miércoles, 9 de mayo de 2018

VARÓN DE 89 AÑOS CON DISNEA PROGRESIVA


Presentación del caso

Un hombre de 89 años de edad se internó en el hospital por disnea progresiva.
El paciente había estado en su estado habitual de salud, con diabetes mellitus, enfermedad  coronaria, y bloqueo cardíaco completo, hasta 6 meses antes de su ingreso, momento en que comenzó a presentar dificultad respiratoria. Su capacidad de ejercicio disminuyó gradualmente desde caminar tres cuadras sin disnea hasta presentarla subiendo un piso de escaleras. Tres días antes de su ingreso, la disnea aumentó, presentándola al caminar dos pasos. Durante los dos días siguientes, sus hijos notaron que estaba somnoliento y menos interactivo que de costumbre, con disminución del apetito y de la diuresis a lo que se agregó  una marcha inestable. La mañana de la internación sus hijos llamaron  al  servicio médico de emergencia. Cuando llegaron los servicios médicos de emergencia, el paciente estaba sentado, con respiración laboriosa. La presión arterial era de 118/70 mm Hg, y el pulso de 60 latidos por minuto; había rales en ambos campos pulmonares. El nivel de glucosa en la sangre por punción digital, fue de 230 mg por decilitro, y un electrocardiograma (ECG) mostró un ritmo regular del marcapasos sin extasístoles. Durante el transporte al hospital en ambulancia, se le administró oxígeno (15 litros por minuto) y furosemida con mejoría del cuadro.
El paciente no tenía fiebre, escalofríos, sudores nocturnos, dolor en el pecho, ni edema en miembros inferiores. Una tos crónica, seca que el paciente siempre presentaba se mantuvo sin cambios. Había perdido aproximadamente 2,3 kg en los 2 meses anteriores. Tenía cardiopatía isquémica  tratada con un stent 10 años antes, diabetes mellitus, hipertensión arterial,  hiperlipidemia, enfermedad cerebrovascular, osteoartritis, deterioro neurológico, vértigo, cataratas y dificultades en la audición. Se había sometido a una prostatectomía transuretral en el pasado. Un diagnóstico de bloqueo cardíaco completo se había hecho hacía 6 años debutando con síncope; ECG en ese momento reveló una frecuencia auricular de 120 latidos por minuto, con un bloqueo cardíaco completo y un ritmo de escape ventricular de 30 a 33 latidos por minuto. Se insertó un marcapasos.
La radiografía de tórax mostró opacidades reticulares gruesas bilaterales, que fueron más pronunciadas en las bases pulmonares.
El paciente vivía solo, hacía  sus propias compras y cocinaba. Era  plomero retirado que había estado expuesto a amianto durante el trabajo en un astillero. Había fumado tres paquetes de cigarrillos por día durante 50 años, pero había dejado 14 años antes, y bebía alcohol de vez en cuando; no usó drogas ilícitas nunca. Su madre había muerto a los 49 años de edad por causas desconocidas, su padre había muerto de cáncer de colon, un hermano tenía enfermedad cardíaca y asbestosis, y sus hijos adultos estaban bien. Los medicamentos que tomaba  incluían metformina, rosiglitazona, ácido acetilsalicílico, captopril, metoprolol, atorvastatina, furosemida, tolazamida (sulfonilurea), nifedipina, y cimetidina. No tenía alergias conocidas.
En el examen en el servicio de urgencias, la temperatura era de 36,1 ° C, la presión arterial 105/43 mm Hg, y el pulso de 81 latidos por minuto; la frecuencia respiratoria de 28 por minuto. La saturación de oxígeno era de 78% mientras el paciente respiraba aire ambiente, y 91% con oxígeno suplementario (6 litros) mediante  cánula nasal, y  100% mientras respiraba de una máscara nonrebreather. El pulso venoso yugular era visible a 14 cm por encima de la aurícula derecha. Había rales crepitantes hasta la mitad de ambos campos pulmonares con sibilancias espiratorias ocasionales; el resto del examen era normal. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1 Un ECG mostró un ritmo de marcapasos de 88 latidos por minuto. Una radiografía de tórax mostró opacidades bilaterales, posibles pequeños derrames pleurales bilaterales y un marcapasos bicameral en la pared torácica izquierda. Se le administró furosemida adicional y sulfato de poliestireno sódico internándose.  Más tarde ese día, mientras caminaba con ayuda, se produjo un episodio sincopal. La presión arterial sistólica fue inicialmente 60 mm Hg; 5 minutos más tarde, su presión arterial era de 140/68 mm Hg.






Tabla 1 Datos de Laboratorio.



Al día siguiente, una radiografía de tórax mostró disminución de opacidades pulmonares, había placas pleurales calcificadas en el hemidiafragma derecho, y opacidades reticulares gruesas, con hipodensidades quísticas, en ambas bases. Los biomarcadores cardíacos no mostraron evidencias de infarto de miocardio. Se continuó con oxígeno suplementario, captopril, atorvastatina, metoprolol y  esomeprazol;  se inició  insulina en una escala móvil para la corrección de la hiperglucemia, heparina y ácido acetilsalicílico en dosis bajas, con furosemida intravenosa, según necesidad de acuerdo a la diuresis. La disnea de esfuerzo persistió. El tercer día la saturación de oxígeno disminuyó de forma intermitente a 77 a 85% mientras el paciente respiraba 10 litros de oxígeno con el uso de una máscara nonrebreather. Un ecocardiograma transtorácico mostró hipertrofia concéntrica ventricular izquierda leve  y una fracción de eyección del 54%. El ventrículo derecho estaba dilatado considerablemente e hipoquinético, con regurgitación moderada a severa de la válvula tricúspide, hipertensión arterial pulmonar sistólica y diastólica,  aplanamiento del septum interventricular, características que fueron consistentes  tanto con aumento de volumen como de presión del ventrículo derecho. La tomografía computarizada (TC) de tórax reveló calcificación del pericardio y de la pleura, calcificaciones ateroscleróticas leves a moderadas  en la aorta, y un marcapasos bicameral  con cables en la vena innominada, aurícula derecha, y septum ventricular derecho. Los ganglios linfáticos paratraqueales, hiliares y subcarinales tenían un tamaño  desde 1,5 hasta 2,3 cm de diámetro. Cambios quísticos y engrosamientos septales se veían en ambos pulmones, con engrosamiento de las paredes bronquiales, panalización y bronquiectasias por tracción. Había opacificación difusa y asimétrica en vidrio esmerilado.
Durante los siguientes 4 días, reaparecieron la disnea y la desaturación de oxígeno a los mínimos movimientos a pesar de la asistencia con dos niveles de presión positiva continua de la vía aérea. El paciente estaba recibiendo ceftriaxona, azitromicina, levofloxacina, prednisona,  morfina, broncodilatadores y furosemida. Los resultados de laboratorio se muestran en la Tabla 1 En el séptimo día, la tráquea fue intubada; Se inició ventilación mecánica, y el paciente fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos. A pesar del tratamiento que consistía en  inotrópicos, vasopresores, antibióticos de amplio espectro, sulfato de morfina, corticoides a dosis de estrés, insulina por infusión intravenosa, líquidos según necesidad por vía IV  y soporte ventilatorio máximo, su condición empeoró, y en el octavo día, se produjo un paro cardíaco en asistolia. En consulta con la familia del paciente, no se intentó reanimación cardiopulmonar y el paciente fue declarado muerto.
Se realizó una autopsia.


Imágenes
Una radiografía de tórax obtenida 6 años antes de la admisión (Figura 1 A) muestra  volúmenes pulmonares bajos. Hay una placa pleural calcificada en el hemidiafragma derecho en consonancia con la exposición previa al amianto. Hay opacidades reticulares sutiles en las bases pulmonares y en el lóbulo superior derecho que generan preocupación por la asbestosis. La radiografía de tórax obtenida al ingreso (Figura 1B) muestra opacificación  difusa del espacio aéreo con mayor  participación del pulmón derecho,  y una opacidad en la región retrocardíaca izquierda, sugestiva de una alteración en el lóbulo inferior izquierdo. La placa pleural calcificada en el hemidiafragma derecho no se ha modificado  respecto a la Rx previa.









Figura 1. Imágenes de tórax.
Una radiografía de tórax realizada a los 6 años antes (Panel A) muestra una placa pleural calcificada en el hemidiafragma derecho (flecha blanca). Hay opacidades reticulares sutiles en las bases pulmonares y en el lóbulo superior derecho (flechas negras). Una radiografía de tórax al ingreso (Panel B) muestra  opacificación difusa asimétrica del espacio aéreo, además de los hallazgos anteriores. TAC de tórax al ingreso muestra adenopatías mediastínicas (Panel C, flechas), opacificación asimétrica difusa bilateral en vidrio esmerilado (Panel D, flechas), y opacidades reticulares y panal de abeja en los lóbulos inferiores (Panel E, flecha).





Diagnóstico Diferencial: 

 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
La TAC de tórax al ingreso (Figura 1C, 1D, y 1E) muestra prominentes ganglios linfáticos en mediastino probablemente reactivos. El tronco de la arteria pulmonar está ensanchado lo que sugiere la presencia de hipertensión arterial pulmonar. Hay opacidades reticulares subpleurales y múltiples quistes, predominantemente en las bases pulmonares. Estos hallazgos representan  fibrosis pulmonar y panalización. También hay opacificación difusa  asimétrica en vidrio esmerilado. El diagnóstico diferencial de opacificación difusa en vidrio esmerilado es amplio, pero en este caso se puede dividir en dos categorías: los diagnósticos que no están directamente relacionadas con la fibrosis pulmonar subyacente (asbestosis) y los directamente relacionados con ella. En virtud de la primera categoría, el edema pulmonar es posible, pero no probable debido a la distribución asimétrica y ausencia de derrame pleural. Otras posibilidades incluyen neumonía y hemorragia pulmonar superpuesta a la fibrosis pulmonar. La opacificación también puede estar directamente relacionada con la fibrosis pulmonar subyacente y puede representar la fibrosis pulmonar acelerada y daño alveolar difuso.
La ecocardiografía transtorácica realizada  6 años antes de la actual internación proporciona información  útil. En ese momento, había hipertrofia leve concéntrica del ventrículo izquierdo (septum interventricular, 11 mm; pared posterior del ventrículo izquierdo, 11 mm) y la función sistólica del VI era normal  (fracción de eyección, 74%). La válvula aórtica estaba moderadamente calcificada, con engrosamiento de las valvas y fusión entre la  derecha y la no coronariana pero sin estenosis clínicamente significativa. El tamaño del ventrículo derecho, la función sistólica, y la presión sistólica máxima estimada fueron normales. No había regurgitación tricuspídea significativa. Un cable de marcapasos estaba presente en el lado derecho del corazón.
Un ecocardiograma transtorácico realizado el tercer día de la actual internación(Figura 2A) documentó nuevamente una  hipertrofia ventricular izquierda concéntrica leve, con una fracción de eyección del 54%. No hubo progresión apreciable de la calcificación de la válvula aórtica,  y no había estenosis aórtica clínicamente significativa. En contraste, el ventrículo derecho estaba marcadamente dilatado e hipoquinético. Ahora había de moderada a severa insuficiencia tricuspídea e hipertensión arterial pulmonar (Figura 2B), con una presión sistólica estimada de  64 mm Hg. El tabique interventricular mostró aplanamiento tanto sistólico cmo diastólico, lo cual es coherente con sobrecarga de  volumen y de presión del  ventrículo derecho.





Figura 2. Ecocardiograma obtenida durante esta admisión.
Una vista de eje corto paraesternal a nivel medioventricular (Panel A) muestra un VI de tamaño normal  (LV), pero marcado agrandamiento del ventrículo derecho (VD), con aplanamiento sistólico del tabique interventricular (flechas). El Doppler de onda continua (Panel B) muestra el jet de regurgitación valvular tricuspídeo. El gradiente de presión sistólica máxima fue de 64 mm Hg, lo que indica aumento de presión ventricular derecho marcado e hipertensión pulmonar arterial sistólica marcadas.



Este hombre de edad se presentó con una disminución gradual de la función respiratoria durante un período de 6 meses, pero con aceleración aguda final. Tenía una historia tabáquica de 150 paquetes por año de cigarrillos y había estado expuesto al amianto durante su trabajo como plomero en un astillero. Aunque no se conocen los detalles de sus exposiciones, se puede determinar que su exposición era suficiente para haber producido el hallazgo característico de una placa pleural diafragmática calcificada y características radiográficas de infiltrados reticulonodulares bibasales difusos. Las placas pleurales son unilaterales en un tercio de los casos de asbestosis, como lo fueron en este caso, (1) y además la asbestosis pulmonar puede desarrollarse también sin calcificaciones pleurales. (2) Los estudios ecocardiográficos mostraron insuficiencia tricuspídea,  un marcado aumento de la presión sistólica del ventrículo derecho, como lo demuestra el aplanamiento del septum y el abombamiento sobre la aurícula derecha, características consistentes con insuficiencia cardiaca derecha debido a una enfermedad pulmonar subyacente (es decir, un corazón pulmonar). El paciente fue tratado agresivamente con antibióticos, corticosteroides y diuréticos, pero su oxigenación se deterioró progresivamente hasta que requirió intubación y ARM. Desarrolló  acidosis respiratoria,  tuvo un paro cardíaco en asistolia y falleció. El desafío en este caso es determinar qué causó el deterioro agudo de la enfermedad pulmonar intersticial crónica de este paciente, o en otras palabras, qué se injertó en su intersticiopatía crónica para que su enfermedad tomara el curso observado.


ENFERMEDAD PULMONAR INTERSTICIAL CRÓNICA
La clasificación de la fibrosis pulmonar intersticial crónica idiopática sugerida actualmente por la American Thoracic Society (ATS) , y la European Respiratorio Society (3) se muestra en la Tabla 2 El diagnóstico de enfermedad pulmonar intersticial crónica generalmente se basa en los síntomas (tos y disnea de esfuerzo), evidencias radiográficas  (infiltrados intersticiales reticulonodulares y en vidrio esmerilado) , evidencias fisiológicas (restricción pulmonar), y anormalidades en el intercambio gaseoso evidenciado por una disminución de la capacidad de difusión del pulmón para el monóxido de carbono.
Este paciente tenía disnea de esfuerzo y evidencias radiográficas de infiltrados intersticiales reticulonodulares y vidrio esmerilado. Para un diagnóstico definitivo se requiere en general un  examen histopatológico del tejido pulmonar para determinar  la causa de la fibrosis pulmonar; Sin embargo, la tomografía computarizada de alta resolución pueden ser suficientemente diagnóstica en algunos trastornos (por ejemplo neumonitis intersticial usual, sarcoidosis, y  neumonía por hipersensibilidad) para permitir a los médicos evitar la  biopsia que es un procedimiento  invasivo. En el presente caso, la historia del paciente de exposición laboral al amianto y la presencia de placas pleurales calcificadas, que sirven como evidencia radiográfica de fibrosis pulmonar intersticial crónica, cumple con los criterios ATS recientemente modificados para el diagnóstico de neumonitis intersticial difusa debido a la exposición al asbesto (asbestosis pulmonar) . (4,5)  Sin embargo, en algunos pacientes expuestos ocupacionalmente que presentan placas pleurales calcificadas se demostrará en el examen histopatológico de tejido pulmonar que pueden tener otras causas de intersticiopatía.






  Tabla 2. Clasificación clínico histológica de las neumonías intersticiales idiopáticas.


La exposición ocupacional de este paciente al asbesto era de duración e intensidad desconocida. La probabilidad de desarrollo de asbestosis, la rapidez de inicio y la gravedad de la enfermedad  dependen de la intensidad y la duración de la exposición al polvo de amianto inhalado, con algunas estimaciones del umbral de exposición acumulativo durante toda la vida  de 25 fibras por centimétrica cúbico por años (6) Las normas gubernamentales sobre el uso de amianto en el lugar de trabajo han reglamentado una  reducción constante de las concentraciones de amianto ambiente admisible de acuerdo con la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (actualmente 0,1 fibras por mililitro de aire), y de esa manera se han casi  eliminado prácticamente los casos graves de la enfermedad. Sin embargo, dado que el período de latencia para el desarrollo de la asbestosis es a menudo 20 años o más, los nuevos casos siguen siendo diagnosticados por exposiciones en el pasado con concentraciones superiores a las actualmente permitidas. En los países en desarrollo, donde la nueva construcción va en aumento y los entes controles reguladores a menudo no son estrictos, una nueva oleada de casos de asbestosis pulmonar se prevé, por lo que algunos han llamado a la  prohibición mundial del uso de asbesto.(7)
La tasa de muerte por asbestosis pulmonar es mayor entre los pacientes con evidencia de discapacidad pulmonar en el momento del diagnóstico inicial. Un antecedente de tabaquismo aumenta la tasa de mortalidad esperada. Las causas más comunes de muerte en las personas con asbestosis son la asbestosis progresiva y el cáncer de pulmón; la tasa de mortalidad es de poco más del doble que lo esperado en personas sin asbestosis.(8)

INSUFICIENCIA RESPIRATORIA AGUDA EN PACIENTES CON ENFERMEDAD PULMONAR CRÓNICA
La presentación clínica en este caso es inusual con respecto a la rapidez del deterioro del paciente y la evolución a la muerte. Por esta razón, es importante tener en cuenta la gama de trastornos que pueden superponerse a su asbestosis. El diagnóstico diferencial incluye: infección, complicaciones cardiovasculares y  complicaciones pulmonares no infecciosas.

INFECCIÓN
Los pacientes con asbestosis tienen un mayor riesgo de infección pulmonar aguda debido a  bacterias, virus y hongos. Existe un mayor riesgo de infección de las vías respiratorias debido a hongos oportunistas, más comúnmente de especies de Aspergillus. Esta susceptibilidad puede reflejar tanto las distorsiones anatómicas resultantes de cicatrización del parénquima pulmonar, como de la  disminución del clearence mucociliar que puede acompañar a las bronquiectasias por  tracción que tienen estos pacientes, o a enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) asociada, por lo general atribuible al  hábito tabáquico. Los anticuerpos antinucleares y factor reumatoide pueden ser positivos en los trabajadores expuestos al amianto. Este paciente estaba afebril, el recuento de leucocitos era prácticamente normal, y los cultivos microbianos no lograron aislar un patógeno, por lo que la infección parece una causa poco probable de su deterioro agudo.


COMPLICACIONES CARDIOVASCULARES
Una descompensación ventricular izquierda aguda con edema agudo de pulmón podría ser responsable de la repentina aparición de infiltrados pulmonares en parches y la disminución del intercambio gaseoso. Sin embargo, en el ecocardiograma no hay disminución en la fracción de eyección sistólica significativa y hay poca evidencia para apoyar el diagnóstico de la disfunción diastólica aguda.

COMPLICACIONES PULMONARES NO INFECCIOSAS
El deterioro agudo de la función pulmonar en este tipo de pacientes puede ser causado por una exacerbación de  EPOC debido a  inflamación de las vías respiratorias, aumento de secreciones, y broncoespasmo. Aunque no tenemos pruebas de función pulmonar en este  paciente gravemente enfermo, su historia de tabaquista de 150 paquetes /años hacen que sea probable el EPOC. Sin embargo, la ausencia de un cuadro prodrómico con tos productiva y la presencia de infiltrados bilaterales son incompatibles con una exacerbación aguda de la EPOC. No hay eosinofilia circulante para sugerir una respuesta alérgica a un medicamento y no hay hemoptisis o coagulopatía que sugieran hemorragia pulmonar aguda.
La embolia pulmonar es una consideración en este paciente, y tanto la asbestosis como las complicaciones malignas de la asbestosis pueden predisponer a  hipercoagulabilidad. La angiografía por TC puede diagnosticar una gran embolia pulmonar en la mayoría de los casos, y debería haber sido incluido en el estudio diagnóstico. Pero en realidad hay pocos elementos para pensar en este diagnóstico por lo que lo voy a descartar por lo menos como  causa principal de la disminución respiratoria observada.

FASE ACELERADA DE LA ENFERMEDAD PULMONAR INTERSTICIAL CRÓNICA
En los últimos años, ha habido una aceptación creciente de que varias formas de enfermedad pulmonar intersticial crónica, más frecuentemente la neumonía intersticial usual, pero también la neumonitis por hipersensibilidad,  pueden entrar en una fase acelerada que se caracteriza por infiltrados pulmonares difusos e insuficiencia pulmonar aguda. Esta exacerbación puede progresar al síndrome de dificultad respiratoria agudo. Los hallazgos histopatológicos en pacientes afectados son variables y potencialmente importantes  respecto del pronóstico.(9)  Tres patrones microscópicos de la lesión pulmonar aguda se han reportado: daño alveolar difuso con membranas hialinas difusas, neumonía organizativa, y múltiples focos fibroblásticos  superpuestos sobre la fibrosis crónica. (9)  Después del tratamiento con corticosteroides, así como con  ciclofosfamida o azatioprina, las tasas de supervivencia fueron mejores en el grupo de pacientes que tenían un patrón importante de neumonía organizada en la biopsia de pulmón. En un estudio reciente, entre los pacientes que tenían lesión pulmonar aguda y daño alveolar difuso con neumonía organizada clínicamente significativa había aumento de las tasas de supervivencia, en comparación con aquellos que tenían daño alveolar difuso  y fibrosis intersticial solos. (10) No ha habido informes de exacerbaciones similares en pacientes con asbestosis pulmonar, pero hay pocos motivos por los que no deberían ocurrir, y por lo tanto este paciente puede haber fallecido de una fase acelerada (es decir, exacerbación aguda) de asbestosis pulmonar crónica. La falta de respuesta a los corticosteroides sugiere que debe haber habido cambios histopatológicos  caracterizados por daño alveolar difuso con membranas hialinas, en lugar de neumonía organizativa.


DIAGNÓSTICO: EXACERBACIÓN AGUDA (FASE ACELERADA) DE ASBESTOSIS PULMONAR.

DISCUSIÓN PATOLÓGICA
Se realizó un examen post-mortem limitado al pulmón izquierdo. El pulmón pesaba 899 g, que es aproximadamente 150% del peso normal. Había placas pleurales calcificadas amarillas en la pleura visceral y parietal, y  adherencias fibrosas pleurales estuvieron presentes también. El pulmón impresionaba  sólido, y la superficie de corte era firme y rojo-marrón con pequeñas áreas de enfisema.
Histopatológicamente había  fibrosis intersticial con bronquiectasias de tracción y espacios de aire quísticamente dilatados debajo de la pleura,  indicativos de fibrosis y panalización (Figura 3A). La mayoría del pulmón estaba afectado de fibrosis intersticial vieja particularmente el lóbulo inferior. La fibrosis intersticial comprometía el intersticio peribroncovascular y había fibrosis en puente entre los haces broncovasculares con simplificación de la arquitectura pulmonar.(Figure 3B). La fibrosis  intersticial vieja  incluía ocasionales  cuerpos  de amianto, que eran largos, de color marrón, y arrosariados (Figura 3C). Los cuerpos de asbesto se teñían  de color azul con una mancha de hierro, y sus delgados y translúcidos núcleos eran evidentes (Figura 3D). La combinación de la fibrosis intersticial antigua  y  cuerpos de asbesto indican  asbestosis parenquimatosa.(11,12) Había largas trabéculas de hueso dentro de la cicatriz (Figura 3E). Esto se ha denominado osificación dendriforme y puede ocurrir como una faceta de fibrosis intersticial  pulmonar antigua. (13)








Figura 3. Pulmón muestras obtenidas en la autopsia.
Una microfotografía del pulmón a bajo aumento (Panel A, hematoxilina y eosina) muestra fibrosis intersticial gruesa y panalización subpleural. Marcada fibrosis intersticial antigua (Panel B, hematoxilina  eosina) creando espacios aéreos ectásicos. Un cuerpo de asbesto (Panel C, flecha; hematoxilina  eosina) está presente con un fondo de fibrosis intersticial. Con la tinción de hierro, el cuerpo de amianto puede ser visto con  un núcleo translúcido fino (Panel D, flecha; azul de Prusia). Se ce osificación dendriforme s(Panel E, flechas; hematoxilina  eosina) en una antigua cicatriz fibrosa. Daño alveolar difuso en  fase aguda, se superpone a la fibrosis (Grupo F, hematoxilina  eosina), con membranas hialinas y alvéolos llenos de fibrina. Daño alveolar difuso en fase de organización (Panel G, hematoxilina y eosina), se caracteriza por histiocitos y fibrosis temprana en los alvéolos. En otras zonas (Grupo H, hematoxilina  eosina), el daño alveolar difuso se asocia a hemorragia.


Aparte de la antigua fibrosis intersticial con panalización,  había grandes regiones del pulmón que contenían membranas de fibrina y hialina (Figura 3F), inflamación organizada y fibrosis alveolar histiocítica temprana (Figura 3G), o hemorragia (Figura 3H). Esta constelación de hallazgos son diagnóstico de daño alveolar difuso, también conocido como neumonitis intersticial aguda. El daño alveolar difuso superpuesto a la fibrosis intersticial crónica en pacientes con pneumonitis (9,14)  intersticial crónica es diagnóstico de  fase acelerada de neumonitis intersticial crónica, que en un estudio se asoció con una supervivencia media de 16 días desde el momento de la internación. (15) En este caso  la fase acelerada se produjo sobre una asbestosis parenquimatosa crónica.(16) Insuficiencia pulmonar rápidamente progresiva en pacientes con asbestosis se han informado  que aparecen hasta  50 años después de un breve pero  alta intensidad de la exposición a asbestos.(17)
El examen histopatológico reveló placas pleurales compuestas de colágeno escasamente celular, característica de la placa hialina pleural que se produce después de la exposición al amianto. Otros cambios que se observaron incluyen espacios aéreos dilatados, característicos de enfisema y cambios en las arterias pulmonares  consistentes con la hipertensión arterial pulmonar.

DIAGNÓSTICO ANATÓMICO: 
ASBESTOSIS PULMONAR, EVOLUCIONANDO HACIA UNA FASE ACELERADA.
PLACA HIALINA PLEURAL.


Fuente 

Case 12-2010 — An 89-Year-Old Man with Progressive Dyspnea
Richard L. Kradin, M.D., Subba R. Digumarthy, M.D., Aaron L. Baggish, M.D., and Eugene J. Mark, M.D.
The New England Journal of Medicine.


Desde el Pulmonar y Cuidados Críticos, Departamento de Medicina (RLK), los Departamentos de Patología (RLK, EJM) y Radiología (SRD), y la División de Cardiología (ALB), Hospital General de Massachusetts; y los Departamentos de Patología (RLK, EJM), Radiología (SRD) y Medicina (RLK, ALB), la Escuela de Medicina de Harvard.
Referencias
1. Gevenois PA, de Maertelaer V, Madani A, C Winant, Sergent G, De Vuyst P. La asbestosis, placas pleurales y engrosamiento pleural difuso: tres respuestas benignas distintos a la exposición al asbesto. Eur Respir J 1998; 11: 1021-1027. [Resumen]
2. Aberle DR, Gamsu G, Ray CS. TC de alta resolución de las enfermedades relacionadas con el amianto benignos: correlación clínica y radiográfica. AJR Am J Roentgenol 1988; 151: 883-891. [Texto completo libre]
3. American Thoracic Society, European Respiratory Society. American Thoracic Society / European Respiratory Society Clasificación Internacional Multidisciplinario Consenso del intersticial idiopática neumonías: esta declaración conjunta de la American Thoracic Society (ATS) y la European Respiratory Society (ERS) fue adoptada por la junta directiva ATS, junio de 2001 y por el Comité Ejecutivo ERS, de junio de 2001 Am J Respir Crit Care Med 2002; 165: 277-304. [Errata, Am J Respir Crit Care Med 2002; 166:. 426] [Free Full Text]
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sábado, 5 de mayo de 2018

VARÓN DE 42 AÑOS CON DOLOR ABDOMINAL Y TORÁCICO



En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.



Un hombre de 42 años con antecedentes de enfermedad arterial coronaria y dislipidemia se presentó en el servicio de urgencias con molestias abdominales y torácicas. Dos días antes, había tenido un inicio repentino de dolor abdominal en el cuadrante superior izquierdo, que irradiaba a su espalda y en forma de banda a lo largo del margen subcostal. El dolor abdominal se asoció con náuseas y saciedad temprana y empeoraba con el movimiento. Durante los siguientes 2 días, la incomodidad abdominal aumentó de una intensidad de 3 a 6 en una escala de 10 puntos. Además, informó presión subesternal en el pecho, que se había desarrollado el día anterior a la presentación y era compatible con su angina habitual, pero no respondía a la autoadministración de una tableta de nitroglicerina sublingual. El dolor disminuyó con tres tabletas sublinguales de nitroglicerina administradas en el servicio de urgencias, pero se resolvió solo después de que se le hubiera administrado morfina intravenosa, ketorolaco y una aspirina masticable.
El paciente no refirió trauma abdominal, vómitos, sangrado rectal o heces negras. No había consumido ninguna comida fuera de su casa recientemente. Informó haber tenido diarrea crónica desde que se sometió a cirugía de revascularización coronaria más de 10 años antes de la presentación, pero con volumen y frecuencia crecientes (cuatro deposiciones sueltas al día) después de que la dosis de su medicamento para reducir el colesterol se aumentó 6 meses antes. Señaló que la diarrea empeoraba con la ingesta de alimentos. Durante este período de tiempo, tuvo una pérdida de peso no intencional de 16 kg con saciedad temprana intermitente. También notó dolores de cabeza diarios y nocturia frecuente, e informó sentirse “caliente” por la noche, sin sudoración nocturna ni fiebre. Una colonoscopia realizada 4 meses antes de la presentación actual no mostró alteraciones.

PONENTE
La descripción del dolor abdominal aumenta la preocupación sobre la inflamación peritoneal. En vista de la enfermedad de la arteria coronaria del paciente, se debe considerar la isquemia mesentérica aguda o una complicación de un aneurisma aórtico abdominal. Otras causas de un abdomen agudo también son posibles; la ubicación del dolor sugiere pancreatitis, úlcera péptica, infarto o rotura esplénica o infarto renal. Un síndrome torácico agudo por neumonía, neumotórax, embolia pulmonar, disección aórtica o infarto de miocardio es una preocupación urgente en la presentación. El dolor de pecho fue similar a su angina anterior y se resolvió con nitroglicerina sublingual y medicamentos antiinflamatorios; un síndrome coronario agudo parece ser poco probable, pero el paciente debe someterse a una electrocardiografía y ser observado por cualquier molestia en el pecho que indique un síndrome coronario agudo.
Su historial subyacente y más prolongado de síntomas gastrointestinales puede deberse a un trastorno inflamatorio (p. Ej., Enfermedad de Crohn, colitis microscópica o enfermedad celíaca), una infección entérica crónica, un trastorno de la dismotilidad o malabsorción. La saciedad temprana y la pérdida de peso involuntaria son signos de  alarma; además de la malabsorción, se deben considerar los cánceres gastrointestinales, que incluyen tumor carcinoide, linfoma y cáncer de colon.


EVOLUCIÓN
El historial médico del paciente incluía hipertensión, hiperlipidemia y enfermedad arterial coronaria. Había tenido un infarto de miocardio a los 32 años de edad y se había sometido a una angioplastia con la colocación de dos stents de metal en la arteria coronaria derecha, seguido poco después por un injerto de derivación de la arteria coronaria. Tenía angina de una a cinco veces al mes, que respondía a la nitroglicerina. Se había sometido a una apendicectomía.
Sus medicamentos incluían ramipril, aspirina, ácidos grasos n-3, ácido fólico, dinitrato de isosorbide, atorvastatina, multivitaminas, fenofibrato (añadido 5 meses antes para hipertrigliceridemia), ácido nicotínico de liberación prolongada (la dosis aumentó 4 meses antes debido a hipertrigliceridemia persistente, además de fenofibrato), amlodipina y succinato de metoprolol de liberación prolongada.
Estaba casado, tenía dos hijos y trabajaba como enfermero. Había tenido una exposición remota a sangre relacionada con el trabajo con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la hepatitis B y C, pero las pruebas para todos fueron negativas en ese momento. Bebía dos cervezas día por medio. Él no usaba tabaco ni drogas ilícitas. Su historia familiar era notable por cáncer de colon, cáncer de próstata y enfermedad arterial coronaria en su padre


PONENTE
Los medicamentos del paciente incluían un fibrato y ácido nicotínico, los cuales pueden causar diarrea; sin embargo, no es típico que los efectos sean tan severos y prolongados. El ácido nicotínico puede causar enrojecimiento con una sensación de calor asociada, pero generalmente esto se relaciona temporalmente con la ingestión del medicamento en lugar de un síntoma persistente.
El paciente era un trabajador de la salud con exposiciones potenciales a la hepatitis y al VIH. Los antecedentes familiares de cáncer de colon aumentan su riesgo de cáncer; sin embargo, su colonoscopia negativa hace 4 meses es tranquilizadora.


EVOLUCIÓN
En el examen físico, el paciente no mostraba compromiso general. Su temperatura era de 36 ° C; frecuencia cardíaca, 80 latidos por minuto; presión arterial, 100/60 mm Hg en el brazo derecho y 105/63 mm Hg en el brazo izquierdo; frecuencia respiratoria, 16 respiraciones por minuto; saturación de oxígeno, 98% mientras respiraba aire ambiente; peso, 78 kg; altura, 174 cm; e índice de masa corporal, 25.8. El tórax era claro en la auscultación bilateral. El examen cardíaco reveló un punto normal de impulso máximo 8choque de la punta), y los primeros y segundos ruidos cardiacos normales, sin soplos, galope o frote. El abdomen era blando y no distendido, con sensibilidad leve en el cuadrante superior izquierdo pero sin sensibilidad al rebote, hepatoesplenomegalia o masas. Se escuchaban sonidos intestinales normales. Los resultados de un examen rectal fueron normales, con heces negativas a guayaco. Las manos y los pies estaban calientes y bien perfundidos. El examen neurológico no mostró anormalidades. No se observaron lesiones en la piel.
Los niveles de electrolitos y los resultados de las pruebas de función renal fueron normales. El recuento de leucocitos fue de 4780 por milímetro cúbico, con un recuento diferencial normal. El hematocrito fue del 46.9% y el recuento de plaquetas fue de 217,000 por milímetro cúbico. El nivel de calcio sérico fue de 8,8 mg por decilitro; amilasa, 85 U por litro (rango normal, 20 a 70); lipasa, 114 U por litro (rango normal, 3 a 60); alanina aminotransferasa, 112 U por litro (rango normal, 7 a 52); aspartato aminotransferasa, 88 U por litro (rango normal, 9 a 30); fosfatasa alcalina, 57 U por litro (rango normal, 30 a 115); bilirrubina total, 0,5 mg por decilitro; y triglicéridos, 85 mg por decilitro (rango normal, 35 a 150). El tiempo de protrombina fue de 14.6 segundos con una tasa internacional normalizada (RIN), de 1.2; el tiempo de tromboplastina parcial fue de 24,9 segundos. El nivel de troponina I cardíaca fue indetectable.
Un electrocardiograma reveló un ritmo sinusal normal, sin anomalías clínicamente significativas del segmento ST ni de la onda T. Una radiografía de tórax no mostró ningún proceso cardiopulmonar agudo.


PONENTE
El examen físico es tranquilizador al descartar un abdomen agudo; sin embargo, proporciona poca información adicional para poder estrechar la lista de diagnósticos diferenciales. El único hallazgo objetivo es la sensibilidad leve en el cuadrante superior izquierdo del abdomen, que se asocia con muchos trastornos abdominales superiores, que incluyen pancreatitis, úlcera gástrica y trastornos intestinales. Un paciente con isquemia mesentérica aguda podría presentar hallazgos mínimos en el examen físico.
Los niveles levemente elevados de lipasa y amilasa pueden ser indicativos de inflamación pancreática, pero también se observan elevaciones con otras afecciones intraabdominales, como la colecistitis, la obstrucción intestinal o la enfermedad celíaca. Ciertos medicamentos, como los opiáceos y los agentes colinérgicos, también pueden aumentar falsamente los niveles de lipasa y amilasa, pero los medicamentos que toma este paciente generalmente no están asociados con dichas elevaciones. La pancreatitis aguda podría explicar la aparición repentina del dolor en el cuadrante superior izquierdo del paciente, pero los niveles de lipasa suelen ser más altos. La pancreatitis crónica puede asociarse con diarrea y pérdida de peso debido a la malabsorción de grasa; sin embargo, este es el primer episodio de dolor abdominal en el paciente, y la diarrea prolongada durante un período de años antes del inicio del dolor abdominal no es característica de la pancreatitis crónica. El paciente también tiene niveles elevados de aminotransferasas, lo que sugiere la posibilidad de lesión hepática por infección viral o fármacos (por ejemplo, alcohol, atorvastatina y, ocasionalmente, fenofibrato y aspirina). La esteatohepatitis es otra consideración; el paciente tiene un poco de sobrepeso, lo que lo pone en riesgo. Los niveles de aminotransferasas también pueden ser elevados en pacientes con enfermedad celíaca o con cáncer que afecta al hígado.


EVOLUCIÓN
En el servicio de urgencias, se realizó una ecografía abdominal que no mostró evidencia de enfermedad de la vesícula biliar. El páncreas parecía normal. La tomografía computarizada (TC) del abdomen no reveló evidencia de infiltración de la grasa pancreática; sin embargo, había adenopatías yeyunales mesentéricas, con un colon y un intestino delgado de apariencia normal (Figura 1).






FIGURA 1
Tomografía computarizada del abdomen.
Una vista en corte transversal (Panel A) y una vista coronal (Panel B) de la TC abdominal del paciente muestran múltiples ganglios linfáticos mesentéricos yeyunales agrandados (flechas), que miden hasta 1.9 cm de diámetro. Las venas hepáticas no contrastadas (paneles A y B) son prominentes, pero el parénquima hepático es por lo demás normal.





PONENTE
Las imágenes no son indicativas de pancreatitis grave y no revelan causas estructurales de pancreatitis. La linfadenopatía mesentérica es un hallazgo inesperado pero inespecífico que podría ser una variante normal o el resultado de cáncer, inflamación o infección; la pérdida de peso sustancial del paciente es preocupante porque la pérdida de peso involuntaria puede estar asociada con cáncer. La linfadenopatía por inflamación intraabdominal es posible, aunque la pancreatitis, la diverticulitis o la enfermedad inflamatoria del intestino habrían sido aparentes en la tomografía computarizada. Una enfermedad celíaca podría causar inflamación que no se ve en la tomografía computarizada. Se deben considerar las causas virales y bacterianas de la enteritis, así como las posibles exposiciones ocupacionales como el VIH, las micobacterias y los virus de la hepatitis B y C. La presencia de linfadenopatía mesentérica debería desencadenar un examen completo de los ganglios linfáticos.


EVOLUCIÓN
No se detectaron ganglios linfáticos en un reexamen cuidadoso. Los niveles de vitaminas A, D y K fueron normales. El nivel de alfa-tocoferol fue de 4.7 mg por decilitro (rango normal, 5.5 a 18.0). Los estudios fecales mostraron un nivel normal de grasa fecal, ausencia de leucocitos fecales y ausencia de óvulos o parásitos; la prueba de toxina de Clostridium difficile fue negativa. Una enteroclisis por TC para la evaluación del intestino delgado no mostró fístulas o masas del intestino delgado. La prueba de anticuerpos contra VIH y virus de hepatitis B y C fue negativa. El nivel de tirotropina fue normal. Se realizó una laparotomía exploradora y se biopsiaron los ganglios linfáticos, revelando hiperplasia folicular e interfolicular reactiva y múltiples lipogranulomas, que sugerían un proceso reactivo, así como el drenaje del material lipídico del tracto gastrointestinal. La citometría de flujo no mostró ninguna evidencia de un trastorno linfoproliferativo.


PONENTE
Se podrían haber realizado otras pruebas menos invasivas antes de proceder a la laparotomía. Estos incluyen pruebas serológicas para enfermedad celíaca, una endoscopia superior y una colonoscopia repetida con biopsias aleatorias. Los hallazgos reactivos en la biopsia de ganglios linfáticos sugieren un proceso inflamatorio abdominal, ya sea autoinmune o infeccioso.


EVOLUCIÓN
Las pruebas de anticuerpos transglutaminasa tisular IgA y anticuerpos endomisiales IgA fueron positivas, hallazgos que son consistentes con un diagnóstico de enfermedad celíaca. El diagnóstico se confirmó posteriormente mediante una biopsia del intestino delgado (Figura 2). La diarrea y el dolor abdominal del paciente se resolvieron con el inicio de una dieta libre de gluten. Ganó 27 kg de peso durante los siguientes 2,5 años y los resultados anormales de las pruebas de función hepática se normalizaron en 2 meses. Seis meses después del inicio de una dieta libre de gluten, una tomografía computarizada de seguimiento mostró una reducción en el tamaño de los ganglios linfáticos.






FIGURA 2
Muestra de biopsia de intestino delgado.
Una fotomicrografía a bajo aumento (panel A, hematoxilina y eosina) muestra el aplanamiento de las vellosidades. Una fotomicrografía a gran aumento (Panel B, hematoxilina y eosina) muestra linfocitos intraepiteliales (flechas).




COMENTARIO
Este paciente presentó una constelación de signos y síntomas gastrointestinales agudos y crónicos, que incluían diarrea crónica, pérdida de peso y niveles elevados de lipasa y aminotransferasa. Varios síntomas aumentaron la preocupación de los médicos tratantes sobre el cáncer, incluidos los hábitos intestinales alterados, la pérdida de peso involuntaria y la saciedad temprana. La identificación de la linfadenopatía en la TC abdominal aumentó aún más la preocupación sobre el cáncer, lo que llevó a una laparotomía exploradora. El último diagnóstico de enfermedad celíaca se realizó después de que esta prueba más invasiva no proporcionara un diagnóstico, lo que resalta el hecho de que la posibilidad de la enfermedad celíaca a menudo se pasa por alto, con el consiguiente retraso en el diagnóstico.
La enfermedad celíaca es un trastorno autoinmune que afecta el intestino delgado y se desencadena por el gluten ingerido de la cebada, el centeno y el trigo.1,2 La enfermedad tiene manifestaciones clínicas tanto intestinales como extraintestinales. Los síntomas intestinales ocurren en 40 a 50% de los adultos, una prevalencia que es menor que en los niños, e incluyen dolor abdominal, diarrea y otros síntomas abdominales inespecíficos; una leve elevación en los niveles de aminotransferasas, como se observó en este paciente, se informa en 15 a 20% de los pacientes con enfermedad celíaca.3 La enfermedad celíaca se asocia con un aumento de un factor de tres en el riesgo de pancreatitis 4, aunque la elevación leve de la lipasa en este paciente es inespecífica. El dolor abdominal del paciente también puede deberse a una intususcepción transitoria relacionada con la enteropatía celíaca. El paciente tenía linfadenopatía mesentérica, que con mayor frecuencia representa un proceso neoplásico, inflamatorio o infeccioso.5 La adenopatía mesentérica se produce en pacientes con enfermedad celíaca, debido a la reacción inflamatoria crónica, pero estos pacientes también tienen un mayor riesgo de linfoma6. En este caso, la biopsia de los ganglios linfáticos tuvo resultados negativos; Las imágenes de seguimiento que mostraron mejoría con el uso de una dieta sin gluten también respaldaron una causa reactiva de adenopatía.
La enfermedad celíaca también se manifiesta fuera del tracto gastrointestinal.2 Las erupciones (p. Ej., Dermatitis herpetiforme), las artralgias, los síntomas neurológicos y psiquiátricos, la fatiga y la infertilidad pueden presentar manifestaciones.2,7 Los pacientes también pueden presentar secuelas de malabsorción, incluida la pérdida de peso , anemia por deficiencia de hierro y osteoporosis u osteomalacia debido a malabsorción de calcio y vitamina D.2 La enfermedad celíaca puede asociarse con otras enfermedades autoinmunes, como la diabetes tipo 1, la tiroiditis autoinmune y la hepatitis.8 Algunos estudios retrospectivos, pero no otros, han demostrado un mayor riesgo de cardiopatía isquémica incidente, un hallazgo que se ha postulado como asociado a la inflamación crónica.9 Un estudio de cohortes retrospectivo sugirió que las personas con enfermedad celíaca comprobada por biopsia tienen un mayor riesgo de muerte, en comparación con los ancianos. y controles pareados por sexo. 10
La prevalencia de la enfermedad celíaca en los estudios de detección es de 0.5 a 1%; la enfermedad se observa en todas las poblaciones para las cuales el gluten forma parte de la dieta, aunque la prevalencia varía según la población estudiada.2 Los genes HLA clase II HLA-DQ2 o, mucho menos comúnmente, HLA-DQ8 se expresan en la mayoría de los casos de pacientes con enfermedad celiaca 2 Aunque los hombres y las mujeres tienen una prevalencia similar de enfermedad celíaca en los estudios de detección basados ​​en la población, la enfermedad se diagnostica con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres.
Los pacientes con enfermedad celíaca tienen una respuesta inmune anormal al componente de gliadina de la proteína de gluten que se encuentra en el trigo, la cebada y el centeno. A través de un mecanismo mediado por células T colaboradoras tipo 1, se produce una reacción inflamatoria en el epitelio y en la lámina propia del intestino delgado. Este proceso inflamatorio altera la estructura natural de las vellosidades intestinales, lo que lleva a una atrofia vellosa e hiperplasia de las criptas con una malabsorción posterior2.
El diagnóstico generalmente se realiza sobre la base de un examen serológico, seguido de una biopsia confirmatoria del intestino delgado. La prueba serológica de elección es el ensayo de anticuerpos transglutaminasa anti-tejido IgA, que es altamente estandarizado, específico (94%) y sensible (97%). 2 La medición de anticuerpos transglutaminasa anti-tejido IgG o anticuerpos IgG peptídicos de gliadina desamidados puede realizado en personas con deficiencia de IgA2. Los anticuerpos antiendomisio IgA son altamente específicos, pero las pruebas son costosas y dependientes del operador.2 La medición de los anticuerpos antigliadina ya no se recomienda para el diagnóstico debido a la baja precisión diagnóstica. Las pruebas serológicas positivas en adultos deben ir seguidas de una biopsia de intestino delgado para evaluar la gravedad de la afectación del intestino delgado y garantizar que los resultados de la prueba serológica no sean falsamente positivos12. Los hallazgos en la biopsia varían desde una arquitectura vellositaria casi normal con prominencia linfocitosis intraepitelial para completar la atrofia vellosa.
El pilar del tratamiento es una dieta libre de gluten. En los casos en que los síntomas persisten, la causa más probable es la adherencia insuficiente a la dieta recomendada, aunque los casos refractarios a la dieta rara vez se producen. También es necesario abordar las deficiencias nutricionales (p. Ej., Por malabsorción de hierro o vitamina D). La recuperación se evalúa sobre la base de los síntomas clínicos, el control de los marcadores serológicos específicos celíacos y la biopsia de seguimiento del intestino delgado2.
Este paciente presentó pérdida de peso y diarrea, manifestaciones clásicas de la enfermedad celíaca. Sin embargo, la gravedad de los síntomas y otros hallazgos, en particular, la linfadenopatía mesentérica, aumentaron la preocupación sobre el cáncer, lo que provocó una laparotomía y biopsias de ganglios linfáticos, que no fueron diagnósticas. Dado que un simple análisis de sangre (para anticuerpos anti transglutaminasa IgA anti-tejido) habría sugerido fuertemente el diagnóstico y obviado la necesidad de cirugía, este caso subraya la importancia de considerar la enfermedad celíaca en personas que presentan síntomas gastrointestinales o no gastrointestinales que son sugestivos de la trastorno. Hacer el diagnóstico en este caso condujo a la institución apropiada de una dieta libre de gluten, con la resolución de los síntomas gastrointestinales de larga data.





Fuente 
"Against the Grain"
Ole-Petter Riksfjord Hamnvik, M.D., Fidencio Saldana, M.D., Bruce D. Levy, M.D., and Joseph Loscalzo, M.D., Ph.D.
N Engl J Med 2014; 371:1333-1338October 2, 2014DOI: 10.1056/NEJMcps1301321



From the Clinical Pathological Conference Series, Department of Medicine, Brigham and Women's Hospital, and Harvard Medical School — both in Boston.
Address reprint requests to Dr. Levy at Brigham and Women's Hospital, Harvard Institutes of Medicine Bldg., 77 Ave. Louis Pasteur (HIM 855), Boston, MA 02115, or at blevy@partners.org.



REFERENCES
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