viernes, 20 de julio de 2018

VARÓN DE 64 AÑOS CON FIEBRE, ARTRALGIAS Y DOLOR TESTICULAR.



Un hombre de 64 años ingresó en este hospital con una historia de 2 semanas de fiebre, escalofríos, artralgias, dolor abdominal y testicular, y leucocitosis. Veinticinco años, mientras el paciente vivía en China, recibió un diagnóstico de tuberculosis pulmonar. En ese momento, él completó un ciclo de 14 meses de un régimen de cuatro medicamentos para la tuberculosis (con medicamentos). Aunque el tratamiento se completó, una tos crónica que producía escaso esputo blanco persistió. Dos años más tarde, el paciente inmigró a los Estados Unidos, y el examen de una muestra de esputo inducida para Mycobacterium  tuberculosis fue reportada como negativa.  El paciente también tenía antecedentes de infección por el virus de la hepatitis B (VHB); 12 años antes, tuvo una prueba positiva para el antígeno de superficie del VHB. En ese momento, una prueba de amplificación de ácido nucleico para ADN de VHB fue negativa. Después de eso, la vigilancia anual del cáncer hepático se realizó con ultrasonografía abdominal y medición del nivel de alfa-fetoproteína en la sangre. Una alfa-fetoproteína elevada nunca fue detectada. La ecografía fue notable por la presencia de quistes hepáticos y renales simples y ecotextura hepática heterogénea, pero el seguimiento con imágenes de resonancia magnética (RMN) del hígado no reveló anormalidad de la señal.
Tres años antes de la internación actual, el paciente fue evaluado por tos crónica. La radiografía del tórax reveló una opacidad nodular en el vértice del  pulmón derecho. La TC de tórax mostró un granuloma calcificado en el vértice derecho y evidencias de bronquiectasias. Se planeó vigilancia anual con TC.
Catorce días antes de la internación actual, comenzó con anorexia y fatiga, junto con dolor y rigidez en la espalda y las pantorrillas. Seis días después, el paciente fue visto por su médico de atención primaria en el hospital. No refirió ningún antecedente  trauma. La temperatura era 37.0 ° C. Había dolor leve  en los músculos  lumbares  paraespinales bilateralmente. El  examen neurológico, incluidas las pruebas de fuerza, sensibilidad, reflejos, coordinación, y la marcha, eran normales. La radiografía de la columna lumbar reveló enfermedad degenerativa de discos a muchos niveles, más pronunciada en  L4 y L5, con altura preservada del cuerpo vertebral. Se recetó ibuprofeno.
Más tarde ese día, la temperatura alcanzó 38.9 ° C.  La  fiebre, escalofríos, sudores y rigidez persistieron y se asociaron con las mialgias de la espalda y pantorrillas que fueron lo suficientemente severas como para impedirle caminar. El ibuprofeno solo proporcionó alivio temporal de  la fiebre y las mialgias. El paciente visitó un  médico chino tradicional, que realizó la moxibustión (quemar sobre una superficie con un material calentado previamente utilizando las propiedades terapéuticas de la raíz de la planta Artemisa), y administró  un agente catártico, que no tuvo ningún efecto. Comenzó a presentar asimismo dolor e hinchazón testicular izquierdo por lo que regresó a su médico de  atención primaria 5 días después de la visita anterior. No refería disuria, hematuria, linfadenopatía, dolor de cabeza, rigidez de nuca  o rash cutáneo. El examen mostró  una temperatura de 37.8 ° C poco después de la administración de ibuprofeno, la presencia de marcas de la  moxibustión en la parte superior de la espalda, y un área  sensible, hinchada, en la cara lateral superior del testículo  izquierdo. Las pruebas de detección para la enfermedad de Lyme y  las pruebas de amplificación de  ácidos nucleicos  para babesia, ehrlichia, y  anaplasma fueron  negativos; otros estudios de laboratorio se muestran en la Tabla 1. También se llevaron a cabo cultivos de sangre y orina así como estudios de imágenes.

En la ecografía del  escroto, ambos testículos tenían una ecotextura normal y flujo Doppler normal, sin lesiones focales. Quistes epididimarios subcentimétricos bilaterales fueron  identificados. La radiografía de tórax reveló una opacidad nodular en el vértice del pulmón derecho, que no había cambiado respecto de estudios previos y probablemente estaba relacionada con enfermedad granulomatosa previa. Había nuevas opacidades mal definidas  en las bases pulmonares que, en el apropiado contexto clínico, podría reflejar la neumonía multifocal.
Se indicó un curso de 7 días de levofloxacina. La fiebre recurrió (con una temperatura de hasta 39,0 ° C) y se asoció con escalofríos, anorexia, mialgias y artralgias.  Estos síntomas persistieron durante los siguientes 3 días. Las mialgias y artralgias parecían empeorar cuando la temperatura era más alta. El paciente también presentaba  cuadros de dolor abdominal agudo intermitentes, dos episodios de diarrea no hemorrágica y una pérdida de peso de 1 kg. Su médico de atención primaria lo remitió al departamento de emergencias, donde se obtuvieron más datos de sus antecedentes, como  dolor de pecho de breve duración, agudo y punzante, no relacionado con los esfuerzos, así como tos crónica que producía esputos finos y blancos.  También notó visión borrosa se había desarrollado en el ojo izquierdo en los últimos 2 días sin pérdida de la visión. Tenía prurito y tinea cruris. Un examen general fue negativo para dolor de cabeza, claudicación mandibular, otras erupciones, y dolor en las articulaciones No refirió haber estado en  contacto con enfermos.
Los medicamentos que tomaba incluían levofloxacina, aspirina, nistatina en polvo y crema de triamcinolona. El uso de tamsulosina había causado secreción nasal.
El paciente había fumado medio paquete de cigarrillos por día durante más de 40 años, pero no  drogas ilícitas Bebía una copa de vino por noche, aunque anteriormente había consumido dos medidas de whisky diariamente. El paciente era retirado de trabajo en  un restaurante hacía 2 años, y su último viaje internacional había sido a China 3 años antes. Su padre murió de cáncer de pulmón a los 71 años de edad, y su madre murió a los 39 años de edad de una causa desconocida. El paciente tenía seis hermanos, un hijo que tenía un hemangioma y una hija que tenía “arritmia”. No había  antecedentes familiares de infección pulmonar, ocular, enfermedades  infecciosas, o  reumatológicas.
En el examen, la temperatura era 37.8 ° C y luego subió a 38.3 ° C, la presión arterial 126/64 mm Hg, la frecuencia cardíaca 74 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria 18 respiraciones por minuto, y la saturación de oxígeno del 97% mientras el paciente  respiraba aire ambiente. Estaba despierto y alerta, y parecía algo cansado. No tenían ictericia escleral, y la orofaringe no tenía eritema, exudados o ulceraciones. No había  rigidez de nuca y el cuello era flexible, con un rango de movimiento normal, la columna vertebral y los músculos paraespinales no eran dolorosos. No había  linfadenopatía cervical o axilar. La auscultación reveló tenues estertores en las bases pulmonares,  roncus bilaterales dispersos, y sibilancias, sin soplo cardíaco o frote. Los ruidos intestinales eran normales, y el abdomen era blando, no sensible y no distendido. Nohabía  hepatoesplenomegalia. No había rash, deformidad, eritema, calor, hinchazón, derrame o sensibilidad articulares.  Las articulaciones tenían un rango completo de movimiento. La materia fecal era guayaco negativa La fuerza  era normal y simétrica en brazos y piernas, y los pulsos distales estaban intactos Los niveles de troponina T, creatina quinasa, lipasa, lactato deshidrogenasa, antígeno prostático específico, y la tirotropina eran normales; otras pruebas de laboratorio se muestran en la Tabla 1.











Se solicitaron cultivos sangre y orina. Un panel para virus respiratorios que  fue negativo para adenovirus, influenza virus, virus parainfluenza y metapneumovirus. Un electrocardiograma mostró ritmo sinusal con latidos auriculares prematuros pero por otra parte era normal. Se realizó una  Radiografía de tórax que mostró  opacidades persistentes en las bases pulmonares y en el vértice derecho. La TC con contraste de abdomen y pelvis mostró un leve realce de la pared vesicular  así como líquido  pericolecístico los cuales fueron interpretados como hallazgos inespecíficos que  en  ausencia de cálculos biliares, podrían ocurrir en el contexto de sobrecarga de volumen o como manifestaciones de una condición sistémica, como enfermedad hepática crónica. Había además  hipodensidades subcentimétricas dispersas  en el hígado, muy probablemente quistes simples. Había derrame pleural pequeño bilateralmente y muy escaso líquido peritoneal. La ultrasonografía del cuadrante superior derecho mostró engrosamiento de la pared de la vesícula biliar y barro  biliar. El signo de Murphy ecográfico fue negativo
El paciente fue admitido en el hospital.  Se suspendió  levofloxacina  y de administró una dosis de acetaminofeno y una dosis de doxiciclina fueron. Durante los siguientes  6 días, el paciente se mantuvo febril, con una temperatura que oscilaba entre  38.1 a 39.6 ° C. Pruebas adicionales fueron realizadas(Tabla 2).










Un scan con  radionúclidos hepatobiliares mostró vesícula y vías biliares extrahepáticas permeables,  sin evidencias de colecistitis aguda. Una  evaluación oftalmológica mostró solo cataratas sutiles  y ojo seco, sin evidencia de infección ocular o retinopatía.
Una TC de  tórax  con contraste realizada  el 5° día de internación mostró que el derrame bilateral era mayor que al ingreso.   Una RMN con gadolinio de columna cérvico-dorso-lumbar   no mostró evidencia de discitis, osteomielitis o abscesos epidurales. Una  RMN  de hígado con gadolinio mostró quistes hepáticos simples dispersos  subcentimétricos. Se llevó a cabo una toracocentesis derecha con control  ultrasonográfico.
El líquido pleural obtenido resultó ser un trasudado.  Una prueba de adenosin deaminasa  en líquido pleural fue negativa, así como también una tinción de  Gram y una para bacilos ácido  alcohol resistentes. Se envió el líquido para  cultivos para bacterias, micobacterias y hongos. El examen citológico de la orina, que se realizó debido a la historia de tabaquismo y hematuria microscópica, no revelaron  células malignas. Un ecocardiograma transtorácico y un transesofágico, no mostraron  vegetaciones valvulares.
El séptimo día de hospital, recurrió la hinchazón y dolor en el testículo izquierdo.  La temperatura alcanzó 40.1 ° C.  El análisis  de orina mostró 2+ de sangre y 10 a 20 glóbulos rojos por campo de gran aumento.
Una  ultrasonografía de control de testículo (Fig. 1), realizado 10 días después de la primera ecografía mostró ingurgitación de vasos testiculares nueva  mayor en el lado izquierdo que en el lado derecho. Ambos testículos eran  heterogéneos en su ecotextura. Los hallazgos eran sugestivos de epididimo-orquitis.
Se administró Ceftriaxona,  y se realizaron otras pruebas de diagnóstico adicionales.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este hombre de 64 años se presentó  con un proceso inflamatorio sistémico con compromiso  testicular, musculoesquelético, gastrointestinal, renal, y posible afectación pulmonar. Existen muchos elementos potencialmente importantes de la historia (incluida la tuberculosis pulmonar y la infección por el VHB, la tos crónica y la historia familiar y de emigración de China) y de los resultados de las pruebas de laboratorio (incluidas las fluctuaciones de la  eosinofilia periférica y niveles elevado de marcadores inflamatorios en la sangre).
Para construir un diagnóstico diferencial en este paciente con  participación multisistémica de órganos, lo haré elegiré  una característica prominente del caso para usar como eje. Aunque hay varias posibilidades, como las mialgias que fueron lo suficientemente graves como para interferir en la marcha  y el dolor punzante en el pecho que no estaba relacionado con el esfuerzo, estas características y otros conducirían a una lista prohibitivamente amplia de posibles diagnósticos. Por lo tanto, anclaré en características que son fundamentales para este caso y tienen una diagnóstico diferencial manejable que son el dolor y lainflamación  dolor testicular
El diagnóstico diferencial del dolor testicular se puede agrupar en tres causas principales: mecánico, infeccioso y vascular. Ciertas  causas mecánicas de dolor testicular, como torsión del testículo o una lesión de masa, han sido descartados sobre la base de estudios de imágenes. También, el paciente no informó ningún trauma testicular.
De nota, causas mecánicas, aparte de tal vez una masa maligna, 1 no se manifestaría por una enfermedad sistémica del alcance visto en este caso.

INFECCIÓN
Una evaluación exhaustiva descartó el mayor potencial causas infecciosas del síndrome de este paciente. Las causas más comunes de epididimo-orquitis son  lasinfecciones de transmisión sexual (incluida la gonorrea y clamidia) en poblaciones más jóvenes e infecciones con Escherichia coli y otras bacterias colónicas que pueden transmitirse a través del coito anal o como resultado de la uretritis ascendente, especialmente en poblaciones de mayor edad con hipertrofia prostática benigna.2 En este caso, las pruebas de ácidos nucleicos de amplificación para gonorrea y DNA  de clamidia fue negativo, un análisis de orina reveló que no había glóbulos blancos, y un cultivo de orina no obtuvo crecimiento, y por lo tanto estos diagnósticos serían poco probables.
La brucelosis es una infección zoonótica que se adquiere a través del contacto con animales infectados o productos alimenticios; 2 a 20% de los casos de brucelosis en los hombres resulta en epididimitis, orquitis o abscesos testiculares.3 Sin embargo, este paciente no tenía exposiciones relevantes.  Más aún, en una  serie de casos, los  hemocultivos fueron positivos en el 69% de los pacientes que tenían brucelosis con síntomas testiculares, y los hemocultivos fueron negativos en este paciente, al igual que las pruebas de IgM específica para Brucella y anticuerpos IgG; estos hallazgos de manera efectiva  descartar este diagnóstico La parotiditis es un importante consideración en este paciente, especialmente porque su estado de vacunación es desconocido. Sin embargo, él no tenía hinchazón de la glándula parótida, que generalmente precede a la orquitis Además, no tenía exposiciones conocidas, y una prueba para anticuerpos IgM específicos para las paperas fue negativo





Figura 1. Imágenes de ultrasonido del escroto.
Imágenes de escala de grises sagital de los testículos izquierdo y derecho (paneles A y B, respectivamente) e imágenes Doppler color sagital de los testículos izquierdo y derecho (Paneles C y D, respectivamente) muestran una ecotextura heterogénea y vascularidad aumentada.




La tuberculosis es una consideración particularmente importante en este paciente, ya que él tenía una infección previa conocida  y se presentó con una enfermedad  sistémica. La tuberculosis puede afectar el testículo, dando  como resultado una  hinchazón que puede ser dolorosa o indolora.5,6  La evaluación para un diagnóstico de reactivación pulmonar de la tuberculosis hasta ahora no ha sido reveladora. Aunque el testículo puede parecer como un sitio primario poco probable de infección extrapulmonar tuberculosa no puede descartarse por ahora.   Una biopsia del testículo, con un extendido para  micobacterias, cultivo y un examen anatomopatológico de la muestra de biopsia, serían necesarios para descartar definitivamente  esta posibilidad.

VASCULITIS
Dado que las causas infecciosas y mecánicas han sido descartadas en gran medida y el paciente tenía evidencia de vasos congestionados en los estudios de imagen, la vasculitis sube a la cima del diagnóstico diferencial. En la evaluación de vasculitis sospechada, lo primero es  determinar el tamaño  de los vasos involucrados (grandes, medianos, o pequeños) sobre la base de las características de la presentación clínica. Si nos basamos en la participación de la vasculatura del testículo nos permite descartar vasculitis de vasos grande, porque los vasos testiculares no son grandes ramas de la aorta. De haberse  elegido un elemento guión diferente del testículo, como por ejemplo las alteraciones visuales que presentaba este paciente, los síntomas sistémicos , o los niveles elevados de marcadores inflamatorios en un hombre mayor, podríamos haber enmarcado el escenario clínico de manera diferente y considerado la posibilidad de arteritis de células gigantes. Sin embargo, usando los síntomas testiculares como punto de partida, la probabilidad de arteritis de células gigantes es baja en principio
Cuando la afectación testicular ocurre como manifestación de vasculitis sistémica en adultos, se asocia más comúnmente  con poliarteritis nodosa (una vasculitis de vasos medianos). Sin embargo, los síntomas testiculares también pueden ocurrir con diversos tipos de vasculitis de pequeños vasos. Por ejemplo, vasculitis por IgA (una vasculitis de pequeños vasos), que puede causar dolor testicular e hinchazón; el compromiso testicular puede ser más común en niños que adultos.7 Sin embargo, la púrpura palpable es un signo característico de la vasculitis por IgA. En una serie de casos de vasculitis por IgA afectando adultos, la púrpura afectaba al 96% de los pacientes.8 Dado que este paciente no tenía púrpura, un diagnóstico de vasculitis por IgA es improbable.
Dado  que la afectación testicular ha sido reportada con poliarteritis nodosa y con diversos tipos de vasculitis de vasos pequeños, 9 habría que  ir más allá de los síntomas testiculares y considerar otras características diferenciadoras de este caso en un intento de ayudar a reducir el diagnóstico diferencial. Las pruebas de laboratorio pueden ayudar a diferenciar entre los tipos de vasculitis de pequeños vasos. Por ejemplo, cuando las crioglobulinas séricas son negativas, lo mismo que el factor reumatoideo   y no se detecta un bajo nivel de C4 no en un paciente que no tiene una púrpura característica, el  diagnóstico de vasculitis crioglobulinémica  es poco probable. La  vasculitis por ANCA, se  asocia al compromiso de pequeños vasos pero las pruebas de ANCA en este paciente fueron negativas.   De nota, la sensibilidad de las pruebas de ANCA depende de los sistemas orgánicos que están involucrados. Asumiendo que el levemente elevado nivel de creatinina y la  hematuria microscópica, una vasculitis con afectación renal, la sensibilidad de las pruebas de ANCA sería mayor de 90% para la granulomatosis con poliangitis y aproximadamente 70% para la poliangitis microscópica. La prueba ANCA negativa hace que estos diagnósticos poco probables. La sensibilidad de las pruebas ANCA para la granulomatosis eosinofílica con poliangitis es aproximadamente del 50%, 10 y por lo tanto, una prueba negativa no es suficiente para descartar este diagnóstico
¿Hay alguna característica de la presentación de este paciente que  puede ayudar a diferenciar entre vasculitis de vasos medianos (poliarteritis nodosa), y vasculitis de pequeños vasos? Caracterizando el grado de afectación pulmonar puede convertirse en un dato crítico que ayudaría a reducir el diagnóstico diferencial. El compromiso  del parénquima pulmonar es sugestivo de vasculitis de pequeños vasos, porque la inflamación de los capilares puede resultar en hemorragia alveolar difusa. En la poliarteritis nodosa, los capilares no se ven afectados y por lo tanto, el parénquima se salva. En este caso, inicialmente hubo algún tipo de clínica preocupación por la neumonía, y el paciente estaba tratado con antibióticos. Sin embargo, la revisión de las imágenes   en el contexto del síndrome clínico, los nódulos eran estables y no hubo  infiltrados nuevos o características que fueran consistentes con hemorragia alveolar difusa. La enfermedad granulomatosa previa conocida explica suficientemente la presencia de nódulos y la estabilidad tanto de las imágenes como de los síntomas pulmonares sugieren que los pulmones no se vieron afectados por el proceso actual. Por lo tanto, la  granulomatosis eosinofílica con poliangitis y el síndrome de Goodpasture, que tiene una tendencia a la participación de los pulmones y los  riñones, son poco probables en este caso. Descartada la participación pulmonar en actividad, el diagnóstico más probable en este caso es poliarteritis nodosa, que también parece ser una buena opción para explicar el síndrome clínico  de este paciente.
De acuerdo a la descripción característica o clásica de la clínica de la poliarteritis nodosa  una serie de casos de 348 pacientes, la participación multiorgánica es compatible con el diagnóstico.11 La poliarteritis nodosa puede darse ya sea asociada a  infección por VHB o presentarse como forma  idiopática. La poliarteritis nodosa asociada al VHB es atribuida al depósito de inmunocomplejos en el contexto de viremia activa.12 Aunque este paciente tenía un antecedente remoto de infección por VHB, no se detectó ADN de VHB  en el momento de esta presentación, y, por lo tanto, es poco probable que el VHB sea la causa en este caso.
Para establecer un diagnóstico de poliarteritis nodosa en este paciente, sería recomendable  realizar una biopsia del testículo izquierdo. Dado que el tratamiento con inmunosupresión probablemente sería iniciado rápidamente si un diagnóstico de poliarteritis nodosa se confirmara en la biopsia, habría que considerar pruebas y tratamientos adicionales que podrían ser importantes de  seguir antes del inicio de la inmunosupresión. Dado la infección previa por VHB, pone al paciente en riesgo de reactivación viral cuando sea sometido a inmunosupresión.  Podría considerarse  la profilaxis viral. Dada la fluctuación de la eosinofilia (que permanece sin explicación para el diagnóstico de poliarteritis nodosa),  y el antecedente de  la emigración de una región donde Strongyloides está presente, consideraría que el paciente puede estar en riesgo de infección quiescente  y habría que  administrar  tratamiento empírico, especialmente si el los resultados de las pruebas serológicas no están disponibles antes del inicio de la inmunosupresión.


DIAGNOSTICO CLÍNICO PRESUNTIVO
POLIARTERITIS NODOSA.



DISCUSIÓN PATOLÓGICA
La  tinción con hematoxilina y eosina de una muestra  de  biopsia de la arteria temporal mostró un denso infiltrado inflamatorio en la adventicia de la pared arterial  y células inflamatorias adicionales dispersas en lamedia e íntima del vaso (Fig. 2A).  La tinción con Verhoeff-van Gieson mostró la interrupción de las fibras elásticas en la íntima vascular (figura 2B)  y la tinción inmunohistoquímica para CD3 y CD163 resaltaron  linfocitos e histiocitos, respectivamente, en el infiltrado inflamatorio (Fig. 2C) y 2D). La presencia de un infiltrado  linfohistiocítico vascular y la  disrrupción de las fibras elásticas apoyó un diagnóstico de arteritis activa. En un vaso mediano a grande como la arteria temporal, las consideraciones de diagnóstico incluyen la arteritis de células gigantes, la  poliarteritis nodosa y una vasculitis asociada a  ANCA asociado; las dos últimas entidades fueron favorecidas, ya que el infiltrado inflamatorio se centró en la adventicia en lugar de la media. La ausencia de células gigantes (como en este caso) no descarta un diagnóstico de arteritis de células gigante.13








Figura 2. Muestra de biopsia de arteria temporal.
La tinción con hematoxilina y eosina (Panel A) muestra un denso infiltrado de células mononucleares en la adventicia de la pared arterial (flechas), con células inflamatorias dispersas adicionales en el medio vascular y la íntima (puntas de flecha). La tinción  con Verhoeff- van Gieson (elástica) (Panel B) muestra fragmentación e interrupción de las fibras elásticas en la íntima vascular  (flechas) en los segmentos de la arteria que contienen células inflamatorias. La tinción inmunohistoquímica para CD3 (Panel C) resalta los linfocitos (en marrón) en la adventicia (flechas) y la íntima (puntas de flecha). La tinción inmunohistoquímica para CD163 (Panel D) destaca histiocitos (en marrón) en la adventicia (flechas) y en la media e íntima (puntas de flecha).


Además de la biopsia de la arteria temporal, se realizó una biopsia epididimaria. El examen histológico  reveló inflamación prominente de las arterias pequeñas circundantes en el tejido conectivo fibrovascular entre los túbulos del epidídimo que no mostraban anormalidades notables  (Fig. 3A). A mayor aumento, una vasculitis necrotizante del total del espesor  fue visible, con depósitos de fibrina y obliteración luminal por un infiltrado inflamatorio que se componía de neutrófilos, eosinófilos, linfocitos e histiocitos (Fig. 3B). La tinción inmunohistoquímica para CD3 y CD163 resaltó linfocitos e histiocitos, respectivamente, en elinfiltrado inflamatorio (Fig. 3C y 3D).  El examen de biopsia de tejido testicular, que fue obtenido durante el mismo procedimiento, también reveló vasculitis necrotizante de arterias pequeñas  a medianas del testículo (Fig. 3E). Tomados en conjunto, estos hallazgos histológicos apoyaron fuertemente un diagnóstico de poliarteritis nodosa.







Figura 3. Muestras de biopsia de epidídimo y biopsia testicular.
La tinción con hematoxilina y eosina de la muestra de biopsia epididimaria (Panel A) muestra agregados de células (mostradas con un círculo) en el tejido conjuntivo fibrovascular y túbulos epididimarios anómalos (asteriscos). A mayor aumento (Panel B), una pequeña arteria muscular está involucrada por un infiltrado inflamatorio transmural que se compone de eosinófilos, neutrófilos, linfocitos e histiocitos, con evidencia de necrosis fibrinoide (puntas de flecha) y obliteración vascular (asterisco); en el lado izquierdo, otra pequeña arteria (flecha) está parcialmente involucrada por un proceso inflamatorio similar. La tinción inmunohistoquímica para CD3 (Panel C) resalta los linfocitos (en marrón) en toda la pared  del vaso. La tinción inmunohistoquímica para CD163 (Panel D) resalta los histiocitos (en marrón) en toda la pared del vaso. La tinción con hematoxilina y eosina del parénquima testicular (Panel E) muestra espermatogénesis activa (flechas) e inflamación transmural (puntas de flecha), con necrosis fibrinoide de arterias de pequeño calibre (A) que respetan las venas (V).




DISCUSIÓN DEL MANEJO
En un paciente con poliarteritis nodosa, las consideraciones iniciales de tratamiento ESTÁN determinadas por el estado de la infección por HBV y la gravedad o severidad de la enfermedad en sí misma. El compromiso  de la arteria  temporal  y el testículo pueden llevar a una isquemia crítica de los órganos afectados En este paciente, la isquemia se manifestó por dolor testicular, y clasificamos a la poliarteritis nodosa como severa. A pesar de que tenía un antecedente remoto de infección por VHB, se interpretó  que el VHB no estaba  impulsando la poliarteritis nodosa, dadas las pruebas negativas para el antígeno de superficie del VHB y la presencia de anticuerpos y para ADN de VHB  así como los resultados normales de las pruebas de función hepática en el momento  de la presentación actual. Por lo tanto, la enfermedad se clasificó como poliarteritis nodosa idiopática.
Para la poliarteritis nodosa severa idiopática, la remisión se puede lograr con la administración de glucocorticoides en combinación con ciclofosfamida o rituximab. Dada la rareza de la poliarteritis nodosa, hay datos limitados de grandes ensayos clínicos aleatorizados para como para guiar la elección de la terapia. Sin embargo, debido a las similitudes entre poliarteritis nodosa y las vasculitis asociadas a ANCA, algunos proveedores extrapolan   los hallazgos del trial: “Rituximab in ANCA-Associated Vasculitis” (RAVE), que demostró que rituximab no es inferior a la ciclofosfamida para el tratamiento de la vasculitis asociada a ANCA.14
Hay una tendencia general en el campo de la reumatología de dejar atrás el uso de ciclofosfamida debido a su perfil desfavorable de efectos secundarios, que incluye cáncer y otros efectos tóxicos, como la supresión de la médula ósea. Dado que  rituximab generalmente se asocia con un perfil de efectos secundarios aceptables  a menudo se consider  una alternativa más segura a la ciclofosfamida. Este  paciente fue tratado con rituximab y una alta dosis de glucocorticoides, con un plan para disminuir la dosis durante un período de 12 meses.
La replicación del VHB puede reactivarse después del tratamiento con rituximab, 15 y el riesgo de reactivación varía de acuerdo con el estado del de la infección VHB del paciente. En este caso, el paciente había tenido un prueba positiva para anticuerpos contra el antígeno core de HBV, pero en el momento de la presentación actual, las pruebas fueron negativas para el antígeno de superficie del VHB para elADN circulante de VHB. Sin embargo tampoco tenía inmunidad protectora,  que se asocia a una prueba positiva para anticuerpos dirigidos contra el antígeno de superficie del VHB. Por lo tanto, este paciente estaba en riesgo de reactivación del VHB, el que puede ser fatal.
Para reducir el riesgo de reactivación del VHB después tratamiento con rituximab, los niveles de ADN del VHB pueden ser monitoreados de cerca por reactivación viral16,17 o puede administrarse una terapia antiviral profiláctica. 18 Se prefiere la terapia profiláctica, y se puede usar tenofovir o entecavir18,19; en este caso, entecavir fue elegido.
La fiebre se resolvió  después de la iniciación de la terapia diaria con prednisona. Rituximab, ivermectina (para la prevención de la estrongiloidiasis) y entecavir fueron administrados antes del alta. Dos semanas más tarde, el paciente recibió rituximab, y la dosis de prednisona se redujo. Una prueba para los anticuerpos contra strongyloides fueron positivos, pero no hubo evidencia clínica de estrongiloidiasis. Un mes más tarde, aparecieron  hipertensión, cefalea, confusión, y convulsiones. Una  resonancia magnética de cerebro  ponderada en  T2 con FLAIR  mostraron hiperintensidad predominantemente en la región posterior del cerebro, con realce leptomeníngeo adyacente leve. Se realizó una punción lumbar, y los resultados del análisis del líquido cefalorraquídeo fueron normales. El paciente fue tratado con antiepilépticos y agentes antihipertensivos. En una RMN realizada varios días después, los hallazgos habían mejorado. Se hizo el diagnóstico  de síndrome de encefalopatía posterior reversible, la causa del cual permanece desconocido.  Hay informes de que esta condición puede ocurrir  después de la administración de  terapia con rituximab, y no se puede descartar que rituximab no haya sido el responsable de este cuadro. Por lo tanto, se tomó la decisión de no administrar más rituximab.  Fue tranquilizador que el paciente siguió bien mientras recibía las dosis de prednisona en descenso, así que se optó por  continuar con la terapia de prednisona y controlar al paciente de cerca por la posible recurrencia de la poliarteritis nodosa. El paciente recibió prednisona por aproximadamente 1 año después de la presentación inicial. Un año después de la terapia de inducción con rituximab, los linfocitos B CD20 + permanecían deplecionados. El paciente continúa recibiendo profilaxis con entecavir, con un plan para descontinuar tratamiento 6 meses después de la repoblación de linfocitos B CD20 +. No ha habido recurrencia de poliarteritis nodosa.


DIAGNÓSTICO ANATÓMICO
POLIARTERITIS NODOSA.


FUENTE: A 64-Year-Old Man with Fever, Arthralgias, and Testicular Pain
Chana A. Sacks, M.D., Aoife Kilcoyne, M.D., Zachary S. Wallace, M.D., and Krzysztof Glomski, M.D., Ph.D.






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jueves, 12 de julio de 2018

MUJER DE 37 AÑOS CON MASA CEREBRAL


Una mujer de 37 años, diestra  ingresó a un hospital debido a vértigo, debilidad en el lado izquierdo de su cuerpo y una masa en el cerebro en un estudio de imágenes previo.
La paciente se encontraba en su estado de salud habitual hasta 3 días antes de su ingreso, cuando de repente tuvo la sensación de que la habitación estaba girando, asociado a náuseas y  marcha inestable. Después de aproximadamente 4 horas, consultó al departamento de emergencia del hospital. Mientras estaba en el departamento de emergencias, sus síntomas empeoraron súbitamente y se agregaron hormigueos, sensación de entumecimiento y  empeoramiento de la debilidad en el brazo izquierdo. Posteriormente, tuvo dolor en el muslo izquierdo y movimientos involuntarios de la pierna izquierda, que duraron 25 minutos y se resolvió con la administración de lorazepam por vía intravenosa. Una resonancia magnética reveló una masa con anillo de realce, que medía 8 mm por 9 mm, en el lóbulo parietal derecho del cerebro. La tomografía computarizada (TC) del tórax mostró una masa lobulada con realce en el lóbulo inferior derecho del pulmón, con características compatibles con una malformación arteriovenosa.  Se comenzó con levetiracetam  y la paciente quedó internada en el servicio de neurocirugía.
No tenía fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, sinusitis o dolor de oídos, dolor abdominal, vómitos o diarrea. Ella tenía un diagnóstico reciente de endometriosis, y una biopsia endometrial se había realizado 2 semanas antes del ingreso. Se realizó un procedimiento dental 9 días antes de la presentación, con drenaje de abscesos periodontales del cuadrante superior derecho. Desde la infancia, tuvo numerosos episodios de epistaxis. Tenía una larga historia de anemia y le habían dicho que tenía una forma de talasemia. Trabajaba en una oficina, estaba casada y vivía con su esposo y cuatro hijos. Ella no fumaba, no consumía alcohol ni usaba drogas ilícitas. No había viajado recientemente. Era de ascendencia italiana e irlandesa. Su padre tenía una enfermedad cardíaca congénita y tenía un reemplazo de válvula a los 45 años de edad, y un hermano tenía una enfermedad valvular cardíaca. Su madre, otros hermanos y sus niños estaban bien. No se sabía que ningún miembro de su familia inmediata tuviera problemas similares. Ella era alérgica a las sulfonamidas y la eritromicina. No había tomado ningún medicamento en  su casa antes de consultar.
La temperatura era de 36.6 ° C, el pulso de 82 latidos por minuto, la presión arterial de 100/66 mm Hg y la frecuencia respiratoria de 18 respiraciones por minuto. No había telangiectasias cutáneas ni bucales. Había un pack de gasa sobre la encía del cuadrante superior derecho pero no tenía dolor allí ni había evidencia de infección activa. No había dolor a la palpación sobre los senos o la mastoides. No había  linfadenopatía cervical. Los ruidos cardíacos eran normales, sin soplos. Los pulmones estaban limpios a la auscultación y el abdomen era blando y no doloroso. En el examen neurológico, la paciente estaba alerta y completamente orientada. Las pupilas tenían 3.5 mm de diámetro y eran simétricamente reactivas a la exposición a la luz. Los movimientos extraoculares y la agudeza visual estaban intactos, y los resultados de las pruebas de confrontación mostraron que los campos visuales eran normales. La  sensibilidad superficial estaba  disminuida en el lado izquierdo, más en la pierna afectada que el brazo. La fuerza y ​​los reflejos tendinosos profundos eran normales. El resto del examen neurológico fue normal.
El recuento de leucocitos fue de 14,500 por milímetro cúbico  y el recuento de plaquetas fue normal; el hematocrito fue 32.4%, el nivel de hemoglobina 10.6 g por decilitro, el volumen corpuscular medio 65 fl (normal  80 a 100), la hemoglobina corpuscular media 21.3 pg por glóbulo rojo (normal, 26.0 a 34.0), el ancho de distribución de glóbulos rojos 19.1% (rango de referencia, 11.5 a 14.5), y el nivel de proteína C-reactiva 13.2 mg por litro (rango de referencia para evaluación de inflamación,  más de 8). Otras pruebas de laboratorio de rutina, incluida la medición de los niveles de electrolitos y las pruebas de coagulación y de la función hepática y renal, fueron normales.
La resonancia magnética del cerebro reveló una lesión con realce, de 1,9 cm por 2,2 cm por 2,8 cm, en la circunvolución cingulada posterior derecha, asociada con hiperintensidad de señal ponderada en T2 circundante en los lóbulos frontal y parietal posterior izquierdos. En las secuencias ponderadas por difusión, había áreas de restricción de la difusión dentro de la lesión pero no más allá del área de susceptibilidad. La espectroscopia por resonancia magnética de protones reveló una disminución en el pico de N acetil aspartato, sin evidencia definitiva de duplicación de lactato o una relación marcadamente elevada de colina a creatinina asociados a la lesión.
Más tarde ese mismo día, se realizó un procedimiento  diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La RMN realizada al llegar (Figura 1A) reveló una lesión intraaxial heterogénea dentro de la circunvolución cingulada posterior derecha en las imágenes potenciadas en T2. Había hiperintensidad de señal intrínseca en las imágenes potenciadas en T1, que se correlaciona con un artefacto de susceptibilidad a lo largo de los de la zona medial y superior de la lesión. Después de la administración del material de contraste (Figura 1B), hay un realce en anillo periférico visto en la secuenciación ponderada en T2. El resto del cerebro y las estructuras craneales parecían normales. La lesión ahora medía 1.9 cm por 2.2 cm por 2.8 cm, lo que representaba un notable aumento de tamaño respecto del estudio inicial 30 horas antes.




Figura 1. Estudio de resonancia magnética del cerebro que muestra una masa heterogénea con  anillo de realce  en la circunvolución cingulada posterior derecha.
Una imagen ponderada en T1 obtenida después de la administración de material de contraste (Panel A) muestra una masa con un anillo circundante de realce (flecha). La región central de la masa tiene baja intensidad de señal, lo que sugiere la presencia de líquido. En secuencias ponderadas en T2 obtenidas antes de la administración de material de contraste (Panel B), la masa tiene una intensidad de señal alta en el centro, un anillo periférico de intensidad de señal (flecha) similar al del parénquima cerebral y una extensa área contigua de alta intensidad de señal. La imagen ponderada por difusión (Panel C) muestra un área de hiperintensidad en la región central de la masa (flecha). La imagen del coeficiente de difusión aparente (Panel D) de la misma área de la lesión tiene una señal muy baja (flecha). Estos hallazgos combinados indican difusión restringida de agua y sugieren la presencia de un líquido viscoso. La resonancia magnética ponderada por perfusión muestra un aumento en el tiempo medio de tránsito dentro de la cavidad del absceso (panel E, flecha) y disminución del volumen de sangre cerebral en el mismo lugar (panel F, flecha). Hay un aumento del flujo sanguíneo cerebral en la periferia de la lesión, una característica compatible con la hiperemia reactiva.


También se realizó un estudio de resonancia magnética ponderada por difusión (Figura 1C) como parte del protocolo de imágenes de rutina. Las imágenes revelaron un área central hiperintensa que se correlacionaba con una región hipointensa de la imagen del coeficiente de difusión aparente (Figura 1D); esta correlación fue consistente con la difusión restringida en el área de la lesión. Se realizó espectroscopia por resonancia magnética de protones, pero su uso fue severamente limitado debido a una alta relación señal / ruido. Hubo una disminución en el pico de N-acetil aspartato, sin evidencia definitiva de una duplicación de lactato o una relación marcadamente elevada de colina a creatinina. La resonancia magnética ponderada por perfusión mostró un aumento en el tiempo medio de tránsito (Figura 1E) dentro de la lesión, que se correlacionó con una disminución en el volumen sanguíneo cerebral (Figura 1F) en el mismo lugar. Hubo un aumento en el flujo sanguíneo cerebral dentro de la periferia de la lesión. En general, hubo una masa intraaxial potenciadora de anillo dentro del giro cingulado posterior derecho con evidencia de edema vasogénico circundante y características de espectroscopia de resonancia magnética de protón inespecífica que más que duplicaron su tamaño durante un período de 30 horas.

Establecer el diagnóstico requiere considerar los aspectos distintos pero relacionados de la presentación del paciente: una larga historia de epistaxis, manipulación gingival reciente, una biopsia endometrial reciente, la nueva aparición de síntomas neurológicos focales, una masa cerebral que aumenta rápidamente, y el descubrimiento de una malformación arteriovenosa pulmonar.

ABSCESO CEREBRAL
Aunque la paciente tiene una presentación compleja, los detalles de su historial médico ayudan a establecer un diagnóstico diferencial funcional. Los síntomas neurológicos del paciente comenzaron el día de su presentación inicial, con una sensación de desequilibrio, náuseas y sospecha de actividad de ataque focal en el lado izquierdo. Esta información sugiere una patología intracraneal que involucra la corteza cerebral derecha. La naturaleza repentina y rápidamente progresiva de sus síntomas, medida en horas, es típica de los abscesos cerebrales1,2,3. Una aparición más rápida de los síntomas, medida en minutos, sugeriría un evento vascular o isquémico, y un inicio más prolongado, medido en semanas o meses, es más típico de un proceso neoplásico. En este paciente joven sin un pródromo prolongado, se requiere una evaluación sistémica y radiológica inmediata de estos síntomas neurológicos, ya que los abscesos cerebrales son lesiones tratables. Un retraso indebido podría causar déficits neurológicos definitivos.
Uno de los aspectos más llamativos de la atención de la presentación del paciente es su reciente cirugía periodontal. Los procedimientos dentales son factores de riesgo bien conocidos para el desarrollo de abscesos cerebrales.4,5 También se le realizó una biopsia endometrial y organismos de la vagina pudieron haber contaminado el sitio de la biopsia. La exacerbación del riesgo de diseminación hematógena de las bacterias fue la presencia de una malformación arteriovenosa pulmonar. La circulación pulmonar proporciona una protección importante que limita la propagación hematógena de las bacterias a la circulación sistémica por la acción de filtración de los capilares pulmonares. En presencia de una malformación arteriovenosa, las bacterias tienen un acceso más fácil a la circulación sistémica a través de un cortocircuito vascular pulmonar de derecha a izquierda, independientemente de su tamaño.6
Datos clínicos y de laboratorio adicionales apoyan el diagnóstico de una causa infecciosa de la lesión cerebral de este paciente. Aunque la paciente permaneció sin fiebre, tuvo un recuento elevado de glóbulos blancos. Su nivel de proteína C-reactiva, una proteína de fase aguda con niveles elevados en el suero de pacientes con inflamación aguda, también fue elevada. En pacientes con lesiones cerebrales que aumentan el anillo, un nivel elevado de proteína C-reactiva está altamente correlacionado con la presencia de un proceso infeccioso y se observa con menos frecuencia en presencia de una neoplasia cerebral7,8.
La resonancia magnética proporciona más evidencia que reduce el diagnóstico diferencial. Muchos procesos pueden presentarse como lesiones quísticas con un realce periférico en anillo circundante, 9 que incluyen abscesos cerebrales piógenos, otras infecciones (por ejemplo, toxoplasmosis), tumores malignos, enfermedades desmielinizantes y lesiones vasculares tales como infartos o hematomas. Sin embargo, las imágenes en este caso muestran un núcleo central de difusión restringida en secuencias ponderadas por difusión, un anillo periférico de contraste después de la administración de gadolinio y una capa delgada de intensidad de señal baja concéntrica en secuenciación ponderada en T2, hallazgos observados consistentemente solo en abscesos cerebrales.10 La espectroscopía por resonancia magnética de protones, la RMN ponderada en difusión12 y la RMN ponderada en perfusión también son útiles para diferenciar los abscesos piógenos cerebrales de los tumores cerebrales quísticos. El aumento de la hiperintensidad y un menor volumen sanguíneo cerebral relativo, como se ha visto en este caso, favorecen el diagnóstico de un absceso cerebral sobre un tumor necrótico o quístico13. Finalmente, dado que esta lesión casi duplicó su tamaño en poco más de 2 días, fue mucho más probabilidades de ser un absceso que un tumor.
Los abscesos cerebrales pueden ser el resultado de la diseminación contigua de la infección desde los senos mastoides o frontales, por traumatismo directo o procedimientos neuroquirúrgicos, o por diseminación hematógena.14 En este paciente, los estudios de imágenes no mostraron evidencia de diseminación contigua de la cavidad oral u otras estructuras, y la fuente probable fue la diseminación hematógena de organismos, ya sea a partir del procedimiento odontológico o la biopsia endometrial. Los abscesos cerebrales a menudo son polimicrobianos, y las especies causantes difieren según la fuente de la infección. Las especies de estreptococos y los anaerobios son aislados frecuentes de fuentes dentales.

TELANGIECTASIA HEMORRÁGICA HEREDITARIA
La presencia de una malformación arteriovenosa pulmonar y la historia de epistaxis recurrente plantearon la sospecha de un síndrome hereditario unificador. La telangiectasia hemorrágica hereditaria es un síndrome que produce malformaciones arteriovenosas que afectan a numerosos órganos, incluida la nariz (en> 95% de los casos), la piel (en> 80%), el tracto gastrointestinal (en 30%), los pulmones (en más de 30% ), hígado (en 30%) y cerebro (en 10%). 16 En la presentación, este paciente tenía dos de los cuatro criterios de Curazao utilizados para diagnosticar telangiectasia hemorrágica hereditaria (malformación arteriovenosa visceral y epistaxis), pero no tenía los otros dos (telangiectasia visible en sitios característicos, como los labios, la orofaringe, la cavidad nasal o los dedos, o antecedentes familiares conocidos de telangiectasia hemorrágica hereditaria) 17 (tabla 1).




 Tabla 1. Criterios de Curaçao para el diagnóstico de la telangiectasia hemorrágica hereditaria


CONCLUSIONES
El diagnóstico en este caso es muy probablemente un absceso cerebral polimicrobiano debido a la diseminación hematógena de la infección en un paciente con una malformación arteriovenosa pulmonar. Para guiar el tratamiento, el próximo paso debe ser realizar una biopsia con aguja estereotáctica guiada por imagen para establecer un diagnóstico definitivo y permitir el aislamiento de los organismos causantes. Además, la investigación para establecer un diagnóstico de telangiectasia hemorrágica hereditaria es esencial para poder realizar el seguimiento y la profilaxis adecuados y prevenir la recurrencia de abscesos cerebrales y otros problemas asociados con esta enfermedad18.
Aunque el diagnóstico de trabajo cuando la paciente fue internada fue un tumor cerebral, el ritmo de aparición y el rápido crecimiento de la lesión fueron más sugestivos de un proceso infeccioso. Rápidamente procedimos a realizar una biopsia con aguja estereotáxica guiada por imagen de la lesión. Se colocó un bastidor estereotáctico en la cabeza del paciente, se obtuvo una resonancia magnética y se utilizó un software disponible en el mercado (Integra Radionics) para guiar la selección de los puntos objetivo para la obtención de muestras de biopsia. Luego, la paciente fue trasladada a la sala de operaciones, donde se la colocó en posición de semisentada y se le administró sedación consciente y anestesia local. Realizamos una craneotomía con orificio de perforación para poder obtener una muestra de biopsia con aguja de la pared de la lesión, que enviamos para el examen patológico intraoperatorio. Se eligió un segundo objetivo en el centro de la lesión, se avanzó la aguja hasta este punto y se aspiraron 4 ml de material purulento y se enviaron para estudios patológicos y microbiológicos. Finalmente, se instiló 1 mg de gentamicina localmente en la cavidad a través de la aguja de biopsia. La herida se cerró de la manera estándar, y el paciente se recuperó bien sin déficit neurológico del procedimiento.

DIAGNÓSTICO PRESUNTIVO
ABSCESO CEREBRAL POLIMICROBIANO PIÓGENO, ASOCIADO CON UNA MALFORMACIÓN ARTERIOVENOSA PULMONAR, SUGESTIVA DE TELANGIECTASIA HEMORRÁGICA HEREDITARIA.


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Recibimos muestras directamente del quirófano, incluida una muestra de tejido cerebral de una biopsia con aguja gruesa y un aspirado que consiste en material mucoide gelatinoso. El examen de un frotis y cortes congelados (Figura 2A) revelaron células inflamatorias agudas, macrófagos y restos necróticos característicos de un proceso inflamatorio agudo. Las secciones histológicas permanentes teñidas con hematoxilina y eosina mostraron tejido necrótico con un infiltrado neutrofílico. No se identificaron pruebas de un tumor maligno. La tinción de Gram del exudado purulento (Figura 2B) obtenido del segundo objetivo reveló la presencia de abundantes cocos grampositivos. Una muestra con tinción de nitrato de plata metenamina de Grocott no mostró organismos fúngicos. Estos hallazgos fueron diagnósticos de un absceso cerebral de origen bacteriano.




Figura 2. Características histológicas de muestras de biopsia.
El tejido obtenido a partir de la biopsia con aguja gruesa inicial (Panel A, hematoxilina y eosina) reveló neutrófilos, macrófagos, fibroblastos y vasos sanguíneos pequeños, que concuerdan con un extenso proceso inflamatorio agudo. La tinción de Gram del exudado purulento (Panel B, Brown-Hopps) obtenido del segundo objetivo mostró abundantes cocos grampositivos.


La tinción de Gram de frotis preparados en el laboratorio de microbiología reveló abundantes cocos grampositivos en pares y abundantes bacilos gramnegativos. Los cultivos de los contenidos del absceso revelaron una flora mixta que consistía en el grupo aeróbico Streptococcus anginosus y en el anaerobio Fusobacterium nucleatum.

DISCUSIÓN DEL MANEJO
Las opciones para el tratamiento de abscesos cerebrales van desde tratamiento médico con antibióticos solo, tratamiento médico combinado con biopsia y aspiración de la lesión, y escisión abierta del absceso, si es lo suficientemente grande como para causar síntomas neurológicos a partir de un efecto de masa o prueba ser resistente a la terapia con antibióticos19,20,21. El objetivo es reducir el efecto de la masa mientras se proporciona un control efectivo de la infección. Aunque la terapia con antibióticos es la piedra angular del tratamiento, rara vez se usa empíricamente en ausencia de datos de los cultivos. El examen de una muestra de los contenidos del absceso permite la determinación de especies microbianas y sensibilidades, permitiendo la terapia con antibióticos dirigida. La aspiración de los contenidos del absceso reduce el efecto de masa y la carga de microorganismos y permite el riego directo de la cavidad del absceso con solución antibiótica, como se hizo en este caso. Cuando se realiza con guía por RMN, los procedimientos estereotácticos basados ​​en marcos como el realizado en este caso localizan con precisión la cavidad del absceso y limitan la posibilidad de daño neurológico, especialmente en áreas cercanas a la corteza elocuente19,20,21.
Después de la operación, se consultó a médicos con experiencia en enfermedades infecciosas. El aislado de S. anginosus fue sensible a todos los antibióticos probados. Según la recomendación de los médicos, se comenzó el tratamiento antibiótico de amplio espectro con vancomicina, ceftriaxona y metronidazol por vía intravenosa.
Durante el mismo ingreso, la paciente fue evaluada para el tratamiento de la malformación arteriovenosa pulmonar para evitar futuras complicaciones. Un angiograma pulmonar (Figura 3A) reveló dos malformaciones arteriovenosas en el pulmón derecho. Las arterias de alimentación se cateterizaron selectivamente, y las malformaciones se embolizaron con éxito con microcoils (Figura 3B). En la evaluación de seguimiento con angio-TC, aproximadamente 3 meses después de la embolización inicial, se observó una pequeña malformación arteriovenosa pulmonar adyacente a la lesión original en el lóbulo inferior derecho. Recomendamos la embolización de esta nueva lesión, que se realizó sin complicaciones.




Figura 3. Angiografía pulmonar.
Un arteriograma pulmonar segmentario superior selectivo mostró una malformación arteriovenosa (Panel A, flecha) en el lóbulo inferior derecho. Esta lesión se embolizó posteriormente con el uso de un microcatéter y coils. Una angiografía selectiva  postembolización mostró una obliteración exitosa de la malformación arteriovenosa (Panel B, flecha).


Desarrolló una erupción que se pensó era causada por la ceftriaxona, y el medicamento se suspendió. Un ecocardiograma que se obtuvo para descartar la posibilidad de endocarditis no mostró vegetaciones valvulares ni derivación intracardíaca. La paciente se recuperó sin incidentes y fue dada de alta el noveno día con instrucciones de seguimiento con especialistas en las divisiones de enfermedades infecciosas y genética. El tratamiento con vancomicina intravenosa y metronidazol oral se continuó durante 6 semanas. Debido a la historia de epistaxis, la paciente se sometió a una evaluación de otorrinolaringología ambulatoria en otra instalación. Informó que el examen reveló innumerables telangiectasias de la mucosa nasal.
En el momento de la presentación, la paciente no cumplía los criterios para un diagnóstico clínico de telangiectasia hemorrágica hereditaria, ya que solo tenía antecedentes de epistaxis y una malformación arteriovenosa pulmonar. Por lo tanto, recomendamos las pruebas genéticas para establecer un diagnóstico. La mayoría de los casos de telangiectasia hemorrágica hereditaria se deben a mutaciones en uno de tres genes: ENG, asociado con telangiectasia hemorrágica hereditaria tipo 1; ACVRL1, asociado con telangiectasia hemorrágica hereditaria tipo 2; o SMAD4, asociado con poliposis juvenil y telangiectasia hemorrágica hereditaria. Los estudios genéticos, que incluyen secuenciación completa y eliminación y análisis de duplicación de los genes ACVRL1, ENG y SMAD4, no revelaron mutaciones en este caso. Asimismo, aproximadamente el 20% de las familias que cumplen con los criterios de Curazao para la telangiectasia hemorrágica hereditaria no tienen mutaciones en ninguno de estos genes.22 Los loci en los cromosomas 5 y 7 se han asociado con telangiectasia hemorrágica hereditaria en dos familias, 23,24 pero los genes asociados con estos loci no han sido identificados y las pruebas no están disponibles.
Aunque el diagnóstico de telangiectasia hemorrágica hereditaria no pudo confirmarse inicialmente, advertimos que el diagnóstico no se había descartado de manera concluyente, ya que otros hallazgos clínicos pueden hacerse más aparentes con la edad. Por lo tanto, recomendamos que el paciente siga la vigilancia y las precauciones recomendadas para las personas con diagnóstico confirmado de telangiectasia hemorrágica hereditaria. Estos incluyen exámenes físicos periódicos, que incorporan la inspección de telangiectasias, la evaluación de heces para sangre oculta y un conteo sanguíneo completo para evaluar la anemia. El paciente ya tiene evidencia de una malformación arteriovenosa pulmonar; un especialista vascular debe darle seguimiento. La evaluación adicional de la anemia reveló niveles normales de hierro y ferritina, lo que sugiere que su anemia no se debió a la pérdida de sangre. Sin embargo, la hemorragia por telangiectasias gastrointestinales generalmente comienza después de los 40 años de edad y con frecuencia aumenta con la edad. Debido a los antecedentes de epistaxis del paciente, se le aconsejó que evitara el soplo vigoroso de la nariz, el cauterio por hemorragias nasales y los anticoagulantes y antiinflamatorios. Además, le recomendamos que tome antibióticos profilácticos para procedimientos dentales y de otro tipo.
La evaluación posterior mostró telangiectasias nasales, cumpliendo los criterios clínicos para el diagnóstico de telangiectasia hemorrágica hereditaria. Como la telangiectasia hemorrágica hereditaria es una enfermedad autosómica dominante, cada uno de los hijos de la paciente tiene un 50% de probabilidades de verse afectado y sus hermanos también corren riesgo. Como no tiene una mutación identificable, no está indicada la prueba genética de familiares en primer grado. Sin embargo, se recomienda la vigilancia de sus hijos y hermanos, incluida la detección de malformaciones arteriovenosas pulmonares y cerebrales; evaluación anual de epistaxis u otra hemorragia, dificultad para respirar o disminución de la tolerancia al ejercicio, y dolor de cabeza u otros síntomas neurológicos; y evaluación periódica de laboratorio para detectar anemia y sangre oculta en las heces.

DIAGNÓSTICOS ANATÓMICOS
ABSCESO CEREBRAL DEBIDO A INFECCIÓN CON EL GRUPO STREPTOCOCCUS ANGINOSUS Y FUSOBACTERIUM NUCLEATUM.
MALFORMACIÓN ARTERIOVENOSA PULMONAR, DEBIDO A TELANGIECTASIA HEMORRÁGICA HEREDITARIA



Fuente: A 37-Year-Old Woman with Weakness and a Mass in the Brain

Daniel P. Cahill, M.D., Ph.D., Fred G. Barker, II, M.D., Kenneth R. Davis, M.D., Sanjeeva P. Kalva, M.D., Inderneel Sahai, M.B., B.S., and Matthew P. Frosch, M.D., Ph.D.
NEJM


Source Information
From the Neurosurgical Service (D.P.C., F.G.B.) and the Departments of Radiology (K.R.D., S.P.K.), Pediatrics (I.S.), and Pathology (M.P.F.), Massachusetts General Hospital; and the Departments of Surgery (D.P.C., F.G.B.), Radiology (K.R.D., S.P.K.), Pediatrics (I.S.), and Pathology (M.P.F.), Harvard Medical School.


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