viernes, 7 de septiembre de 2012

Confeccionando una Correcta Historia Clínica.


En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.



Un hombre de 48 años, ejecutivo, experimentó varios episodios de dolor torácico de breve duración, relacionado con el ejercicio en las seis semanas previas a su evaluación inicial. Un único episodio de dolor taladrante que había comenzado después de alzar a su hijo duró 20 minutos. El paciente tenía antecedentes tabaquismo, y una fuerte historia familiar de enfermedad cardiovascular aterosclerótica, pero no presentaba antecedentes de diabetes, hipertensión ni obesidad.


Mi primera consideración es la enfermedad coronaria, aunque el episodio en el momento de levantar un peso puede también sugerir un origen musculoesquelético o condritis que pueden estar contribuyendo al problema. No creo que un dolor de tipo gastrointestinal pueda generar este tipo de síntomas. Comenzaría evaluando causas cardiovasculares y musculoesqueléticas.


En los últimos seis años el paciente había tenido cuatro episodios de síncope, cada uno de los cuales habían sido precedidos de ataques agudos de disnea; la recuperación de la conciencia se había producido inmediatamente al adoptar la posición supina. Esos ataques no habían estado relacionados con ningún evento precipitante específico, aunque el paciente los asociaba con períodos de aumento de estrés. Consultó a un alergista quien consideró que se trataba de reacciones anafilácticas pero no tomó los antihistamínicos sugeridos. 


Disnea seguida de síncope tiene varias causas posibles. El broncoespasmo puro sería un inusual pródromo de síncope. Más probable sería una arritmia cardíaca que lleve a hipoperfusión cerebral; un monitoreo electrocardiográfico con Holter sería fundamental para documentar esta hipótesis. Mucho menos probable  es un fenómeno obstructivo valvular como ocurre en el mixoma auricular; esta posibilidad debiera ser descartada con un ecocardiograma. Yo no hubiese prescripto antihistamínicos si mi sospecha fuera de anafilaxia. El dolor precordial actual y los eventos sincopales previos me hacen considerar en primer término un origen cardiovascular del problema.


La historia clínica revelaba que el paciente había desarrollado unas lesiones rojo-amarronadas en el tronco de aspecto de pecas en su adolescencia tardía. Las duchas calientes y la ingestión de alcohol causaban enrojecimiento y prurito en estas lesiones. Una biopsia de las lesiones arrojó como resultado un diagnóstico de urticaria pigmentosa. No se le prescribió medicación.


Esta información me fuerza a considerar mastocitosis sistémica. El síncope y la disnea son manifestaciones de este trastorno; yo creo que el síncope es debido a vasodilatación generalizada. Yo trataría de confirmar el diagnóstico de mastocitosis sistémica haciendo una biopsia de médula ósea.


El examen físico del paciente dos meses antes de la internación no mostró nada destacable excepto las lesiones rojo-amarronadas en el tronco y en las extremidades inferiores. Su presión sanguínea era de 120/80 mm Hg sin cambios posturales, y su pulso era de 100 por minuto. No había adenopatías ni hepatoesplenomegalia. Los resultados de los tests de laboratorio eran normales con una elevación borderline del colesterol sérico. Una Rx de tórax fue normal y no existían alteraciones óseas.


Ninguno de los datos aportados ayudan en el diagnóstico de mastocitosis sistémica; una biopsia de médula ósea es necesaria en este momento. Creo que el dolor torácico está descripto en la mastocitosis sistémica aunque no recuerdo por que mecanismo. Podría ser por broncoespasmo o espasmo coronario. Estoy además, preocupado debido a que el paciente pueda tener también junto a su trastorno de células cebadas, una enfermedad coronaria.


El ECG reveló ondas T bifásicas en las derivaciones laterales de los miembros. Un test de ejercicio fue detenido 12 minutos después debido a depresión del segmento ST  de 2 mm en derivaciones laterales; el paciente no se quejó de dolor precordial durante la prueba. Su frecuencia cardíaca aumentó de 67 latidos por minuto en reposo a 177 cuando la prueba fue detenida. Su presión sanguínea cayó de 124/70 a 100/50 mm Hg durante la realización de la prueba, pero aumentó a 130/70 mm Hg antes de que se detuviera el ejercicio. No se detectaron anormalidades en el estudio de perfusión con talio-201.


El scan con talio normal hace que la enfermedad coronaria sea muy improbable. Aun así dado que el test de esfuerzo fue anormal (cambios en el electrocardiograma y caída de la TA), todavía no estoy absolutamente tranquilo respecto de la posibilidad de enfermedad de enfermedad coronaria, pero la mastocitosis sistémica podría también explicar algo de estos hallazgos. Si el paciente tiene mastocitosis sistémica, un ensayo terapéutico podría obviar la necesidad de estudios más invasivos como la angiografía. 


Se indicó una arteriografía coronaria pero el paciente decidió no someterse al procedimiento. Se inició tratamiento con atenolol y aspirina, pero el dolor precordial empeoró en el curso de los siguientes dos meses a pesar del tratamiento. Por ello el paciente aceptó someterse a la angiografía.


¿Cuál es el diagnóstico?




El hecho de que el malestar torácico empeorara mientras el paciente estaba tomando medicación antianginosa hace que la enfermedad coronaria sea mucho menos probable aún. El problema parece estar relacionado con algún efecto de las células cebadas sobre su corazón; sería útil en este punto una biopsia miocárdica.



Al ingreso al hospital para realizar el estudio angiográfico, el examen físico no había cambiado, excepto que el bazo era palpable. Se discontinuó aspirina y se le administró bloqueantes H1 y H2, prednisona, y cromoglicato antes de realizar la coronariografía. 


Esta intensiva terapia pre-procedimiento es apropiada debido a que el agrandamiento del bazo en un paciente con urticaria pigmentosa argumenta fuertemente en favor de que que el paciente tiene  mastocitosis sistémica. No estoy seguro si la aspirina fue discontinuada por miedo a alguna hemorragia o debido a que puede interactuar con las células cebadas.


La angiografía coronaria no reveló obstrucciones orgánicas ni vasoespasmo. Los cardiólogos concluyeron que la enfermedad coronaria no era la causa del dolor precordial del paciente. Un régimen terapéutico con bloqueantes H1 y H2 evitando alcohol y aspirina eliminaron el dolor. El dolor se atribuyó a mastocitosis sistémica, aunque por mecanismos desconocidos. El paciente se negó a realizar una biopsia de médula ósea.

 Comentario.
El análisis de la historia clínica como forma de narrativa ha mostrado que la medicina y la literatura comparten muchos aspectos de la vida de las personas (1). Estudiantes de literatura y clínicos conocen muy bien el valor de obtener los diferentes matices de la historia de las personas o de los pacientes escuchando la propia voz de los mismos para resolver la trama de la novela o el diagnóstico del paciente. Similitudes entre casos médicos y la tradición oral de la épica Griega ha sido también reconocida (2). Las similitudes abarcan la presencia tanto de patrones repetidos que sirven para potenciar la memoria del relator de la historia como para facilitar a la audiencia que sigue el desarrollo de la historia. Esta tradición nos ayuda como clínicos a organizar nuestra información en patrones reconocibles de enfermedades y explican en parte nuestra fascinación por los síndromes y los epónimos. Los patrones pueden también tornarse en una forma de atajo o de acortar camino transformando unas pocas frases en enfermedades específicas.

El caso bajo discusión ilustra cómo las historias afectan el manejo y los resultados. El síntoma básico inicial de este paciente fue dolor precordial, una frase que con creciente frecuencia  comienza en una ergometría y termina en una arteriografía coronaria. El médico que discutió el caso admitió que la descripción abreviada de dolor de tipo anginoso sin ninguna otra pregunta, es suficiente para caracterizar el cuadro. La historia del paciente, los datos subjetivos, pierden capacidad de persuasión, a pesar del hecho de la llamada información “blanda”  ("soft" information) de la historia clínica y del examen físico iniciales, que bien utilizados  pueden identificar fácilmente individuos de bajo riesgo que pueden de esa manera evitar ser sometidos a más estudios (3). Un reflejo espontáneo que asocie dolor precordial con enfermedad coronaria estrecha prematuramente los límites de la trama diagnóstica y del diagnóstico diferencial, y aumenta el riesgo de abandonar pistas importantes. Esto podría haberse evitado si el carácter del dolor hubiese sido considerado y explorado con mayor detalle.

El manejo del segundo síntoma del paciente, el síncope, transmite el mismo mensaje. Un correcto diagnóstico de síncope es usualmente establecido en base a la historia clínica, el examen físico y el electrocardiograma. El médico que analiza el caso, utiliza el componente postural en la pérdida de conciencia para aumentar su sospecha de mixoma auricular que pueda ser causa de disnea intermitente, dolor precordial y síncope. Los soplos en la válvula mitral están frecuentemente presentes en pacientes con mixoma auricular, pero el “plop” del tumor se confunde a menudo con un tercer ruido o con un chasquido de apertura. Una pista importante en el diagnóstico de mixoma es el descubrimiento de estenosis mitral en un paciente sin antecedentes de fiebre reumática (4). El síncope fue el único componente  de la triada característica del mixoma auricular (síncope, síntomas constitucionales, y fenómenos embólicos) en este paciente. Además, nunca tuvo fiebre, anemia, artralgias ni embolias periféricas. El diagnóstico de mixoma podría haber sido descartado fácilmente con un ecocardiograma, pero dado la baja probabilidad de padecer esta enfermedad, tal estudio pudo haberse obviado como se hizo.

Cuando se consideran las posibles causas de síncope, la combinación de disnea y dolor torácico condujeron al médico que analizó el caso a explorar más profundamente la posibilidad de una lesión cardíaca primaria. Esta decisión tiene sentido práctico dado que las causas cardíacas de síncope conllevan un significativo mayor riesgo de muerte súbita que los síncopes de causas no cardíacas (5). Aunque el monitoreo Holter es a menudo parte del plan de estudio del síncope recurrente sin causa establecida, en la mayoría de las series la tasa de fallo en establecer la causa es aproximadamente 30 a 40 por ciento. Esta alta tasa de fracasos sugiere que las pistas obtenidas en las historias de los pacientes no son correctamente extractadas o son inapropiadamente interpretadas (6). Este paciente reportó que el inicio súbito de la dificultad respiratoria precedió a su pérdida de conciencia; esta asociación compleja de síntomas está perfectamente descripta como clásica manifestación de anafilaxia que su alergista reconoció. Identificar anafilaxia como causa de síncope no está mencionada en la mayoría de los textos de medicina, y esta no se menciona en el diagnóstico diferencial de síncope. Esta omisión, lleva a pasar por alto el diagnóstico de anafilaxia. 

El médico que discutió el caso atribuyó finalmente los episodios, a trastornos relacionados con la enfermedad de los mastocitos después de enterarse que el paciente tenía esplenomegalia; infirió correctamente que la infiltración con células cebadas puede no estar limitada a la piel en la urticaria pigmentosa sino que puede ser sistémica. Considerada como un trastorno exclusivamente dermatológico, la urticaria pigmentosa puede explicar sólo los síntomas de  piel.  En este caso, la mayoría de los clínicos que atendieron al paciente fracasaron en apreciar que la persistencia de urticaria pigmentosa en la edad adulta usualmente se acompaña de compromiso sistémico de la infiltación por células cebadas. Dado el inicio de urticaria pigmentosa en la edad adulta y de los ataques recurrentes de disnea y síncope, el paciente indudablemente tenía mastocitosis sistémica, y el último hallazgo, la esplenomegalia representa poco menos que la certeza del mismo.

El diagnóstico de mastocitosis sistémica es a menudo pasado por alto, en parte debido a que es una enfermedad poco frecuente. El síncope ocurre en un cuarto de los pacientes, y los síntomas respiratorios en un tercio de los mismos (7). El prurito con dermografismo (reacción de eritema y edema tipo roncha después del estímulo de una zona de la piel), y el compromiso gastrointestinal (diarrea y úlcera péptica), completan la sintomatología de la enfermedad. Muchos de esos síntomas son exacerbados por estrés y drogas (como pasó en este paciente), o por alcohol. Las alteraciones óseas con osteosclerosis, osteoporosis, y lesiones osteolíticas también pueden suceder en la enfermedad. El patrón de presentación de la mastocitosis sistémico pareciera así descripto ser lo suficiente gráfico para hacerse diagnóstico por si mismo; como causa de síncope no debe ser pasado por alto, aún en los relatos casuales de los pacientes. Si no se repara en estas sutilezas de la historia clínica, la enfermedad es pasada por alto muchas veces, no solo por su baja frecuencia sino debido a las diferentes formas de manifestarse. Las lesiones de piel están ausentes en 10 a 20 por ciento de los pacientes, haciendo el diagnóstico particularmente dificultoso cuando el paciente se presenta sólo con síncope (8). La sospecha de enfermedad requiere confirmación con evidencias en la biopsia de infiltración por células cebadas, la cual es más fácilmente obtenida con una biopsia de médula ósea. La medición de histamina urinaria, y metabolitos de la histamina no son adecuados debido a que la liberación de histamina es intermitente, y además la histamina no es un marcador específico de mastocitosis sistémica; los trastornos mieloproliferativos y el síndrome carcinoide, también elevan los niveles de histamina en algunos pacientes. La medición de la triptasa sérica, un marcador enzimático específico de células cebadas no tiene ninguna de las desventajas del dosaje de histamina pero es un estudio que no está ampliamente disponible.  En forma retrospectiva, la indicación de la coronariografía parece desacertada. La decisión fue tomada por la probabilidad de que los síntomas del paciente obedecieran a enfermedad coronaria, en oposición a otras causas más razonable, en este caso la mastocitosis.  Aunque un dolor taladrante medioesternal en un varón de 47 años debe siempre despertar la sospecha de enfermedad coronaria, y aunque los resultados de los tests de ejercicio fueran anormales, hay otros varios elementos que argumentan en contra de la enfermedad coronaria como causa de dolor precordial en este caso. Ellos incluyen un estudio negativo de talio (que tiene una especificidad de 90 por ciento en excluir enfermedad coronaria), la exacerbación del dolor con drogas que habitualmente mejoran el dolor en la enfermedad coronaria, y la presencia de una enfermedad sistémica (mastocitosis) que puede explicar el dolor torácico.

El médico que analizó el caso interpretó correctamente la exacerbación de los síntomas; los clínicos que atendieron al paciente no lo hicieron. Ellos interpretaron exacerbación de enfermedad coronaria. El paciente pudo haber evitado la coronariografía sólo si la sospecha de enfermedad coronaria hubiese sido disminuída en vez de aumentada por la exacerbación del dolor por drogas antianginosas. Si se hubiese repetido el test de estrés después de un tratamiento con bloqueantas H1 y H2, los resultados probablemente hubiesen sido negativos, y nosotros ahora sabemos que tales drogas hubiesen además mejorado todos los síntomas. Los clínicos que lo asistieron, reconocieron indudablemente la importancia de la enfermedad de células cebadas en el paciente, dado que lo trataron agresivamente con agentes bloqueadores de la histamina antes de hacer la coronariografía, pero fallaron en sospechar que la enfermedad de células cebadas era la responsable de todos los síntomas, del dolor torácico y de los cambios en el ST en la prueba de esfuerzo.

A decir verdad, la causa del dolor torácico de este paciente permaneció desconocida. Las células cebadas o mastocitos están presentes en el mocardio normal, especialmente alrededor de los vasos, y están aumentadas en número en pacientes con miocarditis (9). No obstante, la mayoría de los pacientes con mastocitosis no tienen aumento de mastocitos en el miocardio.  Aún aunque no se encontró espasmo coronario en la coronariografía, este puede haber tenido alguna responsabilidad en los síntomas del paciente; muchos productos de las células cebadas tienen efecto vasoconstrictor en estudios de laboratorio (10,11,12).

La largamente no resuelta naturaleza de la enfermedad de este paciente podrían haber sido modificada si se hubiera interpretado correctamente la narración de su enfermedad. La naturaleza incompleta de esta historia ilustra bien cómo el razonamiento clínico que descansa fuertemente en patrones, puede transitar un camino equivocado si los patrones son incompletos o tienen errores. Nosotros debemos crear un patrón para cada paciente, más que tratar de encajar a nuestro paciente en un patrón standard.


Conclusiones del caso.
Disnea súbita seguida de síncope fueron la asociación sintomática que llevaron al alergista que vio a este paciente a diagnosticar anafilaxia. Las sesgadas poblaciones que ven en sus consultorios o en servicios de internación los especialistas, hacen que para determinadas patologías tengan una  enorme ventaja sobre los clínicos en el diagnóstico de  las mismas.  Un clínico ve esporádicamente pacientes con anafilaxia, y la mayoría de las veces sin el componente de síncope.

El diagnóstico de síncope dispara en el clínico, un algoritmo diagnóstico cuyo pilar más importante es la historia clínica, el interrogatorio al paciente, a sus familiares, y a eventuales testigos del episodio. No nos detendremos en este punto pero digamos que de los datos del paciente (edad, sexo etc), y del interrogatorio correctamente dirigido podemos llegar a establecer, o por lo menos aproximarnos a la causa del síncope.  Una vez agotado el interrogatorio, en general y sin entrar en demasiados detalles, digamos que la primera preocupación que se le presenta al clínico es si el paciente puede tener como origen del mismo, algún trastorno (principalmente una cardiopatía) que puedan costarle la vida en un eventual futuro  episodio.  La segunda preocupación es tratar de evitar, cualquiera fuese el origen, un nuevo cuadro de síncope.

Por eso lo primero en general es decidir si el paciente es portador de alguna cardiopatía estructural o no, basados en los antecedentes personales, sobre todo la edad,  antecedentes familiares de cardiopatías, o muerte súbita en gente joven, el ECG y el ecocardiograma con Doppler. Si concluimos que el paciente puede ser portador de una cardiopatía estructural, el paso siguiente será entonces continuar según el caso, con un test de Holter o un estudio electrofisiológico si en el camino no detectamos antes alguna valvulopatía (estenosis aórtica por ejemplo), o alguna otra causa anatómica obstructiva que explique los episodios de síncope. Si en cambio descartamos que el paciente padezca de alguna cardiopatía responsable del cuadro, el paso siguiente probablemente sea un tilt test para poner en evidencia un síncope por disfunción cardiocirculatoria, disautonomía etc.

En este caso, la disnea seguida de síncope disparó un “atajo cognoscitivo” en un médico entrenado en el manejo de anafilaxia, quien supo recurrir a lo mejor de la heurística aplicada al razonamiento en medicina, acotando en forma notable las posibilidades diagnósticas, y una forma rara de presentación, de una enfermedad de por sí rara no fue obstáculo para que el alergista lo viera todo muy claro.

Fuente

Yale University School of Medicine, 333 Cedar St., New Haven, CT 01610.
Referencias.

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martes, 4 de septiembre de 2012

ANCA. Su importancia en la Medicina Interna.


Introducción

Los ANCA (anticuerpos contra los antígenos del citoplasma de los neutrófilos) fueron descriptos por primera vez en 1982 en pacientes con glomerulonefritis pauci-inmune (1). Inicialmente se consideró que estos anticuerpos estaban asociados a infecciones con el virus de Ross (Ross River virus). Sin embargo, en 1985, los ANCA se asociaron a la granulomatosis de Wegener (GW), hoy llamada granulomatosis con poliangeítis (GPA) (2) En pocos años más se estableció un nexo entre los ANCA y varias otras entidades relacionadas, la GPA, la poliangeitis microscópica (PAM), y las vasculitis “limitadas al riñón” (glomerulonefritis pauci-inmunes sin evidencias de enfermedad extrarrenal) (3,4) Los ANCA juegan un rol crítico actualmente en el diagnóstico y en la clasificación de las vasculitis. Además, existe todavía un debate acerca de la importancia de los ANCA en la patogénesis y patofisiología de estos trastornos.

 
Aspectos técnicos de laboratorio

Hay actualmente 2 tipos de tests de laboratorio usados para el diagnóstico de los ANCA:

·         Tests de inmunofluorescencia, que usan alcohol como fijador de los leucocitos.

 

·        Estudio de antígenos específicos purificados, con el método de ELISA.

 
De esas 2 técnicas, el test de inmunofluorescencia es más sensible y el ELISA más específico. Por lo tanto el “approach” más adecuado cuando se solicitan estos anticuerpos, utilizar como método de “screening” la inmunofluorescencia, y cuando son positivos, confirmarlos con el método de ELISA (5,6)

Sin embargo, como estas 2 técnicas no están estandarizadas, la sensibilidad y especificidad variará de acuerdo al laboratorio.

En las vasculitis, los dos antígenos más relevantes son la proteinasa 3 (PR3) y la mieloperoxidasa (MPO). Tanto los antígenos PR3 como los MPO están localizados en los gránulos azurófilos de los neutrófilos, y en los lisosomas peroxidasa positivos de los monocitos. Los anticuerpos dirigidos específicamente a estos targets (PR3 y MPO) son denominados ANCA-PR3 y ANCA-MPO respectivamente.

 
Patrones de inmunofluorescencia en vasculitis
Cuando el suero de los pacientes con vasculitis asociada a ANCA se incuba con neutrófilos humanos fijados con etanol, se pueden observar 2 patrones mayores de inmunofluorescencia (Figuras 1 y 2):



Figura 1. Patrón de ANCA-C en la inmunofluorescencia.
Demostración de ANCA-C (cytoplasmic antineutrophil cytoplasmic antibodies) por inmunofluorescencia indirecta con neutrófilos normales. Hay un fuerte tinción en el citoplasma, mientras que los núcleos multilobulados (zonas claras) son no-reactivos. Esos anticuerpos están usualmente dirigidos contra proteinasa 3, y la mayoría de los pacientes tienen granulomatosis con poliangeítis (GPA).

 

 

Figura 2. Patrón de ANCA-P en la inmunofluorescencia.
Demostración de ANCA-P (perinuclear antineutrophil cytoplasmic antibodies) por inmunofluorescencia indirecta con neutrófilos normales. La tinción está limitada a la región perinuclear y el citoplasma es no-reactivo. Entre los pacientes con vasculitis, los anticuerpos están usualmente dirigidos contra la mieloperoxidasa. Sin embargo, los ANCA-P pueden también ser vistos con un número importante de otros antígenos incluyendo lactoferrina y elastasa. Los ANCA-P No-MPO, pueden ser vistos en una variedad de trastornos no-vasculíticos.

 

·         Con el patrón ANCA-C la tinción es difusa en todo el citoplasma. En la mayoría de los casos, los que causan este patrón de inmunofluorescencia son los anticuerpos dirigidos a PR3 (Figura 1) (7,8), aunque ocasionalmente pueden causarlo los ANCA-MPO.

·         Con el patrón ANCA-P o patrón perinuclear, se observa un patrón de tinción alrededor del núcleo, que en realidad representa un artefacto ocasionado por la fijación con etanol. Con la fijación de los neutrófilos con etanol, los gránulos se cargan positivamente y son atraídos por las cargas negativas de la membrana nuclear, dando el aspecto en la inmunofluorescencia de un patrón perinuclear. (3) Entre los pacientes con vasculitis, este patrón perinuclear es usualmente producido por anticuerpos dirigidos contra MPO (y solo ocasionalmente contra PR3).

Patrones de inmunofluorescencia en condiciones no vasculíticas.
Patrones de ANCA atípicos pueden aparecer en la inmunofluorescencia en pacientes con condiciones inmuno mediadas diferentes de las vasculitis (por ej colagenopatías, enfermedades inflamatorias intestinales, y hepatitis autoinmune) Tales pacientes, generalmente se confunden con patrones ANCA-P.


Precaución cuando se interpretan resultados positivos en la inmunofluorescencia.
Por varias razones se requiere precaución en la interpretación de los patrones de inmunofluorescencia, tanto para ANCA C como para ANCA P. Esas razones son:

·         Existe un componente subjetivo en la interpretación de los análisis de inmunofluorescencia, debido a que ellos se basan estrictamente en patrones visuales; esto a veces no es fácil, y así, el valor predictivo positivo o negativo de un test dado, depende de la experiencia del individuo que lleva a cabo el análisis. El valor predictivo positivo o negativo de un test es más confiable si proviene de un laboratorio de investigación que de un laboratorio comercial.

 

·         El test de ANCA sigue aun siendo no estandarizado y no hay referencias para rangos normales. La mayor experiencia con este tipo de tests es en los centros de investigación, siendo difícil extrapolar esta experiencia a los centros comerciales.

 

·         Los resultados de la inmunofluorescencia no son altamente específicos. El patrón ANCA-C para vasculitis, tiene mayor especificidad que el patrón ANCA-P. Sin embargo, en un centro de investigación se observó que aún los ANCA-C positivos en la inmunofluorescencia, solo presentaron vasculitis el 50% de los casos (9). En otro estudio, el valor predictivo positivo del ANCA-C para GPA fue solo de 28% (10).

 

·         Algunos anticuerpos dirigidos a las proteínas de los gránulos azurófilos pueden causar patrones de tinción ANCA-P en la inmunofluorescencia. Ellos incluyen anticuerpos contra la lactoferrina, elastasa, catepsina G, inhibidor bactericida de la permeabilidad, catalasa, lisozima, betaglucuronidasa, y otros. Un patrón ANCA-P positivo puede ser detectado en una amplia variedad de trastornos inflamatorios, y tiene baja especificidad para vasculitis. Un test positivo debe, por lo tanto, ser indicación de un test de ELISA para determinar el anticuerpo específico (o anticuerpos) responsable del patrón.

 

·         Debido a la dificultad en distinguir el patrón inmunofluorescente de ANCA-P del patrón causado por los FAN (factores antinucleares), los individuos con FAN tienen frecuentemente ANCA-P “falsos positivos” en la inmunofluorescencia. Rigurosos testeos en la inmunofluorescencia para ANCA incluyen el uso de neutrófilos fijados con formalina y etanol como sustrato. Esto es debido a que los neutróflos fijados con formalina previenen el reacomodamiento de los componentes cargados eléctricamente alrededor del núcleo. El uso de ambos sustratos permite la distinción entre anticuerpos que causan un patrón ANCA-P “verdadero” de aquellos dirigidos contra antígenos nucleares (FAN). Los tests de inmunofluorescencia fijados tanto con formalina como con alcohol deben ser hechos rutinariamente.

 

Enzimo-inmuno-ensayo (ELISA)
Los tests de ELISA específicos para PR3 como para MPO están comercialmente disponibles, y deben ser parte de cualquier approach estandarizado de ANCA. Tanto Los ANCA-PR3 como los ANCA-MPO tienen mayor especificidad, por lo tanto tienen mayor valor predictivo positivo que los tests de inmunofluorescencia, a los que ellos se corresponden (ANCA-C y ANCA-P respectivamente) (11). Sin embargo, pueden cometerse errores si estos tests no son llevados a cabo por laboratorios especializados. Hay también disponibles test de ELISA para otros antígenos, pero su indicación no está todavía clara.

 

Asociación con enfermedades
Los ANCA están asociados con muchos casos de GPA, PAM, Síndrome de Churg-Strauss (SCS), “vasculitis limitadas al riñón”, y ciertos síndromes vasculíticos inducidos por drogas. (12) En esas condiciones, los ANCA tienen especificidad para PR3 o para MPO, pero nunca para ambas.

En contraste a esas condiciones, la poliarteritis nodosa clásica (PAN) no está asociada a ANCA-PR3 ni ANCA-P, y la presencia de uno de estos anticuerpos sugiere otro diagnóstico. Los ANCA, que tienen diferentes especificidades antigénicas, pueden ser detectados en una variedad de trastornos gastrointestinales y otros trastornos reumáticos, particularmente en la inmunofluorescencia.

Granulomatosis con poliangeítis  (Wegener).
Aproximadamente 90% de los pacientes con granulomatosis con poliangeítis (Wegener), abreviado ahora como  GPA activa y generalizada tienen ANCA positivos. Hay un claro subgrupo de pacientes que a pesar de GPA activa y generalizada no tienen ANCA positivos. Más aún, en formas limitadas de enfermedad (tales subgrupos en que predomina el compromiso de vías aéreas superiores sin afectación de pulmón ni riñón) hasta el 40% de los pacientes puede ser ANCA negativos.

Así, la ausencia de ANCA no excluye el diagnóstico de GPA. En gran medida, la sensibilidad de ANCA- PR3 está directamente relacionada a la extensión severidad, y actividad de la enfermedad en el momento de realizado el test. (13)

Entre los pacientes con GPA y ANCA positivos, 80% a 90% tienen ANCA-PR3. El resto tienen ANCA-MPO positivo.

La inflamación granulomatosa necrotizante, que es el marcador histopatológico de la GPA, ha sido reportada tanto en pacientes con ANCA-PR3 como con ANCA-MPO.
 

Poliangeítis microscópica (PAM)
Aproximadamente 70% de los pacientes con PAM tienen ANCA positivo (14). En contraste a la GPA, la mayoría tiene ANCA-MPO, y una minoría tienen ANCA-PR3.

Debido a que ANCA-PR3 o ANCA-MPO pueden ocurrir tanto en GPA como en PAM , los ANCA no sirven para diferenciar entre ambas enfermedades.

La distinción entre GPA y PAM es importante, más allá de que el tratamiento es similar en ambos casos, porque que hay tendencias distintas a las recidivas o brotes en ambas entidades, y si bien las dos pueden presentar reactivaciones o brotes una vez lograda la remisión es más probable que esto suceda en la GPA.

Los ANCA son útiles para diferenciar la PAM de la poliarteritis nodosa (PAN), una vasculitis de arterias de tamaño mediano. Mientras que casi ¾ de los pacientes con PAM tienen ANCA positivo, la PAN clásica no se asocia a anticuerpos contra PR3 ni MPO.

Vasculitis limitada al riñón
Las vasculitis pauciinmunes limitadas al riñón se caracterizan por glomerulonefritis necrotizantes con poca o ninguna deposición de inmunorreactantes (IgG, IgM, IgA, y componentes del complemento). La mayoría de los pacientes con vasculitis limitada al riñón son ANCA positivas, con 75 a 80 por ciento que presentan ANCA-MPO. Datos más limitados sugieren que anticuerpos dirigidos contra otro subtipo de ANCA, proteína-2 asociada a la membrana lisosómica (LAMP-2), son importantes desde el punto de vista patogénico en este contexto (16).

La glomerulonefritis necrotizante pauci-inmune ANCA-positiva es considerada parte del espectro GPA/PAM, y debido a dado a que muchos pacientes se presentan con enfermedad limitada al riñón eventualmente exhiben manifestaciones extrarrenales ya sea de GPA como de PAM (17)

 
Síndrome de Churg-Strauss (SCS)

Los ANCA tanto PR3 como MPO han sido detectados en pacientes con SCS (18-23).

Aproximadamente 50% de todos los SCS tienen ANCA positivo, con un porcentaje mayor entre aquellos pacientes con enfermedad activa y no tratados. Los pacientes con SCS y ANCA positivo, tienen preferentemente ANCA-MPO. Como ejemplo, en una serie de 102 pacientes, 40 eran ANCA positivos y de ellos, 29 (73%) tenían ANCA-MPO. (23)

Algunos estudios sugieren la posibilidad de diferencias fenotípicas entre pacientes con SCS quienes son ANCA positivos en oposición a los ANCA negativos. (22,24) Los pacientes ANCA positivos más probablemente tengan glomerulonefritis, hemorragia alveolar, y enfermedad neurológica, mientras que los pacientes con SCS y ANCA negativos, más probablemente tengan compromiso cardíaco y otro compromiso pulmonar distinto de la hemorragia alveolar. Sin embargo, se está lejos de un consenso en este punto. Hay cierta superposición en los fenotipos entre pacientes con y sin ANCA (como pasa en GPA y en PAM).

 
Enfermedad por anticuerpos anti-membrana basal (AMB)

 Entre 10 a 40% de pacientes con enfermedad por anticuerpos anti-membrana basal glomerular son ANCA positivo y el ANCA usualmente está dirigido contra MPO más que contra PR3 (25-29).


·         Un estudio encontró que 38 de 100 sueros con anticuerpos anti-membrana basal también tenían ANCA (26), 25 tenían ANCA-MPO, 12 tenían ANCA-PR3, y 1 tenía ambos.

 

·         Otro estudio reportó que 27 de 121 muestras de suero con anticuerpos anti-membrana basal también tenían ANCA (28). ANCA-MPO, ANCA-PR3, o ambos fueron detectados en 22, 1 y 4 muestras de suero respectivamente.

 

En pacientes que presentan ambos anticuerpos (ANCA y anticuerpos anti-membrana basal), la relación entre ambos anticuerpos es desconocida. La producción de ANCA puede preceder a la aparición de anticuerpos anti-membrana basal, causando lesiones pulmonares y renales conduciendo a la aparición de anticuerpos anti-membrana basal como consecuencia de la lesión renal. Sin embargo, casi todos los pacientes tienen ambos anticuerpos desde el primer examen (26).

La significación clínica de la asociación entre los dos anticuerpos no es clara. En algunos pacientes con ambos anticuerpos, no hay manifestaciones clínicas de GPA, PAM ni de SCS. (27,29) Otros se presentan con signos no comunes para enfermedad por anticuerpos anti-membrana basal, pero típicas de vasculitis sistémicas (púrpura, artralgias, e inflamación granulomatosa), sugiriendo la concurrencia de dos enfermedades (25). En algunos estudios, la presencia de ambos anticuerpos estuvo asociada con un peor pronóstico renal, que la presencia de un anticuerpo solo (29,31). En un estudio retrospectivo de biopsias renales con glomerulonefritis rápidamente evolutivas con formación de semilunas, la histología de los pacientes con ANCA-MPO y anti-membrana basal fue indistinguible, de la de los que tenían sólo ANCA-MPO(31).

Los hallazgos clínicos en la presentación de pacientes con sueros dobles positivos fueron descriptos en un estudio llevado a cabo en un centro de atención terciaria de Inglaterra entre los años 1990 y 2000 (28). Entre 27 pacientes que tenían doble positividad en suero ( ANCA más anticuerpos anti-membrana basal), se vieron los siguientes elementos clínicos:

·         Enfermedad renal (100 por ciento), con una creatinina sérica promedio de 7,2 mg/dl. Setenta por ciento requirieron diálisis dentro de las 48 horas de la presentación.

·         Malestar y debilidad general (44 por ciento).

·         Hemorragia pulmonar (41 por ciento).

·         Rash (22 por ciento).

·         Otros síntomas respiratorios (19 por ciento).

·         Síntomas de oído, nariz, garganta o sinusales (11 por ciento).
          

 
Otras enfermedades glomerulares concurrentes

Además de la asociación con enfermedad por anticuerpos anti-membrana basal glomerular, la enfermedad glomerular asociada a ANCA ha sido descripta en una variedad de otras enfermedades glomerulares incluyendo nefropatía membranosa, nefritis lúpica, nefropatía por IgA, y glomerulonefritis asociada a infección bacteriana (principalmente post estreptocóccica y las sociadas a estafilococos).  

 

Vasculitis por ANCA inducida por drogas
Ciertas medicaciones pueden inducir vasculitis asociadas a ANCA. La mayoría de los pacientes con vasculitis inducida por drogas asociadas a ANCA tiene ANCA-MPO, frecuentemente en muy altos títulos (32) Además de los ANCA-MPO, la mayoría tienen anticuerpos contra la elastasa, o contra la lactoferrina. Un pequeño número tienen ANCA-PR3. En un estudio de 209 pacientes con hipertiroidismo, 13 pacientes (6%) fueron positivos para ya sea ANCA-MPO o ANCA-PR3, o ANCA dirigidos contra elastasa leucocitaria humana (33). La presencia de ANCA estuvo asociada con el tratamiento con drogas antitiroideas (odds ratio 11,8 95% IC de 1,5 a 93,3) La glomerulonefritis asociada a ANCA desarrolló en aproximadamente 1/3 de los pacientes (4 de 13).

Muchos casos de ANCA inducidos por drogas están asociados con síntomas sistémicos, artralgias/artritis, y vasculitis cutánea. Sin embargo, pueden existir además, glomerulonefritis rápidamente evolutivas con formación de semilunas, y también hemorragia alveolar.

La asociación más fuerte entre el uso de medicamentos y la aparición de vasculitis asociada a ANCA es con el uso de antitiroideos: propiltiuracilo, metimazol, y carbimazol. Menos comunmente se han visto también con hidralazina, minociclina, penicilamina, allopurinol, procainamida, clozapina, fenitoína, rifampicina, cefotaxima, isoniacida e indometacina. (34-38)

Las vasculitis asociadas a ANCA inducidas por drogas son tan poco frecuentes, que el temor a su aparición no debe hacer que nos abstengamos de usar cualquier droga cuando estas están bien indicadas. Sin embargo, cuando se usa cualquiera de estas drogas, el clínico debe estar atento a la aparición de algún signo o síntoma relacionado con la aparición de esta complicación, dado que la suspensión precoz de la medicación está en relación directa con el pronóstico.

Propiltiuracilo (PTU)
El PTU puede ser la droga que más frecuentemente se ha asociado a vasculitis por drogas asociadas a ANCA. En general, los pacientes con esta complicación, vienen tomando la droga por meses o aún años. Un porcentaje relativamente alto de los pacientes que toman PTU desarrollan ANCA, pero sólo una minoría presentan vasculitis. En un estudio de corte transversal de pacientes medicados con PTU, por ejemplo, el 27% de los pacientes presentó seropositividad de ANCA-MPO (39).

Aunque los mecanismos de la seropositividad de ANCA y vasculitis causados por PTU no están bien definidos, se sabe que el PTU se acumula en los neutrófilos y que éste se liga a los antígenos MPO alterándolos. (40,41) Esta alteración puede, potencialmente conducir a la formación de autoanticuerpos en individuos susceptibles.

En pacientes quienes desarrollan vasculitis, el síndrome usualmente se resuelve con la interrupción del PTU, pero los casos severos pueden requerir el uso de corticoides y otros inmunosupresores. Después de suspender el PTU los ANCA usualmente siguen siendo positivos en títulos bajos, aún después que la vasculitis ha desaparecido.

Hidralazina
La hidralazina puede estar asociada a 2 síndromes reumáticos inducidos por drogas:

· Lupus inducido por drogas.
· Vasculitis por drogas asociadas a ANCA.
A diferencia del síndrome lúpico causado por hidralazina, la vasculitis por ANCA asociada a hidralazina frecuentemente se asocia a compromiso renal (glomerulonefritis pauci-inmune), anticuerpos anti-DNA de doble cadena, y altos títulos de ANCA-MPO, requiriendo entonces tratamiento además de la suspensión de la droga (32,42). En un reporte de 10 casos de vasculitis asociadas a ANCA inducido por hidralazina, 9 tuvieron compromiso renal (32). A pesar de administrar corticoides y ciclofosfamida, 2 pacientes fallecieron y 3 requirieron hemodiálisis. A los 6 meses estaban todos en remisión.

Minociclina:
La minociclina ha estado asociada a artritis, livedo reticularis, e inducción de ANCA en un reporte de 7 pacientes. (43) El patrón ANCA-P en la inmunofluorescencia, típicamente está dirigido contra antígenos menores tales como catepsina G, elastasa, y proteína bactericida de aumento de permeabilidad, más que contra MPO. (43,44) Los síntomas, típicamente se resuelven después de la suspensión de la minociclina., y recurren con la nueva administración. Algunos pacientes requieren tratamiento con corticosteroides.

Otras manifestaciones como glomerulonefritis con formación de semilunas y poliarteritis nodosa cutánea han sido descriptos con minociclina. (45-48)

Tratamiento
El manejo óptimo de las vasculitis inducidas por drogas asociadas a ANCA y el curso de la enfermedad es incierto e imprevisible, y esto en parte es consecuencia de que no hay muchos casos en la literatura.

La suspensión del agente causal puede ser la única intervención necesaria para casos leves. Esta conducta es la adoptada en pacientes con síntomas generales, artralgias/artritis, o vasculitis cutáneas pero sin compromiso pulmonar ni renal.

Los pacientes con manifestaciones más severas y compromiso pulmonar o renal requieren tratamiento con altas dosis de corticoides y aún ciclofosfamida.

El riesgo de recurrencia con la re-exposición a la droga no es claro. Dado la potencial morbilidad asociada con las vasculitis por drogas asociadas a ANCA, no se recomienda la re-exposición.

Nefritis intersticial inducida por drogas
La nefritis intersticial aguda inducida por drogas ocasionalmente ha estado asociada al desarrollo de ANCA, que reaccionan contra MPO, elastasa, y lactoferrina (49). La nefritis intersticial puede verse en vasculitis asociadas a ANCA (37,38).


Trastornos reumáticos no vasculíticos
Los ANCA han estado asociados virtualmente a todos las condiciones reumáticas, incluyendo artritis reumatoidea, LES, síndrome de Sjögren, miopatías inflamatorias, artritis crónica juvenil, artritis reactivas, policondritis recidivante, esclerodermia, y síndrome antifosfolipídico. En la mayoría de los casos, el patrón de inmunofluorescencia es ANCA-P. También ocurren patrones atípicos en la inmunofluorescencia en este contexto, mientras que el patrón ANCA-C es raro.

El significado de estos hallazgos no es claro. Muchos reportes de ANCA en estas enfermedades son de la época en que no se disponía de ELISA para PR3 y MPO, y los ANCA eran detectados sólo por inmunofluorescencia. Una multitud de antígenos target han sido descriptos en estos pacientes, incluyendo lactoferrina, elastasa, lysozima, catepsina G, y otros.En algunos casos el antígeno target permanece no identificado. 

Trastornos gastrointestinales autoinmunes
La positividad de ANCA es vista en 60% a 80% de los pacientes con colitis ulcerosa y su trastorno relacionado colangitis esclerosante primaria. En la enfermedad de Crohn, sólo se ven en 10% a 27%, y en bajos títulos.

Los ANCA-P en estas condiciones aparecen dirigidos contra la proteína de cubierta nuclear mieloide específica de 50 kilo-daltons (50). Otros antígenos reportados son BPI, lactoferrina, catepsina G, elastasa +, lisosima y PR3 (51).

El significado patogénico de estos anticuerpos no es claro. Los títulos de ANCA no varían con la actividad ni con la severidad de la enfermedad, y en la colitis ulcerosa no disminuyen después de la colectomía.


Fibrosis quística.
Los ANCA-MPO son comunes en pacientes con fibrosis quística, particularmente en aquellos con infecciones bacterianas de la vía aérea (52,53) El ANCA está dirigido contra BPI (bactericidal/permeability-increasing protein) (52) En una serie de 66 pacientes con fibrosis quística, BPI-IgA y BPI-IgG ANCA son encontrados en 83% y 91% respectivamente. Los títulos de anti-BPI están en relación directa a la severidad de la destrucción de la vía aérea. No está claro si esta relación representa un epifenómeno o una respuesta (adaptativa o maladaptativa) a la infección por gram-negativos con liberación de endotoxinas.

 
Otros.
Los ANCA han sido también observados en pacientes aislados con hepatitis autoinmune, lepra, enfermedad de Buerger, malaria, preeclampsia y eclampsia, endocarditis bacteriana subaguda, hemorragia alveolar difusa, nefritis lúpica, enfermedad de injerto vs huésped, infección por parvovirus B19, mononucleosis infecciosa aguda, y destrucción osteocondral inducida por cocaína (destrucción de la línea media por cocaína) (58-64).

 

Aplicaciones clínicas

En la práctica médica un resultado de ANCA positivo hace que debamos contestarnos las siguientes preguntas:

·         El resultado es un “verdadero positivo”?


·         Un ANCA negativo, descarta “vasculitis asociada a ANCA”?

 
·         Es la presencia de ANCA positivo suficiente en sí mismo para establecer el diagnóstico? (descarta la necesidad de biopsia?)

 
·         Un aumento de los títulos de ANCA anticipa un brote de la enfermedad?


·         Un ANCA persistentemente negativo asegura la remisión de la enfermedad?

 
Sobre la siguiente discusión en respuesta a las preguntas formuladas, debe tenerse en cuenta que los reportes de la literatura en que esta discusión se basa, los resultados de los tests están basados en la tecnología de los laboratorios de investigación, los cuales tienen mayores valores predictivos positivos y negativos que los laboratorios comerciales.


 El resultado es un “verdadero positivo”?
Los errores de confiabilidad basados en los tests de inmunofluorescencia fueron descriptos antes. Tanto los resultados de ANCA-C como ANCA-P en la inmunofluorescencia deben ser confirmados siempre con el método de ELISA para ANCA-PR3 y ANCA-MPO.

Usando un test de inmunofluorescencia y ELISA en forma secuencial aumenta sustancialmente el valor predictivo positivo de los ANCA. En un estudio, el valor predictivo positivo del método de ELISA (combinando tests anti-PR3 y anti-MPO) para vasculitis asociadas a ANCA fue superior a la inmunofluorescencia (83% vs 45%) (9). Para pacientes con ambos tests positivos (inmunofluorescencia y ELISA) el valor predictivo positivo ascendió a 88%.

 

Un ANCA negativo, descarta “vasculitis asociada a ANCA”? (vasculitis de pequeños vasos como GPA, PAM, SCS o vasculitis por ANCA limitada a riñón)?

Debido a que hasta 40% de los pacientes con GPA limitadas a vía aérea superior (y 10% de aquellos con severa enfermedad) no tienen ANCA, un ANCA negativo no excluye GPA. Además, 30% de todos los pacientes con PAM y quizás 50% de SCS tienen también ANCA negativos. Más aún, la positividad o negatividad de los ANCA puede cambiar con el tiempo; pacientes con ANCA en la presentación del cuadro, con síntomas generales e infiltrados pulmonares que tienen ANCA negativos, pueden transformarse en ANCA-PR3 positivos cuando la enfermedad se generaliza (por ejemplo cuando se agrega glomerulonefritis). Un ANCA negativo puede, por lo tanto dar la falsa sensación de tranquilidad en el momento de descartar la enfermedad.

 
Un ANCA positivo nos exime de realizar una biopsia?

El valor predictivo de los ANCA, dependen de las manifestaciones clínicas del paciente en quien se lleva a cabo el test. Por ejemplo, el hallazgo de un test de ANCA positivo en un paciente con una glomerulonefritis rápidamente progresiva, es predictor de la presencia de GPA, PAM, o glomérulonefritis idiopática pauciinmune con una certeza de 98% (7,65).

Sin embargo, la certeza es sustancialmente menor, en presencia de ANCA en pacientes con síntomas o signos clínicos menos importantes tales como sinusitis crónica.

La certeza diagnóstica de los ANCA, fue evaluada en un gran estudio multicéntrico cooperativo Europeo. En él, los investigadores compararon 169 pacientes recientemente diagnosticados y 189 pacientes previamente diagnosticados con vasculitis sistémicas idiopáticas o glomerulonefritis rápidamente evolutivas, y 184 controles (pacientes con otras vasculitis, tales como Takayasu, arteritis de células gigantes o glomerulonefritis no vasculíticas), y 740 controles sanos (6).

A todos ellos se les realizaron tests de inmunofluorescencia para ANCA y ELISA anti-PR3 y anti-MPO.

Se obtuvieron los siguientes resultados:

·         En la granulomatosis con poliangeítis (GPA), la sensibilidad de ANCA-C, ANCA-P, anti-PR3, y anti-MPO, fueron 64, 21, 66, y 24% respectivamente. En la poliangeítis microscópica (PAM), las sensibilidades fueron 23, 58, 26, y 58% respectivamente. En las glomerulonefritis rápidamente evolutivas idiopáticas, las sensibilidades fueron 36, 45, 50, y 64% respectivamente.

·         La combinación de test de inmunofluorescencia indirecta y ELISA aumentaron la sensibilidad y la especificidad. La sensibilidad de ya sea ANCA-C más anti-PR3 o ANCA-P más anti-MPO fue 73,67, y 82% para GPA, PAM, y glomerulonefritis idiopatica con formación de semilunas pauci-inmune, respectivamente. La especificidad fue 99% para ambas combinaciones.

La pregunta de si el tratamiento puede comenzarse sin necesidad de biopsia es controversial. Algunos clínicos inician tratamiento sin biopsia previa en casos seleccionados en que la presentación clínica es altamente consistente con vasculitis pauci-inmune y en las que los resultados de los tests de ANCA no dejan dudas (tanto ANCA-C y PR3 positivo)

Sin embargo, nosotros creemos todo intento razonable que confirme la sospecha con pruebas histopatológicas debe realizarse, sobre todo porque estos pacientes deberán ser sometidos a tratamientos prolongados con medicaciones potencialmente tóxicas. Si la biopsia no puede ser obtenida en forma inmediata, no debe retrasarse el tratamiento, y la biopsia realizarla lo más pronto posible después de comenzado el tratamiento. La iniciación de la terapia sin confirmación anatomopatológica puede ser apropiada en casos seleccionados, tales como pacientes en insuficiencia respiratoria dependiente de respirador, con manifestaciones extrapulmonares, en quienes una biopsia pulmonar agregaría mucha morbimortalidad. Aún en este contexto, se debe hacer un intento de confirmar el diagnóstico por biopsia de tejido, una vez que el paciente se estabilice.

En resumen, la biopsia es todavía requerida para documentar la presencia o ausencia de glomerulonefritis pauci-inmunes con semilunas en pacientes ANCA positivos en quienes el diagnóstico anatomopatológico no puede realizarse de una manera menos invasiva (por ejemplo biopsia de lesión nasal).

Como se dijo antes, muchos análisis están disponibles, pero no son suficientemente precisos, y la potencial toxicidad de las terapias utilizadas en las enfermedades ANCA positivas es demasiado grande para basarse solamente en la serología.


Los aumentos de títulos de los ANCA anuncia una recidiva o recaída de la enfermedad?
Varios estudios han demostrado que la elevación de los títulos de ANCA en sí mismos NO es predictor de brote o recidiva (66-69).

Las terapias de las vasculitis asociadas a ANCA (cursos agresivos de corticosteroides y agentes citotóxicos) conlleva sustanciales riesgos, incluyendo severas infecciones, cistitis, cáncer de vejiga, fibrosis pulmonar, y muerte. Tratar a estos pacientes con aumento de los títulos de ANCA resultaría en riesgos innecesarios de toxicidad en un porcentaje sustancial de pacientes. Debido a ello, el aumento del título de los ANCA, como único parámetro, no es indicación de tratamiento. Una recomendación razonable es seguir de cerca a estos pacientes con aumento de los títulos de ANCA pero no cambiar el tratamiento, a menos que haya signos claros de enfermedad activa.

Una revisión sistemática de 22 estudios con vasculitis asociadas a ANCA fue incapaz de demostrar que la solicitud seriada de ANCA tenga alguna utilidad (67). Sin embargo, una proporción sustancial de estas vasculitis pueden recidivar (66). La terapia solo debe ser instituida basada en evidencias de recidiva clínica.

 

Los títulos de ANCA persistentemente negativos aseguran quiescencia de la enfermedad?

Si un paciente era ANCA-positivo durante el período de actividad de enfermedad, un status ANCA-negativo es consistente, (aunque no está absolutamente probado) con remisión. Esto fue ilustrado en un reporte en el que 37 de 100 pacientes con vasculitis asociadas a ANCA que sufrieron recidiva durante el período de observación (71) De esos, 13 (8%) tenían ANCA negativos al momento de la recidiva.

 

Resumen y recomendaciones:

Aspectos técnicos:

Los tests de ANCA juegan un rol crítico en el diagnóstico y clasificación de las vasculitis. Dos tipos de tests de ANCA están disponibles y son de uso amplio:

1)      Test de inmunofluorescencia indirecta.

 
2)      ELISA.

De esas dos técnicas, el test de inmunofluoresccencia es más sensible y el ELISA es más específico. El approach óptimo para testear ANCA es, por lo tanto, utilizar los tests de inmunofluorescencia como metodología de screening, si está disponible, y confirmar todos los resultados positivos con ELISA dirigido a targets antigénicos específicos.

Dos patrones mayores de inmunofluorescencia han sido descriptos, el ANCA-C y el ANCA-P. Por varias razones se requiere precaución en la interpretación de ambos patrones. Una de esas razones es que la interpretación del test es subjetiva. Otra razón es que no es un test altamente específico; los anticuerpos contra las proteínas de los gránulos azurófilos pueden causar un patrón de tinción ANCA-P; y que los individuos con FAN positivos tienen frecuentemente falsos positivos de ANCA por inmunofluorescencia.

En vasculitis, los dos target antigénicos para ANCA son la proteinasa 3 (PR3) y la mieloperoxidasa (MPO). Los anticuerpos con target específicos para PR3 y MPO son llamados ANCA-PR3 y ANCA-MPO respectivamente. Los kits comerciales para ELISA para anticuerpos PR3 y MPO están disponibles para la venta, y deben formar parte de cualquier estudio de ANCA. Los ANCA-PR3 y ANCA-MPO están asociados con sustancialmente mayores especificidades y mayores valores predictivos positivos que los patrones de inmunofluorescencia, a los que ellos usualmente corresponden (ANCA-C y ANCA-P respectivamente)

 

Condiciones asociadas

Los ANCA están asociados con muchos casos de GPA, PAM, SCS, vasculitis limitadas al riñón, y ciertas vasculitis inducidas por drogas. En esas condiciones, los ANCA tienen consistentemente especificidades para ya sea PR3, o MPO, pero casi nunca para ambos.

Los ANCA que tienen diferentes especificidades antigénicas pueden también ser detectadas en una variedad de trastornos reumáticos y gastrointestinales, particularmente por inmunofluorescencia. El significado clínico de este hallazgo inespecífico en esos trastornos no es claro.

Entre 10 y 40% de los pacientes con anticuerpos anti-membrana basal glomerular son también ANCA positivos.

Aplicaciones clínicas
El uso extensivo y frecuente mal uso de ANCA en la práctica clínica trae a discusión algunos aspectos:

·         Los resultados de la inmunofluorescencia tanto ANCA-C como ANCA-P, deben ser confirmados por los antígenos específicos por ELISA para ANCA-PR3 como ANCA MPO.

·         Debido a que hasta 40% de los pacientes con GPA limitada (y 10% de aquellos con enfermedad severa) no tienen ANCA, un ANCA negativo no descarta GPA. Además, 30% de todos los pacientes con PAM y quizás 50% de aquellos con SCS son también ANCA negativos. Así, si el escenario clínico es sugestivo, debe obtenerse una biopsia de tejido.

·         Cuando se evalua un paciente con “síndrome de pulmón-riñón”, es de buena práctica obtener ANCA y anticuerpos anti membrana-basal.

·         El valor predictivo de un test de ANCA depende de la presentación clínica del paciente en quien el test es llevado a cabo, y del laboratorio que lleva a cabo el test. Creemos que todo intento razonable para confirmar la sospecha clínica con pruebas histopatológicas debe ser realizado antes de someter a los pacientes a tratamientos con medicaciones potencialmente tóxicas.

·         El uso de los títulos crecientes de ANCA como único elemento para diagnosticar recidiva es insuficiente, y no debe recomenzar terapia inmunosupresora en base sólo a este dato.

·         Si un paciente fue ANCA positivo durante un período de actividad de la enfermedad, un ANCA persistentemente negativo es consistente y sugestivo de remisión, aunque esto no es absolutamente cierto en todos los casos.

 

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