domingo, 17 de junio de 2018

VARÓN DE 65 AÑOS CON FIEBRE PROLONGADA Y DEBILIDAD


En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.


Un hombre de 65 años presentó fiebre y debilidad progresiva. Él había estado bien hasta 4 meses antes, cuando comenzó a presentar  fiebre diaria, sudores, fatiga, problemas de concentración y debilidad. Su fuerza había disminuido gradualmente durante un período de varias semanas, lo que le impedía realizar caminatas que antes  hacía regularmente. Tenía fatiga al masticar y dificultad para abrocharse la camisa, y comenzó a usar un soporte rígido para el pie para estabilizar su tobillo derecho. También informó que el dolor en los pies y las pantorrillas ocupaba tanto su atención que ya no podía disfrutar leyendo. No refirió dolor mandibular, dolores de cabeza, hinchazón de las articulaciones, erupción cutánea o pérdida de peso.



PONENTE
La fiebre en curso  en un paciente previamente sano pueden ser causadas por infección, afección maligna, enfermedad autoinmune o inflamatoria o medicamentosa. Dada la cronicidad de los síntomas, una causa infecciosa aguda parece poco probable. Las características más importantes en la historia del paciente incluyen la evolución subaguda de los síntomas y el informe de debilidad y dolor en las extremidades, aunque no está claro si tiene verdadera debilidad o limitaciones debido al dolor. Los síntomas involucran tanto los brazos como las piernas, pero son más pronunciados en sentido distal. Las posibles causas incluyen un proceso miopático o neuropático; el examen físico puede ayudar a distinguir entre estos procesos.



EVOLUCIÓN
El paciente estaba afebril. El pulso era de 76 latidos por minuto, la presión arterial de 140/88 mm Hg y el índice de masa corporal  27.1. Impresionaba en buen estado general. No tenía linfadenopatías ni sensibilidad sobre sus arterias temporales. El examen cardíaco reveló un cuarto ruido cardíaco, sin soplos ni frotes. Tenía una incisión esternal bien curada sin inestabilidad ósea. Los pulmones estaban claros bilateralmente. El abdomen era blando y no doloroso; el hígado era de tamaño normal. La fuerza era normal en la parte proximal de los  brazos pero disminuía en ambas muñecas (4 de 5 bilateralmente), los dedos (2 de 5 en la mano izquierda y 4 de 5 en la mano derecha), la flexión de la cadera derecha (4 de 5 en flexión), el pie derecho (0 de 5 en dorsiflexión) y los dedos gordos de los pies de manera bilateral. Había atrofia de los músculos interóseo en la mano izquierda, y la circunferencia del músculo de la pantorrilla derecha era menor que la del músculo de la pantorrilla izquierda. Los reflejos tendinosos profundos eran simétricos en los brazos pero no ausentes en las rodillas y los tobillos. No se observaron fasciculaciones. La sensibilidad estaba  disminuida  en las manos, predominantemente en la distribución del nervio cubital en la mano derecha y en distribución del nervio mediano en la mano izquierda. Los pies habían disminuido el sentido de la vibración y la nocicepción. La deambulación sin ayuda de apoyo de la férula  mostró  una caída del pie en el lado derecho.



PONENTE
El examen sugiere neuropatías periféricas motoras y sensitivas asimétricas, que afectan predominantemente a las distribuciones de los nervios distales. Puede ser tentador referirse al paciente como que tiene neuropatía en una distribución en "guantes y medias", pero la pérdida sensorial desigual y asimétrica en sus manos (mano derecha interna y mano izquierda externa) no se ajusta a este patrón. Los síntomas se desarrollaron en varios lugares a lo largo del tiempo, hallazgos consistentes con mononeuropatía múltiple, que típicamente se manifiesta por hallazgos en varias distribuciones nerviosas focales no contiguas. Una explicación menos probable serían las neuropatías radiculares múltiples con afectación sensitiva y motora, como puede ocurrir en la enfermedad de Lyme o en la infiltración linfomatosa. El diagnóstico diferencial para la mononeuropatía múltiple motora y sensorial mixta incluye la neuropatía hereditaria con propensión a parálisis por presión, neuropatía diabética, vasculitis (sistémica y no sistémica), sarcoidosis, procesos infecciosos (p. Ej., Lepra, enfermedad de Lyme, sífilis, infección por citomegalovirus, virus de la inmunodeficiencia humana Infección [VIH]), amiloidosis e infiltración neoplásica (con mayor frecuencia linfomatosas). Dado la fiebre concurrentes del paciente, la progresión relativamente rápida de sus síntomas y su marcado dolor, una neuropatía infecciosa o inflamatoria parece ser la explicación más probable. La información con respecto a su historial médico y social puede permitirnos enfocar aún más el diagnóstico diferencial.


EVOLUCIÓN
El  paciente había sido sometido a un by-pass coronario 15 meses antes, que se había complicado por una hernia en la pared abdominal superior que se reparó con una malla quirúrgica. El historial médico del paciente también incluía infección por el virus de la hepatitis B (VHB), gota, hiperlipidemia, hipertensión, reflujo gastroesofágico e hipotiroidismo. Los medicamentos que tomaba en el momento de la presentación incluían aspirina, un inhibidor de la 3-hidroxi-3-metilglutaril coenzima A (HMG-CoA) reductasa, un betabloqueante, un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina, ibuprofeno, levotiroxina y un inhibidor de la bomba de protones .



PONENTE
Siempre se debe considerar la fiebre inducida por medicamentos en pacientes con fiebre, pero los medicamentos de este paciente no están comúnmente asociados a fiebre. Los inhibidores de HMG-CoA reductasa pueden causar miositis pero no explicarían las neuropatías periféricas.
El antecedente de los procedimientos quirúrgicos relativamente recientes, lleva a la consideración de complicaciones supurativas retardadas (por ejemplo, infección de la reparación de la malla u osteomielitis esternal), pero la historia clínica no es consistente con un proceso piógeno localizado. Dos componentes adicionales de la historia médica merecen especial atención. Uno es el hipotiroidismo. La neuropatía puede ocurrir en el hipotiroidismo (secundario a atrapamiento del nervio en tejidos edematosos) o en el  hipertiroidismo; El hipertiroidismo también puede estar asociado con fiebre. El otro problema potencialmente relevante es la infección por VHB, que se asocia con una neuropatía vasculítica dolorosa, más comúnmente poliarteritis nodosa. Además, la hepatitis crónica puede conducir al carcinoma hepatocelular, que es una fuente potencial no infecciosa de fiebre y síndromes paraneoplásicos neurológicos. Además, la presencia de VHB estimula la consideración de otros patógenos virales transmitidos por la sangre, como el VIH, que tiene efectos neuropatógenos, y el virus de la hepatitis C (VHC), que pueden causar crioglobulinemia mixta con la consiguiente neuropatía.



EVOLUCIÓN
El paciente había recibido un diagnóstico de infección por VHB durante una evaluación de  niveles elevados de aminotransferasas (a seis veces el límite superior del rango normal), que se había descubierto en el momento de la reparación de la hernia. En el momento del diagnóstico, 4 meses antes del inicio de la fiebre, la prueba fue positiva para anticuerpos IgM contra el antígeno core de la hepatitis B (HBc) y para el antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg). El nivel de albúmina era normal. No hubo complicaciones hemorrágicas durante la cirugía. El paciente informó que había sido donante de sangre regular hasta aproximadamente 2 años antes de esta presentación, y que nunca había sido rechazado. Él estaba asintomático en el momento del diagnóstico y no recibió ningún tratamiento. Los niveles de aminotransferasas se normalizaron cuando se volvieron a revisar unos meses después.



PONENTE
El descubrimiento incidental de niveles elevados de aminotransferasas y una prueba positiva de anticuerpos IgM anti-HBc después de la cirugía abdominal del paciente es sorprendente. Su historial de múltiples donaciones de sangre exitosas implica repetidas pruebas serológicas negativas, aunque el estado serológico puede variar con el tiempo. La adquisición más reciente podría haber ocurrido a través del contacto sexual, el uso de drogas recreativas o como una complicación de la cirugía cardíaca (a través de transfusiones de sangre o medicamentos contaminados). La infección subaguda del VHB complicada por poliarteritis nodosa podría explicar la fiebre, la fatiga y las neuropatías dolorosas progresivas del paciente. Las complicaciones a largo plazo de la infección por VHB parecen poco probables, ya que su historia sugiere una infección reciente. La coinfección con VIH, VHC o ambos también podría explicar el cuadro clínico.



EVOLUCIÓN
El paciente era un ingeniero jubilado que vivía en el suroeste de los EE UU, pero viajaba frecuentemente al noreste para visitar a su familia. Su viaje más reciente fuera de los Estados Unidos había sido más de 10 años antes. Había trabajado en Vietnam 30 años antes de la presentación y había sido sexualmente activo durante ese tiempo. Tenía antecedentes de infección genital por el virus del herpes simple. En el momento de la presentación, estaba casado y era monógamo con su esposa, aunque no habían sido sexualmente activos durante varios años. Había bebido dos copas de vino todas las noches hasta que había suspendido 3 meses antes de la presentación. No fumaba  ni consumía drogas ilícitas actualmente ni nunca antes.  No tenía mascotas ni exposiciones cercanas a animales, más allá de quitar ocasionalmente roedores que quedaban atrapados en su garaje. Evitaba productos lácteos no pasteurizados.



PONENTE
El historial de exposición del paciente incluye un riesgo geográfico de enfermedades transmitidas por garrapatas, de las cuales la enfermedad de Lyme puede causar neuropatía e infecciones fúngicas endémicas, en cuyo caso una neuropatía sería una manifestación rara. Su remota historia de residencia en Vietnam confiere cierto riesgo de infección a distancia por tuberculosis, que puede reactivarse después de muchos años de latencia y que puede asociarse con neuropatía periférica, aunque raramente. Es posible una infección adquirida remotamente, ya que las complicaciones tardías de la sífilis terciaria o la infección por VIH pueden incluir neuropatías centrales o periféricas (o ambas), que serían consistentes con el dolor y la debilidad del paciente en las extremidades, aunque es menos probable que expliquen su fiebre . Debe considerarse la crioglobulinemia, ya que tiene una fuerte asociación con el VHC, que puede conducir a la coinfección en un paciente con VHB. Finalmente, los roedores pueden transmitir tanto fiebre recurrente como fiebre por mordedura de rata, que pueden manifestarse por fiebre y dolor en las articulaciones, pero estas son típicamente enfermedades agudas, y la neuropatía no es característica de ellas. El consumo de alcohol, la deficiencia de vitamina B12 y la exposición a metales pesados ​​se asocian típicamente con polineuropatía simétrica en lugar de mononeuropatías.



EVOLUCIÓN
Las pruebas de laboratorio revelaron un panel metabólico básico normal. El nivel en sangre de alanina aminotransferasa fue de 44 U por litro (rango normal, de 3 a 78), aspartato aminotransferasa de 44 U por litro (rango normal, de 3 a 70) y de fosfatasa alcalina de 110 U por litro (rango normal, de 20 a 145) . El nivel de creatina quinasa era normal. El hematocrito fue del 42.8%, el recuento de glóbulos blancos de 8000 por milímetro cúbico (86% de neutrófilos, 3% de monocitos, 3% de eosinófilos y 8% de linfocitos) y el recuento de plaquetas de 151,000 por milímetro cúbico. El nivel de tirotropina fue normal. La proteína C reactiva fue de 3,1 mg por litro (rango normal, menos de 0,8) y la velocidad de sedimentación de eritrocitos fue de 18 mm por hora (rango normal, de 0 a 20). Las pruebas serológicas para VIH, VHC y anticuerpos treponémicos fueron negativas. La carga viral de la hepatitis B fue de 2,5 billones de copias por mililitro. La prueba del antígeno del virus de la hepatitis D fue negativa. La electroforesis de proteínas séricas fue notable por una ligera elevación en el nivel de gammaglobulina sin una banda monoclonal clara. La prueba de anticuerpos antinucleares fue negativa. El título de anticuerpo contra el citoplasma de neutrófilo (ANCA) fue positivo a 1:20 con un patrón de tinción perinuclear (p-ANCA); la tinción para los anticuerpos contra la proteinasa 3 fue positiva, y la tinción para los anticuerpos frente a la mieloperoxidasa fue negativa. Los estudios de conducción nerviosa revelaron características de una polineuropatía asimétrica, sensorial y motora axonal, que afectaba principalmente a las piernas pero también  al brazo izquierdo. El examen de una muestra de una biopsia de nervio peroneo superficial derecho mostró vasculitis activa con daño isquémico al nervio y degeneración axonal aguda (Figura 1). Una muestra de una biopsia concurrente de músculo peroneo corto también mostró una miopatía inflamatoria aguda con destrucción y regeneración continua de la fibra muscular, así como una vasculitis y cambios iniciales de atrofia neurogénica secundaria.





Figura 1 Muestra de la  biopsia de nervio.
Las muestras de una biopsia de nervio muestran vasculitis y pérdida de fibras nerviosas. Un infiltrado inflamatorio marcado está presente en la pared de un vaso de tamaño mediano en el epineuro (Panel A, hematoxilina y eosina). El infiltrado consiste predominantemente en células T CD3-positivas (Panel B, tinción inmunohistoquímica con CD3), con menos células B CD20-positivas (Panel C, tinción inmunohistoquímica con CD20). Los cortes de Semithina muestran la destrucción de las fibras nerviosas en el compartimento endoneural, con una descomposición aguda y crónica de la mielina (Panel D, azul de toluidina).




PONENTE
Los estudios de conducción nerviosa confirman la superposición de múltiples mononeuropatías, y los hallazgos en el examen de biopsias de nervios y biopsias musculares son consistentes con  vasculitis. En un paciente con viremia de hepatitis B, los hallazgos son consistentes con poliarteritis nodosa asociada al VHB. Aunque los niveles positivos de ANCA se asocian comúnmente con la poliangeítis microscópica, este diagnóstico no se debe realizar cuando hay VHB presente. El paciente merece tratamiento inmediato tanto para la infección por HBV como para poliarteritis nodosa.



EVOLUCIÓN
El paciente fue tratado inicialmente con entecavir, tenofovir y plasmaféresis. Tuvo una respuesta virológica inmediata, resolución de la fiebre y mejoría moderada de los síntomas neuropáticos. Después de varias semanas de supresión viral, se agregaron glucocorticoides a su régimen, con una mejoría adicional en los síntomas. Se interrumpió el recambio de plasma y la dosis de glucocorticoides se disminuyó después de 1 año. El dolor y la debilidad de la pierna mejoraron gradualmente durante un período de meses, pero el paciente no tuvo una recuperación completa de la función. Después de 2 años de terapia antiviral,  la prueba fue negativa para HBeAg y HBsAg y positivo para anticuerpos anti-HBeAg anti-HBsAg. La carga viral de la hepatitis B estaba por debajo del límite de detección del ensayo.




COMENTARIO
En este caso, se encontró que un paciente que presentaba síntomas relativamente inespecíficos (dolor, fiebre y debilidad subjetiva) tenía hallazgos llamativos en el examen físico que sugerían mononeuritis múltiple, centrando el diagnóstico diferencial. El abordaje diagnóstico de la neuropatía incluye la evaluación del "tempo", la distribución (focal, difusa o simétrica) y el tipo (sensitiva, motora o ambas) de los síntomas. La rápida progresión de los síntomas del paciente, la neuropatía dolorosa, la afectación multifocal y los síntomas inflamatorios concurrentes indicaron una causa vasculítica; La neuropatía periférica es el síntoma inicial de la vasculitis sistémica en hasta el 55% de los pacientes(1).

La clasificación de las vasculitis sistémicas ha sido inconsistente, lo que complica la evaluación del pronóstico y las decisiones de tratamiento (2). Clásicamente, la poliarteritis nodosa es una vasculitis necrotizante que afecta arterias medianas o pequeñas; en 50 a 75% de los pacientes, el sistema nervioso periférico está involucrado.1 La incidencia de poliarteritis nodosa se estima en 5 a 77 casos por millón de personas por año, de los cuales aproximadamente un tercio de los casos son atribuibles al VHB, aunque esta fracción varía con carga local de VHB  (3). Las características clínicas se superponen con las de la poliangitis microscópica, que se dirige a arteriolas, vénulas y capilares. La poliangeítis microscópica se asocia más consistentemente con títulos positivos de ANCA que la poliarteritis nodosa (2); sin embargo, el título bajo de ANCA de este paciente (positivo a 1:20) y el patrón atípico de p-ANCA-proteinasa 3 no son característicos de la poliangitis microscópica. Además, un algoritmo de consenso para el diagnóstico de poliangeítis microscópica excluye específicamente la infección activa por VHB  (2,3). Es importante obtener muestras de biopsia de nervios y de biopsia muscular para confirmar la presencia de vasculitis; las muestras deben procesarse en laboratorios especializados por personal con experiencia en la preparación de dichas muestras. En este caso, la muestra de biopsia de nervio confirmó una vasculitis de vaso de pequeño tamaño y vasos de tamaño intermedio, que en asociación con la infección por VHB respalda el diagnóstico de poliarteritis nodosa.

El VHB es un virus  ADN transmitido por vía percutánea, sexual y perinatal. La transmisión nosocomial está bien documentada (5), y podría explicar la infección de este paciente, dado la proximidad temporal de su cirugía de by pass al diagnóstico. Sin embargo, la infección subclínica puede persistir sin detección durante períodos prolongados, lo que hace difícil precisar el momento de la adquisición viral (6,7).   Los estudios de laboratorio realizados para distinguir la infección aguda de los brotes de enfermedad crónica son imperfectos. El anticuerpo IgM contra HBc, clásicamente considerado como un indicador de infección aguda, puede estar presente en la reactivación y en los brotes de infección crónica. Mayores títulos de anticuerpos IgM contra HBc (p. Ej., más  de 1: 10.000) y niveles de ADN de VHB relativamente bajos (menos de 0.5 pg por mililitro o menos de 105 copias por mililitro) sugieren infección aguda en pacientes con hepatitis sintomática ( 8-10) pero la utilidad de estas métricas en pacientes que están asintomáticos en el momento de las pruebas serológicas iniciales no están claras. La hepatitis aguda se asocia con niveles más altos de actividad necroinflamatoria (como se refleja en los niveles elevados de aminotransferasas) y conserva los índices de función sintética, incluido el tiempo de protrombina (8-10); la viremia máxima se produce antes del inicio de la hepatitis clínica (11). En el momento de su diagnóstico de infección por VHB, este paciente tenía un nivel de albúmina normal y no presentó hemorragia quirúrgica excesiva para sugerir coagulopatía; sin embargo, su carga viral fue alta cuando presentó neuropatía, un hallazgo más consistente con la infección crónica. Por lo tanto, a partir de los datos disponibles, no podemos distinguir si su hepatitis fue aguda o crónica en la presentación.

La infección aguda por VHB tiene una alta tasa de aclaramiento espontáneo o control viral y una tasa baja de insuficiencia hepática fulminante. La infección crónica por VHB requiere más tratamiento, una decisión que se basa en la actividad de la enfermedad según el nivel de ADN del VHB, el estado de HBeAg, los niveles de alanina aminotransferasa persistentemente elevados y el grado de actividad necroinflamatoria en la biopsia (12).   Manifestaciones extrahepáticas de la infección por VHB, como poliarteritis nodosa, requieren tratamiento inmediato.

La poliarteritis nodosa causada por la infección por VHB generalmente requiere tanto terapia inmunosupresora como terapia antiviral, ya que la enfermedad parece estar impulsada por la replicación viral y la formación y deposición del complejo inmunitario (3).  Aunque hay pocos datos de ensayos clínicos, los datos de observación de pacientes tratados con la terapia antiviral en combinación con la inmunosupresión sugiere una mejor supervivencia libre de eventos en comparación con los controles históricos tratados solo con inmunosupresión (3,13). El manejo de la infección por VHB coincidente y la poliarteritis nodosa es un desafío. La supresión inmune es necesaria para detener el daño tisular causado por la inflamación vasculítica, pero puede promover la replicación viral descontrolada y la hepatitis fulminante (14). Para equilibrar estas preocupaciones, las estrategias de tratamiento generalmente incluyen  supresión inmunitaria simultánea con  terapia antiviral dirigida e intercambio plasmático para eliminar los complejos inmunes (3,13).  Algunos médicos prefieren no iniciar la inmunosupresión hasta que se establezca el control viral, como fue la estrategia en este paciente, pero también se ha informado que el inicio inmediato de la inmunosupresión junto con la terapia antiviral da buenos resultados (3,13). La duración de la terapia antiviral es guiada en parte por la seroconversión (es decir, títulos negativos de antígeno y anticuerpos positivos); después de suspender el tratamiento, los niveles de ADN del VHB deben controlarse para garantizar que permanezcan indetectables. Los síntomas neuropáticos a menudo han retrasado las respuestas al tratamiento, con cambios clínicamente significativos informados meses o años después del inicio de la terapia en muchos casos; las mejoras en los déficits motores a menudo son mayores que las mejoras en los déficits sensoriales (1).

En este caso, un examen físico cuidadoso convirtió un síntoma general e inespecífico como es la  "debilidad" en un hallazgo específico de mononeuropatía múltiple. Esta observación centró el diagnóstico diferencial rápidamente y ayudó a facilitar el reconocimiento de la importancia de la infección por el VHB del paciente para distinguir entre las posibilidades de diagnóstico, dando como resultado un diagnóstico oportuno de poliarteritis nodosa y un tratamiento efectivo, con una respuesta clínica buena, aunque incompleta.



Fuente:
"Waiting for the Other Foot to Drop"

Eileen P. Scully, M.D., Ph.D., Michael Klompas, M.D., Elizabeth A. Morgan, M.D., Amy Leigh Miller, M.D., Ph.D., and Joseph Loscalzo, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2013; 368:2220-2225June 6, 2013DOI: 10.1056/NEJMcps1210603




From the Departments of Medicine (E.P.S., M.K., A.L.M., J.L.) and Pathology (E.A.M.), Brigham and Women's Hospital and Harvard Medical School, Boston.

Address reprint requests to Dr. Miller at 75 Francis St., Boston, MA 02115, or at almiller@partners.org.


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MUJER DE 27 AÑOS CON ARTRALGIAS Y RASH CUTÁNEO.



Una mujer de 27 años de edad, fue vista en el servicio de urgencias de este hospital durante el verano a causa de artralgias y una erupción cutánea.
La  paciente había estado bien hasta 5 días antes de esta evaluación, cuando presentó artralgias en sus dedos de las manos y los hombros, junto con dolor de espalda, dolor de cuello, dolor de cabeza y  retro-orbitario. Más tarde ese día, apareció fiebre  (temperatura, 39,0 ° C), fue acompañada de escalofríos, náuseas, disminución del apetito, dolor de garganta y enrojecimiento leve de los ojos. También observó una úlcera vaginal, úlceras en el borde de la lengua, disminución de la sensibilidad del gusto, y dolor en los ganglios linfáticos en el cuello y en la ingle. A la mañana siguiente, la paciente se despertó con una erupción en su antebrazo derecho. Las lesiones eran de color rosa, pruriginosas, y no dolorosas; algunas eran planas y otras eran ligeramente elevadas semejando urticaria. En el curso de 1 hora, la erupción se extendió a su torso  los brazos y las piernas. Ella consultó al servicio de urgencias de otro hospital, donde una enfermedad viral se diagnosticó en base a su presentación clínica; fue dada de alta.
Al día siguiente, las  artralgias  persistieron e involucraban no sólo los dedos, las manos y los hombros, sino también los codos, rodillas, tobillos y dedos de los pies. La hinchazón en sus muñecas y las manos la llevó a eliminar una pulsera y el anillo de bodas. Sus encías sangraban fácilmente cuando se cepillaba los dientes. Por la tarde, la fiebre, dolor de cabeza y erupción habían remitido. Durante los siguientes 2 días, las artralgias persistieron pero todos los otros síntomas continuaron disminuyendo. En el quinto día de la enfermedad, una nueva erupción eritematosa, pruriginosa, desarrolló, a partir de las palmas y se extiendió a los brazos, el tórax, el abdomen, la espalda y las piernas, no afectando las plantas de sus pies. La paciente tomó ibuprofeno y  difenhidramina y luego consultó al servicio de urgencias del hospital para su evaluación.
La paciente tenía antecedentes remotos de  apendicectomía. Su único medicamento era un multivitamínico diario, y no tenía alergias conocidas. Las vacunas estaban según informes actualizadas. Ella vivía con su marido en una zona suburbana de Nueva Inglaterra, trabajaba como ingeniero químico, y disfrutaba corriendo. Tres días antes del comienzo de la enfermedad, la paciente había regresado de un viaje de 7 días a las Islas Turcas y Caicos, donde pasó tiempo en la playa y recibió múltiples picaduras de mosquitos. Ella era monógama con su marido, consumía alcohol con moderación, no fumaba ni consumía drogas ilícitas, y no tenía ningún contacto con personas enfermas. No había antecedentes familiares de enfermedad autoinmune.
En el examen, la paciente parecía estar bien. La temperatura era de 36,4 ° C, el pulso de 69 latidos por minuto, la presión arterial 135/87 mm Hg, la frecuencia respiratoria de 18 por minuto, y la saturación de oxígeno de 98% mientras respiraba aire ambiente. Había una sutil hinchazón de partes blandas en  manos, pero no había derrames articulares; los movimientos de las muñecas y las articulaciones de los dedos causaba leve molestia. Había una erupción macular difusa, eritematosa, con digitopresión positiva, que involucraba el abdomen, el pecho, la espalda, los brazos y las piernas (Figura 1 ).





FIGURA 1
Fotografía de la erupción. Al ingreso a emergencias la paciente tenía un rash macular difuso eritematoso que se blanqueaba a la vitropresión y que afectaba  el abdomen el tórax, la espalda brazos y piernas.




Había máculas confluentes en las palmas, pero las plantas de los pies no estaban afectadas. El resto del examen físico fue normal. La aplicación de un torniquete a un brazo durante 2,5 minutos no precipitó el desarrollo de petequias. Resultados de las pruebas de función renal fueron normales, al igual que los niveles sanguíneos de electrolitos, calcio, fósforo, magnesio, glucosa, proteínas totales, albúmina, globulina, fosfatasa alcalina, bilirrubina total y bilirrubina directa; resultados de las pruebas adicionales se muestran en la Tabla 1





Tabla 1. Datos de laboratorio.

 El análisis de orina reveló orina clara, de color amarillo, con un peso específico de 1,011, un pH de 5,0, y  resultados negativos para sangre, esterasa de leucocitos, nitrito, albúmina, glucosa, cetonas, bilirrubina y urobilinógeno. Las pruebas de orina para gonadotropina coriónica humana fue negativa.

Se realizó una prueba de diagnóstico.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Esta mujer previamente sana de 27 años de edad se presentó con la aparición repentina de fiebre, erupción cutánea y poliarticular, artralgias simétricas.

ERUPCIÓN
Tres erupciones distintas eran prominentes en la presentación del paciente. En el momento de la aparición inicial de síntomas, había úlceras de la mucosa oral y vaginal. Poco después del inicio de la fiebre, apareció una erupción eritematosa, elevada y pruriginosa que se extendía desde  su antebrazo derecho al torso, los brazos y las piernas y luego se resolvió dentro de las 48 horas; este patrón puede ser consistente con urticaria aguda. La urticaria es común y, a veces asociada con infecciones virales, medicamentos y alimentos, pero tiene una causa desconocida hasta en el 50% de casos.1 Después de la resolución de la fiebre y los síntomas constitucionales inespecíficos iniciales, la paciente notó una nueva erupción macular pruriginosa  que comenzó a comprometer   sus palmas extendiéndose por todo el cuerpo.
En una persona sana, estas erupciones idealmente deberían conducir a un diagnóstico unificador. Antes de construir un diagnóstico diferencial inicial, vamos a considerar el otro síntoma predominante, artralgias simétricas, poliarticulares  que involucraban  las pequeñas y medianas articulaciones.

ARTRALGIAS
La  paciente informó de una variedad de síntomas no específicos que se habían producido en el inicio de su enfermedad febril, pero sus síntomas más prominentes fueron musculoesqueléticos. Dolor lumbar, dolor en el cuello y artralgias  en sus dedos, manos y hombros desarrollaron en el primer día de la enfermedad. Artralgias de codos, rodillas, tobillos y dedos de los pies aparecieron en el tercer día de la enfermedad.
El primer paso en la evaluación de dolor en las articulaciones de esta paciente es distinguir entre artralgias y artritis. Aunque ambos términos se refieren al dolor que se localiza en las articulaciones, artritis se asocia con  componentes específicos adicionales de calor y derrame debido a sinovitis, dando lugar a disminución de la amplitud de movimientos.2 Aunque existía hinchazón de las muñecas y las manos en esta paciente, la inflamación parecía estar en las partes blandas que rodeaba las articulaciones y no propiamente en las articulaciones. Por lo tanto, la presentación de este paciente es consistente con artralgias sin artritis, y esta distinción ayuda a estrechar  el diagnóstico diferencial.

ENFERMEDADES REUMATOLÓGICAS
La presentación podría representar la aparición inicial de una enfermedad reumatológica. Dado su fiebre, erupción cutánea y artralgias, debemos considerar el lupus eritematoso sistémico (LES), la fiebre reumática aguda, enfermedad del suero, y la enfermedad de Still.
Un diagnóstico precoz del LES puede ser un reto debido a que la enfermedad se asocia con manifestaciones heterogéneas y proteiformes. Aunque varias características de este caso, como fiebre, úlceras orales y artralgias sin artritis, son consistentes con el diagnóstico de LES, 3 la presentación actual de la paciente no cumple los criterios diagnósticos necesarios para LES.
La presentación de esta paciente reúne criterios menores   para  fiebre reumática aguda (es decir, fiebre y artralgias). Sin embargo, no tiene características que cumplan los criterios mayores de Jones (es decir, la artritis, incluyendo articulaciones grandes, carditis, eritema marginado, nódulos subcutáneos y corea) .4
La enfermedad del suero es una reacción inmunológica de tipo III desencadenada por un fármaco y causada por el depósito de complejos inmunes; la mayoría de los pacientes que reciben un diagnóstico de la enfermedad del suero presentan erupción, fiebre y artralgias o artritis. Sin embargo, la enfermedad del suero ocurre típicamente 1 semana después de la exposición a un medicamento nuevo,  y esta paciente no tenía ninguna exposición a los nuevos medicamentos. Además, en pacientes con enfermedad del suero, las artralgias se resuelven típicamente antes de que los síntomas sistémicos mejoren, lo opuesto a esta paciente.
La Enfermedad de Still del adulto es una consideración importante dado que la mayoría de los pacientes afectados se presentan con fiebre alta, erupción macular, y artralgias o artritis precoz en la presentación. Aproximadamente el 70% de los pacientes con enfermedad de Still tienen dolor de garganta, como parte de la presentación inicial. Sin embargo, la leucocitosis está típicamente presente, y esta paciente tenía un recuento norma de glóbulos blancos. La enfermedad de Still del  adulto es un diagnóstico de exclusión; por lo tanto, vamos a seguir buscando pistas adicionales para estrechar nuestros diagnósticos diferenciales.

INFECCIÓN
Muchas infecciones  comúnmente se manifiestan por fiebre, erupción cutánea y artralgias, y algunas de estas infecciones requieren un diagnóstico y tratamiento rápidos. Los pacientes con infección gonocócica diseminada o meningococemia crónica pueden presentarse con una tríada clásica de poliartralgia, tenosinovitis y dermatitis. Sin embargo, la erupción incluye típicamente lesiones pustulosas, y las poliartralgias generalmente afectan a las articulaciones medianas y son asimétricas.6 La infección por  Streptobacillus moniliformis, el patógeno bacteriano que causa fiebre por mordedura de rata (también conocida como fiebre de Haverhill, si el organismo se ha ingerido) , se debe considerar en pacientes con fiebre, erupción cutánea y poliartralgia; el retrasos en el diagnóstico pueden ocurrir debido a que el patógeno crece lentamente en cultivos de sangre. Según informes, varias erupciones diferentes están asociadas con la infección por S. moniliformis, pero la erupción típica se caracteriza por vesículas hemorrágicas en los brazos y piernas, que no estaban presentes en este caso.7
La enfermedad de Lyme se debe considerar en esta paciente, dado la aparición de sus síntomas durante el verano en Nueva Inglaterra. Sin embargo, en los pacientes con la enfermedad de Lyme, las  artralgias generalmente ocurren durante la fase diseminada temprana, después de la desaparición de la erupción inicial, y la artritis de Lyme es una manifestación tardía de la enfermedad  que normalmente es monoarticular u oligoarticular y afecta a las grandes articulaciones.8 Los pacientes con Fiebre Manchada de las Montañas Rocosas se  presentan con artralgias, fiebre, dolor de cabeza y otros síntomas inespecíficos antes  en el curso de la enfermedad; una erupción macular aparece horas o días más tarde y empieza periféricamente, se extiende a a la zona central, y puede afectar las palmas. Los pacientes con Fiebre de las Montañas Rocosas  aparecen típicamente en el momento en que ocurre el rash, mientras que los síntomas de esta paciente (excepto las poliartralgias) , se resolvieron en el momento en que apareció el rash.
Otra consideración importante, especialmente en una mujer en edad fértil, es la rubéola, que se asocia con frecuencia con artralgias que involucran las pequeña articulaciones.10 Sin embargo, la erupción asociada a la rubéola suele comenzar en la cara. La rubéola es poco común  en los Estados Unidos porque la mayoría tienen seropositividad después de la inmunización, 11,12 y ésta paciente reportó haber recibido todas las vacunas infantiles. Aproximadamente el 60% de los adultos con infección por parvovirus B19 tienen artralgias simétricas   poliarticulares; las artralgias asociadas con la infección por parvovirus B19 son dos veces más comunes en las mujeres que en los hombres. Las artralgias con frecuencia afectan a las interfalángicas proximales y las articulaciones metacarpofalángicas y se ha informado de la participación de las rodillas, las muñecas y tobillos.13 Para descartar estos diagnósticos, se debe realizar pruebas serológicas.
¿Podría este paciente tiene infección por el virus de la inmunodeficiencia humana aguda (VIH)? La paciente dijo que ella y su marido eran monógamos, pero sin embargo la infección aguda  por VIH sigue siendo una consideración importante porque el síndrome retroviral agudo puede estar asociada con fiebre, exantema macular, úlceras de la mucosa, y mialgias o artralgias.14

FIEBRE EN EL VIAJERO QUE REGRESA
Al considerar cualquier constelación de síntomas, es esencial para aclarar si hay algunas exposiciones específicas que podrían poner en riesgo al paciente por causas poco comunes de  enfermedades. Aunque este paciente es de Nueva Inglaterra,  había viajado al Caribe, poco antes del inicio de sus síntomas.
El desarrollo de la fiebre en los viajeros que regresan es relativamente común. La causa específica de la fiebre a menudo no se aclara, pero cuando se confirma el diagnóstico, la malaria, el dengue y la fiebre tifoidea son las identificadas  más comúnmente .15 Al considerar las posibles exposiciones en un viajero que regresa, es importante tener en cuenta el lugar donde fue realizado el viaje, la comida o el agua consumida, los antecedentes  de  picaduras de insectos,  contacto con  animales,  uso de medicamentos o drogas recreativas, y los contactos sexuales. El tiempo transcurrido desde la exposición potencial y la aparición de los síntomas suele ser útil para descartar causas específicas de la fiebre (Tabla 2)




TABLA 2
Los períodos de incubación de las enfermedades infecciosas más comunes entre los viajeros que regresan desde el Caribe o Centroamérica.



De los pacientes que buscan atención médica por enfermedades relacionadas con los viajes después de pasar un tiempo en el Caribe o América central, el 17,7% presenta fiebre. No  se encuentra ningún diagnóstico específico en el 40% de los casos de fiebre en personas que regresan de un viaje internacional; cuando se hace el diagnóstico, la causa más común es el dengue  la malaria, la fiebre tifoidea y la hepatitis A. En el Caribe, la malaria se ha reportado sólo en Haití y la República Dominicana, y esta paciente no visitó estos países. Además, esta paciente regresó del Caribe sólo 3 días antes del inicio de sus síntomas y había pasado a sólo 1 semana allí. Debido a que el período de incubación de la hepatitis A es de 28 días (rango, 15 a 50), no pudo haber estado infectada con hepatitis A, mientras ella estaba en su viaje. Aunque los brotes de hepatitis A han sido reportados en los Estados Unidos 18 y la enfermedad se ha asociado con artralgias, es poco probable que sea el diagnóstico en este caso debido a los niveles de aminotransferasas hepáticas casi normales de la paciente. La leptospirosis es importante tener en cuenta en cualquier viajero que regresa con  artralgias y debe testearse de rutina para leptospirosis en estos pacientes,  pero esta paciente no tenía ninguno de los síntomas típicos asociados con leptospirosis severa, como  ictericia y  lesión renal aguda, y no  presentó ninguna exposición al agua que no sea nadar en el océano. La fiebre tifoidea es un diagnóstico común entre los viajeros que regresan, y las artralgias se han reportado hasta en el 80% de los pacientes afectados; Sin embargo, la aparición de la fiebre tifoidea es generalmente subaguda, sobre todo durante la primera semana, mientras que este paciente tuvo un inicio repentino.17
Dado que esta paciente regresó desde el Caribe menos de 14 días antes de la aparición repentina de su enfermedad,  el dengue o la infección por el virus chikungunya son las causas más probables de su enfermedad. Los períodos de incubación de ambas enfermedades virales son cortas (Tabla 2), así que cualquiera de las dos son posible; la paciente refirió numerosas picaduras de mosquitos mientras estaba en el Caribe, lo que la pone en mayor riesgo de padecer estas enfermedades transmitidas por vectores.
Las presentaciones clínicas de dengue y la infección por el virus chikungunya se superponen considerablemente. Ambas enfermedades suelen manifestarse por fiebre y mialgias; dolor de cabeza, erupción cutánea, náuseas y vómitos también son comúnmente asociados con ambas enfermedades (Tabla 3 ) .22,23




TABLA 3
Características clínicas de la infección por el virus Chikungunya.



Hallazgos de laboratorio anormales, especialmente trombocitopenia, son típicamente más pronunciado en los pacientes con dengue que en aquellos con infección por el virus chikungunya. La hipocalcemia y un nivel de creatina quinasa elevada a veces se producen en pacientes con infección por el virus chikungunya, aunque se nos dice que esta paciente tenía un nivel normal de calcio. Este paciente había sangrado de las encías, que es una forma leve de las manifestaciones hemorrágicas que pueden estar asociados con ambas enfermedades virales, pero  más comúnmente relacionados con el dengue. Tales síntomas pueden anunciar el inicio de dengue grave, especialmente en pacientes con el síndrome de fuga capilar, que esta paciente tenía.24 Las tres erupciones específicas descritos en la presentación de la paciente  (úlceras de la mucosa, la urticaria y la erupción pruriginosa macular) , todos han sido reportados en pacientes con infección por el virus de chikungunya.25 Es importante señalar que poliartralgias simétricas que involucran las pequeñas y medianas articulaciones son  el sello de la infection22,23,26,27 por el  virus Chikungunya y se informa con menor frecuencia en los pacientes con dengue. 28
Distinguir entre el dengue y la infección por el virus chikungunya es un reto, pero es clínicamente importante. El dengue puede causar un rápido deterioro después de la fase febril inicial, 24 y algunos pacientes con dengue pueden requerir hospitalización para observación o tratamiento de apoyo si cumplen criterios específicos.  En contraste, la tasa de mortalidad asociada con la infección por el virus chikungunya es baja y las muertes son por lo general debidas a condiciones coexistentes, 23,26,27, aunque las secuelas a largo plazo como  artritis pueden ser extremadamente dolorosas. La prueba del torniquete es una herramienta clínica que ha sido durante mucho tiempo usada para ayudar en el diagnóstico de dengue, pero tiene baja sensibilidad (52 a 56%) y especificidad (58 a 68%) en una región con alta prevalencia.31 Por lo tanto, la prueba del torniquete negativa en este caso aleja el diagnóstico de dengue, pero no lo descarta.
El último dato de información crítica es la fecha en que esta paciente viajó al Caribe. Hasta octubre de 2013, el virus Chikungunya nunca había sido reportado en el Hemisferio Occidental, y los brotes se limitaban a África y Asia.32 Sin embargo, desde diciembre de 2013, más de 1 millón de casos sospechosos de infección por el virus chikungunya se han reportado en las Américas, con casos reportados en los Estados Unidos, el Caribe, América Central y los países de América del Sur al norte de la Andes.33
En resumen, la constelación de síntomas de este paciente sería más coherente con infección por el virus chikungunya aguda dado que había viajado al Caribe después de diciembre de 2013. Debido a que se  presentó en el quinto día de su enfermedad aguda, las pruebas serológicas para anticuerpos específicos IgM para el virus de chikungunya es probable que sean  diagnósticas; Si la IgM es negativa se podrían utilizar las reacciones de la fase de convalecencia. 26

DIAGNOSTICO CLINICO
DENGUE O INFECCIÓN POR EL VIRUS CHIKUNGUNYA.


DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Se llevó a cabo la prueba serológica de muestras de sangre para  parvovirus B19, dengue y el virus Chikungunya. Los títulos de parvovirus B19-anticuerpos específicos IgG fueron elevados y los títulos de los anticuerpos IgM fueron normales; estos hallazgos son indicativos de una exposición previa al parvovirus B19. Fase aguda y las pruebas en fase de convalecencia para anticuerpos IgG e IgM dengue específica fue negativo, descartar este diagnóstico.
Varias pruebas de diagnóstico están disponibles para la infección por el virus chikungunya. Las pruebas serológicas mediante un ensayo inmunoenzimático puede ayudar en el diagnóstico, y dependiendo del momento de la presentación del paciente, la detección de ácidos nucleicos virales también puede ser posible si existe viremia de alto nivel la cual es detectable durante la primera semana después del inicio de la  enfermedad. Los anticuerpos IgM están típicamente presentes  5 a 7 días después de inicio de la enfermedad y persisten durante varios meses, y los anticuerpos IgG presentes poco después de los  anticuerpos IgM aparecen y persisten de por vida.34,35 En este caso, una muestra de sangre fue enviada a un laboratorio de referencia para las pruebas serológicas. La detección de anticuerpos IgM específicos del virus chikungunya fue positiva, y no se detectaron los anticuerpos IgG; estos resultados indican infección reciente por el virus de chikungunya.
Dos  semanas después de su presentación inicial la paciente fue vista por consultorio externo e informó artralgias  en sus manos, así como un nuevo dolor de espalda y rigidez para el que ella estaba tomando paracetamol e ibuprofeno de forma intermitente. También señaló el empeoramiento de la fatiga, pero no tuvo más fiebre y la erupción se había resuelto después de unos días. En esa visita de seguimiento, los resultados de las pruebas de función hepática y el recuento de plaquetas eran normales. Ella comenzó  a tomar medicamentos antiinflamatorios con regularidad, junto con un inhibidor de la bomba de protones. Durante el  mes siguiente, tuvo un curso de remisiones y exacerbaciones  de los síntomas. Dos meses después de su presentación inicial, regresó a la clínica con artralgias severas en sus muñecas,  codos,  tobillos y  rodillas. También señaló sentirse deprimida, con una disminución del disfrute de las actividades sociales y dificultad para concentrarse. A causa de estos síntomas, que  tomó una licencia médica en el trabajo. En esa visita, se comenzó tratamiento con meloxicam  por sus síntomas articulares, y se la remitió a una evaluación psiquiátrica.
Psiquiatría: Cuando inicialmente se vio a esta paciente en el servicio de psiquiatría, se consideró que había estado enferma con infección por el virus chikungunya desde hacía varios meses y tenía síntomas característicos de depresión mayor, como  baja energía, anhedonia, dificultad para concentrarse, ataques de llanto, de auto-aversión, y desesperanza por su futuro. Su depresión se complicó con dolores de cabeza y dolor en las articulaciones.
Al evaluar a un paciente con una enfermedad médica y depresión, lo primero que hay que considerar es las  características fisiopatológicas de la enfermedad médica y considerar posibles efectos directos sobre el cerebro. Las infecciones pueden causar  depresión a través de un aumento de citoquinas proinflamatorias como factor de necrosis tumoral alfa e interleucina-6. Su presencia causa un síndrome conductual llamado comportamiento  o conductas de la enfermedad, que se caracterizan por sentirse mal, quedarse en la cama, y evitar la compañía de otras personas; todas estas son características de la depresión. Otra citoquina, interferón-gama, puede activar una enzima clave del metabolismo del triptófano llamado indoleamine 2,3-dioxigenasa, causando el agotamiento de triptófano, que está asociada con los síntomas depresivos.
En segundo lugar, hay que considerar los síntomas específicos y su relevancia. La infección por el virus Chikungunya se sabe que causa debilidad y dolor musculoesquelético clínicamente significativos. El dolor y la depresión están estrechamente vinculados, y la depresión de la paciente mejoró a medida que su dolor fue disminuyendo con el tratamiento y con el tiempo. 
Por último, hay un aspecto existencial relacionado con pasar del estado de salud al de enfermedad y de transformarse en enfermo. Esta paciente había sido siempre sana, vital, por lo que su enfermedad dio lugar a una crisis de sentido de la vida, por lo que  tuvo que trabajar psicológicamente este punto. Con el tiempo, los síntomas de la infección fueron reduciéndose. Se consideró que un antidepresivo podría haber ayudado a la más rápida recuperación  pero la paciente eligió  la psicoterapia, así que se la aconsejó  mantenerse activa a pesar de su dolor.
Tenemos el privilegio de tener el paciente en la asistencia. A ella le gustaría hacer algunos comentarios con respecto a su enfermedad.

THE PATIENT: “I had a great vacation in the Turks and Caicos Islands. When I returned, I had mosquito bites, and then I had the rash and all these other crazy symptoms. The first time I went to the emergency department, I was handed a pamphlet that said “Chikungunya” across the top and my first reaction was, “This can’t happen to me! I’m young. I’m healthy. I exercise five or six times a week. I eat healthily. I floss every day. I’m a pretty happy person.” But it’s interesting: the initial phases of illness come on like the seven plagues. I first had pain behind the eyes, then bleeding gums, then joint pain and headache. It was the gift that kept on giving.
The joint pain definitely affected my daily activities. I take the train to work and it was really hard for me to make my train. Things like showering were really painful — even turning on the shower. Getting dressed in the morning, putting on pants, and putting on shoes were all very painful. After a few months, I was still having pain in my wrists, ankles, and all my joints, and then depression and mood disturbance developed. I was a newlywed, my husband and I had just bought our own house, and I had a job that I took a lot of pride in, and then all of a sudden I was miserable. I had no history of depression. I wasn’t looking forward to weekends or spending time with friends or family, and I was hit pretty hard with it.
Seven months into the illness, I’m now feeling better and I definitely feel like some remedies and psychotherapy worked pretty well. I’m also spending time with friends and family, and that is really making a difference. Having people to laugh with and shoulders to cry on has really helped.”

DIAGNOSTICO FINAL
INFECCIÓN POR EL VIRUS CHIKUNGUNYA.



Fuente 
"A 27-Year-Old Woman with Arthralgias and a Rash"

Emily P. Hyle, M.D., and Diana Alame, M.D.
N Engl J Med 2015; 372:1657-1664April 23, 2015DOI: 10.1056/NEJMcpc1415172



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