martes, 11 de agosto de 2009

Variaciones sobre un tema.

En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.


Un hombre de 57 años se presentó al departamento de emergencias con un historia de 2 semanas de disnea progresiva de esfuerzo, edema de miembros superiores e inferiores, tos no productiva, y escasa hemoptisis. Él también refirió hematoquecia esporádica, náuseas y vómitos intermitentes en los últimos 4 días. Dijo no haber tenido infección reciente de vías aéreas superiores ni del tracto urinario, fiebre, pérdida de peso, dolor abdominal, hematuria, dolor torácico o hematemesis.

Da la impresión de que los síntomas que presenta este paciente no pueden ser fácilmente explicados por un diagnóstico único, pero el desarrollo simultáneo de los mismos es tentador para los clínicos en el sentido de buscar una causa unificante. La combinación de disnea con hemoptisis, y edema periférico ocurriendo en un relativamente corto período de tiempo hacen sospechar enfermedad venosa tromboembólica. En esa circunstancia, el edema periférico puede predisponer al paciente a tromboembolismo venoso, o puede ser el resultado de hipertensión pulmonar e insuficienca cardíaca derecha. En ausencia de evidencias de un fuerte sangrado gastrointestinal, el pasaje de sangre roja por el recto sugiere origen intestinal, posiblemente hemorroides o angiodisplasia.


Los antecedentes médicos del paciente incluyen hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, y reflujo gastroesofágico con esófago de Barret; el más reciente examen endoscópico, llevado a cabo 2 años antes, no mostró evidencias de neoplasia. Él había comenzado con terapia insulínica 2 años antes, después de haber estado tratado varios años con glipizida. El resto de los medicamentos que tomaba incluían metoprolol, losartan, aspirina, omeprazol, y simvastatina. Era un gran fumador, y admitió uso ocasional de marihuana, y refirió que en el pasado había ingerido grandes cantidades de alcohol, pero que actualmente no consumía bebidas alcohólicas ni usaba drogas intravenosas. Había estado trabajando con pinturas y solventes 2 semanas antes, pero no tenía antecedentes de exposición previa a hidrocarburos.
Al ingreso, la temperatura era de 37,9ºC, la frecuencia cardíaca de 84 latidos por minuto, la frecuencia respiratoria de 24 por minuto, la presión arterial de 158/84 mmHg, y la saturación de oxígeno de 91% mientras el paciente respiraba aire ambiente. Había palidez conjuntival y sangre seca en orofaringe. Se auscultaban rales en ambas bases pulmonares. El examen cardíaco reveló un soplo sistólico al comienzo de la sístole grado 1/6 en el borde esternal izquierdo. La presión venosa yugular era normal. El abdomen del paciente no dolía ni había organomegalias ni ascitis. El examen rectal reveló hemorroides externas, y un test de guayaco para sangre oculta fue negativo. Había edema con Godet 3+ en la región sacra. La piel del paciente estaba caliente y seca, sin evidencias de nódulos, rash o petequias. No había dolor, inflamación articular ni adenopatías. El examen neurológico era normal.



El paciente tiene taquipnea, y su saturación de oxígeno está levemente baja; estos hallazgos, junto a la presencia de rales bibasales en el examen del tórax, sugieren proceso parenquimatoso pulmonar a nivel del intersticio, o del espacio alveolar. Los rales bibasales no son característicos de la embolia pulmonar, y por lo tanto sugiere otro trastorno pulmonar. Su palidez conjuntival aumenta la posibilidad de anemia, pero debido a que no hay evidencias objetivas de hemorragia gastrointestinal en curso por el examen de sangre oculta en materia fecal negativa, otras causas de anemia diferentes a las por pérdidas digestivas deben ser consideradas. Por ejemplo, la combinación de hemoptisis, sangre seca en la orofaringe, y rales bibasales en el examen de tórax, puede reflejar hemorragia pulmonar, como ocurre en el síndrome de Goodpasture, y otros síndromes pulmón-riñón. Es importante en este paciente su fuerte hábito tabáquico, y también su exposición a pinturas solventes, que han estado asociadas a hemorragia pulmonar en pacientes con anticuerpos anti membrana-basal.
El edema periférico del paciente se extiende al sacro. Aunque una causa posible es el fallo ventricular derecho, sólo o en combinación con fallo ventricular izquierdo, la presión venosa yugular normal sugiere que el edema no puede ser explicado por fallo cardíaco. Alternativamente, el edema puede ser debido a hipoalbuminemia, que puede ser el resultado de pérdidas renales o disminución de la síntesis de albúmina. Aunque el síndrome de Goodpasture podría explicar la asociación de enfermedad pulmonar y renal, éste se asocia más a síndrome nefrítico que a síndrome nefrótico por lo menos en su presentación, y éste último tendría un patrón de edema generalizado como tiene este paciente. El lupus eritematoso sistémico, por otro lado, es una causa potencial de hemorragia pulmonar, así como enfermedad renal con presentación nefrótica. Yo quisiera saber si hay otros hallazgos sugestivos de lupus.

El recuento de glóbulos blancos era de 15.000 por mm3, con 84% de polimorfonucleares y 8% de linfocitos; el hematocrito 17% con un volumen corpuscular medio de 79,4 fl; el recuento de plaquetas de 515000/ mm3. El nivel de sodio sérico era de 139 meq/l; potasio 4,2 meq/l; cloro 108 meq/l; bicarbonato 23 meq/l; urea 73 mg/dl, y creatinina 0,8 mg/dl. El hematocrito basal del paciente era de 45%. Los niveles de enzimas hepáticas estaban normales. El nivel de albúmina era de 2,2 g/dl, y el RIN era de 1,2. Un análisis de orina reveló una proteinuria de 3+ y 3+ de sangre con abundantes hematies, algunos de los cuales eran dismórficos, 11 a 20 cilindros granulares por campo, cuerpos ovales grasos, y cilindros pigmentarios sucios. No se observaron cilindros hemáticos. Un análisis de orina llevado a cabo 18 meses y 6 meses antes de la internación mostró microalbuminauria y proteinuria 1+, respectivamente. Una Rx de tórax mostró opacidades pulmonares bilaterales.

(Figura 1)

Cuál es el diagnóstico?


Los más notables resultados de laboratorio en el workup inicial incluyen severa anemia (con microcitosis), insuficiencia renal, una proteinuria reciente, clínicamente significativa, lipiduria, y marcada hipoalbuminemia. Los últimos tres hallazgos compatibles con síndrome nefrótico. La Rx de tórax es difusamente anormal, con un patrón de llenado alveolar; en un paciente con anemia microcítica, y un antecedente de hemoptisis y sangre oculta en materia fecal negativa, la opacidad pulmonar, muy probablemente represente hemorragia alveolar. La combinación de hemorragia pulmonar y enfermedad renal sugieren que este paciente tiene el llamado síndrome pulmón-riñon, que incluye el síndrome de Goodpasture, el lupus eritematoso sistémico, la granulomatosis de Wegener, y la poliangeitis microscópica. Aunque el paciente tiene leucocitosis y febrícula, la Rx de tórax no sugiere neumonía bacteriana, y yo no le daría antibióticos en este punto de la evolución.

El paciente fue admitido al servicio médico y se le comenzó con un régimen empírico de ceftriaxona intravenosa y azitromicina por posible neumonía adquirida en la comunidad. Después de recibir transfusión de células rojas, el hematocrito aumentó a 28%; sin embargo, su urea y creatinina aumentaron a 94 y 5,7 mg/dl respectivamente, en las primeras 36 horas de internación. Una ultrasonografía renal reveló agrandamiento de ambos riñones, con ecogenicidad normal y sin hidronefrosis, cálculos ni cicatrices. Un ecocardiograma transtorácico reveló ventrículos derecho e izquierdo de tamaño normal y con buena función, esclerosis aórtica leve sin estenosis, y regurgitación mitral leve. La TAC de tórax mostró consolidación difusa en vidrio esmerilado, linfadenopatías mediastinales, consolidación de todos los lóbulos con respeto relativo de la periferia y los extremos superior e inferior de ambos hemitórax (Figura 2). Los cultivos de sangre y orina fueron negativos. Un test de proteínas/creatinina en orina dió 9,1 (valor normal 0,2).


La TAC de tórax, muestra áreas de llenado alveolar bilateral, hallazgo consistente con hemorragia alveolar, más que con neumonía bacteriana. En base a esta constelación de hemorragia pulmonar, síndrome nefrótico, y fallo renal, yo continúo sospechando síndrome pulmón-riñón. Aunque el lupus puede explicar tanto la hemorragia pulmonar, como el síndrome nefrótico, la ausencia de otro hallazgo sugestivo de lupus, tal como rash cutáneo, o síntomas articulares, hacen que me incline más por síndrome de Goodpasture o una vasculitis. Las lesiones nodulares típicas de la granulomatosis de Wegener están ausentes en las imágenes, así que me oriento más hacia un síndrome de Goodpasture o una poliangeitis microscópica en este momento. La presencia de síndrome nefrótico con fallo renal, sin embargo, es inesperada ya que estos dos trastornos suelen presentarse más con un cuadro nefrítico que nefrótico. Yo en este momento indicaría una serie de estudios srológicos, incluyendo la investigación de anticuerpos anti membrana-basal glomerular, ANCA y FAN.

El paciente requirió 4 litros de oxígeno por cánula nasal para mantener una saturación de encima de 93%. Continuó con hemoptisis y frecuentes episodios de náuseas y vómitos. Los niveles de complemento C3 y C4 estaban en valores normales, y los títulos de ANCAc, ANCAp, anticuerpos anti-mieloperoxidasa y anti-proteinasa 3 estaban en títulos bajos menos de 1:20 (normal menos de 1:40). Un test para crioglobulinas fue negativo, así como tests para hepatitis B y C, y anti-DNA de doble cadena. Los niveles de anticuerpos anti membrana-basal medidos por metodología de ELISA era de 45 U/ml (normal menos de 21, indeterminado de 21 a 50, y positivo mayor de 50 U/ml). La broncoscopía reveló sangrado persistente durante el lavado broncoalveolar, hallazgo consistente con hemorragia alveolar difusa. Abundantes histiocitos cargados de hemosiderina estaban presentes en el examen histopatológico del lavado broncoalveolar (Figura 3A). Se inició plasmaféresis en emergencias y se comenzó con altas dosis de corticoides intravenosos.


A pesar de los resultados indeterminados de los tests de anticuerpos anti membrana-basal glomerular, yo creo que el paciente tiene un síndrome de Goodpasture, ya que creo que es el diagnóstico que más explica la constelación de síntomas y signos del paciente. Sin embargo, dado que el síndrome nefrótico es un hallazgo inusual en el síndrome de Goodpasture, quisiera saber si sus antecedentes de diabetes pueden haber complicado la presentación renal como causa primaria, o contribuyendo a la proteinuria. Dado la confusa forma de presentación de su enfermedad renal, yo estoy a favor de realizar una biopsia renal. Sin embargo, la institución empírica de terapia para síndrome de Goodpasture es apropiada, sobre todo si la biopsia no puede ser realizada inmediatamente.


Una biopsia renal fue llevada a cabo, y el examen de la biopsia reveló floridas semilunas epiteliales, con signos de organización temprana en aproximadamente 85% a 90% de los glomérulos (hallazgo consistente con glomerulonefritis rapidamente evolutiva). También estaban presentes los nódulos de Kimmelstiel–Wilson, característicos de la nefropatía diabética (Figura 3B). La inmunofluorescencia reveló depósitos lineales de IgG en las paredes de os capilares glomerulares, indicativos de enfermedad por anticuerpos antimembrana-basal glomerular (Figura 3C). Se repitió el ELISA para anticuerpos anti membrana-basal glomerular que fue de 53 U/ml.
El tratamiento con ciclofosfamida oral fue iniciado, y terapia con corticosteroides así como plasmaféresis diaria. Sin embargo, el pacientepersistió con náuseas y vómitos. Se le realizó hemodiálisis, con ultrafiltración tres veces por semana, no advirtiéndose signos de recuperación de la función renal; el gasto urinario cayó a menos de 240 ml/día. Los niveles de anticuerpos antimembrana-basal glomerular cayeron a 7 U/ml después de 10 días de plsmaféresis, pero la hemoptisis persistió, debiendo continuar con plasmaféresis 4 veces por semana.

La biopsia renal indica que, tanto la nefropatía diabética como la enfermedad por anticuerpos anti membrana-basal glomerular participan en la enfermedad renal de este paciente. Su tratamiento inicial con plasmaféresis, ciclofosfamida oral, y corticosteroides fue apropiado. Desafortunadamente, sin embargo, el alto porcentaje de glomérulos con semilunas, el elevado nivel de creatinina con oliguria, y la necesidad de diálisis sugieren un pronóstico pobre para la recuperación de la función renal.


Después de 4 semanas, la hemoptisis se resolvió, y la plasmaféresis fue discontinuada. La saturación de oxígeno del paciente era de 95% mientras respiraba aire ambiente. Para estudiar la hematoquecia, se sometió a fibrocolonoscopía que reveló hemorroides internas no sangrantes, y un pólipo hiperplásico, y una endoscopía digestiva alta que mostró esófago de Barret. El paciente fue dado de alta a un centro de rehabilitación después de su prolongada internación. Siete meses después del alta, continuó en hemodiálisis 3 veces por semana, ciclofosfamida oral y prednisona.

Comentario


Durante la pandemia de influenza de 1918-1919, el patólogo Ernest Goodpasture (1866-1960) reportó 2 pacientes con un síndrome rápidamente progresivo que finalmente llevó a la muerte de los pacientes, caracterizado por hemoptisis, anemia, y fallo renal. (1) Casos similares fueron posteriormente descriptos y atribuidos a la entidad clínica que ahora lleva su nombre. (2) Hoy, el término “síndrome de Goodpasture”, “enfermedad de Goodpasture”, y “enfermedad asociada a anticuerpos anti membrana-basal glomerular” son términos intercambiables qu representan el mismo proceso. Sin embargo, algunos usan el término de “síndrome de Goodpasture” más ampliamente para describir la combinación de glomerulonefritis y hemorragia pulmonar en ausencia de otra causa específica (por ej granulomatosis de Wegener), tanto si hay anticuerpos anti membrana-basal glomerular como si estos no están presentes. (3,4) Las manifestaciones de la enfermedad son causadas por autoanticuerpos dirigidos contra dominios 1 no-colágenos de la cadena alfa 3 del colágeno tipo IV de la membrana basal glomerular y tejido alveolar; los anticuerpos comienzan a producirse cuando antígenos crípticos son expuestos a través de una injuria o infección. (5)
El paciente reportó dos “disparadores” ambientales que han sido descriptos con el desarrollo del síndrome de Goodpasture: hábito de fumar cigarrillos, y exposición a solventes. La exposición a humo de cigarrillo está fuertemente correlacionado con el desarrollo de hemorragia pulmonar en pacientes con síndrome de Goodpasture. (6) Hay datos en humanos y en animales que sugieren una asociación causal entre la exposición a hidrocarburos y el desarrollo de enfermedad por anticuerpos antimembrana-basal glomerular. (7,8)
Tal como destacó el médico que discutió el caso, el diagnóstico diferencial de enfermedad renal que se presenta tanto con un sedimento nefrítico y una proteinuria en rango nefrótico es entre pocas entidades clínico-patológicas (glomerulonefritis membranoproliferativa, granulomatosis de Wegener, y lupus eritematoso sitémico).
También destacó que el síndrome de Goodpasture es el diagnóstico más probable en base a los hallazgos clínicos, a pesar de la presencia de síndrome nefrótico, y finalmente, la evaluación reveló nefropatía diabética de base, que, probablemente contribuyó a la presentación inicial. Reportes previos han descripto la ocurrencia de síndrome de Goodpasture concomitantemente con otras enfermedades asociadas con síndrome nefrótico (nefropatía membranosa, nefropatía diabética, granulomatosis de Wegener, lupus y nefropatía por IgA). (9)
El edema en miembros inferiores, a menudo visto en la proteinuria en rango nefrótico ha sido reportado en pacientes con síndrome de Goodpasture (10); en este caso, estuvo probablemente relacionado tanto a hipoalbuminemia como a fallo renal. La hematoquezia fue probablemente debida a hemorroides, y no estuvo asociada a hemorragia disgestiva. Casos de compromiso gstrointestinal han sido descriptos en pacientes con vasculitis. (11) Casualmente, uno de los casos índices descriptos por Goodpasture tenía compromiso esplénico, y pequeños infartos intestinales, probablemente secundarios a vasculitis más que a enfermedad por anticuerpos anti membrana-basal glomerular. (1,2)
El médico que discutió este caso, enfatizó que la biopsia renal era necesaria, especialmente dado el nivel indeterminado de anticuerpos anti membrana-basal glomerular y los hallazgos atípicos en este caso. En una pequeña serie de casos, de pacientes con anticuerpos anti membrana-basal glomerular probada por biopsia, con hemorragia alveolar, solo el 64% de los pacientes tenían anticuerpos circulantes anti membrana-basal glomerular. (10)
El test de anticuerpos negativo en pacientes con enfermedad documentada puede ser atribuible a variación en la detección de los laboratorios y a una reducida sensibilidad de la detección de estos anticuerpos en estadios iniciales de la enfermedad o a formas leves de la misma. Más aún, la terapia inmunosupresora puede reducir los niveles circulantes de anticuerpos antimembrana-basal glomerular. Además, los títulos de anticuerpos no se correlacionan directamente con la progresión de la enfermedad. (13)
En el caso descripto, el tratamiento con prednisona y plasmaféresis fue iniciada para un nivel indeterminado de anticuerpos antimembrana-basal glomerular, antes de llevar a cabo la biopsia, dado la alta sospecha clínica de síndrome de Goodpasture. Finalmente, la biopsia (así como el siguiente título de anticuerpos) confirmó el diagnóstico.
El diagnóstico temprano y el tratamiento combinado con corticoides, ciclofosfamida y plasmaféresis mejoran la evolución de los pacientes con esta universalmente fatal enfermedad. (14) El diagnóstico rápido es importante, ya que los resultados se correlacionan bien con el nivel de creatinina al momento del diagnóstico. En un estudio observacional, la sobrevida al año y la no necesidad de diálisis al año fueron de 100% y 95% respectivamente para pacientes con nivel de creatinina de 5,7 mg/dl o menos al momento del diagnóstico. En contraste, esas tasas cayeron a 83% y 82% respectivamente en los pacientes que al momento del diagnóstico tenían niveles de creatinina mayores. (15) Pacientes con semilunas en todos los glomérulos de la biopsia inicial, y que requirieron diálisis inicialmente, tuvieron más probabilidad de seguir con diálisis al año. Desafortunadamente, a pesar de la iniciación de plasmaféresis y terapia inmunosupresora, nuestro paciente requirió hemodiálisis tempranamente en el curso de la enfermedad, y no se recuperó.
En resumen, este caso, de enfermedad multiorgánica tiene un tema clásico con interesantes variaciones (un síndrome pulmón-riñón, combinado con variaciones de proteinuria en rango nefrótico, y sangrado digestivo).
Una buena historia clínica con un análisis riguroso del cuadro, le permitió al clínico que discutió el caso, deducir la combinación de diagnósticos.
Un diagnóstico definitivo debe ser buscado rápidamente siempre en pacientes con la combinación de enfermedad renal y hemorragia pulmonar para identificar una causa tratable.

Fuente
From the Department of Medicine (Z.D.G., B.A.Y.), Pathology and Laboratory Services and Department of Pathology (R.F.N.), and the Division of Nephrology (B.A.Y.), Veterans Affairs Puget Sound Health Care System and the University of Washington School of Medicine, Seattle; the American College of Physicians, Philadelphia (S.E.W.); and the Ann Arbor Veterans Affairs Medical Center and the Department of Internal Medicine and Patient Safety Enhancement Program, University of Michigan Health System — both in Ann Arbor (S.S.).
Address reprint requests to Dr. Goldberger at the University of Michigan Health System, Department of Internal Medicine, Division of Cardiovascular Medicine, CVC Cardiovascular Medicine, 1500 E. Medical Center Dr. SPC 5853, Ann Arbor, MI 48109, or at zgoldber@med.umich.edu
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domingo, 9 de agosto de 2009

Trombosis asociada a cáncer. Síndrome de Trousseau.

La trombosis fue identificada como complicación de cáncer por Trousseau en 1865, y la combinación de dos condiciones es todavía a menudo llamado síndrome de Trousseau. Las trombosis arteriales y más comúnmente las trombosis venosas son complicaciones frecuentes de cáncer y a veces son un síntoma heráldico de cáncer oculto. Más aún, el uso de nuevas terapias agresivas para el cáncer aumenta el riesgo de trombosis.

Si bien es cierto que Trousseau describió su síndrome, cuando encontró una asociación entre pacientes con cáncer y tromboflebitis superficiales migratrices, caracterizadas por nódulos o cordones duros palpados en el subcutáneo, de los miembros o del tronco (tromboflebitis de Mondor) que pueden plantear diagnósticos diferenciales con celulitis, eritema nodoso, linfangitis, vasculitis etc, cuando hoy día nos referimos al síndrome de Trousseau nos estamos refiriendo al estado hipercoagulable asociado a cáncer, que de hecho, no compromete solamente a las venas del territorio superficial, sino que cualquier área del sistema vascular venoso o arterial pueden afectarse.

El cáncer por diferentes mecanismos patogénicos, genera un estado de hipercoagulabilidad multicausal, que muchas veces marca el pronóstico de la enfermedad. No nos olvidemos que un gran porcentaje de enfermos con cáncer mueren finalmente por manifestaciones tromboembólicas de su estado hipercoagulable.
Hay muchas causas de trombosis en cáncer. El cáncer en si mismo, es a menudo el mecanismo de base.
Cuando células de la estirpe monocito-macrofágica interactúan con las células tumorales, ellas liberan factor de necrosis tumoral (TNF), interleukina-1 (IL-1) e interleukina-6 (IL-6), causan daño endotelial, haciendo que este, se convierta en una superficie trombogénica (ver figura).


Figura: algunos de los mecanismos implicados en la trombosis asociada a cáncer.


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La interacción entre las células tumorales y los macrófagos también activa plaquetas, factor XII, y factor X, que conduce a la generación de trombina y trombosis.



Sustancias en las células tumorales tales como cisteína proteasas y factor tisular (conocidos como procoagulantes de células tumorales) tienen actividad procoagulante o tromboplastina-like. Esos procoagulantes pueden directamente activar el factor X (a factor Xa), mientras factor tisular, incluyendo el liberado por los monocitos o los macrófagos, inducen la activación directa del factor VII (a factor VIIa).

La fracción de ácido siálico de la mucina de los adenocarcinomas, causa una activación no enzimática de activación del factor X.


La agresiva terapia antitumoral, como por ejemplo compuestos de platino, altas dosis de fluorouracilo, mitomicina, tamoxifeno, y factores de crecimiento (factor estimulante de colonias granulocitos, factor estimulante de colonias de granulocitos-monocitos, y eritropoyetina) aumentan el riesgo de trombosis. Los mecanismos de base por los cuales todas estas sustancias inducen daño vascular no se conoce bien. A pesar de una década de estudios, no se sabe por ejemplo cómo el tamoxifeno induce trombosis.
Los catéteres venosos centrales, comúnmente insertados para infundir quimioterápicos y para hiperalimentación, están también asociados con riesgo de trombosis y de embolismo. La superficie trombogénica de estos catéteres puede activar plaquetas y serina-proteasas, tales como factores XII y X. Más aún, los organismos gram-negativos que infectan los catéteres pueden liberar endotoxinas , y los organismos gram-positivos puedan liberar mucopolisacáridos bacterianos. Esos polisacáridos bacterianos pueden activar factor XII, inducen una reacción liberada por las plaquetas, que transforma a las células endoteliales en superficies trombogénicas; todo esto aumente el riesfo de trombosis. Las endotoxinas también inducen la liberación de factor tisular, TNF, IL-1, que pueden incitar la trombogénesis.

Traducción de:
Cancer-Associated Thrombosis
Rodger L. Bick, M.D., Ph.D.
The New England Journal of Medicine
Volumen 349:109-111. Julio 10, 2003. Número 2.
Fuente
From the Dallas Thrombosis–Hemostasis Clinical Center, University of Texas Southwestern Medical School, Dallas.

Bibliografía
Dolovich LR, Ginsberg JS, Douketis JD, Holbrook AM, Cheah G. A meta-analysis comparing low-molecular-weight heparins with unfractionated heparin in the treatment of venous thromboembolism: examining some unanswered questions regarding location of treatment, product type, and dosing frequency. Arch Intern Med 2000;160:181-188. [Free Full Text]

sábado, 8 de agosto de 2009

Mujer de 65 años con úlcera crónica de la mandíbula. Osteonecrosis asociada a bifosfonatos.


Presentación del caso:

Una mujer de 65 años fue vista en una clínica quirúrgica debido a úlcer mandibular que no cicatrizaba.
Tres años antes, la paciente había sido derivada a una clínica de cirugía oral y máxilofacial para tres piezas dentarias, canino mandibular derecho, y el primero y segundo premolar izquierdos. Las extracciones dentarias fueron llevadas a cabo en forma ambulatoria con anestesia local. El canino mandibular derecho fue extraido no quirúrgicamente, el segundo premolar izquierdo requirió extracción quirúrgica con elevación de un flap y remoción de hueso.
Una visita posoperatoria 1 semana más tarde, mostró que la herida estaba cicatrizando bien. Durante los siguientes 2 ½ años, la paciente tuvo controles regulares sin problemas. Seis meses antes de la actual evaluación, su dentista notó que el segundo premolar mandibular derecho esatba fracturado, con un área adyacente de eritema e inflamación de la gíngiva en el sitio de la extracción mandibular del primer premolar derecho. Tres meses más tarde, una nueva visita a su dentista reveló una úlcera que no cicatrizaba en la zona de la extracción, y movilidad anormal del segundo premolar mandibular derecho. La paciente fue derivada a una clínica de cirugía oral y máxilo-facial para evaluación.
Seis años y medio antes se le había hecho diagnóstico de mieloma múltiple, después de 8 años de haber presentado una gamapatía monoclonal de significado incierto (MGUS) (monoclonal gammopathy of undetermined significance). Las Rx óseas en ese momento mostraron cambios degenerativos en la columna dorsal y lumbar, así como en las rodillas, sin lesiones líticas. El tratamiento con quimioterapia incluyó vincristina, doxorubicina, y dexametasona, por seis ciclos, seguidos por altas dosis de busulfan y ciclofosfamida, y rescate con transplante autólogo de stem-cell, resultó en una remisión completa. Pamidronato intravenoso (90 mg) fueron administrados mensualmente; 2 años más tarde (4 ½ años antes de la internación actual), se reemplazó el pamidronato por ácido zoledrónico. Durante los 4 años antes de la internación actual, el mieloma múltiple recurrió, con una lesión lítica del cuello femoral que fue tratada con radioterapia. Hubo también elevaciones de los niveles séricos de IgG y paraproteínas, y una muestra de médula ósea positiva. Se empezó tratamiento con talidomida y dexametasona que estabilizó el nivel de proteínas séricas con una reducción del porcentaje de células plasmáticas en la médula ósea. El tratamiento con talidomida fue discontinuado después de 20 meses debido a neuropatía periférica.
Había antecedentes de hipertensión arterial, glaucoma, hipercolesterolemia, obesidad, osteoartritis, y un episodio de ciática causado por un quiste sinovial a nivel de L4-L5. La paciente que era negra, estaba casada, tenía hijos pequeños, y trabajaba en educación. No fumaba ni tomaba alcohol. Había antecedentes familiares de hipertensión arterial y diabetes mellitus. Un hermano tenía cáncer de próstata, y una abuela, cáncer uterino. La medicación incluia ácido zoledrónico 4 mg, intravenoso por mes, dexametasona 40 mg por semana, furosemida, potasio, y una crema de estrógenos.
En el examen de la boca, esta estaba roja, con ulceración mucosa y hueso expuesto en la zona de partes blandas del premolar mandibular. Faltaban varias piezas. Una Rx panorámica reveló un área de hueso esclerótico en la región de la mandíbula derecha, en la zona de las extracciones, y cóndilos con buenas cortezas.
Se llevó a cabo un procedimiento diagnóstico.


Diagnóstico diferencial:
La Rx panorámica obtenida en el momento de la presentación (Figura 1A) muestra múltiples extracciones dentarias. Las zonas de radiolucencias están asociadas con los alvéolos mandibulares de de los caninos y primer premolar (27 y 28 respectivamente de acuerdo al sistema de numeración de la American Dental Association) y son consistentes con desmineralización focal asociada a úlcera de mala cicatrización. El resto de la mandíbula parece anormalmente densa, un hallazgo visto en los pacientes tratados con bifosfonatos. No se observaron cuerpos extraños.

Yo traté a esta paciente así que conozco el diagnóstico. Esta mujer de 65 años, quien fue tratada por mieloma múltiple, tuvo una herida que no cicatrizaba que afectaba la mandíbula derecha casi 3 años después de una extracción dentaria (Figura 2A). La explicación más común para una herida que no cura es un proceso inflamatorio no diagnosticado o inadecuadamente tratado. Las causas de inflamación incluyen cuerpos extraños retenidos (por ejemplo fragmentos de piezas dentarias u otros materiales) No había, sin embargo, evidencias de materiales extraños. La osteomielitis no tratada, o tratada inadecuadamente es posible, en vista de su inmunosupresión crónica debido al mieloma múltiple y al tratamiento del mismo. La injuria mecánica, térmica, química, pueden retrasar la cicatrización, pero no hay antecedentes de tales injurias. (Figura 2A) Las enfermedades metabólicas tales como diabetes están asociadas con retraso en la cicatrización de heridas, pero tampoco tiene ese antecedente.
El cáncer, o los efectos de su tratamiento son una consideración sria en este caso. Los tumores primarios o metastásicos pueden ser confundidos con procesos inflamatorios crónicos de la encía o del hueso. Los pacientes con cáncer pueden estar crónicamente debilitados o inmunosuprimidos, aumentando su riesgo de infección por organismos oportunistas o inusuales. Los agentes quimioterapéuticos pueden retrasar la curación de heridas. Esta paciente tiene un mieloma múltiple, y ha estado expuesta a dexametasona, talidomida, y bifosfonatos endovenosos. Los hallazgos radiográficos de la lesión no sugieren la presencia de plasmocitoma en la mandíbula. Sin embargo, los antecentes y el examen físico, y los hallazgos radiográficos son consistentes con osteonecrosis de la mandíbula relacionada a bifosfonatos.

Osteonecrosis de la mandíbula relacionada a bifosfonatos.

Esta paciente tiene tres elementos definitorios de la osteonecrosis de mandíbula relacionada a bifosfonatos. Hueso expuesto por un período de más de 8 semanas , exposición a bifosfonatos, y ausencia de antecedentes de irradiación de la mandíbula. (1) Sus síntomas de dolor y signos de inflamación fueron probablemente debidos a infección secundaria del hueso expuesto por la flora oral. La dexametasona y la talidomida pueden empeorar la curación de heridas, pero en el contexto de exposición a bifosfonatos intravenosos, esos dos agentes no aumentan el riesgo de osteonecrosis de la mandíbula relacionada a bifosfonatos. (2,3,4)
La osteonecrosis de mandíbula relacionada a bifosfonatos fue primeramente descripta en 2003 en un reporte de una serie de 36 pacientes quienes habían sido tratados con bifosfonatos intravenosos y que se presentaron con hueso expuesto en maxilar superior o en la mandíbula, que no respondieron, o respondieron mal al tratamiento convencional, tal como tratamiento con antibióticos y debridamiento. (5) En este, y en subsecuentes reportes (6,7) más de 80% de los pacientes tuvieron diagnóstico de cáncer y exposición a bifosfonatos intravenosos, mientras raros casos de osteonecrosis de la mandíbula ocurrieron en pacientes con diagnóstico de osteoporosis, tratados con bifosfonatos por vía oral (por ej alendronato). Desde 2003, varios miles de casos han sido reportados en todo el mundo.
Aunque muchos observadores están de acuerdo en que hay una asociación entre la exposición a los bifosfonatos y el desarrollo de una lesión necrótica o inflamatoria de la mandíbula, hay controversia acerca de la epidemiología, patofisiología, y manejo de la osteonecrosis de mandíbula relacionada a bifosfonatos. El riesgo de esta condición está relacionada al tipo, y duración de la exposición a bifosfonatos, con un mayor riesgo asociado a los bifosfonatos intravenosos (1 a 14%) que con bifosfonatos orales (menos de 0,3%)(2,3,4,8) con ácido zoledrónico comparado con pamidronato, (3,4) y con una mayor duración de la exposición. (2,9)
Esta paciente ha sido tratada por 80 meses con bifosfonatos intravenosos, principalmente ácido zoledrónico. Los factores de riesgo local incluyen una historia de extracción dentaria u otros procedimientos dentoalveolares, la presencia de estructuras anatómicas tales como exostosis óseas, y enfermedad inflamatoria dental concomitante. Esta paciente se sometió a extracción dentaria 3 años antes de la presentación actual, que puede haber sido el evento precipitante. Otros factores de riesgo incluyen, la edad, la raza y el tipo de cáncer. Hay un 10% de aumento de riesgo por década de edad (3); los blancos tienen más riesgoo que los no blancos, (2) y el mieloma múltiple confiere mayor riesgo que el cáncer de mama u otro tipo de cáncer. (9) Notablemente, el uso de corticoides, la presencia de diabetes, consumo de tabaco o alcohol, mala higiene dental, y uso de talidomida no parecen conferir un riesgo aumentado para la osteonecrosis de mandíbula asociada a bifosfonatos. (9)
Para confirmar el diagnóstico, yo llevé a cabo una biopsia de partes blandas y de hueso en la herida mandibular con control tomográfico para localizar la lesión más exactamente. La biopsia fue sometida a estudios microbiológicos y patológicos. Desarrolló flora bacteriana normal. Posteriormente la herida fue sometida a debridamiento y se enviaron nuevamente mustras para anatomía patológica.


Una TAC sin medio de contraste fue obtenida después de que la biopsia confirmara la densidad ósea aumentada dentro de la cavidad medular en ambos lados de la mandíbula, ya visualizada antes en la Rx panorámica. La corteza aparecía focalmente radiolúcida e interrumpida, reflejando desmineralización y necrosis. Una densidad linear de la cara lingual de la mandíbula, representa la reacción perióstica que refleja inflamación local. (Figura 1B)


Los hallazgos radiográficos de esclerosis del maxilar superior y de la mandíbula son consistentes con el diagnóstico de osteonecrosis de la mandíbula relacionado a bifosfonatos. (10) La reacción perióstica notada en la TAC sugiere que el proceso ha evolucionado o precipitado una respuesta ósea y puede ser manifestación de osteomielitis.

Diagnóstico del Dr Thomas B. Dodson:
Osteonecrosis de mandíbula asociada a bifosfonatos.

Discusión patológica:
Las muestras de la biopsia inicial y de la segunda, tomada durante el debridamiento mostraron hallazgos similares, y consistían en fragmentos de encía y hueso subyacente. La encía estaba ulcerada con porciones intactas cubiertas por mucosa escamosa hiperplásica infiltrada por linfocitos, células plasmáticas, macrófagos y neutrófilos. (Figura 3A)





El infiltrado inflamatorio se expandía a la submucosa que también contenía vasos sanguíneos congestivos y tejido fibroso reactivo. Fragmentos de hueso lamelar cortical estaba necrótico (Figura 3B). Las líneas de cemento estaban aumentadas, y las superficies del hueso estaban festoneados por huecos, que son característicos de la osteomielitis y son los marcadores de la actividad osteoclástica previa. El hueso estaba infiltrado y rodeado por bacterias filamentosas gram-positivas, típicas de los actinomices, y células inflamatorias agudas (Figura 3C). Actinomyces es considerado flora oral normal y no debería ser informado separadamente en los cultivos.
El diagnóstico anatomopatológico es ulceración gingival, inflamación, y osteomielitis aguda con actinomyces, todos asociados con necrosis ósea en una paciente con mieloma múltiple y terapia con bifosfonatos, una constelación de hallazgos que se conoce como osteonecrosis de mandíbula asociada a bifosfonatos. (11,12,13,14,15,16,17,18) La terminología y la definición de esta condición están fundamentalmente basados en hallazgos clínicos y no necesariamente reflejan la condición patológica o patofisiológica de base. (15) Desafortunadamente esta definición y terminología pueden contribuir a problemas en la comprensión de porqué y cómo desarrollan estas lesiones y su relación con los bifosfonatos, así como en identificar los mejores modos de terapia.
Los bifosfonatos (análogos sintéticos químicamente estables de pirofosfato inorgánico, un compuesto afectado a la mineralización ósea 19,20) están concentrados en el tejido óseo donde reducen la resorción ósea y el remodelado por inhibición, tanto del crecimiento como la disolución de cristales de hidroxiapatita y la actividad de los osteoclastos. (13,18,19,20) Ellos también tienen efectos antiangiogénicos y antitumorales. (16,18)


En estudios tanto en humanos como en animales los bifosfonatos no han mostrado producir necrosis anatomopatológica de hueso por otro lado normal (necrosis aséptica). Los hallazgos morfológicos en muestras de biopsias de pacientes con diagnóstico clínico de osteonecrosis asociada a bifosfonatos, no son los mismos de aquellos con diagnóstico de osteonecrosis aséptica. En vez de eso, como en este caso, hay evidente ulceración e inflamación gingival, así como osteomielitis frecuentemente causada por actinomyces. (14) Ya que la necrosis ósea sin inflamación nunca se ve en esos pacientes, es imposible concluir que la necrosis precede a la osteomielitis; así, yo creo que la designación de “osteonecrosis” es un nombre erróneo. Por lo tanto, más que investigar cómo los bifosfonatos pueden causar necrosis ósea puede ser interesante preguntarse cómo ellos pueden contribuir a la ulceración gingival y a la osteomielitis en pacientes que han sido sometidos a extracciones dentarias. Por ejemplo, un estudio reciente sugiere que los bifosfonatos liberados por los osteoclastos en el hueso de la mandíbula después de un procedimiento dentario puede ser tóxico para el epitelio regenerador, contribuyendo posiblemente a una inadecuada curación, a lo que se agrega infección secundaria. (21)

Discusión del manejo:
Uso de bifosfonatos en el mieloma múltiple


Más de 80% de los pacientes con mieloma múltiple tienen evidencias de enfermedad ósea osteolítica en su presentación. La enfermedad ósea, si no es tratada, produce dolor, fracturas patológicas, hipercalcemia, compresión de la médula espinal, y la necesidad de radioterapia o intervenciones quirúrgicas. (22) Aunque la paciente bajo discusión no tenía evidencias de enfermedad ósea osteolítica al momento de la presentación inicial, los médicos que la trataron optaron por iniciar terapia con bifosfonatos. El uso de bifosfonatos ha sido crítico en reducir las complicaciones asociadas con la enfermedad ósea relacionada al mieloma múltiple, y otros cánceres, así como enfermedades óseas benignas, y su eficacia ha sido confirmada en ensayos prospectivos, randomizados y controlados contra placebo. (23,24,25) Las guias propuestas por la American Society of Clinical Oncology (ASCO) en 2002 recomendó el uso de bifosfonatos en pacientes con cáncer de mama y mieloma múltiple. (26,27) Para pacientes con mieloma múltiple, las guias recomiendan el uso ya sea de pamidronato o ácido zoledrónico para el tratamiento de la enfermedad ósea indefinidamente mientras el performance status del paciente lo permita. (27)
Tanto pamidronato como ácido zoledrónico han sido aprobados por la FDA para el tratamiento de la enfermedad ósea de pacientes con mieloma múltiple. (23,28,29,30) Ácido zoledrónico contiene dos cadenas nitrogenadas y es 1000 veces más potente que el pamidronato. (27) Ambos son administrados mensualmente por infusión intravenosas; sin embargo, pamidronato debe ser infundido en un período de 2 horas, mientras que ácido zoledrónico puede ser infundido en 15 minutos. Por esta razón, el tratamiento de la paciente fue rotado de pamidronato a ácido zoledrónico después de que el ácido zoledrónico hubiera sido aprobado por la FDA. Después de 6 ½ años de tratamiento con bifosfonatos, desarrolló osteonecrosis de mandíbula en el sitio de una extracción dentaria previa.
Dos estudios prospectivos que afectaron más de 500 pacientes con mieloma múltiple quienes habían sido tratados con pamidronato o ácido zoledrónico, mostraron osteonecrosis de la mandíbulaen 7% y 11% respectivamente después de un promedio de 39 meses de exposición a bifosfonatos con un riesgo acumulativo mayor para el ácido zoledrónico. (31,32) La potencia aumentada del ácido zoledrónico probablemente explica la mayor frecuencia de osteonecrosis de mandíbula en pacientes que reciben ácido zoledrónico. La mayoría de los estudios del uso de bifosfonatos tienen un tiempo limitado de seguimiento de aproximadamente 2 años. En la era de las nuevas terapias para el tratamiento del mieloma múltiple, el uso de agentes antiangiogénicos, incluyendo la talidomida, lenalidomida, (33) e inhibidores del proteasoma tales como el bortezomib, (34) han resultado en prolongación de la sobrevida de pacientes con mieloma múltiple. Este cambio en la expectativa de vida puede resultar en un tiempo aumentado de exposición a bifosfonatos, con un aumento resultante en el riesgo de complicaciones.
En respuesta a los reportes de la osteonecrosis de mandíbula relacionada a bifosfonatos, un consenso reciente sugiere que el pamidronato sea usado preferentemente al ácido zoledrónico en pacientes con mieloma múltiple, y que los pacientes sean tratados por solo 2 años hasta que se disponga de mayor información. (35) Para pacientes con enfermedad ósea activa después de 2 años, se sugiere reduccción de la dosis si se requiere continuar tratamiento. ASCO también actualizó sus recomendaciones respecto del uso de bifosfonatos en casos de enfermedad ósea relacionada a mieloma múltiple (36) e incluyen pamidronato o ácido zoledrónico por 2 años, después de lo cuál los clínicos deben considerar la discontinuación del tratamiento si la enfermedad ósea está estable o ha respondido. Los fabricantes de ácido zoledrónico están iniciando estudios para medir el riesgo de osteonecrosis de mandíbula prospectivamente en pacientes con cáncer de mama y mieloma múltiple. Esos estudios también están dirigidos a medir la efectividad de diferentes dosis, con marcadores de turnover óseos, y así medir la efectividad de la terapia. (37) Ellos también han producido guias para el cuidado dental, en las cuales recomiendan someterse a un control odontológico preventivo antes de comenzar con bifodfonatos, y mientras se toman los bifosfonatos, hacer controles odontológicos periódicos de rutina, mantener una buena higiene dental, y, si es posible, evitar extracciones dentales. Una vez que la osteonecrosis de mandíbula aparece, los bifosfonatos son generalmente discontinuados, como sucedió en esta paciente, aunque no hay datos que sugieran que esta práctica sirva de algo. Desafortunadamente, una vez que la enfermedad ha comenzado, el tratamiento es dificultoso.

Manejo de la osteonecrosis relacionada a bifosfonatos

La osteonecrosis de mandíbula asociada a bifosfonatos, típicamente no se resuelve completamente una vez que ha comenzado. Los actuales objetivos del manejo incluyen educación, control del dolor, control de la infección, y limitación de la progresión de la enfermedad. (1) En el estadio I de la enfermedad, el objetivo es controlar y limitar el proceso con lavados bucales con antibacterianos (clorhexidina al 0,12%) y debridamiento localizado para eliminar los bordes filosos y agudos o la pérdida de hueso. En estadio II, el dolor es considerado secundario a infección de la encía y el hueso. La terapia oral con antibióticos de amplio espectro, tales como penicilina, clindamicina, o eritromicina, y antibacterianos tópicos, así como debridamiento del hueso expuesto son utilizados. En el estadio III, además de los antibióticos y lavados con antibacterianos tópicos, se impone la intervención quirúrgica para remover hueso necrótico infectado.
Esta paciente, clasificada como estadio II de la enfermedad fue inicialmente tratada con discontinuación de el ácido zoledrónico, lavado con antibacterianos orales, terapia antibiótica con penicilina y debridamiento localizado, con toma de muestras para estudios anatomopatológicos y microbiológicos.


Seis semanas después de su presentación inicial, había un persistente defecto alveolar, y dolor de reciente aparición en la mandíbula. La paciente fue sometida a anestesia local, el 2º premolar mandibular derecho fue extraido, y el defecto mandibular fue explorado y debridado. El hueso necrótico fue removido en la base de la herida, y al final del procedimiento pudimos ver un lecho sangrante y sano en la base de la herida. La penicilina fue administrada por 14 días, y los lavados orales con clorhexidina se continuaron. El nuevo sitio de extracción cicatrizó bien, pero durante los siguientes 3 meses, el defecto mandibular con hueso expuesto persistió, a pesar de la higiene oral agresiva con clorhexidina y antibióticos.

Una TAC después del debridamiento (Figura 1C) muestra incremento de la reacción perióstica a lo largo de la cara lingual de la mandíbula, consistente con osteomielitis. Había desmineralización progresiva, algo de lo cual puede ser resultado de la cirugía. Había también más esclerosis de la mandíbula bilateralmente.

Debido a la progresión de las anormalidades en la TAC y a la aprición de un nuevo dolor en el canino mandibular derecho, la paciente fue llevada a la sala de operaciones, y el canino fue extraído, la herida fue nuevamente debridada, con muestras que se enviaron a cultivo y a anatomía patológica. Osteomielitis por actinomyces fue nuevamente observada, y la paciente tratada con ampicilina y sulbactam intravenoso por 6 semanas, seguidos por penicilina oral por 6 meses después de consultar con un especialista en enfermedades infecciosas. En su última visita, 7 meses después del procedimiento y 15 meses después de su evaluación inicial, había todavía un pequeño defecto en la gingiva, pero el área de hueso expuesto era de 2 mm por 4 mm; ella dijo no tener dolor, no había evidencias de infección, y la enfermedad fue reclasificada de estadio II a estadio I (hueso expuesto sin síntomas).



Si los bifosfonatos son depositados permanentemente en hueso, cuál es el razonamiento para usarlos indefinidamente? Porqué no determinar cuál es la dosis terapéutica y después parar de darlos? Es la osteonecrosis un evento por sobredosis de bifosfonatos?

Yo creo que son necesarios estudios para determinar si una dosis segura y efectiva puede ser determinada.

Una nota histórica: la osteomielitis de la mandíbula ocurrió en trabajadores de un fábrica de fósforos al comienzo del siglo XX , una entidad conocida como “phossy jaw.” Se sugirió que la osteonecrosis asociada a bifosfonatos representa un fenómeno similar. (38,39)


Diagnóstico anatómico:


Ulceración gingival, inflamación, y osteomielitis aguda con actinomyces, todo asociado a osteonecrosis ósea (osteonecrosis ósea asociada a bifosfonatos)


Traducido de:
CASE RECORDS OF THE MASSACHUSETTS GENERAL HOSPITAL

Case 9-2008 — A 65-Year-Old Woman with a Nonhealing Ulcer of the Jaw
Thomas B. Dodson, D.M.D., M.P.H., Noopur S. Raje, M.D., Paul A. Caruso, M.D., and Andrew E. Rosenberg, M.D.

Source Information
From the Departments of Oral and Maxillofacial Surgery (T.B.D.), Oncology (N.S.R.), Radiology (P.A.C.), and Pathology (A.E.R.), Massachusetts General Hospital; the Department of Radiology, Massachusetts Eye and Ear Infirmary (P.A.C.); the Department of Oral and Maxillofacial Surgery, Harvard School of Dental Medicine (T.B.D.); and the Departments of Oncology (N.S.R.), Radiology (P.A.C.), and Pathology (A.E.R.), Harvard Medical School.
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Imágenes de la sala. Herpes zoster del oftálmico.

Alrededor de una quinta parte de la población (y en su mayoría ancianos) sufrirá de HZ en su vida. Aunque muchos de los pacientes que no tienen trastornos de la inmunidad puedan recuperarse espontáneamente y en forma completa en solo semanas, algunos pacientes sufren complicaciones graves como las neuralgias y las alteraciones visuales.
En la población mayor de 80 años, la incidencia anual del HZ es de 10:1000. Esta cifra es mayor en los pacientes con alteraciones en la inmunidad. En los pacientes sanos no sería de utilidad el screening de factores de riesgo ya que no se demostró ninguna relación con otra patología subyacente.
Con respecto al HZ oftálmico, la incidencia es del 10% al 20% de los casos de HZ. Las complicaciones más graves son el dolor crónico, especialmente en los ancianos, y las alteraciones oculares en el 50% de los pacientes que no recibieron tratamiento antiviral. Es importante destacar que el riesgo de complicaciones es independiente de la edad y gravedad del exantema cutáneo del paciente.
Las principales manifestaciones clínicas, tanto agudas como crónicas, del HZ oftálmico incluyen el compromiso palpebral, conjuntival, de la epiesclera, de la córnea y de la cámara anterior. Para poder acercarse al diagnóstico, el médico de atención primaria deberá realizar un examen semiológico general y detallado de la región afectada.
Es importante estar alerta al compromiso ocular, que puede sospecharse por la presencia de exantema cutáneo en el territorio nasociliar (raíz, lateral y punta nasal y ángulo interno del ojo) o signo de Hutchinson.

La tinción de la córnea con fluoresceína permitirá detectar lesiones epiteliales. La ausencia del reflejo corneal puede predecir complicaciones futuras y la visión borrosa y el dolor frente al estímulo luminoso debe alertar al médico sobre uveítis.
El paciente con HZ oftálmico debe recibir el tratamiento antiviral oral lo antes posible. Solo los pacientes ancianos también se benefician con el tratamiento luego de las 72 horas del rash cutáneo por tener una respuesta inmune retrasada. El aciclovir es el antiviral con mayor evidencia científica sobre su efectividad para disminuir el porcentaje de complicaciones oculares y para reducir el dolor agudo. A pesar de la falta de estudios sobre el valaciclovir y el famciclovir (antivirales de segunda generación), éstos son ampliamente utilizados en la práctica clínica porque permiten una mayor adherencia al tratamiento ya que solo deben ser administrados por 3 días.
En los pacientes con infección ocular grave el aciclovir en forma tópica es de gran utilidad, aunque debe ser administrado junto con el tratamiento por vía oral. Complementariamente, el paciente con alteración de la función palpebral deberá recibir ungüentos lubricantes o algún gel ocular para evitar las lesiones mecánicas de la córnea.



Las principales indicaciones de derivación al especialista son:


* Signo de Hutchinson precoz
* Disminución de la agudeza visual
* Ojo rojo inexplicable
Dado que las complicaciones oculares excepcionalmente aparecen antes de los 7 días de la erupción cutánea, la derivación no es una emergencia. Aunque el paciente no haya consultado al oftalmólogo, debe iniciar el tratamiento antiviral oral.

Luego de la recuperación, el ojo afectado queda siempre vulnerable a nuevas complicaciones meses o años después del episodio. La regeneración epitelial de la córnea estará demorada o será deficiente si el paciente presenta hipo o anestesia corneal.


Para concluir, es de suma importancia destacar el gran impacto que tiene el antecedente de HZ oftálmico en un paciente. La frecuencia de complicaciones, una vez superado el cuadro agudo, es alta, precipitándose ante cirugías oftálmicas o en pacientes con disminución del estado de conciencia. Por este motivo, este antecedente personal debe figurar en la historia clínica del paciente.


Fuente:



Managing ophthalmic herpes zoster in primary care.Opstelten W. y Zaal M.

BMJ 331(7509):147-151

jueves, 6 de agosto de 2009

Ateneo Hospital Pintos 05/08/2009. Paciente de 61 años con astenia, cervicalgia, y pérdida de fuerzas en miembros inferiores.

Paciente masculino, de 61 años, trabajador rural.



Ingresa: 30/03/09. Egresa 20/04/09


Motivo de internación: astenia, cansancio, dolor cervical y adelgazamiento.

Enfermedad actual: Desde hace 2 meses nota en forma progresiva debilidad en miembro inferior izquierdo, que actualmente impide la deambulación
Ha perdido peso, aproximadamente 5 kg.

Antecedentes:
Cumplió tratamiento por TBC pulmonar hasta hace 4 meses.
Es fumador y alcohólico. Padece gota tofácea crónica, Hernia hiatal con reflujo gastroesofágico, diverticulosis colónica y múltiples quistes renales bilaterales.


Antecedentes Quirúrgicos: Laparotomía exploradora por herida de arma blanca abdominal.
Condiciones socioambientales deficientes

Examen físico
Talla: 1,64 m. Peso: 52 Kg. Lúcido, adelgazado, pulso reg., igual, 80/m. TA: 120/70 mmHg.
Discreta rigidez cervical, buena entrada bilateral de aire, auscultación cardíaca normal. Abdomen con cicatriz mediana supraumbilical, indoloro.
SNC: Fuerza muscular disminuida e hipoestesia en ambos miembros inferiores a predominio izq. Maniobra de Barré negativa. Reflejos osteotendinosos aumentados. Inestabilidad a la marcha con caída a la izq., Babinsky negativo. Prueba índice nariz: dismetría bilateral.

Exámenes complementarios
Leucocitos 12.200. N:84% L:11% M: 4%. Hematíes: 4.160.000. Hto:37.9%. Hb: 12.5g/dl. Plaquetas: 191.000.
Urea: 28 mg. Creat: 0.83 mg. Glucemia: 83.
Eritrosedimentación: 30 mm
Ionograma plasmatico: Na: 145. K: 4.32. Cl. 108 mmol/l.
TGO:34 TGP: 24 FAL: 226 T y C. de protrobina 14” 80%.



Rx Tx: infiltrado apical derecho secuelar (ver figura)
ECG: ritmo sinusal. Sin valor patológico

Diagnóstico diferencial




* Polineuropatía alcohólica
* Tumor cerebral
* Encefalopatía alcohólica
* Síndrome cerebeloso
* Síndrome de impregnación neoplásico
* TBC
* Neurotoxicidad de tuberculostáticos

Evolución
Reinterrogado el paciente refiere, ademas del trastorno de marcha; parestesias fulgurantes en ambos miembros superiores que se exacerban con los movimientos cervicales y la maniobra de Valsalva.
Rx CC: artrosis cervical.







Rx perfil de columna cervical




Cuál es el diagnóstico?




RMI cerebral:
Signos de involución encefálica cortical.


RMI Columna cervical: Los cuerpos vertebrales se muestran ligeramente rectificados. No se evidencian alteraciones de la señal medular en los mismos.
Los espacios intersomáticos están reducidos de altura y señal en forma generalizada, en los diferentes niveles cervicales, atribuíbles a modificaciones degenerativas mas evidentes en C3-C4, C4-C5, C5-C6,C6-C7. En estos niveles la presencia de uncoartrosis, hipertrofia de las apófisis articulares, y del ligamento amarillo y los desbordes discales, reducen parcialmente los diámetros neuroforaminales y configuran un canal medular estrecho en C3-C4 y C4-C5.

ž A nivel medular se visualizan áreas de malacia medular que impresiona secundaria a los severos cambios degenerativos.







Evaluado por Neurocirugía, Dr. Marcos Bezaron solicita nuevas Rx en máxima extensión y flexión. Se indica collar cervical para inmovilizar y hasta realizar laminectomía descompresiva de canal cervical estrecho.
El 17/4/09 es intervenido quirúrgicamente. Postoperatorio sin alteraciones.

Rehabilitación con buena evolución posterior.


Diagnóstico definitivo

1) Compresión medular cervical
2) Mielomalacia cervical compresiva
3) Artrosis cervical severa
4) Alcoholismo
5) Gota
6) Tuberculosis pulmonar
7) Tabaquismo

Conclusiones finales:

Un paciente de 61 años, trabajador rural, con importantes antecedentes tóxicos, entre los que destacan el alcoholismo, que se presentó a la consulta con sintomatología neurológica en miembros inferiores, a predominio en el lado izquierdo. Esta sintomatología, asociada a la hipoestesia en miembros inferiores hicieron pensar en polineuropatía alcohólica. Sin embargo, existía en el examen físico, un dato discordante, que era la hiperreflexia osteotendinosa generalizada, lo cual descartaba el diagnóstico sospechado inicialmente y hacían pensar en compromiso de sistema nervioso central.
La cervicalgia del paciente, los dolores fulgurantes referidos por el paciente con la flexión del cuello (signo de Lhermitte)
, orientaron a estudiar la columna cervical, que finalmente fue la causa de toda la sintomatología.
La dismetría que presentaba el paciente, que en un momento obligaron a descartar patología cerebelosa con imágenes (RMI), se debían a pérdida de fuerzas en miembros superiores, la cual desapareció en el posoperatorio.


Presentó:
Dr Rodolfo H Álvarez Prat
Jefe de Departamento de Clínica Médica
Hospital Pintos de Azul

martes, 4 de agosto de 2009

Oro de tontos...

En este ejercicio clínico se presenta un caso que es discutido por un médico internista al que se le van proporcionando datos de la historia clínica en forma secuencial, y este analiza el cuadro a la luz de los nuevos elementos, de una manera análoga al proceso diagnóstico en la práctica real de la medicina.


Un hombre de 20 años se presentó al departamento de emergencia después de un episodio sincopal.
Durante las dos semanas previas, el había tenido febrícula, anorexia, rinorrea, y cefalea. La mañana del ingreso, se sintió débil, y después presentó un episodio de pérdida de conocimiento en el baño; no tenía antecedentes de importancia. Su madre, quien presenció la caída, no observó ningún tipo de actividad convulsiva. Cuando recuperó la conciencia dijo haber tenido disnea. Su madre le controló la tensión arterial que fue en ese momento de 86/54 mmHg con un tensiómetro automatico, por lo que decidió traerlo al hospital. En el departamento de emergencias, el paciente permaneció hipotenso y disneico. El electrocardiograma mostró bloqueo completo de rama derecha con desviación del eje a la derecha, hallazgo que no estaba presente 8 meses antes (Figura 1)



Figura 1. Panel A: ECG obtenido 8 meses antes ded la presentación, y Panel B muestra un bloqueo completo de rama derecha nuevo, que no lo presentaba o meses antes (Panel A)



En ausencia de signos electrocardiográficos, la explicación para la secuencia de eventos podrían ser: deshidratación asociada a infección del tracto respiratorio superior prolongada, que condujo a síncope ortostático. Otras causas comunes de hipotensión asociada a síncope son algunos medicamentos y el componente vasodepresor del síncope neurocardiogénico, aunque la duración prolongada de hipotensión (todavía presente en laevaluación en el departamento de emergencias) sería improbable en las causas puramente neurocardiogénicas.
Los hallazgos electrocardiográficos, sin embargo, sugieren un trastorno cardíaco o pulmonar, que, junto a taquipnea, disnea, y síncope, hacen sospechar el diagnóstico de embolia pulmonar. Los pródromos de un cuadro séptico son una importante consideración en este caso también.



Dos años antes, al paciente se le había realizado un diagnóstico de linfoma linfoblástico de células pre-T estadio IV, cuando tenía 18 años. Además de ciclofosfamida, vincristina, doxorrubicina, y dexametasona, había recibido radioterapia en tórax y metotrexato intratecal. A pesar de una remisión completa después de la inducción y quimioterapia de consolidación, él presentó una recurrencia dentro del año. Se realizó posteriormente transformación leucémica, evidenciada por infiltración linfoblástica de su médula ósea e invasión leptomeningea. Subsecuentemente se sometió a transplante de stem-cell alogénico proporcionada por un hermano, junto con la implantación de un reservorio de Ommaya, e irradiación cerebral total. Estos tratamientos se vieron complicados por convulsiones, y enfermedad de injerto vs huésped, requiriendo terapia a largo plazo con corticosteroides 30 mg por día de prednisona por vía oral y 500 mg de micofenolato mofetil dos veces por día. Una segunda remisión completa fue lograda 3 meses antes de la presentación actual. Él no tenía antecedentes de otra enfermedad significativa excepto por asma de la infancia.


El uso prolongado de corticoides aumenta el riesgo de sepsis y agrega además la posibilidad de insuficiencia adrenal como factor contribuyente a la presenatación del cuadro. El efecto adverso de la doxorrubicina en el corazón, y la radiación torácica en pericardio, miocardio, pulmones, y circulación pulmonar y coronaria deben ser considerados, aunque el compromiso casi exclusivo del corazón derecho, o miocardiopatía derecha sería raro en todas esas situaciones mencionadas, y además, todas ellas ocurren tardiamente después del tratamiento.
La leptomeningitis linfomatosa, la quimioterapia intratecal, y la radiación cerebral total pueden haber causado una disfunción del sistema nervioso autónomo y producir una tendencia o predisposición especial al síncope en un contexto de insulto adicional como por ejemplo, un estado de deshidratación. La embolia pulmonar, todavía continúa siendo una preocupación


Cuando se lo trasladaba a la unidad de terapia intensiva, el paciente estaba conciente y respondía a los estímulos, pero estaba somnoliento. Estaba afebril, con una presión arterial media de 52 mm Hg, una frecuencia cardíaca de 125 por minuto, y una frecuencia respiratoria de 25 por minuto, con una saturación de oxígeno de 98% mientras se le administraba oxígeno a un ritmo de 2 litros por minuto por cánula nasal. En el examen físico llamaba la atención la ingurgitación yugular, y un galope por tercer ruido en el borde esternal izquierdo, con auscultación de algunos roncus pero sin rales. La piel estaba eritematosa con placas localizadas, compatibles con enfermedad de injerto vs huésped. Los resultados de laboratorio mostraban un recuento de glóbulos blancos de 7200/mm3 con una fórmula leucocitaria normal, un hematocrito de 42,5%, y un recuento de plaquetas de 155000/mm3. La revisión del frotis de sangre periférica no reveló células leucémicas. La creatinina sérica era de 0,7 mg/dl, y los electrolitos y la función heptática estaban normales. El nivel de troponina I era de 4,2 ng/ml (normal menos de 0,1). La medida de los gases en sangre, mientras el paciente respiraba aire ambiente reveló un pH de 7,43 y una pCO2 de 35 mmHg, con una pO2 de 62 mmHg. La Rx de tórax reveló leve cardiomegalia y edema pulmonar con una posible consolidación basal izquierda. La TAC de craneo no reveló masas ni hemorragia. Teniendo en cuenta la taquipnea, el aumento del gradiente alvéolo-arterial de oxígeno, y los cambios electrocardiográficos, se comenzó terapia empírica para embolismo pulmonar con heparina de bajo peso molecular, mientras se continuaba con la evaluación.



Aunque su relativamente baja presión arterial media pueda contribuir a su status mental alterado, existe preocupación por probable recurrencia del cáncer en sistema nervioso central, o una infección tal como neumonía (en base a la Rx de tórax), meningitis, o sepsis generalizada en un contexto de uso crónico de esteroides. La TAC de cerebro normal es útil pero no descarta recurrencia leptomeningea de linfoma. El examen físico y los estudios iniciales son consistentes con fallo cardíaco biventricular, pero, teniendo en cuenta los elementos electrocadiográficos, el fallo derecho parece ser el dominante. El nivel elevado de troponina puede indicar infarto de miocardio como causa del fallo cardíaco , pero la edad y la ausencia de evidencias electrocardiográficas de infarto, este dato probablemente refleje una sobrecarga de presión y sobrecarga de volumen en los ventrículos, particularmente en el derecho.
Aunque en este punto son importantes las imágenes para descartar embolismo pulmonar, llaman la atención los pródromos que el paciente presentó semanas antes de un síndrome de repercusión general, lo cual no es común en el tromboembolismo pulmonar, y dado su condición de inmunodeprimido, deben enfatizarse las medidas tendientes a descartar infección pulmonar o en algún otro sitio.
La posibilidad de recurrencia de su cáncer debe ser también considerada, sobre todo si se descartan el tromboembolismo pulmonar y la infección. Los hallazgos de la Rx de tórax pueden reflejar linfangitis carcinomatosa o enfermedad metastásica afectando el parénquima pulmonar o un proceso que ocluye selectivamente la vasculatura pulmonar (linfomatosis intravascular o embolia tumoral).


El análisis del líquido cefalorraquídeo reveló una presión normal, con un recuento celular de menos de 1 célula blanca /mm3, menos de 1 célula roja/mm3, un total de 14 mg de proteínas (valor normal menos de 45 mg/dl), y un nivel de glucosa de 58 mg/dl (normal 50 a 80 mg/dl). La coloración de Gram en busca de microorganismos fue negativa, y la investigación citológica para células neoplásicas fue negativa.
Se le prescribieron “dosis de stress” de corticosteroides, solución salina, y una terapia con antibióticos de amplio espectro con piperacilina-tazobactam y vancomicina.
El eco-Doppler de miembros inferiores fue negativo para trombosis venosa profunda, y una angio-TAC de tórax no demostró embolismo pulmonar. La evaluación del parénquima pulmonar mostró opacidades dispersas en vidrio esmerilado en lóbulos inferiores y medios y en menor grado los segmentos del lóbulo superior derecho. No había zonas de franca consolidación. Un ecocardiograma transtorácico, que había sido normal 8 meses antes, mostró función sistólica preservada, pero una hipertrofia ventricular izquierda nueva importante (Figura 2). El tamaño del ventrículo derecho y su función impresionaban normales.


Figura 2. Ecocardiograma obtenido 8 meses antes de la presentación (Panel A) y en la presentación (Panel B)
En un eje largo paraesternal, Panel B, muestra marcada hipertrofia concéntrica (flecha), comparada con un ecocardiograma obtenido 8 meses antes (Panel A, flecha)



El líquido cefalorraquídeo normal disminuye enormemente la probabilidad de una meningitis linfomatosa. Los resultados de la angio-TAC, el eco-doppler de miembros inferiores normal y la TAC de tórax, argumentan en contra de embolismo pulmonar; la heparina debiera ser interrumpida. Las opacidades en vidrio esmerilado de la TAC son inespecíficas, pero, dado el contexto clínico, sugieren neumonía viral severa, neumonía por pneumocystis (de particular riesgo por sus antecedentes de cáncer y de uso de corticoides), edema pulmonar, o cáncer. Debe continuarse con antibióticos de amplio espectro y debe considerarse la posibilidad de practicar broncoscopía con BAL para obtención de muestras microbiológicas y citológicas.
La ausencia de disfunción ventricular derecha y el inusualmente rápido desarrollo de hipertrofia ventricular izquierda en el ecocardiograma son preocupantes e inesperados. En ausencia de antecedentes de severa HTA o estenosis aórtica, la hipertrofia ventricular izquierda sugiere un trastorno infiltrativo. La sarcoidosis, y la amiloidosis (especialmente la amiloidosis transtiretina considerando su edad), son posibilidades diagnósticas, pero la progresión de sarcoidosis sería improbable en un paciente que toma corticoides por largos períodos. Con sus antecedentes, existe la posibilidad de linfoma que invade el miocardio, así como el intersticio pulmonar o la vasculatura. La elevación del nivel de troponina podría ser por infiltración linfomatosa de los ventrículos.


A la mañana siguiente, la presión arterial y el status mental se habían normalizado, y sus niveles de troponina estaban descendiendo. El nivel del péptido natriurético tipo-B (BNP) era de 2758 pg/ml (rango normal de menos de 300), y el nivel sérico de ferritina era de 2981 pg/ml (normal entre 8 a 282). Los cultivos de sangre, orina, y líquido cefalorraquídeo fueron negativos. En los cultivos de esputo desarrolló solo flora normal siendo negativo para hongos y Pneumocystis jiroveci. La RMN cardíaca con gadolinio reveló moderada hipertrofia ventricular izquierda concéntrica, y tamaño ventricular izquierdo y derecho, así como función sistólica normales. No había evidencias de depósito de hierro, pero se observaba un realce transmural extenso y “parcheado” que no respetaba ningún territorio ventricular (Figura 3). La cateterización del corazón derecho reveló presiones de llenado normal-altas, con un índice cardíaco de 2,1 litros por minuto/metro cuadrado de superficie corporal (normal más de 2,5).

Figura 3
RMN cardíaca con gadolinio
Áreas “parcheadas” de realce vistas en toda las paredes ventriculares pero que son más prominentes en el septum (flecha)



El nivel elevado de BNP refleja aumento de presiones de llenado, como también lo indican las medidas hemodinámicas, que son probablemente causadas por un ventrículo enfermo o infiltrado. La apariencia no homogénea “en parches” del miocardio en la RMN sugiere un proceso infiltrativo, más que zonas necróticas. El elevado nivel de ferritina puede ser por un proceso inflamatorio o infiltrativo hepático, congestión hepática, enfermedad hepática previa (enfermedad de injerto vs huésped), y exceso de hierro debido a múltiples transfusiones durante las quimioterapias y el transplante. La función sistólica preservada y el ventrículo izquierdo hipertrófico sugieren una miocardiopatía restrictiva, como puede ocurrir en la hemocromatosis, la amiloidosis, y la sarcoidosis. La combinación de enfermedad cardíaca, hepática y niveles elevados de ferritina son muy sugestivos de hemocromatosis, pero su edad tan joven, y los hallazgos de la RMN no sostienen este diagnóstico.
Dado que una recurrencia de su cáncer todavía son una fuerte preocupación, y que el proceso parece afectar más al corazón que al pulmón, el paso siguiente sería una biopsia endomiocárdica.


Se llevó a cabo una biopsia endomiocárdica del ventrículo derecho, no revelando evidencias de ninguna enfermedad infiltrativa, injuria inducida por radiación, enfermedad de injerto vs huésped, leucemia, o miocarditis en la tinción con hematoxilina-eosina, microscopía electrónica, y examen por inmunofluorescencia (Figura 4).

Figura 4: Micrografía de una muestra de biopsia de endomiocardio de ventrículo derecho.
El miocardio es normal, con miocitos e intersticio normales (figura inserta). Las muestras están coloreadas con hematoxilina-eosina.



Una PCR para citomegalovirus fue negativa, así como el cultivo viral. Dado su status hemodinámico mejorado, y el resultado normal de todos los tests, los clínicos sospecharon que el evento sincopal había ocurrido como resultado de deshidratación por enfermedad viral sobreagregada, sobre una miocardiopatía restrictiva no diagnosticada previamente. Dado que repetir otra biopsia endomiocárdica fue considerada de bajo rédito diagnóstico y a la negativa por parte del paciente de someterse a nuevos tests invasivos, se le dió el alta con un plan de seguimiento ambulatorio. En dos visitas posteriores, el paciente reportó tener disnea de esfuerzo, y continuó teniendo un galope por tercer ruido. Un nuevo ecocardiograma reveló hipertrofia ventricular izquierda sin cambios, y una función sistólica igual a la determinada un mes previo. El nivel de troponina I varias semanas despés del alta permanecía elevada en niveles de 0,9 ng/ml.


La ausencia de progresión ecocardiográfica en 1 mes es una buena noticia, pero su disnea es preocupante. La elevación modesta pero persistente de la troponina ha sido descripta en pacientes con enfermdades infiltrativas, tales como la amiloidosis. Existe la posibilidad de un resultado falso negativo de la biopsia, quizá debido a error de de la toma de la muestra.
Aunque la infiltración miocárdica maligna es rara, esta posibilidad permanece siendo particularmente preocupante. Aunque una biopsia de pulmón puede ser necesaria, una nueva biopsia endomiocárdica pude ser de mayor rédito diagnóstico.


Dos meses después de la hospitalización inicial, el paciente presentó disnea aguda e hipotensión. El ecocardiograma rebeló un derrame pericárdico circunferencial complicado por taponamiento cardíaco. El paciente fue llevado a la sala de cirugía para drenaje pericárdico y biopsia miocárdica.


Cuál es el diagnóstico?



Un derrame pericárdico hemorrágico sugiere que el proceso miocárdico no es solo infiltrativo, sino también invasivo. Es probable que un cáncer altamente agresivo haya invadido el miocardio.

A pesar del drenaje del derrame pericárdico, la hipotensión refractaria y la hipoxia persistieron. Los esfuerzos para resucitarlo no fueron exitosos, y el paciente falleció rápidamente después del procedimiento. El análisis anatomopatológico reveló líquido pericárdico maligno con extensa infiltarción leucémica del miocardio. (Figura 5).
Figura 5
Micrografía de una biopsia incisional.
Densos infiltrados de células mononucleares están presentes en el miocardio, con blastos en el espacio intersticial (foto inserta superior), y blastos teñidos de marrón (foto inserta inferior) confirmando el fenotipo de leucemia linfoblástica aguda


Comentario:

Un test falso negativo puede proyectar una larga duda diagnóstica. En este caso, una biopsia endomiocárdica negativa oscureció el diagnóstico final y dificultó el manejo.
Después de la presentación imicial con hipotensión, síncope, y evidencias electrocardiográficas de sobrecarga del corazón derecho, los médicos tratantes consideraron embolia pulmonar.
El uso de corticosteroides por períodos prolongados también hicieron que la sepsis e insuficiencia suprarrenal fueran consideradas. En el proceso de evaluación, se encontró una miocardiopatía. Comparando con un ecocardiograma previo, se observó una rápida progresión de engrosamiento de la pared ventricular; rápidamente se interpretó como un proceso infiltrativo y no como una hipertrofia.
Aunque la recurrencia del cáncer estuvo dentro de las consideraciones diagnósticas, la biopsia endomiocárdica del ventrículo derecho fue normal.
Cuando se evalúa miocardiopatías restrictivas o infiltrativas, la RMN y la biopsia endomiocárdica son los dos tests diagnósticos más importantes. Sin embargo, esos tests deben ser interpretados en el contexto del resto de la evaluación médica.
La RMN cardíaca permite evaluar las características tisulares del miocardio y del pericardio, y pueden realzar regiones de miocardio infartado (si la zona corresponde a la distribución de una rama coronaria), o pueden mostrar inflamación o infiltración si no se corresponde con una zona de distribución de una coronaria (1,2) Los tests bioquímicos (por ejemplo la investigación de cadenas livianas, electroforesis de proteínas, y ferritina plasmática) y la RMN pueden estrechar la lista de posibilidades, aunque el diagnóstico definitivo, a menudo requiere biopsia endomiocárdica. (3)
Aunque la biopsia endomiocárdica del ventrículo derecho ha sido considerado un test diagnóstico standard para los procesos restrictivos y miocardíticos, los resultados falsos negativos son comunes. (4)

Aunque muy sensible para un proceso miocárdico difuso, tal como amiloidosis, la biopsia endomiocárdica es insensible para enfermedades de distribución “parcheada” o parcelar (por ej sarcoidosis). Una biopsia ventricular izquierda puede ser llevada a cabo si la RMN sugiere lesión exclusiva en ventrículo izquierdo, (5) pero este procedimiento está asociado a mayor riesgo y morbilidad. Cuando un resultado negativo es incompatible con el cuadro clínico, se debe repetir la biopsia para aumentar el rédito diagnóstico.

El linfoma, la leucemia, y sus tratamientos pueden tener profundos efectos en el miocardio y en el pericardio. (6) La radiación torácica puede inducir fibrosis del miocito, cicatrices pericárdicas, estenosis valvulares, y enfermedad aterosclerótica prematura, pero esas complicaciones no son clínicamente evidentes hasta años o décadas después del tratamiento. La quimioterapia con antraciclícos puede causar apoptosis dosis-dependiente y cardiomiopatía dilatada.

La infiltración leucémica es muy rara, pero estáperfectamente descripta en la enfermedad avanzada. (7) Aunque es improbable que un diagnóstico precoz de esta segunda recurrencia del cáncer hubiera alterado la evolución de la enfermedad, el reconocimiento del proceso antes de lo que se hizo en este caso, podría haber cambiado la evolución clínica.
Este caso subraya la importancia de la aplicación de los principios Bayesianos en todas las fases de la evaluación diagnóstica. Las consideraciones del contexto clínico son críticas cuando se interpretan los resultados de los tests diagnósticos, aún cuando esos tests se consideren los “gold standards” (patrón oro)

Traducción de :
Fool's Gold
Nicholas J. Leeper, M.D., Gurpreet Dhaliwal, M.D., Sanjay Saint, M.D., M.P.H., and Ronald M. Witteles, M.D.
Clinical Proble-Solving
Volume 359:2035-2041 November 6, 2008 Number 19

Source Information
From the Division of Cardiovascular Medicine, Stanford University School of Medicine, Stanford, CA (N.J.L., R.M.W.); the University of California, San Francisco, School of Medicine and the San Francisco Veterans Affairs Medical Center, San Francisco (G.D.); and the Ann Arbor Veterans Affairs Health Services Research and Development Center of Excellence and the University of Michigan Health System, Ann Arbor (S.S.).
Referencias bibliográficas
1) Celletti F, Fattori R, Napoli G, et al. Assessment of restrictive cardiomyopathy of amyloid or idiopathic etiology by magnetic resonance imaging. Am J Cardiol 1999;83:798-801, A10. [CrossRef][ISI][Medline]
2) Vogelsberg H, Mahrholdt H, Deluigi CC, et al. Cardiovascular magnetic resonance in clinically suspected cardiac amyloidosis: noninvasive imaging compared to endomyocardial biopsy. J Am Coll Cardiol 2008;51:1022-1030. [Free Full Text]
3) Ardehali H, Qasim A, Cappola T, et al. Endomyocardial biopsy plays a role in diagnosing patients with unexplained cardiomyopathy. Am Heart J 2004;147:919-923. [CrossRef][ISI][Medline]
4) Angelini A, Calzolari V, Calabrese F, et al. Myocarditis mimicking acute myocardial infarction: role of endomyocardial biopsy in the differential diagnosis. Heart 2000;84:245-250. [Free Full Text]
5) Frustaci A, Verardo R, Caldarulo M, Acconcia MC, Russo MA, Chimenti C. Myocarditis in hypertrophic cardiomyopathy patients presenting acute clinical deterioration. Eur Heart J 2007;28:733-740. [Free Full Text]
6) Berry GJ, Jorden M. Pathology of radiation and anthracycline cardiotoxicity. Pediatr Blood Cancer 2005;44:630-637. [CrossRef][ISI][Medline]
7) Daisley H, Charles W. Cardiac involvement with lymphoma/leukemia: a report of three autopsy cases. Leukemia 1997;11:Suppl 3:522-524. [Medline]