17

Ng CS, Hogan P, McKenzie S, Gibbs H, Strutton G, Wong R. Mouth and genital ulcers with inflamed cartilage (MAGIC) syndrome complicated by aneurysmal aortitis. J Clin Rheumatol 2007;13:221-223
CrossRef | Web of Science
.

18

Cochrane AD, Tatoulis J. Cogan's syndrome with aortitis, aortic regurgitation, and aortic arch vessel stenoses. Ann Thorac Surg 1991;52:1166-1167
CrossRef | Web of Science
.

19

Bulkley BH, Roberts WC. Ankylosing spondylitis and aortic regurgitation: description of the characteristic cardiovascular lesion from study of eight necropsy patients. Circulation 1973;48:1014-1027
CrossRef | Web of Science | Medline
.

20

Guard RW, Gotis-Graham I, Edmonds JP, Thomas AC. Aortitis with dissection complicating systemic lupus erythematosus. Pathology 1995;27:224-228
CrossRef | Web of Science
.

21

Tucker CR, Fowles RE, Calin A, Popp RL. Aortitis in ankylosing spondylitis: early detection of aortic root abnormalities with two dimensional echocardiography. Am J Cardiol 1982;49:680-686
CrossRef | Web of Science
.

22

Willett WF III, Kahn MJ, Gerber MA. Lupus aortitis: a case report and review of the literature. J La State Med Soc 1996;148:55-59
Medline
.

23

Rojo-Leyva F, Ratliff NB, Cosgrove DM III, Hoffman GS. Study of 52 patients with idiopathic aortitis from a cohort of 1,204 surgical cases. Arthritis Rheum 2000;43:901-907
CrossRef | Web of Science
.

24

Miller DV, Isotalo PA, Weyand CM, Edwards WD, Aubry MC, Tazelaar HD. Surgical pathology of noninfectious ascending aortitis: a study of 45 cases with emphasis on an isolated variant. Am J Surg Pathol 2006;30:1150-1158
CrossRef | Web of Science
.

25

Walker DI, Bloor K, Williams G, Gillie I. Inflammatory aneurysms of the abdominal aorta. Br J Surg 1972;59:609-614
CrossRef | Web of Science
.

26

Pennell RC, Hollier LH, Lie JT, et al. Inflammatory abdominal aortic aneurysms: a thirty-year review. J Vasc Surg 1985;2:859-869
Web of Science
.

27

Boontje AH, van den Dungen JJ, Blanksma C. Inflammatory abdominal aortic aneurysms. J Cardiovasc Surg (Torino) 1990;31:611-616
Web of Science
.

28

Lindblad B, Almgren B, Bergqvist D, et al. Abdominal aortic aneurysm with perianeurysmal fibrosis: experience from 11 Swedish vascular centers. J Vasc Surg 1991;13:231-237
CrossRef | Web of Science
.

29

Ishida M, Hotta M, Kushima R, Asai T, Okabe H. IgG4-related inflammatory aneurysm of the aortic arch. Pathol Int 2009;59:269-273
CrossRef | Web of Science
.

30

Ito H, Kaizaki Y, Noda Y, Fujii S, Yamamoto S. IgG4-related inflammatory abdominal aortic aneurysm associated with autoimmune pancreatitis. Pathol Int 2008;58:421-426
CrossRef | Web of Science
.

31

Kasashima S, Zen Y, Kawashima A, et al. A clinicopathologic study of immunoglobulin G4-related sclerosing disease of the thoracic aorta. J Vasc Surg 2010;52:1587-1595
CrossRef | Web of Science
.

32

Kasashima S, Zen Y, Kawashima A, et al. Inflammatory abdominal aortic aneurysm: close relationship to IgG4-related periaortitis. Am J Surg Pathol 2008;32:197-204
CrossRef | Web of Science | Medline
.

33

Khosroshahi A, Stone JR, Pratt DS, Deshpande V, Stone JH. Painless jaundice with serial multi-organ dysfunction. Lancet 2009;373:  1494-1494
CrossRef | Web of Science | Medline
.

34

Matsumoto Y, Kasashima S, Kawashima A, et al. A case of multiple immunoglobulin G4-related periarteritis: a tumorous lesion of the coronary artery and abdominal aortic aneurysm. Hum Pathol 2008;39:975-980
CrossRef | Web of Science
.

35

Sakata N, Tashiro T, Uesugi N, et al. IgG4-positive plasma cells in inflammatory abdominal aortic aneurysm: the possibility of an aortic manifestation of IgG4-related sclerosing disease. Am J Surg Pathol 2008;32:553-559
CrossRef | Web of Science
.

36

Stone JH, Khosroshahi A, Deshpande V, Stone JR. IgG4-related systemic disease accounts for a significant proportion of thoracic lymphoplasmacytic aortitis cases. Arthritis Care Res (Hoboken) 2010;62:316-322
CrossRef | Web of Science
.

37

Stone JH, Khosroshahi A, Hilgenberg A, Spooner A, Isselbacher EM, Stone JR. IgG4-related systemic disease and lymphoplasmacytic aortitis. Arthritis Rheum 2009;60:  3139-3145
CrossRef | Web of Science | Medline
.

38

Deshpande V, Zen Y, Chan JK, et al. Consensus statement on the pathology of IgG4-related disease. Mod Pathol 2012;25:1181-1192
CrossRef | Web of Science
.

39

Khosroshahi A, Carruthers M, Stone JH, Shingare S, Sainani N, Deshpande V. Re-thinking Ormond's Disease: a study of “idiopathic” and secondary cases of retroperitoneal fibrosis in the era of IgG4-related disease. Medicine (Baltimore) (in press).

.

40

Stone JH, Zen Y, Deshpande V. IgG4-related disease. N Engl J Med 2012;366:539-551
Full Text | Web of Science | Medline
.

41

Khosroshahi A, Cheryk LA, Carruthers MN, Edwards JA, Bloch DB, Stone JH. Prozone phenomenon leads to low IgG4 concentrations in IgG4-related disease. Arthritis Rheum 2012;64:Suppl:S1067-S1067
Web of Science
.

42

Ebbo M, Grados A, Bernit E, et al. Pathologies associated with serum IgG4 elevation. Int J Rheumatol 2012;2012:602809-602809

.

43

Ryu JH, Horie R, Sekiguchi H, Peikert T, Yi ES. Spectrum of disorders associated with elevated serum IgG4 levels encountered in clinical practice. Int J Rheumatol 2012;2012:232960 (Epub ahead of print)-232960 (Epub ahead of print)

.

44

Siddiquee Z, Zane NA, Smith RN, Stone JR. Dense IgG4 plasma cell infiltrates associated with chronic infectious aortitis: implications for the diagnosis of IgG4-related disease. Cardiovasc Pathol 2012;21:470-475
CrossRef
.

45

Stone JR. Aortitis, periaortitis, and retroperitoneal fibrosis, as manifestations of IgG4-related systemic disease. Curr Opin Rheumatol 2011;23:88-94
CrossRef | Web of Science
.

46

Stone JR, Basso C, Baandrup UT, et al. Recommendations for processing cardiovascular surgical pathology specimens: a consensus statement from the Standards and Definitions Committee of the Society for Cardiovascular Pathology and the Association for European Cardiovascular Pathology. Cardiovasc Pathol 2012;21:2-16
CrossRef | Web of Science
.

47

Laco J, Steiner I, Holubec T, Dominik J, Holubcova Z, Vojacek J. Isolated thoracic aortitis: clinicopathological and immunohistochemical study of 11 cases. Cardiovasc Pathol 2011;20:352-360
CrossRef | Web of Science
.

48

Wang H, Smith RN, Spooner AE, et al. Giant cell aortitis of the ascending aorta without signs or symptoms of systemic vasculitis is associated with elevated risk of distal aortic events. Arthritis Rheum 2012;64:317-319
CrossRef | Web of Science
.

49

Dalton JC. Case Records of the Massachusetts General Hospital (Case 22-1962). N Engl J Med 1962;266:719-725
Full Text | Web of Science