lunes, 3 de diciembre de 2012

TUBERCULOSIS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL


INTRODUCCIÓN
La tuberculosis (TBC) del  sistema nervioso central (SNC) incluye tres formas clínicas: la meningitis, el tuberculoma intracraneal y la aracnoiditis espinal tuberculosa. Las tres formas de infección de SNC se ven especialmente en zonas del planeta donde la TBC tiene alta incidencia lo que corresponde a países en vías de desarrollo, y es en estos lugares donde la prevalencia de la diseminación post-primaria es común en niños y población joven. (1,2) Mientras que en los países desarrollados las manifestaciones extrapulmonares de la tuberculosis se ven principalmente en adultos como expresión de reactivación de la infección y la forma predominante es la meningitis.
Secuela fibrosa y tráctil de la región basilar en la necropsia de un paciente fallecido por meningitis tuberculosa


 

PATOGÉNESIS

Focos tuberculosos aislados (tubérculos) son implantados en el cerebro, meninges o hueso adyacente durante la bacilemia que sigue a la primoinfección tuberculosa o a reactivación tardía de focos tuberculosos en cualquier parte del organismo.
El crecimiento y posterior ruptura al espacio subaracnoideo es el evento crítico para el desarrollo de la meningitis tuberculosa (Figura 1). (3) La amplia y densa distribuciónde los focos tuberculosos sembrados en la tuberculosis miliar progresiva aumentan ampliamente la probabilidad  de localización periependimaria de estos tubérculos.

 

Figura 1. Nódulo tuberculoso (foco de tuberculosis metastásica, origen de la meningitis)
 

Por lo tanto, la meningitis tuberculosa ocurre más comúnmente como complicación de la infección post-primaria en niños y población joven que no pueden contener la infección primaria, y de la reactivación de focos crónicos en adultos con inmunodeficiencias causadas por envejecimiento, alcoholismo, desnutrición, cáncer, diabetes, SIDA, corticoterapia etc. El trauma cefálico o la edad avanzada pueden también evolucionara desestabilización de un foco hasta ese momento quiescente, ocasionanando una meningitis sin evidencias de infección generalizada.

La diseminación de las proteínas de los bacilos tuberculosos en el espacio subaracnoideo produce una intensa reacción de hipersensibilidad y cambios inflamatorios que son más marcados en la base del cerebro. Hay tres elementos que dominan el cuadro histopatológico y explican las manifestaciones clínicas: (3,4)

·       Aracnoiditis proliferativa, más marcada en la base del cerebro, que eventualmente  produce una masa fibrosa que involucra los nervios craneales y los vasos penetrantes (Figura 2).

·       Vasculitis con formación de aneurismas, trombosis e infartos, afectando vasos que atraviesan la base del cerebro, o produciendo un exudado espinal  o de localización en tejido cerebral. Son comunes las lesiones múltiples, de lo cual pueden resultar una variedad de síndromes de strokes comprometiendo los ganglios de la base, la corteza cerebral, la protuberancia y el cerebelo. (5) Las vasculitis intracraneales son un hallazgo común en las autopsias y son los mayores  responsables de los déficits neurológicos. En un estudio de 27 autopsias, se encontraron flebitis y distintos grados de arteritis en 22 casos, incluyendo infartos cerebrales hemorrágicos(6)

·      La hidrocefalia comunicante es el resultado de la extensión del proceso inflamatorio  a las cisternas basales, y la consecuente obstrucción a la circulación y reabsorción del LCR. La obstrucción del sistema de acueductos desarrolla menos frecuentemente, por contracción de los exudados, tuberculomas del tronco cerebral. 
 
Figura 2. Aracnoiditis proliferativa de la regón basilar.
 

Susceptibilidad del huésped.
La vía de los receptores del tipo “toll-like” parecen influenciar en la susceptibilidad del hombre a la meningitis tuberculosa. Existen algunos polimorfismos de los receptores toll en sus dominios para la interleukina-1 que le confieren  a algunos individuos la susceptibilidad a la meningitis tuberculosa así como a la tuberculosis pulmonar.  Esos polimorfismos se asocian a producción disminuida de interleukina-6 lo cual sugiere que esta susceptibilidad aumentada a la tuberculosis está dada por mecanismos inmunomodulatorios.

 

FORMAS DE TUBERCULOSIS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL.

 
Meningoencefalitis Tuberculosa.
La tuberculosis meníngea es la manifestación clínica del  1% de todos los casos de TBC y 6% de la TBC extrapulmonar en inmunocompetentes.
El reconocimiento temprano es de importancia crítica debido a que la evolución depende del estadio en que la terapia se inicia. Debe comenzarse la terapia empírica antituberculosa en forma inmediata en cualquier paciente con meningitis en que se encuentre un LCR con glucosa baja, proteínas elevadas, y pleocitosis linfocítica si hubiera evidencias de tuberculosis en otra parte del organismo, o si la evaluación general del paciente no aparece un diagnóstico alternativo. El examen seriado del LCR con tinciones para ácido alcohol resistentes y cultivos es el mejor approach diagnóstico. Las tinciones y los cultivos suelen dar positivos varios días después de que la terapia se ha iniciado. (8,9)

 

Clínica
El clásico paciente con meningitis tuberculosa se presenta con una enfermedad febril subaguda que evoluciona  a través de tres fases: (10-13)

  FASE PRODRÓMICA que dura dos o tres semanas y se caracteriza por inicio insidioso de malestar, astenia, cefalea, febrícula y alteraciones de la personalidad.

  La FASE MENÍNGEA sigue con hallazgos neurológicos más pronunciados tales como meningismo, cefalea sostenida, vómitos, letargia, confusión, y varios grados de compromiso de nervios craneanos y signos de vías largas.

  La FASE PARALÍTICA, que sobreviene a medida que la enfermedad progresa acelerándose rápidamente; confusión que evoluciona a estupor, coma, convulsiones y a menudo hemiparesia. La mayoría de los pacientes no tratados muere en cinco a ocho semanas de comenzados los síntomas. 

Alrededor de un tercio de los pacientes se presentan como tuberculosis generalizada (miliar) en cuyo caso un cuidadoso fondo de ojo a menudo muestra tubérculos en la coroides (Figura 3). Ellos son múltiples nódulos o granulomas mal definidos de coloración blanco amarillenta de tamaño variable y de localización cercana a la papila óptica. Si están presentes en un paciente con meningitis los tubérculos coroideos son una pista de gran valor diagnóstico.
 
Figura 3. Tubérculos coroideos miliares que aparecen como nódulos mal definidos en el fondo de ojo, y que se distribuyen de manera amplia.

 
Signos de tuberculosis activa fuera del sistema nervioso central son importantes en el diagnóstico pero suelen estar ausentes o ser inespecíficos. Las alteraciones en la Rx de tórax pueden verse en el 50% de los casos y van desde lesiones sutiles hasta un patrón de tuberculosis miliar. El test cutáneo con PPD es positivo la mayoría de las veces aunque un resultado negativo no excluye el diagnóstico. (10,11)

 
Presentaciones Atípicas.
Hay casos atípicos que pueden mimetizar  otras condiciones neurológicas y que son importantes de reconocer. Como ejemplo, un paciente puede presentarse con un cuadro agudo de meningitis rápidamente progresivo que sugiere meningitis bacteriana o con un cuadro demencial de lenta evolución en un período de meses o aun años, caracterizado por cambios de la personalidad, retracción social, pérdida de la líbido y déficit de memoria. Menos comúnmente, un curso encefalítico caracterizado por estupor, coma y convulsiones sin signos claros de meningitis. (14)

 
Estadios Clínicos
Es útil para el pronóstico y la terapéutica categorizar al paciente en estadios de enfermdad basados en el estado mental y los signos neurológicos. (14,15)

ESTADIO I. Paciente lúcido sin signos neurológicos focales ni evidencia de hidrocefalia.

ESTADIO II. Letargia, confusión, puede haber signos de foco tal como parálisis de nervios craneales o hemiparesia.

ESTADIO III. Enfermedad avanzada con delirio, estupor, coma, convulsiones, múltiples parálisis craneales y/o hemiplejia.

Pacientes con Infección por HIV y Meningitis Tuberculosa.
Hay pocos reportes que indiquen que la TBC de sistema nervioso central sea un problema diferente en pacientes con SIDA. (16,17) Un estudio comparó clínica, laboratorio, y mortalidad en pacientes con meningitis TBC con o sin HIV. Los tuberculomas son más frecuentes en el grupo HIV (60% vs 14%); por otro lado, la coinfección con HIV no altera las manifestaciones clínicas, los hallazgos del LCR o la respuesta a la terapia. (19,20,21)

 
Diagnóstico Diferencial.

El diagnóstico diferencial de meningitis tuberculosa es con todos los cuadros que cursen con una meningitis subaguda o crónica, con una fórmula citológica caracterizada por pleocitosis linfocitaria, concentración de glucosa disminuida y alta cantidad de proteínas. (22,23)  Estas características se ven especialmente en criptococosis, y ocasionalmente en otras infecciones fúngicas granulomatosas profundas (histoplasmosis, blastomicosis, coccidioidomicosis), brucelosis, y neurosífilis. Un síndrome similar puede ser encontrado en pacientes con infecciones supuradas parameníngeas (por ejemplo sinusitis esfenoidal, absceso cerebral, o infecciones espinales epidurales). Los pacientes con encefalitis herpéticas pueden exhibir fórmulas citológicas similares en LCR, incluyendo leves descensos de la glucosa.

Otras entidades a considerar en el diagnóstico diferencial son las meningoencefalitis virales (herpética, parotiditis), meningitis bacterianas parcialmente tratadas, meningitis neoplásicas (linfoma, carcinoma)

Diagnóstico.
El diagnóstico de TBC de sistema nervioso central puede ser dificultoso. Mantener un alto grado de sospecha es vital a la hora de indicar una terapia oportuna.

Líquido Cefalorraquídeo.
El examen del LCR es de importancia crítica en el diagnóstico temprano de meningitis tuberculosa. Típicamente el LCR muestra proteínas elevadas y glucosa baja con pleocitosis mononuclear.  Las proteínas van de 100 a 500 mg/dL  en la mayoría de los pacientes; sin embargo, los pacientes con bloqueo subaracnoideo pueden mostrar niveles de proteínas extremadamente altos en el rango de 2 a 6 g/Dl!!!, asociados con xantocromía y tienen mal pronóstico. La glucosa del LCR es de menos de 45 mg/dL en el 80 por ciento de los casos. El recuento celular habitualmente va entre 100 y 500 células. (22,23,24)

Al comienzo del cuadro la reacción celular es a menudo atípica con sólo pocas células y predominio de polimorfonucleares. Posteriormente cambia rápidamente a una respuesta linfocítica en posteriores análisis del LCR. Una vez comenzado el tratamiento con tuberculostáticos algunos pacientes viran por un período corto a la reacción polimorfonuclear coincidiendo con un deterioro clínico transitorio (la llamada “paradoja de la terapéutica”)

 Cultivo y Sensibilidad.
La importancia de repetir y examinar cuidadosamente el LCR para M. tuberculosis nunca es  repetido lo suficiente. Un mínimo de tres punciones seriadas en intervalos de un día deben ser llevadas a cabo, aunque la terapia empírica no debe ser diferida durante este tiempo. En una serie grande, el diagnóstico fue de 37% en la primer punción por tinciones para ácido-alcoholresistentes, y de 87% en cuatro punciones aun aunque la terapia antituberculosa se implementó después de la primera punción.

En un estudio de 132 meningitis tuberculosas el diagnóstico se llevó a cabo en la tinción para bacilos ácido-alcohol resistentes y cultivo en 58% y 71% de los casos respectivamente.

La tinción para bacilos ácido-alcohol resistentes puede dar más rédito si se tienen en cuenta los siguientes principios: (11,22,25)

1) Es mejor usar la última parte del LCR extraído, y la recuperación del microrganismo mejora si se extraen grandes volúmenes (10 a 15 ml).

2) Los organismos pueden ser demostrados en forma más eficiente en una tinción del coágulo o el sedimento. Si no se forma un coágulo, el agregado de 2 ml de alcohol al 95% ocasiona una fuerte precipitación de proteínas lo cual hace que los bacilos se precipiten al fondo del tubo una vez centrifugado.

3) Una cantidad de 0,02 mL del centrifugado deben ser colocados en un portaobjetos en un área que no exceda de un centímetro y teñido por los métodos standard de Kinyou o de Ziehl- Neelsen.

4) Entre 200 y 500 campos de gran aumento deben ser examinados (esto lleva no menos de 30 minutos), y el examen debe ser realizado por más de un observador.

Tests de ácidos nucleicos.
Los tests de amplificación de ácidos nucleicos (NAATs) usan la técnica PCR (polymerase chain reaction). La sensibilidad y especificidad de la PCR varía. En un metaanálisis de NAATs para meningitis tuberculosa la sensibilidad fue de 56% y la especificidad del 98%. Esta baja sensibilidad ha sido atribuída a la diferencia de volumen enviados para PCR (50 microlitros) y para cultivos (varios mililitros), pero puede también estar reflejando diferencias en el target de sensibilidad entre poblaciones.  (26,27,28,29)

El test MTBDRplus es una sonda molecular capaz de detectar mutaciones de resistencia a rifampicina e isoniazida
Muestras de LCR deben ser remitidas para test de PCR cada vez que haya sospecha clínica de tuberculosis y la sospecha sea lo suficientemente alta como para iniciar terapia empírica y las tinciones para bacilos ácido-alcohol resistentes sean negativos. Sin embargo no hay que olvidar que una PCR negativa no descarta el diagnóstico y si la sospecha es alta o la respuesta clínica buena se debe continuar el tratamiento aun con PCR negativa. (30,31,32)

Imágenes.
La TC y la RMN han mejorado la caracterización y el manejo de las infecciones del SNC. En pacientes con meningitis tuberculosa la TC define la presencia y la extensión de la aracnoiditis basilar, el edema cerebral y aun el infarto cerebral, así como la presencia y evolución de la hidrocefalia.

Las siguientes observaciones surgidas de grandes series  pueden ser de utilidad:

En un paciente con hallazgos clínicos compatibles, la evidencia en la TC de realce meníngeo combinado con algún grado de hidrocefalia es fuertemente sugestiva de meningitis tuberculosa. (Figura 4)

Una TC es normal en aproximadamente 30% de los casos con Estadio I, y los pacientes con TC normal se recuperan habitualmente sin secuelas al completar el tratamiento.

La hidrocefalia combinada con marcado realce basilar es indicativo de enfermedad meníngea avanzada y tiene mal pronóstico. El marcado realce basilar se correlaciona con vasculitis y por lo tanto tienen riesgo de infarto de los ganglios de la base (Figura 5).

La RMN es superior a la TC en definir lesiones de los ganglios de la base, y tronco cerebral (Figura 6), así como para evaluar formas de TBC espinal. (33,34,35,36,37,38,39)

Figura 4. TC con contraste en un paciente con meningitis tuberculosa demostrándose marcado realce de las cisternas basales y meninges con dilatación de los ventrículos.
 

 
Figura 5. Infarto extensor de los ganglios basales derechos y de la cápsula interna secundaria a vasculitis de las arterias tálamo-perforantes en un niño con meningitis tuberculosa tratada.

 

 
Figura 6. RMN en T1 con gadolinio que muestra realce meníngeo a nivel predominantemente basilar.

Tuberculomas.
Los tuberculomas son focos de conglomerados granulomatosos dentro del parénquima cerebral; pueden ser observados histopatológicamente o por imágenes. (40) Se forman de la coalescencia de tubérculos que fueron implantados en un período temprano de la bacilemia post primaria. Son lesiones localizadas centralmente pudiendo alcanzar considerable tamaño sin producir inflamación meníngea. Clínicamente silentes , únicos o múltiples lesiones nodulares con realce (Fig 7 y 8), son comúnmente vistas en el contexto de meningitis. (41,42) Pueden desaparecer con la terapia pero pueden curar con calcificación.

 
Figura 7. RMN en T2 que muestra un tuberculoma parietal Nótese la intensidad de baja señal del anillo de la lesión y el edema circundante hiperintenso.

 

 

Figura 8. RMN en T1 con gadolinio en un paciente con multiples tuberculomas con realce en ambos hemisferios cerebelosos.  

 
Las lesiones de masa intracraneales (“tuberculomas clínicos”) (Figura 9)se observan más frecuentemente en individuos de áreas donde la prevalencia de tuberculosis es alta. Típicamente niños o adultos jóvenes que se presentan con convulsiones o cefalea; ocasionalmente puede haber hemiplejia o signos de aumento de la presión intracraneal. (43,44) En TC con contraste, las lesiones en estadios tempranos, las lesiones son de baja densidad o isodensas a menudo con edema  fuera de proporción al efecto de masa y poca encapsulación. (43,45) Los tuberculomas en estadios tardíos son isodensos o hiperdensos y tienen anillo de realce.  (Figura 10)

 
Figura 9. Tuberculoma de localización en tálamo derecho.

 

 

 
Figura 10. Múltiples granulomas con anillo de realce en cerebro y medulla espinal.

Los signos y síntomas de enfermedad sistémica de la inflamación meníngea se observan raramente. La punción lumbar debe evitarse por el riesgo de herniación y enclavamiento del tronco cerebral. En las ocasiones en que ha sido estudiado el LCR en estos pacientes ha sido normal o ha habido hallazgos inespecíficos.  El diagnóstico es hecho en relación a la clínica, a la epidemiología y a los hallazgos de imágenes o por biopsia con aguja. A menos que la localización de la lesión tenga riesgo de hidrocefalia obstructiva o hernia del tronco cerebral, la cirugía tiende a evitarse ya que la misma puede desencadenar una severa meningitis. 

 

Diagnóstico Diferencial.
La distinción entre el tuberculoma y la neurocisticercosis intraparenquimatosa  puede ser difícil  en algunos casos, particularmente en niños.
En adultos la neurocisticercosis es una enfermedad pleomórfica que tiende a ocurrir después de la infección primaria y en el cerebro se demuestran múltiples lesiones en distintos estadios y diferente morfología. Las imágenes en la neurocisticercosis van desde lesiones quísticas que muestran escólex, quistes múltiples, quistes gigantes, lesiones con realce en anillo o discos, y múltiples calcificaciones parenquimatosas punteadas(Figuras 11,12,13,14).

 
Figura 11. Neurocisticercosis masiva no encefalítica.

 

 

 
Figura 12. Neurocisticercosis. TC de cerebro en un paciente que present un episodio de convulsions tónico-clónicas generalizadas. Nótese la lesion calcificada en la region parieto-occipital izquierda.

 

 
Figura 13. Neurocisticercosis. RMN T2 de cerebro mostrando aumento de la señal como resultado de edema en la region frontal derecha.

 

Figura 14. Neurociticercosis. RMN de cerebro en un paciente que se presentó con un episodio de convulsiones tónico-clónicas generalizadas. Nótese el quiste en la región parieto-occipital con edema perilesional. 
 

Los tuberculomas se manifiestan en la infección post-primaria y típicamente se presentan como una masa única, grande y densa. Los niños con neurocisticercosis  temprana pueden presentarse con convulsiones focales secundarias a una lesión única con anillo de realce, a menudo con edema perilesional. En tales casos la distinción entre tuberculoma y neurocisticercosis es dificultosa. (46)

 
Aracnoiditis Espinal Tuberculosa.

La aracnoiditis espinal tuberculosa  es vista principalmente en áreas endémicas. (1,2) La patogénesis es similar a las meningitis con enfermedad inflamatoria focal en niveles únicos  o múltiples con atrapamiento gradual de nervios espinales por un exudado fibrogelatinoso.

Los síntomas se instalan en forma lenta en el curso de semanas a meses y pueden culminar con un síndrome meníngeo. Los pacientes se presentan con un curso de inicio subagudo de las raíz de los nervios y compresión medular: dolor radicular o  espinal, hiperestesias o  parestesias; parálisis de neurona motora inferior; y disfunción vesical o del esfínter rectal. (47) Las vasculitis pueden conducir a las trombosis de la arteria espinal anterior e infarto de la médula espinal. Otras formas incluyen tuberculoma intradural o extradural y absceso epidural.

El diagnóstico de aracnoiditis tuberculosa se basa en la elevación de las proteínas en LCR y los hallazgos en la RMN de la aracnoiditis nodular combinada con biopsia del tejido (Figuras 15,16,17).
El tratamiento es el mismo que el de las meningitis.


Figura 15. Aracnoiditis tuberculosa. RMN T1 sin realce de la espina lumbar que revela raíces nerviosas pobremente definidas de la cola de caballo en un paciente con meningitis y aracnoiditis tuberculosa
 

 
Figura 16. RMN T1 con suppression grasa con contraste se ve realce en la espina lumbar en un paciente con meningitis y aracnoiditis tuberculosa mostrando un fino realce leptomeníngeo del cono medular y de la cola de caballo. 


 
Figura 17. RMN T1 sin realce de la espina cervical que muestra un aumento anormal de la intensidad de señal en el espacio subaracnoideo que es isointenso en relación a la médula espinal en un paciente con aracnoiditis tberculosa.

 

 
Figura 18. RMN T1 de la espina cervical en una aracnoiditis tuberculosa que muestra bolsillos nodulares de realce en el espacio subaracnoideo después de la administración de material de contraste.


 
Figura 19. RMN T1 sin contraste de la espina lumbar que muestra intensidad de señal a todo lo largo del espacio subaracnoideo que está difusamente aumentado comparado con la médula espinal (flecha) en un paciente con aracnoiditis tuberculosa.


Figura 20.RMN T1 con contraste de la espina lumbar en una aracnoiditis tuberculosa revela realce difuso que llena completamente el espacio subaracnoideo. En el LCR fueron hallados bacilos tuberculosos.

 
Figura 21. RMN T1 pre y post contraste magnético. La imagen post contraste revela difuso realce leptomeníngeo a lo largo de la superficie del tronco y de la médula cervical.

TRATAMIENTO

El tratamiento anti-tuberculoso específico debe ser iniciado en base a una fuerte sospecha clínica y no debe ser diferido hasta que la infección sea probada. Los resultados clínicos dependen en gran medida del estadio en que se comienza el tratamiento.

Los principios del tratamiento son los mismos que para el tratamiento de la tuberculosis pulmonar. La American and British Thoracic Societies, la  Infectious Disease Society of America, y  the Centers for Disease Control and Prevention (CDC), recomiendan un tratamiento inicial de dos meses  de terapia intensive con cuatro drogas seguidas por una fase continuada de dura 7 a 10 meses dependiendo de la respuesta clínica y de la sensibilidad a las drogas de los aislamientos. (48,49)

El régimen intensivo de tratamiento incluye isoniacida (INH), rifampicina (RIF), pirazinamida (PZA) y etambutol (EMB) o estreptomicina (STM) durante dos meses, seguido por la fase de continuación con INH y RIF solos si el aislamiento es susceptible pudiéndose administrar diariamente o tres veces por semana durante 9 a 12 meses.

El tuberculoma debe ser tratado por 18 meses.

Glucocorticoides.
Hay considerable evidencia experimental  que la terapia concomitante con glucocorticoides es beneficiosa tanto en adultos como en niños. (54,55,56) Dexametasona durante las primeras 6 a 8 semanas redujo la mortalidad, con beneficios mayores en el estadio I, no habiendo diferencias en el estadio III. No hubo reducción demostrable de los déficits neurológicos residuales entre los sobrevivientes  comparados con los que no recibieron corticoides. La mayor sobrevida asociada al uso de corticosteroides puede ser debida en parte a la reducción de los efectos adversos, particularmente hepatitis. No hubo beneficios en la mortalidad en 98 pacientes infectados con HIV.

Se recomienda terapia corticosteroidea concomitante en niños y adultos  con evidencias epidemiológicas y clínicas de meningitis tuberculosa. Una excepción pueden ser los adultos en estadio I temprano con enfermedad leve.

Donde es imperioso asociar corticosteroides en forma urgente es en las siguientes situaciones:

· Pacientes que progresan de un estadio al siguiente o antes de la introducción del tratamiento específico especialmente si se asocian a las condiciones detalladas abajo.

· Pacientes con presentación como “encefalitis” aguda, especialmente si la presión de apertura del LCR es igual o mayor a 400 mm H2O, o si hay evidencias de edema cerebral.

· Pacientes en quienes se demuestra la “paradoja terapéutica”, una exacerbación de los signos clínicos (por ejemplo fiebre, cambios en el estado mental) después de comenzar el tratamiento anti tuberculoso.

· Bloqueo espinal incipiente (proteínas en el LCR d más de 500 mg/dL y crecientes).

· Evidencias en la TC de marcado realce basilar (presagio d riesgo de infarto de los ganglios de la base),  o hidrocefalia moderada o progresiva.

· Pacientes con tuberculoma intracerebral donde el edema está fuera de proporción al efecto de masa y hay signos neurológicos (alteraciones del estado mental o focos neurológicos).

Las dosis utilizadas son: dexametasona 8 mg/día para los niños de menos de 25 kg de peso; 12 mg por día para los adultos y niños mayores de 25 kg de peso por 3 semanas y después comenzar a bajar la dosis en las siguientes 3 a 4 semanas.

Prednisona 2 a 4 mg/kg de peso por día para niños; 60 mg/día para los adultos por 3 semanas e ir bajando la dosis en las siguientes 3 semanas.

Cirugia.
Los pacientes con hidrocefalia pueden requerir descompresión quirúrgica del sistema ventricular para manejar las complicaciones secundarias alaumento de presión intracraneal. En tales pacientes en estadio clínico II la combinación de punciones lumbares seriadas y corticosteroides puede ser suficiente a la espera de la respuesta a la terapia específica. Sin embargo, la intervención quirúrgica no debe ser diferida si el paciente presenta estupor o coma o cuando el curso clínico durante la terapia es marcado por el empeoramiento neurológico progresivo. (57)

A diferencia de otras masas en el SNC en los tuberculomas es preferible el manejo médico a menos que la lesión produzca una hidrocefalia obstructiva o compresión del tronco cerebral. En el pasao la cirugía resectiva de los tuberculomas se veía complicada por meningitis severa la mayoría de las veces fatal.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.al-Deeb SM, Yaqub BA, Sharif HS, Motaery KR. Neurotuberculosis: a review. Clin Neurol Neurosurg 1992; 94 Suppl:S30.

2.Bahemuka M, Murungi JH. Tuberculosis of the nervous system. A clinical, radiological and pathological study of 39 consecutive cases in Riyadh, Saudi Arabia. J Neurol Sci 1989; 90:67.

3.Rich AR, McCordock HA. Pathogenesis of tuberculous meningitis. Bull Johns Hopkins Hosp 1933; 52:5.

4.Dastur DK, Manghani DK, Udani PM. Pathology and pathogenetic mechanisms in neurotuberculosis. Radiol Clin North Am 1995; 33:733.

5.Chan KH, Cheung RT, Lee R, et al. Cerebral infarcts complicating tuberculous meningitis. Cerebrovasc Dis 2005; 19:391.

6.Poltera AA. Thrombogenic intracranial vasculitis in tuberculous meningitis. A 20 year "post mortem" survey. Acta Neurol Belg 1977; 77:12.

7.Hawn TR, Dunstan SJ, Thwaites GE, et al. A polymorphism in Toll-interleukin 1 receptor domain containing adaptor protein is associated with susceptibility to meningeal tuberculosis. J Infect Dis 2006; 194:1127.

8.CDC, reported tuberculosis in the United States, 2004. Atlanta, GA. US Department of Health and Human Services, CDC. September 2005.

9.Farer LS, Lowell AM, Meador MP. Extrapulmonary tuberculosis in the United States. Am J Epidemiol 1979; 109:205.

10.Hinman AR. Tuberculous meningitis at Cleveland Metropolitan General Hospital 1959 to 1963. Am Rev Respir Dis 1967; 95:670.

11.Kennedy DH, Fallon RJ. Tuberculous meningitis. JAMA 1979; 241:264.

12.Farinha NJ, Razali KA, Holzel H, et al. Tuberculosis of the central nervous system in children: a 20-year survey. J Infect 2000; 41:61.

13.Kent SJ, Crowe SM, Yung A, et al. Tuberculous meningitis: a 30-year review. Clin Infect Dis 1993; 17:987.

14.Udani PM, Dastur DK. Tuberculous encephalopathy with and without meningitis. Clinical features and pathological correlations. J Neurol Sci 1970; 10:541.

15.STREPTOMYCIN treatment of tuberculous meningitis. Lancet 1948; 1:582.

16.Braun MM, Byers RH, Heyward WL, et al. Acquired immunodeficiency syndrome and extrapulmonary tuberculosis in the United States. Arch Intern Med 1990; 150:1913.

17.Berenguer J, Moreno S, Laguna F, et al. Tuberculous meningitis in patients infected with the human immunodeficiency virus. N Engl J Med 1992; 326:668.

18.Dubé MP, Holtom PD, Larsen RA. Tuberculous meningitis in patients with and without human immunodeficiency virus infection. Am J Med 1992; 93:520.

19.Sánchez-Portocarrero J, Pérez-Cecilia E, Jiménez-Escrig A, et al. Tuberculous meningitis. Clinical characteristics and comparison with cryptococcal meningitis in patients with human immunodeficiency virus infection. Arch Neurol 1996; 53:671.

20.Hakim JG, Gangaidzo IT, Heyderman RS, et al. Impact of HIV infection on meningitis in Harare, Zimbabwe: a prospective study of 406 predominantly adult patients. AIDS 2000; 14:1401.

21.Katrak SM, Shembalkar PK, Bijwe SR, Bhandarkar LD. The clinical, radiological and pathological profile of tuberculous meningitis in patients with and without human immunodeficiency virus infection. J Neurol Sci 2000; 181:118.

22.Merritt HH, Fremont-Smith F. The cerebrospinal fluid, WB Saunders, Philadelphia 1938.

23.Karandanis D, Shulman JA. Recent survey of infectious meningitis in adults: review of laboratory findings in bacterial, tuberculous, and aseptic meningitis. South Med J 1976; 69:449.

24.SMITH HV. TUBERCULOUS MENINGITIS. Int J Neurol 1964; 4:134.

25.Thwaites GE, Chau TT, Farrar JJ. Improving the bacteriological diagnosis of tuberculous meningitis. J Clin Microbiol 2004; 42:378.

26.Kaneko K, Onodera O, Miyatake T, Tsuji S. Rapid diagnosis of tuberculous meningitis by polymerase chain reaction (PCR). Neurology 1990; 40:1617.

27.Noordhoek GT, Kolk AH, Bjune G, et al. Sensitivity and specificity of PCR for detection of Mycobacterium tuberculosis: a blind comparison study among seven laboratories. J Clin Microbiol 1994; 32:277.

28.Bonington A, Strang JI, Klapper PE, et al. Use of Roche AMPLICOR Mycobacterium tuberculosis PCR in early diagnosis of tuberculous meningitis. J Clin Microbiol 1998; 36:1251.

29.Pai M, Flores LL, Pai N, et al. Diagnostic accuracy of nucleic acid amplification tests for tuberculous meningitis: a systematic review and meta-analysis. Lancet Infect Dis 2003; 3:633.

30.Jayanthi U, Madhavan HN, Therese KL. Nucleic acid amplification tests for diagnosis of tuberculous meningitis. Lancet Infect Dis 2004; 4:9; discussion 11.

31.Barnard M, Albert H, Coetzee G, et al. Rapid molecular screening for multidrug-resistant tuberculosis in a high-volume public health laboratory in South Africa. Am J Respir Crit Care Med 2008; 177:787.

32.Duo L, Ying B, Song X, et al. Molecular profile of drug resistance in tuberculous meningitis from southwest china. Clin Infect Dis 2011; 53:1067.

33.Bernaerts A, Vanhoenacker FM, Parizel PM, et al. Tuberculosis of the central nervous system: overview of neuroradiological findings. Eur Radiol 2003; 13:1876.

34.Bhargava S, Gupta AK, Tandon PN. Tuberculous meningitis--a CT study. Br J Radiol 1982; 55:189.

35.Ozateş M, Kemaloglu S, Gürkan F, et al. CT of the brain in tuberculous meningitis. A review of 289 patients. Acta Radiol 2000; 41:13.

36.Chan KH, Cheung RT, Fong CY, et al. Clinical relevance of hydrocephalus as a presenting feature of tuberculous meningitis. QJM 2003; 96:643.

37.Kingsley DP, Hendrickse WA, Kendall BE, et al. Tuberculous meningitis: role of CT in management and prognosis. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1987; 50:30.

38.Schoeman J, Hewlett R, Donald P. MR of childhood tuberculous meningitis. Neuroradiology 1988; 30:473.

39.Offenbacher H, Fazekas F, Schmidt R, et al. MRI in tuberculous meningoencephalitis: report of four cases and review of the neuroimaging literature. J Neurol 1991; 238:340.

40.Jinkins JR. Computed tomography of intracranial tuberculosis. Neuroradiology 1991; 33:126.

41.Stevens DL, Everett ED. Sequential computerized axial tomography in tuberculous meningitis. JAMA 1978; 239:642.

42.Weisberg LA. Granulomatous diseases of the CNS as demonstrated by computerized tomography. Comput Radiol 1984; 8:309.

43.Harder E, Al-Kawi MZ, Carney P. Intracranial tuberculoma: conservative management. Am J Med 1983; 74:570.

44.Traub M, Colchester AC, Kingsley DP, Swash M. Tuberculosis of the central nervous system. Q J Med 1984; 53:81.

45.Whelan MA, Stern J. Intracranial tuberculoma. Radiology 1981; 138:75.

46.Singhi P, Ray M, Singhi S, Khandelwal N. Clinical spectrum of 500 children with neurocysticercosis and response to albendazole therapy. J Child Neurol 2000; 15:207.

47.Wadia NH, Dastur DK. Spinal meningitides with radiculo-myelopathy. 1. Clinical and radiological features. J Neurol Sci 1969; 8:239.

48.Chemotherapy and management of tuberculosis in the United Kingdom: recommendations 1998. Joint Tuberculosis Committee of the British Thoracic Society. Thorax 1998; 53:536.

49.Blumberg HM, Burman WJ, Chaisson RE, et al. American Thoracic Society/Centers for Disease Control and Prevention/Infectious Diseases Society of America: treatment of tuberculosis. Am J Respir Crit Care Med 2003; 167:603.

50.Chatterjee VK, Buchanan DR, Friedmann AI, Green M. Ocular toxicity following ethambutol in standard dosage. Br J Dis Chest 1986; 80:288.

51.World Health Organization (WHO). Global tuberculosis control: surveillance, planning, financing. Geneva: WHO, 2004.

52.Thwaites GE, Lan NT, Dung NH, et al. Effect of antituberculosis drug resistance on response to treatment and outcome in adults with tuberculous meningitis. J Infect Dis 2005; 192:79.

53.Patel VB, Padayatchi N, Bhigjee AI, et al. Multidrug-resistant tuberculous meningitis in KwaZulu-Natal, South Africa. Clin Infect Dis 2004; 38:851.

54.Thwaites GE, Nguyen DB, Nguyen HD, et al. Dexamethasone for the treatment of tuberculous meningitis in adolescents and adults. N Engl J Med 2004; 351:1741.

55.Schoeman JF, Van Zyl LE, Laubscher JA, Donald PR. Effect of corticosteroids on intracranial pressure, computed tomographic findings, and clinical outcome in young children with tuberculous meningitis. Pediatrics 1997; 99:226.

56.Girgis NI, Farid Z, Kilpatrick ME, et al. Dexamethasone adjunctive treatment for tuberculous meningitis. Pediatr Infect Dis J 1991; 10:179.

57.VanBeusekom GT. Complications in hydrocephalus shunting procedure. In: Advances in Neurosurgery, 6th ed, Wellenbur R, Brock M, Klinger M (Eds), Springer-Verlag, New York City 1968. p.28.