miércoles, 28 de julio de 2010

Paciente de 72 Años con Dolor Abdominal.



Un hombre de 72 años con antecedentes de EPOC significativo, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, fibrilación auricular, y stroke isquémico previo, fue internado por dolor abdominal progresivo de 1 día de evolución. El dolor comenzó bruscamente, es constante y difuso, descripto por el paciente como de una intensidad de grado 7 en una escala de 10. No tiene relación con la ingesta oral. No se alivia con medicación antiespasmódica autoprescripta, y no empeora con los movimientos. El paciente refiere náuseas y múltiples episodios de vómitos biliosos. No hay hematemesis, hematoquezia, diarrea ni melena. Niega fiebre, y no refiere escalofríos, sudoración nocturna, así como tampoco existen antecedentes de trauma abdominal reciente, cambios en el peso corporal, o cirugías.
Actualmente medicado con metformina, amiodarona, aspirina 100 mg, metoprolol, y amlodipina. No refiere alergias ni antecedentes familiares de cardiopatía isquémica o cáncer. Es bebedor social y niega el uso de drogas ilícitas. Refiere tabaquismo intenso en el pasado (80 pack-year).
En el examen físico, la temperatura rectal es de 37,6ºC. El pulso es irregular con una frecuencia de 95 por minuto, sin soplos audibles. Su tensión arterial es de 168/95 mm Hg. Está moderadamente obeso, y con leve dificultad respiratoria que atribuye al dolor abdominal. El examen de cabeza y cuello es normal. No hay ictericia. Sus pulmones se auscultan limpios. El abdomen es blando y presenta sólo dolor difuso a la palpación profunda. No hay órganomegalias, reacción peritoneal, defensa, o rigidez abdominal. El examen rectal revela un tono esfinteriano normal, y materia fecal guayaco-positiva. El resto del examen es normal.




Figura 1.









El recuento de glóbulos blancos es de 16800/mm3, con 15% de granulocitos en cayado. El resto del laboratorio, incluyendo electrolitos, panel metabólico, amilasa, lipasa, hematocrito, ácido láctico, coagulograma, función tiroidea, orina, y Rx de tórax son normales. Los cultivos de sangre y orina son negativos. La TAC de abdomen y pelvis con contraste oral e intravenosa se muestran en las figuras 1 y Figura 2.









Figura 2






Cuál es el Diagnóstico?






Múltiples quistes de aire submucosos son visibles en la TAC de abdomen y pelvis, así como áreas con aire extraluminal tanto en el intestino como en el hígado, hallazgos compatibles con neumatosis intestinal (NI) con aire en el sistema venoso portal.
La NI es la presencia de quistes llenos de gas, localizados en la submucosa y/o subserosa del tracto alimentario (1). La ruptura de un quiste puede causar neumoperitoneo. El neumoperitoneo requiere laparotomía de emergencia en el 90% de los casos, aunque hay muchas causas de aire libre intraperitoneal que puede ser manejado en forma conservadora (siendo la NI una de ellas). (2)

La presentación de la NI puede ser agrupada en dos categorías: 1) como un hallazgo incidental en las imégenes, o 2) asociado a una emergencia abdominal. Las modernas técnicas de imágenes han aumentado la frecuencia de este diagnóstico, el cual era completamente raro hace unos años.
La NI ocurre más frecuentemente en intestino delgado. En 42% de los casos la NI afecta sólo al intestino delgado, mientras que el colon se afecta en 36% de los casos, y, ambos se afectan juntos en el 22% de los casos. (1,6) La NI puede ser secundaria a numerosas condiciones clínicas, y no representa un proceso independiente de enfermedad. Puede estar asociada a aire libre intraperitoneal, retroperitoneal, o en el sistema venoso portal, aún en ausencia de perforación intestinal. (7) Requiere un cercano monitoreo, ya que la cirugía no siempre está indicada.
Hasta hace poco tiempo, la NI se diagnosticaba raramente, con una incidencia de 0,03% (dato basado en series de autopsias). (8,10) Sin embargo, hoy día es considerada mucho más común con series que muestran más de 1000 casos sólo en una institución. (3) La incidencia aumentada es probablemente consecuencia de la mayor sensibilidad de las modernas modalidades de imágenes y su uso y disponibilidad crecientes.

Las técnicas de imágenes preferidas para el diagnóstico de NI es la TAC de abdomen y pelvis. La administración de contraste oral puede ayudar en la visualización, aunque no es esencial. La ventana para pulmón es útil para visualizar NI sobre todo en colon. (10,11) La TAC también puede ser útil para detección de otras condiciones asociadas, tales como engrosamiento de la pared, edema mesentérico, estratificación, trombos murales, hemorragia, y dilatación intestinal, que determinarán el grado de urgencia de la intervención quirúrgica si esta estuviera indicada. (6) Aunque la NI tiene hallazgos característicos en las radiografías simple de abdomen (burbujas aéreas o áreas curvilíneas/circunferenciales siguiendo el contorno de la pared intestinal y dibujando el sistema venoso portal), y en la ultrasonografía (focos ecogénicos intramurales, con formas de anillos aéreos en el sistema venoso portal, vistos como focos ecogénicos móviles en la evaluación por Doppler) ninguna de ellas son metodologías óptimas para esta condición.
La prevalencia exacta de la NI no se conoce. Típicamente se presenta entre la quinta a octava décadas de la vida, y es tres a cuatro veces más común en hombres. Se divide en primaria (idiopático) y secundaria. La NI primaria (15% de los casos) es generalmente una condición benigna idiopática con una mayor tasa de recurrencia que la secundaria. La forma de NI secundaria (85% de los casos) está asociada a numerosas condiciones patológicas y puede ser benigna, o puede poner en riesgo la vida del paciente. (4,12) Se han reportado tasas de mortalidad de hasta 75% de los casos, cuando se asocia con gas en el sistema portal, o cuando lleva a la necrosis o perforación intestinal. (13,15)
La NI es muy a menudo confundida con perforación intestinal, apendicitis, diverticulitis, o pancreatitis, dependiendo de la severidad del dolor y la localización del intestino comprometido. Los quistes subserosos son los que más complican el diagnóstico, porque además son los más propensos a perforarse. (16,17) Como tal, los signos y síntomas clínicos, además de los datos de laboratorio e imágenes, deben ser evaluados concienzudamente en la toma de decisiones.
Múltiples teorías existen para la explicación de la patogénesis de la NI. Ellas pueden ser categorizadas en dos tipos, mecánicas y bacterianas. Las teorías mecánicas, proponen que la disección del gas a través de la pared intestinal ocurre vía ruptura luminal de la mucosa, vía superficie serosa siguiendo los vasos mesentéricos, o vía aumento de la presión intraluminal. (6,18,19) La teoría mecánica se ha hecho popular por varias razones. Primero, la NI ha sido reproducida experimentalmente insuflando aire en segmentos escindidos de colon en el cual se han realizado incisiones mucosas. Segundo, se ha asociado la NI con otras condiciones que producen alteran la integridad de la mucosa (por ejemplo la enterocloitis necrotizante, isquemia intestinal, ingestión de cáusticos, enfermedad inflamatoria intestinal, edema intestinal, constipación aguda y crónica, y otras). (20) Tercero, la teoría mecánica ofrece una explicación a la asociación de NI con EPOC. En estos pacientes, la tos puede causar ruptura alveolar, y el aire puede subsecuentemente viajar a lo largo de los vasos sanguíneos hacia el mediastino, posteriormente atravesar el diafragma, y finalmente llegar a la raíz mesentérica. Una vez el aire en la raíz del mesenterio, puede viajar por los pequeños vasos mesentéricos y finalmente penetrar en la pared intestinal. Hay sin embargo, varios argumentos en contra de esta teoría. Primero, no hay rastros aéreos en mediastino siguiendo su trayecto hacia el intestino, y segundo, el examen de muchos de estos pacientes ha demostrado que los quistes contienen una mezcla de hidrógeno, nitrógeno, monóxido de carbono, y dióxido de carbono, una combinación de gases más consistente con metabolismo bacteriano que con aire alveolar. (4,21,23)
La teoría bacteriana propone que las bacterias formadoras de gas causan NI ya sea por ruptura de la mucos colónica directamente, o por producir un exceso de gas a través de la fermentación de sustratos intraluminales, lo cual lleva a un aumento de la presión colónica, forzando al gas a través de la mucosa intestinal. La teoría bacteriana tiene adherentes por varias razones. Primero, ha sido reproducida experimentalmente inyectando bacterias productoras de gas en la pared intestinal de ratones. Segundo, se ha asociado al uso de inhibidores de la alfa glucosidasa, que aumenta el gas intestinal. Tercero, la NI mejora rápidamente cuando al paciente se le indica una dieta elemental. Finalmente, la NI tratada con antibióticos tiende a resolverse más rápidamente. (6,21,19) El argumento contra la teoría bacteriana es que los quistes son a menudo estériles, y de su ruptura, con el consiguiente neumoperitoneo a menudo tiene un curso benigno sin desarrollo de peritonitis, a menos que se asocie con necrosis o infarto. Más aún, el contenido de hidrógeno de los quistes de la NI se ha reportado ser de 50%, mucho mayor del 14% encontrado en el gas intestinal. (8,21,24,25)
A pesar del debate considerando las etiologías de la NI, está claro que el gas sólo, es insuficiente para explicar la NI. (4) Ambas teorías requieren la presencia de algún daño mucoso, por aumento de presión intraluminal, o directamente por citotoxicidad bacteriana. La fisiopatología de la NI probablemente acepte ambas teorías, y algún daño mucoso preexistente. Por lo tanto, un paciente puede tener NI secundaria a isquemia intestinal, mientras que otro puede tener cambios en la flora colónica y aumento de la presión intraluminal secundaria a constipación crónica.
La NI es una entidad que plantea un desafío, ya que a menudo es un hallazgo sin consecuencias, y sólo pone en riesgo la vida de una minoría de los pacientes, aunque suele asociarse a otros diagnósticos que si, ponen en riesgo la vida. Dado que la NI es encontrada primariamente en las imágenes, debe correlacionarse la historia clínica del paciente, el examen físico, y el laboratorio. Una revisión de múltiples estudios y serie de casos indican que el paciente con una historia y hallazgos clínicos sugestivos de peritonitis, como: pH menor de 7,3, recuento de glóbulos blancos de más de 12.000, edad mayor de 60 años, acidosis láctica (lactato más de 18,02 mg/dl), acidosis metabólica (bicarbonato sérico menor de 20 mEq/L), una elevada amilasa sérica, hemorragia rectal franca, o la presencia de gas en el sistema venoso portal, más probablemente requieran cirugía. (1,6,8,10,13,18,26,28). Más aún, los pacientes con NI quienes también tienen gas en el sistema venoso portal, sepsis, o acidosis láctica tienen mayor riesgo de muerte (alrededor de 80%). (13)
Cuando no se identifica una emergencia quirúrgica, la terapia conservadora está indicada.

Las recomendaciones terapéuticas consisten en reposo intestinal, descompresión normobárica, o terapia hiperbárica de oxígeno, adecuada analgesia, y tratamiento antibiótico (especialmente metronidazol). Hay reportes que demuestran que el mantenimiento de una tensión de oxígeno de 200-350 mm Hg acelera la resolución de la NI, pero también aumenta el riesgo de toxicidad por oxígeno (6,12,14,16,17,22,24) El oxígeno hiperbárico puede aumentar la difusión de oxígeno dentro del quiste y desplazar otros gases(hidrógeno y ntrógeno) y llevar a un aumento de la reabsorción de gases del quiste, así como brindar un beneficio adicional en cuanto a menor tiempo de exposición a alta tensión de oxígeno. (4,21,23,29) Finalmente, la terapia con oxígeno hiperbárico puede tener otra ventaja, debido a su posible capacidad de destruir microorganismos productores de gas con poca o ninguna actividad sobre la superóxido-dismutasa. (21,30) Una serie de casos(18) especuló que insuflando oxígeno en la luz del tracto gastrointestinal vía sonda nasogástrica, se podría acelerar la resolución. Los antibióticos, dados en combinación con oxígeno, actúan disminuyendo las colonias productoras de gas en el colon. (6) Finalmente, la laparotomía exploradora debe ser evitada a menos que aparezcan signos de progresión o se presenten complicaciones.
Una comprensión de la NI, su reconocimiento temprano, y el manejo apropiado es de fundamental importancia. Considerando el amplio rango de causas y resultados de esta entidad, los clínicos frecuentemente se enfrentan a un dilema en cuanto a identificar a los pacientes que requieren cirugía. El paciente presentado aquí fue diagnosticado de isquemia mesentérica y posible perforación intestinal. Se realizó una interconsulta urgente con cirugía, y se comenzó con antibióticos de amplio espectro. Sus signos vitales y los hallazgos casi normales de laboratorio sugirieron un diagnóstico alternativo, isquemia mesentérica con NI y gas en el sistema porta. A pesar de los hallazgos casi normales de laboratorio, la TAC identificó gas en el sistema venoso porta, por lo que el grupo de cirujanos que vio al paciente recomendó tratamiento médico pero realizar laparotomía si su condición empeoraba. El paciente respondió rápidamente a la terapia conservadora, con corrección de su ligera leucocitosis. Fue dado de alta con visitas de rutina. Una nueva TAC demostró la resolución de la NI.


Conclusiones del Caso.
La descripción inicial de la neumatosis intestinal (NI) por parte de Du Vernoi se remonta al año 1783. Desde entonces, esta entidad ha aparecido en la literatura con varios nombres, lo cual se ha prestado para la confusión. Y es así que términos como “neumatosis quística intestinal”, “neumatosis coli”, “enfisema bulloso intestinal”, “linfoneumatosis” y muchos otros, son citados en la bibliografía en forma indistinta para mencionar al mismo cuadro. La tendencia actual es a denominarla NI por la simpleza y la característica abarcativa del nombre.
Para los clínicos, el hallazgo de esta patología, debe rápidamente evocar la siguiente pregunta: estamos en presencia de una NI primaria (idiopática) y es esto un hallazgo incidental de un estudio radiológico, o estamos en presencia de la manifestación de una patología de base, probablemente mucho más grave, y de la que la NI es sólo una señal radiológica acompañante? Contestar correctamente estas preguntas es de vital importancia, ya que tiene implicancias fundamentalmente de orden pronóstico y terapéutico.
Si se trata de la primera situación (NI idiopático), en general, el paciente está asintomático, o tiene síntomas menores que dependen de la localización de la NI (intestino delgado, colon, o ambos) y de la magnitud de su expresión. Esta es la situación solamente en el 15% de los casos de NI. Sin embargo, la real incidencia de la NI primaria o idiopática es desconocida, y probablemente mucho mayor del 15% mencionado, ya que la mayoría de estos pacientes están asintomáticos, y raramente se someten a estudios radiológicos.
En el segundo caso (NI secundario) que explica el 85% de las NI, el paciente tiene la clínica de la enfermedad causal, muchas veces un evento catastrófico, sobre todo en aquellas situaciones que cursan con necrosis intestinal isquémica, una perforación intestinal, gastroenteritis necrotizante etc.
En otras palabras, la presencia de NI debe ser contextualizada en el cuadro general del paciente, en su historia, en su forma de presentación, en los hallazgos del examen físico, en el laboratorio, y en otras imágenes complementarias solicitadas, que ayudarán a establecer un diagnóstico definitivo y a una toma de decisiones adecuada a cada caso en particular.
Finalmente digamos que, frente a la presencia de NI, el clínico debe orientar su historia clínica a la búsqueda de elementos que por si solos, hagan que la decisión terapéutica inicial sea la exploración quirúrgica. Estos elementos pueden ser provistos por el examen del paciente ( por ej abdomen agudo), datos de laboratorio (acidosis metabólica, acidosis láctica, aumento de la amilasemia), o de las imágenes (gas en el sistema venoso portal). Si ninguno de estos elementos de severidad estuviera presente, y el paciente se encuentra sintomático pero estable, se inicia el tratamiento médico, ya mencionado antes con reposo intestinal, antibióticoterapia, y oxigenoterapia. Aún si la opción conservadora es la elegida inicialmente, en cualquier momento puede estar indicada la exploración quirúrgica si aparecen evidencias de mala evolución.
En el caso presentado aquí, los cirujanos que vieron al paciente, optaron por la opción conservadora a pesar de haber aire en el sistema venoso portal, y el paciente presentó una buena evolución, lo que demuestra que en medicina, los algoritmos son importantes, pero mucho más importante es el examen directo del paciente, y dar valor a los algoritmos, sólo en el contexto clínico, y a la luz del mejor criterio médico.




martes, 20 de julio de 2010

Cuando sólo se vive dos veces...

En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.


Un hombre de 22 años estaba en aparente buen estado de salud, hasta que súbitamente y sin advertencia, perdió la conciencia en el asiento de atrás de un automóvil. El paciente fue llevado rápidamente a una clínica cercana donde se lo encontró apneico y sin pulso. El electrocardiograme reveló fibrilación ventricular. Fue llevada a cabo la resucitación cardiopulmonar, y después de repetidos shocks eléctricos con desfibrilador, recuperó el ritmo sinusal. El paciente fue hospitalizado.




Las causas de muerte súbita son muchas, y usualmente se presentan en tablas a doble página en los libros de texto de medicina. La ausencia de síntomas antes del evento catastrófico en este caso, me permite concentrarme en causas cardíacas. Lejos, la causa cardíaca más común de muerte súbita es la enfermedad aterosclerótica coronaria. Sin embargo, la corta edad de este paciente, me lleva a considerar la posibilidad de enfermedad coronaria no aterosclerótica, tales como anomalías congénitas. La cardiomiopatía hipertrófica y la cardiomiopatía de ventrículo derecho son también fuertes posibilidades. Finalmente, la posibilidad de que en este caso, el paro cardíaco haya estado precipitado por medicamentos o drogas ilegales debe ser tenida presente.



En el momento de internación en la unidad de terapia intensiva, el paciente había recuperado la conciencia, y estaba sometido a respiración mecánica. La frecuencia cardíaca era de 120 por minuto, la presión sanguínea de 150/80 mmHg, y la temperatura 37,2ºC. El examen físico era normal excepto por el dolor que despertaba la palpación de las quemaduras de primer grado en el sitio de la desfibrilación. No había soplos. El ECG mostraba ritmo sinusal, onda P e intervalo PR normales, bloqueo de rama derecha , con elevación del segmento ST en derivaciones V1 y V2; el QRS, el intervalo QT corregido (QTc), y el intervalo corregido JT (JTc) eran de 0.120, 0.50, y 0.35 respectivamente (Figura 1) . Los resultados de los tests de laboratorio, incluyendo un recuento completo de sangre, y las medidas de la urea sérica, y los electrolitos eran normales excepto por una concentración de potasio de 3,3 mmol/L. El magnesio sérico era de 2 mg/dl. Un ecocardiograma fue interpretado como normal pero era técnicamente sub-óptimo, ya que fue realizado al costado de la cama del paciente y con los movimientos del respirador mecánico.









Figura 1. Un Electrocardiograma de 12 Derivaciones. Obtenido después de la Admisión del Paciente.
Nótese la elevación peculiar del ST en V1, V2 y V3 (lado derecho de la figura)







En vista de la rápida recuperación de la conciencia, estoy menos preocupado por el daño cerebral anaeróbico, que es la más temida complicación de la muerte súbita. Otra complicación que comúnmente sigue a la resucitación fuera del ámbito hospitalario, tales como las fracturas costales, neumotórax, y neumonía aspirativa, tampoco parecen haberse observado.
Mi lista de potenciales causas puede estar considerablemente reducida ahora, ya que se han excluido las miocardiopatías severas y las enfermedades valvulares. La hipokalemia leve probablemente sea el resultado y no la causa del paro cardíaco, y la única anormalidad que veo está en el electrocardiograma. La asociación de trastornos de conducción en la rama derecha, y trastornos de repolarización en pacientes jóvenes con arritmias ventriculares, siempre sugiere la psibilidad de displasia de ventrículo derecho. Más aún, electrocardiogramas muy similares a esta paciente han sido obtenidos de pacientes jóvenes con fibrilación ventricular espontánea, sin evidencias de enfermedad cardíaca orgánica. Son necesarios más estudios para confirmar cualquiera de esas posibilidades, o descartar miocarditis, pero tales estudios deben ser pospuestos hasta que la condición del paciente se estabilice. Sin embargo, un infarto de miocardio debido a vasoespasmo, a un proceso trombótico, o a una anomalía congénita de las arterias coronarias deben ser considerados en este momento, dado los potenciales beneficios de la revascularización, que irá disminuyendo a medida que pasan las horas. Dado la aparente ausencia de síntomas prodrómicos y la función ventricular preservada, como se demostró por el ecocardiograma, yo no intentaría tratar con terapia trombolítica ni realizaría un estudio más invasivo a menos que el electrocardiograma revelara cambios más típicos de afectación miocárdica.




Cuando llegaron sus padres, el paciente estaba totalmente despierto y había sido extubado. Los padres confirmaron la ausencia de antecedentes médicos. El paciente era propietario de un restaurante, y regularmente realizaba actividades deportivas. Nunca había tenido dolor precordial, palpitaciones rápidas, o pérdida de conciencia. No tomaba medicamentos, no fumaba, ni consumía drogas ilegales. No había antecedentes de enfermedad cardíaca, síncope, o muerte súbita entre los miembros de la familia.


Considerando que los tests no invasivos no han revelado evidencias de enfermedad cardíaca orgánica, el síndrome del QT largo se transforma en una posibilidad. Una expresión médica común acerca de la prolongación patológica del intervalo QT dice: “No mida meramente el intervalo QT, mírelo.” El consejo es ciertamente aplicable a este paciente, para quien el valor aumentado del QTc es consecuencia del amplio complejo QRS. El intervalo QT impresiona normal, y el JTc que “corrige” para un QRS ancho, así como para la frecuencia cardíaca, no está prolongado. También, la ausencia de historia familiar de síncope no apoya el diagnóstico de síndrome de QT largo familiar. No obstante, yo interrogaría sobre historia de convulsiones o epilepsia entre miembros de la familia, dado que muchos pacientes jóvenes con taquiarritmias sincopales son erroneamente diagnosticados y tratados por epilepsia durante años. Aunque la posibilidad de prolongación paroxística del intervalo QT es dificultosa de excluir, yo estoy impresionado por la aparición de fibrilación ventricular sin un evento estresante previo desencadenante, y en base a este elemento casi descartaría un síndrome de QT largo congénito. También creo que se puede descartar un síndrome de QT largo adquirido, en base a la ausencia de alteraciones metabólicas, y la ausencia de antecedentes de abuso de drogas.



Durante los días siguientes, el paciente se sintió bien. El nivel de CPK, y la CPK MB aumentaron a más de 3 veces el valor normal. El potasio sérico aumentó hasta el valor normal y permaneció así sin suplementación. El patrón de bloqueo de rama derecha y la peculiar elevación del segmento ST en las derivaciones anteroseptales notados al ingreso, permanecieron sin cambios. Un segundo ecocardiograma mostró cámaras de tamaño y paredes normales, y la función valvular también normal.



Aunque el nivel elevado de CPK MB es sugestivo de necrosis miocárdica, otros datos de tests no invasivos demuestran función ventricular izquierda normal. Yo sospecho que el aumento de las enzimas cardíacas es la consecuencia de los esfuerzos en la resucitación prolongada más que de infarto agudo de miocardio. Yo llevaría a cabo una resonancia magnética cardíaca (RMN), y un test de esfuerzo para evaluar la posibilidad de displasia de ventrículo derecho. En esta condición, las arritmias nacen del ventrículo derecho, y son a menudo provocadas por el ejercicio.



El paciente llevó a cabo sin inconvenientes un test de esfuerzo ergométrico en los cuatro primeras pasos del protocolo de Bruce. A los dos minutos de la quinta etapa, cuando la frecuencia sinusal era de 180 latidos por minuto, apareció una taquicardia con complejo QRS ancho a la misma frecuencia, y el test debió ser abruptamente terminado. El complejo QRS durante la taquicardia, tuvo un patrón de bloqueo de rama izquierda y un eje a la izquierda superior. El paciente fue ayudado a acostarse, y la taquicardia se enlenteció, haciéndose evidente una disociación aurículo-ventricular. Un minuto más tarde, la taquicardia terminó espontáneamente. El único síntoma que acompañó a la taquicardia fue una leve dificultad respiratoria. Después de la administración de propanolol, se repitió el test. La frecuencia cardíaca máxima alcanzada durante la quinta etapa fue de 140 por minuto. No ocurrieron arritmias.



El test de ejercicio es extremadamente útil. La presencia de disociación aurículo-ventricular durante el ejercicio y la respuesta al propanolol sugieren que el paciente tuvo una taquicardia ventricular, y el patrón de bloqueo de rama izquierda en ausencia de infarto previo, sugieren el origen en ventrículo derecho. La aparición de taquicardia ventricular durante el ejercicio, y la respuesta al propanolol, sugieren que el paciente tiene, o una taquicardia ventricular derecha catecolamino-sensible, o más probablemente una displasia arritmogénica de ventrículo derecho. Este último diagnóstico hay que considerarlo aún en presencia de un ecocardiograma normal.



Durante la cateterización cardíaca, la presión media auricular derecha fue de 5 mmHg, la presión ventricular derecha fue de 16/5 mmHg, y la presión en la arteria pulmonar fue de 16/10 mmHg. La angiografía coronaria reveló arterias coronarias normales. La presión sistólica y la presión final diastólica fueron de 112 y 21 mmHg respectivamente. La presión ventricular izquierda disminuyó a 105/8 mmHg después de la administración de nitroglicerina. Los ventrículogramas derecho e izquierdo eran normales. Se llevó a cabo una biopsia de endocardio ventricular derecho.



Las presiones del corazón derecho son normales, pero hay una elevación de la presión de fin de diástole ventricular izquierda. Esta alta presión puede ser causada por un proceso miopático primario, que resulte en una reducción de la compliance ventricular izquierda, o puede ser secundario al paro cardíaco. El daño cardíaco secundario al paro cardíaco puede tomar meses en resolverse completamente. Además, la sobrehidratación, y la inyección previa de medio de contraste, pueden haber contribuido a las altas presiones iniciales. En general, el cateterismo parece ser negativa con algunas reservas: primero, si el estudio fue llevado a cabo para ver la anatomía coronaria, entonces el estudio debió incluir el desafío con ergotamina o acetilcolina intravenosas, y segundo, la angiografía ventricular derecha normal no excluye la presencia de displasia de ventrículo derecho, ya que es posible tener evidencias histológicas de displasia, sin disfunción ventricular derecha.
En esta coyuntura, un test electrofisiológico invasivo está indicado para ayudar a guiar la terapia. Si el test invasivo da como resultado la inducción de taquicardia ventricular monomorfa idéntica a la inducida por el ejercicio, entonces debe realizarse un test seriado con drogas. Si el estudio es negativo, yo llevaría a cabo una extraestimulación auricular y ventricular durante la infusión con isoproterenol, y buscaría una taquicardia ventricular catecolamino-sensible de origen en ventrículo derecho.




La biopsia endocárdica mostró tejido normal. Los estudios electrofisiológicos mostraron tiempos de conducción aurículoventriculares normales, sin evidencias de vías nodales duales, o vías accesorias. Una taquicardia ventricular polimórfica sostenida que degeneró en fibrilación ventricular fue fácilmente inducida por doble extraestimulación desde la punta del ventrículo derecho. La arritmia terminó por un shock de corriente directa de 200 Joules.

Cuál es el diagnóstico?





Aún con biopsia normal, no se puede descartar displasia ventricular derecha, dado que esta enfermedad puede ser parcelar (“en parches”). La inducción de taquicardia ventricular polimorfa no reprodujo la arritmia clínica, y así, no podemos excluir la posibilidad de que esta arritmia se trate de un hallazgo inespecífico. Por lo tanto, estudios electrofisiológicos seriados no están indicados. En este punto, nos enfrentamos con dos opciones: el uso de los resultados del test de ejercicio con respuesta positiva a los beta bloqueantes como fundamento para futuros tratamientos, o proceder a la implantación de un cardiodesfibrilador. Dado que este joven casi murió, yo no estoy de acuerdo en utilizar exclusivamente terapia con drogas. Además, la adherencia al tratamiento con drogas a largo plazo en jóvenes sanos, es pobre, y cualquier intercurrencia puede interrumpir la continuidad del tratamiento. La implantación de un cardiodesfibrilador, junto al uso de betabloqueantes de larga vida media, puede permitir una vida más normal, y puede permitirle al paciente incursionar en algún tipo de deportes, ya que los betabloqueantes reducen el número de shocks que recibirá del equipo.

Durante estudios electrofisiológicos seriados después de terapia oral con quinidina o sotalol, fue inducida nuevamente fibrilación ventricular. El paciente por lo tanto se sometió a la colocación de un cardiodesfibrilador implantable, y se dió de alta. Él se ha mantenido asintomático, y no ha presentado arritmias mientras recibe metoprolol durante los últimos 6 meses de seguimiento.

Comentario.

La admisión de un joven paciente quien ha sido rescatado de la muerte, es un desafío, y puede ser aterrador, aún para médicos experimentados. El proceso diagnóstico usual es complicado por el hecho de que el paciente está inconsciente y no es acompañado por los miembros de la familia en el momento de su arribo a la sala de emergencias. Así, como en este caso, el resultado de un rápido examen físico preliminar, algunos tests de laboratorio, y algunos procedimientos de imágenes pueden estar disponibles antes que sea obtenida una historia clínica completa. Los médicos se ven forzados a tomar rápidas decisiones terapéuticas antes de reunir datos clínicos completos. Al mismo tiempo, ellos hacen un repaso mental de la interminable lista de causas de muerte súbita.
Más tarde, el pronóstico a largo plazo, y las medidas preventivas pasarán a ser los elementos centrales. En este sentido, el tratamiento de los sobrevivientes de un paro cardíaco difiere de otros campos de la medicina, en los que las medidas para prevenir recurrencias pueden ser pospuestos hasta que los síntomas o signos clínicos recurran. Para la mayoría de los sobrevivientes de un paro cardíaco, no hay síntomas de alarma, y la indicación de un tratamiento a largo plazo debe estar basada en el diagnóstico de base, la fisiopatología sospechada, y el examen de la literatura médica relevante.
En la búsqueda de un diagnóstico de base, el médico que discutió el caso, primeramente se centró en las causas comunes de muerte súbita, y en aquellas que requieren intervención inmediata. El único hallazgo inicial positivo fue un patrón de bloqueo de rama derecha con cambios particulares en el segmento ST y en la onda T, sugestivos de displasia arritmogénica de ventrículo derecho, o como destacó el médico que discutió el caso, una forma de fibrilación ventricular idiopática. (1) En forma interesante, después de varios estudios no invasivos e invasivos, el diagnóstico diferencial sigue siendo el mismo.
La entidad muerte súbita cardíaca en pacientes sin enfermedad aparente ha sido siempre motivo de preocupación y de intriga. Condiciones pobremente conocidas tales como “muerte súbita relacionada al stress”, (2) “muerte vudú”, (2) y “muerte relacionada al sueño”, (3) han generado atención. Enfermedades mejor definidas tales como espasmo coronario, (4) fibrilación auricular con preexcitación ventricular, (5) y otras arritmias supraventriculares (6) deben ser investigadas. Los síndromes de QT largo pueden no ser reconocidos por años. (7) Finalmente, la fibrilación ventricular permanece sin explicación en 3 a 9% de los sobrevivientes de paro cardíaco no relacionados con infarto de miocardio. Tales pacientes son usualmente definidos como portadores de taquiarritmia ventricular idiopática. (8)
Descartar enfermedad cardíaca orgánica puede no ser una tarea fácil. Las maniobras de resucitación prolongada con shocks de alto voltaje repetidos, puede causar alteraciones electrocardiográficas, (9) metabólicas, (10) y aún funcionales (11). Inversamente, en un corazón aparentemente normal, las displasias limitadas a pequeñas áreas del ventrículo derecho, pueden eludir el diagnóstico aún después de estudios invasivos repetidos. (12) Así, algunos pacientes que son resucitados después de un paro cardíaco son originalmente considerados libres de enfermedad cardíaca orgánica, pero eventualmente en ellos se diagnostica displasia de ventrículo derecho, como es demostrado en biopsias repetidas, (13) resonancia magnética, (14) o seguimiento prolongado. (12).
Un hallazgo interesante en este paciente fue la asociación de paro cardíaco espontáneo con taquicardia ventricular monomorfa provocada por el ejercicio, y fibrilación ventricular inducida durante el estudio electrofisiológico. El médico que discutió el caso interpretó la fibrilación ventricular durante el estudio electrofisiológico como inespecífica, mientras que los médicos que atendieron al paciente tuvieron una opinión opuesta, y procedieron a repetir el estudio electrofisiológico con la esperanza de encontrar una droga que prevenga la inducción de arritmias en laboratorio.
La diferencias de esas interpretaciones entre el médico que discutió el caso y los médicos que trataron al paciente, pueden ser explicados por tres argumentos de oposición:


* Primero: la taquicardia ventricular inducida por ejercicio puede ocurrir en pacientes jóvenes y sanos. De esta manera, estas arritmias han concitado la atención de la opinión pública en general, dado que a menudo ocurren en jóvenes atletas y pueden asociarse a muerte súbita. (15) En tales casos, se asume que la fibrilación ventricular es el resultado de una taquicardia ventricular rápida con evolución a fibrilación ventricular y colapso cardiovascular. Tal mecanismo fisiopatológico sin embargo, parece improbable en este caso. Este paciente tuvo paro cardíaco no relacionado con el ejercicio o stress alguno. También, su taquicardia ventricular inducida por ejercicio fue bien tolerada y terminó espontáneamente.

* Segundo: las taquiarritmias ventriculares polimórficas inducidas por un protocolo agresivo de estimulación ventricular programada, puede ser una respuesta inespecífica sin importancia pronóstica, especialmente cuando ocurre en pacientes sin historia de arritmias sostenidas espontáneas. (16) No obstante, esas mismas arritmias pueden representar una respuesta verdadera positiva cuando son inducidas en pacientes con antecedentes de paro cardíaco, particularmente si las arritmias son provocadas por menos de tres extraestímulos ventriculares, y si requieren shock eléctrico continuo para su terminación. (17)

* Tercero: finalmente, la interpretación de los resultados de los estudios electrofisiológicos estuvo probablemente afectado por la percepción de los clínicos acerca del diagnóstico de base. El médico que discutió el caso esperaba una taquicardia ventricular monomorfa inducida, ya que esta es la regla en pacientes con displasia arritmogénica de ventrículo derecho sintomática. (18) Cualquier otra arritmia por lo tanto, hubiera sido considerada como respuesta inespecífica. Por otro lado, los clínicos que trataron al paciente, asumieron que el paciente tenía fibrilación ventricular idiopática, vieron la inducción de taquicardia ventricular polimorfa o fibrilación, como una respuesta representativa, aunque no la única. (1,8,19,20)
Aunque el efecto de un desfibrilador implantable automático en la incidencia de muerte súbita de causa cardíaca es todavía debatido, el consenso entre cardiólogos es que el peligro de muerte súbita debida a arritmias entre los pacientes con uno de estos devices es prácticamente nulo. (21) Por lo tanto, la abundancia de pruebas, parece ahora enfocarse en aquellos que no se colocarán estos aparatos.
Considerando la edad del paciente, y la función ventricular izquierda preservada, sin embargo, y la necesidad de reemplazar su cardiodesfibrilador cada 3 a 4 años, el paciente puede requerir más de 15 procedimientos durante su vida (hoy día,la duración de las baterías es mayor, por supuesto dependiendo de la cantidad de impactos que el CDI deba utilizar en cada paciente) . Cada procedimiento aumentaría el riesgo de infección, que es la complicación más común del aparato a largo plazo. Así, este approach puede terminar siendo muy costoso. Intentando encontrar una droga que sea bien tolerada y efectiva en prevenir arritmias sostenidas durante episodios sostenidos de arritmias durante repetidos estudios electrofisiológicos es por lo tanto atinado.
No obstante, la incapacidad de identificar enfermedades de base tratables en este paciente, y las interpretaciones opuestas de los médicos en relación a las arritmias provocadas, y el fallo en encontrar drogas capaces de prevenir arritmias, finalmente condujo a la colocación de un cardiodesfibrilador implantable, agregándose beta bloqueantes para prevenir la iniciación taquicardia ventricular catecolamino-sensible.


Traducción de:
When You Only Live Twice
Sami Viskin, M.D., and Bernard Belhassen, M.D.

Clinical Problem-Solving
Volume 332:1221-1225 Volume 332:1221-1225 Number 18
The New England Journal of Medicine.

Conclusiones del Caso.
Este paciente de 22 años debutó con un episodio de muerte súbita cardíaca ocasionado por fibrilación ventricular, abortada por la oportuna intervención terapéutica. El término muerte súbita de causa cardíaca se refiere a la súbita cesación de la actividad cardíaca con colapso hemodinámico, debida típicamente a taquicardia/fibrilación ventricular. Se llama muerte súbita cardíaca abortada cuando la circulación es restaurada en forma espontánea o a través de una intervención, típicamente una desfibrilación eléctrica. Si no se produce ninguna de estas dos situaciones, el síndrome se llama muerte súbita cardíaca, y el paciente muere. Sin embargo el término muerte súbita cardíaca se sigue usando indistintamente en ambas situaciones.
Cuando nos enfrentamos a sobrevivientes de estos cuadros, se nos presenta el problema de saber cuál fue la causa del episodio, si este puede repetirse, y cuál es el enfoque terapéutico más adecuado para el caso. El approach clásico en estos casos es clasificar antes que nada a los pacientes en dos grupos:

1) Los que tienen enfermedad cardíaca estructural de base, como enfermedad coronaria (75% de los casos), miocardiopatías, miocarditis, displasia arritmogénica del ventrículo derecho, anomalías congénitas de las arterias coronarias, prolapso de válvula mitral etc.

2) Los que tienen ausencia de enfermedad cardíaca estructural, como los pacientes portadores de síndrome de Brugada, fibrilación ventricular idiopática, síndrome de QT largo congénito o adquirido, algunos incluyen también a la displasia arritmogénica del ventrículo derecho en este grupo, la taquicardia ventricular polimórfica familiar, también llamada “taquicardia polimorfa catecolaminérgica”, el síndrome de muerte súbita cardíaca familiar de causa incierta, y el síndrome de Wolff-Parkinson-White.

La evaluación de los pacientes para clasificarlos en uno de estos dos grupos, comienza inmediatamente después de la resucitación.
Hay que tener en cuenta que los pacientes que han presentado un episodio de muerte cardíaca súbita, tienen enfermedad cardíaca estructural en un 90% de los casos (la mayoría de las veces enfermedad coronaria).
La historia clínica exhaustiva cobra un notable valor, tanto sea la obtenida a través del paciente, si este está conciente, o de sus familiares. La averiguación de enfermedad cardíaca previa, uso de medicamentos especialmente antiarrítmicos, diuréticos, y drogas que puedan producir síndrome de QT largo, ingestión de toxinas o drogas ilícitas, síntomas que precedieron al episodio, antecedentes familiares de muerte súbita etc.
El examen físico minucioso buscando evidencias de cardiopatía de base es insoslayable. A esto le sigue una rutina standard de laboratorio, que incluya gases en sangre, electrolitos (teniendo en cuenta que a veces estos pueden estar alterados como consecuencia del paro cardíaco y a la hipoperfusión, y hay que evitar atribuir a estos cambios la causa del episodio).
El electrocardiograma puede revelar evidencias de anormalidades agudas, como condiciones crónicas. Isquemia actual, infarto previo, alteraciones del sistema de conducción, bloqueos, o los hallazgos mucho menos frecuentes como síndrome de Brugada, Wolff-Parkinson-White, QT largo, ectopías ventriculares con imagen de bloqueo de rama izquierda y un eje inferior sugestivos de displasia arritmogénica del VD, o elementos electrocardiográficos sugestivos de miocardiopatía hipertrófica.
La evaluación debe continuar, con cateterismo cardíaco con angiografía coronaria, un ecocardiograma, en pacientes seleccionados la resonancia magnética cardíaca y raramente biopsia miocárdica.
El estudio electrofisiológico (EEF) es el paso siguiente si todos los estudios previos son negativos, o en determinadas situaciones con cardiopatía estructural demostrada, que por alguna razón esté indicado para el estudio de, por ejemplo, la génesis o la fisiopatología de determinadas arritmias.
El EEF está dirigido sobre todo, a aquellos sobrevivientes de muerte súbita cardíaca en quienes un exhaustivo estudio no demostró la causa. En este grupo de pacientes que son alrededor del 5 a 10% de todos los sobrevivientes de muerte súbita cardíaca, el EEF puede demostrar:

Anomalías de la conducción aurículoventricular.
Una vía accesoria en pacientes con Wolff-Parkinson-White.
Arritmias ventriculares inducibles como en síndrome de Brugada, enfermedades infiltrativas, etc.
Cicatrices miocárdicas que sean sustratos de arritmias.
Arritmias supraventriculares.

Los tests de esfuerzo, en general no están indicados en pacientes que tienen evidencias de cardiopatía isquémica o en quienes se sospecha la misma, ya que de todos modos van a ser sometidos a una angiografía. Sin embargo, estos tests de esfuerzo pueden ayudar al diagnóstico de síndrome de QT largo y taquicardia ventricular polimórfica catecolaminérgica.
Las pruebas de desafío farmacológico puede tener indicaciones, sobre todo cuando todos los tests precedentes son negativos, y partiendo de que las alteraciones electrocardiográficas pueden ser intermitentes o latentes en ocasiones, y el desafío con epinefrina y procainamida pueden inducir las características taquicardias ventriculares polimórficas (epinefrina) o las características alteraciones electrocardiográficas del síndrome de Brugada (procainamida) .
Este interesante caso fue publicado en una edición de “The New England Journal of Medicine” de Mayo de 1995, y el caso seguramente ocurrió algunos meses o años antes de acuerdo a la fecha de las citas bibliográficas citadas. Probablemente este paciente finalmente interpretado como fibrilación ventricular idiopática, y a quien se le colocó un cardiodesfibrilador implantable, padece síndrome de Brugada (SB).
La imagen de bloqueo de rama derecha y la morfología del supradesnivel ST en V1, V2, y V3, son característicos del tipo 1 del SB.
La colocación de los electrodos precordiales un poco hacia arriba en el 2º o 3º espacios intercostales, es una medida de buena práctica para aumentar la sensibilidad de detección, cuando se sospecha esta entidad. No hay que olvidar que estos pacientes pueden presentar estos cambios característicos en el ECG solo en forma transitoria, y de allí, la necesidad a veces de las pruebas con desafíos farmacológicos (procainamida), marcapaseo, maniobras vagalesy aumento del tono alfa adrenérgico para su detección. Otros factores que pueden desenmascarar el patrón electrocardiográfico del SB son los beta bloqueantes, los antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos, el litio, los anestésicos locales, la fiebre, la hipokalemia, la hipercalcemia, el alcohol, y la cocaína.
Este síndrome se ve más en hombres que en mujeres con una relación 9 a 1 en algunas series. El promedio de edad al diagnóstico es 41 años. Es una entidad compleja, que tiene su sustrato en una variedad de factores que pueden contribuir a las manifestaciones clínicas, y que incluyen anormalidades ventriculares derechas (dilatación del tracto de salida del VD, inflamación y fibrosis), mutaciones en el gen del canal de sodio cardíaco (SCN5A), el tono autonómico, y el uso de cocaína o drogas psicotrópicas.
Se puede decir que el SB es una entidad aún no establecida definitivamente y se encuentra en continuo cambio, y que el hallazgo de la imagen típica en el ECG define al llamado “patrón idiopático ECG típico de Brugada” aunque no es diagnóstico de SB.
La primera manifestación del síndrome puede ser la muerte súbita cardíaca por lo que una vez detectada la alteración, estos pacientes son sometidos a la colocación de cardiodesfibrilador implantable, tal cual se hizo en este paciente.
Los hermanos Brugada presentaron los primeros pacientes en 1989 y reconocieron el síndrome como una entidad clínica diferente en 1992, y de allí que cuando se discutió este caso, la descripción era todavía muy reciente como para ser incorporada en la lista de diagnósticos deiferenciales de estas situaciones. Aún así, el paciente recibió la terapia más apropiada.




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sábado, 17 de julio de 2010

Paciente varón de 46 años con fiebre, odinofagia, disfagia, babeo, y disfonía. Epiglotitis.






Radiografía de cuello de un hombre de 46 años que se presentó al departamento de emergencias por fiebre de 3 días de evolución, disfagia, odinofagia, babeo y disfonía.






Cuál es el diagnóstico?


La Rx muestra el clásico signo del pulgar (classic "thumbprint sign") (Fig 1 flecha) característico de la epiglotitis. El paciente tuvo un distress respiratorio progresivo, y requirió una intubación de urgencia. En la laringoscopía directa se observó una epiglotis inflamada. La vía aérea estaba casi completamente obstruída y permitió solo el pasaje de un tubo endotraqueal de pequeño calibre.
Se comenzó la terapia con amoxicilina-clavulánico y corticosteroides. El paciente se recuperó bien, y el tubo endotraqueal fue retirado al 5º día.


Figura:
Clásico signo del pulgar ("thumbprint sign") (flechas) característicos de la epiglotitis.








Antes del uso difundido de la vacuna contra Haemophilus influenzae tipo B, la epiglotitis ocurría principalmente en niños. Recientemente, la incidencia ha disminuido entre los niños y ha aumentado entre los adultos. (1) La epiglotitis del adulto es diferente de su contrapartida pediátrica, en el sentido de que la identificación del germen es menos común (2) y la mortalidad mayor. De 15% a 21% de los pacientes requieren ya sea intubación endotraqueal o traqueostomía de emergencia. (1,3) Los casos restantes pueden ser tratados solamente con antibióticos. En ciertos casos los corticoides intravenosos pueden ser beneficiosos.
El síntoma más común es el dolor de garganta, odinofagia y disfonía. (3) La Rx lateral de cuello tiene una sensibilidad de 88%, mientras que la laringoscopía es el procedimiento de mayor precisión diagnóstica. (2) El reconocimiento temprano de esta condición y la preservación de la permeabilidad de la vía aérea es crucial para evitar una posible evolución fatal.

Traducción de:
Adult epiglottitis
Che-Kim Tan, Khee-Siang Chan and Kuo-Chen Cheng
Department of Intensive Care Medicine, Chi-Mei Medical Center, Yungkang, Tainan, Taiwan
CMAJ. 2007 February 27; 176(5): 620, 624.

Conclusiones del Caso.


La epiglotitis, también llamada supraglotitis, es una inflamación de la epiglotis, y estructuras adyacentes supraglóticas.
Recuerdo anatómico.
la epiglotis forma la pared posterior del espacio valecular debajo de la base de la lengua (Figura 2). Está conectada al cartílago tiroides y al hueso hioides por ligamentos. La epiglotis es un fino cartílago que está cubierto anteriormente por una capa de epitelio escamoso estratificado. Esta capa escamosa también cubre el tercio superior de la superficie posterior, donde se une al epitelio respiratorio que se extiende a la laringe. La capa epitelial escamosa es redundante sobre el cartílago, creando un gran espacio potencial o virtual.






Figura 2.
Anatomía de la laringe supraglótica.













Patogénesis.

La epiglotitis infecciosa es una celulitis de la epiglotis, el pliegue aritenoepiglótico, y tejidos adyacentes. Resulta de una bacteriemia y/o invasión directa de las capas epiteliales por el organismo patógeno. La naso faringe es la fuente primaria de los patógenos en la epiglotitis. El trauma microscópico de la superficie epitelial (por ejemplo daño mucoso durante una infección viral o el trauma producido por alimentos durante la deglución) puede ser un factor predisponente.La inflamación de la epiglotis resulta del edema y acumulación de células inflamatorias en el espacio potencial o virtual, entre la capa epitelial escamosa y el cartílago epiglótico. La inflamación progresa rápidamente hasta afectar a la laringe supraglótica (incluyendo el piegue aritenoepiglótico y la aritenoides). La región subglótica generalmente no se afecta; la inflamación es detenida por el epitelio fuertemente adherido al cartílago a nivel de las cuerdas vocales.La inflamación supraglótica reduce el calibre de la vía aérea, causando un flujo aéreo turbulento durante la inspiración (estridor)
La obstrucción de la vía aérea, que puede resultar en paro cardiorespiratorio, es rápidamente progresivo. Los signos de obstrucción de la vía aérea (estridor, ronquido inspiratorio, retracción intercostal y supraesternal, taquipnea, y cianosis) pueden estar ausentes hasta muy tardíamente en el curso de la enfermedad, cuando la obstrucción de la vía aérea es casi completa.
Etiología.

Causas infecciosas:La epiglotitis puede ser causada por un número de bacterias, virus y hongos. En niños previamente sanos las bacterias son la causa más frecuente.

En los niños el Haemophilus influenzae tipo b (Hib) es el agente infeccioso más común, aunque bajó después de la vacunación masiva. Otros H. influenzae (tipos A, F), estreptococos y estafilocoscos.
En adultos una variedad de bacterias, virus y hongos pueden ser causa: Haemophilus influenzae type b (Hib) H. influenzae types A y F, Haemophilus parinfluenzae, Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus, Beta-hemolytic streptococci: Grupos A, B, C, F, G, Pasteurella multocida, Moraxella catarrhalis, Klebsiella pneumoniae, Neisseria spp, Escherichia coli, Enterobacter cloacae, Pseudomonas aeruginosa(inmunocomprometidos).
Causas virales: Herpes simplex virus tipo 1, Varicella zoster virus, Parainfluenza virus tipo 3, Influenza B virus, Epstein-Barr virus.
Fúngicas: Cándida (inmunocomprometidos).

Causas no infecciosas:Causas traumáticas: incluyen injuria térmica, cuerpos extraños, e ingestión cáustica. La epiglotitis también puede raramente ocurrir como complicación de transplante de órgano sólido o médula ósea (por ejemplo como manifestación de enfermedad linfoproliferativa o enfermedad de injerto vs huésped).
Los factores de riesgo en niños incluyen la vacunación incompleta, mientras que en los adultos, las comorbilidades como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, el abuso de sustancias, y las deficiencias inmunes.

Manifestaciones Clínicas.

La epiglotitis sospechada es una emergencia médica!!!
Presentación

El objetivo primario en el manejo de pacientes con epiglotitis es hacer un diagnóstico definitivo e iniciar tratamiento antes del comienzo de la obstrucción de la vía aérea. El foco del tratamiento es el mantenimiento de la vía aérea. En pacientes con total o casi total obstrucción de la vía aérea, el control de la vía aérea necesariamente precede a la evaluación diagnóstica.Los hallazgos clínicos de obstrucción de la vía aérea difieren con la edad, la severidad, y la etiología. Los niños pequeños, clásicamente se presentan con dificultad respratoria, ansiedad, y la característica postura en “trípode” o de “olfateo” (“tripod” u “sniffing”) (Figuras 3 y 4)






Figura 3.
La posición en “trípode” (el tronco inclinado hacia adelante, el cuello hiperextendido, y el mentón apuntando hacia adelante) es indicativo de epiglotitis. Nótese la apariencia tóxica del niño.











Figura 4.
Esta niña de 4 años tiene epiglotitis causado por Haemophilus influenzae tipo b. A) Ella prefiere estar sentada y parece ansiosa. B) La niña asume la característica posición de olfateo o de aspirar, posición que maximiza la permeabilidad de la vía aérea.






Sin embargo, la presentación puede ser sutil (Figura 5). Los niños mayores, y adolescentes pueden presentarse con dolor de garganta severo pero con examen orofaríngeo relativamente normal.





Figura 5
Este niño de un año parece levemente ansioso pero mucho menos tóxico que los pacientes con la presentación clásica.



Niños.


El inicio abrupto y la rápida progresión (en horas) de disfagia, babeo, y dificultad respiratoria, son los marcadores de la epiglotitis en niños.Aunque muchos pacientes tienen antecedentes menores de síntomas del tracto respiratorio superior, la duración usual de la enfermedad es de menos de 24 horas, y frecuentemente menos de 12 horas.El inicio súbito de fiebre alta (entre 38,8ºC y 40,0ºC), dolor de garganta severo, odinofagia y babeo son comunes. Los niños con epiglotitis usualmente aparecen tóxicos; sin embargo, hay un amplio espectro de severidad. Hay dificultad inspiratoria, ansiedad, alteraciones del sueño, e irritabilidad. La palabra es apagada, pero no es disfónica ni hay ronquera hasta más avanzada la enfermedad. Adoptan la actitud en trípode y son reacios a acostarse.

Síntomas en niños:

• Dificultad respiratoria(80%).
• Estridor (80).
• Voz apagada o ronquera (79%.
• Faringitis (73%).
• Fiebre (57%).
• Dolor de garganta (50%).
• Dolor en región anterior del cuello (38%).
• Tos (30%).
• Dificultad deglutoria (26%).
• Cambios en tono de voz (20%).

Adultos.Los síntomas de presentación de la epiglotitis en adultos incluyen:

• Dolor de garganta u odinofagia (90 a 100%).
• Fiebre de más de 37,5 ºC (26 a 90%).
• Voz apagada (50 a 80%).
• Babeo (15 a 65%).
• Estridor o compromiso respiratorio (33%.
• Ronquera (20 a 40%).

La progresión de los síntomas en adultos es más lenta que en niños. En una serie de 106 pacientes, 65 por ciento se presentaron dos días después del inicio de los síntomas de inicio, pero 9% se presentaron más de una semana después.

Examen.


Examen en niños:El examen de un niño en quien se considera el diagnóstico de epiglotitis, debe realizarse en un ámbito en el cual la vía aérea pueda ser desobstruida inmediatamente si fuera necesario, como en una sala de cirugía, un departamento de emergencias o una unidad de cuidados intensivos.Los esfuerzos en el examen deben ser individualizados y de acuerdo a la severidad de la enfermedad del niño. Hay reportes de paro cardiorespiratorio durante los intentos d evisualizar la epiglotis. Esos episodios han sido atribuidos a obstrucción funcional de la vía aérea (lo que resulta en un esfuerzo respiratorio adicional secundario a incremento de la ansiedad) y/o agravamiento de la vía aérea causada por la posición supina.

• Dificultad respiratoria moderada a severa: En niños con moderada a severa dificultad respiratoria y elementos clínicos de epiglotitis (por ejemplo ansiedad, “sniffing”(Fig 4), y signos d ecompromiso de vía aérea superior, particularmente estridor, babeo, o postura en “trípode” (Fig 3)), debe sospecharse epiglotitis sin realizar un examen intraoral. Debe mantenerse al niño lo más calmado posible, y acompañárselo a la sala de operaciones con un experimentado anestesista o cirujano. En la sala de operaciones, la epiglotis y la vía aérea deben ser visualizadas vía laringoscopía directa o broncoscopía, y en algunas circunstancias controladas, debe establecerse una vía aérea artificial.

• Dificultad respiratoria leve: en niños en quien la epiglotitis sea una posibilidad, pero en quien, otros diagnósticos sean considerados más probables, el niño debe ser colocado con delicadeza en posición sentado, preferentemente en las rodillas de uno de sus padres, y examinado con cuidadosa dedicación con un bajalenguas o laringoscopía indirecta (por ejemplo un examen con espejo o nasofaringoscopio flexible). Este examen también debe realizarse en un ámbito donde pueda asegurarse la permeabilidad de la vía aérea si esto fuera necesario, en el departamento de emergencias, sala de operaciones o unidad de cuidaos intensivos dependiendo del grado de dificultad respiratoria. Como alternativa, para niños en quienes un examen oral aumenta mucho la ansiedad, una Rx lateral de cuello puede ser obtenida.

Hallazgos del examen: El examen de la cavidad oral y la orofaringe en pacientes con epiglotitis es normal en la mayoría de los pacientes. Puede verse aumento de secreciones. El complejo laringotraqueal puede ser doloroso a la palpación, particularmente en la región del hueso hioides.
Los hallazgos en la epiglotitis incluyen: inflamación y edema de las estructuras supraglóticas (epiglotis, pliegue aritenoepiglótico, y cartílago aritenoides) (Figura 6). Las cuerdas vocales falsas pueden estar comprometidas.






Figura 6.
Una epiglotis hinchada, de aspecto de cereza, y un tubo endotraqueal pasando por su región posterior.




Laboratorio:
Los estudios de laboratorio no deben ser llevados a cabo en pacientes con sospecha de epiglotitis hasta que la vía aérea sea asegurada. El laboratorio debe incluir examen completo de sangre con recuento diferncial, cultivos de sangre, y cultivo epiglótico en los pacientes intubados. La mayoría de los pacientes tienen recuento elevado de glóbulos blancos, pero este es un dato inespecífico.

Hallazgos radiográficos.


La Rx de partes blandas de región lateral de cuello puede confirmar el diagnóstico de epiglotitis pero no es necesario en muchos casos. La Rx puede ser más útil en pacientes en quienes la epiglotitis es una posibilidad pero otras condiciones son más probables. Si hay que trasladar al niño a la sala de rayos por no contarse con equipo portátil, este debe ir acompañado por un clínico experimentado en manejo de la vía aérea.

Los hallazgos radiográficos incluyen:

• Una epiglotis agrandada protruyendo en la pared anterior de la hipofaringe (el “signo del pulgar” "thumb sign") (Fig 7). En adultos con epiglotitis, el ancho de la epiglotis es usualmente de más de 8 mm.




Figura 7.
A) Epiglotis normal en la Rx lateral de cuello, con un dibujo de dicha región en cuadro B. En los cuadros C yD un paciente con epiglotitis.


• Pérdida del espacio aéreo vallecular, un hallazgo que puede ser pasado por alto.
• Engrosamiento de los pliegues aritenoepiglóticos (Figura 8). En adultos con epiglotitis, el ancho de los pliegues aritenoepiglóticos son usualmente de más de 7 mm.



Figura 8.
Radiografía lateral de cuello que demuestra una epiglotis hinchada (flecha) y pliegues aritenoepiglóticos en un niño con epiglotitis debida a Haemophilus influenzae tipo b. La epiglotis hinchada es a menudo llamada “signo del pulgar”




• Hipofaringe distendida (inespecífica)
• Rectificación de la lordosis cervical fisiológica (inespecífico).



Complicaciones:


• Obstrucción de la vía aérea.

• Absceso epiglótico. Puede resultar de una infección coalescente o una infección secundaria de un mucocele epigótico. El absceso epiglótico ocurre predominantemente en adultos y puede complicar al 30% de los pacientes. Estos pacientes tienen más riesgo de compromiso de la vía aérea. Puede verse por laringoscopía o por TAC, que debe realizarse solo en pacientes estables. Requiere drenaje además de antibióticos.

• Infección secundaria (neumonía, adenitis cervical, celulitis, artritis séptica, y meningitis) que ocurren como consecuencia de bacteriemia o extensión directa.

• Epiglotitis necrotizante, que es un complicación rara de la epiglotitis en pacientes con inmunodeficiencias (HIV, linfohistiocitosis hemofagocítica).

• Muerte, en niños menos de 1% y adultos menos de 3,3%. La mayoría de las muertes son por obstrucción de la vía aérea y ocurren camino del hospital o rápidamente después del arribo al mismo.

Diagnóstico:


El diagnóstico de epiglotitis se hace por visualización directa de la epiglotis (Figura 9) o por demostraciónde hinchazón epiglótica en la Rx lateral de partes blandas de cuello (Figura 7).






Figura 9.
Epiglotis normal y epiglotitis.
A) Epiglotis normal. B) Edema y eritema característicos de la epiglotitis aguda.




Microbiología.El diagnóstico etiológico debe hacerse por cultivo del organismo patógeno de la sangre o de la superficie de la epiglotis. El hisopado de la epiglotis es dificultoso, puede ser peligroso, está contraindicado en pacientes no intubados, y son positivos en 33 a 75% de los pacientes con epiglotitis. Los hemocultivos son positivos en 70% de los casos en niños y entre 0 y 17% en adultos.


Diagnóstico diferencial.

El diagnóstico diferencial de la epiglotitis incluye otras causas de obstrucción de la vía aérea incluyendo:


• Laringotraqueítis (crup) o crup espasmódico (respuesta angioedema-like con menos inflamación visible por laringoscopía).

• Uvulitis.

• Traqueítis bacteriana.

• Abbsceso peritonsilar o retrofaríngeo.

• Cuerpo extraño alojado en la laringe o en la valécula.
• Angioedema (anafilaxia o angioedema hereditario)

• Anormalidades congénitas de la vía aérea.

• Difteria.


Tratamiento y Prevención.Principios generales.


Hay dos aspectos claves del tratamiento de la epiglotitis:
• Mantenimiento de la vía aérea.

• Administración de agentes antimicrobianos apropiados. Los antimicrobianos pueden no ser necesarios en los raros casos en quienes la causa del edema epiglótico es claramente conocido, como los causados por injuria térmica, inhalacional, química o térmica.
Los pacientes con sospecha de epiglotitis deben ser monitoreados cautelosamente por clínicos capaces de llevar a cabo una rápida resucitación, en un ámbito con equipamiento necesario para la estabilización de la vía aérea y ventilación (por ejemplo en departamento de emergencias, sala de operaciones o unidad de cuidados intensivos).
Se debe administrar oxígeno humidificado si está indicado.
El manejo de la vía aérea es crítico en estos pacientes, y si es necesario deben ser intubados por personal altamente entrenado. En ocasiones puede estar indicada la cricotirotomía. En los niños, dado el pequeño diámetro de la vía respiratoria y el riesgo de la progresión rápida a obstrucción completa, muchas veces se requieren la colocación de una vía aérea artificial, aún en aquellos que no presenten una dificultad respiratoria muy importante. Con la intubación precoz, se logró disminuir la mortalidad en una serie de 749 casos de epiglotitis de 6% a menos de 1%. Esta tendencia a la intubación precoz es mayor en niños de menos de 6 años de edad, y en algunas situaciones como la de aquellos pequeños para la edad, obesos, o la presencia de enfermedades caríacas, pulmonares, o metabólicas.
En adultos el manejo de la vía aérea es controversial. Algunos autores sugieren que se debe colocar una vía aérea artificial en adultos con epiglotitis, mientras que otros sugieren un approach m´ñas selectivo, basados en los hallazgos de la laringoscopía.
En general, los adultos con epiglotitis y severa dificultad respiratoria (por ejemplo con estridor, babeo, posición sentada erecta, cianosis), o 50% de obstrucción de la luz en la laringoscopía, deben someterse a la colocación de una vía aérea artificial. Los que tienen menos de 50% de compromiso de la luz laríngea deben ser cuidadosamente monitoreados en una unidad de cuidados intensivos sin colocación de una vía aérea artificial.
La administración de oxígeno humidificado suplementario puede ser administrado.

Para resumir, las indicaciones de la colocación de una vía aérea artificial en pacientes con epiglotitis son:

• Edad menor de 4 a 6 años, especialmente con comorbilidades.
• Severa dificultad respiratoria (“sniffing”, o posición en “trípode”), estridor, babeo, cianosis.

• Absceso epiglótico.

• Rápido inicio y progresión de los síntomas.

• Más de 50% de obstrucción de la luz laríngea.

• Comorbilidades como diabetes o inmunodeficiencias (especialmente en adultos)

La elección del tipo de vía aérea se establece de acuerdo a la situación médica en particular, y a la experiencia del médico que lleva a cabo el procedimiento.

• Intubación endotraqueal. Si puede ser exitosamente llevada a cabo, la intubación endotraqueal (nasotraqueal u orotraqueal) es preferida a la traqueostomía. La intubación endotraqueal se asocia a duración más corta de la intubación y menor tiempo de internación. La intubación nasotraqueal es preferida a la orotraqueal debido a que es más fácil de mantener el tubo endotraqueal en su lugar. Las complicaciones a largo plazo de la intubación nasotraqueal son raras.

• Traqueostomía. La traqueostomía se reserva para pacientes en quienes la intubación endotrqueal no es posible.

• Cricotiroidotomía. La cricotiroidotomía quirúrgica (cricotirotomía) puede ser necesaria si ni la intubación endotraqueal ni la traqueostomía pueden ser llevadas a cabo.

Criterios de extubación.La intubación por 2 a 3 días es usualmente necesaria, antes de que la extubación pueda ser llevada a cabo con seguridad. Los criterios de extubación incluyen la resolución de la hinchazón epiglótica/supraglótica, indicada por laringoscopía y/o escape de aire de la vía aérea peritubo, resolución de la fiebre,y capacidad de tragar confortablemente.

Glucocorticoides.El rol de los glucocorticoides en el manejo de la vía aérea de los pacientes con epiglotitis es controversial. El uso racional inicial de glucocorticoides reduce la inflamación y mejora el pasaje de aire por la vía aérea.
Sin embargo se sugiere que no sean usados rutinariamente en el tratamiento inicial de los pacientes con epiglotitis, y se los reserva para aquellos pacientes que no se han podido extubar después de varios días de terapia antimicrobiana apropiada.

Terapia antimicrobiana empírica.La epiglotitis es una entidad infecciosa que pone en riesgo la vida, por lo tanto, la terapéutica dee ser iniciada antes del resultado de los cultivos. El régimen antibiótico debe tener cobertura para los siguientes patógenos:
Haemophilus influenzae tipo b.
• Neumococo resistente a penicilina.
• Estreptococo beta hemolítico.
• Estafilococo aureus, incluyendo los meticilino resistentes de la comunidad.
La elección del agente depende del patrón de resistencia de los patógenos y del estado del paciente. Se sugiere una combinación de una cefalosporina de tercera generación (ceftriaxona o cefotaxima) y un agente antiestafilocóccico meticilino resistente (clindamicina, vancomicina). Se usa vancomicina cuando hay sepsis severa, aquellos que tienen meningitis concomitante, y en lugares donde hay aumento de la prevalencia de estafilococo aureus meticilino resistente, y resistentes a clindamicina.
Si hay alergia a betalactámicos se puede usar vancomicina más una quinolona.
Con el arribo de los cultivos, la terapia debe ajustarse a la sensibilidad del antibiograma.
La duración del tratamiento es de 7 a 10 días dependiendo de la respuesta clínica. Si hay bacteriemia documentada se requiere más tiempo, lo mismo que en meningitis o inmunodeficiencia.
Después de unos días de control del cuadro se puede rotar a la vía oral.
Prevención.
La prevención de la infección por HiB a través de la inmunización y/o quimioproflaxis de los contactos pueden ser necesaria.

Fuente:
UpToDte.
Emedicine.com
The New England Journal of Medicine.
Canadian Medical Association Journal

viernes, 9 de julio de 2010

Varón de 59 Años con Dolor en Cuello,Pérdida de Fuerzas en Miembros Superiores, y Parálisis de Nervios Craneales.

Un hombre de 59 años fue internado el último verano en el hospital por dorsalgia, debilidad en el brazo derecho, y parálisis de nervios craneales.
El paciente estaba en su estado usual de salud, cuando comenzó con fiebre de hasta 39,4ºC, asociado a rigidez de nuca. Él vió a su clínico de atención primaria, quien encontró trombocitopenia; diagnosticó enfermedad viral, y le administró antibióticos. La fiebre se resolvió dentro de los 5 días de comenzado el cuadro, y el recuento de plaquetas volvió a lo normal dentro de las 2 semanas. Sin embargo, las molestias en cuello persistieron y gradualmente fueron empeorando. Una semana antes de la internación, se agregó adormecimiento en la mano derecha, seguido de pérdida de fuerza en mano derecha y cuello en el transcurso de 3 días.
Cuatro días antes de la internación, el paciente fue evaluado por un ortopedista. Se le hizo una RMN de cuello 2 días más tarde, la cual reveló cambios degenerativos a múltiples niveles de la columna, desde C3 hasta T2, con una hernia central a nivel de C3-C4, y leves protrusiones a otros niveles cervicales. Un electrocardiograma fue normal. Se le administró ibuprofen, metocarbamol, y oxicodona/acetaminofen. El brazo derecho se tornó más débil, y el dolor se hizo más agudo y severo (9 en una escala de 1 a 10, con 1 siendo el menos severo), irradiado hacia abajo en la columna.
El día antes de la admisión al hospital, desarrolló ptosis palpebral izquierda y diplopia. El día de la internación, el paciente fue visto en otro hospital.

Él paciente no tuvo fiebre, cefalea, náuseas, vómitos, o rash cutáneo. La presión arterial era de 156/85 mmHg, el pulso 101 por minuto, y la temperatura de 36,1ºC. La saturación de oxígeno era de 95% mientras el paciente respiraba aire ambiente. La mirada estaba dirigida a la derecha, y la fuerza en la mano derecha estaba disminuida.
Se le administró hidromorfona intravenosa para controlar el dolor. La TAC de cráneo no mostró alteraciones sugestivas de enfermedad aguda. Fue trasladado al departamento de emergencias del hospital.
Un año antes se había diagnosticado diabetes mellitus, y era manejado con glipizida (5 mg/día) En el pasado había sido realizada una laminectomía lumbar. Tenía antecedentes de fumador de 30 pack year, y antecedentes de tos no productiva; no tomaba alcohol ni usaba drogas ilícitas. No era alérgico a ninguna medicación. Estaba casado, trabajaba como agrimensor, y vivía en una zona boscosa del área norte de Boston, tenía 2 perros, y jugaba golf frecuentemente. El había sido picado por garrapatas en el pasado pero no recientemente, y las picaduras no habían sido seguidas de rash. Su abuela materna había vivido más de 100 años y había tenido cáncer de mama, y otro abuelo también había padecido cáncer. Sus padres e hijos estaban en buen estado de salud.
En el examen, el paciente parecía estar alerta, pero sentía un malestar general, y se quejaba de dolor en cuello, dorso, y ojo izquierdo. La presión arterial era de 163/89 mmHg; el resto de los signos vitales eran normales. Había dolor a la palpación de la órbita y el globo ocular izquierdos; las pupilas tenían 3 mm de diámetro, eran redondas y reactivas a la luz. Los campos visuales y la agudeza visual eran normales, y las papilas ópticas eran de bordes nítidos. Estaba presente una ptosis izquierda, y el paciente mantenía el párpado cerrado debido a diplopia. Él era incapaz de mirar hacia adentro, elevar totalmente o cerrar su ojo izquierdo. Había cierre incompleto de ambos párpados contra una resistencia. No había nistagmo. El reflejo corneano y del estornudo estaban presentes y eran simétricos. El reflejo maseterino era normal, con fuerza normal en los músculos pterigoideos, maseteros y temporales. El plieque nasolabial estaba aplanado, y la risa era asimétrica. Había debilidad leve de hombros en la elevación de los hombros bilateralmente pero no de los músculos esternocleidomastoideos. La fuerza muscular estaba reducida en ambos brazos y era de 3/5 en los flexores de muñeca derecha, extensores de muñeca, y músculos interóseos; era normal (5/5) en otros grupos musculares. La masa muscular y el tono era normal. La sensibilidad superficial, y la sensibilidad al pinchazo , así como a la temperatura en la mano derecha y en el antebrazo estaban disminuidos. Los reflejos bicipital y tricipital eran 2 en el lado izquierdo, y estaban ausentes en el derecho; los reflejos patelares eran de 3 bilateralmente, y ambos reflejos aquíleos eran de 1; un reflejo de Babinski estaba presente del lado izquierdo. En el test índice-nariz había marcada dismetría bilateralmente, y la marcha era tambaleante. El resto del examen físico era normal.
El paciente fue admitido en el hospital. Su capacidad vital estaba entre 3 y 3,7 litros. Los niveles de electrolitos séricos, calcio, fósforo, proteínas, albúmina y globulinas, los tests de función renal y hepática, y un hemograma eran todos normales. La glucemia era de 210 mg/dl, y el sodio de 134 mmol/l. Una punción lumbar reveló una presión de apertura de 266 mm H2O; los resultados del test de líquido cefalorraquídeo son mostrados en la Tabla 1 y Tabla 2. La tinción de Gram mostró células mononucleares pero no microorganismos. La RMN de cerebro no se podía apreciar correctamente por artefactos de movimiento, pero mostraba realce de los nervios craneales quinto y tercero bilateralmente, con evidencias de enfermedad microangiopática. Se administró analgesia con narcóticos por el dolor. Al día siguiente, la fuerza muscular estaba disminuida a 3/5 en ambos brazos y 4/5 en ambas piernas. La eritrosedimentación era de 3 mm por hora. La RMN de la columna después de la administración de gadolinio reveló realce leptomeníngeo, que se extendía desde la región torácica inferior de la médula hasta el cono medular y afectaba las raíces de la cola de caballo.




Tabla 1. Resultados del Líquido Cefalorraquídeo.




















Tabla 2. Resultados de los Tests Microbiológicos





El tercer día de internación, se repitió la punción lumbar, que mostró una presión de apertura de 24 mm H2O. El análisis del líquido cefalorraquídeo mostró un recuento elevado de linfocitos y células atípicas de origen incierto; el análisis por citometría de flujo reveló células grandes CD19+ y CD20-, que carecían de expresión de cadenas livianas en superficie, células T CD4+ y CD8+, y células B policlonales CD20+ (con expresión de cadenas livianas kappa y lambda).
El cuarto día de internación, desarrolló disnea y disartria. Su capacidad vital era de 2,8 litros. La Rx de tórax mostró volúmenes pulmonares escasos y opacidades parenquimatosas bibasales, consistentes con atelectasia. El nivel de antígeno carcinoembrionario era normal.
El ecocardiograma transtorácico reveló un ventrículo izquierdo dilatado, y una fracción de eyección de 60%, y pseudodisquinesia, sin fuente embolígena ni focos de probable infección. El día siguiente se comenzó con ceftriaxona intravenosa 2 grs/día.
Al sexto día de hospital, el paciente era incapaz de levantar su cabeza, el reflejo faríngeo estaba disminuido, y la disnea había aumentado. La capacidad vital era de 2,6 litros. La saturación de oxígeno disminuyó a 91% mientras el paciente respiraba aire ambiente; aumentó a 97% con administración de 2 litros de oxígeno por cánula nasal. La investigación de antígeno de citomegalovirus en suero fue negativo, la proteína C reactiva fue de 53,1 mg/litro, y el nivel de lípidos era normal. Una TAC mostró opacificación del lóbulo inferior izquierdo del pulmón, y atelectasia de la base del pulmón derecho, un quiste en el riñón derecho de 3 cm de diámetro, y múltiples lesiones de baja densidad en el hígado, sugestivas de quistes. La ultrasonografía de escroto era normal.
Al día siguiente, desarrolló insuficiencia respiratoria; la saturación de oxígeno era de 84% mientras el paciente respiraba aire ambiente, y aumentaba a 93% respirando oxígeno suplementario por cánula nasal; se le administró tratamiento con albuterol por medio de un nebulizador, y se le administró naloxona. La capacidad vital era de 1 litro, y la presión parcial de dióxido de carbono era de 64 mmHg. Se intubó la tráquea, y se comenzó con ventilación mecánica y sedación con propofol. El paciente fue transferido a la unidad de cuidados intensivos.
Los tests para anticuerpos anti citoplasma neutrofílico (ANCA) y factor reumatoideo fue negativo; un test para anticuerpos antinucleares fue positivo en una dilución de 1:160, con patrón moteado. Se llevó a cabo una nueva punción lumbar; el examen citológico del líquido cefalorraquídeo reveló linfocitos atípicos sospechosos de enfermedad linfoproliferativa; la tinción con Gram mostró células mononucleares y no mostró microorganismos. Un test de VDRL para sífilis fue negativo; otros resultados se muestran en la Tabla 1 y Tabla 2. Se le prescribió metronidazol por un día y luego fue discontinuado. Se comenzó con doxiciclina y aciclovir. Una PCR levada a cabo en la primera muestra de líquido cefalorraquídeo, reveló un único reacomodamiento del gen de la cadena pesada de la inmunoglobulina, sospechoso de población clonal de células-B.
Durante los siguientes 3 días, la máxima temperatura corporal fue de 37,9ºC. Los déficits neurológicos persistieron. Los resultados de otros tests adicionales solicitados estaban pendientes. El 11º día de internación se recibió el resultado de un test que fue diagnóstico.

Diagnóstico Diferencial.

Dr. David M. Greer: Puedo ver las imágenes?

Dr. Pamela W. Schaefer: Imágenes en T1 realzadas con gadolinio de la médula, muestran realce leptomeníngeo en la región de la médula torácica inferior, cono medular, y cola de caballo (Figura 1 A). Las imágenes del cerebro con gadolinio en T1 muestran realce del tercero y quinto nervios craneales bilateralmente. Figura 1 B a 1E).
Las imágenes en FLAIR (fluid-attenuated inversion recovery) de cerebro muestran focos aislados hiperintensos inespecíficos en la sustancia blanca. El diagnóstico diferencial de las enfermedades leptomeníngeas y compromiso de nervios craneales incluyen la enfermedad metastásica, así como los procesos inflamatorios e infecciosos.






Figura 1. RMN de Cerebro y Médula Espinal.
Imágenes en T1 con gadolinio de la columna lumbar (Panel A) demuestran suave realce leptomeníngeo rodeando el cono medular y a lo largo de la cola de caballo. Las imágenes en T1 a través del tronco cerebral, muestran realce bilateral del quinto nervio craneal bilateralmente (Panel B y C, flechas) y del tercer nervio craneal bilateral (Panel D y E, flechas).






Cuál es el Diagnóstico?

Dr. Greer: Este hombre de 59 años se presentó con una enfermedad febril acompañado por trombocitopenia transitoria, seguidos por inicio progresivo de síntomas neurológicos que incluian parálisis de múltiples nervios craneales(tercero izquierdo, séptimo bilateral, y posiblemente sexto izquierdo), debilidad motora e hiperreflexia en todas las extremidades, y fallo respiratorio. La RMN mostró realce leptomeníngeo de las raíces de la médula torácica y lumbar, y posiblemente varios nervios craneales, y el examen del líquido cefalorraquídeo mostró pleocitosis linfocitaria, con elevado nivel de proteínas y glucosa (aunque el nivel de glucosa sérica no fue chequeada concomitantemente en esta paciente que era diabética). En el momento de de la internación, nuestro diagnóstico diferencial incluyó procesos autoinmunes, inflamatorios, neoplásicos e infecciosos. (Tabla 3)






Tabla 3. Diagnóstico Diferencial.



Trastornos Autoinmunes.

Hay dos trastornos autoinmunes a considerar en este paciente: la polirradiculopatía inflamatoria desmielinizante aguda (el síndrome de Guillain-Barré), y la miastenia gravis.
La polirradículopatía inflamatoria desmielinizante aguda comúnmente se presenta con debilidad rápidamente evolutiva en un período de días a semanas, como se vió en este paciente. La debilidad, a menudo es ascendente, pero los brazos y la cara pueden afectarse primero. La debilidad orofaríngea puede desarrollar, así como el compromiso del diafragma con fallo respiratorio. La enfermedad es típicamente precedida por una enfermedad viral, y este paciente tuvo tal pródromo. Sin embargo, el líquido cefalorraquídeo es generalmente acelular, el nivel de proteínas está típicamente elevado, y las neuroimágenes son a menudo normales o muestran realces sutiles de las raíces nerviosas.
La miastenia gravis sería también una consideración en este paciente, ya que se presenta con debilidad progresiva o fluctuante, los músculos extraoculares y otros nervios craneales son comúnmente afectados. Puede ocurrir fallo respiratorio. La debilidad facial y del cuello es frecuente. Sin embargo, la miastenia gravis es típicamente indolora, y este paciente tenía dolor severo en cuello y dorsolumbar. Además, los pacientes con miastenia gravis típicamente tienen líquido cefalorraquídeo normal, así cono los estudios con neuroimágenes, ambos anormales en este paciente.

Trastornos Inflamatorios.

Los trastornos inflamatorios a considerar en este caso incluyen la granulomatosis de Wegener y la neurosarcoidosis.
La granulomatosis de Wegener es una vasculitis sistémica que comúnmente afecta al sistema nervioso central. Las órbitas están afectadas en aproximadamente 50% de los casos, a menudo conduciendo a proptosis; este paciente tenía dolor y sensibilidad a la palpación del ojo y la órbita derechos. Las parálisis de los nervios craneales pueden ocurrir (más comúnmente afectan el segundo, sexto, y séptimo nervios craneales), como en este paciente, y pueden desarrollar paquimeningitis, produciendo cambios como este paciente en la RMN. (1) Sin embargo, este paciente no tenía compromiso de otros órganos comúnmente afectados en la granulomatosis de Wegener; también, este paciente tuvo trombocitopenia, mientras que la granulomatosis de Wegener puede causar trombocitosis. Además los tests de ANCA son negativos.
Las manifestaciones neurológicas ocurren en hasta 5% de los pacientes con sarcoidosis. Las parálisis faciales ocurren hasta en 50% de tales pacientes y son a menudo bilaterales. (2) Este paciente tuvo dos hallazgos sugestivos de neurosarcoidosis: el realce leptomeníngeo y una pleocitosis mononuclear en el líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, este paciente no tuvo otra manifestación de sarcoidosis, y los niveles normales de enzima convertidora de angiotensina en el suero y en líquido cefalorraquídeo hacen a este diagnóstico improbable.

Trastornos Infecciosos.

Las causas infecciosas potenciales del síndrome de este paciente incluyen neurosífilis, brucelosis, meningitis criptocóccica, y neuroborreliosis.
La meningitis sifilítica ocurre típicamente alrededor de 12 meses aproximadamente después de la primoinfección. La cefalea, los signos meníngeos, y la parálisis de los nervios craneales son comunes. La paquimeningitis puede afectar el cerebro, o la médula espinal, y cuando hay compromiso vascular puede causar stroke isquémico. (3) Aunque los hallazgos tanto del líquido cefalorraquídeo como de la RMN son consistentes con este diagnóstico, el test serológico fue negativo para sífilis.
La brucelosis puede causar un proceso agudo, subagudo o granulomatoso crónico con un amplio rango de manifestaciones neurológicas. Aunque nosotros consideramos a la brucelosis entre los diagnósticos diferenciales, los tests de aglutinación para brucella fueron negativos en este paciente, que además, no tenía factores de riesgo conocidos para brucelosis.
La meningitis criptocóccica fue también considerada, pero el paciente no tenía factores predisponentes conocidos para enfermedad criptocóccica; este diagnóstico fue rápidamente descartado con un test negativo para antígeno criptocóccico en líquido cefalorraquídeo.
Muchas características de la presentación de este paciente son compatibles con neuroborreliosis, o enfermedad de Lyme. El compromiso neurológico desarrolla en aproximadamente 15% de los pacientes con enfermedad de Lyme. Los tres hallazgos cardinales son la meningitis linfocitaria, las neuropatías craneales (el facial es el más comúnmente afectado, a menudo bilateralmente), y radiculitis dolorosas. (4) Las neuropatías periféricas pueden ocurrir, presentándose como radiculopatía, plexopatía, o polineuropatía difusa, confundiéndose o mimetizándose con la polirradiculopatía inflamatoria desmielinizante aguda (síndrome de Guillain-Barré). La RMN con gadolinio puede revelar realce de las raíces nerviosas, y en zonas de cerebro o médula espinal. El examen del líquido cefalorraquídeo revela pleocitosis linfocítica, a menudo hasta cientos de células. El nivel de proteínas puede estar levemente aumentado o normal, y el nivel de glucosa levemente disminuido o normal.
El cuadro clínico de este paciente, asociado a la presencia de anticuerpos de Lyme en el suero, confirmaron la exposición previa a garrapatas. Estos elementos son fuertemente sugestivos de enfermedad de Lyme. Sin embargo, el fallo respiratorio y la debilidad en el cuello son muy inusuales en la enfermedad de Lyme; esos hallazgos nos hicieron considerar diagnósticos alternativos, aún aunque el fallo respiratorio causado por parálisis diafragmática, ha sido reportado en le enfermedad de Lyme. (5)

Trastornos Neoplásicos.

Las metástasis leptomeníngeas de un tumor maligno, particularmente linfoma, son una importante consideración en este caso, y es motivo de particular preocupación cuando en el líquido cefalorraquídeo se ven linfocitos anormales. Los síntomas clínicos típicamente desarrollan en un período de días a semanas, e incluyen disfunción de nervios craneales, así como síntomas relacionados al compromiso de la médula espinal o sus raíces. (6) El realce leptomeníngeo es común. El líquido cefalorraquídeo es anormal, y la citometría de flujo puede ser útil en revelar una población anormal de células linfoides T o B. En este caso, la presencia de compromiso de nervios craneales, el compromiso de las raíces nerviosas, y el realce leptomeníngeo en la RMN son consistentes con invasión de las meninges por un proceso neoplásico, y la citometría de flujo, y el análisis genético molecular, aumentaron la sospecha de linfoma de células B. Por lo tanto, nosotros solicitamos consulta con el servicio de neuro-oncología.

Dr. Scott R. Plotkin: El servicio de neurooncología fue consultado para considerar la posibilidad de que este paciente tuviera un linfoma. Hubo dos posibles diagnósticos: linfoma primario de sistema nervioso central, y el compromiso leptomeníngeo por un linfoma sistémico.
El linfoma primario de sistema nervioso central es una forma rara de linfoma no-Hodgkin extranodal que afecta el cerebro, ojos y meninges; usualmente, se trata de un linfoma B de células grandes. El compromiso leptomeníngeo ocurre en hasta 40% de los pacientes con linfoma de sistema nervioso central, y es la única manifestación de enfermedad en el momento del diagnóstico en 8% de esos pacientes. (7,8)
El compromiso del sistema nervioso central como presentación de un linfoma sistémico, ocurre en alrededor de 2% de los pacientes con linfomas no-Hodgkin. (9)
El diagnóstico de compromiso leptomeníngeo de un linfoma sistémico, o el de un linfoma primario de sistema nervioso central se hace usualmente por análisis citológico del líquido cefalorraquídeo. Sin embargo, hasta el 40% de los pacientes con linfoma con linfoma sistémico, y examen citológico negativo, tienen linfoma leptomeníngeo que se confirma por anatomía patológica en la autopsia. (10) En pacientes con examen citológico negativo, el diagnóstico se basa en la presencia de imágenes compatibles en las imágenes, o de déficits neurológicos en un paciente con un linfoma conocido.
Este paciente tenía células atípicas en el líquido cefalorraquídeo, pero no tenía evidencias de linfoma primario de sistema nervioso central o de linfoma sistémico en los estudios de imágenes, incluyendo un ultrasonido de testículos.
Una importante parte de nuestra evaluación en este paciente fue revisar el líquido cefalorraquídeo con un patólogo. Esta consulta ocurrió en forma urgente un viernes a la tarde en el verano.

Discusión Patológica.

Dr. Robert P. Hasserjian: El recuento celular de las muestras de líquido cefalorraquídeo se muestran en la Tabla 2. En el examen morfológico, los linfocitos tenían un espectro de tamaños celulares e incluían muchas células grandes con formas atípicas y elementos plasmocitoides (Figura 2). La citometría de flujo mostró una mezcla de células T CD4+ y CD8+, células B, y células plasmáticas. Las células B no tenían expresión de cadenas livianas de superficie, pero el análisis de células permeabilizadas, mostró la presencia de cadenas livianas kappa y lambda, un hallazgo típico de las células plasmáticas. Sorprendentemente, un estudio con PCR reveló la presencia de reacomodamiento clonal del gen de cadena pesada de inmunoglobulinas.




Figura 2. Muestra de Líquido Cefalorraquídeo Obtenido en la Admisión.
La pleocitosis linfocitaria acompaña un espectro de formas pequeñas, medias y grandes formas atípicas con núcleos irregulares. Frecuentes formas plasmocitoides con citoplasma excéntrico, basofílico (flecha inserta) estaban presentes (tinción con Wright-Giemsa de la preparación citocentrífuga del líquido cefalorraquídeo)




El diagnóstico de linfoma típicamente requiere la integración de hallazgos morfológicos, inmunofenotípicos, genéticos, y la información clínica. En este caso, la morfología era marcadamente atípica y sostenía la posibilidad de linfoma. Sin embargo, la enfermedad leptomeníngea sin linfadenopatías, o masas extranodales sería altamente inusual para la presentación de un linfoma primario. (11) La citometría de flujo ayuda mucho en el diagnóstico de linfoma en el estudio de un líquido, y en este caso, la demostración en el citoplasma de inmunoglobulinas policlonales favoreció el diagnóstico de un proceso no-neoplásico. (12)
La amplificación por PCR de los genes de antígenos de receptores, es una técnica altamente sensible para detectar pequeñas poblaciones clonales de células linfoideas y es muy útil en la demostración de mínimas cantidades de enfermedad después de la terapia para linfomas. (13) Sin embargo, en un paciente sin antecedentes de linfoma, la PCR debe ser interpretada con precaución. La expansión clonal de células B, tal como se vió en este paciente, puede ocurrir en procesos inflamatorios, y han sido reportados en pacientes con esclerosis múltiple y en pacientes con enfermedad de Lyme. (14,15) Además, en casos de neuroborreliosis aguda, el líquido cefalorraquídeo muestra pleocitosis linfocitaria (promedio 160/mm3) y puede mostrar linfocitos marcadamente atípicos y plasmocitos simulando un linfoma. (16,17,18)

Dr. Plotkin: Después de revisar los hallazgos clínicos y patológicos junto al patólogo, concluimos que el diagnóstico de linfoma no era justificado.

Dr. Greer: Aunque estábamos muy procupados por la posibilidad de linfoma, nos tranquilizamos con esta consulta. En este punto, nuestro diagnóstico era neuroborreliosis, y solicitamos consulta con el servicio de enfermedades infecciosas.

Dr. Nancy Lee Harris (Patología): Aunque el Dr. Steere es un reumatólogo, no un especialista en enfermedades infecciosas, le solicité que discutiera las manifestaciones de neuroborreliosis, y que nos dijera si podía establecerse dicho diagnóstico en este caso.

Manifestaciones de Neuroborreliosis.

Dr. Allen C. Steere: Este paciente de 59 años tuvo fiebre, rigidez de nuca y trombocitopenia. Es esto suficiente motivo para sospechar el diagnóstico de enfermedad de Lyme? Él vivía en una zona boscosa del área de Nueva Inglaterra, y el inicio de los síntomas en la primera semana de julio estaría en el período pico del inicio de enfermedades infecciosas transmitidas por mordedura de garrapatas en esa región. (19) La mayoría de los pacientes con enfermedad de Lyme se presentan con una lesión en piel, que se expande conocida como eritema migrans, que ocurre en el sitio de la picadura de la garrapata. Este paciente no tuvo dicha lesión. (20) Sin embargo, la siguiente manifestación más común es el síndrome gripal, o síntomas influenza-like (fiebre, mialgias, cefalea, malestar), sin eritema migrans. (21) Como en este caso, esos pacientes pueden tener fiebre inicialmente y escalofrios durante varios días, dolor y rigidez en el cuello o en la región dorsolumbar asociado a cefalea. (22) En el examen físico, la rigidez de nuca es usualmente sutil. Además, son comunes las artralgias migratrices, que tampoco se presentaron en este paciente.
La trombocitopenia se presentó inicialmente en este caso. Este hallazgo debe despertar la sospecha de infección con uno de los dos agentes infecciosos que son ocasionalmente transmitidos por la ninfa Ixodes scapularis. (23,24) Anaplasma phagocytophilum (antiguamente conocido como ehrlichiosis granulocítica humana), que infestan los neutrófilos, pueden causar neutropenia, y Babesia microti, que parasita las células rojas, puede casuar anemia hemolítica; y ambos agentes pueden causar trombocitopenia. En contraste, la infección con Borrelia burgdorferi no está asociada usualmente a alteraciones hematológicas. En este paciente, la trombocitopenia no persistió.
Dentro de varias semanas, el paciente tuvo meningitis, neuritis craneal, y radículoneuritis, la tríada clásica de las alteraciones neurológicas de la enfermedad de Lyme. Sin embargo, la disartria y el compromiso respiratorio, que desarrolló en este paciente, son muy inusuales en la enfermeda de Lyme. La parálisis del nervio frénico en pacientes con enfermedad de Lyme puede casuar dificultad respiratoria (25) pero no disartria, y la radiografía de tórax no mostró un diafragma elevado. Hay un caso reportado en el que un paciente con enfermedad de Lyme temprana murió de un síndrome de distress respiratorio agudo, (26) pero este no fue el cuadro clínico en este caso. En Europa, donde Borrelia garinii es la causa más común de neuroborreliosis, han sido reportados varios casos de pacientes con accidentes cerebrovasculares oclusivos, a menudo afectando el sistema vértebrobasilar, dando como resultado infartos talámicos y disartria. (27) Sin embargo, la RMN de cerebro de este paciente no mostró infartos cerebrales. En este caso, la radiculopatía cervical severa, la debilidad de los músculos faríngeos, o ambos, pueden haber conducido a la neumonía aspirativa y compromiso respiratorio.

Diagnóstico Clínico:
Neuroborreliosis.

Discusión Patológica.
Dr. Steere: En la práctica clínica, la invetsigación de anticuerpos son utilizados para el diagnóstico de la neuroborreliosis de Lyme. El Centers for Disease Control and Prevention recomienda dos metodologías de tests serológicos el enzyme-linked immunosorbent assay (ELISA) y Western blotting (28). El 11º día de internación, los resultados de los tests de líquido cefalorraquídeo para anticuerpos contra B. burgdorferi y ácidos nucleicos fueron reportados (Tabla 4). El resultado de DNA para B. burgdorferi en el líquido cefalorraquídeo sugirió que un relativamente alto número de microorganismos estaban presentes en las meninges. Además, una respuesta de anticuerpos IgM positiva y una respuesta IgG indeterminada fue vista en el suero por los dos tests standard utilizados: ELISA and Western blotting, lo cual fue consistente con infección de varias semanas de duración. Finalmente, este paciente tuvo evidencias de producción de anticuerpos IgM, IgG, e IgA intratecales en el líquido cefalorraquídeo. Esta combinación de resultado de tests son diagnósticos de neuroborreliosis de Lyme. (29,30,31)






Tabla 4. Resultados de los Tests Diagnósticos de la Neuroborreliosis de Lyme.




Cómo puede explicarse la presencia de grandes células B en el líquido cefalorraquídeo, que eran sugestivos de linfoma de células B? Tanto las células B como las células plasmáticas han sido vistas en líquido cefalorraquídeo de pacientes con neuroborreliosis. (32,33) En un análisis reciente, el quimioatractor de los linfocitos B CXCL13 ha sido encontrado en líquido cefalorraquídeo de pacientes con neuroborreliosis de Lyme, pero no en otras enfermedades infeciosas o condiciones inflamatorias del sistema nervioso central, posiblemente explicando los hallazgos en este caso. (34)

Discusión del Manejo

Dr. Steere: La Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas recomienda la administración intravenosa de ceftriaxona (2 grs/día) por 2 a 4 semanas para el tratamiento de la neuroborreliosis de Lyme, (35) y este paciente recibió esta terapia por 6 semanas. El dolor neuropático usualmente comienza comienza a mejorar dentro de unos días, pero puede requerirse semanas para la resolución de la pleocitosis en el líquido cefalorraquídeo, y pueden ser necesarios meses para la resolución total o casi completa de las neuropatías sensitivas y motoras. Dado la lenta resolución de los signos y síntomas, puede ser dificultoso evaluar si la duración de la terapia es adecuada para la erradicación de la espiroqueta. Sin embargo, la recidiva es rara después de 2 a 4 semanas de antibióticoterapia endovenosa, y dentro de los meses siguientes, la mayoría de los pacientes tienen una recuparación completa o casi completa de su función neurológica.

Dr. Greer: El paciente fue dado de alta después de 30 días en el hospital, y después, el paciente pasó otras 3 semanas en un hospital de rehabilitación. Él está ahora viviendo en su casa y es independiente. Tiene una debilidad residual y continúa teniendo dolor en cuello y hombro.

Diagnóstico Anatómico.
Enfermedad de Lyme de Sistema Nervioso (neuroborreliosis)
Traducción de:
Case 11-2007 — A 59-Year-Old Man with Neck Pain, Weakness in the Arms, and Cranial-Nerve Palsies
David M. Greer, M.D., M.A., Pamela W. Schaefer, M.D., Scott R. Plotkin, M.D., Ph.D., Robert P. Hasserjian, M.D., and Allen C. Steere, M.D
CASE RECORDS OF THE MASSACHUSETTS GENERAL HOSPITAL
Volume 356:1561-1570 April 12, 2007 Number 15
The New England of Medicine

Fuente
From the Departments of Neurology (D.M.G., S.R.P.), Radiology (P.W.S.), and Pathology (R.P.H.), and the Division of Rheumatology, Allergy and Immunology (A.C.S.), Massachusetts General Hospital; and the Departments of Neurology (D.M.G., S.R.P.), Radiology (P.W.S.), Pathology (R.P.H.), and Medicine (A.C.S.), Harvard Medical School.

Conclusiones del Caso

En estas latitudes no tenemos la experiencia en enfermedad de Lyme que si tienen nuestros colegas Norteamericanos y Europeos. Por lo tanto esta es una entidad que hemos leído muchas veces pero de casos importados de la literatura y en general no por nuestra propia experiencia. Sin embargo, aunque sea extremadamente rara en Sudamérica, no significa que no se pueda ver, y de hecho, hay casos descriptos en Argentina, Brasil, Chile, Venezuela y Colombia.
Hay un reporte Argentino (“Enfermedad de Lyme: anticuerpos contra Borrelia burgdorferi en trabajadores rurales en Argentina”) realizado por La Universidad Nacional de Ciencias Veterinarias en conjunto con el Laboratorio de Bacteriología del Instituto del Diagnósticos, ambos de la ciudad de La Plata, sobre seroprevalencia de anticuerpos específicos de le enfermedad en trabajadores rurales. Se tomó una población rural de 28 individuos con síntomas de artritis, y se demostró la presencia de dichos anticuerpos en 3 casos. Se tuvo en cuenta y se descartó la posibilidad de reactividad cruzada con otras enfermedades como por ejemplo Sífilis. También hay un informe de Mazzonelli y col de 23% de seroprevalencia de serología positiva para enfermedad de Lyme en perros en los alrededores de la ciudad de Rosario (“Borreliosis de Lyme: encuesta serológica en perros”. In: Proceding of the Anual Associación Argentina.Veterinária Laboratorio Diagnostico, 4a, Tandil,
Argentina, 1988).
La enfermedad de Lyme es una infección producida por espiroquetas del género Borrelia que es transmitida al hombre por la picadura de la garrapata del género Ixodes. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Lyme se dividen en tres fases:

1) Enfermedad localizada temprana.

2) Enfermedad diseminada temprana.

3) Enfermedad diseminada tardía.


Si embargo estos estadios pueden superponerse.

La enfermedad temprana localizada

Se caracteriza por la aparición de el característico eritema migrans (EM) un mes después de la picadura, con o sin síntomas sistémicos que pueden confundir con un cuadro viral (Figura).





Figura1.
Eritema migrans con un centro claro y necrótico.











Solo 25% de los pacientes recuerdan una picadura 1 mes antes. A menudo el EM se ve en axila, región inguinal, fosa poplítea, o en el abdomen. No es particularmente doloroso, pero puede picar, y está caliente al tacto. Se expande en el curso de días a semanas hasta alcanzar los 20 cm. Los primeros días el EM puede ser uniformemente rojo, y a medida que se expande se va aclarando la zona central, pudiendo adoptar la forma en “ojo de buey”.





Figura 2.
Eritema migrans , lesión con eritema uniforme. Nótese que la lesión no es un círculo perfecto.
















Figura 2A.
Mujer con EM. La localización y tamaño del rash son típicos del EM, y el punto central puede ser visto en el margen lateral del plieque inferior de la región glútea. El color es uniforme.




El EM raramente tiene un centro necrótico o centro vesicular como se ve en la figura.










Figura 3.
Panel A) Lesión de EM en un paciente con enfermedad de Lyme. La lesión muestra la apariencia en “ojo de buey” con centro claro y lesión vesicular.
Panel B) Las vesículas pueden aparecer cerca del centro de una lesión de EM.











El examen histológico revela evidencias de injuria endotelial.
Los EM múltiples son un signo de espiroquetemia y no de múltiples picaduras.










Figura 4.
Múltiples lesiones de EM de la enfermedad de Lyme diseminada temprana. En el Panel A la lesión primaria más típica está en el abdomen, con una lesión secundaria en la parte superior del muslo.
























Figura 5.
Clásica lesión en blanco con anillos concéntricos de eritema, que a menudo muestra un centro claro.











Otras manifestaciones que presentan los pacientes con enfermedad de Lyme localizada temprana o diseminada temprana son: fatiga (54%), anorexia (26%), Cefalea (42%), rigidez de nuca (35%), mialgias (44%), artralgias (44%), linfadenopatía regional (23%), fiebre (16%).
El laboratorio puede mostrar en esta etapa: eritrosedimentación acelerada de más del doble, aumento de la CPK (12%), leucocitosis (5%), leucopenia (4%), anemia (3%), y trombocitopenia (1,5%). Las transaminasas pueden estar levemente elevadas
Enfermedad diseminada temprana
La enfermedad diseminada temprana se caracteriza por múltiples lesiones de eritema migrans (que típicamente ocurren días o semanas después de la infección) y/o neurológicos, y/o cardíacos (que típicamente ocurren semanas a meses después de la infección). Algunos de estos pacientes no tienen antecedentes de enfermedad de Lyme localizada.

Manifestaciones Neurológicas.
Las manifestaciones neurológicas de esta etapa incluyen: meningitis linfocitaria, parálisis de nervios craneales uni o bilaterales (especialmente el facial), radiculopatía, neuropatía periférica, mononeuritis múltiple, ataxia cerebelosa (rara) encefalomielitis (rara).
La tríada neurológica clásica es meningitis, neuropatía craneal, y radiculoneuropatía, aunque cada una de ellas pueden ocurrir solas. Aunque el facial es el par craneal más frecuentemente afectado, otros nervios tales como el motor ocular externo puede afectarse. La enfermedad de Lyme es una de las pocas causas de diplejía facial (parálisis facial bilateral), junto con la sarcoidosis, la tuberculosis y el trauma.

Carditis.

Las manifestaciones cardíacas de la enfermedad de Lyme incluyen grados fluctuantes de bloqueo AV, a veces miopericarditis, usualmente leve, y miocardiopatía crónica con fallo cardíaco

Manifestaciones oculares.

Una variedad de manifestaciones oculares se asocian al Lyme en esta etapa e incluyen: conjuntivitis, queratitis, iridociclitis, vasculitis retiniana, coroiditis, neuropatía óptica, y uveítis. Menos la conjuntivitis, las demás manifestaciones son raras.

Hallazgos cutáneos.

Linfocitoma borrelial. Es una rara manifestación de Lyme que ocurre después del EM y dura más, y es una lesión únicarojo-azulada con un diámetro de varios centímetros. Se localiza en el lóbulo de la oreja en chicos y cerca del pezón de los adultos, y existe discusión sobre si es causado por Borrelia. afzelii (más común en Europa) o es un linfoma cutáneo primario de células B, ya que histológicamente muestra una densa infiltración linfocitaria cutánea y subcutánea.






Figura 6.
Linfocitoma borrelial del lóbulo de la oreja que muestra una coloración rojo azulada. Esta localización es típica de los niños, opuesta a la de los adultos, cercana al pezón.






Enfermedad de Lyme tardía.

Esta forma tardía puede desarrollar meses a pocos años después de la infección inicial. La artritis puede ser la primera manifestación de enfermedad. En la enfermedad de Lyme variante Europea puede verse una condición llamada acrodermatitis crónica atrófica.

Artritis.
La artritis del Lyme se caracteriza por episodios intermitentes o persistentes de artritis en pocas grandes articulaciones especialmente la rodilla. Antes de saberse que estas manifestaciones articulares eran por enfermedad de Lyme al final de la década de 1970, los pacientes no recibían antibióticos y la enfermedad estaba librada a su evolución natural. Los pacientes tenían episodios recurrentes de artritis en un mismo año con remisiones espontáneas, aunque algunos pacientes evolucionaban a formas crónicas erosivas. A veces había compromiso de tendones y de bolsas sinoviales.

Manifestaciones Neurológicas.
Las manifestaciones de la enfermedad de Lyme en la etapa tardía son diferentes de las de la etapa diseminada temprana. En EEUU se ve la llamada encefalopatía de Lyme, caracterizada por manifestaciones cognitivas sutiles. Tanto en EEUU como en Europa puede verse una polineuropatía crónica axonal, manifestada primariamente como dolor radicular espinal o parestesias distales. En Europa puede verse una encefalomielitis crónica caracterizada por paraparesias, neuropatía craneal, o trastornos cognitivos con producción intratecal de anticuerpos contra la espiroqueta.

Manifestaciones Cutáneas.

La acrodermatitis crónica atrófica es una manifestación tardía de la enfermedad de Lyme, vista generalmente en Europa, asociada a Borrelia afzelii, que aparece años después de la infección inicial (0,5 a 8 años) siguiendo a la infección primaria. Más común en las mujeres de más de 40 años, afecta típicamente el dorso de manos y pies.




Figura 7.
Acrodermatitis crónica atrófica
.
Fase atrófica en miembro superior derecho con induración del antebrazo.





En un primer estadio muestra una coloración rojo azulada con inflamación que evoluciona a la atrofia.
También se ven lesiones morfea-like.

Síndrome Post-Lyme y Enfermedad de Lyme Crónica.

Varios síndromes han sido descriptos después de la terapia antibiótica de la enfermedad de Lyme. El término “síndrome post-Lyme” es a menudo usado para describir los síntomas inespecíficos (tales como cefalea, fatiga y artralgias) que pueden persistir meses después del tratamiento. Estos síntomas generalmente van mejorando gradualmente con el tiempo, entre 6 meses y 1 año. La patogenia de este síndrome no es completamente conocida, y hay quienes dudan de una relación causal entre la espiroqueta y los síntomas de estos pacientes.

El diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Lyme no serán tratados en este artículo, ya que el mismo no tiene por objeto desarrollar todos los aspectos de la enfermedad sino refrescar las formas clínicas de presentación y la evolución de esta exótica enfermedad.
El paciente que nos ocupa en este caso presentó una enfermedad de Lyme en la etapa diseminada temprana, con manifestaciones predominantemente neurológicas, y sin un eritema migrans que precediera el cuadro, como sucede en gran parte de los casos. Un elemento adicional como causa de la confusión fue la presencia de pleocitosis linfocitaria en LCR, que impresionaron al principio con una expansión clonal de tipo linfomatoso. Posteriormente se descartó la misma por citometría de flujo que mostró en el citoplasma de estas células de aspecto linfoplasmocitoide, de inmunoglobulinas policlonales, como expresión de respuesta inmunológica frente al agente infeccioso en el sistema nervioso central. Estas células, pueden existir en casos de neuroborreliosis aguda, y a veces simulan un linfoma. Probablemente la duda planteada en cuanto a diagnósticos diferenciales, hizo que se retrasara el diagnóstico, y que el tratamiento no se comenzara inmediatamente desde su internación. Eso explica la debilidad y el dolor persistente en cuello y hombro 1 mes después de comenzado el tratamiento antibiótico.



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