miércoles, 7 de diciembre de 2011

Varón de 30 Años con Antecedentes de Enfermedad Inflamatoria Intestinal, que Comienza con Fiebre y Diarrea Sanguinolenta.


Un hombre de 30 años, Marroquí, fue internado en un hospital por fiebre, dolor abdominal, y diarrea sanguinolenta.

El paciente tenía antecedentes de enfermedad inflamatoria intestinal pero había estado en su estado usual hasta 14 días antes de la internación cuando su temperatura comenzó con fiebre de 39ºC asociada a tos no-productiva, rinorrea y mialgias. Tomaba acetaminofeno según necesidad para la fiebre. Después de 5 días, sus síntomas se resolvieron excepto la fiebre intermitente. Seis días antes de la internación, comenzó a tener dolores abdominales intensos de tipo cólicos y deposiciones diarreicas y sanguinolentas tres a cuatro veces por día. El dolor no aliviaba con la evacuación, que el paciente describía como de pequeña cuantía, pero que contenían sangre abundante, de aspecto roja rutilante. Continuó teniendo fiebre intermitente, con temperatura de 38,3 a 38,8 ºC, acompañada de escalofríos y temblores, intensa fatiga, artralgias y mialgias difusas. En la mañana de la internación, su temperatura aumentó a 39,4ºC, y su dolor abdominal empeoró, vomitando una vez; concurrió al departamento de emergencias del hospital.

El paciente no tenía cefalea, rigidez de nuca, ni síntomas neurológicos.
Tres años antes se le había establecido un diagnóstico de enfermedad inflamatoria intestinal, oportunidad en la que presentó un cuadro de proctitis, dolor rectal, y heces sanguinolentas. Cada 2 o 3 meses se habían producido exacerbaciones de la colitis, las cuales eran tratadas con meselamina y corticosteroides orales en forma intermitente; el episodio más reciente había sido tratado 3 meses, y a partir de entonces había iniciado un descenso progresivo de la dosis de prednisona, la que había suspendido totalmente 2 meses antes de la internación. Él señaló que el actual dolor abdominal no era el típico de crisis de enfermedad inflamatoria intestinal debido a que la abundante cantidad de sangre y el aumento de la frecuencia de las deposiciones no eran comunes en otros episodios. El paciente no refería otras enfermedades, y solamente tomaba mesalamina y acetaminofen en el momento en que se internó.

Era originario de Marruecos, había emigrado a los EE UU 6 años antes, y vivía en Boston desde su arribo. Él había vuelto a Marruecos 5 meses antes de la internación, donde había visitado amigos y familiares en un área urbana durante tres semanas. No había tomado medicaciones profilácticas durante su viaje. Reportó haber tomado agua de la canilla pero no haber comido alimentos mal cocidos mientras estuvo en Marruecos. En Boston, vivía en una casa con su esposa y un hijo de 1 año que era sano. Era graduado en una universidad local. No tomaba alcohol, no fumaba, ni consumía drogas recreacionales, y no tenía contactos con personas enfermas o exposición a animales o insectos. Sus padres estaban vivos, y no había historia familiar de enfermedades autoinmunes.

El paciente en la actual internación estaba sudoroso y en mal estado general con escalofríos. La temperatura aumentó a 40,5ºC el primer día de hospital, la frecuencia cardíaca era de 70 por minuto, la presión sanguínea de 109/44 mmHg, y la saturación de oxígeno de 97% mientras el paciente respiraba  aire ambiente; las respiraciones eran de 20 por minuto. Las conjuntivas estaban anictéricas, sin petequias ni hemorragias. La orofaringe estaba normal, sin exudados ni ulceraciones, y el cuello no tenía rigidez, ni adenopatías. Los ruidos respiratorios eran normales. Un soplo sistólico grado 2/6 romboidal se auscultaba en el borde esternal izquierdo y se irradiaba a la axila. El abdomen no estaba distendido, pero había dolor y leve reacción peritoneal a la palpación profunda  en el hemiabdomen inferior. No había dolor en la fosa lumbar ni en el ángulo costovertebral. Había leve edema en ambos miembros inferiores bilateralmente. No tenía rash, ulceraciones ni otras lesiones en piel.

Una Rx de tórax era normal. Los análisis de orina mostraban rastros de cetonas, albúmina (2+) con moderada cantidad de bacterias, y 5 a 10 leucocitos. El recuento de glóbulos blancos era de 8900/mm3, con 36% de neutrófilos, 21% en banda, 28% de linfocitos, 8% de linfocitos atípicos, 2% de monocitos, y 5% de eosinófilos. El resto del recuento hematológico era normal. El tiempo de protrombina era de  13,7 seg (normal 11,1 a 13,6). Los niveles de electrolitos y los tests de función renal eran normales. La alanino-amino-transferasa (TGP) era de 90 U/litro (normal 10 a 55), y la aspartato-amino-transferasa (TGP) de 64 U/litro (normal de 10 a 40). La bilirrubina total y directa eran normales.

Una TC de abdomen después de la administración de contraste oral e intravenoso no mostró anormalidades parenquimatosas en hígado y bazo, y no había evidencias de abscesos, inflamación o masas. Fueron obtenidas muestras de sangre,  orina y materia fecal para cultivos; se comenzó a administrar levofloxacina intravenosa (500 mg/24 hs). Se administraron cinco litros de solución salina normal en forma intravenosa, con lo que la presión arterial subió a 125/70 mm Hg.

Durante los siguientes 4 días, la temperatura aumentó diariamente entre 38,8ºC y 40,0ºC, su ingesta oral era escasa, y continuó teniendo tres o cuatro episodios de diarrea sanguinolenta y dolor abdominal; se administraban acetaminofen y líquidos intravenosos. Los cultivos de sangre y materia fecal y los tests para toxina de  Clostridium difficile fueron negativas, así como lo fueron otros hemocultivos tomados durante los episodios febriles. Los tests en sangre para antigenemia de citomegalovirus (CMV) en el segundo día mostraron 13 células positivas en dos muestras. Los tests serológicos para virus coxsackies, VIH 1 y 2, así como anticuerpos heterófilos fueron negativos. Los tests para IgG anti CMV fue positivo (10 Unidades). El testeo de ácidos nucleicos en plasma para enterovirus, RNA para virus de hepatitis C, y DNA para virus de Epstein- Barr fueron negativos, y los estudios urinarios para chlamydia y gonorrea fueron también negativos.  

En el cuarto día de internación, desarrolló disuria, pero repetidos los análisis de orina y cultivos para bacterias y micobacterias fueron negativos. Un ecocardiograma transesofágico mostró función cardíaca normal, con una leve regurgitación mitral pero sin evidencias de derrame pericárdico o vegetaciones valvulares. En el séptimo día de hospital, el nivel de alanino-amino-transferasa aumentó a 117 U/litro, y la aspartato-amino-transferasa a 107 U/litro; quedaron pendientes otros tests.

Se llevó a cabo un procedimiento diagnóstico.


Discusión del Caso.

Este joven Marroquí había venido a vivir a Boston 6 años antes de la admisión; se había realizado un diagnóstico de enfermedad inflamatoria intestinal 3 años antes, y 5 meses después de regresar de un viaje por Marruecos comenzó con fiebre y diarrea sanguinolenta.

Una TC hecha un año antes demostró marcado engrosamiento de la pared del colon derecho e izquierdo (Figura 1A). Puede haber también una leve prominencia de la pared del ileon terminal. Estos hallazgos se correlacionan con exacerbación aguda de la enfermedad inflamatoria conocida en este paciente.

Una TC llevada a cabo el primer día de la actual internación muestra resolución del engrosamiento de las paredes del colon vistos un año atrás (Figura 1B). No hay evidencias de ascitis abscesos, y los vasos mesentéricos no presentan alteraciones.


Figura 1. Imágenes Radiológicas Abdominales.

Una TC axial de pelvis después de la administración de contraste oral e intravenoso obtenida un año antes de la actual internación (Panel A) muestra marcado engrosamiento de la pared colónica (flecha). Hay también leve prominencia de la pared del ileon terminal (cabeza de flecha). Estos elementos se correlacionan con exacerbación aguda de la enfermedad inflamatoria intestinal conocida en el paciente. Una imagen coronal de la TC obtenida después de la administración de contraste oral e intravenoso en el primer día de la internación actual (Panel B), muestra que el colon (flecha), y los vasos mesentéricos no muestran alteraciones. El engrosamiento de la pared del colon visto previamente se había resuelto. No hay evidencias de ascitis o abscesos. 





Cuál es el Diagnóstico?



Resolución del Caso.

Existen varios puntos de interés en este caso, que ayudan al diagnóstico diferencial. Ellos incluyen la bradicardia relativa al ingreso, el aumento moderado de las aminotransferasas, la ausencia de leucocitosis o eosinofilia, la presencia de linfocitos atípicos, los cultivos negativos, y la ausencia de respuesta a la levofloxacina. Primero consideraremos los agentes infecciosos que pueden acompañarse de bradicardia relativa. Especialmente los que son endémicos en Marruecos.

Bradicardia Relativa.
Aunque la presentación de este caso refiere sólo un registro de signos vitales, la frecuencia cardíaca de 70 latidos por minuto acompañando una temperatura de 40,5ºC, sugiere  una disociación entre la temperatura y la frecuencia cardíaca.

Bradicardia relativa se refiere a una frecuencia de pulso menor de la esperada de acuerdo a la temperatura corporal. Este hallazgo físico se ha asociado en forma clásica e  histórica a algunos agentes infecciosos, incluyendo aquellos organismos intracelulares tales como la salmonella, legionella, y chlamydia. (1) Aunque la presencia de bradicardia relativa es un mal predictor de una infección específica, (1) puede proveer pistas como en este caso, ya que uno de los organismos mencionados es endémico en Marruecos. 

La fiebre tifoidea, altamente prevalente en Marruecos, tiene muchos elementos que coinciden con la forma de presentación de este paciente. Además de la bradicardia relativa, hallazgos característicos de fiebre tifoidea son: fiebre alta, malestar general, síntomas de tipo gripales, dolor abdominal, aumento de las enzimas hepáticas, y alteraciones en el hábito evacuatorio intestinal.  (2) La constipación es más común que la diarrea, pero la diarrea sanguinolenta, como se vio en este paciente, ocurre en hasta un 10% de los pacientes con fiebre tifoidea, y es secundaria a la erosión de los vasos adyacentes a las placas de Peyer necróticas. (3)

Las salmonellosis no-tifoideas pueden tener manifestaciones intestinales que van desde una gastroenteritis tipo intoxicación intestinal alimenticia hasta un megacolon tóxico. (4) Especies de salmonellas están entre los patógenos asociados con las exacerbaciones de las enfermedades inflamatorias intestinales. (5) Sin embargo, la fiebre tifoidea y otras causas bacterianas de colitis que incluyen Campylobacter jejuni, shigella, y Escherichia coli pueden ser descartadas en este caso, dado que tanto los cultivos de materia fecal como los hemocultivos son negativos, el paciente no respondió a la levofloxacina, y el período de incubación para esas infecciones, aunque ha sido reportado hasta de 60 días, nunca se ha reportado tanto como 5 meses, que es el tiempo desde su regreso de Marruecos.
La “sandfly fever” (6), es una enfermedad viral aguda caracterizada por fiebre, malestar, dolor retroocular, y cefalea que ocurre en muchas partes del mundo con climas cálidos, transmitida por un tipo especial de moscas (flebotomus papataci), y conocida también como fiebre papataci,  y la fiebre por dengue (7), son endémicas en el Mediterráneo, y se asocian con bradicardia relativa, (8) se presentan con pródromos virales tales como los vistos en este caso. Aunque la fiebre papataci puede presentarse con aumento de transaminasas, no se ha descripto la hemorragia rectal. La fiebre dengue es un síndrome viral caracterizado por hemorragias y trombocitopenia. Las epistaxis o el sangrado por encías, es común, pero la hemorragia gastrointestinal no es común, y además, no se vio trombocitopenia en este caso.

Otras Causas de Colitis Infecciosas.
Diferenciar la tuberculosis intestinal de la enfermedad inflamatoria intestinal, sobre todo de la enfermedad de Crohn, ha permanecido como un desafío, en áreas donde la tuberculosis es endémica. La distinción entre estas dos entidades es muy importante dado que existe un aumento de la incidencia y prevalencia de las enfermedades inflamatorias intestinales en el mundo (9,10), la tuberculosis ha aumentado también su incidencia y prevalencia, y además el riesgo de la diseminación de tuberculosis latente  en pacientes tratados por enfermedad inflamatoria intestinal con anti-factor de necrosis tumoral. (11) En este caso, estamos informados sólo de un cultivo de orina que fue negativo para micobacterias. Sin embargo, la enfermedad inflamatoria intestinal de este paciente, respondió a múltiples cursos de corticosteroides por varios años por lo que se podría descartar tuberculosis intestinal como causa de su colitis. De la misma forma, una nueva infección tuberculosa durante este último viaje a Marruecos sería muy poco probable.

La amebiasis sigue siendo una de las causas más comunes de muerte debido a infección por protozoos en todo el mundo. (12) Entamoeba histolytica es un patógeno asociado que puede potencialmente causar exacerbaciones de enfermedad inflamatoria intestinal. (13) La amebiasis es suficientemente común para ocurrir coincidentemente en este paciente, y puede presentarse como hemorragia rectal y colitis en un paciente sin enfermedad inflamatoria intestinal de base. Aunque la amebiasis puede causar síntomas pulmonares similares a pródromos virales, otros hallazgos en este paciente son inusuales para amebiasis. El compromiso hepático de la amebiasis se manifiesta más comúnmente como absceso hepático, con aumento de fosfatasa alcalina y no tanto de transaminasas como en este caso.

Las proctitis transmitidas por vía sexual deben ser consideradas en un joven con diarrea sanguinolenta. Los agentes causales incluyen Neisseria gonorrhea, Chlamydia trachomatis, herpes simplex, y Treponema pallidum; esos, y otros agentes podrían incrementar su incidencia si el paciente estuviera infectado por el virus VIH, el cual fue reportado como negativo aquí. Sin embargo, este paciente no tiene factores de riesgo conocidos de enfermedades transmitidas sexualmente, y los tests para los tres primeros agentes infecciosos, así como VIH fueron informados como negativos. La sífilis, aunque proteiforme en sus manifestaciones, sería altamente improbable que se presente de esta manera.

Recurrencia de Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Este paciente tenía antecedentes de enfermedad inflamatoria intestinal, con brotes o exacerbaciones a intervalos regulares, el más reciente de los cuales fue 2 meses antes. Aunque está claramente en riesgo de otra recurrencia, sus síntomas actuales difícilmente puedan ser explicados por una recidiva no complicada de una enfermedad inflamatoria intestinal. Sus síntomas subjetivos fueron diferentes de las experimentados en sus recidivas, y los pródromos de tipo viral, el aumento de transaminasas (en los brotes de enfermedad inflamatoria intestinal aumentan más las enzimas de colestasis), y el nivel tan elevado de fiebre, son sugestivos de que un brote de enfermedad inflamatoria intestinal no es por lo menos el único responsable del cuadro. Más aún, el alto nivel de fiebre, la ausencia de leucocitosis, y la presencia de linfocitos atípicos, serían muy inusuales en una recidiva de una enfermedad inflamatoria intestinal, a menos que la recidiva de una colitis ulcerosa estuviera desdencadenada por un proceso infeccioso.

Infecciones que Exacerban la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Los patógenos entéricos incluyendo E. coli enteropatógena, C. jejuni, chlamydia, y C. difficile, pueden exacerbar la enfermedad inflamatoria intestinal y aumentar su severidad. (14,15,16,17) C. difficile es la bacteria más comúnmente identificada, dando cuenta de más de 20% de las exacerbaciones de la enfermedad. Para pacientes con enfermedad severa o refractaria, el examen diligente para patógenos antes del agregado de inmunomoduladores ha sido recomendado. (18,19) En este caso, los cultivos negativos y el test negativo para la toxina de C. difficile excluye a este patógeno.

Infección por CMV.
La infección colónica con CMV ha estado implicado en forma creciente en la enfermedad inflamatoria intestinal. El CMV es encontrado tanto en sangre como en tejidos intestinales, con una prevalencia aumentada cuando se la compara con los controles. (20,21,22) Aunque es controversial si el CMV está comprometido en la patogenia de la enfermedad inflamatoria intestinal (23,24), o es un expectador inocente (25), la mayoría de los estudios otorgan un rol a la infección latente o activa por CMV causando exacerbaciones de la enfermedad, particularmente cuando se asocia a colitis severa o refractaria. (26,27,28) La reactivación de CMV puede conducir a un deterioro clínico en algunos casos, asociado a drogas inmunosupresoras (29), mientras que en otros casos, la colitis se resuelve con terapia antiviral. (30,31) De todo esto se concluye que un análisis de rutina para descartar sobreinfección por CMV no es requerido en todo paciente con enfermedad inflamatoria activa, y sólo debe reservarse esta investigación para casos severos o refractarios.

El antecedente de viaje reciente en este paciente, lo pone en riesgo de una infección aguda por CMV. Más aún, sus síntomas iniciales de tipo pródromos virales, su antigenemia CMV, un título de IgG anti-CMV débilmente positivo, la presencia de linfocitos atípicos, y el leve aumento de transaminasas sugieren un síndrome mononucleósico agudo por CMV. Puede ocurrir antigenemia de CMV en ausencia de infección colónica activa, e, inversamente, la antigenemia puede estar ausente en colitis por CMV; por lo tanto, este test es sugestivo pero no diagnóstico de infección tisular activa. La mayoría de los casos de colitis por CMV que desarrollan en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal son causadas por reactivación de un virus latente, y la mononucleosis aguda por CMV con infección colónica activa ha sido raramente descripta en estos pacientes. (32) No obstante, este paciente es más probable que tenga infección aguda por CMV, o mononucleosis, que una reactivación de una infección latente por CMV con compromiso intestinal.

Resumen.
En suma, este paciente probablemente tuvo colitis por CMV asociada con antecedentes de colitis ulcerosa recurrente. El test diagnóstico que se recomendó, fue la colonoscopía con biopsia y tinción con hematoxilina-eosina o tinción inmunohistoquímica para CMV. Se indicó asimismo obtener un título de anticuerpos IgM CMV para determinar si la infección es reciente y puede haber ocurrido en ese viaje a Marruecos. Aún en ausencia de ensayos randomizados y controlados, una conducta que impresiona lógica sería tratar a este paciente con ganciclovir, dado que sus síntomas son demasiado severos y el CMV debe ser suprimido antes de comenzar con terapia inmunosupresora, incluyendo tratamiento con corticosteroides. Asumiendo que el diagnóstico es en este caso sobreinfección por CMV, los síntomas de colitis pueden mejorar o aún remitir completamente con terapia antiviral.

Imágenes
En el momento de la primera colonoscopía, cuando el diagnóstico de enfermedad inflamatoria intestinal fue establecido, había eritema difuso de la mucosa del colon sigmoide y del colon derecho, justo por encima del ciego (Figura 2A). Había pequeñas ulceraciones o erosiones a todo lo largo de la mucosa. Dado que los hallazgos eran segmentarios, en principio se pensó en enfermedad de Crohn, aunque la colitis ulcerosa puede presentarse con compromiso en parches sobre todo del lado derecho, y especialmente en ciego.

Figura 2. Imágenes Endoscópicas del Colon.

En la imagen del colon sigmoide de una colonoscopía realizada 2 años antes de la admisión (Panel A), muestra una mucosa edematosa, granular, con pequeñas erosiones y pérdida del patrón vascular. Estos hallazgos son consistentes con enfermedad inflamatoria leve a moderada.Una imagen del recto obtenida durante la actual internación (Panel B) muestra más eritema y mayor cantidad de pequeñas erosiones que podrían haber estado antes, aunque estos hallazgos no sugieren un diagnóstico específico


Durante la actual internación, el examen endoscópico reveló compromiso mucho más agresivo que el observado durante el estudio inicial. Las imágenes del recto y del colon sigmoides mostraron marcado eritema y ulceraciones de más amplia distribución (Figura 2B). Así, la apariencia era diferente de la de la enfermedad inflamatoria intestinal, lo cual sugería una infección sobreimpuesta tal como amebiasis, o CMV. Las muestras de biopsias fueron enviadas para cultivos y exámenes anátomo-patológicos.  

Diagnóstico Presuntivo.

Colitis aguda por CMV o mononucleosis por CMV o ambos, sobreimpuestos en colitis ulcerosa.



Discusión Patológica.

La biopsia inicial obtenida del colon sigmoides demuestra inflamación mucosa con distorsión, criptitis, y abscesos de las criptas (Figura 3A), compatible con enfermedad inflamatoria intestinal. 



Figura 3. Muestras de Biopsias de Colon.

Una biopsia obtenida un año antes de la internación (Panel A, hematoxilina-eosina) muestra distorsión arquitectural crónica, aumento de infiltrados linfoplasmocitarios en la lámina propia, criptitis, y absceso de la cripta (Panel A inserto), que son hallazgos característicos de enfermedad inflamatoria intestinal. Una biopsia obtenida durante la actual admisión tiene varios hallazgos consistentes con cambios citopáticos por CMV. El panel B (hematoxilina-eosina), muestra células endoteliales que exhiben citomegalia y grandes núcleos (flecha). La inmunohistoquímica muestra inclusión CMV dentro de una célula endotelial (Panel C, flecha).



Una biopsia de colon obtenida durante la internación demostró cambios consistentes con colitis crónica moderadamente activa. Además, hay varios hallazgos sugestivos aunque no diagnósticos de efectos citopáticos vistos en la infección por CMV, incluyendo grandes células estromales en la lámina propia con gránulos eosinofílicos en el citoplasma y células endoteliales que exhiben citomegalia y grandes núcleos (Figura 3B). Los clásicos efectos citopáticos del CMV caracterizados por inclusiones eosinofílicas intranucleares rodeadas por un halo y marginación de la cromatina contra la membrana nuclear no fueron vistos. Sin embargo, la inmunohistoquímica confirmó la presencia de inclusiones por CMV en varias células endoteliales y estromales (Figura 3C).

Los resultados del título de anticuerpos IgM anti CMV obtenidos el 4º día de internación fue positivo en 3,26 unidades (negativo menos de 0,91 unidades). La repetición del test mostró una elevación de los títulos de IgM a 5,02 unidades, confirmando el diagnóstico de infección aguda por CMV. El material de biopsia de la colonoscopía  fue medido por cultivo (shell-vial culture) que mostró la presencia de CMV (Figura 4).





Figura 4. Cultivo de CMV (CMV Shell-Vial Culture).

Una porción de la muestra de la biopsia de colon fue inoculada en una monocapa de células MRC en un cultivo. Después de 48 horas de incubación, había brillo en las tinciones nucleares (flechas), indicando la presencia de antígeno temprano inmediato de CMV humano. El inserto muestra dos núcleos adyacentes, el verde infectado con CMV (flecha), y el otro, no infectado (cabeza de flecha).

Un título de IgG anti CMV repetido a los 30 días más tarde demostró que el nivel de IgG había aumentado por un factor de tres. Tomados en conjunto, los resultados son diagnósticos de infección aguda por CMV.

Después de que se hiciera diagnóstico, este paciente fue tratado con ganciclovir seguido de valganciclovir, con resolución completa del dolor abdominal, sangrado rectal y fiebre. Fue dado de alta el 15º día de internación. Dos semanas después del alta, en una visita de seguimiento por gastroenterología, el paciente describió un dolor punzante en epigastrio que había comenzado tres días antes. Se obtuvo una ultrasonografía al día siguiente.

La ultrasonografía abdominal mostró hallazgos sugestivos de trombosis de la vena porta. Una RMN con imágenes en fase venosa llevadas a cabo el mismo día reveló un trombo oclusivo en la vena porta derecha, un trombo no oclusivo en la vena porta izquierda, y un trombo que se extendía a la vena mesentérica superior (Figura 5).


Figura 5. RMN de abdomen Obtenida 2 Semanas Después del Alta.

Una RMN con gadolinio con supresión grasa en T1 muestra ausencia de realce en la vena porta derecha, compatible con trombo oclusivo en la vena porta derecha (flecha). Las arterias y venas hepáticas están permeables.


El paciente fue reinternado. Dado que se interpretó como que no había riesgo de infarto intestinal inminente, se inició anticoagulación con heparina de bajo peso molecular. Se llevó a cabo un test de hipercoagulabilidad en ese momento, el cual fue normal con excepción de un anticuerpo IgM anti-cardiolipina. Fue tratado con un curso de 6 meses de warfarina. Dos meses más tarde, una RMN mostró que el trombo se había resuelto y los anticuerpos anti-cardiolipinas IgM retornaron a lo normal. Se interpretó a este evento trombótico como una variante del síndrome de pileflebitis  después de infección intestinal, debido a que ningún otro factor de hipercoagulabilidad fue identificado. Quince meses después de la hospitalización inicial, el paciente se encuentra bien.

En pacientes con SIDA se ha visto infarto colónico debido a vasculopatía por CMV. También ha sido descripta la trombosis de la vena porta  asociada a infección por CMV, tanto en inmunocomprometidos como en inmunocompetentes. (33,34,35) La enfermedad inflamatoria intestinal en si misma se asocia a riesgo aumentado de tromboembolismo. (36,37,38)

Dada la severidad de la enfermedad de este paciente y al hecho de que la enfermedad inflamatoria intestinal puede recurrir se discutió acerca de la posibilidad de administrar profilaxis antiviral antes de la administración de cualquier tipo de inmunosupresión. Tal conducta no está hoy avalada por la evidencia. 

Diagnóstico Anátomopatológico.

Infección aguda por CMV en un paciente con enfermedad inflamatoria intestinal.

 
Traducción de:

“A 30-Year-Old Man with Inflammatory Bowel Disease and Recent Onset of Fever and Bloody Diarrhea”

Mark W. Babyatsky, M.D., Myles D. Keroack, M.D., Michael A. Blake, M.D., Eric S. Rosenberg, M.D., and Mari Mino-Kenudson, M.D.

From the Departments of Medicine, Mount Sinai Medical Center and Mount Sinai School of Medicine, New York (M.W.B.); the Departments of Gastroenterology (M.D.K.), Radiology (M.A.B.), Medicine (E.S.R.), and Pathology (E.S.R., M.M.-K.), Massachusetts General Hospital, Boston; and the Departments of Radiology (M.A.B.), Medicine (M.D.K., E.S.R.), and Pathology (E.S.R., M.M.-K.), Harvard Medical School, Boston.

Conclusiones del Caso.
Este joven Marroquí, con antecedentes de enfermedad inflamatoria intestinal controlada, comienza su enfermedad, 14 días antes de la internación, con un cuadro de fiebre de 39ºC asociado a tos seca, catarro de vías aéreas superiores y mialgias generalizadas, impresionando como síndrome viral. El cuadro se autolimita en el término de seis días, apoyando más aún la hipótesis de la etiología viral. Presenta un intervalo libre de síntomas a excepción de fiebre intermitente de alrededor de cuatro días, después de lo cual aparece un síndrome abdominal caracterizado por dolores cólicos y diarrea sanguinolenta que el paciente asegura que nada tienen que ver con las acostumbrados brotes de su cuadro intestinal.

Al ingreso el paciente presentaba mal estado general, con dolor abdominal, vómitos, hipotensión (109/44 mmHg, que mejoró con la expansión), y fiebre (40,5ºC) por lo que llama la atención que no se considerara a la insuficiencia suprarrenal aguda como respuesta a un stress de tipo infeccioso o inflamatorio, considerando que era un paciente que tomaba periódicamente corticosteroides a raíz de las exacerbaciones de enfermedad inflamatoria intestinal. Se prestó atención en cambio a la bradicardia relativa, que efectivamente estaba presente (70 por minuto).

Es cierto que estas discusiones anátomo-patológicas tienen un carácter docente, y en ellas se lleva a cabo un análisis pormenorizado acerca del diagnóstico diferencial, y en las cuales se enumeran detalladamente todas la posibles causas que pueden explicar el caso. Pero también es cierto, que en la práctica, este caso es de diagnóstico mucho más sencillo, y que ya el mismo día de internación se podría haber establecido el mismo con un alto grado de certidumbre.

Un paciente de 30 años, con fiebre alta  de dos semanas de evolución, que comenzó como un cuadro gripal, bradicardia relativa, que presentaba en el laboratorio 8900 glóbulos bancos, con 36% de neutrófilos y 8% de linfocitos atípicos, con un “toque hepático” caracterizado por aumento de las aminotransferasas x 2 o 3, VIH negativo, y sobre todo con antigenemia positiva para CMV, presenta alta probabilidad sino casi certeza de síndrome mononucleósico por CMV. 

La mononucleosis por CMV es un cuadro que recuerda a la mononucleosis infecciosa por EBV, es la forma de presentación más frecuente de la infección por CMV en un adulto inmunocompetente. Existen algunas diferencias entre la mononucleosis infecciosa por EBV y la mononucleosis por CMV. La mononucleosis por CMV se expresa muy frecuentemente como “forma tífica” en la cual predominan la fiebre, bradicardia relativa, y los síntomas sistémicos como presentaba este paciente, y en cambio son menos frecuentes las adenomegalias cervicales la esplenomegalia, y la amigdalitis exudativa. que se ven en la mononucleosis por EBV. 

El laboratorio muestra síndrome mononucleósico la mayoría de las veces, definido como linfocitosis absoluta con más de 50 por ciento de células mononucleares, y más de 10 por ciento de linfocitos atípicos en sangre periférica. A veces, los pacientes no reúnen estos requisitos inicialmente, como pasó con el paciente que nos ocupa, que tenía 8 por ciento de linfocitos atípicos pero pueden hacerlo en la evolución. Esta linfocitosis que se va instalando puede durar a veces por varios meses después de la resolución de los síntomas. Además de las manifestaciones hematológicas típicas ya mencionadas, el síndrome mononucleósico pueden verse otras alteraciones como anemia, reducción de los niveles de haptoglobina sérica, presencia de crioaglutininas, factor reumatoideo elevado, FAN positivos, y trombocitopenia. 

Por último, digamos que el compromiso gastrointestinal por CMV es poco común en huéspedes inmunocompetentes, pero cuando se produce, puede causar una importante morbi/mortalidad. Mientras que la colitis por CMV es siempre el resultado de la reactivación de una infección por CMV latente en inmunocomprometidos, la colitis por CMV en inmunocompetentes  puede ocurrir en el contexto de una primoinfección. Las manifestaciones clínicas de la colitis por CMV en inmunocompetentes son: diarrea hemorrágica, fiebre y dolor abdominal como presentó este paciente. Se ha visto exacerbación de enfermedad inflamatoria intestinal por infección por CMV, más en colitis ulcerosa que en enfermedad de Crohn. Más aún, un brote de colitis ulcerosa de curso corto y fulminante, y rebelde al tratamiento puede ser un indicador de coinfección por CMV. En estas situaciones está indicado un curso terapéutico empírico con ganciclovir, y supresión de toda medicación inmunosupresora, como se llevó a cabo en este paciente, a la espera de los resultados confirmatorios.


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domingo, 4 de diciembre de 2011

HEPATITIS ALCOHÓLICA.

El excesivo consumo de alcohol es una de las más  importantes causas de muerte prevenible en el mundo. (1,2)  La muerte asociada al alcoholismo es desproporcionadamente mayor en gente de edad joven.

El exceso de consumo de alcohol se asocia tanto a daño hepático a corto plazo como a largo plazo, varios tipos de cáncer, accidentes laborales y accidentes automovilísticos, violencia social y doméstica, rupturas matrimoniales, y daño social y de las relaciones familiares. (3)

La asociación entre ingesta de alcohol y enfermedad hepática alcohólica ha sido documentada, aunque la cirrosis hepática se desarrolla sólo en una pequeña proporción de pacientes que consumen altas cantidades de alcohol. (4) El riesgo de cirrosis aumenta proporcionalmente con el consumo de más de 30 gramos de alcohol por día; el riesgo más alto se asocia con el consumo de más de 120 gramos de alcohol por día. (4) La prevalencia de cirrosis es 1% en personas que toman 30 a 60 gramos de alcohol por día, y hasta 5,7% en aquellos que consumen más de 120 gramos por día.  Se presume que hay otros factores tales como el sexo (4,5), características genéticas (6), e influencias ambientales (incluyendo infecciones virales crónicas) (7), que juegan algún rol en la génesis de la enfermedad hepática alcohólica.

El uso crónico de alcohol puede causar varios tipos de injuria hepatocelular. El uso regular de alcohol, aún por pocos días, puede ocasionar hígado graso (también llamado esteatosis hepática), que es un trastorno en el que los hepatocitos contienen  gotitas macrovesiculares de triglicéridos. Aunque el hígado graso alcohólico se resuelve con abstinencia, la esteatosis predispone a las personas que siguen consumiendo, a la fibrosis hepática y cirrosis. (8)

Nos ocuparemos en este espacio de la hepatitis alcohólica, una forma tratable de enfemedad alcohólica hepática. Dado que hasta un 40% de los pacientes con hepatitis alcohólica mueren dentro de los 6 meses después del comienzo del cuadro, un diagnóstico y tratamiento apropiado son esenciales.

Presentación Clínica de la Hepatitis Alcohólica.

La hepatitis alcohólica (HA) es un síndrome clínico de ictericia y fallo hepático, que generalmente ocurre después de consumo intenso de alcohol (promedio 100 gramos/día). (9) No es raro que el paciente con HA, haya cesado su ingesta alcohólica varias semanas antes del comienzo de los síntomas.  La edad típica de presentación es 40 a 60 años. Aunque el sexo femenino es un factor de riesgo independiente de HA, más hombres consumen en exceso, y por eso hay más hombres que mujeres con enfermedad alcohólica hepática. (9) El tipo de bebida alcohólica consumida no parece afectar el riesgo de hepatitis alcohólica.  La incidencia es desconocida, pero la prevalencia fue aproximadamente de 20% en una cohorte de 1604 pacientes con alcoholismo que se sometieron a biopsia hepática. (9)

El signo cardinal de la HA es el rápido inicio de ictericia.  Otros signos y síntomas comunes incluyen: fiebre, ascitis, y pérdida de masa muscular proximal. Los pacientes con HA severa pueden tener encefalopatía. El hígado está típicamente agrandado y doloroso a la palpación.  Un soplo sobre la región hepática puede auscultarse en más del 50 por ciento de los pacientes!!!

Los estudios de laboratorio característicamente revelan niveles séricos de aspartato-aminotransferasa (TGO) que es más del doble del  límite máximo normal, aunque raramente supera las 300 UI/ml, mientras que los niveles séricos de alanino-aminotransferasa (TGP) son menores. La relación entre aspartato-aminotransferasa y la alanino-aminotransferasa es usualmente más de 2, aunque este hallazgo no es específico ni sensible. (10) Los mecanismos propuestos para esta alta relación son: actividad reducida de alanino-aminotransferasa, la depleción de fosfato de piridoxal inducida por alcohol, y la actividad aumentada de la aspartato-aminotransferasa mitocondrial. (11,13) El recuento de glóbulos blancos, el recuento de neutrófilos, el nivel de bilirrubina sérica, y el RIN (relación entre el tiempo de coagulación del paciente y el tiempo de referencia normal) están elevados. Un nivel elevado de creatinina sérica, si está presente, es un signo ominoso, debido a que probablemente anuncie el inicio del síndrome hepato-renal y muerte. (14)

La microscopía hepática en pacientes con HA revela injuria hepatocelular, caracterizada por balonamiento (hinchazón) que a menudo contiene cuerpos de inclusión amorfos, eosinofílicos llamados cuerpos de Mallory (también llamados hialina alcohólica) rodeados por neutrófilos (Figura 1 y 2). (15)


Figura 1.
Histopatología Hepática de un Paciente con Hepatitis Alcohólica.

Hepatitis alcohólica caracterizada por balonamiento hepatocitario (flechas curvas). Algunos hepatocitos contienen gotitas de grasa o esteatosis (cabeza de flecha), mientras que otros pueden contener cuerpos de Mallory (flecha corta), a menudo rodeada por neutrófilos (flecha larga). (hematoxilina-eosina).





Figura 2.
Cuerpos de Mallory en una Hepatitis Alcohólica.

Biopsia hepática a gran aumento en hepatitis alcohólica que muestra grasa macrovesicular y cuerpos de Mallory (flechas) que son acumulaciones de material eosinofílica intracelular. Estos cambios son similares a la esteatohepatitis no alcohólica.


La presencia en los hepatocitos de grandes glóbulos grasos (también conocido como esteatosis), es común de ver en la HA.La fibrosis intrasinusoidal (fibrosis evidente entre la célula endotelial y el hepatocito), es una lesión característica de la hepatitis alcohólica. La fibrosis perivenular, la fibrosis periportal, y la cirrosis, que son elementos típicos de la fibrosis alcohólica, a menudo coexisten con la HA. Datos histológicos adicionales asociados con la hepatitis alcohólica pueden incluir degeneración espumosa de los hepatocitos y necrosis hialina esclerosante aguda.

La esteatohepatitis no-alcohólica (NASH), una condición asociada a obesidad y resistencia insulínica, comparte muchos hallazgos histológicos con la hepatitis alcohólica, incluyendo balonamiento hepatocitario, esteatosis, cuerpos de Mallory, inflamación, colágeno intrasinusoidal, fibrosis y cirrosis. Sin embargo, la severidad de esos cambios es usualmente mayor en la HA, y la colestasis, frecuente en HA, no está presente en la esteatohepatitis no alcohólica. Una biopsia hepática no es de mucha ayuda para diferenciar causa de esteatosis, cuerpos de Mallory, y fibrosis, en un paciente obeso que a su vez toma mucho alcohol.

La recuperación de una HA se produce si hay una completa abstinencia alcohólica, el síndrome clínico ha sido leve, y se administra un tratamiento apropiado. Dentro de varias semanas después de la suspensión  de la ingesta alcohólica, la ictericia y la fiebre pueden resolverse (16), pero la ascitis y la encefalopatía hepática pueden persistir por meses a años. Tanto la ictericia persistente como la insuficiencia renal son de mal pronóstico. (14,17) Desafortunadamente, aún cuando los pacientes adhieren a todas las medidas indicadas y cumplen todas las indicaciones médicas, la recuperación de una HA no está garantizada. (18)  

Diagnóstico de Hepatitis Alcohólica.

La combinación de un nivel de aspartato-aminotransferasa elevada (pero <300 UI),  una relación de aspartato-aminotransferasa y alanino-aminotransferasa mayor a 2, un nivel de bilirrubina total de más de 5 mg/dl, un RIN elevado, y neutrofilia en un paciente con ascitis y antecedentes de consumo intensivo de alcohol, son indicativos de HA hasta que se demuestre lo contrario. En algunos casos puede ser necesario interrogar a miembros de la familia o las personas que viven con el paciente para confirmar el uso de alcohol. (19,20)

El diagnóstico diferencial de la HA incluye: esteatohepatitis no-alcohólica, hepatitis viral aguda o crónica,  injuria hepática inducida por drogas, enfermedad de Wilson fulminante, enfermedad hepática autoinmune,  deficiencia de alfa-1 antitripsina, absceso hepático piogénico, colangitis ascendente, y descompensación asociada a carcinoma hepatocelular.

Los hallazgos de la biopsia hepática pueden confirmar los hallazgos descriptos antes, y pueden ayudar a descartar otras enfermedades, pero la biopsia hepática no es requerida para establecer el diagnóstico de HA. El riesgo de hemorragia durante y después de la biopsia puede reducirse utilizando la vía transyugular. Una biopsia hepática no se recomienda para confirmar o descartar abstinencia, ya que es difícil el tiempo desde la suspensión del hábito alcohólico en base a la resolución histológica. (21)

Los pacientes deben estudiarse en busca de infecciones bacterianas tales como neumonía, peritonitis bacteriana espontánea, e infecciones urinarias, recurriendo a hemocultivos, urocultivos, recuentos hematológicos en sangre periférica, cultivo de líquido ascítico si este existe, y radiografía de tórax. La ecografía hepática es útil para descartar absceso hepático, carcinoma hepatocelular, y obstrucción biliar, cualquiera de los cuales puede ser confundido con HA.  La ecografía puede también ser utilizada para control de punción ascítica dirigida. El Doppler puede ser útil dado que una velocidad sistólica pico o un aumento en el diámetro de la arteria hepática pueden ayudar a confirmar el diagnóstico. (22)


Evaluación de la Severidad de la Hepatitis Alcohólica.

Una variedad de sistemas de scoring han sido utilizados para evaluar la severidad de la HA y guiar su tratamiento (Tabla 1).

Tabla 1.
Sistemas de Scoring Utilizados para Evaluar Pronóstico en Hepatitis Alcohólica.




El score de Maddrey, también llamado test de función discriminatoria de Maddrey, el score de Glasgow, y el score de MELD (Model for End-Stage Liver Disease), ayudan al clínico a decidir si se debe iniciar tratamiento con corticosteroides, mientras que el score de Lille o modelo de Lille, está diseñado para ayudar al clínico a decidir si deben suspender los corticosteroides 1 semana después de iniciado el tratamiento. (23-26)  Estos sistemas de scoring comparten elementos tales como el nivel de bilirrubina sérico y el tiempo de protrombina (RIN) (Tabla 1). El test de Maddrey tiene la ventaja de ser el test que se ha utilizado durante más tiempo, aunque tiene  cierta  dificultad cuando se dispone sólo del RIN y no del tiempo de protrombina (actual y control). El score de Glasgow, al menos en un estudio mostró que pacientes con alto valor de test de Maddrey se beneficieban más con corticosteroides. (27) El MELD es fácil de determinar (ver  www.mayoclinic.org/meld/mayomodel17.html  ); mayores niveles de MELD indican peor pronóstico), y su utilidad en evaluar la hepatitis alcohólica ha sido sugerida en estudios retrospectivos. (28) La validez de los  scores de Glasgow y de Lille han sido establecidos en poblaciones fuera de los países de origen.   

El test de Maddrey se calcula: 4,6 x (tiempo de protrombina del paciente – tiempo de protrombina control, en segundos) + nivel de bilirrubina sérica en mg/dl. Un valor de más de 32 indica hepatitis alcohólica severa y es el umbral para comenzar tratamiento con corticosteroides. (23)
En 2005, investigadores de Glasgow (24) reportaron los resultados de un análisis de regresión logística identificando variables relacionadas a la sobrevida a los 28 días y 84 días después de la internación hospitalaria en una gran cohorte de pacientes con hepatitis alcohólica; en base a esos resultados, ellos desarrollaron una nueva herramienta llamada el score de la hepatitis alcohólica de Glasgow (que no debe ser confundido con el score de coma de Glasgow). Con esta herramienta, se usan la edad, el recuento de glóbulos blancos periféricos, la urea,  la bilirrubina, y el tiempo de protrombina o el RIN para identificar pacientes en mayor riesgo de muerte en ausencia de tratamiento, para poder seleccionar aquellos quienes se podrían beneficiar del uso de corticosteroides. Un estudio mostró que los pacientes con test de Maddrey de 32 o más y un score de hepatitis alcohólica de Glagow de 9 o más quienes son tratados con corticosteroides, tienen tasas de sobrevida a los 84 días de 59%, comparados con 38% de sobrevida entre los no tratados. (27)

Algunos pacientes con hepatitis alcohólica son candidatos al transplante hepático. El score MELD, que está basado en una escala numérica,  predice el riesgo de muerte mientras se espera por un transplante hepático; el score está basado en los niveles séricos de creatinina y bilirrubina y el RIN. En dos estudios retrospectivos, el score de MELD  predijo mortalidad a corto plazo en pacientes con hepatitis alcohólica tan bien como el test de Maddrey. (25,28) Un score de MELD de 21 o más se asoció a mortalidad de 20% a los 90 días; Dunn y colaboradores sugieren que el score de 21 o más es un umbral apropiado para colocar al paciente en ensayos experimentales  para autilizar “agentes terapéuticos potenciales”. (25)

El score de Lille, que está basado en datos pretratamiento más la respuesta de los niveles séricos de bilirrubina a un curso de 7 días de corticosteroides, puede ser usado para determinar si los corticosteroides deben ser discontinuados por falta de respuesta. (26)

Mecanismos de la Injuria Hepática Inducida por Alcohol.

El alcohol es metabolizado en el hepatocito a través de la oxidación a acetaldehído, y subsecuentemente a acetato de acetaldehído. El metabolismo oxidativo del alcohol genera un exceso de reductores equivalentes, primariamente en la forma de nicotinamida adenina dinucleótido reducido (NAD), que es NADH.  Los cambios en los potenciales de óxido-reducción NADH–NAD+   en el hígado, inhiben tanto la oxidación de ácidos grasos, como el ciclo de los ácidos tricarboxílicos, y pueden promover la lipogénesis. (29) Además, el etanol promueve el metabolismo lipídico a través de la inhibición de los PPAR-α (peroxisome-proliferator–activated receptor α) y de la AMP kinasa, y estimulación del Esterol Elemento Regulador De La Proteína De Unión (sterol regulatory element-binding protein 1 o SREBPs), un factor de transcripción unido a la membrana. (30-32) La suma de estos efectos, resultan en depósitos grasos y remodelado en el hígado (Figura 3 A B, y Figura 3C).




Figura 3.
Fisiopatología de la Injuria Hepática Inducida por Alcohol.

El etanol promueve la translocación de lipopolisacáridos (LPS) desde la luz del intestino delgado y grueso hacia la vena porta por donde viaja hacia el hígado (Figura 3 A). El hígado normal contiene sinusoides tapizados  con células endoteliales. Las células de Kupffer se localizan en los sinusoides, mientras que las células estrelladas hepáticas (células de Ito) se localizan entre las células endoteliales y el hepatocito (espacio de Disse) (Figura 3 B). En las células de Kupffer, los lipopolisacáridos se unen a CD14, que se combina con TLR4 (toll-like receptor 4), activando finalmente múltiples genes de citoquinas. La oxidasa de NADPH libera especies reactivas del oxígeno (ROS), que activan genes de citoquinas dentro de las células de Kupffer, y pueden tener efectos en los hepatocitos y en las células estrelladas. Las citoquinas tales como el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) tienen efectos tanto paracrinos en los hepatocitos, como efectos sistémicos tales como fiebre, anorexia, y pérdida de peso.  La interleukina-8 y la proteína quimiotáctica monocitaria 1 (MCP-1) atraen neutrófilos y macrófagos. El factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF), y el factor de crecimiento transformador β (TGF-β) contribuyen a la activación, migración y multiplicación de las células estrelladas hepáticas, aumentando la fibrosis hepática. En el hepatocito, el etanol es convertido a acetaldehído por la enzima citosólica alcohol deshidrogenasa (ADH) y la enzima microsomal citocromo P-450 2E1 (CYP2E1) (Figura 3 C).
El acetaldehído es convertido a acetato. Esas reacciones producen NADH e inhiben la oxidación de los triglicéridos y ácidos grasos. Las especies reactivas del oxígeno (ROS) liberadas por CYP2E1 y la mitocondria causan peroxidación lipídica y producen carbonil proteínas. Los productos de lipoperoxidación pueden combinarse con acetaldehído y con proteínas para producir neoantígenos, que pueden estimular una respuesta autoinmune.  La inhibición de los proteosomas reduce el catabolismo de las proteínas dañadas y puede contribuir a la acumulación de citoqueratina y la formación de cuerpos de Mallory. La reducción en las enzimas que convierten la homocisteína a metionina aumenta la concentración de homocisteína, produciendo stress del retículo endoplásmico. Las proteínas de unión del elemento regulador por esteroles 1c (SREBP-1c) es liberado del retículo endoplásmico por stress e inicia la transcripción de los genes afectados a la síntesis de triglicéridos y ácidos grasos. La unión disminuida de los PPAR-α (peroxisome-proliferator–activated receptor α) al DNA reduce la expresión de los genes afectados a la oxidación de ácidos grasos. El transporte de glutation desde el citosol a la mitocondria está reducido. La activación del Fas y el receptor de TNF (TNF-R1) activa la caspasa 8,  causando injuria mitocondrial y abriendo el poro de transición mitocondrial (MTP),  liberando el citocromo c, y activando caspasas, que contribuyen a la apoptosis. La activación de Fas y del receptor de TNF 1 (TNF-R1) conduce a la activación  del factor nuclear- κB (NF-κB) y  a la expresión de genes que promueven la sobrevida celular. En las Figuras 3 B y C, las líneas sólidas indican vías establecidas, y las líneas discontinuas indican relaciones indirectas o putativas entre entidades.

ALDH significa aldehído deshidrogenasa, AMPK AM P es proteína kinasa activada, EGR1 respuesta de crecimiento temprana 1,  ERK es la señal extracelular regulado por kinasa, FA ácidos grasos, GSH es glutation, MAA es malondialdehído-acetaldehído aduct, SAHS, es adenosilhomocisteína, SAMe S- adenosil-L-metionina, y TRIF receptor toll interleukina 1 conteniendo adaptadores que inducen beta interferón.

A pesar de todo lo que se sabe, todavía no está claro cómo el metabolismo del alcohol se asocia a la génesis de la enfermedad alcohólica hepática.
Recientes avances en la comprensión de la patogénesis  de la injuria hepática inducida por alcohol y en nuevos approachs terapéuticos han provenido de estudios en animales, muchos usando infusiones de alcohol y grasa en el estómago de ratas (33), los cuales resultaron en lesiones hepáticas que mimetizan la hepatitis alcohólica en humanos, aunque con poca fibrosis. (34) La endotoxina (la actividad biológica de la cual se asocia con LPS o lipopolisacárido, un componente de la pared externa de la bacteria gram negativa) es un desencadenante clave del proceso inflamatorio en el modelo experimental. La permeabilidad del intestino, que es el resultado de factores que favorecen o restringen la traslocación, o la transferencia de LPS-endotoxina desde la luz del intestino hacia la sangre portal (35), parece estar alterada después de larga exposición al alcohol (Figura 3 A).

El pretratamiento con antibióticos para limpiar la flora intestinal, o con lactobacillus para repoblar el intestino,  pueden evitar el aumento de LPS-endotoxina que ocurre con la infusión de alcohol o grasa, y puede abolir la injuria hepática alcohólica. (34,36,37) De la misma manera, en humanos, tanto la permeabilidad del intestino, como los niveles circulantes de LPS-endotoxina están elevados en pacientes con injuria hepática alcohólica. (38,39)

Cuando la LPS-endotoxina entran a la circulación portal, se une a la proteína transportadora de LPS (LPS-binding protein), un paso requerido para la respuesta inflamatoria e histopatológica a la exposición al alcohol en modelos experimentales. (40) El complejo LPS- LPS-binding protein se une al receptor CD14 de la membrana celular de la célula de Kupffer hepática (Figura 3 B). Las células de Kupffer son fundamentales   para el desarrollo de hepatitis alcohólica en modelos experimentales. (41) La activación de las células de Kupffer por la LPS-endotoxina requiere tres proteínas celulares: CD14 (también conocidas como antígeno de diferenciación monocítica), el toll-like receptor 4 (TLR4), y una proteína llamda MD2, que  se asocia a TLR4 para unirse al complejo LPS–LPS-binding protein. (34,42,43) La cascada de señalización TLR4 incluye la activación de early growth response 1 (EGR1) (o factor temprano de crecimiento 1), un factor de transcripción génico inmediato temprano en dedo de zinc, el factor nuclear- κB (NF-κB), y el adaptador a TLR4 conocido como toll–interleukin-1–receptor domain-containing adapter-inducing interferon-beta (TRIF). (44,45) EGR1 juega un rol clave en la producción de TNF-α estimulado por lipopolisacárido; en ratones, su ausenciapreviene la injuria hepática inducida por alcohol. La  señalización dependiente de TRIF contribuye al daño hepático inducido por alcohol mediado por TLR4. (46)

La ingestión de alcohol aumenta la excreción de marcadores oxidativos de stress, y en humanos, los más altos niveles se observan en personas con hepatitis alcohólica. (47) Estudios en ratas sugieren que las células de Kupffer activadas y los hepatocitos son la fuente de radicales libres (especialmente oxígeno reactivos intermedios), que son producidos en respuesta a una corta o larga exposición al alcohol. (48,49) El stress oxidativo media la injuria hepática inducida por alcohol, al menos en parte, a través de la actividad del citocromo P-450 2E1 (50,51), lo cual conduce a daño mitocondrial, activación de la apoptosis dependiente de retículo endoplásmico, y up regulation de la síntesis lipídica. (52,53)

El TNF-α producido por las células de Kupffer parece jugar un rol fundamental en la génesis de la hepatitis alcohólica. Los niveles circulantes de TNF-α son mayores en pacientes con hepatitis alcohólica que en aquellos alcohólicos intensos con cirrosis hepática inactiva, alcohólicos intensos sin enfermedad hepática, y que en personas que nunca tomaron alcohol y no tienen enfermedad hepática (54), y  mayore niveles de TNF-α se asocian a mayor mortalidad. (54) La expresión del gen TNF-α estuvo aumentado en el tejido hepático de pacientes con severa hepatitis alcohólica en un estudio. (55) La injuria hepática está sustancialmente reducida cuando se administra alcohol y grasas en ratones knockout para receptor 1 de TNF (TNF-R1), o ratas que han sido tratadas con anticuerpos anti- TNF-α o talidomida (que reduce la producción de TNF-α). (56-58)

La citotoxicidad inducida por TNF-α es mediada a través de  TNF-R1 (Figura 2C) (56) La capacidad peroxidativa de TNF-α en hepatocitos está restringido a las mitocondrias y está exacerbada por la depleción mitocondrial de glutation inducida por alcohol, sugiriendo que la mitocondria  es el target de TNF-α. (59,60) El consumo a largo plazo de alcohol altera el equilibrio intracelular entre los niveles de S-adenosilmetionina y S-adenosilhomocisteína, lo que resulta en una disminución de la relación S-adenosilmetionina/S-adenosilhomocisteína. (61,62) Una disminución en esta relación puede contribuir a la injuria hepática inducida por alcohol, ya que la S-adenosilhomocisteína exacerba la hepatotoxicidad de TNF-α, mientras que la S-adenosilmetionina la disminuye.

La administración de etanol, causa tanto liberación de citocromo c mitocondrial, como expresión del Fas ligando, lo que lleva a apoptosis hepática a través de la activación de la vía de la caspasa-3. (63) Además, la acción conjunta de  TNF-α y señales apoptóticas mediadas por Fas puede aumentar la sensibilidad de los hepatocitos a la injuria, a través de un aumento en la activación de las células T natural killer  en el hígado. (64)

Tratamiento de la Hepatitis Alcohólica.

El tratamiento de la hepatitis alcohólica incluye medidas generales para pacientes con enfermedad hepática descompensada, así como medidas específicas dirigidas a la injuria hepática de base. (Tabla 2)



Tabla 2. Terapias para la Hepatitis Alcohólica.

Las medidas generales incluyen tratamiento de la ascitis (restricción de sal y diuréticos) y tratamiento de la encefalopatía hepática (lactulosa, y antibióticos para limpieza del colon). Las infecciones deben ser tratadas con antibióticos apropiados, elegidos de acuerdo a la sensibilidad del organismo aislado. La alimentación enteral puede ser necesaria si el paciente está anoréxico. Una ingesta diaria de proteínas de 1,5 g por kg de peso corporal es recomendada, aún en pacientes con encefalopatía hepática. La tiamina y otras vitaminas deben ser administradas de acuerdo a la Dietary Reference Intakes. (80) El delirium tremens y el síndrome de supresión aguda alcohólica y abstinencia deben ser tratados con benzodiacepinas de acción corta, a pesar de ser potenciales precipitantes de encefalopatía hepática. (81) El síndrome hepatorrenal  debe ser tratado con albúmina y vasoconstrictores (terlipresina, midodrine, y octreótido o norepinefrina). (82-84)


Abstinencia de Alcohol.

La inmediata y definitiva supresión del consumo de alcohol es indispensables para prevenir la progresión de la HA. Se debe interconsultar a especialistas en adicción para administrar un tratamiento específico adecuado a cada paciente con HA. (65) No ha habido estudios que evalúen la eficacia de medicamentos que intentan reducir la abstinencia alcohólica en pacientes con HA, aunque el baclofen, un agonista del receptor de GABA (γ-aminobutyric acid),  ha sido recientemente estudiado en abstinencia a corto plazo en alcohólicos cirróticos. (85) Tendría un aceptable perfil de seguridad, a diferencia de naltrexona o acamprosate para los cuales no ha sido establecido aún su lugar en estos pacientes.

Corticosteroides.

Los corticosteroides suprimen el proceso inflamatorio, en parte por inhibir la acción de factores de transcripción tales como activador de proteína 1 (AP-1), y NF-κB. (86) En la HA, este efecto se manifiesta por una reducción de los niveles circulantes de las citoquinas inflamatorias interleukina-8 y TNF-α, de las moléculas de adhesión intracelular solubles 1 en la sangre venosa hepática, y en la expresión de moléculas de adhesión 1 en las membranas hepatocitarias. (87,88)

El uso de corticosteroides para tratar HA ha sido controversial, debido a hallazgos divergentes en estudios individuales y en metaanálisis. (66-69) Un metaanálisis reciente no apoyó el uso de corticosteroides, aunque los autores concluyeron que base de la evidencia está comprendida por ensayos clínicos heterogéneos y alto riesgo de sesgo. (69) No obstante, el mismo metaanálisis mostró que los corticosteroides redujeron significativamente la mortalidad en el subgrupo de pacientes que enroló pacientes con test de función discriminatoria de Maddrey de al menos 32, o encefalopatía hepática. De la misma manera, un reanálisis de los datos individuales combinados de los tres estudios más recientes en que los corticosteroides fueron administrados a los pacientes por 28 días, indicaron que las tasas de sobrevida al mes para pacientes con HA severa (función discriminatoria de Maddrey de ≥32 o encefalopatía hepática), de quienes fueron tratados con corticosteroides fue 85%, comparado con 65% para aquellos que recibieron placebo (P=0.001). (18) La terapia más común con corticosteroides para pacientes con HA es la prednisolona 40 mg por día por 28 días. Al final del tratamiento, la prednisolona puede ser interrumpida bruscamente (17), o la dosis puede ser gradualmente disminuida en un período de 3 semanas. (66) Las indicaciones para el tratamiento incluyen una función discriminatoria de Maddrey de 32 o más (o un MELD de 21 o más) en ausencia de sepsis, síndrome hepatorrenal, infección crónica por virus B, o hemorragia gastrointestinal. Cinco pacientes necesitaron ser tratados para prevenir una muerte. (70)

Algunos datos sugieren que la decisión de interrumpir la prednisolona debido a la pérdida de eficacia puede ser determinada con el score de Lille después de 7 días de tratamiento ( www.lillemodel.com ). Un score de Lille mayor de 0,45 indica falta de respuesta a los corticosteroides, y además predice una sobrevida a los 6 meses menor de 25%. 

Desafortunadamente la HA no responde a los corticosteroides en 40% de los pacientes. Ningún otro tratamiento, incluyendo pentoxifilina (ver más abajo) ha sido identificado como efectivo en este subgrupo. (89)

Los corticosteroides no deben ser administrados a pacientes con función discriminatoria de Maddrey de menos de 32 o MELD de menos de 21 hasta que los datos disponibles permitan identificar pacientes con mayor riesgo de muerte a corto plazo.


Pentoxifilina.

Un ensayo randomizado controlado mostró que la pentoxiflina, un inhibidor de la fosfodiesterasa con muchos efectos, incluyendo modulación de la transcripción de TNF-α, redujo la mortalidad a corto plazo en pacientes con HA. En un estudio, 101 pacientes con función discriminatoria de 32 o más, se les administró placebo o pentoxifilina 400 mg tres veces por día por 28 días. (71) Ninguno de los pacientes recibió corticosteroides. Doce de los 49 pacientes en el grupo pentoxifilina (24%), y 24 de 52 pacientes en el grupo placebo (46%) murieron durante la hospitalización (P<;0,01). El síndrome hepatorrenal fue la causa de muerte en 6 de las 12 muertes (50%) en el grupo pentoxifilina, y en 22 de las 24 muertes (92%) en el grupo placebo. Curiosamente los niveles seriados de TNF-α no difirieron significativamente entre los dos grupos durante el estudio, lo cual sugiere que la eficacia de la pentoxifilina en HA  puede ser independiente de TNF-α. Se especula que mientras los corticosteroides influencian en la inflamación hepática, el beneficio de la terapia con pentoxifilina puede estar relacionada con la prevención del síndrome hepatorrenal. A pesar de la ausencia de estudios confirmatorios, la pentoxifilina es un agente valioso para algunos pacientes.

Terapia Anti-TNF- α.

Dos agentes anti-TNF han sido estudiados como terapia para la hepatitis alcohólica: infliximab y etanercept. Tres pequeños estudios preliminares de infliximab (dos no-randomizados y uno randomizado) tuvieron resultados alentadores que motivaron la necesidad de hacer estudios más grandes para eveluar su real eficacia. (90-92) Los resultados de los ensayos randomizados compararon los efectos dei nfusión intravenosa de infliximab más prednisolona contra placebo más prednisolona en pacientes con severa HA (función discriminatoria de Maddrey ≥32). (72) Sin embargo, el ensayo fue detenido tempranamente por el monitoreo independiente de datos de exceso significativo de infecciones severas y aumento no significativo de muertes en el grupo infliximab. La dosis de infliximab (infusión intravenosa de 10 mg por kg de peso tres veces por día, los días 1, 14, y 28) ha sido criticado por lo alto de la dosis, comparado con otros estudios que usan 5 mg por kg.

Etanercept pareció aumentar la sobrevida a corto plazo con HA en un pequeño estudio piloto (93), aunque un subsecuente ensayo randomizado controlado contra placebo conducido por los mismos investigadores mostró peor tasa de sobrevida a los 6 meses en el grupo tratado con etanercept. (74) La opinión actual es que los agentes anti-TNF-α no deben ser usados fuera de los ensayos clínicos en HA.

Soporte Nutricional.

Todos los pacientes con HA están mal nutridos (74), y el riesgo de muerte está cercanamente relacionado con el grado de mal nutrición. (75) La alimentación parenteral y enteral mejora el status nutricional pero no mejora la sobrevida a corto plazo. (76) Un ensayo controlado randomizado comparó alimentación por sonda nasointestinal (2000 calorías por día) contra terapia con prednisolona (40 mg de prednisolona por día) por 28 días en 71 pacientes con severa HA. La tasa de sobrevida en los dos grupos fue similar a los 28 días y al año, sugiriendo que el soporte nutricional puede ser tan efectivo como los corticosteroides en algunos pacientes. (94)

Otros Agentes Farmacológicos.

Los esteroides anabólicos androgénicos, que aumentan la masa muscular en sujetos sanos, no mejoran la sobrevida en pacientes con HA. (77) Aunque la enfermedad alcohólica hepática se asocia con aumento de stress oxidativo, estudios de tratamientos con antioxidantes , incluyendo vitamina E, y silimarina, el ingrediente activo de la leche del cardo, no han demostrado beneficios en sobrevida ni en pacientes con hepatitis alcohólica ni en pacientes con cirrosis. (78,79)
Ni la administración de colchicina oral, ni propiltiouracilo, ni un régimen combinado de insulina y glucagon son efectivos en pacientes con hepatitis alcohólica.

Transplante Hepático.

La HA ha sido considerada una contraindicación absoluta para el transplante hepático. (95,96) La mayoría de los transplantes hepáticos requieren abstinencia alcohólica mínima de 6 meses antes de que el paciente con HA sea considerado para transplante. (97) Desafortunadamente muchos pacientes mueren en este intervalo. Veldt y col han sugerido que el paciente con fallo hepático como consecuencia de HA  que no se recupera en los primeros 3 meses de abstinencia, raramente sobrevivirá. (98) Por lo tanto, en los centros de transplante tienen un dilema en aquelos pacientes con HA severa que no se recuperan con la abstinencia, soporte nutricional y corticosteroides. Recientemente ha salido publicado en "The New England Journal of Medicine" un artículo( http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa1105703  ), donde se concluye que el transplante hepático puede ser una alternativa en estos pacientes severamente enfermos, aún sin considerar el plazo de 6 meses, ya que durante ese tiempo fallecen la mayoría si no se transplantan.

Aún así, en estos casos, la vuelta al consumo de alcohol post transplante sigue siendo motivo de preocupación.


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