domingo, 23 de septiembre de 2018

VARÓN DE 79 AÑOS CON DOLOR Y DEBILIDAD EN PIERNAS.



Un hombre de 79 años ingresó al hospital debido a dolor y debilidad en las piernas.
El paciente tenía múltiples problemas médicos, pero había estado en su estado de salud habitual hasta 6 días antes de la admisión, cuando comenzó con dolor generalizados progresivos  y  hormigueos  en ambas piernas. Tres días antes de la admisión, apareció debilidad en ambas piernas la cual empeoró gradualmente llegando a presentar dificultades para caminar. En la mañana de la internación, no pudo levantarse de la cama. Su esposa llamó a servicios médicos de emergencia y lo llevaron al departamento de emergencias del hospital.
El paciente no tenía fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor de pecho, síntomas respiratorios, náuseas, vómitos, cambios en los hábitos urinarios, trastornos esfinterianos,  sangrado rectal o anestesia en silla de montar  y no tenía antecedentes de traumatismo , caídas, contacto con personas enfermas o viajes recientes. Ocho días antes del ingreso, se realizó esofagogastroduodenoscopia por anemia por deficiencia de hierro, con la administración de meperidina y midazolam; se observaron erosiones duodenales no hemorrágicas múltiples; la prueba para Helicobacter pylori fue negativa. El paciente tenía una larga historia de dolor en las piernas que asociaba con la actividad de caminar y que se aliviaba con el descanso, que fue atribuido a  claudicación intermitente, pero que el paciente sabía diferenciar bien  de sus síntomas actuales que eran completamente diferentes. El paciente había tenido  diabetes mellitus, hipertensión e hiperlipidemia durante más de 10 años, así como enfermedad vascular periférica, glaucoma, hipotiroidismo, deficiencia de vitamina D, estreñimiento crónico, retención urinaria debido a hipertrofia prostática (para lo cual se realizó una resección prostática transuretral 3 años antes), y durante los últimos 6 años, empeoramiento de su enfermedad renal crónica (etapa 3 de 5) (Tabla 1)








Tabla 1. a y b Datos de laboratorio. En la tabla se muestran en las columnas de izquierda a derecha los valores normales de referencia y a continuación los valores del paciente 9 meses antes, 3 meses antes de la internación actual, los valores del día de la internación, y los correspondientes a los laboratorios de los días 2, 3, 5, 6 y 7.

Había tenido un adenoma colónico benigno en la colonoscopia de rutina 3 años antes y una prueba cutánea de tuberculina positiva en el pasado remoto, con radiografías de tórax negativas. Tenía un historial de incumplimiento de los medicamentos, pero recientemente se había vuelto más adherente, debido a una enfermera visitante y medicamentos preempaquetados provistos por la farmacia. Los medicamentos diarios al ingreso incluían lisinopril (20 mg), amlodipina (10 mg), metoprolol (200 mg), hidralazina (100 mg en dosis divididas), furosemida (40 mg), doxazosina (8 mg), simvastatina (40 mg al día desde hacía 9 meses, previamente 20 mg diarios durante 1,5 años), finasterida (5 mg), levotiroxina (88 μg), sulfato ferroso (325 mg), sulfonato de poliestireno sódico (30 g), aspirina (81 mg) e insulina glargina (70 U); otros medicamentos fueron gemfibrozil (600 mg dos veces al día durante 2.5 años), ergocalciferol (50,000 U dos veces al mes), lactulosa (20 g según sea necesario para el estreñimiento) y gotas para los ojos de travoprost. Él no tenía alergias conocidas. Había nacido en México, e inmigrado a los Estados Unidos hacía más de dos décadas, y vivía con su esposa; hablaba principalmente español y era analfabeto. Era retirado de una empresa de servicios, con posible exposición a solventes de limpieza. Era un antiguo fumador, bebía alcohol con moderación y no usaba drogas ilícitas. Su madre y su hermana habían tenido diabetes mellitus.
En el examen, el paciente era obeso, de buen aspecto físico, ansioso y con tendencia al llanto. La temperatura era de 37 ° C, la presión arterial de 150/72 mm Hg, el pulso de 86 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 20 respiraciones por minuto y la saturación de oxígeno del 99% mientras respiraba  aire ambiente. El examen físico general era normal. En el examen realizado por un neurólogo, la fuerza en ambos brazos fue de 5 de 5; la fuerza en los músculos cuádriceps, isquiotibiales, tibial anterior y extensor deldedogordo era 3 de 5 a la izquierda y 2 de 5 a la derecha. La marcha no pudo ser evaluada por la debilidad. Los reflejos disminuidos de forma difusa y los reflejos plantares fueron equívocos. El resto del examen neurológico fue normal.
El recuento de plaquetas y las pruebas de coagulación fueron normales, al igual que los niveles sanguíneos de proteína total, albúmina, globulina, bilirrubina total y directa, calcio, calcio ionizado, fosfatasa alcalina, ácido láctico, lipasa y propéptido N-terminal del péptido natriurético de tipo B. El cribado de la sangre en busca de troponina I y toxinas fue negativo; otros resultados se muestran en la Tabla 1. El análisis de orina reveló orina marrón turbia con un pH de 6.0, densidad de 1.010, 2+ albúmina, 3+ sangre oculta, 0 a 2 glóbulos rojos y blancos por campo de alta potencia, 3 a 5 cilindros hialinos y de 10 a 20 cilindros granulares por campo de baja potencia, muy pocas células tubulares renales, cristales amorfos y mucina. Un electrocardiograma fue normal. Una radiografía de tórax era normal. La tomografía computarizada (TC) de la cerebro, realizada sin administración de material de contraste, reveló hipoatenuación periventricular inespecífica y opacificación parcial de las celdillas aéreas mastoides izquierdas y la cavidad del oído medio, con un nivel aire-líquido dentro del seno maxilar izquierdo. Lisinopril, simvastatin y gemfibrozil se suspendieron; se continuaron los otros medicamentos del paciente y se inició la administración de dextrosa, bicarbonato y cristaloides intravenosos. Fue admitido en el servicio médico.
Durante los siguientes 3 días, se agregaron heparina y epoetina alfa, y se administraron furosemida y líquidos intravenosos para mantener la producción de orina. Los cultivos de sangre y orina fueron negativos. Los estudios de conducción nerviosa fueron esencialmente normales; no había evidencia de polineuropatía sensitivomotora axonal o desmielinizante. La electromiografía (EMG) mostró descargas miotónicas breves y potenciales de unidades motoras cortas, polifásicas y de reclutamiento temprano en el deltoides y el bíceps izquierdos. La ecocardiografía reveló leve regurgitación mitral y tricúspide y, por lo demás, era normal. El nivel de ácido metilmalónico era normal y la detección de toxinas en la orina fue negativa.
En el tercer día de internación, presentó distensión abdominal y dolor. Una radiografía abdominal mostró numerosas asas de intestino llenas de gas, consistentes con íleo. La TC del abdomen y  pelvis, sin el uso de material de contraste, no reveló evidencia de obstrucción intestinal. Se colocaron tubos nasogástricos y rectales, con lo cual mejoró la distensión abdominal y el dolor. Los niveles sanguíneos de tirotropina, ferritina, vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. La prueba de anticuerpos antinucleares fue positiva a una dilución de 1: 160, en un patrón moteado, y la prueba de anticuerpos contra Ro (SSA) fue positiva (115.24 unidades de densidad óptica, rango de referencia, 0 a 19.99); la prueba de otros autoanticuerpos fue negativa. Otros resultados de prueba se muestran en la Tabla 1.
El quinto día, el nivel sanguíneo de γ-glutamil transpeptidasa fue normal y una muestra de orina al azar reveló un nivel de creatinina de 0.6 mg por mililitro y un nivel de proteína de 1550 mg por litro (rango de referencia, 0 a 135). Los resultados de las pruebas serológicas para el virus de la hepatitis A fueron consistentes con exposición pasada; la prueba de virus de hepatitis B y C fue negativa. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. La sensibilidad y la debilidad muscular persistieron; en el séptimo día, la fuerza era de 1 a 2 de 5 en las piernas y 3 de 5 en los brazos.

IMÁGENES
Una radiografía abdominal obtenida para investigar la causa del dolor abdominal y la distensión reveló numerosas asas dilatadas de intestino delgado y grueso (Figura 1A).
Una  TC del abdomen y pelvis, realizada sin el uso de material de contraste intravenoso debido a niveles elevados de creatinina en sangre, mostró asas de intestino de calibre normal, sin evidencia de obstrucción (Figura 1B). Ambos riñones eran pequeños, con tejido adiposo perinéfrico leve, características consistentes con la enfermedad del parénquima renal crónica.






Figura 1.
Una radiografía abdominal (Panel A) muestra asas dilatadas llenas de aire en el intestino delgado (flechas) y en intestino grueso (puntas de flecha). La proporcionalidad de la distensión y el grado de afectación son más sugerentes de íleo adinámico que de obstrucción mecánica. Una imagen de TC axial sin la administración de material de contraste (Panel B) muestra asas de intestino de calibre normal (flechas), sin evidencia de obstrucción. Ambos riñones son pequeños (puntas de flecha), característica consistente con la presencia de enfermedad parenquimatosa renal crónica.


En el octavo día, se realizó un procedimiento de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este paciente presentó debilidad generalizada, que puede ser consecuencia de una lesión del sistema nervioso en cualquier nivel, desde la corteza cerebral hasta la fibra muscular. Primero debemos definir dónde reside el proceso patológico primario, ya que cada nivel de compromiso del neuroeje sugiere un diagnóstico diferencial específico. Definir la anatomía es la clave para identificar la causa.

LESIÓN CENTRAL O PERIFÉRICA
Lo primero que debe determinarse es si  la lesión es de origen central o periférico. El origen  central abarca desde  la corteza cerebral, el tallo cerebral y la médula espinal. En este caso, una localización cortical sería poco probable. La debilidad que involucra ambos brazos y ambas piernas implicaría una lesión en una gran área de la corteza en ambos hemisferios, lo que casi con toda seguridad produciría un deterioro de la conciencia, que no está presente en este paciente. Las lesiones del tronco encefálico a menudo afectan la conciencia, producen déficits en la función de los  nervios craneales y provocan alteraciones de la sensibilidad o coordinación; ninguna de estas características se informan en este paciente. Finalmente, las lesiones de la médula espinal a menudo producen signos y síntomas sensoriales y alteración de la función intestinal y de la vejiga, que no se mencionan en este caso. Por lo tanto, un origen central parece poco probable.

TRASTORNOS PERIFÉRICOS
Al considerar los trastornos periféricos, es útil comenzar con una disección conceptual de la unidad motora. La unidad motora periférica consiste en un cuerpo celular en el asta anterior de la médula espinal, su axón principal y arborizaciones terminales, las uniones neuromusculares en la interfaz nervio-músculo y las fibras musculares. La debilidad generalizada puede resultar de procesos de enfermedad que involucren cualquier nivel de la unidad motora periférica, y cada nivel sugiere posibilidades diagnósticas específicas. Las pistas a menudo son proporcionadas por el examen físico.


EXAMEN FÍSICO
Primero, ¿cuál es el patrón de debilidad? ¿Es proximal o distal? Aunque existen excepciones importantes, la debilidad que es predominantemente proximal suele ser indicativa de un trastorno miopático, y la debilidad que es predominantemente distal indica una afección neuropática. La debilidad segmentaria que involucra miotomas seleccionados en una distribución multifocal puede implicar una neuronopatía motora (trastorno de las células del asta anterior). La debilidad fatigosa específica ocasionadas por la realización de tareas o actividad física hace sospechar un trastorno de la transmisión neuromuscular. En el caso actual, la debilidad inicialmente se limitó a las piernas, tanto a nivel distal como proximal. La debilidad fue progresiva y el día 7 involucró también los brazos. No se presenta información detallada sobre el patrón de debilidad, pero parece ser una debilidad generalizada que involucra tanto a los músculos proximales como a los distales. En sí mismo, esta información brindada en la historia no ayuda a nuestros esfuerzos de localización.
El examen de la sensibilidad también proporciona evidencia importante. Los resultados de las pruebas de sensibilidad suelen ser anormales en pacientes con neuropatías y normales en pacientes con afecciones miopáticas, trastornos de la transmisión neuromuscular y enfermedades que afectan a las células del asta anterior. El examen de la sensibilidad proporciona cierta información en este caso. Aunque se dice que el paciente presentó  parestesias  en forma de hormigueos 6 días antes de la internación, no se mencionaron más los síntomas sensitivos durante las siguientes 2 semanas y no consta que en los dos exámenes neurológicos realizados se documentara  alguna alteración de la sensibilidad. Esto implicaría un síndrome predominantemente motor, haciendo menos probable una condición neuropática generalizada.
Finalmente, el examen de los reflejo puede proporcionar información discriminatoria. Los reflejos suelen estar disminuidos o ausentes en las neuropatías generalizadas, en ocasiones desproporcionadas en relación con el grado de debilidad. Inversamente, los reflejos se conservan relativamente en las miopatías, a menos que la condición sea bastante avanzada. En los trastornos de la transmisión neuromuscular, los reflejos generalmente se conservan en la miastenia gravis, pero se reducen en el síndrome miasténico de Lambert-Eaton. Los reflejos pueden acentuarse o deprimirse en los trastornos neuromusculares, según el contexto clínico. Con respecto a este paciente, hay una sola referencia en la historia acerca de los reflejos que dice que estaban  difusamente disminuidos en el momento de la internación. No está claro si los reflejos estaban disminuidos o ausentes, y no sabemos cómo evolucionaron los reflejos con el tiempo. Una transición de reflejos normales o hiporreflexia relativa a un estado de arreflexia durante un período de 2 semanas proporcionaría una fuerte evidencia de la relevancia del examen de los reflejos. Además, hay que tener en cuenta que en este paciente el examen de los reflejos podría plantear confusión debido a la diabetes de larga data y a la posibilidad de una neuropatía diabética subclínica. Dados estos factores, es difícil interpretar la importancia del examen de los reflejos como se establece.
Aunque los datos son limitados, el examen indica un síndrome predominantemente motor que es tanto generalizado como progresivo. La ausencia de signos y síntomas sensitivos disminuye la probabilidad de una neuropatía. En consecuencia podemos enfocar este cuadro como consecuencia de una enfermedad del músculo, de launión neuromuscular y de las células de las astas medulares anteriores. 

DATOS DE LABORATORIO
Los datos de laboratorio proporcionan pistas adicionales. Sin lugar a dudas, lo más notable es el nivel de creatina quinasa, medido de 37.479 U por litro en la admisión. Esta única observación argumenta fuertemente a favor de un proceso miopático. Los trastornos de la transmisión neuromuscular no producen elevaciones en el nivel de la creatina quinasa. Aunque las enfermedades de  la neurona motora inferior pueden estar asociadas con un ligero aumento en el nivel de creatina quinasa, nunca producen elevaciones tan llamativas.
En este punto, la revisión de las pruebas del  electrodiagnóstico serían útiles.

ESTUDIOS DE ELECTRODIAGNÓSTICO
Se realizó un estudio electrodiagnóstico portátil junto a la cama. La evaluación electrodiagnóstica es una extensión del examen clínico y tiene dos componentes principales. Los estudios de la conducción nerviosa, que  evalúan la función de los nervios sensoriales y motores, y el examen con aguja o EMG, que  evalúa el músculo en reposo y durante la contracción leve. El EMG evalúa la función y la estructura de la unidad motora y ayuda a localizar la debilidad a un nivel particular de la unidad motora.
Los estudios de electrodiagnóstico provocaron respuestas normales del nervio sensorial (sural y radial superficial) y del nervio motor (tibial, peroneo y cubital) y la latencia de la onda F tibial (que indica la función del segmento más proximal de la fibra motora) fue también normal. Estos resultados normales apuntan alejan la probabilidad de un trastorno de los nervios periféricos. El  EMG en músculos seleccionados (distal y proximal) del brazo y de la pierna mostraron anomalías en el bíceps y el deltoides. Cuando se examinaron estos músculos en reposo, había actividad espontánea anormal en forma de potenciales de fibrilación leves y descargas miotónicas menguantes y decrecientes (Figura 2A y 2B), características sugestivas de irritabilidad de la membrana muscular.
La primera forma de onda (Panel A, fila superior) muestra el inicio de la descarga miotónica. Las formas de onda secuenciales muestran una velocidad decreciente y una disminución de la amplitud de la descarga a lo largo del tiempo (filas central e inferior) hasta el final de la descarga (Panel B). Las líneas horizontales de puntos denotan un marco de tiempo (10 mseg entre puntos) y las líneas verticales de puntos denotan amplitud (50 μV entre puntos).





Figure 2.  Examen con aguja-electrodo del músculo en reposo.Músculo mostrando descargas descargas miotónicas decrecientes.
La primera onda (panel  A, trazado superior), muestra el inicio de la descarga miotónica. Las ondas secuenciales muestran una tasa decreciente y una disminución de amplitud a lo largo del tiempo (trazado del medio e inferior), hasta las ondas finales (panel B) Las líneas punteadas muestran el marco de tiempo  (10 mseg entre dos puntos), y las líneas verticales denotan la amplitud  (50 μV entre puntos).




Durante la actividad voluntaria de leve a moderada, los potenciales de la unidad motora mostraron reclutamiento temprano y de corta duración, baja amplitud y forma polifásica. En un patrón de reclutamiento temprano, muchas más unidades motoras se liberan de lo esperado por la fuerza de contracción, un fenómeno que se observa de forma característica en trastornos musculares que involucran un número normal de unidades motoras pero un complemento reducido de fibras musculares intactas para cada unidad. Los hallazgos EMG para este paciente, por lo tanto, fueron indicativos de un proceso miopático con irritabilidad de la membrana.


Los resultados de las pruebas de EMG son útiles de dos maneras. En primer lugar, confirman La sospecha de una miopatía y hacen improbable un proceso neuropático o de motoneurona generalizado. Igualmente importante es el hallazgo de actividad espontánea anormal. La reducción en la amplitud y duración de los potenciales de la unidad motora se observa en la mayoría de las miopatías, pero la irritabilidad difusa de la membrana muscular es característica de solo unas pocas: miopatías inflamatorias, miopatías tóxicas o necróticas, miopatías distróficas y miopatías metabólicas y congénitas seleccionadas. En este paciente, los procesos tóxicos e inflamatorios son los principales diagnósticos diferenciales. La diferenciación entre estas dos categorías tiene implicancias para el tratamiento.

MIOPATÍA TÓXICA
De los dos tipos de miopatía considerados, la lesión tóxica sería la más probable, con una atención particular centrada en el papel de los inhibidores de la 3-hidroxi-3-metilglutaril coenzima A (HMG-CoA) reductasa (es decir, estatinas). Las mialgias son reportadas por 10 a 20% de los pacientes que toman estatinas, pero la incidencia de miotoxicidad severa (un nivel de creatina quinasa que excede 10 veces el límite superior del rango normal, asociado con síntomas musculares que conducen a hospitalización) se estima en 0.1 a 1.0 %,  o 0.4 a 1.1 por 10,000 pacientes-años. Los factores de riesgo para el desarrollo de una miopatía asociada a estatina incluyen medicamentos concurrentes (p. Ej., Fibratos y bloqueantes de los canales de calcio), edad avanzada, hipotiroidismo, disfunción hepática y un alto índice de masa corporal,  cuatro de los cuales tenía este paciente.
El riesgo de una miopatía inducida por estatinas depende de la dosis, y el riesgo entre los pacientes que reciben terapia de dosis alta es más alto en un factor de 10 que el riesgo entre los pacientes que reciben dosis más moderadas; la simvastatina puede ser particularmente notoria a este respecto. Por lo tanto, cualquier medicamento concurrente que pueda aumentar el nivel plasmático de una estatina al modificar su biodisponibilidad puede en teoría promover la lesión muscular. Los medicamentos que compiten con el sistema del citocromo P-450 podrían aumentar la miotoxicidad de las estatinas. La simvastatina es metabolizada por la isoenzima CYP3A4. Una serie de casos informó un aumento en el riesgo de miopatía con la combinación de simvastatina y otro  inhibidor de CYP3A4.5  Al menos tres de los medicamentos que tomaba este paciente (amlodipina, doxazosina, and finasteride) usan esta vía.  Así, lamedicación concomitante de este paciente lo hacía particularmente vulnerable a los efectos miotóxicos de la simvastatina.  El  Gemfibrozil poseeun problema adicional dado que interfiere con la captación hepática de simvastatina a través de la inhibición del sistema de anión orgánico  transportador de polipéptidos que aumentan los niveles de simvastatina. Gemfibrozil también inhibe an additional problem, since el CYP2C8, otra isoenzima que afecta el metabolism de la simvastatina.La terapia asociada de simvastatuna gemfibrozil está asociada con un aumento del riesgo de miopatía.En un estudio, 6 la incidencia promedio de rabdomiolisis por 10000 pacientes aumentó de 0.49 a 18.73.

MIOPATÍA INFLAMATORIA
Las miopatías inflamatorias (dermatomiositis, polimiositis y miositis por cuerpos de inclusión) también pueden producir el patrón electrofisiológico visto en este caso. Existe una asociación entre las miopatías inflamatorias y la enfermedad reumatológica, y este paciente tiene niveles elevados de anticuerpos antinucleares y anticuerpos anti-Ro. Sin embargo, la presentación clínica de este paciente no sugiere una miopatía inflamatoria. Estos trastornos generalmente evolucionan en forma subaguda, o en el caso de la miositis por cuerpos de inclusión, crónicamente. Existen informes de trastornos neuromusculares subyacentes insospechados que las estatinas desenmascaran. Esta es una posibilidad que no se puede descartar.

MIOPATÍA NECROTIZANTE  INMUNO MEDIADA POR ESTATINAS
Una consideración final es una miopatía necrotizante mediada por el sistema inmunológico, en la que los niveles elevados de creatina cinasa y la debilidad muscular proximal persisten o progresan, a pesar de la interrupción de la estatina.7,8 Las muestras de biopsia muscular de dichos pacientes muestran necrosis muscular pero no inflamación, y la los pacientes pueden responder a una terapia inmunosupresora intensiva, apoyando un mecanismo mediado por el sistema inmune desencadenado por las estatinas. Recientemente, se han descrito autoanticuerpos contra HMG-CoA reductasa7,9 en tales pacientes; estos autoanticuerpos no se encontraron en usuarios de estatinas asintomáticos o en pacientes con mialgias asociadas a estatinas. Si los estudios posteriores muestran una sensibilidad y especificidad favorables, las pruebas para detectar estos anticuerpos finalmente pueden diferenciar entre pacientes que mejorarán después de la interrupción de la estatina y aquellos que necesitarán terapias inmunomoduladoras. Sobre la base de los datos disponibles, no es posible diferenciar entre estas dos posibilidades en este paciente. Sin embargo, la debilidad del paciente y los niveles elevados de creatinina quinasa se desarrollaron en el contexto del uso activo de estatinas, lo que favoreció la miotoxicidad directa.
RESUMEN
El próximo paso más razonable en este caso sería obtener una muestra de biopsia muscular para distinguir entre procesos tóxicos e inflamatorios. Los procesos inflamatorios podrían ser susceptibles de intervención inmunomoduladora. Sobre la base de los datos disponibles, me gustaría anticipar la presencia de fibras necróticas y la ausencia de cambios inflamatorios en el músculo o los vasos.

DIAGNOSTICO CLINICO
MIOPATÍA TÓXICA RELACIONADA  CON ESTATINAS.



DISCUSIÓN PATOLÓGICA
El procedimiento de diagnóstico fue una biopsia del músculo cuádriceps derecho. Cuando se realiza una biopsia muscular, la primera pregunta generalmente formulada es si el proceso de la enfermedad es neuropático o miopático. En este caso, dado que las pruebas sugerían un trastorno muscular primario, el objetivo era diferenciar entre procesos distróficos, inflamatorios, metabólicos, tóxicos e inducidos por fármacos. El patólogo divide la muestra de biopsia muscular en tres partes: una se congela rápidamente para análisis histoquímicos y microscópicos de luz, una se procesa para microscopía electrónica y una se congela y se almacena a -80 ° C para análisis bioquímicos u otros análisis.
Los cortes congelados de la muestra de este paciente se tiñeron con hematoxilina y eosina y revelaron una mayor variación en los diámetros de las fibras, pero no células inflamatorias y muchas fibras musculares necróticas (Figura 3A).
La tinción tricrómica no mostró evidencia de fibrosis, descartando un proceso distrófico. La inmunotinción para CD68, un marcador de macrófagos, confirmó la presencia de miofagocitosis, con macrófagos que invaden las fibras necróticas (Figura 3B). La tinción para complejo de ataque de membrana, que se asocia con dermatomiositis, se limitó a las fibras necróticas (Figura 3C). Las secciones embebidas en Epon que tenían un grosor de 1 μm revelaron una pérdida de estrías cruzadas, lo que confirma el daño a los miocitos (Figura 3D). El examen microscópico de electrones reveló restos membranosos debajo del sarcolema y alrededor del núcleo, así como bandas Z en desintegración, lo que indica daño celular activo (Figura 3E).




Figura 3 Muestra  de Biopsia Muscular).
Un corte transversal congelada de músculo del paciente (panel A, hematoxilina y eosina) muestra una mayor variación en los diámetros de fibra en comparación con un músculo normal (recuadro). Algunas fibras no tienen núcleos sarcolemales (flechas, compárense con las fibras que se muestran en el recuadro), lo que indica una necrosis de miofibra. La inmunotinción para el anticuerpo CD68, un marcador de macrófagos (Panel B), revela macrófagos que invaden un miocito necrótico (flechas). La tinción para el complejo de ataque de membrana (Panel C) resalta las fibras necróticas (marrones) pero no mancha los vasos sanguíneos, como se vería en la dermatomiositis o la polimiositis. Una sección muscular embebida en Epon de 1 μm de grosor y fijada con glutaraldehído y tetróxido de osmio (Panel D) muestra una pérdida de estriaciones cruzadas y núcleos sarcolemales, así como una leve infiltración de grasa, características compatibles con la miopatía. Una micrografía electrónica de una sola célula muscular (Panel E) muestra la desintegración de las bandas z (flechas) y la acumulación de material membranoso denso en electrones (punta de flecha) debajo del sarcolema y alrededor del núcleo, indicando las etapas iniciales de la degradación de la masa muscular.




Estos hallazgos establecen el diagnóstico de una miopatía necrotizante no inflamatoria que es consistente con la exposición a estatinas. La miopatía necrotizante después de la exposición a estatinas puede ser mediada inmunológicamente 8,10,11 en asociación con un autoanticuerpo sérico.7 El examen de las muestras de biopsia muscular en estos casos muestra evidencia de inflamación en solo una minoría de las muestras, pero según los informes, hay datos -regulación de los principales antígenos de clase I del complejo de histocompatibilidad, detectable mediante análisis inmunohistoquímico; tal tinción no se hizo en este caso.12
Es algo sorprendente que haya tan poca respuesta obvia del tejido en este músculo, 14 días después del inicio de la debilidad y 8 días después del cese de las estatinas. Hubiese sido  esperable ver más evidencia de regeneración y más infiltración de macrófagos en esta etapa.

EVOLUCIÓN
La función intestinal del paciente se recuperó, y las sondas nasogástrica y rectal se retiraron en el hospital el día 10. Los niveles de creatina quinasa disminuyeron gradualmente y volvieron a la normalidad al momento del alta, el día 15. Su fuerza muscular también mejoró lentamente. Un consultor de reumatología pensó que su miopatía probablemente no tenía una causa reumatológica. Desafortunadamente, su función renal no se recuperó y la hemodiálisis comenzó el día 11 del hospital. El paciente fue dado de alta para rehabilitación y recuperó la fuerza muscular completa, pero tuvo progresión a la enfermedad renal en etapa terminal y permanece en hemodiálisis.

PREGUNTAS:
¿El íleo se debió a la miopatía relacionada con estatinas?
No, aunque la causa exacta no está clara. El paciente puede haber tenido una neuropatía autonómica asociada con diabetes, pero estaba bastante enfermo y había múltiples factores de confusión.


CONSEJOS A LOS PACIENTES QUE TOMAN ESTATINAS
Cuando un paciente en terapia con estatinas presenta dolor odebilidad, es fundamental solicitar creatina cinasa y si está alta suspender  el medicamento antes de que ocurran complicaciones graves. El curso de este paciente fue rápido y el estudio fue eficiente, por lo que no parece que el paciente o los médicos hayan hecho nada mal, y sin embargo, el paciente terminó en diálisis. ¿Cómo debemos aconsejar a los pacientes que necesitan estatinas?
Afortunadamente, las miopatías graves relacionadas con estatinas son raras. Además, este paciente albergaba varios factores de riesgo asociados que lo hacían vulnerable a los efectos miotóxicos de las estatinas. Para la mayoría de los pacientes, los medicamentos con estatinas se pueden tomar de forma segura, aunque es aconsejable mantenerse alerta a los riesgos que presentan los medicamentos concomitantes.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
MIOPATÍA NECROTIZANTE NO INFLAMATORIA COMPATIBLE CON LA EXPOSICIÓN A ESTATINAS.


Traducción de:
A 79-Year-Old Man with Pain and Weakness in the Legs
William S. David, M.D., Ph.D., David A. Chad, M.D., Avinash Kambadakone, M.D., and E. Tessa Hedley-Whyte, M.D.
N Engl J Med 2012; 366:944-954March 8, 2012


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sábado, 22 de septiembre de 2018

TETANIA POST TIROIDECTOMÍA



El Dr. Andrés Guastar envía estos videos con el siguiente texto:

Buenos días Dr, comparto este vídeo con autorización de la paciente para el rincón.

Paciente de 47 años con antecedente de tiroidectomia, consulta por cuadro de espasmos musculares, EKG de ingreso QTc de 513ms, y el siguiente hallazgo al exámen físico (video)

Muchas gracias por los videos Andrés. Evidentemente los hallazgos se relacionan  manifestación de tetania en relación a su cirugía previa. Es un hallazgo bastante prevalente siguiendo a las tiroidectomías totales como consecuencia que no se puede evitar la paratiroidectomía que suele ir involucrada en el tejido graso peritiroideo. En algunas series la incidencia de tetania post tiroidectomía es cercana al 50%!!! y en un 10% de los casos puede llegar a ser permanente. Es muy importante la experiencia del cirujano ya que en manos experimentadas la incidencia es de menos del 2% y casi siempre transitoria. Sería importante saber cuánto tiempo hace de la tiroidectomía ya que con el tiempo suele  en general ir mejorando esta sintomatología por supuesto con tratamiento de altas dosis de vitamina D y calcio. Se puede ver claramente el signo de Chvostek al percutir la región lateral de la cara cercana al tronco del nervio facial  generando un espasmo muscular que en este caso involucra la musculatura peribucal y periorbitaria. También se observa signo de Trousseau en la musculatura de la muñeca y la mano. Se puede ver claramente la aducción del pulgar, y la flexión de la articulación de la muñeca y de las metacarpofalángicas. Hay que decir que el signo de Trousseau es más específico que el de  Chvostek para hipocalcemia. 












domingo, 16 de septiembre de 2018

VARÓN DE 45 AÑOS CON ANTECEDENTES DE ALCOHOLISMO Y RÁPIDA DECLINACIÓN COGNITIVA.



Un hombre de 45 años con antecedentes de alcoholismo ingresó al hospital debido a un rápido deterioro cognitivo y un empeoramiento de la ictericia.
Durante los 3 meses previos, el paciente percibió un aumento de la fatiga y la tos produciendo esputo amarillo y estrías de sangre, con vómitos post-tusígenos. Once días antes, el paciente había viajado a Europa durante una semana para un evento familiar, durante el cual había consumido de 10 a 20 bebidas alcohólicas por día. Había dejado de beber alcohol a su regreso, 3 días antes de la internación, cuando aparecieron náuseas y vómitos. Al día siguiente, llamó a su médico. No informó el uso reciente de alcohol ni fiebre, dolor de cabeza, diarrea o dolor abdominal. Se le indicó azitromicina y se recomendaron tomar abundantes líquidos y seguimiento. Durante las 36 horas anteriores al ingreso, se desarrolló ictericia, se oscureció la orina y se produjo somnolencia, palabra lenta y arrastrada, dificultad para juntar palabras y se desarrollaron repeticiones de preguntas y frases. Su circunferencia aumentó gradualmente y su apetito disminuyó, sin pérdida de peso, temblores o actividad convulsiva. Fue llevado al departamento de emergencias en un hospital local.
En el examen, el paciente estaba letárgico pero orientado en la persona, el lugar y el tiempo, y era capaz de seguir órdenes simples. Los signos vitales y la saturación de oxígeno mientras respiraba el aire ambiente eran normales. En el examen fueron evidentes la ictericia escleral, las telangiectasias faciales bilaterales y los crepitantes en la base del pulmón derecho fueron, al igual que la distensión abdominal, con el borde del hígado palpable y una leve sensibilidad en el cuadrante superior derecho. El resto del examen físico y neurológico fue normal. Los niveles sanguíneos de glucosa, alanina aminotransferasa, lipasa, amilasa, troponina I y amoniaco fueron normales, al igual que los resultados de las pruebas de función renal; la prueba de virus de hepatitis B y C, alcohol y salicilatos fue negativa. Otros resultados se muestran en la Tabla 1





Tabla 1 Datos de laboratorio.

Un electrocardiograma fue normal. Una radiografía de tórax mostró hallazgos consistentes con atelectasia en la base del pulmón derecho, sin cambios desde 5 años antes, y por lo demás era normal. La tomografía computarizada (TC) de la cerebro obtenida sin la administración de material de contraste reveló hipodensidad y efecto de masa en el lóbulo temporal e ínsula derechos, con preservación de la corteza adyacente y sin herniación intracraneal o hidrocefalia. La imagen de resonancia magnética (RMN) después de la administración de material de contraste reveló una lesión solitaria (2,6 cm de diámetro) en la ínsula derecha, con realce periférico delgado y liso, edema circundante extenso y efecto de masa leve por lo que fue transferido a otro hospital.
El paciente no refirió fiebre, escalofríos, diarrea, dolor abdominal, dolor en el pecho, disnea, debilidad, hormigueos, parestesias o sensación alterada del sabor u olor. Tenía un historial de resultados elevados de pruebas de función hepática, ansiedad, depresión, gota, disfunción eréctil y bursitis del hombro derecho; se había sometido a una hemorroidectomía 7 años antes después de un episodio de hemorragia rectal y anemia por deficiencia de hierro que requería hospitalización. Tenía una larga historia de abuso de alcohol (hasta 1 litro de vodka por día). Había rechazado el tratamiento de desintoxicación alcohólica, la terapia con disulfiram y la referencia a grupos de apoyo para el alcoholismo. Él no fumaba ni usaba drogas ilícitas. Los medicamentos que tomaba incluían alopurinol, citalopram, sildenafil y vitaminas; había tomado celecoxib por bursitis durante 3 meses, deteniéndose 3 meses antes. Él no tenía alergias conocidas. Había crecido en una granja en Europa, emigró a los Estados Unidos hacía dos décadas, regresó a Europa a menudo para eventos familiares, vivía con su esposa e hijos, y trabajaba en la industria de servicios alimenticios y con maquinaria pesada. Su madre, de 89 años, tenía cáncer y su padre murió a los 84 años con cáncer de huesos; un primo tenía tuberculosis.
En el examen, la presión arterial era 142/89 mm Hg; otros signos vitales fueron normales. La conjuntiva era ictérica, la lengua era lisa y seca, y había sangre seca en la boca. Un soplo sistólico, grado 2/6, se escuchaba en la punta, irradiando hacia la axila. El abdomen estaba distendido, con estrías periumbilicales, flancos abultados y un patrón venoso prominente en la parte superior del abdomen, sin dolor, rebote o defensa a la palpación. El borde del hígado estaba a cuatro dedos por debajo del margen costal derecho en la línea medioclavicular. La piel estaba ictérica y había petequias en las piernas. El paciente seguía órdenes y hablaba con fluidez y espontaneidad, sin afasia ni disartria. Las pupilas se contraían rápidamente (la pupila derecha de 5 mm a 4 mm, y la pupila izquierda de 4 mm a 3 mm), y el resto del examen fue normal.
Los niveles sanguíneos de fósforo, magnesio, alanina aminotransferasa, lactato deshidrogenasa, hierro, vitamina B12 y ácido fólico fueron normales. La electroforesis de proteínas séricas y la inmunofijación mostraron cinco bandas pequeñas (dos IgG kappa, una IgG lambda y dos IgM kappa, todas menos de 0,25 g por decilitro), características consistentes con una respuesta inmune oligoclonal. Otros resultados de la prueba se muestran en la Tabla 1. La orina contenía 3+ bilirrubina y traza urobilinógeno, glucosa y cetonas; detección de toxinas en la orina reveló lorazepam. Se administraron tiamina, ácido fólico, alopurinol, citalopram, levetiracetam y multivitaminas.
Durante los siguientes 3 días, el paciente estuvo intermitentemente letárgico, con dificultad para hablar. La prueba de anticuerpos IgG contra el antígeno de la cápside del virus de Epstein-Barr (EBV) y el antígeno nuclear fue positiva; el nivel de ADN del VEB fue de 1000 copias por mililitro por reacción en cadena de la polimerasa. La prueba de anticuerpos IgM contra VEB; anticuerpos contra citomegalovirus y músculo liso; y los virus de hepatitis A, B y C fueron negativos, al igual que una prueba cutánea para tuberculosis. La ecografía del abdomen mostró agrandamiento hepático y esplénico y una pared engrosada de la vesícula biliar. La TC del tórax reveló nódulos dispersos, de 2 a 5 mm de diámetro, en el lóbulo medio y una cisura menor del pulmón derecho, linfadenopatía hiliar bilateral y trazas de derrames pleurales bilateralmente. La TC del abdomen mostró hepatoesplenomegalia, linfadenopatía leve y una pequeña cantidad de ascitis. El tercer día, la repetición de la RMN del cerebro obtenida después de la administración de material de contraste mostró una lesión hiperintensa ponderada en T2 (3,4 cm de diámetro) con realce periférico delgado y liso y focos heterogéneos de difusión restringida en el centro. Se le administró lactulosa.
El quinto día de hospitalización, el nivel de bilirrubina total fue de 18,6 mg por decilitro y la bilirrubina directa de 11,8 mg por decilitro.

IMÁGENES
La tomografía computarizada de la cerebro sin la administración de material de contraste (Figura 1A muestra hipodensidad que involucra la ínsula y el lóbulo temporal derechos y se extiende hacia arriba en la corona radiada. Hay un efecto de masa leve, con un leve borramiento del ventrículo lateral derecho. Las imágenes ponderadas en T2 de la RMN de cerebro (Figura 1D) muestran una región de hiperintensidad relativamente leve centrada en la ínsula derecha, así como hiperintensidad confluente en el parénquima adyacente que es consistente con edema. El patrón sugiere una lesión central con edema perilesional. No hay evidencia de hemorragia, y la leve y heterogénea restricción de la difusión  corresponde a la región levemente hiperintensa observada en las imágenes potenciadas en T2. Las imágenes obtenidas después de la administración de material de contraste (Figura 1C) muestran una lesión que está delineada por un realce periférico fino y liso y que está centrada en la ínsula derecha. La lesión se extiende para involucrar a la corteza insular y, junto con el edema asociado, causa un efecto de masa leve en las estructuras adyacentes. En términos generales, la lesión tiene características de un absceso infeccioso, aunque un tumor podría tener este aspecto; un proceso inflamatorio o desmielinizante son  mucho menos probables.





Figura 1. Imágenes cerebrales.
Una tomografía computarizada de la cerebro sin la administración de material de contraste (Panel A) revela una lesión hipodensa centrada en la ínsula derecha (flecha). Además, hay una hipodensidad anormal que se extiende hacia el parénquima adyacente, incluidas las cápsulas internas y externas derechas y el tálamo derecho. Hay un efecto de masa leve. No hay calcificaciones aparentes Las imágenes por resonancia magnética en los paneles B a F muestran una lesión centrada en la ínsula derecha (flechas). Las imágenes ponderadas en T1 antes (Panel B) y después (Panel C) la administración de material de contraste revelan una lesión con realce periférico centrada en la ínsula derecha, correspondiente a la lesión observada en la TC (Panel A). Hay hiperintensidad  en T2 heterogénea dentro de la lesión (Panel D). Además, existe una hiperintensidad más confluente en el parénquima adyacente en las imágenes potenciadas en T2, que también se extiende hacia el lóbulo temporal derecho, con una apariencia sugestiva de edema perilesional. La imagen ponderada por difusión (Panel E) revela hiperintensidad dentro de la lesión insular derecha, con la hipointensidad correspondiente en la imagen del coeficiente de difusión aparente (Panel F), características consistentes con restricción de la difusión. Las imágenes de resonancia magnética también muestran el aumento de la masa dentro de la lesión insular derecha y el tejido circundante, con borramiento leve de los surcos adyacentes y sin hernia cerebral intracraneal.



El efecto de masa de la lesión en la ínsula borra levemente las cisternas perimesencefálicas e incide sobre el tallo cerebral, lo que podría explicar el deterioro de los núcleos del nervio motor ocular común en el tronco cerebral y la anisocoria resultante. Las regiones de la red de atención ventral, la región temporoparietal derecha y el lóbulo frontal ventral derecho, están notablemente perturbadas por la lesión y el edema circundante, lo que posiblemente contribuye a la fluctuación del estado mental y las dificultades de atención. La participación del lóbulo temporal derecho, que puede ser la región dominante en el lenguaje en una minoría de personas, podría explicar el deterioro del lenguaje y los déficits en la orientación espacial y la memoria. Aunque ninguna de estas correlaciones es sensible o específica, hemos  presentado algunas ideas sobre lo que se puede discernir de los hallazgos relativamente no focales en el examen neurológico.




TC del abdomen (Figura 2 muestra hepatomegalia leve y esplenomegalia leve), linfadenopatía mesovenosa, paraaórtica, iliaca y mesoventricular leve. Una pequeña cantidad de ascitis rodea el hígado y se extiende hacia la pelvis. Una tomografía computarizada del tórax mostró un subcentímetro pulmonar. nódulos en el lóbulo medio derecho, un hallazgo muy inespecífico.




Figura 2.TC  de Abdomen y  Pelvis.
Una imagen coronal de una tomografía computarizada después de la administración intravenosa y oral de material de contraste muestra hepatomegalia marcada (L), esplenomegalia leve (S), una pequeña cantidad de ascitis (asteriscos) y linfadenopatía (flecha).

Se recibió un resultado de prueba y se realizó un procedimiento de diagnóstico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 45 años con hepatopatía alcohólica crónica se presentó con fatiga subaguda, tos y hemoptisis; descompensación aguda del hígado; y estado mental fluctuante. Tenía somnolencia variable, habla lenta y arrastrada, dificultad para juntar palabras y repetición frecuente durante el habla conversacional. Los resultados de su examen de estado mental y su nivel de excitación fluctuaron, sin déficits focales claros, pero se observó una anisocoria, con la pupila derecha más grande que la pupila izquierda y un empeoramiento de la somnolencia.

DIAGNÓSTICO SINDRÓMICO
La localización neuroanatómica es bastante amplia en este punto. La somnolencia puede ser el resultado de anomalías en las cortezas bilaterales, sistema de activación reticular (tallo cerebral rostral) o talamo medial bilateral. El habla lenta y la dificultad para juntar palabras pueden ser indicativas de afasia debido a una disfunción dominante del lóbulo frontal o del lóbulo temporal o podrían representar bradifrenia, que puede ser causada por una disfunción subcortical difusa, extrapiramidal o psiquiátrica global. Alternativamente, la dificultad para juntar palabras podría representar un deterioro en la atención como resultado de una disfunción global, lesiones en la corteza prefrontal, lesiones parietales o una causa psiquiátrica. Las repeticiones en la conversación podrían explicarse por una atención deteriorada o por un deterioro de la memoria a corto plazo, atribuible al lóbulo temporal medial y a los circuitos límbicos (tálamo, cuerpos mamilares y sus conexiones). La palabra arrastrada o la disartria pueden deberse a lesiones en el tracto corticobulbar, núcleos motores del tronco del encéfalo, nervios craneales, cerebelo, sistema extrapiramidal o cuerdas vocales. Los hallazgos de somnolencia (en ausencia de signos de afasia o amnesia), el habla lenta, la dificultad para juntar palabras, la repetición conversacional y el habla arrastrada sugieren una disfunción hemisférica global. Sin embargo, la anisocoria con la pupila derecha más grande que la pupila izquierda sugiere una disfunción del nervio óptico derecho, los músculos constrictor pupilar derecho, el componente parasimpático del nervio motor ocular derecho o la vía simpática izquierda.
Muchas características de la historia del paciente y los datos de laboratorio podrían explicarse por enfermedad hepática y un estado confusional subagudo. El diagnóstico diferencial incluye cinco síndromes principales: encefalopatía hepática, encefalopatía de Wernicke, abstinencia de alcohol, convulsiones ocultas e infección. Sin embargo, la anisocoria vista en el examen plantea la posibilidad de un efecto de masa en el mesencéfalo derecho, lo que comprometería la entrada parasimpática a la pupila a través del nervio motor ocular. En pacientes inmunocomprometidos en cualquier grado, como este paciente con enfermedad hepática, las alteraciones en el estado mental deben inducir una TC de la cabeza sin la administración de material de contraste, ya que múltiples procesos (p. Ej., Masas difusas y focales) pueden ocurrir simultáneamente.
Cuatro categorías principales de la enfermedad podrían conducir a la lesión cerebral identificada en la resonancia magnética. Estos son procesos neoplásicos, infecciosos, inflamatorios y vasculares.1 La presentación clínica y las secuencias radiográficas adicionales descartan procesos inflamatorios (p. Ej., Esclerosis múltiple tumefacta, encefalomielitis diseminada aguda y sarcoidosis) y procesos vasculares (p. Ej., Apoplejía isquémica subaguda, hemorragia, y malformación arteriovenosa trombosada).

PROCESOS NEOPLÁSICOS
El diagnóstico diferencial de una lesión cerebral periférica que realza debe incluir siempre los siguientes procesos neoplásicos: tumores metastásicos, tumores gliales primarios y linfoma primario del sistema nervioso central. Aunque las metástasis tumorales pueden causar una lesión periférica que aumenta solitariamente, tales lesiones son más comúnmente multifocales, y por otro lado, este paciente no tenía evidencia de una afección maligna sistémica. El glioma de alto grado puede causar una lesión solitaria que realza en sus bordes, ya que el crecimiento relativamente rápido del tumor sobrepasa el suministro de sangre, lo que lleva a una necrosis central. Sin embargo, tanto el astrocitoma anaplásico como el glioblastoma son típicamente heterogéneos y a menudo cruzan la línea media. El linfoma primario del sistema nervioso central, generalmente el linfoma difuso de células B grandes, puede ocurrir en personas sanas. Alternativamente, puede ocurrir como parte de una infección avanzada con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), en cuyo caso se asocia de forma característica con ADN de EBV detectable en el fluido cerebroespinal. Por lo general, realza de forma homogénea, aunque los casos que involucran pacientes que son VIH-positivos pueden ser heterogéneos o potenciar periféricamente2,3. La presencia de viremia periférica de bajo nivel de VEB en este paciente es inespecífica; esta viremia puede ocurrir en estados inflamatorios sistémicos debido a la lisis de células B infectadas crónicamente, y se sabe que ocurre en pacientes inmunosuprimidos, sin ser predictivos de linfoma. Evaluar el líquido cefalorraquídeo de este paciente para la presencia de EBV sería más específico, pero está contraindicado por el riesgo de herniación uncal. El argumento más importante contra una condición maligna es el rápido crecimiento de la lesión de masa, durante un período de horas a días, lo que sería inusual para cualquiera de estos procesos neoplásicos.

CAUSAS INFECCIOSAS
El aspecto radiográfico es clásico de un absceso, pero los estudios de imagen no pueden distinguir entre bacterias piógenas, hongos, micobacterias o parásitos como  causa.

  • ABSCESO BACTERIANO PIÓGENO

Los abscesos cerebrales solitarios pueden ocurrir en pacientes con otitis, sinusitis o infección dental, generalmente por extensión local de la infección a las regiones temporal, frontal o frontal y temporal, respectivamente. Los abscesos por diseminación hematógena suelen ser múltiples y estar distribuidos en la región de la arteria cerebral media en la unión de la sustancia gris y la sustancia blanca. No hay hallazgos sobre la historia del paciente, el examen físico o los estudios de imágenes que sugieran factores de riesgo para el absceso piógeno. Sin embargo, la aparición de un absceso piógeno criptogénico puede ser independiente de la enfermedad hepática o la infección avanzada por VIH; por lo tanto, este diagnóstico sigue siendo una posibilidad.

  • ABSCESO FÚNGICO

La aspergilosis puede causar infección pulmonar en personas alcohólicas en particular, lo que lleva a hemoptisis e infiltrados pulmonares inespecíficos. Las manifestaciones de la aspergilosis varían según el estado del sistema inmune.5 En pacientes con inmunodepresión moderada, la aspergilosis invasiva puede causar una lesión cerebral solitaria que realza en los bordes (aspergiloma) .6 Las pruebas en suero para galactomanano (específico para aspergilosis) y 1,3 -β-D-glucano (un marcador fúngico no específico) podría ser útil para evaluar esta posibilidad. El patógeno fúngico más común en el sistema nervioso central en pacientes inmunocomprometidos es el criptococo, que generalmente causa meningitis. Sin embargo, pueden aparecer criptococomas en los espacios subaracnoideos perivasculares de Virchow-Robins en la base del cerebro como resultado de la extensión directa de la meningitis7. El antígeno criptocócico sérico sería una prueba sensible para la infección criptocócica activa, pero sería inespecífico para la lesión cerebral.

  • MYCOBACTERIUM TUBERCULOSIS

Las lesiones cerebrales focales por Mycobacterium tuberculosis son poco comunes en los países desarrollados, pero pueden ocurrir como parte de una infección o reactivación primaria. El origen europeo de este paciente (la tuberculosis es endémica en Europa del Este), su síndrome de fatiga subaguda, tos y hemoptisis, y la linfadenopatía hiliar bilateral con nódulos y derrames pleurales aumentan esta posibilidad. Aunque este paciente tuvo una prueba cutánea de tuberculina negativa, la sensibilidad de las pruebas cutáneas en un paciente con tuberculosis del sistema nervioso central es baja, oscilando entre 10 y 65%. Además, la sensibilidad se reduce en un paciente inmunocomprometido que tiene un estado nutricional deficiente.

  • INFECCION PARASITARIA

El absceso cerebral puede deberse a una infección parasitaria. La neurocisticercosis es endémica en partes de Europa del Este y puede causar una lesión cerebral solitaria que realza en su periferia periférica en el contexto de la degeneración quística temprana (etapa coloidal). Sin embargo, estas lesiones son generalmente más pequeñas que la lesión de este paciente, tienen solo edema circundante moderado y a menudo están acompañadas por otros focos de calcificación. Un ensayo sérico para el anticuerpo contra la cisticercosis es insensible en un paciente con una lesión solitaria y no es probable que agregue valor diagnóstico8.
El toxoplasma es un protozoo que rara vez causa una enfermedad grave en los huéspedes normales. Sin embargo, en pacientes con infección avanzada por VIH, es la causa más común de lesiones focales en la masa encefálica.9 Los pacientes con encefalitis por toxoplasma típicamente se presentan en forma subaguda con cefalea, fiebre, cambios en el estado mental y déficits neurológicos focales. Los estudios de imágenes del cerebro revelan lesiones características que realzan en el borde que generalmente son multifocales, pero que pueden ser solitarias en hasta el 30% de los casos. Las lesiones suelen tener menos de 4 cm de diámetro. Las pruebas serológicas para toxoplasma IgG serían útiles, ya que esta prueba tiene una alta sensibilidad para la exposición al toxoplasma. Sin embargo, los anticuerpos pueden perderse en pacientes con inmunosupresión profunda, y la seroprevalencia es más alta en Europa que en los Estados Unidos.10 Estas lesiones mejoran característicamente rápidamente con un tratamiento apropiado.11 Por lo tanto, si el escenario clínico permite la observación, una prueba de agentes antimicrobianos específicos puede ser tanto terapéutico como de diagnóstico.

CONSIDERACIONES DIAGNÓSTICAS
Debido a la lesión cerebral focal que es visible en las imágenes por resonancia magnética, la presencia de infección por VIH cambiaría drásticamente el diagnóstico diferencial y debería analizarse de inmediato. La evidencia circunstancial de la infección avanzada por VIH incluye la anemia macrocítica sin vitamina B12 o deficiencia de folato, la trombocitopenia con esplenomegalia, la linfopenia y los niveles elevados de globulina. Sobre la base del presunto estado de inmunocompromiso de este paciente, la rápida progresión de los síntomas y los hallazgos de la RMN, la lesión cerebral es muy probablemente un absceso.
En pacientes con infección avanzada por VIH, las causas más comunes de lesiones cerebrales focales con efecto de masa son la toxoplasmosis y el linfoma. La tuberculosis y la neurocisticercosis también deben considerarse en pacientes que provienen de regiones donde estas enfermedades son endémicas. En este paciente, las causas más probables de la lesión cerebral son toxoplasmosis o tuberculosis; el linfoma es menos probable. Las pruebas séricas de toxoplasma y tuberculosis no son confiables en pacientes con infección avanzada por VIH. En este paciente, la punción lumbar se excluye, dada la anisocoria y el efecto de masa en el mesencéfalo derecho. Los glucocorticoides pueden atemperar el edema pero pueden comprometer el potencial diagnóstico de una biopsia cerebral, especialmente en el caso del linfoma. La mayoría de los pacientes que reciben tratamiento empírico para toxoplasma mejoran en 2 semanas y, por lo tanto, pueden evitar someterse a una biopsia. Sin embargo, si un paciente empeora rápidamente o no tiene una respuesta al tratamiento empírico para toxoplasma, una biopsia cerebral es esencial para un diagnóstico preciso, muestras para cultivo y sensibilidad microbiana y drenaje terapéutico.

DIAGNÓSTICOS CLÍNICOS PRESUNTIVOS
INSUFICIENCIA HEPÁTICA AGUDA SUPERPUESTA A  HEPATOPATÍA ALCOHÓLICA CRÓNICA.
ABSCESO CEREBRAL DEBIDO A TOXOPLASMA.
INFECCIÓN AVANZADA POR VIH
DISCUSIÓN PATOLÓGICA

El procedimiento de diagnóstico fue una biopsia cerebral, que reveló un proceso inflamatorio necrotizante con varias áreas grandes de necrosis. Las áreas de la muestra de biopsia consistentes en tejido cerebral viable (Figura 3A),  mostró linfocitos dispersos, algunos leucocitos polimorfonucleares, microglia alargada activada y astrocitos reactivos. Además, había muchos organismos redondos u ovales aislados o agrupados en todo el parénquima cerebral (Figura 3A, flecha); estos organismos eran fuertemente inmunorreactivos para un anticuerpo policlonal contra toxoplasma (Figura 3B). Las tinciones especiales y las tinciones inmunohistoquímicas para otros organismos infecciosos, como bacterias, hongos, virus del herpes simple tipo 1 y tipo 2 y citomegalovirus, fueron todas negativas. Los cultivos también fueron negativos.
También se realizó una biopsia hepática (Figura 3C a 3F). El examen de la muestra mostró una esteatosis leve (menos del 5%); diseminación generalizada de hepatocitos, con prominente satelitosis neutrofílica hialina y focal de Mallory; inflamación lobular prominente con linfocitos y neutrófilos; inflamación portal leve y duplicación ductular; y fibrosis en estadio 5 (en una escala de 0 a 6, donde 0 indica normal y 6 cirrosis), en la tinción con tricrómico. Las características generales son consistentes con un diagnóstico de hepatitis tóxica crónica, que en este paciente es compatible con hepatitis alcohólica, con cirrosis en evolución. No se observaron cambios indicativos de hepatitis aguda en el tejido muestreado.




Figura 3 Muestra de Biopsia de Cerebro y Biopsia de Hígado).
Un corte de la muestra de biopsia cerebral teñida con hematoxilina y eosina (Panel A) muestra inflamación, gliosis reactiva y organismos ovales dispersos (flecha). La tinción inmunohistoquímica para toxoplasma (Panel B) teñida positiva (marrón) para muchos organismos. La muestra de biopsia hepática muestra parénquima hepático con desorden de los cordones hepáticos, varios hepatocitos con grasa macrovesicular y células inflamatorias dispersas (Panel C, hematoxilina y eosina). En el Panel D, con el mismo aumento, la tinción con tricrómico de Masson revela fibrosis pericelular prominente en todos los lóbulos hepáticos, con acentuación en la región perivenular (flechas) y fibrosis en puente. A mayor aumento, hay fibrosis pericelular prominente dentro de los lóbulos (flechas del panel E, tinción con tricrómico de Masson). En el panel F y el recuadro (hematoxilina y eosina), una vista a gran aumento muestra varios hepatocitos con grasa macrovesicular en una distribución desigual y hepatocitos dispersos que contienen material eosinófilo amorfo, características consistentes con hialina de Mallory.



MANEJO Y SEGUIMIENTO
Se realizaron pruebas de detección del VIH el día 1 del hospital. Las pruebas estándar de VIH implican dos pasos. La prueba inicial es el ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA), que es una prueba extremadamente sensible para el anticuerpo. Si la prueba es positiva, se repite. Si la segunda prueba también es positiva para la presencia de anticuerpos, entonces se realiza el análisis más específico de Western blot para confirmar el diagnóstico. Es importante realizar ambos tipos de pruebas, ya que el ELISA tiene una alta tasa de falsos positivos12,13. En este caso, el ELISA para anticuerpos del VIH fue positivo, y el Western Blot confirmó el diagnóstico. El análisis de los subconjuntos de células T mostró que el recuento total de células T CD4 fue de 78 por milímetro cúbico (16,2%), que cumple con la definición de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) (es decir, un recuento de células T CD4 menor de 200 por milímetro cúbico). El nivel de ARN del VIH, también conocido como carga viral, era superior a 100.000 copias por mililitro. En conjunto, estos resultados fueron consistentes con la infección por VIH de larga data. Como resultado, el paciente estaba en riesgo extremo no solo de una sino de varias infecciones oportunistas.
El estado mental del paciente disminuyó al mismo tiempo que empeoraba la insuficiencia hepática y renal. A pesar de que el equipo de medicina general le aconsejó extensamente sobre su estado respecto del VIH, fue solo después de varios días de discusión que permitió la revelación a su esposa.
Como parte del tratamiento inicial para la infección por VIH recién diagnosticada, el equipo de medicina ordenó pruebas serológicas para hepatitis B y hepatitis C, una prueba rápida de reagina en plasma para la sífilis y una prueba para antígeno criptocócico, todas las cuales fueron negativas. Un examen oftalmológico fue normal. Anticipándose a la terapia antirretroviral, se realizó la genotipificación del VIH para evaluar la resistencia a los medicamentos 14 y se realizó tipado tisular para HLA B5701 para determinar si el paciente estaba en riesgo de hipersensibilidad al abacavir15,16.
Las pruebas serológicas para toxoplasmosis fueron negativas para IgM y positivas para IgG, hallazgos consistentes con infección previa. Por lo tanto, la presentación clínica y los hallazgos en este caso fueron consistentes con una reactivación de la toxoplasmosis en un paciente con SIDA.
El tratamiento de primera línea para la toxoplasmosis cerebral incluye pirimetamina y sulfadiazina, 17 con ácido folínico (leucovorina) para reducir los efectos adversos hematológicos de los agentes antimicrobianos. La sulfadiazina a menudo está contraindicada en casos de insuficiencia renal, y este paciente tenía un nivel elevado de creatinina, a 2 mg por decilitro. Sin embargo, la preocupación sobre la gravedad de su presentación provocó que se aplicara igualmente  tratamiento con pirimetamina, sulfadiazina y ácido folínico y una estrecha vigilancia de su función renal. La administración de glucocorticoides se suspendió.
Desafortunadamente, la función renal del paciente continuó empeorando; por lo tanto, la sulfadiazina se suspendió en el día 3 del postoperatorio. Se inició tratamiento de segunda línea, que involucró la administración de clindamicina, pirimetamina y ácido folínico. En ausencia de tratamiento con sulfadiazina, se añadió atovacuona para la profilaxis contra la neumonía por Pneumocystis jiroveci, ya que el recuento de células T CD4 del paciente estaba por debajo de 200 por milímetro cúbico.
El paciente fue dado de alta a casa en el día 9 postoperatorio para completar un ciclo de 6 semanas de clindamicina, pirimetamina y ácido folínico para la toxoplasmosis cerebral. La atovacuona se continuó para la profilaxis contra la neumonía por P. jiroveci. Se ha demostrado que la iniciación temprana de la terapia antirretroviral en pacientes con algunas infecciones oportunistas mejora los resultados18; por lo tanto, este paciente debía comenzar la terapia antirretroviral de manera ambulatoria cuando los resultados de la genotipificación del VIH y la tipificación tisular HLA-B5701 estaban disponibles y su función renal y función hepática se habían estabilizado.
Después del alta, el paciente pasó 4 días en casa, cuidado por su esposa. Le preocupaba que su ictericia aumentaba y lo llevó a su médico de atención primaria. Las investigaciones de laboratorio revelaron un avance en la insuficiencia hepática y renal, lo que provocó la readmisión en el primer hospital.
En la readmisión, se desarrolló una falla progresiva en el sistema nervioso central, hepático y renal. El nivel total de bilirrubina fue de 35.0 mg por decilitro, el nivel de creatinina de 4.7 mg por decilitro y el tiempo de protrombina de 15.9 segundos; la encefalopatía persistió a pesar del tratamiento con lactulosa. El puntaje  Model for End-Stage Liver Disease score (MELD) del paciente para enfermedad hepática en etapa terminal (que oscila entre 6 y 40, con puntajes más altos que indican enfermedad más grave), ajustado por hepatitis alcohólica, fue 37, lo que corresponde a una tasa de mortalidad del 83%  a los 90 días. Al día siguiente, la función renal empeoró, con un nivel de creatinina sérica aumentando a 8.5 mg por decilitro, un aumento que se creyó secundario a  síndrome hepatorrenal. A través de conversaciones con la esposa y la familia del paciente y en vista del mal pronóstico clínico del paciente y de no ser candidato para trasplante de hígado, se decidió que los objetivos de su cuidado deberían ser solo paliativos. El paciente murió en el hospital el día 3, antes de que pudiera ser trasladado a un centro para pacientes internados.
Para terminar digamos que los reservorios a partir de los cuales  ocurre la reactivación de la toxoplasmosis son principalmente dos: el miocardio, por lo que la reactivación de la toxoplasmosis es un problema en los receptores de trasplantes cardíacos y  el cerebro.
Queda una pregunta referida a  si era necesaria la biopsia cerebral en este paciente que tenía un diagnóstico conocido de infección por VIH con un recuento de células T CD4 de 78 por milímetro cúbico y una lesión que realzaba en el borde, o si hubiese sidoposible un tratamiento empírico. La  respuesta podría surgir del siguiente dato: cuando el paciente está relativamente estable y no tiene un riesgo inmediato de compromiso neurológico permanente, un ensayo de terapia antitoxoplasmosis puede ser útil, particularmente cuando las pruebas para toxoplasma IgG son positivas, la lesión está en un lugar inaccesible, y no hay sugerencia de otros procesos. Existe un algoritmo publicado para el diagnóstico de lesiones de masa focal en pacientes con infección avanzada por VIH que incorpora factores tales como si el paciente ya está tomando trimetoprim-sulfametoxazol (reduciendo la probabilidad de toxoplasmosis) o si se detecta EBV en el líquido cefalorraquídeo ( el riesgo de linfoma) .9

DIAGNÓSTICOS ANATÓMICOS
ENFERMEDAD HEPÁTICA ALCOHÓLICA CON FIBROSIS.
ABSCESO CEREBRAL DEBIDO A TOXOPLASMA.
INFECCIÓN AVANZADA POR VIH





Traducción de
A 45-Year-Old Man with a History of Alcohol Abuse and Rapid Cognitive Decline
Tracey A. Cho, M.D., Mykol Larvie, M.D., Ph.D., Di Tian, M.D., Ph.D., and Mari Mino-Kenudson, M.D.
N Engl J Med 2012; 366:745-755February 23, 2012


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